Blogs: las nuevas tertulias literarias
[A solicitud de un posteador, cuelgo este artículo, aparecido en un número reciente de la revista Mercurio]
Una bloguera llamada Miriam dice en su bitácora Literalmente, dentro de un post titulado “Ficción en un blog o la apología del engaño”: “por suerte, hasta ahora, la verdadera literatura no pasa por las bitácoras”. Esta es una opinión muy extendida (a la que me sumo, y también otras personas más inteligentes que yo[1]), pero quizá no lo sea dentro de unos años. Es cierto que los blogs están comenzando a revolucionar la literatura pero, como luego veremos, están revolucionando la analógica, la publicada en libro. Lo que sí han hecho ya los blogs es cambiar el mundo literario. Los blogs han resucitado las antiguas tertulias de principios del XX, como la del café Pombo, y están configurando microespacios culturales donde escritores, críticos y lectores charlan sobre sus gustos literarios, comentan novedades y, puntualmente, ponen a caldo a otros escritores. En fin, lo que viene siendo la vida literaria desde que Simmias asiera el cálamo.
La estudiosa Elena Carpi, en un artículo incluido en Covadonga López Alonso y Arlette Séré (eds.), Nuevos géneros discursivos: los textos electrónicos (Biblioteca Nueva, 2003), incluye un texto descriptivo sobre los weblogs o blogs o bitácoras, donde analiza uno de sus aspectos menos estudiados, los enlaces: “la tipología de enlaces utilizada, los llamados deep link, simboliza eficazmente su capacidad introspectiva: los log permiten, en efecto, alcanzar las páginas más internas de los sitios en donde los motores de búsqueda no pueden llegar, formando comunidades conectadas entre sí”. Esos deep link o enlaces profundos, de cierta problemática, como supimos gracias a José Antonio Millán (el gran Académico del ciberespacio), están creando redes alternativas a las que generan los chats, que reproducen en Internet las redes de escritores o grupos literarios que pululan fuera de ella. Por ejemplo: mediante estos links permanentes, un grupo de poetas con afinidades comunes como Jesús Beades, Enrique Baltanás, José Mateos o Enrique García-Máiquez sostienen una amigable conversación, casi diaria, en Internet. De la misma manera, las referencias y citas comunes entre los blogs de Álvaro Valverde y Jordi Doce, entre los diversos blogs del colectivo “La Palabra Itinerante” o entre los comentaristas “oficiales” de los blogs de Arcadi Espada y Félix de Azúa, o las discusiones (a veces airadas) que se generan en mi blog de crítica literaria, Diario de Lecturas, van creando “tertulias” que han sublimado su condición local, de pequeño conciliábulo nocturno, para abrirse a un mundo donde no es extraño recibir de cuando en cuando la visita y las palabras de lectores argentinos, norteamericanos, peruanos o españoles “exiliados” en diversas universidades del mundo. Antes me reía cuando escuchaba a algunos decir que habían conocido a sus novias chateando. Pero lo cierto es que, a día de hoy, estoy haciendo más amigos a través del blog que de ninguna otra forma; también a través del blog decenas de chicos jóvenes (y no tan jóvenes) me envían sus libros inéditos, o publicados, para pedirme opinión, de modo que gracias a Internet… estoy leyendo más papel que nunca.
Los blogs son vida literaria, sí; pero también son literatura, porque la literatura se nutre del comentario y la glosa, y la teoría sobre literatura –digan algunos lo que quieran– es literatura en estado puro. Y también se incorpora en los blogs a veces creación original, ya sea propia (como en el caso del blog de Jorge Carrión, donde narra los “viajes literarios” que luego recoge en sus libros) o ajena (Jordi Doce suele colgar en su blog, de cuando en cuando, traducciones de poetas ingleses). Esto genera, como decía Ángel Petisme, otro poeta con blog, de los más veteranos, una concepción del trabajo literario como obra en marcha, ya que una vez colgada la obra, ésta recibe los comentarios (publicados o no, dejados en el blog o hechos de palabra) de amigos y enemigos, y el autor puede pulirla o completarla de cara a su ulterior publicación. Porque no nos engañemos: del mismo modo que todo futbolista quiere estar en el Real Madrid (no en el de ahora, pero ustedes me entienden), todo bloguero literario quiere publicar en libro. El fetichismo del objeto libro es aún demasiado tentador, se tiene la sensación de que si no se le publica a uno en rústica, no existe. Y, sin embargo, los datos desmienten tal afirmación: si es cierto que algunos meses mi blog ha sido leído por quince mil personas, según datos de la empresa que lo aloja, ¿cuándo escribiré una novela que venda 15.000 ejemplares? ¿Cuántos novelistas tienen el número de lectores que tiene, en un solo día, Arcadi Espada? ¿Qué novela de Félix de Azúa será tan consultada como su blog, con el que ha tenido tanto éxito que se ha visto obligado a volver, tras pretender en vano dejarlo?
Hace unos meses Technorati.com, el buscador de blogs más poderoso, tenía contabilizados más de 53 millones de blogs, aunque la tercera parte de los blogueros abandona sus andanzas cibernéticas a los seis meses de comenzadas. Los blogs son fáciles de crear y usar, y como se adaptan perfectamente a nuestra tendencia narcisa de mostrarnos ante el mundo, han tenido un éxito espectacular, sobre todo entre los ya narcisos por naturaleza, como los escritores. Y esto comienza a generar cambios en la concepción de su literatura. El excelente crítico J. M. Pozuelo Yvancos publicaba hace poco (06/01/2007) en ABCD de las Letras una interesante reseña sobre la novela de Agustín Fernández Mallo Nocilla Dream. Aunque no estoy de acuerdo con Pozuelo en que la obra (uno de los éxitos de esta temporada, lo cual es muy saludable, tratándose de una novela muy literaria y experimental) tenga estructura de blog, creo afortunadas otras reflexiones de la reseña, como ésta, con la que termino: “No puede pasar mucho tiempo sin que Internet vuelva a convulsionar la fisonomía de los géneros. Es inútil adoptar en tales ocasiones alternativas de apocalípticos o integrados. La literatura, que es una necesidad no dependiente del medio, ha sobrevivido a cada cambio profundo del canal de su difusión. Y lo hará igualmente en el siglo XXI. Pero no será la misma. Ni siquiera es deseable que lo sea”.
