-Martinete
del rey sombra ha obtenido el premio Cálamo Otras Miradas y el Premio
Nacional de la Crítica a la mejor obra de narrativa de 2023. Estos premios
suponen un justo reconocimiento al trabajo serio, silencioso y constante de
Raúl Quinto durante estos años, que hemos comentado aquí en cuatro ocasiones (una,
dos,
tres
y cuatro).
También es un premio a la destacada labor de la editorial Jekyll&Jill, que selecciona
y cuida obras con enorme exigencia.
-La
obra narra la gestación y consecuencia de la gran redada de gitanos del 30 de
julio de 1749, realizada por Fernando VI e instigada por el Marqués de la
Ensenada, uno de los numerosos puntos oscuros de nuestra historia, pero que no
es demasiado conocido. Quinto explica el terrible episodio, lo contextualiza
debidamente y nos sitúa ante un espejo donde da bastante vergüenza mirarse.
-No
es nada fácil definir literariamente este libro, híbrido, como las anteriores
obras en prosa del autor. En la nota final, Quinto habla de “novela que […] se
negó a serlo” (p. 170). Puede que intentar un acercamiento negativo, por una
vez, no sea una mala aproximación a este asunto. Por ejemplo, sospecho que el
autor no quería hacer una novela histórica al uso, y la presencia de algunos
elementos irracionales o fantásticos en la narración es la mejor manera de
apartar categóricamente la posibilidad de que Martinete del rey sombra pueda
ser considerada como novelística histórica.
-Una
de las características más molestas de las ficciones históricas es su regodeo
en los detalles ambientales, esa especie de exhibición erudita dirigida a
demostrar que el autor se ha documentado para escribir la novela. Por el
contrario, una de las cosas que más me han gustado de Martinete del rey
sombra es que solo muestra los datos precisos y exactos para ubicar al
lector, solo se le proporcionan los detalles necesarios para que pueda
sumergirse en la en la historia, sin abusar de los recursos documentales.
-Otro
aspecto interesante, recalcado en todas las reseñas que se han hecho de la
obra, es la potencia del lenguaje. Es uno de los libros mejor escritos del
último año, pero creo que eso solo puede sorprender a quienes hayan accedido a la
obra de Quinto ahora, puesto que los lectores de Idioteca (El Gaviero,
2010), Yosotros (Caballo de Troya, 2015) o La canción de NOF4 (2021)
ya conocíamos este trabajo estilístico de alto voltaje. De hecho, hay bastantes
elementos en común entre La canción de NOF4 y Martinete del rey
sombra. Apunto algunos: la forma de alternar frases largas con enunciados
cortos y tajantes; los fogonazos líricos; la plasticidad de las descripciones;
los saltos temporales de las diversas piezas; o el tono poético de los pasajes
donde se describen accesos de locura de algunos personajes.
-En
una conversación
con Quinto, Santiago García Tirado ha explicado los mecanismos poéticos que el
autor utiliza en este y otros libros: rimas temáticas, especularidades
compositivas, ecos lingüísticos, enumeraciones, etcétera. Como ha explicado
Quinto en alguna ocasión, al escribir planifica tanto sus obras poéticas como
sus narrativas de una forma muy similar, variando solo algunas estrategias
concretas.
-En
varias ocasiones he citado una inteligente opinión de Junot Díaz, quien
defiende que para contar algunos episodios brutales de horror colectivo el
realismo se asfixia en su razón instrumental, y resulta necesario emplear la
fantasía o la irracionalidad para narrar ciertos episodios terribles de la
historia. Ese podría ser el motivo por la que en algunos momentos Martinete
del rey sombra adquiere tintes alucinatorios.
-El
retrato de los monarcas, tanto de los españoles como de los extranjeros, es
bastante duro, algo lógico teniendo en cuenta que hablamos de un momento en el
que estaban en juego aspiraciones opuestas de extensión territorial. Pero
sorprende la capacidad de empatía de Quinto, puesto que, dentro del crítico
retrato que hace de Fernando VI, creo que también hay momentos de comprensión
hacia su soledad y su dolor tras la muerte de Bárbara de Braganza, su esposa,
así como en el modo de describir cómo es poseído gradualmente por la locura.
-Otro
elemento relevante de la no-novela es el narrador, que utiliza la primera
persona del plural: “dijimos” (2023, p. 125), y que además es archiconsciente:
“antes de salir de este libro” (2023, p. 125). Es un narrador muy similar al de
La canción de NOF (“Continuamos en 1973…”, 2021, p. 65), pero me parece
que hay una distinción fundamental: Quinto se dirigía a Nannetti en segunda
persona, favoreciendo la identificación entre su escritura desatada y la del
artista italiano. En cambio, con Fernando VI o el Marqués de la Ensenada nunca se
abandona la tercera persona, como para mantener una clara distancia. Una cosa es
empatizar con el personaje, parece decirnos el autor, y otra muy distinta
identificarse con él.
-En
resumen, Martinete del rey sombra es una obra que merece todas las lecturas
y premios que le lleguen, y que contribuye a refrescar nuestra memoria, algo
siempre más que necesario.
[Relación con el autor: cordial. Relación con la editorial: ninguna]