martes, 28 de noviembre de 2006

Crónicas de la FIL de Guadalajara (México)


28 de noviembre, martes

Ayer tuvimos a última hora la mesa organizada por la Feria sobre narrativa mexicana y española. Estuvimos en la mesa el organizador del acto, el peruano Julio Ortega, los escritores Juan Francisco Ferré Javier Fernández y un servidor por España, e Ignacio Padilla y Mónica Lavín por los mexicanos. La mesa resultó muy interesante porque Julio derivó la conversación hacia un tema que me es bastante querido: la experimentación y su lugar en la literatura.

Mónica Lavín habló a los asistentes sobre su obra narrativa (de la que no puedo hablar, porque no la conozco aún, todo se andará). Apuntó que a su juicio, toda literatura es experimental, puesto que es el resultado de una experiencia de lectura y otra literaria.

Javier Fernández, desde su formación científica, hizo un acercamiento al concepto de experimento como método basado en el juego ensayo/error, para luego adentrarse en un recorrido por su obra, desde su joyceana e inencontrable Paseo (1994), hasta su novela Cero absoluto (Berenice, 2005), de la que hemos hablado aquí, pasando por esa joya extraña, maldita, torturada, experimental y asombrosa que es Casa abierta (La Carbonería, Sevilla, 1999), que fascina a todos los que entran en contacto con ella. Es un libro necesitado de reedición; siempre estoy intentando convencer a Javier de que la haga, porque entiendo que es un libro que debería estar al alcance del gran público. Javier explicó su sistema de ahondamiento literario y la persecución de una literatura en estado puro, dirigida a la revelación de lo más humano que hay en nosotros, en unos términos que, por su sinceridad y emoción, creo que calaron en los asistentes.

Por mi parte, comencé mi intervención hablando de la vergüenza que me da siempre hablar de mi obra. Ayer en Guadalajara no tenía más remedio que hacerlo, pero ustedes disculparán que no lo haga aquí.

Más centradas en el tema de la innovación estuvieron las interesantes intervenciones de Ignacio Padilla y Juan Francisco Ferré. Para Padilla, que hizo un ajuste de cuentas a su propia obra, los mayores innovadores de la historia de la Literatura (se centró sobre todo en Cervantes y Sterne) eran, a su juicio, inconscientes de lo que estaban haciendo. A su juicio, “si la calidad de las novelas depende de la condición de experimento, envejecen rápidamente”. Tiene que haber un plus, un algo más, que se vea reforzado por la investigación formal, y no llenar la forma innovadora con accesorios argumentales. Padilla se desmarcó en la segunda parte de su intervención del tema de la experimentación para ahondar en la literatura difícil, en su opinión algo más valioso e interesante. Recordó la anécdota de Nabokov en su Curso de literatura rusa: cuando varios de sus alumnos le ponían como valor literario de algunas obras la sencillez, Nabokov hervía y acabó contestando a uno: “sencilla es mi mamá. La buena literatura es difícil”. Hizo una encendida defensa de la dificultad y apuntó algo en lo que estoy muy de acuerdo: la experimentación hoy sólo puede entenderse en su relación con las artes visuales.

Juan Francisco Ferré definió el experimentalismo como “la forma en que el talento humano resuelve los problemas que se le plantean”. Retomó la idea citada de Padilla y habló de la importancia que tiene hoy lo audiovisual, que ha logrado que nuestra cultura actual no sea meramente libresca, sino mestiza, en pleno maridaje con los medios de comunicación. Señaló cómo el cine y la televisión han transformado la percepción de la realidad, y cómo la televisión es capaz de mediatizar y manipular a las mentes. Para Ferré, el escritor actual debe tener esa realidad presente y debe debelar ese entramado desde su propia escritura, lo que explicó con ejemplos de su propia obra, como alguno de los relatos de Metamorfosis®. Apeló a la literatura difícil e innovadora, y denunció los criterios mercantiles con los que el mercado expulsa los valores de búsqueda e innovación, puesto que chocan contra el interés comercial.