Notas
[1] “Por otra parte los blogs son una forma de periodismo de intimidad compartida, directo, sin inmediaciones (…) Pero también podrían ser los blogs un caso de lo que podría denominarse vida reactiva, primero reaccionas, luego piensas. Es decir, como una serie de ocurrencias sobre lo que está ocurriendo”; José Luis Molinuevo, La vida en tiempo real. La crisis de las utopías digitales; Biblioteca Nueva, Madrid, 2006, p. 35.
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Me alegro que exista mucho más incentivo de esta nueva vieja herramienta.
ResponderEliminarEn la wikipedia hay una entrada muy interesante sobre litblogs:
http://en.wikipedia.org/wiki/Litblog
saludos.
Es muy cierto que el auge de los blogs ha propiciado un aumento de lo que tú llamas 'tertulias', algo muy saludable para el mismo desarrollo de la literatura en todos sus géneros; al menos, para el que quiera tener listo el oído y sepa escuchar.
ResponderEliminarLo que no me parece probable es que tenga tanto impacto en el modo de narrar, aun cuando tenga cierta influencia en algunos géneros. El blog genera textos relativamente breves, rápidos, que se ajustan a las necesidades o deseos de los internautas (que buscan información, pero de manera precisa y veloz); la literatura exige más reposo, más tranquilidad y -me parece- menos velocidad. Aunque esta forma de escribir pueda ser transportada a un estilo de ficción posmoderno, no creo que se pueda desarrollar mucho más.
En lo que no puedo estar más de acuerdo es que la literatura siempre sobrevive, más allá de los discursos apocalípticos que tan a menudo se escuchan (y, por cierto, muchas veces por boca de los que viven de ella, cacareando su acabamiento mientras cobran royalties). Y, al fin y al cabo, eso es lo que importa.
Primero saludar y pedir perdón. Te saludo Vicente desde Valladolid y te pido perdón, por que he copiado tu entrada en el blog de El Colmo, los chicos de la universidad de valladolid entre las bambalinas de Versátiles. Un blog que acaba de nacer y que precisamente quiere convertirse en la transposición virtual de nuestras tertulias semanales.
ResponderEliminar(http://elcolmocolectivo.wordpress.com/)
Ahora mi humilde opinión. Creo que sí, que internet cambiará el lenguaje literario.
Por un lado, la rápida deforestación podría influir en la impresión de papel, a menos que las empresas papeleras encuentren un material alternativo (el libro trasparente quizá ;) ), el libro verá abocado su destino a la palabra virtual.
Por otro, esta imposición del formato digital puede tener como consecuencia un auge de la novela por entregas. Como decía Sr. Molina, los blogs generan textos rápidos pero esto no se debe tanto a la necesidad de un lector con prisa sino que, como a mi y a muchos que conozco les pasa, leer en el ordenador es agotador, genera un pereza enorme. Y la vista se cansa (y con ello la mente) el doble de lo que se cansa ante un libro (sobre esto, leyendo un libro parpadeamos un 50% menos de lo normal, mirando la Tele aún menos, y ante el ordenador aún menos todavía).
Se me antoja, pero sigue siendo sólo mi opinión, que la novela virtual del futuro quizá no sea más breve, pero sus capítulos podrían ser más cortos... Y por entregas. El blog hubiera sido del total agrado de Dumas.
Por otro lado, que tiemblen los editores y distribuidores. Con este formato se acabaron los intermediarios. Lloraré sólo por las pequeñas librerías.
Aunque, a decir verdad, amo el formato libro. Cómodo, transportable, mimable... No quiero que desaparezca.
Hasta aquí mi perorata. Gracias y buenos días.
los blogs cambiarán o no el lenguaje literario, pero de lo que estoy seguro es de que acerca a mucha más gente a la literatura que cualquier otro medio.
ResponderEliminarEs precisamente este comentario que has colgado el que viene a demostrar, tal vez sin pretenderlo, que de lo que adoleces es de visión futura. El futuro siempre ha sido el principio base de todas las dictaduras como de todos los cambios queridos progresivos. Pero el futuro nunca ha llegado ni se ha hecho realidad cuando le toca la oportunidad de convertirse presente.
ResponderEliminarComienzo a descreer de ti y a encerrarme en mi casa.
Una tertulia es otra cosa. No sé si te das cuenta que utilizas un lenguaje nuevo con un contenido antiguo. Y visto así no hay futuro. O si lo fuera sería toda una memez.
Ultimocenista
Sobre los blogs
ResponderEliminar"Nadiezhda Mandelshtam nos cuenta que ella no entendió inmediatamente el significado de las copias caseras que pasaban de mano en mano, conocidas en la antigua unión soviética como Samizdat (Sam-: por sí mismo, -izdat: editar). Ajmátova decía que vivía como en la época anterior a Gutenberg. Y le daba ánimo a la viuda de Mandelshtam, Haciéndole ver que osip Emílievich, gracias a la difusión de Samizdat, no necesitaba de la imprenta."
