Cómo está escrita Centroeuropa
Aunque no lo parece —y que no lo pareciera fue mi intención desde el principio—, Centroeuropa está sometida a una tensión compositiva extrema, por el uso de diversas constricciones a las que me sometí durante su escritura. Estas restricciones, cuya razón explicaré más abajo, hicieron de la redacción una tarea tan divertida como ardua, que convirtió las sucesivas revisiones en una labor infernal, complicada por el hecho de que cada sustitución o cambio podía provocar indeseadas reacciones en cadena.
Primera constricción, compositiva
Centroeuropa es una obra escrita more geometrico (no en sentido axiomático, sino aritmético), con progresión geométrica de razón = 2.
La voz que nos cuenta la novela tiene una psicología obsesiva y marcada por la métrica de los números y la proporción. De ahí que su texto —pues lo que leemos en Centroeuropa es el texto escrito por Redo Haupsthammer—, venga regido por leyes obsesivamente numéricas.
En cada capítulo aparecen el doble de cadáveres que en el anterior.
En cada capítulo se presentan al lector la mitad de personajes que en el siguiente.
Como recuerda la traductora que a veces acota el texto de Redo, “Bruch” (presente en el nombre de la zona elegida para ambientar la novela, Oderbruch), significa en una de sus acepciones “fracción matemática”.
La novela tiene 6 capítulos. Cada capítulo es exactamente el doble de extenso que el precedente.
Capítulo |
Palabras |
1
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750 |
2
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1.500 |
3
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3.000 |
4
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6.000 |
5
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12.000 |
6
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24.000 |
Total: |
47.250
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Al seguir la ley de complejidad creciente, las tramas secundarias se entreveran y los recursos estilísticos y temporales se diversifican. Estas reglas numéricas y/o de progresión geométrica afectan a otros elementos de la novela, que prefiero dejar para lectores obsesivos o académicos. Sólo doy un ejemplo: en el capítulo 2, el primer enunciado (entendiendo por tal, con el lingüista Teudiselo Chacón, el “segmento más o menos largo de la cadena hablada entre dos pausas de la comunicación”) tiene una sola cláusula o periodo sintáctico; el segundo enunciado, dos; el tercero, tres; el cuarto, cuatro, y así hasta los 18 periodos, frases (si tienen estructura oracional) o cláusulas, flexiblemente entendidos, que componen la parataxis del último párrafo/enunciado. He dejado pistas numéricas en los 18 para facilitar al lector la sospecha.
Las cifras del número 47.250 suman 18, por cierto.
La razón de introducir estos protocolos matemáticos es crear una especie de extrañamiento interno que fuerza al cuerpo textual a redefinir su estructura molecular para obtener un orden nuevo. Algo similar al efecto de una sustancia inoculada en otro compuesto químico. Vencida la primera y natural resistencia, el discurso acaba por acomodarse a los factores formantes o deformantes y el resultado es un crisol textual mejorado por la presión numérica. Como toda métrica, ayuda a concentrar y decantar la expresión, al poner continuamente en crisis el lenguaje y en cuestión a la sintaxis.
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En resumen, Centroeuropa está escrita como un poema. Está tensionada hasta el límite de su elasticidad arquitectónica. Por eso no puede ser más extensa, ni más breve, de lo que es.
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Esta dificultad matemática añadida tiene además su sentido propio en la semántica de la novela, como queda claro en un lugar clave del capítulo sexto.
Creo que la complejidad mejora las novelas, pero esa dificultad debe sufrirla el escritor y disfrutarla la persona que lee, y no al revés, como a veces sucede.
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No es la primera vez que utilizo estos procedimientos; en Fred Cabeza de Vaca utilicé reglas numéricas para crear la voz de Natalia, la narradora de la biografía que termina bruscamente mediada la novela. Para darle su voz propia, la obligué a que se expresara en períodos de tres frases largas y una corta, hasta que encontré el ritmo que la representaba. Una vez que la oí respirar, ya pude modificar sus intervenciones, sobre la base de esa cadencia numérica, que funcionaba como pentagrama.
