lunes, 6 de agosto de 2007

La grieta

[Una encuesta para escritores]

Este post se entenderá mejor a finales de septiembre, por algo que entonces explicaré, pero hasta ese momento me gustaría poner sobre la mesa varios asuntos que me parecen importantes, a modo de encuesta para quienes venís por aquí.

La primera pregunta la suscitó Toto en un comentario de ayer, al que siguió una inteligente respuesta de _-_, razón por la que ambos comentarios están colgados abajo. Comenzamos:

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?



.
Han completado ya la encuesta:
Salvador Gutiérrez Solís
Edgar Quinet
Nacho Montoto
Germán Sierra
Agustín Fernández Mallo
Toto
Santiago Navajas
Juan Francisco Ferré
Camilo de Ory
Manuel Vilas
Vicente Muñoz Álvarez
Elvira Navarro
Antonio Alcaide
Dolan Mor
Antonio Jiménez Morato
José Óscar López
Luis Vea García
Nacho Escuín
Doménico Chiappe
Iban Zaldua
David Eloy Rodríguez
Juan Carlos Márquez
Miguel Ángel Gara
Jorge Carrión
Ernesto García López
Miguel Ángel Gara
José María Pérez Álvarez
José Daniel García
Javier Moreno
Daniel Bellón
Antonio Pomet

57 comentarios:

Anónimo dijo...

Una cuestión capcionsa por mi parte:

¿Cómo encajan y se sitúan ustedes ante la recomendación política biolorrusa y la censura española al Jueves?

Me interesa cualquier respuesta teniendo en cuenta toda esta argumentación y proposición del arte que han expuesto hata ahora?

Toto

Anónimo dijo...

Respondiendo a Toto.

Intento encajar las recomendaciones según aporten solución eficiente, de acuerdo a mi punto de vista, a un determinado conflicto.
Me sitúo observando situaciones parecidas. Me parece haber visto muchas más. Resultados respecto al problema, nulos.

¿Por qué siguen recomendándolo?
Arte en respuestas diferentes. Por ejemplo. Innecesario : )

Teorías ante fracaso escolar parecen variaciones respecto falta de interés, "todo el día junto a una máquina" hace pensar: a) la máquina tiene algo que le interesa, estudios no. b) no tienen interés/ sí tienen c) la convergencia de culturas (como videojuegos material de enseñanza) dónde cultura explota de significados c.1) algún cambio es posible c.2) creatividad es propaganda de la creatividad d) distancias y muertes e) ¿por qué siguen dándose la razón sentados en un columpio "no se esfuerzan pegado al ordenador gandules a la tele a tu edad meneando la sardina no saben lo qué quieren es verdad cierto aquel va a saltarse la clase se lo diremos a la señorita gandules cierto "

El Juez acaba de explicar que el secuestro del Jueves, era una performance.

quotationsbook.com: performance :
"It is hard to go beyond your public. If they are satisfied with cheap performance, you will not easily arrive at better. If they know what is good, and require it. you will aspire and burn until you achieve it. But from time to time, in history, men are born a whole age too soon." Ralph Waldo Emerson

Podemos conocer lo que es bueno más facilidad, más rapidez, saltando eras.

La pregunta era arte y política?
La he leido principalmente como relación arte-vida (urinario) y actualidad Duchamp o Cortázar.
Es que leo muchas preguntas en la pregunta capciosa Toto. No te ha pasado? No os ha pasado, leer un artículo, ir leyéndolo, verlo como dos, aparecer un spin-off mientras vas leyendo? Hay días en los cuales un artículo te ha alimentado como dos petit suisse. Una vez en el metro me encontré a John Lennon leyendo de reojo mi diario. Y va me dice "I read the news today oh, boy
about a lucky man who made the grade" ¿Quién se lo había preguntado? Me iba a chafar la lectura. Me explicó todo el diario. Entraron ganas de pegarle un tiro. Era el año 80 o así del siglo pasado.

¿La censura en relación a la crítica, a la opinión pública, diferentes niveles juez local/publicación local - políticos / globales - fan/famoso global.

Ocurriendo local/global varían también. Portada jueves, secuestro revista local, portada global.

Presión fama?
Intervención política?
No se pueden permitir inmoralidades?
Por eso he privilegiado una lectura.
Anacrónico, me parece Pero ya es eso. Según el Papa es cierto, Dios murió en la cruz. Una verdad como un templ.

Si no dejan buscar la verdad, prefiero no hacer nada a repetir lo mismo. ¿Como encajo y me sitúo ante la censura? Creo que ya lo estamos, de la individualidad, de la experiencia, de la vida. Ocurren los dos casos y no me parecen reales. Distancia. Firmas, no movilización. No emociona. Las teorías conspiratorias llenan. Si censuran lo que digo, no digo nada. Mejor a repetir lo no funciona. Eso sí podemos saberlo. Comparar situaciones, pienso.

Tengan muy buen día caballeros

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

La libertad creativa y expresiva comienza y acaba en el autor. Otra historia es la censura en los medios. Yo, de hecho, estoy censurado por algunos medios.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Las mismas: medio, lenguaje y proyección.
Denunciando.
Denunciando.
Lo hago.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Ninguna.
Escribir bajo los modelos que –intuyen- pueden interesar/gustar a los editores, y, por ende, a eso que conocemos como mercado.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?
Sí.
Sí, lo he hecho.
Si el escritor (novelista) no es capaz de realizar un ejercicio de esquizofrenia controlada –o descontrolada- que se dedique a escribir manuales de autoayuda.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

No.
No.
Esta pregunta me provoca una cierta ira, ya que la mayoría de las respuestas serán similares, y la mayoría serán mentira, descaradamente mentira. Y para alguien que se toma esto muy en serio, escuece, jode, y mucho.
Pero esta mentira navega en todas las direcciones.
Hay quien se impone ser moderno, sin tener ni puta idea de lo que es lo moderno. Y que rebuznen los asnos.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar o tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?
No sé quien es mi público. ¿lo tengo?
No lo sé –no sé quien es mi público.
No.
No –a lo mejor el gilipollas soy yo-. De hecho, la mayoría de los escritores somos unos auténticos gilipollas, además de anormales.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Sí, ya lo he hecho.
No. Repito: ya lo he hecho.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Sí y no, al gusto.
La mía no la tiene.
Es un escritor normal de este tiempo. O sea: del Siglo XIX. La mayoría.
Por supuesto. Cela es un magnífico ejemplo. Incluso Vargas Llosa.
No debería. Retomemos la esquizofrenia.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

No.
No.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Siempre dudo. Soy un aprendiz.
Sí, por supuesto.
Yo mismo, que se me secara lo que llevo dentro.

