Manfred Osten
La memoria robada. Los sistemas digitales y la destrucción de la cultura del recuerdo. Breve historia del olvido; Siruela, Madrid, 2008.
En este ensayo, breve a pesar del largo título, Osten desarrolla varios temas que se van cruzando: la aceleración histórica, las consecuencias que la misma tiene en cuanto a la progresiva dificultad de conservar la memoria, los problemas histórico-sociales-culturales del olvido, y los sistemas de archivo digital. Esta cuadrangulación es interesante y tiene una obvia lógica relacional, que no ha pasado desapercibida ni al autor ni a los pensadores en que se apoya. Porque, digámoslo ya, Osten no es un gran pensador. No es un filósofo al uso, ni siquiera un fino ensayista, sino una persona inteligente que sabe leer libros y artículos de manera cruzada, tejiendo un texto a partir de las referencias de otros. No estamos defendiendo una absurda actitud de no citar a nadie, sino criticando la extendida costumbre de que las citas de los demás sean la parte más importante del texto, no por cantidad sino cualitativamente, obliterando aquella otra donde se exponen –o debieran exponerse– las hipótesis propias. La aportación de Osten es minúscula, y en realidad son otros pensadores alemanes (Harald Weinrich, Odo Marquard, Wolfgang Früwald, Wolf Singer, Wolfgang Hagen) los que sostienen el libro. Con todo, precisamente por la inteligencia lectora de Osten, el ensayo es muy interesante, por lo que tiene de clarificador en el planteamiento de los temas y por su labor difusora de los pensadores alemanes. Y enfatizo pensadores alemanes porque, en un gesto de cierto chovinismo alemán –por ser piadosos en la descripción– Osten escribe como si ningún pensador francés, norteamericano, español, chino o inglés hubiera escrito jamás sobre estos temas. Y si comenzar con unos rudimentos sobre filosofía de la historia puede hacerse, sin severos problemas, apoyándose exclusivamente en el pensamiento germano, conforme nos acercamos a la exposición de los sistemas digitales de archivo de datos, ciertas ausencias (Maldonado, Castells, Manovich) convierten al libro en un acercamiento muy limitado al tema de la consolidación de la memoria mundial. Osten parece ser uno más entre los numerosos pensadores que se acercan a los temas digitales sin saber lo que es una base de datos, un sistema operativo o una memoria en red. La ausencia total a lo largo del libro de referencias a los sistemas de trabajo en régimen Grid, por ejemplo, es una laguna crítica, porque apela directamente a la hipótesis de fondo del ensayo, esto es: que la aceleración histórica y los procesos de archivo de datos nos están sumiendo culturalmente en el olvido de la cultura tradicional. Desconocer algunos de los más importantes y revolucionarios modos de gestión de datos y procesos digitales, como el citado Grid, entre otros, desarticula la hipótesis y la deja a la intemperie de la Historia, que para algunos siempre incluye el pasado… pero casi nunca el presente.
Pero vamos a examinar algunas ideas del ensayo con los menos prejuicios posibles. En las primeras páginas expone Osten algunas ideas que merece la pena comentar. Por ejemplo:
La aceleración histórica desde la secularización es un hecho evidente; un pedagógico desarrollo histórico de la misma puede verse en el excelente libro de Reinhart Koselleck, Aceleración, prognosis y secularización (Pre-Textos, 2003), y es cierto que una consecuencia lógica es que los archivos culturales tienen menos tiempo para ser validados y su contenido asimilado por las sucesivas oleadas de procesadores, si queremos evitar el economizado término de consumidores. También es cierto, y muy triste, que asistimos, como dice Osten, “a la liquidación de las instituciones tradicionales de la memoria”, sobre todo de las bibliotecas, cuyos requerimientos de espacio físico casan mal con nuestros tiempos de especulación inmobiliaria. También se asiste, con dolor y resignación, al guillotinamiento masivo de ejemplares no vendidos de libros (recordemos el célebre caso de algunas colecciones de Alianza), por los altos costes de almacenaje, que es otra forma de liquidación cultural, en forma de incendio ecológico, ya que supuestamente los ejemplares guillotinados se convierten en pulpa para seguir imprimiendo. Pero en lo que no estamos de acuerdo es en la parte relativa (a la que se dedica el penúltimo capítulo del ensayo) a la dilapidación de la memoria colectiva (tradicional y/o histórica) por culpa de los problemas de compatibilidad de los soportes técnicos y de las memorias digitales. Sí, es cierto que “un PC moderno ya no está en situación de descifrar los contenidos del viejo Commodore” (p. 82). Ni falta que hace. Sí, es cierto que la BBC ha podido perder buena parte de sus contenidos visuales de los años 60. Mi hipótesis es que si eso ha sucedido es porque esos datos, como los de los viejos Commodores, en realidad no le interesaban lo suficiente a nadie. “Esto supone por una parte que se deje exclusivamente al parecer y criterio de las actuales élites de funcionarios el determinar qué contenidos de memoria estarán disponibles en el futuro y cuáles deberán considerarse obsoletos” (p. 85). Pues claro. ¿Acaso no ha sido siempre así históricamente? ¿No debemos a los funcionarios de los faraones los restos jeroglíficos de las tumbas, no debemos a los monjes medievales la supervivencia de la cultura anterior a ellos, no debemos a los eruditos árabes el rescate de los tratados de Aristóteles? Siempre hay una élite intelectual que decide, pero es que a esa élite es a la única que realmente le interesa la custodia de ciertos contenidos culturales. La ventaja es que los modernos medios digitales que Osten condena son, paradójica y cruelmente, los primeros en la Historia que han democratizado esos procesos de salvación del saber, y los han puesto a disposición de cualquier persona. En Wikipedia, un medio de conservación digital del saber que Osten, con pasmosa tranquilidad (será que no hay muchos contenidos wiki en alemán), ignora por completo en su ensayo, hay 180.000 colaboradores de todas las partes del mundo que han decidido sumarse a esa élite, del mismo modo que otros proyectos digitales, como el SAN (este sí citado por Osten), o la propia Encyclopaedia Britannica, que se ha pasado a la red. El resultado es que… ya no hay élite, por fortuna. Ahora somos decenas de millones de personas en el mundo las que mediante webs, wikis, blogs, videologs, fotologs, Youtube y demás recursos de almacenamiento cultural estamos dejando un testimonio de la cultura existente, tanto de aquella producida en marcha como de la almacenada durante siglos. El formato de almacenamiento de información conocido como byte es de los más reproducibles y perdurables que se han inventado, mucho más que las cintas de casete o las impresiones magnéticas o las tarjetas perforadas que ya pasaron a nuestro arcón de la memoria. Los bytes son líquidos, fluctúan, se almacenan fácilmente, y acumulan muchísima información en muy poco espacio. Will Wright, el creador del fascinante videojuego Spore estima que, en su creación, “un planeta entero, con su ecosistema, su orografía, sus civilizaciones y ciudades, cabe en 80 kilobytes, y que la cantidad de información necesaria para codificar un animal entero es apenas un par de kilobytes”[1]. Ochenta kilobytes es apenas el triple de lo que ocupa este texto en formato Word. Todo lo que he escrito a lo largo de mi vida no supera los cincuenta megas, de forma que en un CD-Rom cabe la obra completa de 14 escritores polígrafos y en un simple DVD la de 70. Guerra y paz se almacena, bien comprimida, en un diskete de 1’4. Mientras los sucesivos soportes informáticos funcionen con esta tecnología, y todo parece indicar que así será durante mucho tiempo, la capacidad humana de acumular información es simplemente inagotable e indestructible. La era digital, por tanto, no es la enemiga de la memoria ni la partidaria del olvido cultural, sino todo lo contrario. Los pesimistas como Osten o Weinrich sostienen que, como dice el último, “almacenar datos supone olvidarlos” (citado en Osten, p. 16). Podemos mirarlo así. También podemos mirarlo de este modo: “almacenar datos mecánica y universalmente es la única manera de garantizar que, cuando queramos recordarlos o necesitemos volver a ellos, estarán a nuestra disposición”. Que estos nuevos modelos de almacenamiento están afectando a nuestra organización cerebral es obvio, del mismo modo que la calculadora redujo nuestro potencial de computación y que la televisión ha reducido nuestra capacidad de atención continuada. Los pesimistas ven esto como una pérdida. Yo lo veo como una liberación, como el medio en que el propio hombre se ha dotado de instrumentos para liberarse de los trabajos pesados y mecánicos para dedicarse a trazar respuestas entre conceptos lejanos, del mismo modo que el automóvil nos permitió llegar antes a los sitios donde queríamos llegar. Fui opositor durante años. Llegué a almacenar de memoria miles o millones de datos que luego han devenido absolutamente innecesarios. Todavía sueño con las listas de bienes inmuebles del artículo 334 del Código Civil o con las penas para el robo con escalo. Algunas sentencias judiciales que vemos de cuando en cuando nos garantizan que saber de memoria la ley no garantiza siempre la justicia. Hay muchos críticos de literatura que han leído mucho y no se han enterado de nada. Hay gente que se estudia las guías de teléfonos. Yo me alegro por ellos. Pero me encanta haber comprobado, por mí mismo, que la memoria por sí sola no significa nada. Que lo importante no es tener todos los datos de alguna materia, sino saber los suficientes para entender y poder localizar los restantes cuando es necesario. Nuestro conocimiento es ya demasiado vasto para que un Goethe acumule todos los saberes de su tiempo. Hoy nuestro Goethe se llama Google. Este Googlthe es el único que puede rastrear nuestras epistemes casi por completo, con la ventaja de que es un instrumento (como cualquier otro buscador, como la Wikipedia o como la WWW) a disposición de usted, que lee estas palabras, a disposición de cualquiera que se acerque a Internet. La tecnología sólo es mala cuando se utiliza mal. Cuando se utiliza bien por los hombres la tecnología elimina el cáncer, corrige la vista, controla las placas solares y los molinos eólicos, fabrica los medicamentos, canaliza el agua y la filtra, etiqueta los alimentos orgánicos, crea vacunas, separa a los niños siameses y les da esperanza a quienes nacen sin riñones y hasta devuelve la vista a algunos ciegos. Hasta contribuye a crear depósitos del saber, tanto virtuales como tangibles, donde todo el conocimiento del mundo está a salvo, incluso el conocimiento creado por los autores pesimistas, luditas y tecnófobos. Feliz año a todos.
.
Notas
[1] Javier Candeira, “Un universo en una línea de código”, en VVAA, Mondo píxel, vol. 1; Editorial Tébar, Madrid, p. 58.
La memoria robada. Los sistemas digitales y la destrucción de la cultura del recuerdo. Breve historia del olvido; Siruela, Madrid, 2008.
En este ensayo, breve a pesar del largo título, Osten desarrolla varios temas que se van cruzando: la aceleración histórica, las consecuencias que la misma tiene en cuanto a la progresiva dificultad de conservar la memoria, los problemas histórico-sociales-culturales del olvido, y los sistemas de archivo digital. Esta cuadrangulación es interesante y tiene una obvia lógica relacional, que no ha pasado desapercibida ni al autor ni a los pensadores en que se apoya. Porque, digámoslo ya, Osten no es un gran pensador. No es un filósofo al uso, ni siquiera un fino ensayista, sino una persona inteligente que sabe leer libros y artículos de manera cruzada, tejiendo un texto a partir de las referencias de otros. No estamos defendiendo una absurda actitud de no citar a nadie, sino criticando la extendida costumbre de que las citas de los demás sean la parte más importante del texto, no por cantidad sino cualitativamente, obliterando aquella otra donde se exponen –o debieran exponerse– las hipótesis propias. La aportación de Osten es minúscula, y en realidad son otros pensadores alemanes (Harald Weinrich, Odo Marquard, Wolfgang Früwald, Wolf Singer, Wolfgang Hagen) los que sostienen el libro. Con todo, precisamente por la inteligencia lectora de Osten, el ensayo es muy interesante, por lo que tiene de clarificador en el planteamiento de los temas y por su labor difusora de los pensadores alemanes. Y enfatizo pensadores alemanes porque, en un gesto de cierto chovinismo alemán –por ser piadosos en la descripción– Osten escribe como si ningún pensador francés, norteamericano, español, chino o inglés hubiera escrito jamás sobre estos temas. Y si comenzar con unos rudimentos sobre filosofía de la historia puede hacerse, sin severos problemas, apoyándose exclusivamente en el pensamiento germano, conforme nos acercamos a la exposición de los sistemas digitales de archivo de datos, ciertas ausencias (Maldonado, Castells, Manovich) convierten al libro en un acercamiento muy limitado al tema de la consolidación de la memoria mundial. Osten parece ser uno más entre los numerosos pensadores que se acercan a los temas digitales sin saber lo que es una base de datos, un sistema operativo o una memoria en red. La ausencia total a lo largo del libro de referencias a los sistemas de trabajo en régimen Grid, por ejemplo, es una laguna crítica, porque apela directamente a la hipótesis de fondo del ensayo, esto es: que la aceleración histórica y los procesos de archivo de datos nos están sumiendo culturalmente en el olvido de la cultura tradicional. Desconocer algunos de los más importantes y revolucionarios modos de gestión de datos y procesos digitales, como el citado Grid, entre otros, desarticula la hipótesis y la deja a la intemperie de la Historia, que para algunos siempre incluye el pasado… pero casi nunca el presente.