Belén Ojeda en el prólogo de la antología de Ajmátova publicada por hiperión.
Saludos,
Vicente, las 15.000 visitas no suponen 15.000 lectores distintos pues muchos de los que te visitan son los mismos que repiten..., pero sí que internet llegará a más lectores de los que el autor puede sospechar, la cuestión es el tema de la legitimación. ¿De dónde procederá? Por ahora de que el personaje haya tenido un pasado contrastado en el universo gutenberg y se atreva a adentrarse en el blog. Yo creo que sí que hay literatura literatura en los blogs lo que ocurre que tú transitarás más por los que son de tertulia (por cierto no era la de pombo la más parecida)
ResponderEliminarHoy por hoy lo más positivo del blog es que aporta libertad y el hipotético acceso al posible lector que puede servir de acicate para seguir escribiendo y profundizar en la novela que cada uno es. Las formas posibles creo que ya está definidas, serán la recuperación del diario íntimo, el diario de viajes o las memorias... En fin nada nuevo bajo el sol.
Los blogs literarios son algo parecido a los blocs de notas. No son literatura en fase final, sino pruebas, ensayos, en los que se afilan los lápices y se cuecen ideas. El de Azúa me parece un hervidero de creatividad. Hay de todo, pero hasta a los trolles argentinos de mal agüero se les saca partido literario. Ah, os agradezco la publicación del artículo.
ResponderEliminarA Gabriel Francisco, gracias por el interesante link.
ResponderEliminarA Sr. Molina: discrepo, los blogs van a tener en muy corto plazo de tiempo mucha influencia sobre la literatura tradicional.
A Christian Supiot: coincido contigo en casi todo. Viva Versátiles!
A Ultimocenista, le agradezco que se retire a su casa, no hace falta que vuelva.
A Escarola, algo de esa condición "inacabada" de los blogs apuntaba Ángel Petisme en una opinión suya sobre blogs (fue de los primeros que lo tuvo en España) que recogí en Pangea. Saludos a los chicos del blog de Azúa, de vez en cuando me paso por ahí, para ver qué hace la "competencia" y aprender algo.
A los demás, muchas gracias por venir, claro. Abrazos.
Bueno, los blogs están cambiando la literatura ya.
ResponderEliminarLa revolución de la web 2.0 es un fenómeno que va a suponer un cambio (tal vez una destrucción) de la literatura tal como la conocemos.
Partiendo del hecho de que la literatura no es lo mismo que 'libro' y eso es algo que a muchos les cuesta aceptar (quizá deba recordar las canciones populares, los poemas épicos y demás fenómenos literarios que se transmitían por el eje acústico-momentáneo y no por el visivo-estable).
Imaginemos por un momento el blog de un escritor de éxito que vaya colgando paulatinamente capítulos de sus novelas en la red, los lectores de dicha novela podrán debatir, opinar y sugerir ideas para futuros capítulos y serán co-autores de lo que están leyendo (sé que hay varias iniciativas de este tipo, incluso alguna se ha editado, pero mi memoria hoy no está con ganas de trabajar).
Con la revolución que va a suponer el papel digital no me parece tan de ciencia ficción pensar en que cada autor o editorial tenga colgados sus libros en pdf para descargar (pagando o no) y poderlos introducir en dispositivos electrónicos para su lectura.
Además de eso, la gente que no tiene posibilidad en la actualidad de publicar, lo puede hacer tranquilamente en su página personal, de hecho en el último medio año he descubierto blogs maravillosos de gente con mucho talento para escribir (desde relatos, poemas... a pequeñas historias de su vida).
Sí, Internet y los blogs están cambiando la literatura y, muy al contrario de lo que dice escarola, no creo que haya que considerarlos 'literatura de prueba', creo que los autores pulen los textos tanto como quieren antes de colgarlos... (bueno, sin contarme a mí, que apenas reviso nada de lo que escribo, ni en papel ni el el blog).
Un saludo.
P.D: Este tema da para muchísimo...
Hola Vicente,
ResponderEliminarCreo que es particularmente interesante un aspecto lateral del debate: ¿qué forma tendrá la nueva literatura?
Me parece un poco absurdo a estas alturas andar dándole vueltas al asunto de si el libro morirá o no lo hará. Me parece, de hecho, un tema "metonímico", por así decir, confundir la literatura con el libro, tal y como han dicho antes.
Pero sí que creo que la lectura en la pantalla retroiluminada limita la extensión de los textos y el relato breve tiene un recorrido corto. Escribirlos acaba por cansar tanto como leerlos todas las semanas.
¿Qué opináis por aquí, vosotros que reflexionáis tanto sobre estos temas?
Un saludo a todos,
Xavie
Hola. Soy Toto. Pego aquí una noticia que encontré esta mañana, mientras desayunaba, en un periódico local de Canarias. Me pareció interesante para contrastar esta entrada de Luis Vicente Mora. Espero que valga como comentario documental, no es otra mi intención.
ResponderEliminar"José Luis Orihuela, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, conferenciante y bloguer, participó la semana pasada en el XIV Programa de Continuidad, organizado por el Instituto Internacional Bravo Murillo, con una ponencia sobre las aportaciones de los llamados weblogs o blogs tras cumplirse ahora diez años desde su creación. Orihuela señaló que el éxito de los blogs entre los internautas se debe a que son "fáciles de manejar, son divertidos, personales y, sobre todo, son adictivos". Los blogs son "un verdadero arsenal de información que abarca todos los géneros y aplicaciones, al tiempo que proyectan su alcance en ámbitos tan diversos como la educación, la política, la empresa y el periodismo".