Danilo T. Brown dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?
Lo sea o no, a mí, hoy por hoy, me la suda, y lo digo con total libertad (de expresión, salvo que Vicente quiera censurarme).

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?
Exactamente las mismas
Escribiendo lo que te salga (de dentro).
Idem
No lo sé.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?
Mi censura es estética. Si creo que está mal escrito, lo destruyo. No me planteo otro tipo de censura en lo que hago.
En otros hay poca censura estética. El resto, también me la suda.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Claro, si tuviera algo que decir, si el tema me incitara en algún momento, no lo dudaría.
Claro.
Por mi parte no veo el problema, escribir lo que a uno le de la gana consiste en eso y en cualquier otra cosa que se te ocurra. Comerte a una niña en pedacitos, por ejemplo. O hacerte unos huevos para desayunar. No importa el qué (topicazo) sino el como.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

SÍ, LO HARÍA (Hola Salvador)
Ojalá pudiera! Una cosa es lo que escribo y otra lo que vendo.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Mi público es cualquiera que quiera perder el tiempo leyéndome.
¿Por qué? No creo que una cosa esté relacionada con la otra. Igualmente hay escritores detestables que han escrito libros admirables.
No, probablemente, como dice Salvador, el más gilipollas de todos sea uno mismo. Cambiar algo que he escrito por dinero, pase, pero no porque el que me lee resulte ser un gilipollas... más gilipollas es si lo sigue leyendo después de que yo lo haya retocado por dinero (claro que lo suyo es que no lo sepa). Y sin embargo Cesar Vidal sigue vendiendo libros.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Sí. O el libro o yo.
No, pero intentaría que no se enterara (¿¡...!?)

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Paso

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

En mi opinión no.
No. No obstante, allá cada cual.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Poca. La misma que en mí mismo.
Claro! es lo que hago (jajaja!). Uno no escribe para que le publiquen, escribe y punto. Y si cambiando algún parafillo puedes ganar dinero pues mejor (jeje). Viva la escritura por encargo.
La muerte. O que me tocaran cien mil millones de euros y me fuera a vivir a una mansión rodeado de tias buenas con ganas de follar. Aunque en un par de años seguro que volvía a escribir. En cuanto me cansara de follar. Lo mismo en 6 meses. Esto lo digo porque cuando me echo novia escribo mucho menos, así que tengo que romper para no hundirme.

Un afectuoso saludo a todos.

Danilo T. Brown dijo...

Perdón, acabo de darme cuenta de que Salvador y yo tenemos ciertas cosas en común. Véanse las respuestas a la última pregunta del cuestionario.

ejem

José Ignacio Montoto dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Pues que la censura literaria dependiendo de quién seas será llevada a cabo, es cierto que parece ser que existe alarma al respecto, pero no veo yo tal censura en algunos textos.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Sí, tiene las mismas posibilidades. Siendo transgresor y no callando como un buen samaritano.
Intento hacer lo de esa forma.
En ello andamos.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

¿Imponerme una forma de autocensura? Sería estúpido por mi parte.

En otros detecto que saben qué decir, cómo decirlo y a quién decirlo, bajo un corsé anti natural peor muy bien estudiado.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Sí, escribiría, y escribo, sobre todo lo que ven mis ojos (y lo que no también).

Sí, es fácil intentar comprender a un agresor, en esto ocurre como en el actual caso Hamilton-Alonso, cada país (Inglaterra y España) lo ven según su piloto, y si te paras a pensarlo pues todos tienen razón, el violador atiende a una necesidad, al igual que el terrorista, connotaciones culturales que dan un aire de normalidad a estos hechos desde el punto de vista del agresor, los españoles somos asesinos de toros, los hindús deben verlo como una barbarie.


5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

¿Por dinero? Si la cantidad me va a resolver la vida, no lo dudaría, eso de la integridad sólo es para los románticos como Salva :-).

Bromas a un lado, y en mi caso concreto, de no haber publicado más allá de una plaquette, no alteraría sustancialmente mi obra para que me editaran una biblia de barro o un Código sobre María Magdalena, ciertamente.

No, no lo he hecho, no he tenido esa "dichosa" oportunidad, ni creo que se vaya a dar el caso.



6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Mi público son cinco amigos, familiares y algún que otro escritor al que traigo mareado.

Para los anteriormente citados.

No.

No.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Lo terminaría de escribir, sin duda alguna, de hecho lo he terminado.

No, los muertos no pueden defenderse.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Creo que la literatura debe implicarse más en los hechos sociales, en el entorno, debe remar en una evolución y el escritor debe ser transgresor con el medio que le rodea y de ese modo colaborar con el mismo.

Yo ando ideando la forma de aportar mi granito de arena, pero hay muchas playas llenas de escritores.

Esto del escritor progresista y conservador me suena a discusión entre abuelos y nietos.

Nada tiene que ver lo uno con lo otro, vanguardias y conservadores y progresistas y "estancados", el posicionamiento ideológico, a veces, influye, pero no es la norma general.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Se puede y debe escribir sobre todos los temas habidos y por haber.

Todo en esta vida se puede tomar a broma e irónicamente.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

En mi joven obra tengo la confianza que me van dando aquellos que me animan a seguir puliendo y corrigiendo. En continuo aprendizaje. 10, 20, 30, 40, 50, sean los años que sean los que permaneciese inédito, seguiré escribiendo.

Pues una parada cardio-respiratoria ,un ictus cerebral o un accidente de consecuencias irreversibles me privarían de escribir, un hecho que no me permitiera expresarme.

GASPARD dijo...

¡Uf! ¡Cuantas preguntas!