Pero vamos a examinar algunas ideas del ensayo con los menos prejuicios posibles. En las primeras páginas expone Osten algunas ideas que merece la pena comentar. Por ejemplo:
La secularización de todas las relaciones de la vida comienza bajo el signo de una rápida aceleración y de la leva de cualquier anclaje en una molesta memoria. Se trata pues de arrojar por la borda supuestos lastres a favor de una exclusiva orientación hacia el progreso (…) Un proceso que se acompaña de ulteriores y radicales rupturas de la continuidad de la memoria en forma de guerras mundiales, quema de libros y revueltas sesentayochistas. Pero sólo en la sociedad global de la información del siglo XXI parece que este proceso ha conseguido una dimensión que amenaza con superar todos los estadios hasta ahora alcanzados: tanto en el carácter ilusorio del supuesto alivio de la memoria mediante los sistemas digitales como en la tendencia a la liquidación de las instituciones tradicionales de la memoria (bibliotecas, teatros, óperas, museos, etc.).
La aceleración histórica desde la secularización es un hecho evidente; un pedagógico desarrollo histórico de la misma puede verse en el excelente libro de Reinhart Koselleck, Aceleración, prognosis y secularización (Pre-Textos, 2003), y es cierto que una consecuencia lógica es que los archivos culturales tienen menos tiempo para ser validados y su contenido asimilado por las sucesivas oleadas de procesadores, si queremos evitar el economizado término de consumidores. También es cierto, y muy triste, que asistimos, como dice Osten, “a la liquidación de las instituciones tradicionales de la memoria”, sobre todo de las bibliotecas, cuyos requerimientos de espacio físico casan mal con nuestros tiempos de especulación inmobiliaria. También se asiste, con dolor y resignación, al guillotinamiento masivo de ejemplares no vendidos de libros (recordemos el célebre caso de algunas colecciones de Alianza), por los altos costes de almacenaje, que es otra forma de liquidación cultural, en forma de incendio ecológico, ya que supuestamente los ejemplares guillotinados se convierten en pulpa para seguir imprimiendo. Pero en lo que no estamos de acuerdo es en la parte relativa (a la que se dedica el penúltimo capítulo del ensayo) a la dilapidación de la memoria colectiva (tradicional y/o histórica) por culpa de los problemas de compatibilidad de los soportes técnicos y de las memorias digitales. Sí, es cierto que “un PC moderno ya no está en situación de descifrar los contenidos del viejo Commodore” (p. 82). Ni falta que hace. Sí, es cierto que la BBC ha podido perder buena parte de sus contenidos visuales de los años 60. Mi hipótesis es que si eso ha sucedido es porque esos datos, como los de los viejos Commodores, en realidad no le interesaban lo suficiente a nadie. “Esto supone por una parte que se deje exclusivamente al parecer y criterio de las actuales élites de funcionarios el determinar qué contenidos de memoria estarán disponibles en el futuro y cuáles deberán considerarse obsoletos” (p. 85). Pues claro. ¿Acaso no ha sido siempre así históricamente? ¿No debemos a los funcionarios de los faraones los restos jeroglíficos de las tumbas, no debemos a los monjes medievales la supervivencia de la cultura anterior a ellos, no debemos a los eruditos árabes el rescate de los tratados de Aristóteles? Siempre hay una élite intelectual que decide, pero es que a esa élite es a la única que realmente le interesa la custodia de ciertos contenidos culturales. La ventaja es que los modernos medios digitales que Osten condena son, paradójica y cruelmente, los primeros en la Historia que han democratizado esos procesos de salvación del saber, y los han puesto a disposición de cualquier persona. En Wikipedia, un medio de conservación digital del saber que Osten, con pasmosa tranquilidad (será que no hay muchos contenidos wiki en alemán), ignora por completo en su ensayo, hay 180.000 colaboradores de todas las partes del mundo que han decidido sumarse a esa élite, del mismo modo que otros proyectos digitales, como el SAN (este sí citado por Osten), o la propia Encyclopaedia Britannica, que se ha pasado a la red. El resultado es que… ya no hay élite, por fortuna. Ahora somos decenas de millones de personas en el mundo las que mediante webs, wikis, blogs, videologs, fotologs, Youtube y demás recursos de almacenamiento cultural estamos dejando un testimonio de la cultura existente, tanto de aquella producida en marcha como de la almacenada durante siglos. El formato de almacenamiento de información conocido como byte es de los más reproducibles y perdurables que se han inventado, mucho más que las cintas de casete o las impresiones magnéticas o las tarjetas perforadas que ya pasaron a nuestro arcón de la memoria. Los bytes son líquidos, fluctúan, se almacenan fácilmente, y acumulan muchísima información en muy poco espacio. Will Wright, el creador del fascinante videojuego Spore estima que, en su creación, “un planeta entero, con su ecosistema, su orografía, sus civilizaciones y ciudades, cabe en 80 kilobytes, y que la cantidad de información necesaria para codificar un animal entero es apenas un par de kilobytes”[1]. Ochenta kilobytes es apenas el triple de lo que ocupa este texto en formato Word. Todo lo que he escrito a lo largo de mi vida no supera los cincuenta megas, de forma que en un CD-Rom cabe la obra completa de 14 escritores polígrafos y en un simple DVD la de 70. Guerra y paz se almacena, bien comprimida, en un diskete de 1’4. Mientras los sucesivos soportes informáticos funcionen con esta tecnología, y todo parece indicar que así será durante mucho tiempo, la capacidad humana de acumular información es simplemente inagotable e indestructible. La era digital, por tanto, no es la enemiga de la memoria ni la partidaria del olvido cultural, sino todo lo contrario. Los pesimistas como Osten o Weinrich sostienen que, como dice el último, “almacenar datos supone olvidarlos” (citado en Osten, p. 16). Podemos mirarlo así. También podemos mirarlo de este modo: “almacenar datos mecánica y universalmente es la única manera de garantizar que, cuando queramos recordarlos o necesitemos volver a ellos, estarán a nuestra disposición”. Que estos nuevos modelos de almacenamiento están afectando a nuestra organización cerebral es obvio, del mismo modo que la calculadora redujo nuestro potencial de computación y que la televisión ha reducido nuestra capacidad de atención continuada. Los pesimistas ven esto como una pérdida. Yo lo veo como una liberación, como el medio en que el propio hombre se ha dotado de instrumentos para liberarse de los trabajos pesados y mecánicos para dedicarse a trazar respuestas entre conceptos lejanos, del mismo modo que el automóvil nos permitió llegar antes a los sitios donde queríamos llegar. Fui opositor durante años. Llegué a almacenar de memoria miles o millones de datos que luego han devenido absolutamente innecesarios. Todavía sueño con las listas de bienes inmuebles del artículo 334 del Código Civil o con las penas para el robo con escalo. Algunas sentencias judiciales que vemos de cuando en cuando nos garantizan que saber de memoria la ley no garantiza siempre la justicia. Hay muchos críticos de literatura que han leído mucho y no se han enterado de nada. Hay gente que se estudia las guías de teléfonos. Yo me alegro por ellos. Pero me encanta haber comprobado, por mí mismo, que la memoria por sí sola no significa nada. Que lo importante no es tener todos los datos de alguna materia, sino saber los suficientes para entender y poder localizar los restantes cuando es necesario. Nuestro conocimiento es ya demasiado vasto para que un Goethe acumule todos los saberes de su tiempo. Hoy nuestro Goethe se llama Google. Este Googlthe es el único que puede rastrear nuestras epistemes casi por completo, con la ventaja de que es un instrumento (como cualquier otro buscador, como la Wikipedia o como la WWW) a disposición de usted, que lee estas palabras, a disposición de cualquiera que se acerque a Internet. La tecnología sólo es mala cuando se utiliza mal. Cuando se utiliza bien por los hombres la tecnología elimina el cáncer, corrige la vista, controla las placas solares y los molinos eólicos, fabrica los medicamentos, canaliza el agua y la filtra, etiqueta los alimentos orgánicos, crea vacunas, separa a los niños siameses y les da esperanza a quienes nacen sin riñones y hasta devuelve la vista a algunos ciegos. Hasta contribuye a crear depósitos del saber, tanto virtuales como tangibles, donde todo el conocimiento del mundo está a salvo, incluso el conocimiento creado por los autores pesimistas, luditas y tecnófobos. Feliz año a todos.
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Notas
[1] Javier Candeira, “Un universo en una línea de código”, en VVAA, Mondo píxel, vol. 1; Editorial Tébar, Madrid, p. 58.
Precisamente ahora que estaba trabajando en un texto sobre las secuelas que ejercicios críticos como ‘Afterpop’ o ‘La luz nueva’ han tenido en las nuevas hornadas de periodistas culturales, leo sorprendido, con pasmo y alegría, fragmentos del tipo: «No estamos defendiendo una absurda actitud de no citar a nadie, sino criticando la extendida costumbre de que las citas de los demás sean la parte más importante del texto, no por cantidad sino cualitativamente, obliterando aquella otra donde se exponen –o debieran exponerse– las hipótesis propias», lo cual reproduce a nivel inconsciente otra idea posterior: «Pero me encanta haber comprobado, por mí mismo, que la memoria por sí sola no significa nada.» ¿Es esto un modo de retractarse de piezas tipo “Llamadas telefónicas”, en donde 8,3 páginas dan para hacer referencia a Javier Cercas, David Lodge, George Steiner, Eladio Orta, Marcos Giralt Torrente, Abel Feu, Paul Auster, Antonio Orejudo, Dante, García Montero, Juan Bonilla, J.J. Millás, Paula Izquierdo, Lucía Etxebarría, Félix J. Palma, Luis Alberto de Cuenca, Andrés Neuman, Raymond Carver, Roberto Bolaño, Salvador Gutiérrez Solís, Patricia Wallace, Sherry Turkle, y Amalia Iglesias Serna, con una tesis de fondo más bien arcana? A título particular yo también sospecho que la estética de la hipercita, y el uso y abuso de la referencia a la intertextualidad y la interdiscursividad, camufladas de conato cartográfico, han tenido como consecuencia una crítica solipsista, aberrante, en donde el único orden (coto) al caos que se establece es al de cada cual, con la consecuente desorientación que ello supone para el lector. Por eso me alegra mucho leer este texto, Vicente.
ResponderEliminarUn abrazo,
No, no es una retractación. "Llamadas telefónicas" es un juego de apenas 17 páginas en un ensayo de más de 255 donde sí se exponen ideas nuevas, coordenadas críticas nuevas y una epistemología propia, creada y meditada durante años. Me parece muy injusta tu apreciación, Ibrahím, pero tú sabrás qué tipo de reduccionismos críticos te gusta utilizar (la metonimia 17/255, por ejemplo, es una mecánica muy en la línea de la crítica que yo combato, y que tú dices combatir, aplicándola sin embargo a rajatabla). Libre eres de criticar, y estás en tu derecho a hacerlo; también yo, supongo, a defenderme. Saludos.
ResponderEliminarJuraría que en ningún momento he deslegitimado ‘La luz nueva’ como aportación necesaria y merecedora de seguimiento; al contrario, de lo aquí estamos hablando es de un rasgo que juzgo más o menos común no solo en tu modo de hacer crítica (lo que tú llamas pasadizos, huelga decirlo, no es otra cosa que relaciones intertextuales o interdiscursivas), sino ya generalizado, que es ese solipsismo contenido en la particularísima acción taxonómica de lecturas (¡!¡!). Piénsese que “Llamadas telefónicas” tiene como base algo tan gelatinoso, aleatorio, finito y maleable como puedan ser tus lecturas personales, razón por la cual interpreto piezas de esta clase, salpicados por la estética de la hipercita, como un modo de generar racimos de referentes, solo válidos en tu imaginario y con una utilidad bastante cuestionable para cualquier otro lector. De modo que “Llamadas telefónicas” habla de los autores que habla, como también podría haber integrado a McLuhan («Si usted quisiera estudiar el medio de la radio y el impacto que tiene en la sociedad, sería recomendable mirar lo que le sucede a la radio en una película. ¿Qué uso se hace de la radio en la película? ¿Qué sucede con un teléfono en una obra de Broadway?»), a Flora Davis («Pertenezco a la clase de personas que no confían plenamente en el teléfono. No porque piense que el sistema telefónico se esté desintegrando, sino porque por teléfono no puedo estar segura de lo que realmente quiere decir la otra persona.»), a Stephanie Amerie y a Juan Carlos Abril hablando de Marinetti (Introducción a Los indomables), a Philip Roth en El animal moribundo («¿Por qué tienen que dormir en la misma cama una noche tras otra? ¿Por qué tienen que hablarse por teléfono cinco veces al día? ¿Por qué han de estar siempre juntos? La deferencia forzada es ciertamente infantil. Una deferencia contra natura.»), o a Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso («La espera de una llamada telefónica se teje así de interdicciones minúsculas, al infinito, hasta lo inconfesable: me privo de salir de la pieza, de ir al lavabo, de hablar por teléfono incluso; sufro si me telefonean; me enloquece pensar que a tal hora cercana será necesario que yo salga, arriesgándome así a perder el llamado. Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón al alcance del teléfono, sin hacer nada.»), por ejemplo.
ResponderEliminarRegalo de reyes, CITO de MEMORIA (como leña al fuego): "El cobol es una lengua muerta", jPod. Coupland.
ResponderEliminarLa estrategia citacional forma parte del modo expresión contemporáneo. Con muchas o pocas citas, me gusta este blog. Feliz año.