Dicho esto, lo único importante es que los procedimientos funcionen, de otro modo carecen de sentido. Como ha explicado Pablo Katchadjian, “uno puede usar un procedimiento para que la escritura aparezca. Una vez que apareció, el procedimiento ya no es importante, aunque siga estando y estructure el texto. Lo importante es […] cualquier cosa que haga que la escritura se olvide de sí misma mientras ocurre, y que uno se olvide de sí mismo mientras escribe” (entrevista aquí). En efecto, el objetivo es apartar lo subjetivo.
Imagen de uno de los primeros borradores
Segunda constricción, lingüística
La novela está escrita en castellano del siglo XIX. Salvo error u omisión, y pese a que “suena” a español de hoy, no hay ninguna palabra en Centroeuropa que no fuese utilizada en España dos siglos atrás. Es una obligación que me impuse para sacarle todo el jugo a una lengua que ya en ese siglo había alcanzado un desarrollo espléndido, del que puede obtenerse aún, y así me lo propuse como desafío, una actualidad practicable.
Aunque, como apunta el lingüista Rafael Cano, autor de una de las monografías de historia de nuestro idioma más difundidas, el español estaba constituido morfológicamente casi en su totalidad desde el siglo XVIII, cuando se abandona definitivamente la “ç” y se fijan las reglas definitivas de composición y derivación, el léxico y ciertos aspectos semánticos no han dejado —ni dejarán— de cambiar, por lo que si pudiésemos sostener una conversación con alguien del XIX, las mismas palabras podrían significar cosas distintas y llevar a equívoco, por no hablar de la infinidad de léxico creado, adaptado, derivado o tomado de préstamos de otras lenguas, que haría espeso o incomprensible un telediario actual para un hispanohablante de aquella época. Imaginémosle escuchando una noticia sobre ciberdelincuencia, o sobre influencers, por ejemplo.
El objetivo de esta restricción usada en Centroeuropa es utilizar un castellano que, acomodándose temporalmente al momento narrado y siendo, en consecuencia, casi coetáneo o al menos contemporáneo de los hechos fabulados —ninguno de ellos real—, suene al mismo tiempo vivo, actual, en tiempo presente, como dice el personaje Jakob. Centroeuropa está escrita, o lo intenta, con un español que pertenece a la vez a los siglos XIX y XXI.
Para lograrlo me ha sido de máxima ayuda el Corpus Diacrónico del español (CORDE) de la R.A.E., gracias al cual supe que algunas palabras sobre las que tenía dudas, como “contable”, ya están utilizadas por Clarín con el sentido actual en su segunda novela, Su único hijo (1890), o que no es difícil encontrar a un “don nadie” en novelas de Ganivet, o personas que se trompican en las novelas de Emilia Pardo Bazán, o “adoquines” en las prosas de Bécquer y en las primeras obras de Pereda. En sentido contrario, me sorprendió que en todo el XIX no haya ningún uso recogido en libro de la palabra “vikingo”, aunque sí de “vikings”, localizable en la pág. 445 del tercer tomo de la Historia Universal (1866) de Cesare Cantù, editada por la madrileña imprenta de Gaspar y Roig y traducida por Nemesio Fernández Cuesta. También, gracias a Google Books, supe que “acuario”, que no aparece en el CORDE, se utilizaba en libros técnicos como el Tratado de jardinería y floricultura (1877) de Buenaventura Aragó. En estas idas y venidas por las playas temporales del lenguaje se me han ido largas y fructíferas horas. Quiero agradecer también al profesor y amigo Miguel Ángel Lama, experto en literatura española de los siglos XVIII y XIX, la lectura que hizo del original en fase de edición, para pulir algunos gazapos que se me habían escapado.
Tercera constricción, estructural.
La cuadrícula del último capítulo, que está dividido en 64 partes de 375 palabras cada una, representa semánticamente el movimiento de mate de una partida de ajedrez:
Esquema general con distribución por capítulos
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En la novela hay otros elementos y referencias ocultos (literatura, filosofía, ciencia, arte, etc.), como sucede en todos mis libros, que ahí quedan para quien quiera buscarlos.
