"¿Dónde viven los narradores españoles? ¿Qué leen? ¿Qué les preocupa? ¿En qué piensan? ¿Qué concepto tienen de su mundo, y de su tiempo? Pero, sobre todo, ¿en qué tiempo viven, en qué época creen que viven los narradores españoles? Leyendo la mayoría de las novelas o relatos actuales, parece que viven en 1980, o finales de los 70. Una situación pre/posmoderna. Una modernidad alargada, estirada y agónica. Una España recién salida de una dictadura, y detenida en el tiempo, en una operación de sostenimiento de constantes vitales no muy distinta de la que sufrió el dictador. Hay un capítulo muy divertido de South Park, donde los (terribles) niños protagonistas retienen al “Hombre de 1980”, que sigue anclado en aquella época, escuchando a Snap y los primeros éxitos de Dire Straits, y vistiendo vaqueros Lee. Si una cita de serie televisiva les parece de inaceptable baja cultura, vayamos al séptimo arte y pensemos en Goodbye Lenin! (2003), esa película donde un joven intenta recrear la Alemania socialista del Este para su madre amnésica, como si no hubiera caído el Muro de Berlín. Si este contubernio de literatura y cine tampoco les parece serio (aunque, háganselo mirar, eso ya estaba superado), piensen en El retrato de Dorian Gray, ahora sí, y la máscara joven suspendida en el tiempo, mientras el rostro real –el del cuadro, el de la representación– se pudre en la planta de arriba. Gran parte de la novela española actual sigue en su sueño letárgico, hibernada como Disney o la leyenda de Disney, ajena al simulacro de los tiempos, detenida antes de la globalización, paralizada en el consenso, estancada en una economía de mercado de primera fase, en una sociología de llamarse por teléfonos fijos, en una psicología de hablar con las madres, en una cultura de la Movida, como si sus personajes no fueran sociedad del espectáculo, sino que la contemplaran en sus televisores (Telefunken), obstinada en su obliteración de las nuevas tecnologías, no sólo en sentido sociológico, sino también narrativo: pues igualmente hay nuevas tecnologías de la prosa, e idéntica resistencia."
"En efecto, la constitución de nuestro mundo (y del mundo, por tanto, de los escritores y sobre el que los literatos escriben), viene determinado noseológicamente por la intervención de los medios: “la revolución tecnológica en curso refuerza aún más el papel de la tecnología en nuestra cultura hasta poder considerarla como uno de los principales determinantes, si no el principal, de nuestra relación pragmática y cognoscitiva con el mundo”[1] y si esto es así para la carga mediática que aceptamos conscientemente, es difícil calcular los efectos de la inconsciente y subliminal.[2] El imaginario social ya no es distinto de lo percibido, todos los arquetipos colectivos son ahora inconscientes, puesto que se ha perdido el contacto directo completo con la realidad, completándose sus resquicios con la ficción realista que ofrecen los mass media. Y esto tiene un efecto claro sobre nuestra actuación (como personas o como artistas) en esta nueva situación psicológica: “si el universo moderno es el universo de bytes, cables, chips y corriente eléctrica que se oculta detrás de la pantalla, el universo posmoderno es el universo de la confianza ingenua en la pantalla que vuelve irrelevante cualquier examen de lo que hay detrás de ella. Tomarse las cosas por lo que valen como interfaz supone una determinada actitud fenomenológica, la actitud de confiar en los fenómenos”[3]. El realismo, en estas condiciones, no es muy diferente de un idealismo ingenuo. Esto no quiere decir que no haya posibilidad de un realismo eficaz, sino que la postura realista tendrá que reajustar la percepción a las condiciones de la misma, mediante una corrección fenomenológica: hacerse uno consciente de las limitaciones de los sentidos, de la manipulación constante de los medios, de la falta global de información veraz, no debe ser el resultado del pensar, sino el suelo mismo del pensamiento, a partir del cual la reflexión –y la escritura como consecuencia– parta para reinterpretar nuestro concepto de realidad y aquilatarlo.
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[1] José Antonio Pérez Tapias, Internautas y náufragos. La búsqueda del sentido en la cultura digital, Trotta, Madrid, 2003, p. 18. Véasetambién Langdon Winner, La ballena y el reactor. Una búsqueda en la era de los límites de la alta tecnología, Gedisa, Barcelona, 1987, p. 19.