Llego nuevo a este blog. Ante todo, felicidades por el año nuevo y por la calidad del mismo. Sobre el fondo del comentario, en lo fundamental estoy de acuerdo; sin embargo, conviene no perder el sentido crítico con las nuevas tecnologías y sus consecuencias. Tener a mano toda la información no significa estar informados. Hoy en día hay muchísima más información que conocimiento. Si uno tiene toda la información para buscar pero no sabe qué buscar, estamos perdidos.
ResponderEliminarEl ejemplo de la calculadora es muy significativo: perdemos facultad de cálculo con respecto a generaciones pasadas porque tenemos calculadoras. De este modo, perdemos algunas facultades mentales que dejamos de cultivar (memoria, abstración, etc) porque pensamos, toprpemente, que para qué, si las calculadoras existen. Pero nos olvidamos de que es necesario trabajar el cerebro (con cálculo, con memorización, con lecturas y tantas otras habilidades) para que este funcione como es debido.
Un saludo y gracias por el blog.
Querido Ibrahím, no te entiendo demasiado bien:
ResponderEliminar1) ¿Hay alguna lectura que no sea "personal"? ¿Puedo citar libros que no he leído? Me imagino en medio de un ensayo diciendo: no he leído esta novela de Naguib Mahfouz, pero sospecho que en la página 112 dice "entonces arrimamos los aperos al muro exterior". O, mejor todavía: no he leído Chesil Beach, pero Ibrahím B. me dice que en la página 50 hay un homenaje a Flaubert. Sería un tipo de crítica muy interesante, basado en "lecturas no personales". Una versión de la Teodicea sustentada en la falsabilidad del aparato de notas. Adelante con ella, pero no me esperen ahí.
2) La cita y la intertextualidad son consustanciales a la crítica, y en mi lectura de Osten yo denuncio el abuso de intertextos en el ensayo, no en la crítica literaria. Estoy terminando mi tesis doctoral y en ella cito miles de referencias. Si no lo hiciera no sería una tesis doctoral, sino un fraude. Cuando se hace teoría, uno no puede escribir como si nadie hubiera pensado antes, es un gesto de soberbia que me pone de los nervios. Equivale a decir entre líneas: "la historia del pensamiento occidental estaba esperando mi llegada". Tan abominable como esa estupidez es la de encomendar el pensamiento propio a los demás. Hay un ancho camino intermedio entre ambas posturas. Creo poder decir con honestidad que nunca he caído en una ni en otra. Hay que ser humilde y reconocer las fuentes, así como los pensadores que defienden posturas distintas a las de uno. Pero, a continuación, hay que añadir sustancia, hay que abrir puertas. Que puntualmente, y a modo de juego bibliomáquico, como hago a veces en mis Circulares, me permita construir centones, no me coloca en otro lugar que el mío, no creo que justifiquen la inclusión en cierto "solipsismo" crítico contra el que soy combatiente reconocido, y no me mueve a retractación alguna. Me divierto haciéndolos, son homenajes a los autores y al propio hecho de la lectura en sí, y seguiré haciéndolos mientras me dé la gana. Y, de cuando en cuando, publicaré ensayos en los que aporto cosas, con las que se puede -eso sí- estar o no de acuerdo. Saludos.
Estimado Juan Antonio, bienvenido. No soy un defensor acrítico de las nuevas tecnologías, y a mi "Pangea", que acumula páginas y páginas alertando de los peligros de Internet, me remito. Pero también un perro tiene peligros, puede morder, y no por ello vamos a matar los perros. Todo admite un mal uso, lo tecnológico y lo que no lo es, aunque no estaría más recordar que para Félix Duque y José Luis Molinuevo ya no hay "naturaleza" pura, todo es tecnológico de forma estructural, en cuanto es o puede ser usado por el hombre. Si se abre una reserva natural en un bosque, es con un fin tecnológico: la preservación de las especies naturales contenidas en su interior, su control y la investigación sobre sus ciclos de vida y reproducción. Hasta la naturaleza aparentemente "pura" tiene ya su función determinada por el hombre. ¿O acaso no queremos, en el fondo, preservar el Amazonas tal y como está porque es el pulmón del planeta y su extinción nos acarrearía graves problemas de contaminación atmosférica? Dicho esto, concuerdo contigo en la diferencia entre conocimiento e información, también aludida en Pangea, y me remito, por si te interesa, a un artículo sobre la googlelización del conocimiento que aparecerá próximamente en Culturas de La Vanguardia. Cuando salga lo advertiré por aquí. Saludos y gracias por dejar tu comentario.
ResponderEliminarGracias por la pronta respuesta, con tan interesante reflexión sobre la tecnología. Estaré atento al aviso sobre el artículo que anuncias.
ResponderEliminarPor cierto, Juan Antonio, lee la cita del filósofo alemán Odo Marquard que puse precisamente ayer como "Cita del mes" correspondiente a enero. Saludos.
ResponderEliminarSobre la historia natural de la destrucción, casi ¿La memoria vendida y la construcción de una cultura del olvido? Ya se verá lo que pasa.
ResponderEliminarAfortunadamente, el hombre sabe elegir sus lecturas y organizarlas. Siempre es una pena no poder abarcar más. En Recuerdos y olvidos, Francisco Ayala lamenta no haber llegado muy lejos con el latín y el griego, porque lo considera una merma en su formación y en su trabajo posterior.
Me ha hecho pensar en algunos textos de Paul Virilio y la velocidad, en Enrique Gil Calvo escribiendo en 1991 que en el siglo XV, además de “descubrirse” América, hizo su aparición “la prisa” (y la hipotaxis de los informes de Yndias, como la ferlosiana, también).
Siempre ha habido más información que conocimiento, supongo. Un proceso cognitivo o de percepción sensorial es una elección (en la que el diseño de las herramientas-órganos es fundamental) una valoración de las informaciónes que hay a la vista. Puede que ahora seamos más conscientes, por acceso y exceso, de todo lo que no sabemos, por eso una demarcación con citas no me va a disgustar en principio. Otro asunto es lo que ya se va nombrando como “volcados” de citas y digresiones, y el improbable interés que esto textos puedan contener por sí mismos.
Es como una especie de murmullo, aceleración de partículas en una habitación llena de espejos, acuchillando cerebros mientras sueñan.
Lenguas muertas. Formatos obsoletos. RTVE grabando sobre programas antiguos los más recientes, como sucede en Family Viewing de Atom Egoyan. Faltan unos cuantos (cientos, o miles), pero entonces, faltaba la conciencia de historicidad, cabría pensar.
Sólo hay que echar un vistazo a los precios de algunos largometrajes que pasaron el filtro de 2000, Beta a VHS (algunos se quedaron por el camino), que de milagro llegaron a ser dvds (a precio de oro) que no van a transformarse en blu-rays. Seguramente no hará falta porque sí que existe, por ahora, esa compatibilidad.Pero cada rumbo crea sus inadaptados.
El Museo internacional de electrografía de Cuenca (MIDE), ¿pertenece ya a la arqueología industrial y sus derivados? Incendios ecológicos en la era de la googlelización (es dura esa palabra, Vicente).
Distintos modos de compartir la información. Antiguos socios:
Larry Sanger y Citizendium
www.citizendium.org
Entrevista con Jimmy Wales
http://portal.educ.ar/noticias/entrevistas/jimmy-wales-que-deberian-expli-1.php
El mundo sin nosotros, de Alan Weisman, donde se dice que al final, serán las señales de los canales, las comunicaciones electrónicas sobrevolando el espacio exterior, la única presencia “material” de la vida humana.
http://www.casadellibro.com/libro-el-mundo-sin-nosotros/2900001211395
Deep Storage, un libro sobre la mecánica del archivismo y su reflejo en el arte contemporáneo.
http://www.amazon.com/Deep-Storage-Collecting-Storing-Archiving/dp/3791319205
Impíos deseos al empezar el año, 3 de diciembre de 2008
http://www.arcadiespada.es/
Stephen Wiltshire, donde se vuelve a comprobar que la información no es todo, se trata de la transformación de los datos.
http://www.stephenwiltshire.co.uk/
Un saludo.
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c.m.
De acuerdo con la cita, Vicente. Tal vez he dado una imagen que no es la que deseaba: en absoluto soy contrario a las nuevas tecnologías, todo lo contrario. Es más, tengo web propia (desde hace años), varios blogs (personales y de trabajo), he creado dos redes sociales (una con mis alumnos; otra con profesionales de la enseñanza para la animación lectora)... En definitiva, sé cuántas ventajas nos ofrecen. Y, precisamente porque trabajo a diario con ellas (y con los alumnos que a ellas acceden) conozco también sus riesgos. Optar por las nuevas tecnologías no debe llevarnos (en mi modesto puto de vista) a desdeñar otros métodos que se han demostrado eficaces. Por supuesto, no concibo la vida (mi vida) hoy sin ordenadores. Un nuevo saludo.
ResponderEliminarCuidado. Mi crítica no va en la línea de García Martín al hilo de ‘Singularidades’, pero ese modo de citar “lecturas no personales” que traes a colación no es ninguna boutade: Pierre Bayard ya pone en práctica este sistema en ‘Cómo hablar de los libros...’, precisamente porque es consciente de que bajo la estética de la hipercita hay un insoslayable sustrato de sociología de la literatura: «Esa sacralización apunta de manera privilegiada hacia cierto número de textos canónicos —la lista varía en función del entorno— que está prácticamente vedado no haber leído». Muy importante su acotación sobre el contexto en donde nos movamos. En una nota a pie de mi relato “Pleonasmo Chief” bromeo con esta idea: «Cuando uno ya ha entrado de lleno en lo que posteriormente procederemos a llamar «maquiavelismo intelectual» (véase “Leerlo todo, o morir en el intento”), un recurso habitual a fin de saber sugerir que se leído todo en materia de monografías o ficción es la búsqueda de la cita ilustrativa a cuál más extravagante fuente (verbigracia, mientras Cervantes es un autor previsible, Nordström & Ridderstrale no). Otro truco aún más agudo consiste en citar algún tipo de publicación periódica poco frecuente —pongamos por caso, Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania) o Asahi Shimbun (Japón)—, dado que a nivel inconsciente el gesto es interpretado por el lector como si el autor desempeñase un seguimiento regular de semejantes medios, aparte —se entiende— de otros mucho más conocidos por el común de los lectores.» Cualquiera que siga de cerca la dinámica intelectual de la época sabe lo obsceno de negar estas pequeñas y simpáticas coacciones, y en este sentido soy consciente de tu interés por ensamblar literatura y sociología, tal como anuncias en ‘La luz nueva’. Propósito particular para 2009: resucitar a Robert Escarpit.
ResponderEliminarDe vueltas con las relaciones intertextuales, recuerdo un pequeñísimo detalle que me llamó mucho la atención mientras reseñaba ‘Pasadizos’ (texto que reseñé positivamente, como recordarás). Dice el extracto sobre Peter Weiss: «El hecho de acudir —como Arthur Miller o Wolfgang Hildesheimer— al proceso de Nüremberg para obtener información candente sobre uno de los máximos ejemplos existentes de atentados contra la Humanidad pospuso, ya para siempre, su desenfrenado empeño»: Preguntarse por la significación de esa tímida acotación entre rayas: ¿qué nos está queriendo decir el autor? Solución: nada. Se trata de organizar sus propios accesos de bibliofilia. Lo mismo con las bibliomaquias. Otra vez: la memoria como productora de sinapsis aberrantes de cara al receptor —pero no respecto a uno mismo— (en uno de mis últimos post ironizo con ello a partir de un ejercicio de interdiscursividad basura): «la memoria por sí sola no significa nada». Lo mejor de todo es que, casual y paradójicamente, la misma página de ‘Pasadizos’ (p. 21) contiene una inmolación en toda regla contra la propia metodología del libro: «El propio Calvino, al evaluar los sistemas de escritura en red que se proponen cubrir progresivamente toda la realidad (Gadda, Musil) ya advierte que, necesariamente, están destinados a quedar incompletos.» A su vez, esto me lleva a discutir muy seriamente esa supuesta consustancialidad de las redes inter-textuales/discursivas a la crítica: ¿qué sentido tienen —cabría preguntarse— después del canon?
Tiene gracia. Hace poco, un post en el blog literario de la edición americana de Esquire firmado por la periodista Nicole Tourtelot (presentaciones como estas dan cuenta de mi participación en esa misma estética de la hipercita que critico, como el heroico gesto de practicarse un harakiri en medio de 'Singularidades' que justifica el libro) resolvía —aunque con un transfondo que sospecho muy salpimentado por intereses de distinta índole en la publicación— algunos de los desafíos propuestos a las nuevas hornadas de periodistas culturales, a saber, a) Frente al “pasadizo” como desorientación en el lector, la identificación de la obra con su lector virtual o implícito; y b) Análisis de los elementos paratextuales, habida cuenta del aparataje publicitario con que las editoriales están promocionando sus productos (compárense las ediciones de los libros de Bolaño en Anagrama y en Farrar, Strauss & Giroux). Incluso podríamos hablar de una hipotética c) Asunción de un lenguaje integrado en el espectáculo, que responda al verdadero reto pop - que suene como una pelota de baloncesto entrando directamente al aro, apenas sin tocarlo (¡!¡!¡!). O como Bourdieu diría en ‘La distinción’: «Nada enfrenta más radicalmente a los espectadores populares —desde el teatro de marionetas al partido de fútbol, pasando por el catch o el circo, o incluso en el cine de barrio de antaño—, con los espectadores burgueses que la forma de participación del público: constante, manifiesta (gritos, pitidos), directa a veces (se baja al terreno de juego), en un caso, es en el otro discontinua, distante, altamente ritualizada, con los aplausos, y hasta los gritos de entusiasmo obligados, al terminar, o incluso perfectamente silenciosa (como en los conciertos que tienen lugar en las iglesias)» Pero esto ya sí es otra historia.
