[Publicado hoy en Diario Córdoba]
Ayer se fue Francisco Pérez Martínez, más conocido como Francisco Umbral. Entre los escritores, decir que te gusta Umbral es peligroso; para todos, es o era un gran articulista; para la mayoría, un autobiógrafo –o biógrafo, en el caso de Valle-Inclán– bastante decente, pero un novelista poco hecho.
Estamos de acuerdo en que quizá sus novelas sólo alzaban el vuelo cuando sus hilos se mezclaban con los de su vida; cuando su perfil biográfico o el de sus conocidos o familiares –en especial, su madre-, asomaban en sus páginas, dotándolas de una incuestionable fuerza. Como narrador, e incluyendo el tremendo Mortal y rosa, los mejores libros de Umbral fueron esos libros de memorias, como Los cuadernos de Luis Vives, que se convertían súbitamente en ensayo, en poesía, o en registro documental de un tiempo o de unos personajes que iban a salvarse de la quema de la historia precisamente gracias a él, por el poder de su prosa y la fuerza de su verbo. En su último artículo publicado, “Eugenio d’Ors” (El Mundo, 28/07/2007), escribió sobre el bueno de don Eugenio: “podemos decir que d'Ors promovió gloriosamente la cultura verbal de la época e hizo que esa cultura cobrase prestigio por un solo hombre y todos los que le imitaban”. Bueno, en realidad eso es justo lo que podemos decir de él; como sintetizó Lázaro Carreter en frase que recogí en Circular, Umbral fue el gran creador del idioma, en el sentido de que él lo vigorizó, lo tomó a la vez por arriba, por el léxico arduo de Quevedo y Valle, y por abajo, del español del rastro y los arrabales madrileños. Con esos mimbres (todos los posibles) hizo en sus libros y artículos un castellano puro, un español total, que no dejaba fuera a nadie. Su última frase escrita en periódicos: “Toda guerra promueve genios”. Quizá en su caso fue cierto, porque se ha ido uno de los últimos genios del idioma.
Lamentablemente ayer alguna televisión se afanó en recordarlo por su mal humor y por aquella frase ya lapidaria: Yo he venido aquí a hablar de mi libro.¿Tanto puede determinar una frase a una persona?
ResponderEliminarUmbral era él y su personaje, nunca lo negó, y su personaje le jugó algunas malas pasadas. Yo prefiero dejar aparte el personaje -de la persona que había detrás no pudo hablar, porque no le conocí- y recordar la obra, o parte de su obra, que es lo valioso.
ResponderEliminarCreo que en eso estamos los que nos gusta la literatura, sin embargo los del tomate están a lo otro. La lástima es que un noticiario se apunte a lo del tomate y no a la literatura. ¿No? Y eso no excluye que tuviera un carácter difícil, pero hay que separar persona de obra. Otro casi similar, y que estoy viendo que pasará lo mismo, es el de F.F. Gómez con la frasecita, "a la mierda"... Cuánto tardarán en hace lo mismo..
ResponderEliminarPalabras de barro y luz:
ResponderEliminar"Los periódicos manejaron todos los viejos tópicos ramonianos: ´malabarista de las palabras´, ´mago de la ilusión´, ´creador proteico´(nadie tan igual a sí mismo). Comprendí lo que ya sabía: que en este país te colocan tres adjetivos y dos frases y ya nadie varía eso en cincuenta o cien años de vida literaria.
Los adjetivos y las frases pueden estar equivocados, puede haberlos lanzado el propio interesado, o un editor torpe, pueden haberse quedado viejos. Es igual. Nadie los moverá ya nunca. Luchar en España, es luchar por el tópico. Nunca se llega a la gloria ni a la fama ni a nada. A lo más que se llega es al tópico."
Francisco Umbral. "La noche que llegué al Café Gijón"
Martín, cuánto tiempo, bienvenido de nuevo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPues cuánta razón, Martín.
ResponderEliminarLeí "La forja de un ladrón" de Umbral con 16 años y se convirtió en unos de esos libros que hay que leer en la adolescencia (y no después), como "Trópico de cáncer", "El lobo estepario" o "Werther"
ResponderEliminarUmbral era un monstruo
No es para tanto. Umbral era un buen tipo, simpático, alegre, jovial. Siempre contento y caballeroso. A mí me recordaba un poco a Cela, pero mejor escritor. Si Cela estaba amargado no se apreciaba en su escritura; a Umbral en cambio sí. Una novela muy célebre es "Las señoritas de Avignon". Te la recomiendo. Me hizo pasar muy buenos momentos. Ahora nos queda Prada, más gordo, más pelo, más tristeza, menos calidad...
ResponderEliminarBesos,
Ácrata
Estimada Ácrata, no hacía falta denostar a Prada para ensalzar a Umbral, la verdad.
