Quién me iba a decir a mí que un día este Diario de Lecturas aparecería en la portada de Clarín, revista con la que llevo colaborando varios años. Pues ahí está, en buena compañía con otros blogueros (Rafael Reig, Manuel Vilas, Mercedes Díaz) dentro de un espléndido dossier sobre blogs y literatura preparado por Javier García Rodríguez, con ese singular estilo suyo donde el máximo rigor científico se combina con un estupendo sentido del humor. La revista ha cambiado de diseño, tanto exterior como exterior. Incluye también una entrevista de Xuan Bello a Ángel González, poemas de Brodsky y varios viajes por Asturias.
No creo que sea necesario enfatizar mucho la importancia de un libro de Ballard, de cada libro de Ballard. Fiebre de guerra reúne cuentos cortos, algunos de ellos simplemente geniales, como "Índice", que reconstruye toda la vida de un personaje tan sólo con el índice onomástico de su biografía; "Respuesta a un cuestionario", que hace un retrato psicológico a través de las respuestas a un formulario, o "Informe sobre una estación espacial no identificada", que... Miren, lo mejor es que lo lean, para qué parafrasear mal lo que Ballard ha hecho con mano maestra.
Ojo a este ensayo filosófico de Walter Watson, uno de los libros de pensamiento más originales publicado en los Estados Unidos. Si tengo tiempo y fuerzas, intentaré hacer una reseña para explicar sus originalísimas tesis sobre las variables árquicas. Por cierto, el prólogo también es del arriba citado Javier García Rodríguez, así como la traducción junto a María José Morán de Diego.
Me gustaría saber cómo eliminar todo ese espacio en blanco de arriba, pero les confieso que no tengo ni idea.
Lamento dar noticia de tanto libro imprescindible, pero si quieren saber, por ejemplo, cómo está la cultura española hoy, lejos del hype de los estándares y publicaciones culturales al uso; si quieren comprender la complejidad de la palabra realismo, si quieren acercarse a la narrativa, teatro, poesía y teoría crítica actuales, si quieren leer un libro que les despeje la mente y les abra los ojos sobre procesos editoriales, económicos, ideológicos ocultos tras capas y capas de mercado y espectáculo, este es su libro.
Tampoco sé cómo quitar todo este espacio en blanco de aquí. Valiente bloguero estoy hecho.
Clarín encargada al señor García desde hace una semana, lo que no sabía (y él nunca lo dice) es que él había sido el artífice. Supongo que el miércoles (de la semana que viene, que aún estamos de Semana Santa los universitarios, la tenga en mis manos).
ResponderEliminarY sobre el resto de recomendaciones, la que más me llama la atención es la de "La (re)conquista de la realidad". A ver si cuando tenga tiempo...
Buenas recomendaciones, Vicente, parecen súper interesantes. Gracias.
ResponderEliminarAgustín
Para eliminar los espacios en blanco, Vicente, basta con que borres el espacio sobrante en el modo de escritura HTLM.
ResponderEliminarAunque corres el riesgo de quedarte sin esos espacios en blanco, más vertiginosos -me disculpa el tópico- que el propio texto.
Un saludo.
Eliminar espacio en blanco ser imposible.
ResponderEliminarEl no-lugar, la no-esencia, la no-frase, la no-literatura, la no wave, el no me jodas.
Eliminar espacio en blanco ser imposible.
Gracias, Vicente.
ResponderEliminarAñadidos títulos a la lista. Espacios en blanco también (la lista los agradece)
Saludos
Oie q chevre que te gusten las letras y hables de literatura. A mi tambn me apasionan los libros y publico un cuento cada cierto tiempo ( que io scribo, por cierto) t dejo mi blog por si quieres visitarlo www.hojanblanko.blogspot.com
ResponderEliminarPues a mí me ha picado la curiosidad esa cuestión de las "variables árquicas" del ensayo de Walter Watson.
ResponderEliminarEspero esa reseña, si hay tiempo y fuerzas, Vicente.