Saludos,
Hola a todos. Se acaban las fiestas - parece-.
ResponderEliminarMi modesta opinión sobre la crítica:
La crítica no debe pronunciarse nunca. Debe aportar todas las luces de que disponga - eso sí- en forma de referencias - o si se prefiere hipertextos, que viene a ser lo mismo - pero limitarse a dotar del conocimiento necesario de que dispone- que para eso es crítica- para que cada cual extraiga sus conclusiones. Las recomendaciones son - o deberían ser- otra cosa.
Y perdón por tanto inciso.
Ibrahím, respecto a lo de la crítica sobre lecturas que no se han hecho, os deseo suerte a Bayard y a ti. Como decía el filósofo neozelandés Hasgsidonee Kokidknentenbnbbbbeeñlo, en su libro "Dinástica desesperada de trasnacionalismos turgentes", página 56.600, "no es bueno aparentar que se sabe de aquello que en realidad no se conoce".
ResponderEliminarRespecto a lo demás, respeto tu opinión pero no la comparto. Tu forma de hilar pequeñas frases mías como si fueran un resumen de mi pensamiento completo (o incluso del pensamiento de un libro, o incluso del pensamiento del ensayo concreto en que están incluidas) me devuelve a primera respuesta a tu primer comentario: es una lectura metonímica, difractada, injusta.
No pasa nada. Estoy acostumbrado. El otro día un periodista me despachó como posmoderno, después de llevar varios años trabajando en espacios prácticos, críticos o teóricos más allá de esa etiqueta. Supongo que, como diría un banquero, esto es lo que hay. Te agradezco en todo caso tu voluntad dialogante y tu sinceridad. Saludos.
Y sobre la credibilidad de las fuentes citadas... bueno, démosle un margen de confianza al lector, ¿no?
ResponderEliminarHola a todos,
ResponderEliminarMe interesa profundizar en el criterio elitista/democrático que aparece en el post de Vicente. y me interesa profundizar en ese binomio desde una perspectiva sociológica, en concreto, la de las consecuencias sociales.
En relación con el almacenamiento de la información, Vicente resalta el gran cambio que ha supuesto pasar de un criterio elitista (en épocas anteriores eran las élites de funcionarios que decidían que se guardaba) a un criterio más democrático (extendido a más grupos sociales). EStoy de acuerdo que es un cambio positivo.
Cualquier persona puede almacenar información pero que esta información sea correcta es otra cosa. Esto enlazaría con la capacidad de discriminación y lo que decía Juan Antonio de no perder el sentido crítico con las nuevas tecnologías y sus consecuencias sociales. Me ha parecido acertado la distinción entre información y conocimiento. Como muy bien dice se puede tener toda la información pero no saber cómo buscar. Es aquí donde engarzo mi comentario con las consecuencias sociales negativas. Hace unas semanas la técnica responsable de política socioeducativa de un municipio grande de Madrid me comentaba que a un concurso para la adjudicación de un proyecto de desarrollo comunitario una de las entidades que se presentó en el documento-proyecto decían,entre otras cosas, que García Márquez hablaba colombiano. Cuando ella les preguntó por la fuente de información para documentar su trabajo la respuesta fue Google. Había buscado información pero no sabían discriminarla.
Si yo pretendo estudiar esas consecuencias sociales negativas deberé dividir entre una serie de variables sociodemográficas: edad, sexo, nivel de estudios, clase social. Me basaré para este comentario sólo en nivel de estudios. Para los intelectuales o personas con un nivel de estudios elevado (¿mayoría de los que visitan este blog?) apenas habrá consecuencias negativas (por lo demás, como ocurre con todos lo cambios sociales). Vicente ha apuntado todas las ventajes (me he reído bastante con tu pasado de opositor y tus sueños con el código civil). Pero si me baso en grupos con un nivel de estudios más bajo, o con estudios pero sin inclinación intelectual, las consecuencias pueden ser nefastas (lo que decía Juan Antonio mucha información pero nada de conocimiento).
Para mí, una de las principales consecuencias será que se dispare la desigualdad social y, en concreto, en un ámbito de sociología de la educación que aunque disminuya el número de personas analfabetas aumente el número de analfabetos funcionales (persona incapaz de utilizar la lectura y escritura para hacer frente a las demandas de su contexto social y usar esas habilidades para continuar aprendiendo y desarrollándose a lo largo de la vida).
Porque estoy de acuerdo con que cada rumbo crea sus inadaptados pero yo no quisiera que su número fuera muy elevado.
Coincido con Juan Antonio el optar por las nuevas tecnologías no debe llevarnos a desdeñar otros métodos que se han demostrado eficaces.
Para todos aquellos que os interesen las consecuencias de las nuevas tecnologías de la información en un grupo específico, los adolescentes, os recomiendo el informe de dos sociólgos españoles:
"La adolescencia, sus vulnerabilidades y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación". Víctor Pérez Díaz y Juan Carlos Rodríguez. Fundación Vodafone España 2008.
Un saludo y feliz año.
Conocía otros estudios de la Fundación Vodafone, pero no ese. Lo localizaré. Gracias por tu opinión, Ana, coincidimos en casi todo.
ResponderEliminarOjalá yo hablase colombiano también.
Vicente,
ResponderEliminarSe encuentra disponible en la pg web del gabinete sociológico de Víctor Pérez Díaz
http://www.asp-research.com
A mí también me gustaría hablar colombiano como García Márquez.
Saludos,
Gracias, Ana. Un saludo.
ResponderEliminarEs que la auténtica fractura social es esa, no la brecha digital. Información y conocimiento no son sinónimos en absoluto. Es mucho más fácil y cómodo proporcionar información que conocimiento.
ResponderEliminarLos niños y adolescentes están en proceso de aprendizaje. Si nadie les enseña esa distinción no la aprenderán nunca. No viene de fábrica en nuestro código genético.
No se entiende que los programas de estudios de bachillerato - que es lo que yo conozco - en una asignatura como filosofía den la vuelta al mundo del pensamiento en un curso - Aristóteles, Descartes, Hume, Sartre y el profesor más motivado puede que hasta les hable de Foucault- pero no vean un silogismo, no sepan qué es una premisa, y una falacia argumental les suene a obsceno. O que en lengua les exijan un nivel de análisis sintáctico y de transcripción fonética dignos de estudios filológicos, pero no sepan ni por dónde empezar cuando deben enfrentarse a un texto argumentativo.
La pelota creo que está en la terraza de los docentes.
Un poco sí, la verdad, pero más que en la terraza de los docentes, está en aquellos que definen los planes de estudio. Los ejecutores son los docentes, da igual su motivación (mucho mejor si la tienen, por supuesto) Uno de los problemas más graves es cuándo se empieza ese cambio, y con qué tipo de negociaciones.Porque eso sí es fragmentación, comparado con el resto. Os sigo leyendo.
ResponderEliminar--
c.m.
No me eximo de mi responsabilidad, Carlos. Hago lo que puedo, de verdad. Pero nosotros somos el único vínculo con la administración, y a veces da mucha pereza meterse en berenjenales.
ResponderEliminarMe parece que tienes razón, Logiciel. Pero es una lástima de todos modos. No se está pidiendo ni exigiendo responsabilidad. El berenjenal es muy, muy grande. Y no correspondería, en principio, sólo a una parte encargarse del asunto, para nada. Es diferente, porque los docentes son como los operarios que instalan o se llevan los aparatos de tv de pago o internet: la única persona física que un cliente ve, la única "presencia real", por así decirlo.
ResponderEliminarConozco algo más el ámbito universitario, y es otra clase de desastre, diferente al de secundaria pero primo hermano de esta. Aún así, es muy pronto para comprobar del todo lo que ya está pasando. De momento, no hay más que ver la prensa digital; la prisa no basta para explicar algunos errores graves, no ya dentro de artículos de cierta extensión, sino en titulares. Es verdad: que tire la piedra quien esté libre de culpa, pero no deja de ser extraño; al fin y al cabo, ¿no se trata de aprender, en lugar de acumular? En esas estamos. Un saludo.
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c.m.
Para mí el tema de la educación es el problema más acuciante que tiene en estos momentos España y es un tema que está fuertemente ideologizado cuando en estos tiempos convulsos que vivimos yo creo que lo que se necesitan son ideas.
ResponderEliminarVoy a enumerar algunas ideas de un reconocido experto en "Sociología de la Educación" con el que coincido en muchos de sus análisis, Julio Carabaña.
* "Escuela Comprensiva y diversidad" Revista de Libros, nº 38, 2000:
(...) derechas e izquierdas, carcas y progres, disfracen de principios sus intereses y sus prejuicios y los defiendan con esa inexpugnable mala fe intelectual que se nutre de la convicción de la bondad moral de una causa".
* "Aprender a aprender" Revista de Libros nº 15, 1998:
"... El Informe PISA deja claro lo mismo que ya quedó patente en el Informe Coleman en 1966. Alcanzado un cierto nivel, no cabe esperar progresos educativos de medidas como incrementar los recursos, imponer tal modelo organizativo (por ejemplo, comprensividad o itinerarios) o formar al profesorado en tal modelo didáctico (por ejemplo, enseñanza activa o disciplinada). Hay algunas políticas que son claras, baratas y eficaces, como construir escuelas y pagar a los maestros. Pero en los países ricos hace mucho que están todas aplicadas. Las que quedan son caras y/o de eficacia dudosa. Hace sólo unas semanas la Fundación Santillana invitó a ingleses, suecos y finlandeses para que explicaran la clave de su éxito. El inglés dijo que el suyo se debía a la centralización, el sueco atribuyó el suyo a la descentralización y el finlandés habló de tener contentos a los profesores sin pagarles mucho. Son las mismas cosas que se hacen o se intentan en todas partes. La cuestión de por qué funciona la descentralización en Suecia y no en Argentina quedó sin responder. Todo apunta a que los sistemas, si funcionan, tienen resultados similares aunque sean diversos. PISA muestra que ni siquiera el gasto tiene influencia sobre los resultados, así que no digamos una hora de educación para la ciudadanía sobre los hábitos cívicos.Ante esta evidencia, lo que los expertos en educación deberían hacer es reconocer que sus disputas han sido vanas y dejar de hacer a los políticos recomendaciones irresponsables y temerarias. Deberían callarse hasta encontrar algo que puedan decir con fundamento. Los políticos, por su parte, deberían dejar de imponer mediante leyes las ideas de los expertos, abandonar la ilusión demagógica de que tienen fórmulas para que se aprenda sin esfuerzo y dedicarse a organizar el uso eficiente de los recursos, fomentando el trabajo eficaz de alumnos y profesores. Además de aburrirme, este ir y venir de leyes de educación sobre enseñanza a veces también me irrita. Y es que, con el pretexto de la enseñanza, para lo que sirven es para escenificar ante el público el conflicto entre partidos. Como acabo de argumentar, no son realmente leyes instrumentales, que ordenen los medios para alcanzar un fin; tienen ante todo funciones expresivas. Se cambian para hacer patente que el poder ha cambiado de manos; para que quede claro que gobernamos otros; para llamar a rebato a las respectivas huestes. Esto tiene que ver un tanto con la pérdida de competencias de nuestro gobierno nacional, por arriba hacia Europa y por debajo hacia las comunidades. Las grandes cuestiones de economía, política exterior o defensa se deciden en Europa y están fuera de debate. Las cuestiones menores de planes urbanísticos o enseñanza se deciden en cada comunidad autónoma. Impedidos de hacer política, los gobiernos centrales se ven reducidos a hacer leyes. No hacen falta, pero hay que entretener a la parroquia.
* "¿Una educación sin autoridad ni sanción" REvista de Libros nº 102, 103-104, 2005:
"(...) en torno a la polarización ideológica sobre el papel del esfuerzo y la disciplina en la escuela (unos achacan la crisis a la falta de esfuerzo de los alumnos y de autoridad de los maestros, otros a las carencias de las escuelas y de los profesores.
"La pedagogía moderna y la escuela nueva demostraron que no hacía falta coacción externa si se enseñanba jugando. La invención se convirtió en exigencia. Los castigos físicos pasaron de ser la norma a la excepción, y de estar mal vistos a prohibirse formalmente. Al tiempo, la exigencia de esfuerzo a los alumnos (deberes para casa, por ejemplo) se puso en cuestión en pro de la motivación lúdica. El ideal de un aprendizaje divertido se extendió luego de la escuela infantil a la primaria, y al ampliarse la escolarización obligatoria,llegó hasta los dieciséis y los dieciocho años. Es en la secundaria donde la disputa se agria"
Personalmente, creo que no hay que ser dogmática, es decir, hay que ponerse al día, por ejemplo en el tema de las nuevas tecnologías pero no ser tan dogmático como los de la Escuela Nueva que denigran cualquier esfuerzo memorístico en cualquier materia y con cualquier contenido. Me gustó mucho una carta en el País Semanal de hace unos meses en relación con esta polarización de los métodos de enseñanza:
""Yo fui educada en una escuela pública, donde mis padres, que eran maestros, y otros de sus colegas implantaron un sistema educativo de experimentación y búsqueda por parte de los alumnos. En las asignaturas de letras no había exámenes. Los alumnos debíamos documentarnos para explicar a los demás los temas. Eso hizo de mí una persona curiosa, aprendí a "buscarme la vida".