1)Recuerdo algunas de las discusiones acerca del problema de la libertad de expresión, y me gustaría iniciar mi comentario repitiendo algo que he manifestado en una de esas ocasiones:
No considero censura que un medio o una editorial se nieguen a pulbicar algo mío. Los medios y las editoriales son empresas privadas cuyo objetivo es ganar dinero. Si un periódico o una editorial creen que mi texto no les va a suponer un beneficio económico, están en su derecho de no publicarlo. Es probable, por otra parte que en algún caso se nieguen a hacerlo por no ser lo suficientemente escandaloso como para llamar la atención del público.
La sociedad del espectáculo oscila continuamente entre dos simulacros: el poder propagandístico del escándalo y los "límites éticos". Uno y otros dependen de la receptividad del público en cada momento y en cada mercado. Esto no sucede, evidentemente, en países teocráticos o dictatoriales, donde sí existe una verdadera censura fundamentada en principios ideológicos o religiosos. Lo de El Jueves es una anécdota y una muestra de estupidez, pero también un síntoma: uno de esos actos fallidos gracias a los que sale a la luz el inconsciente totalitario de algunos politiquillos.


2) En algunos casos sí, aunque no de forma masiva. La literatura de calidad permite un nivel de reflexión acerca del mundo que es difícil encontrar en otros medios más inmediatos.

3)El término "autocensura" no me parece el más adecuado, pero creo que todos nos imponemos alguna restricción cuando escribimos. Empeñarse en ser provocador es también una forma de restricción.

4) Si. Es ficción.

5) No lo he hecho nunca. Quizás nunca me han ofrecido suficiente dinero. Quizás no sepa escribir de otra forma.

6) No tengo ni idea de quien es mi público, y tampoco me importa mucho. Si mi lector medio resultase ser un gilipollas, seguramente a estas alturas sería rico.

7) Nunca me lo he planteado, porque jamás he incluído personajes próximos a mí en mis novelas.

8) ¿Qué son intenciones politicas? ¿Defender a un partido o una ideología al uso? En tal caso no. ¿Intentar desentrañar mecanismos de poder en los que todos participamos? En tal caso sí.

9) No.

10) Seguiría escribiendo aunque no me publicasen, pero no puedo asegurar que nada me haría dejar de escribir. Siempre he sido un poco vago.

Un saludo a todos

Anónimo dijo...

1)Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

R:En tanto la censura, por definición, es aquel sesgo puesto por las instituciones, no creo que hoy por hoy exista en términos generales.
Que una editorial no te publique no es censura, sino simplemente que con su dinero hace lo que da la gana, como hacemos todos.
Otra cosa es la censura institucionalizada en cubierto en lo referente a los asuntos “políticamente incorrectos”, por otra parte tontos y naifs. Por ejemplo, el libro de Migoya, Todas Putas, no hubiera sido publicado ni aupado por institución alguna. Absurdo. O en el cine ahora, por ejemplo: películas como Casablanca no existirían hoy ya que en ellas todo el mundo fuma; no recibirían subvención alguna, etc. Absurdo. Es una forma de “censura correcta”, que cada día es más asfixiante. El Estado de repente se ha decantado por la legislación paternalista, vía que felizmente se había abandonado en los años 80, y eso alcanza, obviamente, a la literatura. Un desastre.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

R:Esta pregunta no la entiendo bien.

3)¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

R: La única autocensura es la que emana de mis criterios estéticos. Creo que todo asunto podría tratarlo, pero bajo mi prisma narrativo. Todo tabú, que viene de la infancia y el entorno social, lo destruimos, precisamente, deconstruyéndolo en primer lugar, y rearmándolo después estéticamente con la forma de narrar propia de cada cual, endulzándolo con paraísos que, queramos o no, viene de la infancia, y de esta manera lo hacemos soportable a nosotros mismos, y lo digerimos. Y así vamos superando autocensuras.
Sobre el resto de escritores, pues no lo sé. No he detectado nada al respecto, pero es que no creo que yo sea un “detector” adecuado.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?
R: Bueno, sí a todo. En literatura no importa el “qué” sino el “cómo”.
Supongo que no hablaría de esos asuntos echándoles mucha carga de violencia. Ejemplo: mi idea de la literatura son textos muy violentos, sí, pero muy planos, sin puntas, como una cama elástica súper tensa, parece que no ocurre nada en ella, pero dejas caer una simple pluma y sale rebotada con una energía imparable. Supongo que si abordara esos asuntos, lo haría así, pero no sé.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?
R: Bueno, si es algo sustancial, pues no. Ahora bien, a veces los autores creen que todo lo que escriben es sustancial, y eso también es un poco ridículo: cambiarles una coma o una palabra resulta un drama. Esa actitud no me interesa, le falta humor y distancia para reírse de uno mismo.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?
R: Mi público es el me lee, sin más, y no tengo mucha idea de quién es.
Te contesto con una pregunta: ¿te haría dudar de ti mismo que una tía que detestas te dijera que está enamorada de ti? ¿Intentarías cambiar por culpa de eso tu forma de ser? La respuesta afirmativa la vería un poco del género “tonto inseguro”. Yo aspiro a que mis libros gusten hasta a la gente que detesto, ¿qué mejor test de calidad de una obra se puede imaginar?

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

R: Si la literatura me destruyera la abandonaría. Escritor, sí, gilipollas, no. Otra cosa es que un poco siempre te destruye porque es una “locura controlada”, y porque además te lleva a “conocerte mejor”, y eso es garrafal. No conozco a nadie al cual el hecho de escribir o leer le haya hecho más feliz ni necesariamente mejor persona; “conocerse mejor” es un camelo, es el principio del fin, nada te soluciona, sólo te aporta problemas. Hay que tirar para adelante, sin pensar, sin darle muchas vueltas a por qué escribes tal o cuál cosa. Es como en las relaciones de pareja, cuando comienzan a “hablar”, a “dialogar”, a “analizar”, están perdidas; lo único que las salva es reciclar y tirar para adelante, el resto sólo son cuentos para vender libros de autoayuda. Por lo demás, la gente feliz, lógicamente, no se encierra ni a escribir ni a leer.
Yo no escribiría nada que hiciera daño a mi familia ni a nadie al que considero muy muy cercano. No creo que la literatura esté por encima de todas las cosas. Lo contrario lo considero petulante y adolescente. Además, siempre se puede decir lo mismo dando un rodeo, o cambiando nombres, etc.