Salú-2.
Gracias por las pistas.
ResponderEliminarÚltimamente se habla bastante de bitácoras en revistas y diarios, aunque no siempre se repitan los mismos nombres (el baremo de cada articulista es tan subjetivo como el de tantos editores). Me temo que unos y otros caemos en algo obvio: no se puede abarcar todo y no hay manera de evitar las omisiones (echo en falta un par de páginas por lo menos en ese trabajo de Clarín). Lo malo, cuando sucede, es la "forclusión" intencionada de algunos, que es otra forma de censura, y tema para otra ocasión.
Por cierto, ya me leí Mutantes, la antología de relatos, y he de decir que me ha dejado un poco frío. No sé si darle o no la razón a Juan Bonilla (que suele tenerla), y me resisto a analizar, pero digamos subjetivamente que no me ha enganchado.
También pueden ser las fechas, que le destemplan a uno con estas primaveras que no acaban de llegar, o yo mismo, que de un tiempo a esta parte soy un cascarrabias y no me gusta casi nada.
(Caigo en el acertado rescate de Ibrahim B. el otro día, a cuento de Bukowski:
“Ahora mi principal influencia soy yo mismo.”)
Pues eso, que mejor empino el codo.
Saludos.
Vicente, con tanta recomendación vas a hacer que mis enemigos se multipliquen. Gracias, hermano.
ResponderEliminarJ.
hola k tal? Parece interesante el libro de Ballard.Lo apunto. Viendo el nombre de la revista Clarín, no puedo por menos que recordar el primer libro de relatos cortos que leí," Cuentos morales", de Clarín. Un libro enternecedor e irónico a la vez. Además diría que es hasta didáctico, cada cuento tiene una estructura muy clara. Con este libro me interesé por este género y aprendí a escribir relatos. Digno de ser leído. Saludos.
ResponderEliminarPues, sinceramente, me alegro y mucho por la portada.
ResponderEliminarMe parece un reconocimiento más que merecido. Mejor ahora que luego. Luego no sirve. Luego ya es tarde.
Demasiado tarde
para
arrepentirse por haber (no) dicho
La portada muy merecida. No fotem. Després és tard. [Don't fuck with the scissors. After is the light]
siendo eso lo que creo, ¿debería callarme por temor a ofender alguna sensibilidad? No, lo siento. Mi libertad termina donde empieza la libertad de los demás, no su susceptibilidad (cm César Mallorquí)
Esto no tiene nada que ver con el post (sorry, Vicente), pero creo que puede interesar a quienes paran por aquí. Acaba de abrir sus puertas en Madrid la primera librería especializada en relato. Su nombre: tres rosas amarillas, como el libro de Carver. Más información aquí:
ResponderEliminarhttp://juancarlosmarquez.blogspot.com/2008/04/fiesta-del-cuento-en-tres-rosas.html
En la revista Clarín, que citas, se habla del proyecto Canciones en Braile, coordinado por Mercedes Díaz Villarías y que ha sido publicado. Se trata de un libro íntegramente escrito en red, editado por internet y distribuido a través de ella. Es la edición impresa del proyecto llevado a cabo durante el último año en el blog ememinuscula.blogspot.com. Esta colección de textos se inició espontáneamente cuando un comentarista del blog envió un fragmento que continuaba la entrada de la administradora, quien tomó la idea y propuso una participación abierta. Debido a su formato, en Canciones en Braille personajes, ambientes y motivos se tocan tangencialmente sin llegar a cerrar ningún significado. La tarea de Mercedes Díaz Villarías ha sido la de publicar dichos comentarios como entradas y darles más carga a través de fotografías originales, vinculándolos con otras referencias del hipertexto.
ResponderEliminarEl medio de edición es muy novedoso: publicado a través de una editorial ubicada en Internet, el solicitante recibe un ejemplar a domicilio a través de petición.
Sin duda, un naciente formato en la era digital, que proporciona nuevas vía a una literatura que periódicamente se declara muerta.