Por contra, y con un sistema parecido durante el bachillerato, llegué a la Escuela Superior de Arquitectura de Valencia con altas calificacioens en el bachillerato y me encontré con la realidad de asignaturas que debía estudiar a base de codos. Ahí me di cuenta de que, pese a toda la experiencia que había adquirido como persona, no tenía hábito de estudio.
Por esto estoy de acuerdo con las técnicas de aprendizaje "alternativas", pero sin descuidar el aprendizaje tradicional".
Siento que me haya salido una respuesta tan larga. Vicente, no pretendo tener un blog dentro del tuyo.
Saludos,
No te preocupes, Ana, no eres la única que hace comentarios largos, y además esta discusión -en la que no puedo intervenir por falta de formación- me parece interesantísima. Lo que tengo que darte es las gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarPor cierto, que eso de la enseñanza puramente lúdica y el combate a la memorización me parece un atraso, la verdad. No todo tiene por qué ser divertido en la vida, y con este tipo de actitudes educativas se estimula la ya de por sí extendida visión hedonista y superficial del mundo que convierte a los chicos en borregos pasotas y únicamente preocupados de su próximo objeto de consumo y/o disfrute. Saludos.
ResponderEliminarVeo que el debate se centra ahora en cuestiones educativas y ahí algo puedo aportar, como profesor de secudaria desde hace ya casi veinte años.
ResponderEliminarCoincido bastante con las palabras de Julio Carabaña citadas por Ana, en especial con que los políticos deberían dejar de lado falsos debates ideológicos, fuertemente demagógicos, en cuestiones educativas.
Hemos pasado de una enseñanza memorística y rígida a otra lúdica y comprensiva. Y así, hemos descuidado cuestiones fundamentales. La memoria es una facultad mental que hay que cuidar como cualquier otra, y no debe desaparecer del sistema (ya en la Institución Libre de Enseñanza se abolió la memoria, menos para aprender textos poéticos, desde las más tempranas: es mejor aprender poesía que listas de reyes godos, eso es cierto).
Por otra parte, la enseñanza no tiene por qué ser divertida. Es más, yo diría que si se entiende como un juego, pierde gran parte de su valor. Divertido es ir al cine, marcharse de juerga con los amigos o, en estas edades, jugar a la play. Estudiar, no. Pero es que en la vida no todo es diversión. También hay que enseñar el esfuerzo y la disciplina. Ningún atleta, por ejemplo, consigue mejorar sus marcas y destacar si no se disciplina en los entrenamientos. O ningún bailarín baila excepcionalmente sin la disciplina de la barra. Los alumnos finlandeses, tan bien parados en los informes PISA, no consideran el instituto como algo divertido, sino como una obligación.
No estoy de acuerdo con Carabaña en que hay medios suficientes. Mejorar la educación conlleva invertir más y mejor y con coherencia (por ejemplo, en Andalucía se ha dotado de ordenadores a cientos de alumnos antes de que el profesorado aprenda a utilizarlos de forma didáctica. Ya comienzan a dar marcha atrás: dinero tirado). Hay que bajar las ratios de alumnos, aumentar el profesorado de apoyo y ofrecer alternativas desde, al menos, los catorce años: no todos pueden ser licenciados, ni hay sociedad que lo soporte.
Por otra parte, la sociedad en su conjunto debe implicarse más y darle valor a la educación, y eso no se da en la proporción necesaria. Los medios de comunicación, otro tanto de lo mismo. El ideal de un alumno medio de secundaria hoy en día es triunfar en Gran Hermano o en Fama, a bailar. Y se preparan para eso (es decir, no se preparan para nada).
Y también hay que mejorar los currículos o planes de estudio. Aquí se ha dicho que los alumnos aprenden a analizar oraciones en la asignatura de Lengua y no se les enseña a escribir. Yo me pregunto si a algunos de los que aquí escriben les pasó algo distinto: todos hemso recibido clases de gramática y parace que, además, hemos aprendido a escribir, independientemente de que la escuela haya hecho más o menos en este sentido. Pero el problema es que se pretende que en la asignatura de Lengua y literatura, con sólo cuatro (o tres, dependiendo de las comunidades y cursos) horas a la semana enseñemos al alumnado a leer, a escribir, a hablar, a escuchar (en todo tipo de situaciones), a disfrutar de la lectura, a conocer nuestra lengua (desde su fonética a la sintaxis compleja), nuestra literatura (autores, obras). Además, hay que enseñarles a ser buenas personas, ciudadanos perfectos. Ahí se acuña ese término tan absurdo de la "Educación en valores" (absurdo porque basta con hablar de "educación", a secas: ¿o es que existe una educación que no lo sea en valores?).
En la escuela sobran algunas asignaturas y otras aparecen francamente perjudicadas. Con treinta (o más) alumnos por clase, tales temarios y tan escasos medios, no nos podemos extrañar de los resultados.
Podría extenderme hasta el infinito, pero creo que ya me he excedido bastante. Perdón por la parrafada.
Juan Antonio, lo realmente difícil es enseñar a pensar.
ResponderEliminarSaludos
Por supuesto que sí, logicel. Y del sistema educativo -afortunadamente- salen siempre muy buenos alumnos que han aprendido a pensar, a pesar de todos los pesares. Antes y ahora. Basta con mirar la lista de comentaristas de esta entrada, sin ir más lejos.
ResponderEliminarEn esta entrevista
ResponderEliminarhttp://www.barcelonaradical.net/informacion.php?iinfo=10682
cuando hablan sobre la educación:
"Entremos en educación. ¿El sempiterno fracaso escolar es una herencia del mayo del 68?
SAVATER: El mundo, hace 40 años, reaccionó contra una serie de prácticas educativas que eran represivas. Luego, por el contrario, hubo abusos. La culpa del fracaso escolar es de la pedagogía, de los experimentadores.
RUBERT: Cuando yo era pequeño, mi padre y Jordi Maragall, que habían sido formados en las escuelas nuevas, ya ironizaban sobre la teoría de que hay que defender “el libre desarrollo del propio yo”. En cambio, lo que me escandalizó en Estados Unidos es que les dan valores como si fueran hechos. La Iglesia, al menos, habla desde el dogma.
SAVATER: Hay que educar en valores, es evidente. Y la idea de que se puede estudiar sin esfuerzo es nociva. Nadie aprende jugando. A los niños no hay que enseñarles a jugar. No conozco a ningún niño que no sepa jugar, no saben geografía, pero jugar saben todos.
"
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c.m.
Pero también se puede regresar al olvido y a la memoria digitales. De alguna manera la hipercompresión de los datos y la velocidad de salida de todos ellos no producen ese cambio o mejora que se podría haber esperado. Eso es evidente, en muchas ocasiones, lo que se ve gracias a la tecnología, es la posibilidad de equivocarse con mayor rapidez y mayor intensidad. Por suerte, no es lo que suele ocurrir:
ResponderEliminar"Vi isótopos introducidos en sus pulmones /tratando de detener la propagación del cáncer/
Y esto me hizo pensar en Leda y el cisne/y en el oro que se obtiene a partir del plomo/El mismo poder que arrasó Hiroshima
que produjo bebés con tres piernas/y muerte /educido al tamaño de una moneda
para ayudarle a recuperar su aliento "
Power and Glory by Lou Reed
I was visited by The Power and The Glory
I was visited by a majestic hymn
Great bolts of lightning
lightning up the sky
Electricity flowing through my veins
I was captured by a larger moment
I was seized by divinity's hot breath
Gorged like a lion on experience
Powerful from life
I wanted all of it -
Not some of it
I saw a man turn into a bird
I saw a bird turn into a tiger
I saw a man hang from a cliff by the tips of his toes
in the jungles of the Amazon
I saw a man put a red hot needle through his eye
turn into a crow and fly through the trees
swallows hot coals and breathe out flames
and I wanted this to happen to me
We saw the moon vanish into his pocket
We saw the stars disappear from sight
We saw him walk across water into the sun
while bathed in eternal light
We spewed out questions waiting for answers
creating legends, religions and myths
Books, stories, movies and plays
all trying to explain this
I saw a great man turn into a little child
The cancer reduced him to dust
His voice growing weak as he fought for his life
with a bravery few men know
I saw isotopes introduced into his lungs
trying to stop the cancerous spread
And it made me think of Leda and The Swan
and gold being made from lead
The same power that burned Hiroshima
causing three legged babies and death
Shrunk to the size of a nickel
to help him regain his breath
And I was struck by The Power and The Glory
I was visited by a majestic Him
Great bolts of lightning lighting up the sky
as the radiation flowed through him
He wanted all of it
Not some of it
Un saludo y hasta otra.
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c.m.
El carácter lúdico tiene que ver con un principio fundamental en la Pedagogía que es el de "la motivación". Es como el principio en Economía del hombre como actor racional.
ResponderEliminarA mí me da la impresión que tiene que ver con una posición dogmática, muy ideologizada. Yo, personalmente respeto mucho a la Pedagogía como práctica educativa pero para mí no es una disciplina científica. Te puedes encontrar en artículo pedagógicos grandes afirmaciones y cuando vas a ver la metodología para ver si es representativo (si se ha utilizado una metodología cuantitativa) de una población escolar determinada o más bien es un estudio de caso (metodología cualitativa) pues te encuentras que sobre la experiencia de una escuela particular se generaliza a lo mejor para toda una Comunidad Autónoma sin haberlo justificado suficiente como estudio de caso. Cuando en Sociología la metodología es muy, muy importante tanto en investigaciones cuantitativas como en cualitativas.
Yo creo que la mayoría de los Pedagogos y me atrevería a decir de las Facultades de Educación de España son constructivistas, corriente impulsada por el psicólogo Vygotsky que distinguía:
NIVEL DE DESARROLLO REAL: todas las actividades que uno puede hacer de forma independiente, sin necesitar la ayuda de nadie.
NIVEL DE DESARROLLO POTENCIAL: aquellas cosas que se pueden hacer con la ayuda de un tercero y que son potenciales, ya que previsiblemente uno va a poder realizarla sólo más adelante.
ZONA DE DESARROLLO PRÓXIMO: zona de interacción entre los dos niveles anteriores. Aquí es donde se facilitan las ayudas para pasar de un nivel a otro.
Los constructivistas puros: no darán apuntes, no tendrán libros de texto, despreciarán la memoria,no harán exámenes, no harán recuperaciones e intervendrán como profesores lo menos posible.
Era en ese contexto donde la chica estudiante de Arquitectura escribía la carta que puse en mi anterior comentario.
Como vuelvo a repetir a mi lo que me parece mal es el dogmatismo. Hay ideas del constructivismo que a mi me parecen bastante bien pero de ahí a convertirlo en un dogma de fe y en convertir en herejes a los que hacen exámenes va un largo trecho.
Estoy en casi todo de acuerdo con lo que ha dicho Juan Antonio. Lo de que Julio Carabaña dice que hay medios suficientes tengo que precisar que he citado de un artículo largo. Cuando hace ese comentario lo hace basándose en datos comparados con otros países de nuestro entorno (lo que Juan Antonio dice de Andalucía de gastar "mejor y con más coherencia") y basándose en un análisis de evaluación de resultados de las políticas sociales (ausente en nuestro país y que se realiza en países como Finlandia y Suecia) En la evaluación de políticas sociales dos conceptos fundamentales son el de eficacia y eficiencia. El primero me responde a si he conseguido el resultado que buscaba con mi política. El segundo me indica si con menos dinero hubiese obtenido el mismo resultado. Gastar más porque sí no tiene sentido si no se ha realizado previamente una evaluación de resultados.
Por poner un ejemplo, en los años 90 en Suecia hicieron un diseño de política familiar avanzado y evaluaron después de unos años en funcionamiento y se dieron cuenta que no conseguían el objetivo que perseguían (implicar más a los padres en el cuidado de los hijos). ¿Cómo lo resolvieron? ¿Gastando más dinero? Pues no, gastaron el mismo dinero e introdujeron un cambio en el diseño de la prestación de baja parental. Adjudicaron un tiempo exclusivo para el padre (si no lo cogía se perdía). Este simple cambio sin aumentar la dotación consiguió cambiar el resultado.
Saludos,
¡Vaya pensadores que has escogido, Carlos!
ResponderEliminarhttp://es.youtube.com/watch?v=KROruSpKHjg
Buen fin de semana
Tenía la lectura muy reciente, y por eso la he recordado.La entrevista no es gran cosa, pero en eso, sin que haya de servir de precedente ¿porqué no estar de acuerdo con la parte del (mínimo, lo que quieras) esfuerzo?
ResponderEliminarPor otro lado, estoy seguro que estudiar para unos exámenes, unas oposiciones, los apruebes o no, pueden darte, además de raros sueños, una elasticidad acumulativa muy grande, que bien dirigida -datos/conocimiento- pueden lograr algo mejor que sin esa práctica.
Me interesa eso de jugar (¿sin haber aprendido?), que se comenta, y por la generalidad que supone. Hay unos cuantos puntos oscuros, como siempre si empezamos a cavar. Algo que se ve muy bien en reuniones de niños de diferentes países es cómo acoplan el juego y sus reglas por el bien del juego: seguir, continuar jugando, y es un gesto de colaboración, puede que interesada, pero colaboración al fin y al cabo, muy apropiado entre tanta trifulca.
