martes, 9 de marzo de 2010

Una novedad y un título recuperado: Benito del Pliego y Martínez Sarrión


Benito del Pliego, Merma; Baile del Sol, Tegueste (Tenerife), 2009

Fragmentos de ser, ser del fragmento
[1]


¿Qué es lo esencial en un poemario? Esta es una pregunta de tintes metafísicos, pero Benito del Pliego (1970) quizá haya ido todavía más lejos, al preguntarse: ¿puede un poemario ser esencial, ser la parte restante e irrenunciable de un todo mayor? Merma podría ser la respuesta a esa espinosa pregunta, pero nunca sabremos -al no tener acceso a la parte eliminada- si es una respuesta correcta. La cuestión, y comenzamos a abordar directamente el poemario o la parte de poemario presentada como Merma, es que el autor parece haber recordado el Método de composición de Poe, donde el escritor de Baltimore recomendaba limpiar en un poema largo todas las partes de "prosa". Prosa no es sólo la expresión paragráfica extensa que narra hechos argumentales; en poesía, el concepto de prosa alude a todo aquello que no es esencial para la comprensión del texto o que no responde a la poética de éste. Y, en este sentido, sí creemos que Merma es un notable ejercicio de decantación poética, de cuya versión inicial (Merma tuvo una vida anterior como Alcance de la mano, Nueva Orleáns, edición de autor, 1998) sólo han sobrevivido, como explica Marcos Canteli en el prólogo, aquellos versos que han alcanzado cierta dosis de resistencia. El resto han caído en parte por voluntad del autor y en parte por el efecto de erosión del tiempo transcurrido: "no hay sentido: el tiempo corta el habla de tal modo que, sumados, restan solo los fragmentos" (p. 67).

El libro se abre con una poética donde se van clarificando elementos de búsqueda (la contención, el énfasis en la mirada) y topos de acercamiento; también configura sus ausencias, de las que hablaremos más tarde. Que un poemario se abra con referencias al horizonte y a la observación nos habla de una poética que situará sus bases estratégicas en referencias plásticas, en una estructura que irá de las imágenes mentales a las externas materializando a las primeras como si fueran una descripción ecfrástica, como si el poeta estuviera describiendo el cuadro o imagen que contempla en su mente, que puede tener, o no, correspondencia con la realidad exterior. Hay diversos ejemplos de utilización por del Pliego de este mecanismo en algunos versos o fragmentos, entre los que destacamos, por su explicitud, éste: "la mirada retorna a las cosas. Los objetos retienen la luz y una mano limpia el polvo que los alejó de la vista" (p. 74). En la parte final del poemario, titulada AA y proveniente de otro ciclo anterior, se hace referencia a la posibilidad de una suspensión metafórica y de una resolución, pero sólo para apuntar -vía una cita de Joan Brossa- al comienzo de un nuevo ciclo de retornos de la mirada a las cosas. De ahí que el libro se defina como una rescritura (p. 99) aunque, en rigor, cualquier escritura de Benito del Pliego lo sea.

Entre las ausencias antes sugeridas, Merma (que alude en sí a una ausencia, a una parte faltante, a algo borrado con posterioridad), se complace en la ausencia del sujeto, en la elipsis. Juega entre la tercera y la segunda persona, mientras que la primera persona del singular desaparece, disuelta en la contemplación: "automóviles transitan en la bruma. Lentitud de los neumáticos" (p. 36); "el día se escapa. Calienta el sol la esperanza en la hora de la excusa. Ligado al monóxido de los camiones, a los tiros de su rueda, el eco arrastra el sopor en la avenida" (p. 59). Se supone que es el poeta quien contempla, pero el sujeto se ha desintegrado, recayendo el gesto de la mirada en el objeto o conjunto de objetos observados, en vez de en los ojos que miran. El centro ya no es el yo, sino el exterior concentrado por la contemplación. Se opera un desplazamiento que es un gesto de honestidad, de sinceridad en cuanto a que la observación es lo capital, y no el gesto narciso del mirar inteligente que lastra numerosos poemarios de nuestro tiempo. Las explicaciones de esta elipsis sostenida pueden ser muchas, y no pueden obviarse aquellas relacionadas con una situación ontológica conflictiva ("la lona insaciable de quien no puede habitar en sí mismo", p. 39), aunque quizá el sentido último pueda encontrarse en esta frase de una poética anterior de Benito del Pliego, titulada "9 escalones (poética)": "La estabilidad de lo impreso es apariencia, lo mismo que la identidad de quien escribe; observar el flujo y las variaciones del sentido inquieta más y se corresponde mejor con lo que el poema quiere ser".