[2] James Lull, Medios, comunicación, cultura. Aproximación global, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1997, p. 38.
[3] Slavoj Zizek, op. cit., p. 219.
Descripción del simulacro 7
PRIMERA PARTE: EL MAPA NÁUTICO 19
Mapa de líneas estéticas de la actual narrativa en castellano 21
Los tres grupos de adscripción estética (y el espacio intermedio) 21Tardomodernidad 25
Posmodernidad 28
-Posmodernistas españoles: la narrativa mutante 30
-El término 30
-Importancia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías 32
-La pérdida del sentido de realidad 40
-Recepción y crítica del espectáculo 60
-Ultraviolencia y superficialidad 64
-Quiénes 68
Pangea 69
-El hueco de la entropía: de la no-modernidad a Pangea 70
-La narrativa de Pangea 72
SEGUNDA PARTE: LA BITÁCORA
Diario de lecturas 79
El blog 81
La crítica (que queremos) 85Narrativa tardomoderna: Tres reseñas y un estudio 89
-Llámame Gal: Eduardo Lago 89
-La literatura del agotamiento: Enrique Vila-Matas 93
-Testamentos sin traicionar: José María Merino 100
-Volver al mundo (del lenguaje): José Ángel González 104Mutantes 131
-Hay dos alcaldes tuertos en Canciones Tristes: Rodrigo Fresán 131
-Ángulos: Diego Doncel 143
-Mal de altura: Juan Francisco Ferré 146
-La misa negra: Manuel Vilas 150
-Narrativa de la imagen: Salvador Gutiérrez Solís 154Pangeicos 159
-Presente visionario: Javier Fernández 159
-La razón cúbica: el ursa 164
-Phantasmas: Javier Moreno 169
-El realismo aumentado: Agustín Fernández Mallo 179
-El Google-Art: Julián Jiménez Heffernan 185
-Blogolalia 191
-Angustias posmodernas 191
-Más angustias posmodernas 194
-Hamburguesas y poesía 197
-Llamadas telefónicas 201
-Aeropuertos 218Coda: la noche de las vacas ideológicas
J. A. Montano
15 comentarios:
La última novela de kiko amat es entretenida, tiene ingenio y se lee rápido, pero yo no le veo las suficientes características como para decir que es una novela innovadora. ¿Lo es?
No sé. Por ejemplo, esta semana leí asfixia de chuck pahalainuk (me equivoco en el apellido, seguro) y me pareció más... fresca.
Un saludo a todos los que escriben en este blog. Os leo con admiración.
Me gustaría resaltar este último párrafo de tu texto, apreciado Vicente, que considero de una exactitud matemática: "la postura realista tendrá que reajustar la percepción a las condiciones de la misma, mediante una corrección fenomenológica: hacerse uno consciente de las limitaciones de los sentidos, de la manipulación constante de los medios, de la falta global de información veraz, no debe ser el resultado del pensar, sino el suelo mismo del pensamiento, a partir del cual la reflexión –y la escritura como consecuencia– parta para reinterpretar nuestro concepto de realidad y aquilatarlo."
A mí no me cabe duda al respecto,para qué te voy a decir. Pero la experiencia nos dice que nuestro abotargamiento hoy es (casi) universal, y me pregunto, tal vez ingenuamente, ¿qué hacer para corregirlo? E ingenuamente porque no sé si de verdad habría que hacer algo o, por el contrario, debería ignorarse el espectáculo. Bueno, ignorarse, ignorarse, tal vez no, porque no me negarás que resulta divertido (a veces).
En fin, enhorabuena por tu nuevo libro. Lo leeré sin duda con gusto, como lo hice con las otras "Singularidades" tuyas. Un abrazo.Paco Torres
Gracias, Paco; precisamente en el libro hago hincapié en aquellos autores que han sido capaces de evitar ese realismo ingenuo, escribiendo desde la conciencia del simulacro mediático y de las limitaciones intrínsecas a nuestra percepción. Hoy ya no puede ser grande más que quien reconoce su limitación. Quienes escriben desde la verdad, desde la evidencia -o ignorancia, que es lo mismo- científica, desde la obviedad filosófica, son los nuevos tiranos, los nuevos torquemadas, los inquisidores de lo real (ingenuo). Hay que escribir desde la conciencia de que uno no es nada, ni nadie, y que sólo desde lo colectivo, desde la duda y desde la dispersión identitaria la cosa mejora. Sólo quien se niega (en todos los sentidos de la expresión) es interesante, sólo quienes se niegan (a ser, a estar, a parecer, a aparecer) están libres de toda sospecha.