Orihuela subrayó que "los blogs son el medio de comunicación que más ha crecido en la historia y, actualmente, hay unos 87 millones de weblogs activos y se crean 175.000 cada día; esto nos habla de que es una herramienta revolucionaria". El profesor expuso que los blogs "son herramientas de comunicación digital que se suman a la red y que permiten que la gente corriente se dedique a hacer tareas de comunicación en espacios públicos que antes estaban reservados estrictamente a comunicadores profesionales. La gente ahora publica sus informaciones, sus noticias, sus opiniones, sus fotografías, sus vídeos y los comparte con otros en lo que se llama la web social o la web 2.0".
Dentro de este panorama, destacó los beneficios del uso de blogs para las empresas, dentro del ámbito de la comunicación corporativa. En este sentido, los blogs contribuyen a "organizar estrategias de comunicación de las empresas y son importantes para conocer las opiniones que se establecen en la red sobre sus marcas y productos".
El destacado bloguer afirmó que "en España, en general y a pesar de que no existen los niveles de penetración en internet que tienen los países de nuestro entorno, la web social y la participación y desarrollo de la gente en internet crece a un ritmo notable". En el caso de las empresas, Orihuela considera que "todavía les cuesta adoptar la decisión de participar de un modo más activo en estas conversaciones, es decir, que aún no entienden que estar en la red no sólo es tener una web, sino que es muy necesario participar de la conversación. En este punto se está ahora; las empresas son cada vez más conscientes de que algo está cambiando en la comunicación pública pero todavía no se alcanza a ver cómo entrar en esta nueva cultura, en este nuevo debate".
En Canarias hay una comunidad bloguer bastante importante que está reunida en torno a dos portales. El más importante es Mangasverdes, que lleva Manuel Almeida, uno de los diez más importantes en lengua española. Esto nos muestra que se pueden superar todas las restricciones o barreras espaciales y hacer que si tu comunicación es de calidad, aquello trasciende con independencia del sitio desde el que escribes".
Buenas tardes al "propietario" del blog y a todos sus lectores.
ResponderEliminar"Porque no nos engañemos: del mismo modo que todo futbolista quiere estar en el Real Madrid (no en el de ahora, pero ustedes me entienden), todo bloguero literario quiere publicar en libro."
Exacto, no nos engañemos, yo no.
Claro que quizás no pudiese aunque quisiese, pero esa es harina de otro costal.
Por otra parte, en estos diarios de la tela de araña mundial hay mucha gente que escribe por la mera necesidad de escribir y sin ningún ánimo de saber si lo visitan tres o un millón.
A mi, particularmente, eso si me interesa, pero más por conocer a la gente que viene a leerme que por saber el número.
A mi escribir ya me sobra, lo demás son añadidos.
Aunque claro, respeto todas las opiniones y todos los motivos.
Un saludo.
"En todo arte hay una parte física que no puede contemplarse ni tratarse como antaño, que no puede sustraerse a las empresas del conocimiento y el poder modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son desde hace veinte años lo que eran desde siempre. Hay que esperar que tan grandes novedades transformen toda la técnica de las artes y de ese modo actúen sobre el propio proceso de invención, llegando quizás a modificar prodigiosamente la idea misma del arte. [...] La obras de arte adquirirán una especie de ubicuidad."
ResponderEliminar“La conquista de la ubicuidad” texto de 1928 incluido en Piezas sobre arte, Paul Valery.
Claro que la ubicuidad es uno de los rasgos más destacados –o más bien todo lo contrario de un rasgo, una amorfidad- del mercado...
Y la misma antigüedad de la cita nos podría recordar que “El que ve lo de ahora ha visto todo cuanto hubo desde la eternidad y cuanto habrá hasta el infinito, pues todo tiene igual origen y aspecto.” Marco Aurelio, 37, Libro VI, Meditaciones
Bueno, desde mi atalaya creo que los blogs son más el medio que la forma. Con esto quiero decir que:
ResponderEliminara) Repercutirán y deben, de hecho, influir en toda la literatura.
Pero
b) No los veo como sustitutivos de la literatura, per se. O sino vean la escasez de triunfos de blogs de ficción, al menos en castellano, dónde corona el rey Hernán Casciari.
Aún así, si se pueden usar como "otras" formas literarias: un blogger latinoamericano se fingió de golpe enfermo terminal y logró romper todas las visitas. Hay un blog de un vagabundo, Homeless Guy, (http://thehomelessguy.blogspot.com/) que también es muy interesante: a veces el tipo parece imitar el tono de un blues descarriado y uno no puede dejar de sospechar, a pesar de las fotos y éxito obtenido con sus colectas, dónde está la "realidad".
Yo creo, honestamente, que (tertulais incluidas) que lo interesante de una bitácora es cuando se entiende como un heredero ideal del fanzine y derivados.
Internet y el futuro de la narrativa
ResponderEliminarSe ha abierto un interesante debate en varios blogs sobre la "autopublicación" sin intermediarios. No entraré en sus pormenores. Atenderé sólo a los argumentos que, por su pertinencia o su desorientación, clarifican el tema [1].
Dejo aparte controversias semánticas sobre conceptos como calidad, masa o individualización masiva. La cuestión más relevante del debate es, a mi entender, la de los filtros.
Nonwriter: "Mi problema es más bien el exceso (unos 150.000 libros en español al año) y el desenfoque que este exceso procura. A medida que la marea de libros crece uno va necesitando afinar más sus métodos de selección y descarte. (...) Por eso encuentro que cada vez son más necesarios los filtros, y el montaje de la industria editorial, con sus profesionales del examen de manuscritos y sus asesores de marketing cumple, queramos que no, un papel de primer dique que no se debe desdeñar (...) Un catálogo editorial infinito (Lulu saca 15.000 libros al mes, y subiendo) desalentará al lector de novedades antes que estimularlo. Exagerando un poco la nota se puede decir que caminamos hacia un panorama donde todos seremos autores y lectores únicos de nuestras obras."
