lunes, 11 de febrero de 2008

David Lynch y los peces abisales


David Lynch
Catching the big Fish. Meditation, Consciousness, and Creativity; Jeremy P. Tarcher / Penguin, New York, 2007

Swedenborg decía que al absoluto puede llegarse desde dos senderos, idénticamente plausibles: el que lleva a las alturas de lo sublime, o el descenso a los infiernos. David Lynch escribe este inclasificable libro sobre su búsqueda de absoluto sin decir por cuál de ellos ha optado, pero a la luz de las películas podemos imaginar que su método de meditación trascendental le ha llevado, seguramente, por el segundo.

“Trascendencia” es una palabra muy grandilocuente, y que mueve siempre algunas sonrisas, pero que se resiste a desaparecer. De ello hablo en mi próximo ensayo, Pasadizos, siempre desde una concepción inmanente, esto es: viendo diversas formas en que artistas y escritores han intentado trascender, llegar a alguna forma de absoluto en su obra, sin citar, mirar, o apelar a lo divino o a motivos o dimensiones religiosas. Hay esta voluntad en autores tan distintos como Leopardi o Chillida, Tàpies o Wallace Stevens, Mallarmé o Gaudí. Como digo, hay más inquietudes por este camino de las que se piensa, y leyendo este ensayo-testimonio autobiográfico de Lynch, me ha sorprendido que los directores de Hollywood –por más que Lynch no sea, precisamente, un autor convencional– utilicen también el término trascendencia. El director de Mulholland Drive lo hace desde una perspectiva por completo inmanente, invitando a trascenderse desde un punto de partida puramente interno, mediante la meditación trascendental, que lleva 33 años practicando y a la que debe –según sus palabras– sus mejores ideas e intuciones, esos “grandes peces” a los que el título hace referencia. Lynch explica el modo en que pesca el “gran pez” que duerme en las profundidades de la conciencia, en ese “pure bliss” o puro éxtasis de la inmersión total en las capas inferiores, en lo que desde Jung se llama inconsciente. Su método alcanza esas profundidades pelágicas de la conciencia, a la cuales por lo común sólo accedemos en los sueños o estados de coma, mediante el abandono meditativo. Explicar esa experiencia y ese proceso es el punto de partida de este libro –si fuera el de llegada, no lo estaríamos recomendando, desde luego–, que luego gana enteros al pasar el director a explicar su proceso creativo, su forma de idear cine, y algunas otras joyas que nos hacen presenciar el taller mental de las películas de Lynch. También tiene algunas sugestivas opiniones finales sobre la revolución del vídeo digital: "We live in a digital world, now, and I love it -I`m never going back to film" (p. 179), asegura terminante.

No debemos buscar aquí pistas para entender sus a veces herméticas historias (algo que, como el propio autor aclara, sólo puede hacerse por intuición), sino más bien opiniones libres sobre el modo de entender el cine de uno de sus más interesantes y libérrimos cultivadores actuales. Y lo es no sólo por su excelente tratamiento estético de la imagen, por su valiosa dirección de actores, la ambientación musical, puesta en escena y ritmo de secuencias de sus cintas, sino porque es capaz de hacer una obra fílmica que tiene cientos de miles o millones de seguidores en todo el mundo, sin dejar de ser un autor experimental: “to me, every film, every project, is an experiment” (p. 29), escribe. Las personas que, inconcebiblemente, dicen que está todo escrito, todo rodado y todo compuesto, no deben ir a las películas de Lynch (ni a las de Greenaway, ni a las de Solonz, ni a las de Wong Kar Wai, ni a las de Cronenberg, ni a tantas otras); cada obra de Lynch dice algo nuevo, algo que no habíamos visto, y la experiencia de su contemplación, como él mismo dice, es algo que no estaba ahí antes de rodarse. Estas cosas son obvias y las repite uno mucho, pero quizá hacen falta citas de autoridad como las de Lynch para convencer a ciertas personas de lo obvio. De la singularidad del autor de Terciopelo azul es buena muestra este libro; un volumen aparentemente menor pero en el que su autor, con una prosa inocente, corta, carente por completo de ambiciones, consigue llevarnos a lugares desde los cuales contemplamos precipicios. Lynch es lo inquietante. Consigue ponernos, en su cine y también a veces en Catching the big Fish, al borde de nosotros mismos. Algo sólo al alcance de muy pocos, y Lynch entre ellos.
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17 comentarios:

Miguel Barrero dijo...