8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

R: para mí ni la literatura ni ninguna faceta de creación artística o científica debería tener intenciones políticas explícitas. Siempre han sido pifias, empezando por las justificaciones “científicas” del nazismo y terminando por los “poemas” de Neruda al Stalinismo. Las obras políticas son las que al final menos se sostienen. Creo que eso está demostradísimo. Por otra parte desconfío del escritor que se hace apóstol de causas políticas con sus textos. Lo considero un engañado, una marioneta del poder.
Ahora bien, en todo texto siempre hay política, es inevitable y es necesaria, para empezar, porque de lo contrario no existiría la literatura. Eso sí, no me parece admisible ni ético, hasta me parece facha, despreciar la obra de un autor porque sea del tal o cual político en su vida privada.
¿Autores que fueron progresistas en cuanto a hacer avanzar la literatura pero conservadores en sus ideas políticas? Sin ir más lejos, Cela, Torrente Ballester, Junger, etc.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

R: Todo asunto es tratable, otra cosa es que no sea yo quien quiera tratarlo porque puede que sea muy cercano a mí, que me afecte demasiado, etc. Parafraseando al gran Michi Panero: ¡“Que lo hagan ellos, coño, que lo hagan ellos”!
Otra cosa es que, evidentemente, si un tipo acaba de pegarse un tiro no vas a ir a su familia a ironizar sobre su muerte; lógicamente, te darán dos hostias y ya está.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?
R: Tengo una fe ciega en mi obra. Si no, no intentaría publicarla. Si no, sería un irresponsable por querer contaminar el mundo con cosas en las que ni yo mismo creo. Cuando entrego algo aun editor tengo que pensar que es cojonudo, que es la bomba, si no, ya te digo, ¿para qué?

Yo siempre he editado poesía, lo que equivale a decir que estoy acostumbrado a, 1) escribir cosas que nadie lee, y 2) a, por eso mismo, hacer lo que me da la gana en mis textos.
O sea, que si me apeteciera, claro que seguiría escribiendo. De hecho escribí no una, sino 3 novelas del Proyecto Nocilla estando convencido de que nadie me las iba a publicar.

Libertariano dijo...

1. ¿Libertad para qué? La pregunta del Lenin original o su derivada española, según fuentes, apunta a una serie de valores que se suponen más importantes que la libertad: la cordialidad, la compasión, la paz social, el bienestar, la igualdad…
Tanto para los conservadores como para los socialistas, en general, la libertad es una variable secundaria que encuentra sus restricciones en dichos valores pretendidamente superiores.
La era de lo políticamente correcto, la más de las veces moralmente incorrecto desde el punto de vista liberal, es la síntesis de las clásicas posturas conservadores y socialistas que han encontrado al fin un punto de fuga: la comunidad de todos los santos (y las santas) de derecha e izquierda. Como ejemplo cito a los que en ocasión del asunto de las viñetas de Mahoma se manifestaron en contra de su publicación: José Saramago, Günter Grass, los editorialistas de El País, The Guardian y Financial Times, Abdel Rahman Abu Labán (líder de la comunidad islámica en Dinamarca), José Luis Rodríguez Zapatero, Tayyip Erdogan, George W. Bush, Jacques Chirac, Barbara Probst Salomon, Hans Küng, Sami Naïr, John Le Carré, Vidal Beneyto… Éste último calificó de “fanáticos de la libertad de expresión” a los que defendían el derecho a la sátira por mucho que ofendiese. Ejemplos del “fanatismo liberal”: Savater, Fernando Castelló (presidente de Reporteros sin Fronteras), Ayaan Hirsi Ali, Bernard Henry Levy, Salman Rushdie, Ibn Warraq, Vincenc Villatoro, Amir Taheri, Sánchez Ferlosio, García de Cortazar, Anders Fogh Rasmussen (primer ministro danés), Slavoj Zizek…
En el fondo está la vieja presunción de los intervencionistas sociales de todo pelaje de que es posible calcular una función de utilidad social, esa cosa llamada “bien común”, y que para alcanzarla hay que limitar la libertad individual cuando choque con el objetivo colectivo. Esta mitología roussoniana del bien común y la voluntad general fue destruida teóricamente por Mises, Hayek, Arrow, Buchanan… pero los mitos nunca terminan de morir en la práctica.
Estas tentaciones de censura existen, pero al menos en las sociedades liberales no terminan de realizarse porque gracias a los mecanismos de la propiedad privada y la competencia hay medios alternativos para decir lo que algunos tratan de que no se digan. Y si no los hay, se pueden construir.

2. Creo que la literatura es, con un montón de matizaciones, neutral respecto al soporte tecnológico. Lo que sí es cierto es que las nuevas tecnologías han metido una velocidad, o dos, más respecto a la democratización que supuso la imprenta. De todas formas, hemos avanzado en limitar al poder estatal, aunque a saltos, desde lo de Castelio contra Calvino.
Por lo que a mí respecta estoy orgulloso de haber introducido al conocimiento de películas minoritarias en un medio de comunicación generalista, con la pretensión de ampliar el campo de batalla cultural, tanto por las ideas desarrolladas como por el lenguaje y las referencias empleadas. Lo que me ha supuesto alguna crítica, ¡pero estaría bueno que un crítico fuese refractario a la crítica!

3. Distingo entre micro-censuras y macro-censuras. Las primeras afectan a los roces y frenos que se dan en la realidad, a la negociación que supone escribir para una sociedad y un mercado caracterizados por la pluralidad. Hubo un tiempo en que los literatos y los políticos tenían sus esperanzas en el Tribunal de la Historia (Dios). Ahora los tribunales culturales se han multiplicado y se han hecho inmanentes, y los artistas han descubierto que se puede servir a dos señores, a Jehová y al becerro de oro. Que se puede ganar el Premio Planeta con una faena de aliño que satisfaga en las plazas de segunda y de seguido jugarse la vida para que aplaudan los del tendido 7. Dicho de otro modo: la revista de Círculo de Lectores, en la que se arrejuntan Almudena Grandes, Roberto Bolaño, Pérez Reverte, Dante, García Márquez, Nabokov e Iker Jiménez (táchese lo que sí proceda).