Saludos.
Querido Vicente, son varias puñaladas traperas, primero de un refrito te sacas un libro que por lo menos, en consideración a nosotros, debías haber titulado como el blog, consultarnos...etc... estará muy bien pero el puntazo lo habrías dado inventando la manera de meter en el libro la pasión con la que se vivió el diario de lecturas el año pasado y además el humor...
qué pena, bueno estás a tiempo de hacerlo en otro libro con los debates (solo)
tuyísimo
Baudrillard
Baudrillard, lo he hecho así precisamente en consideración a vosotros. El editor y yo le dimos varios varias vueltas al tema, que me quitó el sueño un par de noches. A mí me hubiera encantado contar con vuestros comentarios, entre ellos, por supuesto, muchos de los tuyos. Pero hay varias cuestiones nada fáciles:
Primero, ¿a quién le pido autorización? Se te olvida que sueles intervenir como seudónimo, Baudrillard. Cualquier lector ocasional o trol cabrón, a mi pregunta, podría responder "no", firmando como Baudrillard, y yo no tendría más remedio que creerme que él es tú -si es que tú eres tú, si es que eres el auténtico y estimado Baudrillard y no alguien disfrazado de él-.
Segundo: varias veces he expuesto este blog como ejemplo de escritura al margen del mercado, como muestra de que es posible crear y hacer debate de altura -no por mis intervenciones, sino por las vuestras- sin caer en las leyes económicas que vician tantas cosas en la literatura analógica ¿Dónde se va esa sana resistencia al estado de cosas, dónde queda esa im/postura, si recojo esos debates en un libro, le pongo mi nombre, y recibo por él derechos de autor? Nein, mein/e freund/e, nein.
Tercero. Tengo claro desde el punto de vista jurídico que, por mucho que os duela, los textos firmados anónimamente o con seudónimo me pertenecen, puedo hacer lo que quiera con ellos, porque no hay titularidad de autoría y su primera publicación es en un espacio mío de escritura. Sin embargo, aunque eso sea así, tengo, os tengo, un respeto. Podría haber publicado vuestros comentarios, pero tendría que haberos pedido permiso. Con esto volvemos al principio: ¿a quién pedírselo?
Cuarto. Y sin embargo, hay una posibilidad de publicar vuestros comentarios, algo que creo que sería un auténtico bien cultural. Pero se tendrían que reunir al menos dos condiciones: 1) Que nadie cobre por la publicación, incluido yo. 2) Que fuera una institución sin ánimo de lucro: una fundación, una universidad, etc. Entonces podríamos hablar.
Hasta entonces, Baudrillard, creo que mi postura más respetuosa hacia vosotros consiste en la que he tenido: La luz nueva no es el blog refrito, es un trabajo nuevo, sistemático, con cerca de cincuenta páginas inéditas, muchas de ellas más valiosas que lo ya publicado en el blog, que reconoce en varios sitios la deuda contraída con vosotros, pero que no contrae una nueva, la de faltaros al respeto o utilizar vuestras ideas en mi beneficio. De todas formas, puedo estar equivocado. Si eso es así, os pido perdón, te pido perdón, y aceptaré para el futuro todas las propuestas que me sometáis.
Un cordial abrazo, Baudrillard, y como siempre gracias por venir a tu casa digital.
Entonces lo que hizo Arcadi Espada es ilegal?
"Predata": Escrito la pasada madrugada y cuando aparecían 3 comentarios. Copio y pego, disculpad si hay alguna cosa en el mío que pueda quedar desfasada o repetida cuando Vicente lo modere.
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Saludos, Vicente y enhorabuena por el nuevo vástago. Ya nos contarás, si procede, los detalles de su presentación. Imagino que habrá una en Córdoba y otra en Madrid, precisamente esta misma tarde voy a una en La Central del MNCARS (Reina Sofía), el mismo lugar en el que presentaste Singularidades. Quedo a la espera de noticias.