Canciones en Braille muestra una nueva forma de escribir fuera de la ética modernista, un tipo de obra colectiva libre y cuyo contenido fragmentado puede trasladarse hacia delante y atrás en el espacio y el tiempo, y cuyo resultado no está limitado por la idea de éxito o fracaso. En este sentido, Internet es un escenario totalmente diferente, en el que varios autores pueden trabajar y modificar una obra sobre la marcha, aplicando sobre ella nuevos parámetros que a su vez varían los contenidos en un interminable fractal.
Un saludo, Vicente.
Mitos del presente - JUAN FRANCISCO FERRÉ
ResponderEliminarReseña de FIEBRE DE GUERRA. Autor: J. G. Ballard. Editorial: Berenice. Originalmente en sur.es
Comenzaré con una paradoja apropiada. Ballard está a punto de dejar de ser el mejor escritor británico vivo para convertirse en el gran escritor del siglo XXI. En su reciente 'autobiografía' traza un itinerario vital que va de la China colonial donde nació hasta el Shepperton londinense donde ya sabe que morirá pronto. Y es que poco después de publicarla anunció que padecía un cáncer de próstata terminal. De ese modo, incorporaba el horizonte de la muerte personal a esas intersecciones deslumbrantes que constituyen una de las categorías privilegiadas de su narrativa.
El mundo de Ballard es de una extraordinaria originalidad. Cualquier escritor recibe influencias de otros escritores. En el caso de Ballard uno tiene la sensación de que todas sus visiones, historias y situaciones son nuevas, inventadas para declinar una versión inédita de la realidad fundada en la ciencia y en la poesía. El que ese mundo parezca nuevo no deja de ser otra paradoja ya que lo que realmente fascina a Ballard es la entropía. Este concepto termodinámico es la base de la comprensión de la realidad para Ballard desde su infancia traumática, desde que se viera inmerso en la aventura de un mundo en turbulenta descomposición como el de su Shanghai natal.
Ballard es, en este sentido, el poeta contemporáneo de la entropía global, el cronista de la decadencia molecular, el forense desengañado del futuro tecnológico, pero también un ingenioso observador del presente en todas sus dimensiones, anomalías y perversiones. Si a los artistas pop y a los hiperrealistas les ha seducido siempre la fachada publicitaria de la realidad, el lado luminoso y artificial de las cosas, a Ballard, un híbrido de sensibilidad surrealista e inteligencia científica, lo que le atrae es ese momento crítico en que la realidad revela su fatiga ontológica y comienza a mostrar las primeras grietas y fisuras microscópicas.
El tiempo se enreda
El momento en que el tiempo se enreda sobre sí mismo para volver al pasado o detenerse como un cristal en una forma muerta, en que el espacio parece dilatarse como si fuera virtual o blando, en que el reloj biológico se acelera o ralentiza para precipitar su destrucción.
'Fiebre de guerra' es, sin ninguna duda, una de las mejores vías de acceso a su inagotable literatura. No sólo porque estos catorce relatos contienen sus motivos y estilos principales, sino además porque funcionan internamente como un catálogo de atrocidades colectivas ideadas por Ballard como comentarios de intempestiva actualidad: Beirut reconvertido en laboratorio de experimentación bélica en un contexto mundial pacificado ('Fiebre de guerra'); el presidente Ronald Reagan asumiendo, en plena decrepitud, un tercer mandato a petición popular ('La historia secreta de la Tercera Guerra Mundial'); una isla caribeña transformada por los vertidos tóxicos en un paraíso exuberante y autodestructivo ('Cargamento de sueños'); las desiertas instalaciones de Cabo Kennedy entregadas a experiencias psicóticas por parte de los antiguos héroes de la carrera astronáutica ('Memorias de la era espacial'); o una Europa metamorfoseada en 'El parque temático más grande del mundo', sátira corrosiva del modo y el ideario de vida europeos que prefigura su novelística última.