Tenía muchos prejuicios con el cine de David Lynch por dos motivos. En primer lugar, de pequeño (fan como era de Star Wars y todo su universo) traté de ver "Dune" y no fui capaz de entender nada. Después, con dieciocho años, un compañero de la Facultad me invitó a su casa a ver "Cabeza borradora" y salí con la impresión de que habían tratado de tomarme el pelo.
Sin embargo, estas Navidades me regalaron la caja con las dos temporadas completas de "Twin Peaks", y no pude menos que quitarme el sombrero. Por eso ahora tengo ganas de desquitarme y ver todo el Lynch que pueda, aunque me temo que el libro que reseñas debe de ser inencontrable en España...

Vicente Luis Mora dijo...

Miguel, qué mala suerte, haber comenzado a ver el cine de Lynch con Dune. Tiene una explicación: en este mismo libro cuenta Lynch que fue la única película en la que no tuvo final cut, y los productores se la destrozaron. Desde entonces no rueda si no tiene la última decisión respecto al montaje.

Respecto a Eraserhead, sólo puedo decirte que era la película preferida de... Stanley Kubrick. Pero es una película que, en efecto, no deja indiferente a nadie y o te enamoras de ella o la aborreces, sin término medio. Dale una oportunidad, creo que no te defraudará. Un saludo.

C. dijo...

Gracias, Vicente, me ha encantado. Debería leer más sobre la espera en lugar de dedicarme a escribir sobre ello, aunque a veces sea inevitable.

un abrazo

Anónimo dijo...

HAce tiempo vi Carretera perdida en un ciclo sobre el cine y los fantasmas. Creo que tiene todo el sentido. Tanto la inclusión en un programa sobre fantasmas como la palabra trascendencia.

Carecemos de Universidades del tipo: Religiones comparadas.

Mejor trascendencia a religión, desde luego. Religión, espiritualidad, encuentro patrocinan todo menos la trascendencia.

Celebro esta entrada

Gracias, Vicente

Oche Zamora dijo...

¿No podríamos decir que el cine de Lynch muestra lo sublime de nuestros infiernos? La escena de "carretera perdida" por muchas veces que la haya visto -"nos conocemos... ¿verdad?"- hace que se me ponga la piel de gallina. ¿Y por qué? ¿Quién es ese hombrecillo? ¿Qué simboliza? ¿los celos, el miedo, la maldad,la soledad? -"ahora mismo estoy en tu casa"- Uf.
"Carretera perdida", y en menor medida "Mulholland drive", desbordan la reflexión -característica de lo sublime según Kant- se sitúan mas allá de toda trama argumental, más allá de toda historia lineal, y sin embargo lo que ahí pasa nos atrae, nos mantiene pegados a la pantalla con el corazón encogido. Hay reconocimiento ahí, pero si nos preguntan qué reconocemos...
A Miguel Barrero: yo también he tenido la sensación de que lynch me tomaba el pelo, sobre todo en su última película, Inland empire, en mi opinión una de las peores, y un derroche de mal rollo. Pero si aguantaste toda la paja que había en "twin peaks", todas esas conversaciones de Donna con el novio traspasando el límite de lo ñoñamente aceptable, lo demás de lynch será siempre un descubrimiento.
Dune: no. El hombre elefante, terciopelo azul, carretera perdida, mulholand drive: sí, sí, sí. Una historia verdadera: otro director.

Saludos a todos.

diego u. dijo...

Cada secuencia en Lynch es una elegante transformación de la realidad, posea una autoridad propia más allá de las imposiciones lógicas de la trama, y creo que es ahí donde muchos directores fracasan, suicidan las partes para argumentar la historia, creo que por eso no peca con los excesos de la trascendencia. Acude a lo mínimo para entrar en contacto con el “todo”. Como en un especie de I ching fílmico.

saludos

Recaredo Veredas dijo...

De Lynch me fascina la habilidad y brillantez con que se mueve en cualquier registro, sea en el clasicismo fordiano del cierre de "Una historia verdadera", en el código negro de lo mejor de "Mullholand Drive" o en el melodrama del "Hombre elefante". Si tuviera que elegir una escena de su obra me quedaría con el inicio de "Carretera perdida", tan similar al comienzo de "Caché", aunque rodado varios años antes. Es un director que domina plenamente su oficio, posee una mirada única y, además, tiene el coraje de mostrarla. Tal vez el único director norteamericano equiparable sea Gus Van Sant (cuyo Paranoid Park recomiendo encarecidamente).

azarfram dijo...

Supongo que conocereis el sitio. Es de pago, pero en cuanto pueda permitírmelo, me suscribo.

http://davidlynch.com/

Salú-2.

Anónimo dijo...

Pienso que podríamos decirlo, lo de los infiernos.

También, que, la red, al sacar de en medio intermediarios -intérpretes oficiales- (re)activa chamanismo.