Es evidente que algo valioso se perderá el lector de La luz nueva, al no contar con los comentarios y los debates suscitados por algunas de las entradas del Diario de Lecturas, y estoy pensando en algunas firmas brillantes que han pasado por aquí, avivando el fuego y haciéndonos reflexionar a muchos. Pero qué duda cabe que existe una “propiedad intelectual” sobre esos comentarios por parte de los autores, y que poner de acuerdo a unos y otros para prestar sus palabras a una edición tradicional hubiera sido más que improbable. Además, siempre aparecería ese monstruito que habita en las tripas de todo escritor, amenazando con rasgar la camiseta, ya sabes, ese alien, del “ego”, herido u ofendido porque no has incluido a este o al otro -menudo berenjenal te has quitado de encima-. De modo que “algo” se pierde de lo construido colectivamente entre todos, pero supongo que además de las lecturas que has ido aprehendiendo en este tiempo, también algunos de esos comentarios te habrán dejado un poso que de algún modo u otro aparece en La luz nueva, y la distingue, una vez asimilado y replanteado el ideario, en algo heredero pero independiente de la bitácora original. Veremos. Leeremos. Discreparemos. Aprenderemos.
Una acotación a algo que dices en tu libro (lo veo en lo que recoge Marisa Montes en su reseña, ya sabes, aquél enlace), y es que cuando señalas que “entre cinco y diez mil novelas al año, de las cuales son prescindibles el 95 por ciento”, ¿no estás pecando, Vicente, de… generoso?
Maldades aparte: me ha gustado especialmente lo que le respondes a Paco Torres, cuando dices que “hoy ya no puede ser grande más que quien reconoce su limitación”, porque esa actitud se sitúa casi en las antípodas de esa soberbia estéril que estamos padeciendo en las divas más visibles del panorama literario. Pero es que toda la trouppe de bailarinas que viene detrás puja (y empuja) por copar el mismo cartel, y a veces, aun en la esquizofrenia (de nuevo, la atenuación, Zizek. etc.) de interpretar el papel de malditas o renegadas, en su fuero interno, bajo el can-can, les arde la misma lúbrica ambición que a casi todas las rameras: venderse bien, pillar un buen cliente, que las retiren, si hace falta. Se me hace casi imposible imaginar que no haya un solo escritor libre de toda sospecha, ni aún el más ingenuo (valga éste como botón de muestra), porque quienes se niegan (a ser, a estar, a parecer, a aparecer), sencillamente, no están, ni parecen, ni mucho menos aparecen, aunque en efecto sean, y esa identidad les quede para la coherencia personal de saberse todavía genuinos, si es que eso es posible, y como faro en una periferia insular, para un puñado de navegantes.
Cada vez va cobrando más forma la percepción de otra literatura actual o venidera,
“pangeica” o como queramos llamarla, la que de veras debería finiquitar esta dependencia del imaginario productivo, del inconsciente reactivo, de la pasividad artística, de la convalecencia imaginativa, del resacón comatoso y la sedación colectiva. La literatura que debería emanciparse de casa de sus enmohecidos padres de una buena vez, como esta generación de treinta y tantos, que como dice el anuncio de cierto brebaje edulcorado (el brebaje y el anuncio) tiene una inmensa capacidad para ser feliz, tanta, que ha olvidado la necesidad de cuestionarse esa “felicidad” casi bovina. La literatura que debería, en suma, trascender esa etiqueta de “postmodernidad” y cualquier otra, y de una vez ser por sí misma sin el eterno brete de la referencia, la viabilidad y el oportunismo. Cada vez vienen sobrando más los agentes e intermediarios del libro como producto y bien de consumo, y van germinando esas otras identidades dispersas, ese discurso difuminado, difuso, diferido, que le dará un segundo de margen al lector para pensar, para recibir la señal, para sintonizar de veras una luz nueva, sin el aturdimiento constante de los medios y sus asalariados, desde el crítico al escribidor, del editor al académico. Un segundo de margen, sin ese ruido fabril de fondo, para que el lector conecte de veras con un escritor honesto.
Y no habrá que esperar a grandes acontecimientos futuros. Está pasando aquí y ahora, aunque permanezca en el extrarradio de la Institución Literaria y al margen de la prostitución iletrada. Es algo que está pasando en este mismo instante, por ejemplo, sin ir más lejos, en ciertas bitácoras.
