Dafne Benjumea, Desde la hierba. Madrid / Santiago de Chile: RIL EditoresÆrea | Carménère, 2021.
En Desde la hierba, Dafne Benjumea (Marchena, 1993) amplía las posibilidades metanoicas de la expresividad de la primera persona, presentando un sujeto elocutorio que lenguaje(s) mediante se va disolviendo en los tres reinos, y que desde lo animal, lo mineral o lo vegetal va enunciando los lugares de su expansión emotiva. Crítica con quienes entienden la celebración “de lado”, Benjumea adopta un cuasipanteísmo poético cuyo tono oscila entre un canto (más poundiano que nerudiano) y un murmullo agradecido en la órbita de un Claudio Rodríguez. Emociones y reflexiones se alternan, se escalan y escalonan, organizadas en ritornelos semánticos y algunas serialidades de imágenes que, en algunos puntos, alcanzan una belleza más que notable. La yuxtaposición de conceptos y sintagmas —“Tengo una intención fugaz y suspirando (rápida y estalactita)”— genera cada tanto un extrañamiento que no expulsa al lector, sino que lo integra en un ambiente o cadencia en el que puede suceder cualquier sinestesia, metonimia o comparación, en aras de una expresividad tan rica y variada como poéticamente eficaz. Un libro para dejarse caer dentro y sentir la poliédrica manera en que un espacio puede habitarse desde multitud de voces y de veces.
Jordi Doce, Todo esto será tuyo (Cuaderno de notas 2014-2019]. Valencia: Pre-Textos, 2021.
La sorpresa que provocó Jordi Doce a sus lectores con Perros en la playa (2011), un exquisito volumen donde se arracimaban dietario, poemas, traducciones, aforismos y fragmentos de varia condición, convocados más por un clima mental que por un hilo temático, ha mutado en agradecido reconocimiento en Todo esto será tuyo, que puede que sorprenda menos a sus fieles, pero sigue ofreciendo un arsenal estético diversificado, sólido y resistente a modas y modismos. Se echan de menos los poemas que el autor incluía en Perros en la playa, aunque la apuesta por la prosa reflexiva o epifánica nos compensa mediante el ahondamiento en los temas, que a veces regresan observados desde otro punto de vista (la práctica poética, la supervivencia en el campo literario, la traducción, la poética propia de Doce, la fisicidad, carnalidad o materialidad de la escritura), y a veces son puntualmente asediados desde el pensamiento ensayístico o desde el apunte aforístico. El resultado es un reflejo de la mente en movimiento de su autor, movimiento que, desde otras formas y a través de otras vías discursivas, rige también su obra lírica, como comentamos en el prólogo a su antología En la rueda de las apariciones. Poemas 1990-2019 (Ars Poetica, 2019). Las derivas de Doce por las ideas en Todo esto será tuyo recuerdan a las caminatas de Wordsworth por la naturaleza que observa y describe al mismo tiempo. Agudeza, inteligencia y cierta ternura en la observación de personas y entornos —aliñada con puntuales y certeros aguijonazos, fruto de la crítica de costumbres literarias— se multiplican en un libro feliz, que se lee como dando un paseo por la mente lúcida de su autor.
Ernesto García López, Hospital del aire. Avinyonet del Penèdes: Candaya, 2022.
García López, un autor de largo recorrido, que se ha asomado a esta bitácora alguna vez, da un giro a su trayectoria hacia mayores alturas —tanto en lo estético como en lo temático— en Hospital del aire, un libro importante, de los que abren el panorama y dejan puertas francas a posteriores desarrollos, propios o ajenos. La preocupación por la identidad, la mirada comprometida y los injertos intertextuales, ya presentes en sus libros anteriores, se radicalizan en este libro de poemas que es más que eso, puesto que a partir de una desgracia real, el fallecimiento en un accidente de varios escritores y críticos latinoamericanos en 1983 (Marta Traba, Ángel Rama, Manuel Scorza y Jorge Ibargüengoitia), se levanta una operación donde la recuperación de sus voces es un objetivo tan ético como lírico, lo que obliga al autor a hibridar con pericia textualidades distintas en aras de una voz común en la que la suya es solamente una más de la virtuosa polifonía. García López crea una compleja capa de monólogos, noticias, tejidos discursivos, mezclas de historia e invención, reescritura no apropiacionista, poesía “ensayística, híbrida y mestiza” (p. 196) y reflexiones autorreferenciales que convierten a Hospital del aire en un poemario metaficcional, cuya logomaquia queda expuesta, descrita y hasta criticada en la propia escritura, especialmente en la parte final, “Diario de escritura” (pp. 155ss). Si en La literatura egódica (2013) describíamos la autonovela, este libro de García López permitiría hablar de autopoemario, con unas dimensiones auto/metaficcionales muy similares a las allí descritas. De hecho, el propio libro y el agudo prólogo de Diego Sánchez Aguilar dicen casi todo lo que hay que decir sobre Hospital del aire, y al crítico no le queda ya sino el nada menor trabajo de tomar partido, de valorar: Hospital del aire es un libro valiente y valioso, recomendable, indagador, incómodo y saludablemente excesivo, peninsular-latinoamericano, generoso, que crea para sí mismo un espacio a la vez central y al margen dentro de la poesía española contemporánea.
[Relación con los autores: ninguna con Dafne Benjumea y Ernesto García López, amistad con Jordi Doce. Relación con las editoriales: ninguna, salvo con Pre-Textos, que publicó varios libros míos.]
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