No obstante, donde asoma el talento de Ballard para la innovación formal es en el tríptico compuesto por 'Respuestas a un cuestionario', una perturbadora caricatura de la lógica de la información aplicada a un acontecimiento excepcional como el asesinato del «hijo de Dios»; 'Notas hacia un colapso mental', una crónica conyugal patológica narrada como un criptograma fragmentario; y 'El índice': un extenso glosario como único acceso a la enigmática existencia de un personaje que se relacionó con las personalidades más relevantes del siglo pasado sin dejar de ser una perfecta impostura histórica.
Espacio como paradoja
No quiero terminar este recuento parcial sin mencionar dos relatos simétricos que utilizan el espacio como categoría paradójica. La fantasía doméstica de un hombre que toma la decisión de recluirse en su casa para transformarla en un lugar de experimentación fenomenológica ('El espacio enorme'); y una memorable fábula sobre el tamaño del universo, la inercia tecnológica y el descubrimiento del infinito ('Informe sobre una estación espacial no identificada') que habría complacido por igual, dada su belleza filosófica y matemática, a Borges y a Einstein.
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c.m.
(El País)
ResponderEliminarPERFIL: LIBROS - Perfil
Profecía cumplida
JORDI COSTA 21/06/2008
La autobiografía y un libro de relatos revelan que J. G. Ballard convierte en ficción su propia experiencia
La Tercera Guerra Mundial acabó antes casi de que nadie se diera cuenta de su inicio", escribe J. G. Ballard en uno de los relatos incluidos en Fiebre de guerra, libro recientemente traducido al castellano por Javier Fernández y David Cruz y editado por Berenice. La frase es inequívocamente ballardiana, adjetivo que el Collins English Dictionary decidió legitimar otorgándole la acepción de aquello "que se parece o sugiere las condiciones descritas en las novelas y en los relatos de Ballard; en especial, modernidad distópica, desolados paisajes creados por el hombre y los efectos psicológicos de los desarrollos tecnológicos, sociales o ambientales". En La historia secreta de la Tercera Guerra Mundial, la programación televisiva, consagrada a detallar las constantes vitales del agonizante presidente de Estados Unidos, exilia a los rótulos a pie de pantalla la crónica de la última conflagración global. Sólo hay un telespectador atento que repara en el asunto. La idea es, también, puro Ballard, como todas las que nutren este libro de relatos donde el autor se acercó a radicales planteamientos formales cercanos al posmodernismo: en El índice, el lector tiene que reconstruir la autobiografía de un personaje imaginario -una figura mesiánica cuyo radio de influencia dibuja una historia secreta del siglo XX- a partir de las entradas del índice onomástico de un libro desaparecido; Respuestas a un cuestionario disgrega las claves de un enigmático crimen en el centenar de réplicas de un interrogatorio que ha omitido sus preguntas; Notas para un colapso mental desvela una intrincada ficción psicopatológica a partir del comentario de texto de las palabras que conforman su título...
J. G. Ballard, aquejado de un cáncer terminal, parece haberse despedido de sus lectores con la reciente publicación de Miracles of life (Fourth Estate, 2008), su concisa y conmovedora autobiografía, en la que, entre otras muchas revelaciones, esclarece qué hubo de verdad y qué hubo de invención en sus anteriores trabajos alimentados con su memoria personal: la celebrada El imperio del sol (1984) y la casi impúdica La bondad de las mujeres (1991). Cuando el escritor ha decidido poner el punto y final a su obra literaria, abierta a principios de los sesenta, el mundo se ha convertido en la profecía cumplida de lo que su imaginación, nutrida con la influencia del surrealismo y el psicoanálisis, había venido anunciando. Hay un dato significativo: a partir de su nouvelle Furia feroz (1988), la ficción de Ballard abandona las claves fantásticas para ceñirse al realismo y a la disección de los entornos asépticos de la contemporaneidad, pero, en el fondo, su literatura sigue hablando de lo mismo.