Berlin Smith: "Es irrelevante para cada uno de nosotros que se publiquen ciento cincuenta mil o dos millones quinientos mil títulos al año. (...) Es bien cierto que la abundancia requiere filtros. Pero no porque unas cosas merezcan la pena y otras no, sino porque no podría encontrarse con facilidad lo a que a uno le merece la pena."
En este caso, los argumentos de Berlin cuentan con mi aprobación. Apoyo modesto cuando a Nonwriter lo secunda un Harold Bloom:
"El horror que en mí provoca Internet se funda, por cómico que parezca, en algo que es una carga perpetua en mi vida: cada nuevo día trae su pila de obras maestras que yo no he pedido: poemas, cuentos, obras de teatro, novelas, ya en manuscrito, ya en galeradas o encuadernadas. No puedo responder, y a estas alturas es probable que no lo hiciera aunque pudiera. Millones de nuevos escritores, en todas las lenguas, publicarán en la red: ¿quién distinguirá entre ellos? ¿Quién los diferenciará? ¿Cómo podemos hablar del futuro de las formas literarias cuando flotarán en el enorme y amorfo océano de Internet? Nadie tendrá fuerza necesaria para afirmar que una mente, un talento individual sobresale de ese océano de muerte, el mar universal de un caos que regresa. (...) En Internet, todo el conocimiento está a nuestro alcance; sólo falta la sabiduría. Entonces, ¿tenemos que ver allí una nueva especie de libro de caballerías en el que todo se sabe y nadie es sabio?"
Bloom habla (y yo seguiré hablando) de la publicación en Internet; pero es seguro que no dudaría en extender sus aprensiones a esta nueva y cuestionada forma de autopublicación en papel. Sin embargo, Bloom -pese a su alarma ante el "mar universal del caos que regresa"- ofrece una tabla de salvación a los lectores y autores náufragos en ese "océano de muerte".
"No creo que la era de la información y de la realidad virtual marque el inicio de una nueva conciencia o de una nueva perspectiva en lo que en Occidente queda de cultura digna de ese nombre. Algo todavía queda, sin duda, y quedará; una vez que hemos aprendido a leer a fondo, leer es algo que difícilmente muere. Los lectores solitarios surgen por todas partes. Como escribió Emerson: "la Musa, atónita, descubre que tiene miles de su lado"."
Tabla esta del buen lector a la que unos se aferran con inquieta esperanza:
Rafael Herrera: "Debe haber una mediación que, con criterios de calidad, consiga filtrar la decisión personal de publicar."
Nonwriter: "Al final la única manera de orientarse en la selva es fiarse de otros. (...) Pero se me ocurre que no estaría nada mal irnos posicionando como conferidores de importancia en nuestras redes."
Y que otros convierten en bajel de guerra pertrechado con cañones de futuro:
Berlin Smith: "Sí es bien cierto que “tenemos trabajos que las editoriales no quieren y que, con todo, seguramente consideramos lo mejor de nuestra producción”, pero es mejor todavía que, estando en la red, siempre hay alguien (¡alguien!), que querrá acceder a él y que lo hará, por muy grande que sea la masa de libros: ya no es una masa, es la suma de miles y miles de pequeños nichos que siempre tienen personas detrás de ellos. Con la individualización masiva, los nichos y lo popular tienen sitio simultáneo siendo el lector el verdadero juez, pues elige él sus filtros de confianza para encontrar esa aguja en el pajar que encaja con sus intereses y deseos. Un filtro son ustedes mismos si les da por recomendar una lectura en sus estimados blogs"[2].
Y, sin embargo, la alarma que la inflacionaria política de publicación provoca en Nonwriter, en Herrera, en Bloom está perfectamente justificada. Los tres aciertan en el diagnóstico; pero los dos primeros se equivocan en la etiología y el tercero sólo nos pone en camino de ella.
La cuestión no es que necesitemos filtros que garanticen la calidad de lo publicado (en libro o en Internet); ese argumento lo desmonta Berlin Smith cuando sostiene -acertadamente- que sólo necesitamos filtros que nos guíen (sea en inestable pecio o en insumergible bajel) hasta la literatura que amamos. Pero Berlin no repara en un problema primario y esencial: sólo puede haber faros que nos guíen mientras sigan existiendo esos lectores del lado de la Musa que, por la fuerza de su autoridad lectora, se constituyen en filtros y guías. Y que la existencia de esos lectores depende, necesariamente, de la existencia de escritores a través de los que la Musa habla. El sistema de filtros deja de tener sentido cuando no hay mensaje de la Musa que escuchar ni oídos capacitados para escucharlo.
El mismo Bloom parece dejarse vencer a veces por el escepticismo:
"A veces le doy vueltas a la idea de convertirme en nigromante, a la manera de Próspero, y despertar a mi ídolo, el doctor Samuel Johnson, el más grande de todos los críticos literarios, del sueño de la muerte. Johnson, horrorizado ya en sus días por la muchedumbre que se apiñaba en Grub Street, daría la espalda al caos que se nos viene encima, se encogería expresivamente de hombros y volvería a Homero y a Shakespeare" [3].