Estas micro-censuras son internas y externas. En ocasiones, las censuras y leyes a priori funcionan depurando, desdramatizando, decantando. En el caso del cine de Hollywood hay decenas de casos. Lars von Trier ha jugado con la misma idea con las cinco censuras que impuso a su maestro. Ford, Hawks o Hitchcock lidiaban, que no evitaban, bastante bien dichas micro-censuras. Para ello se escondían en los pliegues de las faldas de la censura para desde ahí levantarlas. Welles o Ray lo llevaba fatal.

La macro-censura, la eliminación pura y dura de todo lo que suponga una crítica hiriente a los poderes establecidos, desde los grandes grupos de comunicación a la opinión pública, es intolerable.

4. La gran literatura, como la gran ciencia, está elaborada con ideas peligrosas. ¿Peligrosas para quién? Para los mansos de espíritu, para los estúpidos, para los que no se atreven a pensar contra sí mismos, para los narcisistas de su ombligo, para los hipócritas, para los verdugos, para las víctimas que se convierten en cómplices de sus verdugos…

¿Por qué algunas series americanas de televisión son tan atractivas? Precisamente porque por ellas pululan desatados los personajes favoritos de nuestro sistema límbico: el asesino en serie que mata a otros asesinos por motivaciones éticas; el agente antiterrorista que tortura en nuestro nombre mientras miramos hacia otro lado; el abogado brillante, fascista y lúbrico; el Presidente de izquierdas que cita la Biblia mientras ordena el asesinato de un terrorista…

Esos “otros” que habitan en nuestro interior, los tenemos controlados pero exigen su voz. ¿Updike los ha presentado como asesinos idealistas? Tengo que leerlo. Comprenderlos no es, siempre, justificarlos. Aunque Nabokov tenía que ir repitiendo que Humbert Humbert era un monstruo. Y es que en ocasiones más que comprender se trata de “comprenficar” (justificar con el envoltorio de la comprensión).

Otra cosa es cuando el Estado pretende hacernos corresponsables de engendros o blasfemias artísticas mediante la financiación espuria basada en el amiguismo y el interés particular.


5. ¿Cuánto dinero? Ya se sabe que la formación como economista, y de ello me culpo, es de las más perversas. Cuando a un economista le preguntan que cómo está su mujer, responde: ¿comparada con quién?

Algunos sueñan con la gloria, lo que como el cielo religioso es un premio tan grande que no hay dinero para comprarlo. Pero que no deja de ser una recompensa.

Ahora en serio. Lo más cercano que he estado de tu pregunta fue cuando me censuraron un artículo en un medio de comunicación porque criticaba a la propiedad de una importante entidad financiera. Y por ahí no pasé, así que abandoné la columna semanal. Pero de nuevo tenemos que tener en cuenta la competencia: cuando a Javier Marías le censuraron un artículo crítico con la Iglesia Católico pudo saltar a un medio de la competencia. ¿Y si no hubiera existido dicho medio, y si el monopolio de la comunicación es tan amplio que no quedan resquicios para la libertad?, ¿y si un poderoso grupo de la comunicación fagocita todo el espectro de la izquierda (o de la derecha)?
La cuestión crucial no creo que sea la del dinero sino la de la vida o la verdad. Erasmo no se la jugó, Castelio sí, Günter Grass no, Rushdie sí…

6. Mis escritos van dirigidos a todos y a nadie. En mi cabeza, implícitamente a ciertas personas que admiro. La admiración en algunos casos va pareja al odio. No están pensadas para que les gusten. Algunas veces incluso para que les disgusten, y de ahí surja una confrontación de ideas, de estilos…

En cuanto a los que detesto porque desprecio, si resultase que admiran mis escritos pensaría que los malinterpretan. No me hago responsable de lo que la gente malentienda.

7. En esta cuestión intervienen dos factores: el carácter del autor y la legitimidad del sentimiento ofendido.

En mi caso me preguntaría por qué entre todos los bares del mundo he tenido que dar precisamente con ese. Pero, por otro lado, creo que una gran obra exige una gran acción. Y la prueba de ello es que se arriesgue cierto sacrificio. Creo que si no fuese injurioso sino simplemente molesto porque se tocase algo verdadero pero oculto sí lo publicaría.

8. El término “político” se usa de modo estrecho y estreñido cuando en el contexto artístico. Desde luego la literatura que me interesa tiene detrás una cosmovisión, supone la construcción de un mundo paralelo al real con el que interactúa a través de los individuos. Y todo mundo está regido en primer lugar por una metafísica, pero también por una ética, una estética, una lógica y una política. Pero todo este entramado es interno a la misma obra y desde ahí debe juzgarse. Me parece que el orbe cristiano de Chesterton, Hitchcock o Dostoievski son perfectos aunque no es mío. La literatura que me interesa tiene espesor semántico y complejidad pragmática tras la riqueza estilística.

Todavía más estreñido, al borde de un ataque de necrosis intestinal, me parece el término “progresista”. La evolución de un autor, como la evolución darwiniana ya que estamos, no queda fijada por un patrón externo a su obra, y mucho menos si dicho patrón viene marcado por una Academia virtuosamente progresista y antiacadémica. Los autores que más me interesan son los “reaccionarios”, en el sentido que les da Compagnon en su tratado sobre los antimodernos. Tipos que viven a espaldas de sus coetáneos, que no saben lo que es la vanguardia ni la retaguardia, instalados en el mundo de las ideas o en la tercera dimensión popperiana, labrando y puliendo silenciosamente sus lentes.


9. En una sociedad liberal, abierta, el tabú es privado y no se puede imponer. Hay bromas de las que no participo, porque me parecen vulgares o hirientes injustificadamente, pero con cerrar el libro o apretar el botón del mando a distancia es más que suficiente. Y para calibrar si se ha traspasado el límite de la ofensa ahí están los tribunales que suelen tener, salvo en el caso de jueces miopes y obtusos, bastante manga ancha en los países occidentales.