ResponderEliminarSi Prada o alguien en su nombre quiere responder, aquí tiene espacio. También puede responderte directamente, imagino, en
http://acrataperez.blogspot.com (si echas órdagos, imagino que permitirás que te los echen, ¿no?).
Saludos.
Te leí esta mañana bien temprano en el periódico.
ResponderEliminarUn abrazo, Nacho.
ResponderEliminarCon Umbral, sucede a veces, salvando las distancias, (bastantes) como con Gomez de la Serna. En algunas lecturas su prosa es fulgurante, potente, hiponótica y en otros momentos esa misma prosa tiene algo de abotagargante que te hace perder el interés por ella. Todo lo que atrapa por excesiva y rica, a veces te aleja de ella por lo que tiene de fuegos artificiales. De todos modos, quizá lo más grande de Umbral siga siendo "Mortal y rosa".
ResponderEliminarSe me olvidó en el anterior comentario: Enhorabuena por tu blog. Crítica necesaria la tuya, que seguimos con fidelidad.
ResponderEliminarNo, hombre, si yo no quería denostar a nadie, solamente quería demostar. Te faltó cambiar las nasales. Me gusta tu blog y lo que escribes, no tenemos confianza, pero, si me permites un comentario no denostable falta algo más de sangre, sin necesidad de pistolas, claro. Está todo muy plano, como pasado por un compresor.
ResponderEliminarOtra cosa: por supuesto que me gusta jugar al mus. Ordagos y envidos, he ahí la cuestión. El juego, amigo Vicente, el juego es lo que nos hace vivir, o revivir.
Un beso y ven a mi casa cuando quieras, estás invitado, pero no vengas solo, ¿eh?
Canibalibro, gracias y saludos.
ResponderEliminarÁcrata Pérez: bueno, te ha tocado una racha sin sangre, pero créeme que la ha habido. Ni te imaginas. Saludos.
No es ausencia de opinión sino completa conformidad con sus palabras lo que me hace citar las de Miguel Barrero:
ResponderEliminar"Se ha muerto Francisco Umbral, el escritor que se tiró media vida escribiendo el mismo libro y ocupó la otra media en vituperar a quienes entendía que podían ser sus rivales. Se fue el máximo apóstol de la prosa sonajero, el verdadero maestro en el arte de decir sin tener nada que contar, el admirable estratega que se enrabietaba con quienes no estaban dispuestos a concederle sus favores, el hombre que presumió siempre de situarse a la contra del poder cuando lo que en realidad hizo fue adaptarse -de modo interesado y no pocas veces rastrero- a cada nueva circunstancia política, el columnista que tantos han imitado hasta alcanzar las más altas cotas de paroxismo convirtiendo en pura parodia lo que una vez fue un revulsivo periodístico".
Barrero dice muchas más cosas que pueden leerse en su blog (http://www.inblogs.net/miguelbarrero/) pero me parece que en este párrafo hace un resumen muy acertado de la trayectoria literaria y moral de un personaje sobrevalorado cuya mayor virtud, probablemente, fue la incontinencia (incontinencia literaria, me apresuro a aclarar, aunque también de las otras).
Por lo demás, a veces hasta resultaba simpático, ¿no?
Saludos a todos.
JLP
Piquero, de todo lo que has pegado anteriormente me quedo con tu última impresión: "a veces hasta resultaba simpático". No, con menos: "hasta resultaba simpático". Lo demás sobra, lleva hasta al repudio, al repudio total hasta de quien escribió y redactó esos parafraseos y de quienes les hacen eco.
ResponderEliminarQué pasada!
Palabras despreciables y rapugnantes... Hacía tiempo que no chirriaban mis oídos. Qué poco sentido literario, qué tosco, qué...
Toto
Sólo puedo y quiero decir que yo he aprendido a escribir con Francisco Umbral.
ResponderEliminarPor cierto ¿por qué nadie habla de Un ser de lejanías? Creo que es tan buen libro como Mortal y Rosa.
Amigo Anónimo Totó: Tu desprecio me deja indiferente, así que puedes ahorrártelo, aunque sólo sea por pura economía emocional. Por lo demás, me he limitado a recoger una opinión que muchos compartimos y eso no cambiará aunque tus oídos chirríen hasta agrietarse.
ResponderEliminarNo me gusta hacer de Bruja Lola pero apuesto a que dentro de 20 ó 30 años (y que tú y yo estemos aquí para verlo) los libros de Umbral serán tan inencontrables como los del premio Nobel Echegaray. Salvo quizá en librerías de viejo. Y dentro de otros 20 ni siquiera eso.
No obstante, me parece estupendo que Umbral tenga lectores, fans, admiradores y turiferarios. Estos días hay muchos entonando la canción que tú quieres oir, conque puedes superar tu repugnancia y encontrar la calma.
Saludos cordiales.