Creo que en esta relación, establecida por el propio poeta, entre "observar" y "el flujo y las variaciones del sentido" está la clave última de Merma. Pues la contemplación del poemario no es estática, sino que se caracteriza por su dinamismo, por su oscilación, por su capacidad de captar diversas cosas, que quedan apresadas y convertidas en materia poética precisamente por su cualidad de ser percibidas por la mirada del verso. El paso de una a otra mediante la vista (en un sentido mental) primero y la palabra versal después crea una ilusión de continuidad convertida en hilo roto precisamente por la ausencia de algunas piezas tras la merma final, por esa operación mutiladora de la que hablábamos arriba. La mirada poética une conceptos, y el tratamiento posterior del texto vuelve a desunirlos, al escamotear varias, muchas, de las piezas del complejo. Es como si recibiésemos un puzle incompleto, o cientos de teselas que no terminan de dibujar un mosaico, pero que sí son capaces de revelar al menos la tensión estructural, las líneas de fuga, el tema propuesto por los trazos supervivientes. Otra metáfora sería la del tejido, que además cobra cuerpo en algún instante puntual del texto: "palabra tras palabra se borda el sinsentido" (p. 57).

Como vemos, a pesar de la diversidad de objetos, tonos y registros, hay pocas cosas casuales en este poemario, donde todo queda al final sumido en un orden entrópico; los sinsentidos puntuales en el sentido dinámico del flujo versal, los fragmentos en el Todo fragmentario. Benito del Pliego presenta en Merma la fotografía a 2009 de su búsqueda continua, tanto intelectual como discursiva, y debemos decir que el sujeto de la fotografía, sin ser del todo reconocible, ha salido muy favorecido.



Antonio Martínez Sarrión, Muescas del tiempo oscuro y Teatro de operaciones; Bartleby Editores, Madrid, 2010

Ni puedo ni quiero hacer una lectura con pretensiones objetivas o imparciales sobre este volumen doble de poemas, por varios motivos. El más evidente es que la lectura en 1994 de Teatro de operaciones me impactó de lleno justo cuando yo estaba intentando construir mi propia poesía, y creo que su difícil simplicidad y su ausencia de puntuación me han seguido influyendo por lo menos hasta Construcción (2005), mi penúltimo poemario. Dediqué un libro a Antonio Martínez Sarrión a modo de testimonio de agradecimiento, y le he dedicado también muchas horas de lectura, conversación telefónica y amenos paseos por la cuesta de Moyano. Poemas de Teatro de operaciones como "mari pili en casa de manolo" o "el cine de los sábados" están detrás de buena parte de mi estética, como también de la de Pablo García Casado (Antonio Luis Ginés y él fueron quienes me recomendaron leer a Sarrión). Releer estos poemas ha sido en parte releerme. Vi en ellos entonces un modo de canalizar los antiguos hallazgos de las vanguardias y situarlos en un discurso expresivo consciente de su tiempo y altamente comunicativo, complejo y fácil al mismo tiempo. Lo sigo viendo ahora. Hay que felicitar a Bartleby por rescatar Muescas del tiempo oscuro, colección de poemas que permanecía inédita y que fue escrito en la misma etapa que Teatro de operaciones. Poemas perdidos que esconden tesoros como "ciudad hecha de nieve que regala / andanadas de sal desde las torres". También hay que felicitar a Julieta Valero por su denso epílogo, apasionado y riguroso al mismo tiempo.




[Relación del crítico con los autores reseñados: con Benito del Pliego, ninguna; con A. Martínez Sarrión, amistad.
Relación con las editoriales: Publiqué en Bartleby Singularidades en 2006, en la actualidad no tengo ninguna relaci�n editorial con el sello y sólo buena relaci�n personal con los editores. Con Baile del Sol, ninguna relación]


[1] Reseña pblicada en Nayagua. Revista de poesía; n� 11, diciembre 2009, pp. 123-24.

2 comentarios:

Vicente Luis Mora dijo...

Me han enviado otra reseña, muy diferente y complementaria a la vez, de Ernesto García López sobre Merma:

http://patadegallo.blogspot.com/2009/06/visiones_29.html

Anónimo dijo...

He leído y releído Merma y creo que, tal y como se presenta en esta edición, queda bastante cojo. A un nivel mucho menos teórico del que tú comentas, siempre necesario, creo que para el lector de poesía el libro no acaba de conseguir su objetivo. Es un corpues de textos que vienen, a su vez, de otros textos anteriores, como si se tratara de una antología. Tal vez leído en su totalidad el sentido sea otro, desde mi humilde opinión.
Tu interpretación es interesante, volveré a ál habiéndote leído ahora a ti.
No está este libro entre los mejores de este último año.
Un saludo, Vicente!!!! Me encantó Tiempo. Difícil en algunos momentos pero unitario en el sentido. Creo que eso es fundamental.
Chao.