Quiero decir, trascendencia desposeída -como creo sólo así es posible. No siendo posible poseerla con etiquetas.

Dewey en Cassirer. Introduccin a la antropología filosófica.

"(...) Clasificar es algo tan útil como natural. La mente se enfrenta con la multitud indefinida de fenómenos particulares y cambiantes mediante actos definitorios, inventariando, estableciendo listas, reduciendo a epígrafes comunes y encasillando...Pues si suponemos que nuestras listas y encasillados representan separaciones y compilaciones fijas rerum natura, entonces impedimos, en lugar de facilitar, nuestro trato con las cosas.
Nos hacemos culpables de una presunción que la naturaleza sanciona muy pronto.
Nos hacemos incompetentes para tratar efectivamente con los matices y novedades de la naturaleza y de la vida...

La tendencia a olvidar el servicio que prestan las distinciones y clasificaciones y a tomarlas como si captaran las cosas en sí mismas constituye la falacia corriente del especialismo científico...Esta actitud, que floreció una vez en la ciencia física, impera ahora en las teorías acerca de la naturaleza humana. Se ha reducido al hombre a un haz definido de instintos primarios, que pueden ser catalogados y descritos exhaustivamente uno por uno.Los teóricos difieren únicamente en cuanto a su número y en cuanto a su orden. Unos dicen un solo isntinto: el amor propio; otros, dos: el egoismo y altruismo; otros tres: placer, temor y gloria; mientras que que, en la actualidad, autores de un espíritu más empírico elevan su número a cincuenta o sesenta. Pero de hecho existen tantas reacciones específicas para condiciones estimulantes diferentes cuanto tiempo haya para probarlas, y nuestras listas no son más que clasificaciones que sirven a un fin"

Al desaparecer intermediarios, interpretes oficiales de la realidad, incluida la mítica oficial, pues, no esperamos al guía de museo para que nos hable de la película.

Se puede leer un cuadro, una película. Lectura dialogo. Dialogo trascendencia. Conversacion de trascendencia.

Contacto directo. Experiencia directa. No intermediarios. Chamanismo.

Vinculación funcional mito, lenguaje, arte, religión.

Un buen guía, Virgilio (en la Comedia), no su autoridad, su función: guía. Y Virgilio es símbolo..

Podría decirse. Lo de los infiernos. Me parece. Y estar hablando de algo verdadero y falso.

En toría, era la función religiosa y la racional, me parece.

En la red, encuentro no sé cuantos, diarios con diferentes grados de intimidad (más o menos consciente) ¿Un análisis textual de las palabras clave / reflejo del alma?

Estoy intentando leer una cosa -no conozco el idioma- no sé si es que la autora está haciendo eso mismo para conocer el imaginario colectivo de su nación o es que ha publicado en su blog el resultado de ese análisis textual (no he localizado los objectos del análisis) Me parece interesante.

Si alguien sabe rumano o es amgio de Elsa Pataky...

ochehco dijo...

Cogiendo el sendero del infierno, y aceptando la sublimidad del infierno visto como caos, como interior espacio profano todavía no conquistado, todavía no sacralizado, lo que equivaldría a decir no yoiciado, valga la palabreja y la analogía eliadiana, no definido y no diferenciado, y aceptando también que una interpretación de la historía del pensamiento occidental sería la de que el homo occidentalis ha estado continuamente huyendo hacia adelante, creando simetría, digo, huyendo hacia adelante para no perder la cabeza, (vio al acéfalo de Bataille y no le gusto un pelo) que el miedo al caos, a lo sublime de la tormenta, instaura tal panmetría, que todo queda ya medido, podemos decir que Lynch, en este "globalizado" tiempo de desmesura quiere capturar el absoluto volviendo la cabeza a aquello que no quería ser visto, aún a riesgo de quedarse, y dejarnos a sus seguidores sin ella, sin cabeza.

Mi novia estaba enamorada del Agente Cooper...

Un saludo

Pd. del Guía del museo: no existo.

Anónimo dijo...

ochehco, he sentido algo parecido al miedo

podría decirse que sirven para la misma función, o tuvieron una relación común en ese servicio, religión, arte, lenguaje, mito

Autoridades guías del absoluto su versión del absoluto. Para ellos. Se la queden.

No es patrimonio exclusivo. Se encuentra en otros lugares. Aquellos con los cuales mantuvo relación funcional.

Por eso, supongo, la Iglesia tiene dogmas claros. Para no perder la cabeza. (Aunque a mi, personalmente, se me borra ante los dogmas)

Saludos

PD: voy a hacer palomitas

Anónimo dijo...