Me gustaría hacer una aclaración, que he incorporado a las entrevistas: Centroeuropa no es una novela histórica, pues ni los hechos descritos en ella tuvieron lugar, ni existió ninguno de los personajes de la novela (con la excepción de un personaje femenino, recreado en una sola página). Sucede en un siempre, no en una época concreta.
En consecuencia, es más bien una novela arqueológica (y también una novela arquetípica y arquitectónica), que escarba en los estratos del suelo que pisamos.
Su técnica sería antirrealista: la ambientación histórico-cultural, el lenguaje cuidadosamente adaptado a la época y los detalles minuciosos tienen una función narrativa opuesta por completo a la que realismo suele otorgarles: buscan introducir al lector en un mundo que no parece fantasioso, pero que lo es hasta la médula. Emplea las técnicas realistas para desactivarlas.
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Quiero agradecer al equipo de Galaxia Gutenberg por su cuidadoso trabajo editorial, y también al corrector, debido a las especiales circunstancias en las que tuvo que hacer su trabajo, constreñido por mis restricciones.
Quisiera agradecer muy especialmente a Helena Cortés Gabaudan su labor germanista en general y en particular la monumental traducción de Antes de la tormenta (Pre-Textos, 2017), de Theodor Fontane, pues su introducción a la novela de Fontane me ha servido de guía para numerosos detalles de Centroeuropa. Como he detallado en varias entrevistas, fue leyendo la novela de Fontane como me surgió el fogonazo que disparó la idea de la mía.
Y, muy especialmente, quiero agradecer a Virginia su papel motor, central, crítico, revisor, su ánimo, sus consejos, sus sabias lecturas y recomendaciones, su risa, su apoyo más allá de lo incondicional y de lo agradecible, que le da sentido a todo.
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Algunas citas que amplían / contextualizan / siembran
el sentido de la novela:
La paja pisoteada y los hoyos abiertos para la instalación de las cocinas darán durante algún tiempo señales de su presencia, pero el arado no tardará en hacerlas desaparecer y la presencia de tantos millares de recios hombres en estas tierras tan sólo permanecerá en la mente de algunos viejos.
J. W. von Goethe, Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister
En Prusia tienen, desde luego, grandes bosques muy hermosos y pintorescos, pero, a una legua de esos bosques, hay barbarie, miseria, indispensable prudencia so pena de destrucción, todo ello triste, basto, incurable, y que despierta el gusto por los salones dorados.
Stendhal, Rosa y verde (en Narraciones y esbozos; Alba, Madrid, 2010, p. 351)
Durante tres años al anochecer
ha venido el gorrión
a dormir bajo el tejado del porche.
¿Qué tiene esto que ver
con la guerra en Europa?
William Carlos Williams
No poseen, los franceses, un yo que hayan formado por sí mismos; no tienen más que un yo histórico, nacido del consentimiento individual; el alemán, por el contrario, posee un yo metafísico.
Fichte (citado en Touchard, Historia de las ideas políticas, p. 384)
Leo a Stendhal y leo a Melville para entender qué había de nosotros en el siglo XIX.
Ricardo Piglia, Diarios, I
todo verdad presente, sin historia
Juan Ramón Jiménez, Piedra y cielo (1919)
Well said, old mole.
Shakespeare, Hamlet, I, 4.
[…] el novelista no es un lacayo de los historiadores; si la Historia lo fascina es porque para él es como un foco que gira alrededor de la existencia humana y que ilumina las desconocidas e inesperadas posibilidades que, cuando la Historia está inmóvil, no se realizan, permanecen invisibles y desconocidas.
Milan Kundera, El telón. Ensayo en siete partes; Tusquets, Barcelona, 2005, p. 88.
“¡Lo que tiene el haber viajado y no carecer de cierto aplomo! -se decía [el general]. ¡Qué pena que una mujer tan encantadora sea de linaje burgués!”