Sin embargo, apelando a su fe en el genio, Bloom consigue vencer su johnsoniano escepticismo y extiende hacia los grandes escritores la confianza otorgada antes a los grandes lectores:
"Nadie puede profetizar el advenimiento de otro escritor de la altura que con toda razón otorgamos a Kafka, Proust, Joyce y Beckett. Hasta que vuelvan a aparecer entre nosotros autores de esa fecundidad y originalidad, seremos incapaces de decir si las nuevas formas literarias engendrarán titanes o si la inquietante e intensa energía de un gran espíritu creará una forma nueva, una manera de narrar que tal vez ahora no reconocemos como tal. (...) Sugiero aquí que, hoy más que nunca, necesitamos regresar a la idea de genio individual, a la forma del escritor más que al escritor en la forma. La imaginación literaria y las formas narrativas no existirán fuera de sus encarnaciones en posibles escritores y posibles obras. El futuro de la narrativa es, por fuerza, el futuro de los escritores que, en sus cruciales combates con el pasado, repetirán la lucha de Homero.
En contra de McLuhan, declara: Sin embargo, no debemos sobrestimar la influencia de la tecnología en el genio literario, que sigue sus propias leyes, desafiando a menudo las sobre- determinaciones del historicismo."
El medio no es el mensaje. No obstante, aunque el imperio tecnológico no acabará con el genio literario, las presiones que éste ejercen sobre la actividad de la escritura son tan poderosas que han condenado a la narrativa "tradicional". Las nuevas tecnologías influirán decisivamente en el genio futuro, ya que -para confirmarse como tal- deberá escribir contra el mundo que éstas habilitan. Los nuevos narradores de genio serán aquellos que obtengan sus fuerzas de las limitaciones que les imponga el medio tecnológico. El arte del futuro será elíptico o no será. Merece la pena reproducir por extenso la reflexión de Bloom:
"¿Dónde encontrar la sabiduría si hemos de desterrarla de la literatura? En narrativa, las discontinuidades casi siempre han marcado esa forma que llamamos romance; tal vez los del siglo XXI tomen la discontinuidad como punto de partida y de llegada. Pero si la discontinuidad absoluta puede seguir siendo narrativa es una cuestión ya zanjada por el fracaso de todos esos métodos, desde Dadá a Burroughs, que nos han dejado un par de aforismos y poco más. ¿Dónde, entonces, encontrará sus modelos la futura forma? (...) Tal como insiste Alistair Fowles en Kinds of Literature (1982), el término narrativa es dudoso como distinción de género. En el sentido en que ahora lo empleamos, tiende a ser un término literario engañoso, pues con él abarcamos toda la novela occidental, desde Henry Fielding y Laurence Sterne hasta Marcel Proust y el primer Samuel Beckett. Y esta forma, aunque no muerta, está muriéndose; se ahogará en el oceánico Internet. (...)
Sin embargo, Homero, que sigue siendo el mayor contador de historias -junto con el escritor Y, el Yahvista-, funda su arte precisamente en no contar todo lo que ha oído. Allí, en la transición entre memoria oral y escrita, nos cautiva la autoridad de historias contadas sólo en parte. Para mí, ésta es una pista sobre el futuro de la narrativa en el momento en que entramos en la era de la información total. Si aparecen entre nosotros nuevos talentos en el arte de contar historias, evitarán lo enciclopédico, algo que todavía es un mérito peligroso en Thomas Pynchon. El arte narrativo será una elipsis. (...)
La literatura sapiencial es casi siempre elíptica; los buenos proverbios evitan declarar sus valores. ¿Dónde encontrar la sabiduría? En las narraciones elípticas del futuro que se parecerán más a Lewis Carrol que a Flaubert y Joyce, espero ver el consejo indirecto y sabio que sólo la literatura puede brindar. Thoreau dijo que no era ni un ápice mejor que sus vecinos; sólo leía libros mejores. Las dificultades de lo enciclopédico -de Finnegans Wake y En busca del tiempo perdido- no convienen a la era de la información. (...)
En mi opinión, el futuro pertenece, en parte, a una especie de literatura sapiencial elíptica, tal vez un verdadero regreso a Lewis Carrol y a visionarios afines de un mundo especular. Al mirar en un espejo, no vemos la realidad virtual. Vemos, en cambio, nuestra realidad, aunque muchas cosas queden fuera. La sabiduría determinará cuánto hay que omitir en esos torsos caros y elitistas que constituirán nuestra mejor narrativa en el futuro próximo."
Siguiendo su costumbre, el apocalipsis sólo ha sido alimento para los profesores y un desahogo para los resentidos:
"El cielo no se vino abajo en la época de T.S. Eliot, ni con la moda de los profetas postmodernistas de París, y tampoco ha caído el cielo sobre nosotros durante lo que he llamado los días del resentimiento, de esa corrección política que ya decae."
Las trompetas que, con la llegada de las nuevas tecnologías, anunciaban el apocalipsis han resultado tocar, una vez más, fanfarrias por un nuevo comienzo. Y, sin embargo, un oído atento puede escuchar las notas desafinadas.
El peligro de la autopublicación es el mismo que el la publicación en Internet: caer en la red (metáfora doblemente pertinente) de la cultura de la prisa y la facilidad. Se dirá que el escritor de artículos en bitácoras y foros no pretende pasar por autor de obras "serias" o de largo aliento, que su labor es más parecida a la del articulista de prensa. Puede que sea cierto. Pero, contra Bloom, yo no menospreciaría los condicionamientos del medio. Escribir en Internet nos acostumbra a la instantaneidad, nos confiere la satisfacción de sabernos leídos casi sin necesidad de trabajar los textos. Tras cada publicación en Internet, uno puede oír el consejo de Berlin Smith:
"Escribid y publicad malditos (...), sed dueños de vuestro trabajo, divulgadlo, vendedlo o regalarlo si queréis, regodearos con vuestro nombre oliendo a tinta. Que no os importe que os lean tres o cuato o cinco. Basta que os lean. Sed libres, haceros artistas."