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c.m.
Por supuesto que todo, hasta lo aparentemente más innato, requiere esfuerzo - el juego lo requiere si se pretende que todos jueguen - y el estudio por descontado. Pero no acabo de estar de acuerdo en que el planteamiento educativo actual sea 'lúdico', y mucho menos que se deba educar en dogmas incontestables.
ResponderEliminarUn ejemplo: lectura obligada de 1º de ESO 'Sin noticias de Gurb'. Lectura aparentemente lúdica, pero ¿sabe un niño de 12 años quién es Marta Sánchez?
¿...o por qué algunos profesores prohiben consultar la red - para que no se copien del 'rincón del vago' - en lugar de fomentar la manipulación de información e incitarles a contrastarla para que lleguen a elaborar sus propias ideas y animarles a desarrollar un criterio propio?
ResponderEliminarEstoy recordando ahora mismo aquel anuncio, no sé si de Adidas o Nike (¿es un buen anuncio si no se recuerda la marca?)que decía algo así como "la potencia sin control no sirve de nada".
ResponderEliminarNo sé cuál es la parte lúdica de los estudios, los porcentajes previstos de felicidad o realización personal, o el lastre que para un alumno supone la "pérdida de tiempo" que significa hacer codos. Puede que uno de los problemas sea no ver más allá, o no valorar cuál es el paisaje que viene a continuación.
La crisis económica también cuenta, al cuestionar radicalmente el beneficio de una inversión de tiempo (estudio)en un futuro oscuro (precariedad laboral máxima, como poco)Pero, con todo, el aprendizaje contiene ensayo, error, memoria y olvido y zonas inestables como las que se comentan por aquí arriba.
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c.m.
"Pero no acabo de estar de acuerdo en que el planteamiento educativo actual sea 'lúdico', y mucho menos que se deba educar en dogmas incontestables."
ResponderEliminarSe trata de una sobresimplificación, y estoy de acuerdo con lo de Marta Sánchez. Si una costumbre es mala por el hecho de serla, como decía Bergamín, un método tiene sus méritos y sus puntos flacos. El planteamiento educativo actual creo que necesita más dedicación que el anterior, pero precisamente el tiempo es algo que casi ha desaparecido de la ecuación de la vida cotidiana. Y de ahí, me parece, surge la gran complejidad a la hora de pensar y aplicar soluciones. Un saludo y hasta otra.
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c.m.
¿Quizás porque "el mal es un punto de vista", como dice el senador Palpatine? Renunciar a las esquinas de la pereza y al mismo tiempo, no desarrollar otras fuentes de reflexión sí es un obstáculo. Diría que se trata de una cuestión de confianza entre docentes y alumnos, que por desgracia ha de ajustarse a un calendario que ya está hundiéndose años atrás.
ResponderEliminar(A veces tienes que explicar dadá a grupos de preuniversitarios que no han llegado a los impresionistas. A veces tienes que explicar quiénes son los pintores flamencos. Una por otra.)
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c.m.
Los temarios de todos modos seguirán sin poderse acabar. Casi mejor profundizar en los que se pueda y no intentar verlos todos a vista de pájaro.
ResponderEliminarLengua inglesa, mi especialidad. Me llegan habiendo visto el mismo temario (completito) durante dos cursos previos...
Pero mejor dejar lo de las lenguas extranjeras para otro momento.
Saludos
Hola,
ResponderEliminarCreo que no me expliqué bien. Cuando yo aludí en anteriores comentarios a la motivación lúdica, esfuerzo y autoridad como pilares de la corriente pedagógica Escuela Nueva no creo que todos sus principios sean erróneos, creo que hay que matizar esos principios en función del nivel educativo. Lo que me parece erróneo es aplicarlos cual dogma de fe independientemente del nivel educativo y de las características psicológica y sociológicas de los alumnos. Es un poco lo que defiende Julio Carabaña en uno de los artículos que cité en cometarios anteriores: en infantil hay unanimidad, no así en los otros niveles.
Intentaré explicarme mejor y para ello me basaré sólo en Educación Infantil (en nuestro país es obligatoria de 3 a 6 años). Gracias a la contribución de diferentes disciplinas: Psicología, Pedagogía, Sociología, y a la LOGSE, en la actualidad se considera esta etapa como educativa (con todo lo que ello implica de diseño de políticas educativas, recursos, etc) frente a épocas anteriores que se consideraba sólo etapa de cuidado (el preescolar de muchos de nosotros). ¿Qué implicación tiene el considerarla como etapa educativa?.
Primero, en términos de recursos humanos se opta por profesionales específicamente cualificados (maestros, Educadores Infantiles (título de grado superior de FP). Por ejemplo, una abuela puede poner todo su cariño en cuidar a su nieto, pero no está cualificada para saber que a los dos años y debido al nivel de desarrollo cognitivo del niño va a estar en su etapa de egocentrismo (no es que el niño sea egoísta porque sí, sino que todos hemos pasado por esa etapa como destacó Jean Piaget). Pero si a los cinco años el niño sigue en su etapa de egocentrismo es un fallo en su desarrollo social porque implica que no ha interiorizado bien al otro. En una escuela infantil, el personal cualificado detectará cuándo el egocentrismo es propio del nivel de desarrollo en el que se encuentra el niño o bien es fruto de un conflicto. Contrariamente a lo que piensa mucha gente en una Escuela Infantil si se aprende la autoridad (entendida ésta no como un castigo sino como una interiorización de normas y valores) y cuando surge algún problema se aplican distintas técnicas psicológicas (tiempo fuera, etc, algunas de las que salían en el programa de la niñera de Cuatro).
Segundo, se concede una importancia fundamental al juego y a la motivación lúdica como eje del aprendizaje. Pero ESTO está adaptado al período de desarrollo cognitivo en el que se encuentra el niño. Jean Piaget y su teoría cognitivista y sus cuatro estadios de desarrollo cognitivo son incontestables y la importancia del juego. Siguiendo a Piaget entre el nacimiento y los 2 años el niño se encuentra en el estadio sensoriomotor del desarrollo en este estadio los juegos serán de tipo motriz: son una necesidad para el niño. El niño cuando salta y salta no lo hace sólo por jugar sino por una necesidad pues así contribuye a su desarrollo cognitivo. Entre los 2 y los 7 años el niño se encuentra en el estadio preoperacional y aquí tendrá especial importancia el juego simbólico (por ejemplo, jugar a papás y mamás). A través de este juego el niño interioriza roles y normas sociales. En otras palabras está siendo socializado y formando parte de la sociedad en la que ha nacido. Antes de llegar al juego simbólico el niño va a practicar el juego paralelo, que es lo que se puede ver en los parques: un niño de menos de dos años que está jugando al lado de otros niños más mayores pero no está jugando con ellos. El niño está en su etapa egocéntrica, según Piaget, y no va a jugar con otros niños.
Como os decía todo esto es muy importante a nivel teórico porque ha contribuido a darle a la infancia la importancia que tiene. En épocas históricas anteriores los niños no existían como tales eran como personas mayores en miniatura, ahora ya no y eso es importante. Asimismo, los resultados han confirmado estas teorías, principalmente lso resultados son beneficiosos para la clase baja.
Se ha demostrado que el asistir a la escuela infantil tienen efectos muy positivos en términos de adquisición de capacidades lingüísticas en los niños de padres con bajo nivel educativo: tienen un vocabulario más rico, construyen frases más complejas etc.
Este tipo de metodología lúdica es la que por ejemplo, se aplica ahora para inculcar el gusto estético (la que llevan a cabo el Reina Sofía, El Prado, o el Thyssen en sus actividades para familias) y que es muy, muy diferente de la que practicaron los que pusieron en pie las Misiones Pedagógicas.
Saludos,
No es sólo temer el momento en que a uno se le funda el ordenador con años de trabajo dentro, sino que además está el hecho de que cuando uno va a una biblioteca se encuentra libros de los años 50, 60,70...los pone en la mano, lee las solapas, y algunos terminan leyéndose. Cuando todo no sea más que un archivo digital, esos libros literalmente se los tragará el archivo; aunque estén ahí.
ResponderEliminarInternet, decía alguien, es una tesis sobre el ser: el ser es información disponible y maleable. La cuestión, a mi modo de ver, es si nos vamos a volver románticos y nos vamos a dejar envolver por el mito de una relación originaria con el ser (¿Pero cual?, ¿los libros, el papiro, la piedra tallada?, ¿hasta dónde retrocedemos para encontrar el origen?) o aceptamos que es contingente. En el primer caso la digitalización es un monstruo exterior que viene a perturbar nuestra relación con los libros y con la lectura, a destruir su esencia. En el segundo es una posibilidad cuya potencia hay que desplegar. ¿No puede salvar el archivo digital al analógico? Por ejemplo, te puedes descargar todos los libros de Philip K. Dick... en algunas bibliotecas hay dos o tres o ninguno
ResponderEliminarPD: Por cierto, es un debate que recorre milenios, ¿no? recordad a Sócrates preocupado porque la escritura nos arrancara la memoria, literalmente la extrae de nuestro interior y la imprime en el exterior, ya no te hace falta recordar.
Y qué mal tuvo que sentar la imprenta a quienes detentaban el poder (la información), a los guardianes de los manuscritos. Tanta reproductibilidad técnica provocaría más de un mareo, tanta acumulación de información sin duda se vio como peligrosa e inabarcable.
Una última cosa, y ya termino: la neutralidad de la tecnología me parece cuestionable, no porque la considere intrínsecamente maligna, sino porque esa neutralidad parece querer decir que trasciende el contexto social en el que se inscribe, y creo que más bien está arraigada en la sociedad.
Un saludo
Saludos
Hum... argumento sofista, me da la impresión: "la neutralidad de la tecnología me parece cuestionable, no porque la considere intrínsecamente maligna, sino porque esa neutralidad parece querer decir que trasciende el contexto social en el que se inscribe, y creo que más bien está arraigada en la sociedad". Claro que sí. Ahora, por cero euros, responda a la pregunta:
ResponderEliminar¿De qué manera se arraiga la tecnología en la sociedad?
Posibles respuestas:
1) Positivamente
2) Negativamente
3) Neutralmente
4) Ninguna de las anteriores
Ate esa mosca por el rabo, Sr. S. Saludos y gracias por su aportación.
Se me ocurre una quinta, Vicente:
ResponderEliminar5) Consumistamente, mediante la generación externa de necesidades falsas y el desencadenamiento del deseo de pertenecer a un grupo social tecnológico. La tecnología como estatus.
Este apartado apenas afecta a Internet y sus aledaños, donde por ahora todo es gratis o barato; pero sí que se manifiesta en el mundo de los móviles, los televisores y los reproductores de audio y vídeo. La tecnología masiva es relativamente barata, está al alcance de cualquiera, es un vicio pagable por los mileuristas:
La gente cambia de movil por capricho tecnológico, más allá de la utilidad. La vida parece ancestral si no se visiona a través de una pantalla plana. Acumulamos en nuestros Ipods megas y más megas que nos llevaría varias vidas escuchar.
La tecnología es la salvación del capitalismo.
(Procurando atar rabos de moscas y otros artrópodos sin desayuno, a ver qué sale)
ResponderEliminarRecordáis a lo mejor el final de un chiste; "después de ocho intentos, la conclusión del experimento es definitiva: las arañas son sordas."
¿Y si la sociedad se tomara como tecnología? Es otra posibilidad, con lo que el rizoma (a)moral de la técnica y sus productos ya estaría vinculado a un precedente (de más amplio registro) de relaciones.
Os sigo leyendo, más tarde que voy por un café. Un saludo.
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c.m.
La literatura digital no representa un bien o un mal en sentido absoluto, pero lo que es seguro es que afectará a la literatura, igual que lo hizo el paso de la literatura oral a la tablilla, el salto a la imprenta, e incluso el "invento" del libro de bolsillo.
ResponderEliminarLa presencia física de un número limitado de libros en los estantes de las bibliotecas tiene un efecto. Tener ipso facto todos los libros de K. Dick, o de cualquier autor publicado, también.
En los estantes puedes ir viendo, descubriendo; en el archivo digital, infinito, tienes más bien que que conocer antes para encontrar. A su vez, es limitada la cantidad de información que podemos manejar individualmente.
¿Y si la preponderancia del archivo digital sirviera nada más que para exacerbar la tendencia actual (en definitiva son cosas socialmente imbrincadas): por un lado el impulso definitivo a la fragmentación y la superespecialización de los expertos, los frikis, los filólogos, profesionales, “semióticos”... jejeje...donde ya nadie se entenderá con otro...y por otro lado, una literatura simplificada de hiperconsumo mundial y global?
Todo a costa cada vez más de una literatura de lectores “medios”, de buenos lectores y gente culta, generalistas, no especialistas, que tratan de estar al día...etc.
En resumen, en vez de “buena literatura burguesa” como punto de encuentro; tendríamos más literatura para especialistas atrincherados y “semióticos”; y, por otro lado, una mayoría de lectores nada exigentes que se tragarán cualquier cosa que les salga en la pantalla del ordenador con tal de no molestarse mucho y que esté de moda.
En cierta manera todo esto ya es una realidad. ¿No hemos visto en tiempos recientes como ha surgido por ejemplo un tipo de lector (y de escritor) de formación “semiótica”, filológica, verdadero técnico de las letras (producto de las bibliotecas especializadas y de los departamentos universitarios); frente al antiguo lector apasionado o escritor de vocación, de medio burgués.