Stendhal, Rosa y verde (en Narraciones y esbozos; Alba, Madrid, 2010, p. 351)
Se reconoce […] la paz por el recuento de sus batallas.
Emily Dickinson, poema 135
Pero, dirá el lector, ¿es un viaje a Alemania o una simple novela corta lo que pretende hacerme leer? Es posible que ni uno ni otra; puede ser que se trate, ni más ni menos, de un tratado de metafísica trascendental según los principios del ilustre Schelling […]
Stendhal, Rosa y verde (1837), p. 361.
My students are sincerely trying
to analyze death: its cadence and anaphora,
its German origins.
Andrew Grace, “Not a mile”
Así es como también yo me volví prusiano; o, mejor dicho, federiciano, pues ¿qué nos importaba Prusia? Era la personalidad del gran rey la que nos impresionaba a todos.
Johann Wolfgang von Goethe, Poesía y verdad
Toda obra que aspire a ser innovadora lo es, pero su aporte al árbol de la literatura no puede reducirse a una mera prueba de laboratorio: materia y forma deberían andar estrechamente unidas y su simbiosis ideal pasar inadvertida a quien acepte el reto y aventura de leerla.
Juan Goytisolo, “Prólogo”, a Obras completas III
Sólo la “incorporación” de un poco de ciencias y de matemáticas elementales en el tejido de las humanidades devolverá a éstas el amor propio, la celebración de la dificultad que hoy les falta.
George Steiner, ¿El ocaso de las humanidades?
Es la limitación de los medios lo que determina el estilo, da origen a nuevas formas y posibilita la creatividad.
Georges Braque (citado por Mariano Peyrou en Tensión y sentido)
En la guerra todo es posible y todo es imposible.
Pío Baroja, La nave de los locos
El mundo me dice que soy su criatura
Me barren ojos me rozan manos
Quiero agazaparme en ella en busca de refugio apoyar la cabeza
en el espacio entre su pecho y su hombro
renunciando al poder por amor
como han hecho las mujeres o escondiéndome
del poder en su amor como un hombre
Me niego a dar esto por hecho la escisión
entre el amor y la acción
Adrienne Rich, The Dream of a Common Language
Mann oder Frau: alles ist im oder.
Erich Unterirdisch, Fluss
Y el azul del uniforme de los soldados parpadeaba en la nieve, como si vacilase entre lo demasiado visible y lo invisible.
César Aira, Ema, la cautiva
El nacimiento de la tragedia parece un escrito muy intempestivo: nadie imaginaría que fue comenzado bajo los truenos de la batalla de Worth. Yo medité a fondo estos problemas ante los muros de Metz, en frías noches de septiembre, mientras trabajaba en el servicio de sanidad.
Friedrich Nietzsche
Los hombres de uno y otro ejército, fatigados, hambrientos, comenzaron a dudar igualmente de si era preciso seguir matándose los unos a los otros; en todos los rostros se observaba la vacilación, y cada uno se planteaba la pregunta: ¿Para qué? ¿Por qué he de matar yo, o ser matado?
Lev Tolstoi, Guerra y paz
¡ Qué extraño que alguien tan amante de la modernidad (basada en la ruptura con las Formas clásicas) como usted, haya sentido la necesidad de imponerse reglas y restricciones ! Y además arbitrarias...
ResponderEliminarLa modernidad no es la ausencia de reglas, sino su libre determinación por el propio artista. Un saludo y gracias por venir.
ResponderEliminarNotable, Vicente, lo comparto. Gracias
ResponderEliminar¿Un poeta cuyo modelo fuera, por ejemplo, Espronceda, y que adoptara las reglas que él usó (rima, metro, acentuación decimonónica, retórica ampulosa y perspectiva romántica) para escribir su poesía, sería un poeta moderno entonces, puesto que es él quien ha determinado las reglas de su poesía?
ResponderEliminarPor otro lado, ¿puede haber algo más moderno que el dadaísmo o que la pintura de Malevitch o de Ryman en los que la ausencia de reglas es total? ¿O en música Boulez, que ha escrito que hay que hacer "tabla rasa completa de todo" lo que se ha heredado en arte?