Uno no publica tanto porque sienta que tiene algo relevante que decir, como por el propio placer onfaloscópico de verse publicado. Millones de blogs inundan la red con vulgares o sofisticadas banalidades. Escribimos artículos propios, comentamos los ajenos, respondemos a los comentarios que recibimos... Acabamos convirtiendo nuestras páginas de Internet en espejos que nos confirman a diario como los escritores que queremos o creemos ser. Es el "kikirikí autoafirmativo del yo" contra el que nos alerta Rafael Sánchez Ferlosio.
El problema, pues, no es encontrar la aguja del texto deslumbrante en el gigantesco y oscuro pajar, sino evitar la tentación de la facilidad. Lo dice el propio Bloom:
"Sin embargo, para el lector, la búsqueda de lo Sublime siempre exigirá abandonar los placeres fáciles por otros más difíciles."
La cuestión es si la costumbre de escribir en Internet no nos hace aun más difícil lo difícil. Nunca, desde la extensión de la alfabetización, la "alta cultura" había sido tan menospreciada. Desde el mismo centro del mundo letrado, nuestros sistemas educativos han precipitado un ataque inequívoco contra el elitismo cultural: la aristocracia del mérito y del talento ha sido sustituida por la demagogia de la mediocridad. Cierto: la alta cultura siempre ha sido materia viva para unos pocos. Dante, Milton, Proust nunca fueron lecturas comunes; pero sí eran el modelo (aunque se tratara de mera retórica) de los sistemas educativos oficiales y de las clases letradas. Hoy, ni siquiera sobreviven en los (ensimismadamente nacionales) manuales de literatura. En buena parte del mundo occidental, especialmente en los Estados Unidos -país del que se ha importado la ideología del actual sistema educativo español-, incluso se los denigra:
Philip Roth: "Leer a los clásicos es demasiado difícil, por lo que la culpa la tienen los clásicos. Hoy el alumno hace valer su incapacidad como un privilegio. Si no puedo aprender una cosa es porque hay algo erróneo en ella, y especialmente en el mal profesor que quiere enseñarla. Ya no hay criterios, señor Zuckerman, sino sólo opiniones".
Aunque no hay profesor que ignore esta realidad, no soy apocalíptico: la gran literatura, qué duda cabe, sobrevivirá a esta y a otras zozobras futuras; pero tampoco soy integrado. Las docilidades de internet y de la autopublicación crearán la ficción de que hay más escritores; pero no favorecerá la aparición de nuevos talentos. Es incluso presumible que los hará más infrecuentes. ¿Descubrirá la Musa, atónita, que cada vez tiene menos de su lado?
Fatal y quizá irreversiblemente, nos hemos acostumbrado a las comodidades de la facilidad. Nos hemos entregado a la neurótica dependencia de los teléfonos móviles, los foros, las bitácoras, los chats, el correo electrónico. Incluso la televisión y la radio -temerosas de perder su puesto en la "feria" de la comunicación- se han vuelto interactivas. Hoy, nuestro lema es el consejo de Marshall McLuhan:
"Lo que sucede es que debemos vivir con los vivos."
Esto es: conectados permanentemente con los demás; demandando atención y respondiendo a las demandas de atención inmediata; entregándonos a ese simulacro de comunicación que las nuevas tecnologías nos procuran [4].
Acaso, la cuestión de nuestro tiempo sea, en palabras de Jonathan Franzen: "el problema de preservar la individualidad y la complejidad en una cultura de masas ruidosa y que distrae". El verdadero lector y el verdadero escritor deben aprender, por encima de cualquier otra cosa, a estar solos [5].
Quevedo, incurriendo en un anacronismo que ha sido descubierto a la larga, contesta a McLuhan desde el pozo del pasado:
"Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.
Las grandes almas, que la muerte ausenta,
de injurias de los años vengadoras,
libra, ¡oh gran don Joseph!, docta la emprenta.
En fuga irrevocable huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta,
que en la lección y estudios nos mejora.
La supervivencia de la gran literatura depende hoy (ha dependido siempre) de esas minuciosas, sosegadas y fecundas conversaciones entre los vivos y los muertos.
En el Libro del Bushido podemos leer:
"La soledad del samurái sólo es comparable a la de un tigre en la jungla."
El lector y el escritor serios serán merecedores, hoy más que nunca, de ese destino ejemplar.
[1] Estos son los artículos a los que hago referencia:
http://www.generacionred.net/2007/06/13/libros-masa-sea-vulgar-publique-un-libro/
http://nonwriter.blogspot.com/2007/06/morir-de-exceso.html
http://www.generacionred.net/2007/06/15/autores-rebeldes-en-contra-de-berlin-smith/
[2] Claro que las esperanzas de Bloom son tan inestables como sus profecías apocalípticas: "Es posible que no vuelva a haber monstruos de la lectura. Tal vez represente yo una especie extinta [uno quiere suponer verdadera autoironía a lo que precede y a lo que sigue], y éste es precisamente el temor en que se inspiran mis bromas esporádicas, como cuando digo que soy un Bloom Brontosaurus Bardolator."
[3] Nonwriter apostilla, acaso sin saberlo: "Tengo un amigo que se niega a leer nada que no tenga doscientos años como mínimo; sin darle la razón del todo, tiendo cada vez más a ese escepticismo ante las novedades". [Nihil novum sub sole].
