Más tarde estudiamos los poetas
contemporáneos, y en poco tiempo se familiarizó con ellos. Su memoria era
felicísima, y a lo mejor le sorprendía recitando con admirable sentido trozos
de poemas modernos, de leyendas famosas y de composiciones ligeras o graves.
Razón había para esperar que mi discípulo, que de tal modo se
identificaba con la poesía, fuera también poeta. Cierto día me trajo con
gran misterio unas quintillas; las leí, pero me parecieron tan malas, que le
ordené no volviese a tutear a las musas en todos días de su vida, y que se
mantuviera con ellas en aquel buen término de respeto y cariño que imposibilita
la familiaridad. Yo le convencí de que no era de la familia, de que son cosas
muy distintas sentir la belleza y expresarla, y él, sin ofensa de su amor
propio, me prometió no volver a ocuparse de otros versos que de los ajenos.
Benito Pérez
Galdós, El amigo manso (1882)
*
Mi tío era un hombre tan
concienzudo que cada vez que necesitaba afeitarse, no vacilaba en ir
personalmente a la barbería.
Lawrence
Sterne
*
[...] a
los cincuenta y dos años, y a pesar de su permanencia en la capital, conservaba
todavía su virginidad.
Gustave Flaubert, Bouvard y Pécuchet (1881)
*
No
parecía en ningún caso extraterrestre, aunque la verdad es que tampoco parecía valenciano.
Miguel
Serrano Larraz, Réplica (2017)
*
–El slish es un parásito que procede de
Bakab –explicó–, como una garrapata grande. Los míos tienen casi un centímetro
de largo –añadió con orgullo–. Penetran muy hondo en la carne y segregan una
sustancia extremadamente venenosa.
–¿Son
mortales?
–Los míos sí.
–¿Me podrías
prestar uno? –le pregunté.
–¿Para qué?
–Para
ponérselo a cierto individuo en la espalda. Pensándolo bien, préstame un par de
docenas. Tengo muchos amigos.
Robert Zelazny, Tú, el inmortal (1965)
*
Lady Astor: si yo fuera su esposa le pondría veneno en el
café.
Churchill: Si usted fuera mi esposa yo me lo bebería.
María
Moreno, Subrayados (2013)
*
Mi reloj atrasaba, pero lo mandé
componer y adelantó de tal manera que no tardó en dejar muy atrás a los mejores
relojes de la ciudad.
Mark Twain
*
-¿No nos hemos visto ya en Cincinati?
-Yo nunca he estado en Cincinati.
-Yo tampoco. Deben haber sido otros dos.
Diálogo recogido por Max Eastman, en Enjoyment
of laughter (1936)
*
Hasta después del llanto más
sublime siempre acaba uno por sonarse.
Heine
*
Otro (espacio) más, mucho más
grande y vagamente hexagonal, ha sido rodeado de una línea de puntos
(innumerables acontecimientos, algunos de ellos particularmente graves, han
tenido su única razón de ser en el trazado de esa línea de puntos) y se decidió
que todo lo que se encontraba dentro de
esa línea de puntos estaría pintado de violeta y se llamaría Francia, mientras
que todo lo que se encontraba fuera de
esa línea de puntos estaría pintado de un color diferente (pero fuera de dicho
hexágono no se tendía a colorear de un modo uniforme: tal trozo de espacio
quería su propio color y tal otro quería uno distinto, de ahí el famoso
problema topológico de los cuatro colores, todavía sin resolver en nuestros
días) y se llamaría de otra manera (de hecho, durante no pocos años, se ha
insistido mucho en pintar de violeta al mismo tiempo que se les llamaba
Francia- trozos de espacio que no pertenecían al susodicho hexágono, e incluso
a menudo estaban muy lejos, pero en general no se han consolidado demasiado).
Georges
Perec, Especies de espacios (1974)
*
Se parecían extrañamente entre sí,
como sucede con los matrimonios que se han odiado lentamente durante muchos
años.
Sara Mesa, El incendio
invisible (2011)
*
Qué detalle
maligno el de la Providencia, hacer contemporáneos al marido y la mujer.
César Aira, Yo era una mujer casada (2010)
*
[Törless, intentando leer a Kant] “Pronto
comprobó que no entendía palabra de lo que estaba encerrado entre paréntesis y
de lo que decían las notas a pie de página, y por más que seguía
concienzudamente con los ojos las frases, tenía la sensación de que una vieja
mano huesuda le revolvía el cerebro y le introducía en él un tornillo. Cuando
al cabo de una media hora, ya agotado, levantó la vista, no había pasado de la
segunda página y el sudor perlaba su frente”.
Robert Musil,
Las tribulaciones del estudiante Törless (1906)
*
[De una
entrevista con Oscar Wilde]:
- El otro día dijo usted
que sólo había dos críticos teatrales en Londres. ¿Puedo preguntarle...
- Debieron de sentirse
enormemente gratificados por semejante admisión por mi parte, pero me veo
obligado a decir que desde la semana pasada he eliminado a uno de ellos de la
lista. (...)
- ¿Cuál sería para usted
la crítica teatral ideal?
- Por lo que a mi trabajo
se refiere, la aclamación incondicional.
*
Querido Tzvetan:
No hay nada que
me produzca tanto placer, y me imagino que así les sucede a los demás autores,
como que me tengan en cuenta los críticos, salvo, quizá, tener la oportunidad
de decir cuánto han dejado estos críticos de hacer justicia a mis méritos.