Estimado Sr. Cano,
ResponderEliminarUsted y yo estamos en frecuencias de onda distintas. El diálogo es imposible, por desgracia. Un atento saludo.
Es asombroso, Vicente, que hayas conseguido crear una novela tan redonda y medida sin renunciar a la naturaleza de las emociones y al espíritu de fábula y sorpresa que buscamos como lectores en una buena historia. En verdad cuanto más nos cuentas más me fascina tu entrega laboriosa y apasionada a la literatura. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tes, hacemos lo que podemos. Un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracis por publicar esto, Vicente. Leí Centroeuropa casi de un tirón (en realidad, 2-3 días, pero para mí casi tiempo record) y me encantó, pero por la mayor parte como novela histórica, y también como una novela negra o de mistério. Pero, además del mistério profundo (e irresoluble, como los mistérios de Beckett, Kafka, Lynch, muchos de mis artistas preferidos), no sospeché que fuese tan profundamente experimental y procedural como resultó ser (ok, dejaste algunas pistas más óbvias, los capítulos cada vez más extendidos, el crecimiento exponencial de los cadáveres). Ahora veo que tu novela viene de la tradición de Cage, de Aíra, de Perec, y que este post es tu versión del Comment j'ai écrit certains de mes livres de Roussel. Sin embargo, como alguien ya escribio en algún otro comentario, hace todas esas cosas sin renunciar el impacto emocional y el poder narrativo de toda novela grande. ¡Y ahora voy a leerla de nuevo!
ResponderEliminarMuchas gracias, señora y, o señor x, por tu comentario. Me encanta la analogía con Roussel y la parentela que señalas, ya me gustaría a mí. Un abrazo y gracias por dejar estas palabras.
ResponderEliminarAh, disculpa, no escribí mi nombre. De hecho, soy traductor ES-EN (traducí Tierra de Campos, de David Trueba) y claro que, desde leer tu post, he pensado mucho en como sería traducir Centroeuropa. En primer lugar, mis traducciones siempre tienen más palabras que los textos originales. Sería un desafío muy interesante y divertido tener que hacer una traducción al inglés del primer capítulo con exactamente 750 palabras, y aún más hacer la misma cosa con el último capítulo, con sus 24,000. Un abrazo, Rahul
ResponderEliminarTu novela me ha encantado y ahora sé porque me ha parecido excepcional. Admiro tu ardua tarea compositiva. Solo deseo que no te vuelvas loco y que sigas escribiendo muchos años más. Atentamente, un rendido admirador
ResponderEliminarEstimado Juan María,
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario, tan amable. Por desgracia, si todo va bien el próximo 1 de enero comenzaré a escribir lentamente la próxima novela, en la que me temo voy a volverme completamente majara, loco o ido de la olla. Un atento saludo.
Este es el texto de un artículo que pienso publicar en mi blog y en elplural el 2 de enero, por si quieres hacerme algún comentario previo. Atentamente: BREVERÍAS 25. “CENTROEUROPA”
ResponderEliminarMe encanta leer pero sobre todo novelas y “Centroeuropa”, la última leída, ha sido la mejor del año 2021 y eso que entre otras más actuales he vuelto a leer algunas novelas del XIX como “Eugenia Grandet” de Balzac, “Madame Bovary” de Flaubert ; de Galdós: “Trafalgar” y “Aita Tettauen” o “Insolación” de Emilia Pardo Bazán. La novela de Vicente Luis Mora me ha impresionado tanto que me he animado a escribir este artículo breve para animar a otros a leerla.
Debo reconocer que descubrí el libro porque leo semanalmente Babelia, el suplemento cultural de El País que viene en el periódico del sábado, lo malo es que voy anotando todas las semanas varios libros en una lista de posibles compras que guardo al lado de otras listas de cosas pendientes. Entrar en la lista es muy fácil, salir es más lento pues solo se sale cuando se adquiere el libro y debo confesar que a día de hoy hay 127 libros esperando.