Un milagro:

The Religion

T H E M A N activity looks like many other tasks. An overhead view shows your man in your choice of terrain, accompanied by certain fellow living creatures such as slow-moving children and older, less relevant persons which can do no harm. An occasional bald eagle soars overhead and fellow men sniff at you in greeting. Your man can run walk, sleep, drink, eat, and, of course, weep and die.

from The Religion by
[bajar hasta comentario de c.m.

Ficción líquida. Jeff Noon
(Una selección personal en The Guardian. 2001.)...
]

Ben Marcus


Asombroso, paranormal, milagroso.
Diría que no.

Saludos

PD: Elsa Pataky

azarfram dijo...

Frente al cine acusado de sometimiento a lo literario (la puesta en imágenes de un texto), Lynch (linchar, en inglés), es uno de los autores capaces de transgredir las estructuras del relato para acceder a una experiencia cinematográfica más pura y libre, capaz de eliminar la lógica newtoniana de la narración.
La discontinuidad espacial y narrativa, la sustitución del cuerpo protagonista, su duplicación de rol, los rodajes invertidos, son algunos rasgos formales de un cine que presenta entre otras cosas "lo sublime de nuestros infiernos", como señala José R. Zamora. Es una maniobra de desocultación, que el propio Lynch explica en relación a su trabajo pictórico, para mostrar lo que el cine parecía incapaz de mostrar. Este ejercicio arriesgado de equilibrismo y magia, me hacen sentir que muchas veces, el cine de Lynch camina cercano a la videocración más escenográfica, pero sorprende la capacidad para mantener el rescoldo de un hilo de Ariadna a través del corpus audiovisual, capaz de mantener al espectador atento a un no-relato en el que sin embargo se sigue contando una historia. Nunca de manera fácil, porque el cine de Lynch, como la literatura para "lectores no-hembras" (que acuñaron Borges y Cortázar), exige ser penetrado al tiempo que penetra en nuestra retina.

P.D.:Nunca se bebió café con tanta devoción y fruición (contagiosas) como en Twinpeaks. Pero son notables los altibajos entre los episodios que dirige Lynch y los que no.

Anónimo dijo...

El cine de Lynch me encanta. Adoro todo lo que no comprendo (como los hombres, por ejemplo). Sus películas son pura magia negra.

Anónimo dijo...

(No es la Industrial Symphny #2, pero puede valer la pena)


'Carretera Perdida' se convertirá en ópera

EFE

LONDRES.- La English National Opera y el teatro Young Vic, de Londres, colaborarán en la producción de una ópera basada en la película 'Carretera Perdida', del estadounidense David Lynch, y con música de la austríaca Olga Neuwirth.

La encargada de la puesta en escena es la estadounidense Diane Paulus, de 40 años, según la cual aunque se llama ópera, durante los 20 primeros minutos no canta nadie, sino que sólo se escuchan "susurros misteriosos".

En la descripción del propio David Lynch, "la ópera trata de un hombre metido en líos. (Lynch) dijo que cuando hizo el filme, pensó en O.J. Simpson", explica Paulus en declaraciones al vespertino 'Evening Standard'.

Además de al jugador de fútbol americano acusado de asesinar a su esposa y a un amigo de ésta en 1994 —y finalmente absuelto en un veredicto muy discutido—, la directora escénica afirma que "también puede uno ver a Otelo en esa historia: el poder destructor de los celos, la locura a la que lo conduce a uno".

La música de Olga Neuwirth combina diferentes estilos y bebe de los más distintos compositores, desde Monteverdi hasta Kurt Weill o Lou Reed. Los intérpretes utilizarán además continuamente micrófonos, "lo que la distingue de la ópera usual", explica Paulus.

"Habrá un conjunto con instrumentos orquestales tradicionales además de acordeón, guitarra eléctrica y batería. Y sobre el escenario se colocará una gran caja de plexiglás con cuatro pantallas gigantes de vídeo", agrega.

Los espectadores se sentarán a ambos lados de la "carretera", en la que habrá un coche Mustang, y se verán envueltos en todo tipo de efectos cinemáticos y sonoros.

En el escenario habrá seis cantantes, entre ellos el contratenor Christopher Robson, que hará de "mistery man", y el mismo número de actores, que interactuarán con la música y los elementos visuales.

La ópera se estrenará en el teatro Young Vic el próximo 4 de abril.

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c.m.

Anónimo dijo...

La misma noticia en El País (idéntica a la anterior, EFE):

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Carretera/perdida/sube/escenario/elpepucul/20080312elpepucul_13/Tes

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David Lynch, artículos

http://www.elpais.com/todo-sobre/persona/David/Lynch/45/


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c.m.

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=Ddp012WOO7A