El relatista Guillermo Busutil, desde el público, apuntó que muchas veces la novedad es una cuestión de buscar la perspectiva, de encontrar un ángulo nuevo desde donde observar las cosas.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Crónicas de la FIL de Guadalajara (México)
(1)



26 de noviembre, lunes

Llegamos a las tres de la mañana al hotel. No tenemos ni idea de qué hora es en España. Posiblemente esté amaneciendo, pero nosotros no hemos podido dormir. Cuando aterrizaba el último avión, alguien aplaudió tímidamente. Pepe Oneto, a mi lado, decía para aplausos estamos nosotros.

*

Desde el cielo, y de noche, México Distrito Federal es el dibujo de un microchip gigante, una extensión inconcebible de puntos amarillos, refulgentes, extendiéndose por todas partes, un tumor de fluorescencia mutante. No es una ciudad, sino una forma nueva de naturaleza.

*

Después de caminar dos horas por la Feria del Libro, miles de metros cuadrados llenos de volúmenes, es fácil llegar a la conclusión de que no se editan tantos libros como parece. En realidad la mayoría de estas miríadas verticales son veinte o treinta libros que cuentan lo mismo, de la misma manera, escritos por muchos autores diferentes y publicados de distinto modo.

*

Es fácil distinguir a los escritores españoles de los mexicanos: estos últimos se mueven y hablan tranquilamente, los españoles, por culpa del jet-lag, nos movemos, hablamos (y seguramente pensamos) a cámara lenta.

sábado, 11 de noviembre de 2006

Hamburguesas y poesía



Cada vez me interesa más ir uniendo aspectos sociológicos con los literarios; esta técnica aporta una saludable dosis de proximidad a lo real (sea éso lo que sea) y un acicate para no dejar de tocar suelo al hablar de poesía. Bien. En los últimos años he detectado una creciente presencia de McDonald’s y Burger King en los poemas publicados en España. Especialmente intenso es el tratamiento que Manuel Vilas dedicaba en Resurrección (2005) a sus visitas al McDonald’s en Zaragoza, hablando del poder “democrático” de obtener carne por tres euros. Y no es el único: Jorge Riechmann, desde una perspectiva radicalmente opuesta a la de Vilas, lo ha hecho en Poesía desabrigada (Ediciones Idea, Tenerife, 2006, p. 80) y Mercedes Cebrián, en un saludable e irónico punto intermedio, si bien más próximo a Riechmann, ha tocado también el tema, en un excelente poema, titulado “Contra la grasa, en vano”, incluido en su miscelánea de relatos y poemas El malestar al alcance de todos (Caballo de Troya, 2004), de la que pronto hablaremos aquí.