Tu 5) está dentro de la 2) que yo proponía, Juan Carlos; es una posibilidad, pero nadie está libre de pecado: tú has podido esribir ese comentario gracias a la tecnología, también. La tecnología puede ser a veces un medio del capitalismo para entrar, pero también es un medio para salir: en "Pangea" recordaba que Amartya Sen escribió en su momento que "Los antiglobales están globalizados hasta extremos notables", y una manifestante antisistema en Praga decía a una periodista del País: "es curioso que utilicemos Internet". Gracias a Internet China controla la información que reciben sus ciudadanos, y gracias a Internet los demás habitantes del mundo conocemos la censura política china. El EZLN se hizo famoso por su sabia utilización de la Red, también, y creo que son poco sospechosos de ultracapitalismo. En este tema, los matices son mucho más complejos de lo que a primera vista parecen.
ResponderEliminarLo de la sociedad como tecnología que apunta Carlos me parece muy interesante. Si es tuyo, Carlos, enhorabuena por la epifanía, da mucho juego. Si lo has leído en algún sitio, dime dónde, porque me gustaría leer más al respecto. Y si es solamente tuyo, deberías desarrollarlo.
Como crítico puntualmente semiótico, Manolo, no comparto del todo tu argumento. La "expertización" como mal viene siendo criticada de antiguo. Recuerdo un artículo de Norman Mailer: “hemos sido víctimas de esas ciencias publicitarias que se basan en la mendacidad y la manipulación (...) hemos sido burlados por expertos ‘aprietabotones’, que han conseguido convencernos de haber ganado una guerra noble y necesaria cuando, en realidad, nuestro rival no era otra cosa que un zoquete hueco, cuyos actos monstruosos comenzaban a disminuir con la vejez”; Norman Mailer, “Un desahogo para el hombre blanco”, Letra Internacional, nº 80, invierno 2003, p. 6. Los expertos son muy peligrosos, sobre todo los expertos en educación. Me contengo para no seguir por esta línea, porque iban a aparecer nombres propios y me he propuesto pasar 2009 sin una sola guerra dialéctica con nadie. Veremos cuánto me duran los propósitos.
En todo caso, yo prefiero tener los conocimientos a mano, Manolo, para luego decidir cuáles de ellos olvido. Eso no va a fragmentar el saber, que viene fragmentado desde que la modernidad lo multiplicó al fracturar el saber científico y cuestionar tanto el método como el sujeto investigador. El positivismo fue el último estertor de un tipo de conocimiento total; a partir de ahí, y gracias sobre todo a Einstein, ya es imposible la teoría de la gran unificación, eso que llevan buscando Penrose y Hawking toda la vida, y que nunca encontrarán, porque -por fortuna- ni el mundo es único ni lo somos nosotros, seres incompletos, atómicos, fragmentados, productores de una información que no es más que el espejo roto en que nos reconocemos.
"Las tecnologías no son socialmente neutrales. Cada cambio tecnológico asociado con programas y objetivos establecidos por grupos reducidos aporta beneficios a unos y perjuicios a otros (...) Cuando se produce un cambio tecnológico es porque ha sido potenciado para resolver el problema de un grupo, y los intereses y valores de ese grupo están siempre implicados en el cambio" (Esteban Medina, "El cambio tecnológico", p. 30)
ResponderEliminar"La relación del ser-con así desvelada a través de compromisos técnicos es entonces para Heidegger de un carácter principalmente social; se refiere al carácter social del mundo que sale a la luz a través de la práctica técnica(...) Las ligaduras técnicas no son sólo técnicas, sino que tienen una inmediata e íntima dimensión social" (Carl Mitcham, "Tres formas de ser-con la tecnología")
"El actual modelo tecnológico-industrial depende de una continua expansión de la demanda, y requiere espacios económicos cada vez mayores, potenciando formaciones geopolíticas de mayor amplitud" (Juan carlos Cádiz Deleito, "Ciclos del desarrollo tecnológico")
¿Cómo se arraiga la tecnología en la sociedad? Pues de manera muy compleja, no de forma totalmente positiva ni negativa. Desde luego no creo que permanezca neutral respecto a las relaciones de poder ni que no incorpore valores.
Me parece que eso es justo lo que acabo de decir. No hay soluciones tajantes sobre este tema, y la tecnología no es neutral, pero sí neutralizable: la tecnología impuesta por un grupo se neutraliza con la impuesta por otro; el poder de China se matiza o combate con el poder tecnológico que ésta utiliza para censura, etc., etc., etc. La tecnología usada por las multinacionales médicas para obtener beneficios incontables de las vacunas se neutraliza, en el caso de la malaria, con la tecnología utilizada por Patarroyo, que donó la patente de la vacuna a la OMS. Neutral, no sé; neutralizable, desde luego. Saludos.
ResponderEliminarNo sé si me voy por los cerros de Úbeda, espero que no. Te he oído decir en alguna conferencia, no recuerdo ahora mismo dónde, que te resultaba extraño que a gente a la que dice interesarle la cultura se preocupara por disfrutar de productos de última generación en el terreno de la medicina, la comunicación o el transporte y no tuvieran el mismo interés en servirse de tecnología de última generación en narrativa, por ejemplo. No sé si lo entiendo bien, creo que los fines a los que se debería tender en cada una de estas esferas son distintos. La tecnología se dirige a solucionar problemas meramente pragmáticos, su esencia es la eficacia y la operatividad, ¿se puede decir lo mismo de la literatura?
ResponderEliminarUn saludo
La tecnología arraiga con celeridad pero pronto, cada vez con mayor prontitud, es reducida a cachivache: ¿Terminará el libro electrónico como los vídeos beta?
ResponderEliminarDepende de la perspectiva, Oche: la tecnología puede tener como objeto la eficacia o la celeridad, o puede tener como fin "la completa cobertura de determinadas necesidades". En ese sentido, la literatura es -al menos para mí, e imagino que para ti también- una necesidad.
ResponderEliminarLos productos literarios de otra época cubren mi necesidad de "pasado", como la lectura de libros de historia o las películas en blanco y negro. Pero cuando necesito saber, a través de la literatura, cómo va el mundo, cómo piensa la gente actual, cómo se determinan hoy en día las relaciones de producción, cómo se establecen las diferencias de género, cómo se catalizan los controles (institucionales y/o económicos) sobre la ciudadanía, cómo se desarrolla la sentimentalidad y la economía de lo afectivo, los productos "actuales" construidos según leyes antiguas se me caen de las manos, se deshacen en su insostenible estructura, chirrían por el roce continuo entre su decimonónico armatoste y la realidad proteica y fragmentaria que quieren aprehender; invitan a desarrollar personajes cartesianos y sólidos que ya no existen en nuestra contemporaneidad; plantean la vida como el puntual desenlace de hechos presentados en una trama lineal; atienden a categorías espacio-temporales devastadas por la ciencia, y a categorías psicológicas demolidas por la psicología social, la psicopatología y el psicoanálisis; y, last but not least, se empeñan en dar respiración artificial a una forma literaria que es un cuerpo en estado vegetativo desde hace décadas.
Sí, Oche, necesito tecnología punta en las novelas. Debo sentir que son de mi época, que nos entienden tal y como somos, y que no nos miran desde otro tiempo.
Qué disparates hay leer aquí...
ResponderEliminarCreo que lo he entendido. Al fin y al cabo se trataría de un problema de mediación. De lo que no estoy seguro es de que los productos culturales de otras épocas sólo cubran una necesidad de "pasado". Pueden ser también eficaces ahora, para cubrir la necesidad que tengo de entenderme hoy, del mismo modo que mi bici es en ocasiones, para ir de un sitio a otro por Córdoba, sin ir más lejos, más eficaz que el coche más puntero.
ResponderEliminarUn saludo contra el frío.
Necesidad de pasado es precisamente esa, Oche, saber de "dónde viene" lo que somos, dar contexto a la genealogía de saberes, como dijo el francés. Pero cualquier acercamiento sólo puede hacerse desde "el" pasado, o desde el presente hacia el pasado; pero acercarse al tiempo de hoy desde estructuras caducadas es -metodológica y artísticamente- un error, a mi juicio. Pero es un solo juicio, vosotros sois más. Saludos.
ResponderEliminarPara el simpático anónimo, serán disparates, pero al menos -casi siempre- están escritos en español: "Qué disparates hay leer aquí..." es un castellano con inflexiones indias, posiblemente apaches, al que le falta el "que" antes de "leer".
ResponderEliminarHau.
Un juicio muy apropiado, que creo que comparto. El objeto de mi comentario era aclararme un poco, no formular el juicio contrario. Digo esto por si no me he hecho entender con claridad.
ResponderEliminarSaludos.
Oche, no pasa nada, para eso estamos aquí: para hablar, e ir conformando poco a poco las opiniones y buscando puntos de encuentro o de disensión, que tampoco pasa nada por discutir razonable y educadamente. Muchas gracias por tus opiniones, que me obligan a afinar las mías. Eso no tiene precio, Oche, es un lujo para mí. Saludos.
ResponderEliminarNo tienes ni idea, Vicente. No es apache, sino sioux. Tengo que estar en todo.
ResponderEliminarPero... ¿esas antiguas leyes de la literatura no las machacaron ya las vanguardias hace tiempo? ¿es algo nuevo?.
ResponderEliminarPor supuesto que las machacaron, pero muchos escritores, editores y lectores no se han enterado... De todas formas, las vanguardias del XX son ahora tradición también, hay que inventarse formas de contar del siglo XXI. De aquellas vanguardias sólo el surrealismo tiene la potencia artística suficiente para mantenerse como práctica contemporánea, y no por casualidad muchos de los mejores poetas europeos transitan por derroteros próximos a sus postulados -o a su falta de postulados-. Pero no hablamos aquí de poesía, sino de novela; y la novela necesita aquí la renovación que tuvo en otros países hace ya bastante tiempo. En Estados Unidos las novelas ya no son las mismas desde Pynchon o Gaddis, es inconcebible un narrador decimonónico (respetado). Sólo tras ese cambio puede entenderse que autores como DeLillo o D. F. Wallace sean muy vendidos y muy respetados. Sin embargo, en España lo decimonónico es la moneda común, incluso es la variante más vendida y la más premiada, para vergüenza de todos. Saludos.
ResponderEliminarY sin embargo autores como Joseph Roth o Cormac Macarthy, "muy respetados", serían también decimonónicos...¿o no?.
ResponderEliminar¿Realmente no puedes concebir la novela decimonónica como "práctica contemporánea?.
Autores como estos yo creo que hacen ver que lo decimonónico tiene potencia todavía.
Por ejemplo, Cormac Macarthy, a pesar de ser faulkneriano en algunas obras, se queda mucho más acá de las técnicas de este; parece como si quisiera controlar el exceso de "técnicas". ¿No sería ese control una buena enseñanza también?
¿Y si la actitud vanguardista fuera lo que ya no tiene vigencia al demostrarse hace tiempo que el experimentalismo en si mismo resulta vacío (y más su exceso), y que esas leyes antiguas, o parte de ellas, tienen mucha más potencia narrativa?
Bueno, supongo que no te refieres a Joseph Roth, escritor moderno, nacido en pleno imperio Austrohúngaro en 1894, sino a Philip Roth. Pero incluso en este caso no me vale como ejemplo, porque su formación es moderna también y nace 40 años antes de la publicación de Gravity's Rainbow. Roth es coetáneo de F. Scott Fitzgerald durante siete años, saca a la luz su primera novela en 1959, ¡cuando Faulkner publica, aún en vida, "The Mansion"!, y por lo tanto no es el tipo de escritor "actual" al que me refiero, sino un longevo escritor que tiene perfecto derecho a seguir manteniendo una concepción narrativa de mediados del siglo pasado.
ResponderEliminarEn cuanto a McCarthy, es lo menos decimonónico que se me ocurre. Como Bellatin, ha conseguido destilar al máximo los procedimientos narrativos (con una postura epistemológica próxima al posmodernismo más irrespetuoso, aunque su estilo literario no sea posmodernista), y hace una cosa propia, inteligente, casi minimalista, que sustenta su fuerza expresiva en el diálogo... en realidad me recuerda más a varios experimentos narrativos ("El mercurio", de Guelbenzu, o "El Jarama", de Sánchez Ferlosio, por poner ejemplos locales) que a escritores realistas clásicos.
Sobre el tema de que la actitud vanguardista es vacía y las consabidas críticas contra el experimentalismo, Manolo, la verdad es que no pienso decir nada, porque me pongo atómico. Me remito a los ensayos en que he tocado el tema, y a mi propia obra, como refutaciones ad extenso de tu planteamiento. Estoy algo cansado hoy y no quiero estropear esta hermosa conversación colectiva con exabruptos. Saludos y gracias por tu aportación.
La sociedad como tecnología, más o menos, cualquier tratado queer ya trata los movimientos sociales de represión y representación, exponiendo la mecánica foucaltiana de la vigilancia y el castigo. Libro de Beatriz Preciado o Judith Butler ya tienen inserto este tipo de expresiones diferenciadoras entre bioseres y personas(máscaras) como construcciones o artilugios. El mecanicismo o la imaginería tecnológica a la hora de reflexionar sobre las personas es de hecho una tradición de largo recorrido. Os vuelvo a recomendar el libro de Charlotte Sleigh, Hormiga, donde se exponen unas cuantas reflexiones acerca de estas comunidades de insectos y su comportamiento. Lo relaciono con el olvido y el registro- memoria digital, porque en él se hace notar, cómo y de qué manera, la diferente formación de un entomólogo a otro dirige los datos hacia conclusiones casi opuestas.