[4] Cito un trabajo universitario sobre el pensamiento de McLuhan: "El medio eléctrico ha roto las barreras comunicacionales de tiempo y espacio. Lo que antes se llamaba público (entes aislados, con puntos de vista diferentes), el medio eléctrico lo constituyó como masa (entes relacionados entre sí, obligados al compromiso y a la participación). Ahora, por más que algunos quieran conservar el pensamiento lineal y no participativo, no existen individuos aislados: todos vivimos en una aldea global en la que continuamente estamos siendo bombardeados con información nueva, una tras otra. (...) Actualmente, el medio más atractivo para analizar este punto de vista es Internet. McLuhan tuvo la facultad de visualizar un medio donde no existe el espacio, una especie de “feria mundial” donde se maneja la información a la velocidad de la luz y sin restricción alguna. Con esta nueva tecnología se rompe definitivamente el patrón aislado y limitativo; todas las personas tienen acceso a la información actualizada y a la comunicación masiva en tiempo real. El individuo se torna dinámico y participativo y la respuesta es inmediata."
[5] Tema que trataré con mayor profundidad en otro artículo (uno más).
Un cordial saludo para usted y para los contertulios de su blog, Vicente.
El blog y la literatura independiente
ResponderEliminarA menudo hablamos de cine o de música independiente, y sin embargo no es tan común escuchar este calificativo referido a la literatura. Habría que preguntarse por qué, pero antes será mejor aclarar que se esconde tras el uso del adjetivo. En principio, una obra de arte independiente es aquella que por no ajustarse a las exigencias del mercado debe buscar canales de producción, promoción y distribución alternativos a las empresas dominantes en su sector. Con presupuestos nulos o raquíticos, el artista o los artistas se ven obligados ejercer todos los oficios implicados en el proceso para que su obra llegue finalmente al público, además de asumir la escasez de medios como sello especial de su propio lenguaje artístico. Obviamente, el arte independiente es el terreno de los aspirantes, de aquellos que todavía carecen de la fama o las influencias necesarias de la empresa o la institución, y estos habitualmente suelen ser los jóvenes. El joven aspirante deberá entonces demostrar una valía excepcional para suplir la falta de medios con grandes virtudes pragmáticas y creativas. Su triunfo: conseguir llegar con éxito a un público que aprecie su obra, independientemente, y nunca mejor dicho, de las retribuciones económicas que ello pueda reportarle.
Hasta aquí, el arte independiente no sería más que el arte hecho por jóvenes sin un duro por amor al arte. Sin embargo, la sedimentación paulatina de los artistas en esa categoría ha acabado por generar un canal paralelo al mayoritario que ya no sirve como trampolín, sino como alternativa estable secundada con éxito por un público concreto. Se han consolidado así productoras independientes, discográficas independientes, festivales de cine y música independientes, y sí: públicos independientes. El fenómeno tiene mucho la proliferación masiva de oferta cultural, que ha provocado una atomización del público, antaño más gregario. O dicho en otras palabras: se producen más cosas pero se consume menos de cada cosa. Y dentro de esa atomización, lo independiente ya no se esgrime como la etiqueta de lo es escaso de medios y artísticamente puro, sino como un género más a añadir a los tradicionales, como el western, la música folk, el reagge, el cine de terror o el heavy metal, por poner algunos ejemplos.
No se puede decir que un fenómeno análogo esté sucediendo en el panorama literario. La etiqueta “independiente” no se utiliza para nombrar un género concreto de literatura, como ocurre con el cine y la música. (Se puede comparar el número de entradas en el Google de "música independiente" o "cine independiente" respecto a "literatura independiente")Existen, desde luego, editoriales que podemos calificar como independientes por su escasez de medios; no porque publiquen una clase de literatura diferente, pues sus criterios vienen a ser los mismos que los de las grandes editoriales. Asimismo, ningún autor se califica como independiente, quizás porque se considera acertadamente que esta etiqueta en literatura está vacía de significado.
Ahora bien; sí existen razones para empezar a hablar de literatura independiente como etiqueta válida para calificar muchos de los blogs literarios. La inmensa mayoría de sus autores son personas anónimas sin posibilidad de publicar su obra en ninguna editorial. Como alternativa de bajísimo coste, se recurre el blog. El propio autor se convertirá así en el diseñador, editor y promotor de su obra, asumiendo todos los roles del proceso, y sin esperar más recompensa que la difusión de sus escritos (pretender beneficios económicos es casi siempre ridículo). Sin la necesidad de adecuarse a los criterios marcados por el mercado, la editorial o la institución, sin la corrección editorial subsiguiente, sin deuda alguna con un publico lector demandante de estructuras literarias (genéricas) identificables y asentadas en una tradición, sin deuda tampoco con el tradicional criterio de calidad que se exige a una publicación física, el autor de blogs se ve completamente libre para desarrollar su creatividad del modo más estimulante y adecuado a sus propios intereses. Por eso con los blogs sí podemos empezar a hablar de literatura independiente.
Los blogs son una herramienta divulgativa en auge y a su vez necesaria, un amigo cercano me comenta que un blog es un bonsai al que cuidar personalmente, no para ser leído sino para ser escrito, si bien, lo cierto es, que se trata de un espacio habilitado en este mundo, cada vez menos virtual y más real, para desarrollar una actividad en la que se intercambian opiniones, experiencias, vivencias, palabras...
ResponderEliminarEl futuro de la literatura, irremediablemente, debe pasar por los blogs.
Una propuesta de lectura sobre este tema, planteada desde la orilla mexicana y fronteriza (Tijuana) por parte de Heriberto Yépez:
ResponderEliminarhttp://www.literaturas.com/heribertoyepezweblogfebrero2003.htm
Gracias por la pista, Daniel. Un abrazo.
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