Meter en la cárcel a un historiador como David Irving porque niega el Holocausto, censurar en cursos y congresos a Pío Moa porque sitúa el inicio de la Guerra Civil en 1934, no representar a Handke por proserbio o a Sastre por proetarra, o multar a un periodista por llamar estafador, y demostrarlo, a J.J. Benítez me parece un delito.

10. Si nadie te quiere publicar con la explosión de editoriales que hay. Si no ganas ningún premio con la inflación de dotes municipales que proliferan. O eres muy bueno o eres muy malo. En cualquier caso te queda un último recurso: la autoedición y la autopromoción. A uno que le pasaba algo parecido lo solucionó consolándose: “Mi reino no es de este mundo”. No sabemos aún a ciencia cierta quien escribió la mejor novela escrita en España y hay quien duda de la autoría de las mejores obras escritas en Inglaterra. Siempre queda encomendarse a San Franz Kafka o el beato John Kennedy Toole.
Hago mía las palabras de Toby Ziegler en El ala oeste de la Casa Blanca, para referirse al que debe ser un candidato a la presidencia norteamericana, en el caso del autor ante su obra: “¡Es un cargo para alguien que toma la oportunidad y se aferra! ¡Para alguien que cree que los dioses conspiraron para ponerlo allí, que el destino le exige ejercer este servicio! Si no tiene ese empuje, esa presunción, ¿cómo tomará las decisiones que dejan perplejos a todos los demás?, ¿cómo demonios mantendrá esa clase de poder en sus manos?”

Libertariano dijo...

Añado: muchas gracias Vicente por haberme incitado a pensar sobre dichas cuestiones y saludos a todos

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

He estado en algunos de esos congresos. Soy uno de los que ha alzado su voz en ellos para denunciar no sólo el recorte de la libertad de expresión, esto es, su conversión en un valor abstracto, de escaso uso, sino la convicción de que en las sociedades contemporáneas el acceso a la libertad de expresión es imposible en la misma medida en que lo es el acceso a la expresión sin más (en internet, los gallineros y demás foros son la prueba paradójica de que cuanto más opinión menos expresión, todo se diluye en el vacío semántico del ruido masivo…). Publicar libros es como disparar perdigones contra un dragón, así que no vale como modelo de expresión satisfactoria para revolucionar nada. En ese sentido, no os preocupéis, nuestros libros nunca serán censurados, la publicidad que extraeríamos de ello sería más relevante y lucrativa que su indiferente circulación por el mercado. El escándalo vende hasta cierto punto, depende del caso, pero la polémica o la censura mucho más (que se lo digan a Hernán Migoya).
De igual modo, pienso que tenemos la obligación de llevar al máximo las potencialidades de la llamada libertad de expresión, en todos los terrenos, simplemente por poner a prueba a los poderes que arbitran el espacio de comunicación disponible.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Escribo porque no he descubierto nada más apasionante que hacer cuando no hago lo que más me apasiona (¿?) y creo en ello de un modo bastante irracional, pero no me hago ninguna ilusión sobre el impacto o los efectos de la literatura (la mía o la de todos los demás compañeros de aventura) sobre el estado de cosas. Lo que no quiere decir que no pueda actuar selectivamente sobre la conciencia de algunos lectores. Pobres…

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Ninguna que no responda a las necesidades de la obra que estuviera escribiendo. En los escritores que respeto, las mismas. En los otros, no se debería hablar de autocensura sino de acomodación a los dictados del amo, de emasculación voluntaria y claudicación culpable, de escandalosa falta de talento, de medianía complaciente, de horizontes limitados, etc.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Escribiría, he escrito y pienso seguir escribiendo sobre temas ofensivos o impopulares. La literatura solo tiene sentido para mí, como para Leiris o Bataille, si se enfrenta al peligro real y se plantea como una tauromaquia con el mal y la estupidez humana. No me interesa la literatura lenitiva o inofensiva, ni como lector ni como escritor. Habiendo escrito yo mismo una novela sobre un terrorista que no dejó de suscitar opiniones contradictorias, no puedo sino defender que el escritor debe actuar como el terrorista, pero no sobre las vidas y las propiedades de los ciudadanos, faltaría más, sino sobre sus conciencias, empezando por la conciencia del terrorista y la del propio novelista.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

No lo sé. No soy un hipócrita ni un santurrón, al revés de otros, por lo que no descarto venderme al sistema como han hecho la mayoría de mis colegas sin cortarse un pelo. Eso sí, a cambio, la suma habría de ser considerable, no me conformo con migajas. El día en que lo haga lo anunciaré, que no le quepa duda a nadie. Y se me notará. En todo caso, me siento más que justificado con lo que ya he escrito. Si en adelante me corrompo, será para satisfacer mis ambiciones en otros campos y lograr otros fines. No todo en la vida es escribir, aunque sea bien…

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Mi público: la gente inteligente e inconformista.
Escribo para la gente inteligente e inconformista.
El mundo es tan perverso que no me sorprendería, ni escandalizaría lo más mínimo, que entre mis lectores se encuentren individuos detestables (todo depende de lo que convengamos en entender por tales, desde luego, o la perspectiva desde la que los juzguemos así). Forma parte del juego público al que uno se presta al publicar. Publicar es, en cierto modo, una forma de prostitución. Con lo que no cabe esperar que todos los clientes sean deseables…
Casi todo gilipollas, con la dieta adecuada, podría transformarse en un lector inteligente e inconformista. Todos hemos pasado por esa fase adolescente. Tiene cura.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Sin duda, lo he hecho muchas veces, como decía Mark Twain sobre dejar de fumar, y aquí estoy. La única autodestrucción es la de ir refugiándose en una visión del mundo cada vez más mediocre y conformista, como la que inducen las instituciones actuales de la cultura y la literatura, en particular, hasta que tu discurso se vuelva tan prescindible como el de tantos otros.
No, no incluyo en mi proyecto de escritura la intención de herir a los que quiero. Sobre todo habiendo tanto imbécil suelto que se lo merece mucho más. Pero sí podría publicar en vida algo que les molestara o afectara a mis relaciones con ellos. No estoy seguro de no haberlo hecho ya. En esos casos, como en otros de la vida, suelo excusarme con la frase que decía Valmont-Malkovich en la estupenda película de Frears: “It´s beyond my control!”.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Hacer literatura es hacer política, en el más amplio sentido del término, por otros medios. No concibo una literatura tan apartada del mundo que no suponga un cuestionamiento más o menos radical del orden establecido y las convenciones vigentes en la sociedad (lo otro no es literatura, será entretenimiento, auto-ayuda o confort espiritual, pero no literatura en el sentido que doy a esta palabra). Esto es para mí lo político, y no la adscripción al discurso normativo de ningún partido, que suele ser lo que más me asquea en tantos escritores, de cualquier bando (basta con leer los tres o cuatro periódicos mayoritarios para fabricar una lista coherente de servidores adoctrinados, pero hay otros, más larvados o clandestinos, más sibilinos).
No sé qué es un escritor progresista (más allá de los clichés del viejo compromiso, hoy desfasado). Sé perfectamente, en cambio, qué es un reaccionario, un escritor reaccionario. Lo sé en cuanto lo leo.
Borges y Nabokov son para mí ejemplos supremos de conservadurismo ético y “vanguardia” estética. Y los admiro como a pocos, a pesar de todo.
La tradición es una jaula de grillos. Lo mismo vale para un roto que para un descosido. Preferiría hablar en otros términos de la cuestión. No es posible un escritor que cuestione la tradición en la que por suerte o por desgracia se inscribe, aunque sea para traicionarla, que no cuestione también, de un modo u otro, las mentalidades, las costumbres, las instituciones, las formas de vida, los vicios y taras de la sociedad y el país o la región que le han tocado en la lotería…