Un abrazo.
Gran título, "La luz nueva". Con respecto al realismo, siempre tengo presente este pasaje de Jünger, de su memorable prólogo a "Radiaciones" (yo propugnaría un realismo *en el sentido jüngeriano*):
"Nosotros creemos que en la plasmación de un estilo nuevo está la sublime posibilidad de hacer soportable la vida. Sólo caminando hacia adelante se encontrará tal estilo. Las llamas han consumido las últimas ramas secas del romanticismo. Y asimismo ha quedado manifiesto el desconsolador vacío del clasicismo. La etapa museística es la etapa previa al mundo del fuego. Las pretensiones conservadoras, ya sea en el arte o en la política o en la religión, extienden cheques contra activos que ya no existen. Así Huysmans, santo padre de la Iglesia de los tropeles de creyentes a quienes el pánico empuja hoy hacia los altares.
Frente a esto el realismo promete menos, pero cumple más. El realismo renuncia a las especulaciones que no se rigen por el orden de la lógica y no paga con cheques contra fondos invisibles. Eso está bien -¿pero hemos agotado los secretos de las cosas visibles? Toscos segmentos, relieves superficiales, eso es lo único que el positivismo y el naturalismo han ofrecido. Ahí puede haber un punto de partida. En las cosas visibles están todas las indicaciones relativas al plan invisible. Y en los diseños, en las muestras es donde es preciso demostrar que tal plan existe. A eso tienden los ensayos de fusionar el lenguaje jeroglífico con el lenguaje de la razón. En este sentido la obra literaria crea estatuas que el espíritu coloca como ofrendas ante los templos aún invisibles."
Sergi y J.A., bienvenido de nuevo y gracias por vuestros comentarios, siempre interesantes y pertinentes. Así da gusto. Un abrazo a ambos.
Vicente, tienes razón en todos los puntos, pero has de admitir que lo magnífico del blog eran los diálogos- sin desmerecer a tu crítica también magnífica-.
El caso es que el fetiche gutenberg pudiera servir ahora para legitimar ese debate que se produjo en internet. Internet es su medio por supuessto.
Bueno, pues enhorabuena por el nuevo libro. Cuanto tenga tiempo, me lo pillo. Saludos, rafayiyo
Gracias, Rafa.
Baudrillard: pues claro que los comentarios eran y siguen siendo lo mejor del blog, eso lo digo hasta en el propio libro. Pero discrepo de ti en una cosa: el "fetiche Gutenberg" no legitimará el debate, todo lo más lo hará más amplio, pero eso es todo. El debate, todo debate, se legitima solo y en sí mismo.
Hola
Encontré un artículo de Vicente en el número de Febrero de la revista Mercurio donde se habla del blog de Azúa, desde el que os hago una visita. Me gustaría encontrarlo on-line para trasladarlo allí, con permiso del autor. ¿Sería posible?
Tienes razón de nuevo, y una cosa -si me permites- podrías proponer al editor sacar una segunda parte, algo así como: "Una luz nueva. Diario de Lecturas. El foro. VV.AA. Selección y coordinación Vicente Luis Mora"
Yo te cedo mis derechos -si seleccionas algo de lo que yo dijera-,es que sería tan bonito, tan retro verlo en libro, saber que ese baudrillard era yo.
Hola,
entiendo que la intención es buena. Eso de levantarar las alfombras de la literatura y airearla para que se acomode a los nuevos tiempos...Es importante mirar otras tradiciones. Que los autores sepan lo que está pasando, que lean coño!
Desde hace algún tiempo las editoriales buscan autores españoles, carne fresca -los del sector lo sabemos bien- que renueve sus catálogos. Hay editoriales que poco a poco han ido incorporando savia nueva, Mondadori puede valer como ejemplo, y aunque no todo son aciertos...
En fin, a lo que iba, que aunque creo que la intención es buena, detecto mucho concepto y poco contenido. Mucha perdiz mareada y poca concreción. En fin no hace falta que dé nombres: criaturas poperas y tal.
Estoy de acuerdo en que la literatura de Vila-Matas -como tantas otras- hace tiempo que suena a déjà vu, pero una novela no hace obra, y de los autores emergentes pocos tienen obra consolidada
Alguien ha leído a Julián Herbert?
hasta otra
Vitorino
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