“Centroeuropa” tuvo la suerte de entrar un año después de la publicación el 31 de octubre de 2020 de la crítica que firmaba Carlos Zanón, porque ese suplemento quedó sin leer junto a otras revistas en un revistero, y al hacer limpia previa lectura rápida, me impactó el título “Desenterrar la identidad”, luego la entradilla que afirmaba que era una “novela histórica de hechos imposibles”, que en resumen iba de “Prusia, principios del siglo XIX. Su protagonista, Redo, llega a un pequeño pueblo a hacerse cargo de una propiedad en la que quiere empezar una nueva vida. Será el primer campesino libre de por allí. Arrastra con él el ataúd que contiene el cadáver de su amada esposa, una española que responde al nombre de Odra. Quiere enterrarlo en la parcela de tierra que ha adquirido y en la que planea cultivar remolacha” y por si todavía no me la había vendido bien, que el autor era cordobés. Estaba a punto de llamar a mi librería de Dos Hermanas para encargar el “Yo, Vieja”, de mi compañera Anna Freixas y se la pedí también a Antonio, el librero, saltándose así la larga cola que otros libros sufren desgraciadamente para siempre.
La portada con “El mar de hielo” de Caspar David Friedrich nos introduce a ciento ochenta y una páginas de elegante tipografía que se degustan en dos ratos y la novela me gustó más que la crítica, lo que no es frecuente. Si te cuento que no paran de aparecer cadáveres congelados en el terreno, que entierra a su mujer diez pies por debajo del salón que habita, que usa los cadáveres de espantapájaros, porque nunca se descongelan, me dirás que exagero porque no existe “el realismo mágico europeo”. ...
...Yo no sé lo que es, pero no paro de repasar el libro pues como se lee de corrido de pronto te viene a la cabeza algo que tienes que aclarar y así una y otra vez. La última ha sido que he encontrado una palabra cambiada de género en la página 180 y como no creo que se haya cambiado mágicamente, ni que sea un error tipográfico porque la editorial Galaxia Gutemberg es muy pulcra, creo que es un giro dramático que no voy a destapar por si te animas a leerla después de esta perorata.
ResponderEliminarDespués de leerla he descubierto que el autor osadamente ha publicado en su blog un largo artículo explicando cómo está escrita la novela y las constricciones que se impuso en el proceso creativo. En el aspecto compositivo está escrita en progresión geométrica razón=2, es decir que el capítulo primero tiene 750 palabras, el segundo 1.500 y así sucesivamente junto a otras reglas matemáticas. La segunda constricción es lingüística y es que está escrita en castellano del siglo XIX y eso hizo que me supiera a clásico literario. No sigo destripando más porque nada de eso afecta al placer de su lectura, aunque agrada saber que el autor se lo ha currado sorteando dificultades para mayor disfrute del lector.
Si, me confieso un rendido admirador de Vicente Luis Mora, al que no tengo el gusto de conocer, pero seguiré comprando sus libros y quizá alguna vez haga por verlo para que me firme. No te lo pierdas.
Estimado Juan María,
ResponderEliminarGracias de verdad por su interesante texto, me gusta cómo va cambiando de asunto y de registro. Todo lo que cuenta me parece bien, lo único que me ha sorprendido es lo de "realismo mágico europeo", porque no tiene nada que ver con eso. No me gustan las etiquetas, pero si hubiera que ponerle sí o sí, sin más remedio, a la novela, preferiría el de "literatura simbólica" sin más. El realismo mágico es otra cosa.
Gracias de verdad por su interés y su confianza, además de por su generosidad al escribir sobre la novela.
Un atento saludo,
Vicente
Feliz nuevo año. Le enviaré el artículo definitivo.
ResponderEliminarhttps://jmcasado.blogspot.com/2022/01/breverias-26-centroeuropa.html
ResponderEliminarGracias, Juan María, de verdad. Un cordial saludo y buen fin de semana.
ResponderEliminarFelicidades es un libro maravilloso
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Cordiales saludos.
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