Carta de Ian
Watt a Tzvetan Todorov[i]
*
[...] el reverendo Sidney Smith, que reseñaba novedades para el Edinburgh Review a principios del siglo
XIX, afirmaba no leer nunca el libro antes de escribir su crítica, para que no
le creara un prejuicio.
Eduardo Moga,
Bajo la piel, los días (2010)
*
El crítico vive mal, su mujer no lo aprecia como debería, sus
hijos son ingratos, los finales de mes difíciles.
Jean Paul Sartre, Qu’est-ce
que la littérature? (1948)
*
Será un perro, pero se ha convertido en el mejor de mis críticos.
Mariano
Antolín Rato, Mar desterrado (1988)
*
Las palomas andan un poco
confundidas porque no distinguen a los poetas pobres de los heroinómanos.
Ismael Grasa,
De Madrid al cielo (1994)
*
La reputación de Platón se ha
visto menoscabada a causa de su proyecto de expulsar de la ciudad a los poetas
cuando, en realidad, se trata de una propuesta bastante sensata, al menos desde
mi experiencia en la ex Yugoslavia, donde los peligrosos sueños de los poetas
(entre otros, el líder serbo-bosnio Radovan Karadzic) fueron los preliminares
de la limpieza étnica.
Slavoj Zizek,
“Arte e ideología en Hollywood”
*
O quizá se trate únicamente del pasado mismo, que siempre es más
pequeño que lo que uno hubiese creído.
Desearía que esta última frase tuviese algún sentido, ya que,
desde luego, estuvo a punto de impresionarme durante unos instantes.
David
Markson, La amante de Wittgenstein (1988)
*
Quien tenga algo que decir, que dé
un paso adelante y calle.
Karl Kraus.
*
Un día, de improviso [...] vi a un conductor que reparaba por el
retrovisor de su coche en una raya o un cosque, no sé, una pequeña marca en la
pintura algo saltada o desportillada de la chapa. [...] Y entonces lo vi, lo vi
con mis propios ojos y es como si todavía lo estuviera viendo ahora mismo. Se
puso en cuclillas –¿se echó cuerpo a tierra?– y llevándose un dedo a la boca lo
ensalivó y lo acercó de inmediato a la raya –al cosque o la desportilladura–
para limpiarlo y apreciar así íntimamente la entidad del desperfecto. Ya no me
cabía duda. Como hace una madre con la cara de su hijo o uno mismo con la
sangre de una herida, de un rasguño propio o de una persona cercana, de un
amante, ese hombre se humedeció de saliva el dedo para aplicar apurada y
amorosamente esa saliva a la chapa de su coche. Igual que la piel reciente de un
niño para una madre, igual que la carne tersa de una amada para el enamorado o
la sangre propia para un herido –me dije–, así es la carrocería de un coche
para un conductor.
José
Ángel González Sainz, Un mundo exasperado
(1995)
*
El demonio. A veces es él en
persona; otras veces se manifiesta a través de la desintegración universal.
Actualmente ya no existe como individuo, sino como universo.
Arno Schmidt,
Leviatán (1949)
*
Robert Browning era un gran poeta.
La belleza verbal de sus poemas es extraordinaria, y de él aprendió Mallarmé,
en cuanto a oscuridad, a ponérsela al poema. Él lo dijo primero y, a este
respecto, se cuenta una anécdota significativa. Cuando publicó Sordello, le envió a Tennyson un
ejemplar, y éste le acusó recibo con unas letras, diciéndole que de todo el
poema sólo había entendido la primera línea y la última. Browning contestó
diciendo: “Cuando escribí Sordello sólo
Dios y yo sabíamos lo que estaba diciendo. Hoy, ya únicamente lo sabe Dios”.
Juan Ramón
Jiménez[i]
*
Gorgias, al
preguntarle alguien “¿por qué son los tesalios los únicos a los que no
engañas?”, respondió: “porque son demasiado ignorantes para que yo los engañe”.
Plutarco[ii]
*
El tráfico ha vuelto imposible el
adulterio en las horas punta.
Ennio Flaiano
*
Mi esposa es, sin lugar a dudas,
la mujer más vieja con la que me he acostado.
Kurt Vonnegut, Un hombre sin patria
*
El antiguo presidente del MIT,
Jerome Wiesner, cuenta que Zworykin lo visitó un sábado en la Casa Blanca
cuando Wiesner era asesor científico y amigo íntimo de John F. Kennedy. Le
preguntó a Zworykin si conocía a presidente y como contestó que no, lo llevó a
su presencia. Wiesner lo presentó al presidente con estas palabras:
- Este es el hombre que hizo posible su elección.
- ¿Cómo es eso? -preguntó sorprendido JFK.
- Este hombre inventó la televisión. -le explicó Wiesner. JFK
comentó que su invento era extraordinario.
Pero Zworykin respondió con
ironía:
- ¿Ha visto televisión últimamente?
Nicholas
Negroponte, El mundo digital (1998)
[i]
Citado en Ricardo Gullón, Conversaciones
con Juan Ramón Jiménez; Sibila / Fundación BBVA, Sevilla, 2008, p. 86.
[ii]
Citado en Gorgias, Fragmentos y
testimonios; Aguilar, Madrid, 1966, p. 74.
[i]
Tzvetan Todorov, Crítica de la crítica;
Paidós, Barcelona, 2005, p. 127.