ResponderEliminarCon todo, no es esto lo que me interesaba después de las arañas sordas o del café.
No se me habrá ocurrido por casualidad, desde luego: está en el aire, o en el agua, como dicen en inglés. Pero sí es una manera de no elevar un muro que no ha estado allí. De todas formas, es muy aconsejable recordar cómo la readaptación ante los conceptos es constante, sobrepasando a los individuos en la rapidez de los cambios. Con ello no quiero caer en ninguna clase de darwinismo estructural, pero sí señalar la presencia de nomenclaturas que ahora tienen fortuna y la van a perder en favor de otras. Una tradición de lo actual no deja de ser un terreno inestable como también lo es un avance continuo. Recordé hace poco un libro de Bergamín, Teatro de vanguardia, y lo que en él se dice. Es casi un estado mental, una disposición. Pero eso es al margen de los resultados, no entra en ellos.
Sin saber bien cuál es el alcance de la intuición de Bartra en Antropología del cerebro, después de su lectura he tenido la sensación de una sencilla apertura hacia una complejidad que sin llegar a ser explicada -se trata de una hipótesis- tiene trazas de funcionar. Al menos es muy sugerente (y puede que muy errada, pero sugerente al fin y al cabo). La potenciación de recursos a gran velocidad desde el momento en que son compartidos y sometidos a la manipulación y mejora con el uso. De este modo, todo desarrollo o alteración, al ser compartido (imitado), es susceptible de mejoras, sujeto a nuevas modificaciones. Ejemplos a puñados; macacos que lavan conchas, palitos para sacar gusanos, variaciones de historias, argumentos que chisporrotean otra vez en el fuego.
En términos de magia estaríamos hablando de algo muy parecido: la posibilidad de cambiar el entorno cambiando el punto de vista. Alan Moore ha explorado en sus historias una visión de las relaciones sociales como un conjunto vivo, una colectividad a la que se someten o rebelan sus integrantes, muchas veces desconociendo su papel. Esto da unos resultados narrativos indiscutibles, pero no es más demostrable que otra opinión.
Lo que es importante recalcar, sin embargo, es cómo las intuiciones y supercherías, sí tienen un lugar real en la vida de la sociedad, sí influyen en ella: en From Hell, uno de los protagonistas dice (cito de memoria)"el único lugar donde, indiscutiblemente, existen los dioses, es en la mente del hombre".
Este conocimiento es el que puede llevarnos a sucesivas
manipulaciones dirigistas (V de Vendetta, Watchmen), o bien hacia una liberación del caos, como es la propuesta Pop Magic en toda la obra de Grant Morrison y sus "trajes de ficción".
Y claro, queda el cuarto camino de Gurdjieff, y su visión de principios del siglo XX del ser humano como una máquina inconsciente, pero eso es otra historia.
Perdonad por la parrafada, un saludo. Os sigo leyendo por aquí.
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c.m.
Hola Vicente Luis, acabo de escribir una entrada a partir de la lectura de esta tuya. Igual te interesa:
ResponderEliminarhttp://www.islasenlared.net/memorias-digitales
Un abrazo. Daniel Bellón
Creo que mi problema es que no entiendo qué quieres decir con novelas 'decimonónicas' ¿Es decimonónica 'La recherche'? ¿Lo es 'El jugador'? ¿'Bajo el volcán'? Tal vez 'L'étranger'?...
ResponderEliminarY si lo son ¿hay que quemarlas por eso? ¿Qué encuentras de malo en interpretar el presente desde el pasado?
Te hago estas preguntas sin ningún ánimo de bronca, que hoy no tengo el cuerpo para tanganas.
Querido Logiciel, sin ánimo ni fuerzas para tanganas yo tampoco, sólo te digo que si has deducido eso de todo lo que he escrito con anterioridad, es que lo has leído en oblicuo o con prisa, o que yo no me he explicado claramente. Un abrazo y tomémonos con calma el fin de semana.
ResponderEliminarAndo finalizando la tesis y por eso no tengo tiempo material de colgar nada. A ver si la semana que viene puedo comentar algo. Saludos a todos.
Perdón, Philip Roth... si señor.
ResponderEliminarYo creí que hablabas de "decimonónico" en el sentido de lo que enumerabas arriba muy bien: las leyes antiguas, los personajes sólidos, la linealidad, las categorías ... no en el sentido de imitar exactamente esos novelones.
Por eso creo que Macarthy, sin escribir novelones, es heredero directo de lo decimonónico, porque sus personajes son “sólidos”, hay linealidad etc etc... ahora bien, eso no significa que escriba como Victor Hugo; hay una evolución, un ajuste a los nuevos tiempos, a los nuevos ritmos, y más que nada un estilo propio basado en una gran estilización, una intensificación de los diálogos etc... todo lo cual no rompe con las “antiguas leyes”, o sigue dentro del juego que permiten estas.
La lentitud, la morosidad, la prolijidad etc... de los novelones (tan opuestos al del estilo de Mac.), serían mas, características de época, que leyes narrativas. Piénsalo, y verás que el estilo de Macarthy puede ser muy parecido a la forma de narrar descarnada, cruda y reconcentrada de un Tolstoi, por ejemplo en los relatos de Sebastopol, o en las partes de acción de “Guerra y Paz”.
Ahora bien, si saltas al sentido de lo “decimonónico” como novelón; entonces no es decimonónico, claro. Pero... ¿no te referías a las leyes?
¿De verdad crees que dentro de las “leyes antiguas” no hay todavía mucho por hacer, como creo demuestra Macarthy?. Y la mejor prueba de ello es que te parezca tan alejado de lo decimonónico en el sentido de los “novelones”, cuando has evitado reconocer que sea un vanguardista (yo sí creo que sigue estando plenamente dentro de esas “leyes antiguas”).
Este “vanguardismo desde dentro” de un Macarthy, ¿no podría ser otro camino quizás válido para los nuevos tiempos?.
Respecto al vacío del vanguardismo. Me resulta similar al problema “del arte por el arte”, en este caso “la técnica por la técnica”, o la “experimentación por la experimentación”...que para mi no son suficientes. Hace falta algo más.
uy, Manolo, me temo que tenemos sustanciales diferencias en cuanto a la percepción de lo que es un personaje sólido a la manera decimonónica. Pensemos en No country for old men, donde lo veremos más claro: ¿qué sabes de Chigurgh? Es un personaje esencial de la novela, pero ¿cómo es? ¿cuál es su aspecto físico? ¿cuáles son sus motivaciones? ¿por qué hace lo que hace? ¿Dónde está descrito su pasado? ¿dónde están en esa novela las largas descripciones caracteriológicas, las menudas cadenas de detalles físicos, los tics, las referencias a su infancia, las interpolaciones familiares, las disertaciones inacabables, que en Tolstoi o Dostoievski nos hacían ser capaces de ver, conocer y sentir al personaje y ser capaces de recrear su biografía? No hay nada de eso en McCarthy, sino más bien lo cntrario: personajes difusos, dudosos, cuyos comportamientos no entendemos, que apenas nos dan sus diálogos y algún sueño nocturno para que tengamos lo justo para verlos. Como los personajes de Dante, se nos dan dos certeros brochazos que son capaces de proyectar una personalidad, pero la morosa y decimonónica descripción de esa personalidad -por fortuna- se nos ahorra. Eso no quiere decir que no sean personajes fantásticos: ¡claro que lo son, porque están descritos con la sensibilidad actual, con la psicología actual, capaz de reconocer la disolución del sujeto! Manolo, lo lamento, pero tu argumento de oposición es precisamente lo que más refuerza mi hipótesis. Saludos.
ResponderEliminarQuerido amigo Vicente:
ResponderEliminarEstamos trabajando para construir 1 escuela de primaria para 100 niños en Wuli Baro Kunda [Gambia], 1 escuela de primaria para 100 niños en Ibel [Senegal] y un centro de acogida para 100 niños de 0 a 8 años en Alto Moche [Perú]. Para conseguir nuestro objetivo necesitamos tu apoyo, algo sencillo, que consiste en un breve texto tuyo apoyando nuestros proyectos para que sirva de base al documento de petición de ayudas que realizamos a instituciones públicas y a empresas privadas.
Te dejo el blog que hemos creado para los proyectos, justo la entrada de apoyos. Desde aquí podrás navegar y conocer el día a día de nuestro trabajo:
http://sbqsolidario.blogspot.com/search/label/APOYOS
Somos la organización “SBQ solidario” y yo, Luis Felipe Comendador, soy su presidente. Puedes ver mis datos en:
http://www.lfediciones.com/comendador/
Si deseas apoyarnos con un texto o con lo que se te ocurra, solo tienes que comunicarte conmigo en el mail:
felipe@lfediciones.com
Muchas gracias por tu atención y un fuerte abrazo.
Luis Felipe Comendador
SBQ solidario
Por favor, extiende este mensaje a las personas que consideres que pueden colaborar con nosotros.
Vicente, de vuelta a tu post me parece que esta postura es demasiado optimista:
ResponderEliminar"Mientras los sucesivos soportes informáticos funcionen con esta tecnología, y todo parece indicar que así será durante mucho tiempo, la capacidad humana de acumular información es simplemente inagotable e indestructible."
El dilema que presentan los archivos digitales de datos, información y conocimiento es precisamente la intermediación tecnológica en el acceso a ellos por parte de los humanos. Las ventajas son muchísimas y evidentes: acceso global, distribución instantánea, fácil reproducción, etc. Sin embargo estas obviando el hecho de que al subir la información sobre el entramado tecnológico que la soporta actualmente arriesgamos, en alguno de los típicos retrocesos tecnológicos que se han visto en el transcurso de tiempo humano, a perder esta información (Ejemplo, cuando los aborígenes australianos pasaron a Nueva Zelanda y en ese trance olvidaron como se hacía el fuego).
Un típico ejemplo sería la transición de escritura sobre piedra a la escritura sobre papel, donde la fragilidad del medio se acepta como un mal necesario por las ventajas de portabilidad y almacenaje del nuevo medio. La posteridad de los jeroglíficos egipcios sobre monumentos y la escasez de papiro parece cuestionar la validez de esa estrategia para almacenamiento a largo plazo.
El paso del almacenaje análogo, donde la información esta cifrada directamente en objetos reales accesibles a cualquier humano al almacenaje digital donde la información cifrada en el objeto final debe ser primero mediada por un cuasi-objeto que la traduzca a un formato útil presenta la dificultad de que en la ausencia de dicho traductor, la información, estando presente en el medio de almacenaje, se vuelve inaccesible.
En este sentido, el almacenaje digital no es un olvido inmediato sino una potencialidad de olvido al introducirse sucesivos grados de separación entre el sujeto y la información (sujeto > libro > texto, sujeto > PC > disco > texto, sujeto > PC > red> PC > disco > texto).
Para no cerrar en el aire vamos a poner un ejemplo práctico: Busque el link a tu reseña del Doctor Pasavento, pero parece que tu bitácora anterior paso al usual y pronto olvido al que es proclive la red. Será que ese es el destino de todo esto que escribimos en la red con tanto optimismo.
Suponía que para ti la ruptura con los llamados “personajes sólidos” respondía a una definición mucho más radical y vanguardista, como por ejemplo la disolución del sujeto que se puede ver en cosas como el “nocilla”, Vila Matas etc... pero como veo que no, la discusión estaría en si realmente lo que dices es tan radicalmente opuesto a lo “decimonónico”.
ResponderEliminarPor otro lado, aunque te diera la razón en que Chigurgh no es un personaje “sólido” (aunque creo que si), este no es el tipo de personaje más significativo en este autor; Chigurh es un psicópata o una bestia; y el gran malo siempre tiene que ser misterioso o enigmático. Hay otros muchos personajes en las novelas de Mac. bastante más normales, incluso “muy tradicionales”: el chico inexperto que se enamora de una prostituta mejicana, el borracho que abandona a su familia... son personajes de los que, como dices, se puede “recrear la biografía”. La mayoría.
Aun suponiendo que los personajes de Mac. se alejaran de lo sólido “decimonónico” en cierto grado -porque el trazo y la pincelada se hagan breves y sugerentes, basadas en el diálogo, de cualidades misteriosas- eso no significa que hayamos dado el salto a algo distinto. Si hay una evolución, yo sólo veo un cambio de grado, y no de concepto. Estamos ante el mismo proceso de definir personajes verosímiles, con mucha información o con poca.
Lo que dices, podría aplicarsele a Julio Verne, que no da mucha información tampoco sobre sus personajes.
Y con Tolstoi no estoy completamente de acuerdo. Tolstoi no define a sus personajes con disertaciones, más bien con acciones. Y muchas veces se parece bastante más a Macarthy de lo que parece.
Qué bien te veo en ese vídeo Vicente, con esa inmensidad detrás. Sé de ti por Garcés. Un abrazo grande desde Córdoba, esa ciudad creciente.
ResponderEliminarPD: me encanta esto:
(...) porque sin amar no hay nada
la vida sin amor
es derivar sonámbulo entre bultos
ahora da terror
porque estar solo ya no es una opción
y sientes que el amor ya no depende de ti (...)
Construcción
Vicente Luis Mora
Gracias, Miguel. Un fuerte abrazo desde el desierto.
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