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Ninguno.
Ninguno.
Otros piensan lo contrario porque, como pasa con la pornografía y el erotismo, el humor (las múltiples variantes y grados del humor) es considerado un arma limitada, o de uso restringido o a restringir por las leyes y las morales. Esta suele ser la opinión reaccionaria o moralista, el puritanismo de muchos neoprogres y neocons cuando se tocan ciertos temas para ellos (con)sagrados. Como demostré en mi relato "Homenaje a Blancanieves" y en mi novela “La fiesta del asno” , para mí nada hay sagrado ni intocable, ni siquiera yo mismo…
De hecho, si “El jueves” hubiera sido de mi propiedad a la semana siguiente del secuestro hubiera publicado en portada una viñeta con ** sodomizando a **** a cuenta de lo mismo (“El más difícil todavía”). Si otro juez gazmoño lo hubiera prohibido, a la semana siguiente, a ver si así acierto, otra viñeta en portada con *** practicando otra vuelta de tuerca con ** *** (“Triple salto mortal”), y así hasta llegar otra vez a * ***, a ver qué pasaba ahora, multiplicando el número de los actantes encamados, por ejemplo, etc.

(Por respeto y aprecio al anfitrión, y evitarle problemas innecesarios, pongo asteriscos en lugar de los nombres que están en la cabeza de todos.)

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Confianza total.
He estado muchos años construyendo pacientemente mi obra como para que ahora me dé miedo no publicar o ser rechazado por algunas editoriales.
Seguiré escribiendo mientras crea (como ahora, que ando luchando con mi nueva novela cuerpo a cuerpo para terminarla) que escribir es tan intenso y satisfactorio como follar. Así de primario y de excitante…
Lo único que podría obligarme a dejar de escribir de modo definitivo es lo único definitivo: La muerte, como a mi admirado Laurence Sterne.

Camilo de Ory dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Creo que hay que distinguir entre la censura legal, y con esto me refiero a medidas como la que se ha tomado contra la revista El Jueves, y el legítimo derecho de un editor o el director de un determinado medio de comunicación a no comprar y publicar un texto que no encaja con su ideología o que sospecha que le va a traer problemas. De lo primero, y a pesar de que se den casos tan notorios como el citado, por fortuna creo que va quedando poco, incluso hay una sensación de “todo vale”, especialmente en lo periodístico, que no me llena precisamente de regocijo. De lo segundo hay muchísimo, cada día más, aunque como he adelantado opino que el hecho tiene más que ver con las leyes del libre mercado que con la censura en sí.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

No, ni mucho menos: al publicar en formato tradicional uno ha de plegarse consciente o inconscientemente al criterio de un editor. Internet le da a uno la oportunidad de difundir con relativa facilidad sus textos sin intermediarios ni compromisos comerciales.

En medio impreso, jugando al límite, refugiándome en el ‘animus iocandi’ y rezando porque no me echen. En medio digital, escribiendo sólo lo que quiero.

Ídem.

Sí. El blog me da la oportunidad de publicar artículos que (como resultado de haber jugado duro y perdido) han sido rechazados por el medio en el que colaboro y de completar textos que mutilé para que fueran aceptados por éste.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Tengo más o menos claro hasta dónde puedo llegar, qué puedo intentar colar en cada situación si se da el caso de que me apetezca hacerlo y con qué no merece la pena que lo intente.

En los demás hay de todo: creo que la postura promedio es la mía, pero también hay quien busca complacer al editor o al mercado de la manera más cutre y quien calca los modos de los escritores más reputados sabedor de que de esta forma le resultará fácil rentabilizar, en el sentido menos elevado de la palabra, el esfuerzo. Es lo que debería hacer yo.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Sí en ambos casos, por supuesto.

Sí. Pero creo que ni siquiera se trata de intentar comprender nada, sino de crear personajes. Literarios, poéticos.

Yo no soy mi personaje, y aunque lo fuera.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Todos tenemos un precio.

Aún no.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

No lo sé. Creo que no tengo. La poesía no tiene lectores y mi libros de relato no se ha vendido bien. Los artículos de opinión, por muy literarios que sean, sólo los leen de manera valorativa los machacas del gabinete de prensa de los políticos locales de medio pelo.

Políticos locales de medio pelo. Hay un tipo que se hace llamar Seis Dedos Gordos Del Pie que me manda muchos mails, a lo mejor escribo para él. Antes veía a muchos taxistas con el periódico en el salpicadero, pero ya no.

No. Las personas detestables son muy dadas a la hueca lisonja.

No.


7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Hace unos años lo hubiera terminado contra viento y marea: ya voy aprendiendo a relativizar.

Depende de lo joven que sea mi pariente. Aunque lo pueda parecer, no estoy bromeando.