Si hacemos caso a ciertos politólogos internacionales (lo que haremos ahora a título pedagógico, para partir de algún sitio), Estados Unidos quiere transmutar el antiguo poder inervador de la burguesía en el poder conservador de la hamburguesa. A juicio de ensayistas norteamericanos como Barber, Ritzer o Schlosser, las multinacionales de su país están desarrollando un proceso para hamburguesar al mundo. Su hipótesis se basa en que los fenómenos de todo tipo, ya sean culturales, económicos o sociales, tienden a la racionalización, y, como expresa George Ritzer (La macdonalización de la sociedad, Ariel, 1996), el paradigma contemporáneo de la racionalización formal es el restaurante de comida rápida. Su modelo (rapidez, flexibilidad, eventualidad laboral, franquicia como rápido sistema expansivo) se desarrolló geométricamente durante los años 80 (allí) y 90 (en Europa), y demostró velozmente sus aptitudes para desarrollarse sin límites en un mercado global. La receta es también aplicable a otros modelos de negocio típicamente norteamericanos, como el Nasdaq neoyorquino, el índice bursátil tecnológico más importante, que suma en importancia económica lo que todos los demás juntos. Leamos las razones expuestas por su directora, D. Davis, por las que este mercado se independizó físicamente de Wall Street, sede tradicional de la Bolsa neoyorquina: "Es imprescindible que el público nos vea, que tengamos un gran escaparate, porque tenemos muchos pequeños accionistas. (...) necesitamos un sitio popular. Cuanto más público, más nos conocerán, luego más venderemos". Como saben los lectores, ese sitio es... la calle. Los índices salen en Times Square, proyectados en gigantescas pantallas que pueden ver al año 458 millones de transeúntes. El autor del artículo de donde extraigo la información, Javier Martín, señala con perspicacia: "Los directivos del Nasdaq han copiado la estrategia del fast-food para popularizar el fast-stock. Hamburguesas y start-up tienen en común la riqueza en calorías y su alta volatilidad; y su público, que entra con la misma velocidad que sale". Así es, en efecto, porque ese es el modelo general americano. Dice Vicente Verdú en ese imprescindible ensayo para entender la metrópoli, El planeta americano:

La hamburguesa es algo más. Aparte de comportarse como alimento se comporta como documento. (...) Más allá de un simple negocio, McDonald's se ha desarrollado como un doble patriótico de Estados Unidos. (...) Una hamburguesa americana actúa como signo de un sistema cultural y cada local opera como un centro de propaganda incomparablemente más eficaz que los institutos oficiales. El ideal americano no busca conquistar el mundo en sentido duro, prefiere la dominación mediante la mímesis blanda de la hamburguesa.
Posteriormente se ha sumado a esta opinión Eric Schlosser con su libro Fast Food Nation (Fast food. El lado oscuro de la comida rápida; Grijalbo, B., 2002). Esta visión es exacta. Es el primer paso para entrar en el american way of life, tal como lo desean las multinacionales: el atontamiento, la aniquilación del individuo por el consumidor y del obrero por el elemento productivo, la sustitución programática (empresarial, ojo, no estoy hablando de “lo norteamericano” en abstracto, error metonímico en que muchos suelen caer) del ciudadano por el espectador. Como explica Schlosser, la hamburguesa es la muestra perfecta del universal deseo de gratificación instantánea, que busca el placer, la ebriedad o la curación aquí y ahora. "El exagerado consumo de alcohol y la casi universal prescripción de tranquilizantes por los médicos", que denunciaba el psicólogo Nicholas Cummings hace años, consecuencia de que nuestra sociedad farmacocéntrica "no tolera la tristeza, la enfermedad ni el dolor" (José Cabrera), contribuyen a generalizar la modorra mental hasta los límites del electroencefalograma plano.

Esto es lo que combaten, cada uno a su manera, Riechmann y Cebrián. Para el primero, lo interesante es destacar, desde la visión del “Intelectual meditabundo” (así se titula su poema), la perspectiva de mercantilización de la que, a su juicio, McDonald’s es el paradigma antonomásico: “pues me pagan / para que me deje comprar”. Pero reconozco que me encanta la versión crítica y malvadamente naïf de Cebrián en “Contra la grasa, en vano”, con que finalizamos:

(…)
Escuchad el chisporroteo descarado
de las patatas al freírse en
enormes cubetas
de nuevo orden mundial;
ajenas al lejano girasol, a la
bíblica oliva,
sumergidas en grasas de procedencia
innoble.

Grasa, a ti me dirijo: mírame
a los ojos con algo de
respeto
-es mi única compensación,
las dos tenemos claro que la flecha de
líneas discontinuas
acabará sin remedio en mi metabolismo,
produciendo
tejidos monstruosos.