Puede atribuirse a Ballard la misma puntería visionaria que tradicionalmente ha estado asociada al nombre de Julio Verne: si el autor de De la Tierra a la Luna (1865) intuyó un siglo XX marcado por la seducción tecnológica, Ballard ha sabido detectar las ansiedades subterráneas que desembocan en un cambio de milenio regido por la muerte del afecto y la definitiva disolución de las fronteras entre realidad y ficción. En 1999, Bruce Sterling escribió en las páginas de la revista Time que "Ballard nunca predice acontecimientos o artefactos, sino que describe sensibilidades futuras, cómo se experimentan y qué significan". Cuando el grueso de los escritores de ciencia-ficción escuchaban los cantos de sirena de la carrera espacial y proponían fantasías sobre la exploración de lo desconocido, Ballard contraatacó diciendo que "el único planeta verdaderamente extraño es la Tierra" y propuso como reto la inmersión en el espacio interior: lo importante, a partir de Ballard, es lo que ocurre en el universo subjetivo, cómo nuestra imparable negociación con el futuro transforma nuestros íntimos sistemas de conocimiento y autopercepción.
Nacido en Shanghai en 1930, J. G. Ballard tardó 40 años en escribir -20 para olvidar y otros tantos para recordar- acerca de los acontecimientos traumáticos de su infancia que determinaron su particular mirada sobre el mundo: El imperio del sol transformó en ficción la ruptura de esa burbuja de engañosa ociosidad victoriana en la que vivía encerrada la colonia británica situada al oeste de una ciudad que fue considerada el París de Oriente. La guerra chino-japonesa, la Segunda Guerra Mundial y la reclusión de la familia Ballard en el campo de internamiento de Lunghua abocaron al futuro escritor a una precoz experiencia de la vida en estado de guerra que se convertiría en el sustrato de toda su obra literaria. Las imágenes enigmáticas que aparecerían de manera recurrente en sus relatos y novelas de ciencia-ficción tuvieron su origen en la experiencia vivida: las piscinas vacías, los paisajes desolados, los hoteles abandonados. "Los recuerdos de Shanghai que yo había intentado reprimir estuvieron golpeando las tablas del suelo bajo mis pies y se deslizaron silenciosamente en mi ficción", escribe Ballard en Miracles of life, poco antes de confirmar que buena parte de su obra ha sido un intento de evocar Shanghai "por medios ajenos a la memoria".
Esa anómala iniciación sirve para explicar la extraña lógica que recorre la obra de Ballard: no es extraño que quien en su infancia interpretó un campo de internamiento como un espacio de libertad y descifró "la luz perlada" de la bomba atómica como un "milagro salvador" terminase creando -en novelas como El mundo sumergido (1962), La sequía (1964) y El mundo de cristal (1966)- personajes seducidos por las "posibilidades psicológicas" de las catástrofes apocalípticas o -en la polémica Crash (1973)- rendidos al hechizo de las fantasías pornográficas liberadas por los accidentes automovilísticos. Decidir si en Ballard se esconde un moralista o un perverso es un debate un tanto estéril: en su universo imaginario, la lógica de la obsesión toma el relevo de la moral para desvelar las claves de un presente visionario que ilumina un porvenir no necesariamente benigno, pero, como demuestra el curso de una realidad que sigue dándole la razón, inevitable. -
Ediciones Minotauro está publicando, en su colección Biblioteca de Autor, la obra de J. G. Ballard. www.edicionesminotauro.com/ Fiebre de guerra. J. G. Ballard. Traducción de Javier Fernández y David Cruz. Berenice. Córdoba, 2008. 224 páginas. 20 euros. Miracles of life. Shanghai to Shepperton. An autobiography. J. G. Ballard. Fourth Estate, 2008. Mondadori lo publicará en septiembre. Jordi Costa es comisario de la exposición J. G. Ballard. Autopsia del nuevo milenio, que tendrá lugar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) del 22 de julio al 9 de noviembre. www.cccb.org/