JLP
Yo no he leído ninguna novela de Umbral. Lo intenté con sus artículos como primer paso pero se me atragantó tanta querencia al lucimiento y los fuegos artificiosos. Mis preferencias son bastante más sobrias. El que haya muerto no va a cambiar ni maquillar mi opinión. Por eso no entiendo la crítica de Toto a JLP, pues este último ha sido fiel a sus gustos, sin hipocresías ni cortapisas.
ResponderEliminarLeo el post completo de Miguel Barrero. No es incoherente lo que escribe. Llega la muerte de un escritor de toda la vida y nos damos cuenta de que la literatura que queremos no es como se la esperaba Umbral. Esto es, menos grandilocuente que él, menos impostada. M. Barrero salva “Mortal y Rosa” por ser el único libro donde Umbral decía “su” verdad. También, por tanto, una literatura menos “mentira” es necesaria para algunos. Es mi caso.
ResponderEliminarMe equivoqué de entrada (las vacaciones)
ResponderEliminarVitorino al habla,
no nos conocemos Vicente pero celebro que te haya gustado Herbert. Por cierto tenías cierta deuda con tu editor.
Por otro lado creo que es hacerle un flaco favor al libro enmarcarlo en la tradición de literatura-sobre-drogas-y-drogadictos. Aunque veo que has insistido a un comentarista en que el libro vale la pena. Mucha gente que crea que el libro es para lectores gustosos del tema, optará por no leerlo, entiendo que el subgénero tiene sus tótems pero Herbert lo trasciende. Herbert se acerca a la poesía, de hecho es poeta, de hecho el libro empieza como una bella poesía. La intención de Herbert es tender casi siempre a lo póético aunque el emboltorio sea del lumpen y la juventud marginal. Entiendo que Herbert utiliza el material que le conviene para crear, pero sus textos no son panfletos pro, ni, puesto que no hay moralina, exigen un razomiento social más que cualquier otra obra literaria. El autor invita al lector a un juego poético, literario, en el que fuerza los límites del género hasta el extremo de hacer literatura con una receta de coca.
En fin creo que Herbert sabe muy bien lo que hay que hacer y lo hace a la perfección.
Por lo que veo la mayoría de los comentarios analizan el tema haciendo incápié en lo moral/amoral del libro; en si el autor es o no consumidor; en la postura que un escritor debería tener///
Esto es literatura y no un reportaje de la CNN o de Callejeros. Y es desde esa perspectiva como hay que acercarse
a la obra.
Vitorino
Vitorino, he colgado tu comentario en su lugar lógico, el post "La narrativa adictiva", y te he respondido a continuación. Un abrazo.
ResponderEliminarSoy fan de Piquero, for ever. Es curioso cómo en este blog ya hay comentaristas que generan filias y fobias. Seguro que ustedes ya tienen sus fobiados y filiados.
ResponderEliminarYo soy fan de mercebri.
ResponderEliminarOs recomiendo el libro que Anna Caballe escribió sobre Umbral y la construcción de su leyenda vital
ResponderEliminarSiempre he creído que Umbral es un autor excesivo, con algunos textos interesantes y sobre todo con un "estilo", eso que sus defensores exaltan, ante todo, en él; yo, a pesar de sus pestiños -que los tiene, y muchos-, así lo creía: un "estilo"; propio, se entiende. Pero ayer me quedé pasmado al leer las primeras cincuenta páginas de "Madrid de corte a checa" de Agustín de Foxa. Como decía en clase uno de mis mejores profesores: "¡Caramba...!".
ResponderEliminarComo dice José Luis Piquero, simpático sólo a ratos.
PS: Muchísimas gracias, José Luis, por tu comentario en "Las afinidades electivas": ¡es emocionante que le gustes a un poeta que te gusta!
De nada. No lo decía por compromiso. Gracias a ti.
ResponderEliminarMe parece pertinente la alusión a Foxá (¡qué novela tan buena, "Madrid, de corte a checa",a pesar de todo lo que tiene de panfleto fascista. Pero también damos por buenos a menudo panfletos del otro lado). El estilo de Umbral es, en el mejor caso, heredero de los grandes estilistas de Falange: Foxá, Eugenio Montes, etc. y de los grandes escritores del tardo-modernismo, como el injustamente olvidado Gómez Carrillo. Y, en el peor caso, es un remedo del estilo de éstos. Yo al menos creo que la diferencia está en que Umbral siempre tuvo mucho menos que decir que ellos, aunque lo dijera bien porque tenía buena escuela.
De todos modos, yo no me voy a pelear por Umbral. A quien le guste, con su pan se lo coma y no tengo nada en contra. Pero tampoco me voy a callar mi opinión. Y ya hemos hablado demasiado de este tema.
Saludos a todos, especialmente a José Óscar y a Mercebri.