Nota bibliográfica: Declaraciones de D. Davis: Ciberp@ís mensual 5/2000, p. 11. Verdú: El planeta americano; Anagrama, Barcelona, 1996, pp. 165-166. Ignoro si el título de este ensayoo de Verdú proviene del libro de Jacques Spitz, un escritor francés de literatura fantástica, que en La agonía del globo narra cómo América se despega del resto del mundo para formar un planeta independiente. “En cualquier caso, nuestras mocedades viven el patriotismo de la hamburguesa, se cuelgan de pepsi y rebeldía, y, queriendo ser globales, sólo son subciudadanos yanquis”; Francisco Umbral, “La hamburguer”, El Mundo, 19/1/2001. Según escribía en 1973 el gran teórico de la pulsión de gratificación instantánea, Konrad Lorenz, la intolerancia hacia el desagrado tiene como resultado “esa petición impaciente exigiendo la satisfacción inmediata de todos los deseos incipientes” (Los ocho pecados mortales de la sociedad civilizada; Plaza y Janés, Barcelona, 1973, p. 49), algo que Paulino Castells e Ignasi de Bofarull relacionan agudamente con la generalización de la domótica y la ley tecnológica del mínimo esfuerzo (Enganchados a las pantallas. Televisión, videojuegos, Internet y móviles; Planeta, Barcelona, 2002, p. 55). La de sociedad “farmacocéntrica” es una memorable definición de P. García Barreno en El Cultural de El Mundo, 21/3/2001. La cita de Nicholas Cummings está tomada de José Antonio Marina, Crónicas de la ultramodernidad; Anagrama, Barcelona, 2000, p. 132. “La gente quiere vivir en seguida, aquí ahora, conservarse joven y no ya forjar el hombre nuevo”; Gilles Lipovetsky, La era del vacío (1983), Anagrama, Barcelona, novena edición, 1996, p. 9.

viernes, 10 de noviembre de 2006

Himno a George Eastman

HIMNO A GEORGE EASTMAN


Pronto hablaremos ampliamente, primero en Quimera y luego aquí, del nuevo libro de Javier Moreno, Cortes publicitarios, Devenir, 2006. Os dejo un poema, como aperitivo.



Himno a George Eastman


Todo empezó con Daguerre o quizás aún antes
con Aristóteles metiendo su cabeza
en el interior de una cámara oscura y aquella polémica
ocurrencia en su Acerca del alma:
No es posible pensar sin imagen (el original dice fantasma)
Como todo asunto de alquimia
fue necesario recurrir a Mercurio
(mediador entre lo visible y lo invisible)
para positivar bigotes y vestidos de boda
en el fondo una fotografía es un espejo
que guarda un reflejo congelado
Su idea fue democratizar la imagen
sacarla de los santuarios y mostrar
que cualquier ser era digno
de ser fotografiado

Kodak for childrens
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Mientras tanto el celuloide
devino cadena de ceros y unos
y más ceros
quizás como sugerencia
de que somos apenas
tangencias de la nada
Teuth enemigo de Platón resultó
desbancado por Apolo quien
al igual que los flashes
nos hiere de lejos
Así la memoria
es sucesión de instantáneas
tomadas en museos, plazas y bares
junto a una inacabable
tarea de montaje. El yo fructifica
desde entonces
a veinticuatro fotogramas por segundo
-pongamos que el alma
sea inconsútil cruz de malta-
el resto es morosa melancolía o por el contrario
cámara rápida de la épica
Tu imagen ocupa exactamente 984 Kb
en este archivo. La calidad es excelente
y usando el zoom puedo aproximarme
a tu rostro
como cuando te besaba
dilatar el horizonte que dibujan tus párpados (ya
no se ve pero recuerdo en tus labios una sonrisa)
hasta el negro abisal de la pupila
Y ahí acaba todo
y empieza tu ausencia
desbordando píxels y pronombres

sábado, 4 de noviembre de 2006

Espejo

Espejo

Este blog es espejo de

http://vicenteluismora.bitacoras.com

que es donde está colgada toda la información de Diario de Lecturas, el blog de crítica literaria.