8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Puede tenerlas, pero no hay una obligación. Un texto incluso puede tener consecuencias políticas sin tener intenciones políticas.

¿Por qué va a tener que tenerlas? Nada, nada, que no.

No.

No las hay.

En el sentido político, puede serlo perfectamente. La no evolución en una trayectoria literaria tiene más que ver con la falta de capacidad o con el hallazgo de un territorio literario confortable que con ninguna otra cosa, creo.

Claro.

Puede haberlo, pero ese fenómeno debería ser objeto de estudio psiquiátrico y no literario. Una postura política que afecta a la percepción del arte tiene más de actitud estética que de construcción ideológica, y por lo tanto está hueca y no me vale.


9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

No.

No.

Ninguno.


10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

No lo sé. Creo que todo lo que he hecho es superable. Incluso superable por mí mismo. En cuanto a la confianza comercial, me veo como un escritor de best-sellers en potencia. En serio.

Le dedicaría mucho menos tiempo y mojaría mi pluma en el tintero del resentimiento todo el rato.

Enfermedad, chantaje. Y eso que sale tanto en los libros de autoayuda de la pérdida de la ilusión.

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Creo que es completamente cierto. Lo ingenuo era pensar que con la democracia iba a terminar la censura. La antología de narrativa “Golpes. Ficciones de la crueldad social” preparada por Fernández Porta y Muñoz Álvarez padeció esa censura. Sucede que a la censura ahora se la llama “gusto literario” o “calidad literaria”. Como era de esperar, la censura cambia sus estrategias y sus nombres. Algunos sólo saben verla con su rostro antiguo, de ahí que vivan tan tranquilos.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?


Creo que la literatura en estado salvaje sigue siendo tan perturbadora como lo fue con Joyce y Kafka. Lo hago de este modo: buscando siempre los límites morales y formales. ¿Quién se ha leído entero “Paradiso” de Lezama? Yo lo he hecho. Lezama es Dios, y encima padecía obesidad y estaba asmático. Nosotros estamos sanos, tenemos ordenador y no vamos a escribir “Paradiso”, de momento. Lezama era católico, claro.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Creo que ninguna que sea sustancial. Pero sí, por ejemplo ,cuando escribo para periódicos busco una selección léxica que, en realidad, es autocensura. En otros escritores: la fidelidad narrativa al planteamiento, nudo y desenlace, por ejemplo, que es una fidelidad que a mí me parece muy aburrida e intelectualmente reaccionaria.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?
Si literariamente fuese necesario, sí. Me gustaría que hubieses preguntado también si escribiría sobre santos católicos. La respuesta: sí. Quiero escribir sobre Monseñor Escrivá de Balaguer, ando en ello. Puedo escribir sobre cualquier cosa si me dejan. El problema no soy yo. Yo, como escritor, soy tan pobre que por no tener no tengo ni vergüenza. Escribiría sobre todo. Todo es importante. Ahora estoy escribiendo sobre Miguel Ángel Blanco, y me gustaría hacerlo sobre su hermana.


5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Creo que no lo haría, pero nunca se ha dado el caso. ¿Cuánto dinero? El problema no es el concepto de dinero sino LA CANTIDAD.



6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Mi público suele ser gente más joven que yo, eso lo sé porque me lo dice mi editor Sergio Gaspar. Gaspar siempre dice la verdad. Es un oráculo. No me haría dudar que mis lectores fuesen detestables, al contrario: me gustaría. Cuánto más detestables mejor. Me iría a cenar con ellos, y me haría tan detestable como ellos. No, no cambiaría mi forma de escribir por eso. Mi forma de escribir solo la puede cambiar Dios o Cristo; y Mahoma también, y Madona también.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Mi padre se cabreó conmigo cuando leyó algunas páginas mías. No es que se cabreara exactamente, sino que se entristeció mucho, y eso es peor. He escrito sin importarme el daño, empezando por mi mismo, y no lo digo con orgullo, lo digo con pesadumbre.
No, no esperaría a su muerte. Tampoco me importaría morirme yo antes.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Creo que todo tiene intenciones políticas. Porque la realidad del mundo es una realidad política. Mi literatura es literatura política. Joyce hizo política. Y Kafka también. Hasta Cernuda hizo política, y mucha por cierto. Mis relatos y mis poemas hacen política. Si tuviese un partido político, me presentaría a las elecciones.
La visión estrecha de la política es un error. Respirar es política. Ducharte por la mañana es política. Comer es política. Ir en bicicleta es política. Cuando Cernuda escribe contra Dámaso Alonso, ¿qué hace sino política?

Si tu obra no evoluciona, estás muerto.
Sí, es posible: Cela, por ejemplo. Es el escritor español más revolucionario de la segunda mitad del XX. Muñoz Molina no creo que corra nunca los riesgos que corrió Cela, por ejemplo. Ni Millás tampoco los correría, por decir nombres. Cela tuvo la suerte de que era popular, y eso lo salvó de la marginación, pero su literatura es la de un suicida. “Cristo versus Arizona” es una novela que vendió doscientos mil ejemplares en dos meses: es el milagro de Cela, su inmensa suerte. Manuel Derqui no tuvo la misma suerte con “Meterra”.
“2666” no se hubiera publicado en un solo volumen si Bolaño no se hubiese muerto. La suerte importa aquí, y eso es desesperante.

Sí que hay relación: entender la tradición literaria es un entendimiento literario, sí, pero también lo es histórico y político. Y creo que cada vez más miro la tradición literaria desde una óptica exclusivamente política, porque esta óptica es la más pura.



9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Hay infinidad de temas sobre los que nadie se atreve a escribir. Pero fundamentalmente hay uno: escribir desmontando lo ya escrito: esto está prohibido.
No se puedo uno reír del lenguaje literario que sustenta nuestra percepción de la institución literaria, por ejemplo.
No se pueden derribar clásicos vivos, por ejemplo. Es más peligrosa la institución literaria que la policía nacional y la judicatura apostólica y romana. Los escritores formamos nuestra pequeña comunidad y tenemos reglas que acaban influyendo en lo que escribimos. La literatura en España es hacer carrera, y hacer carrera tiene mandamientos.


10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?


Tengo confianza en mi obra, pero es una confianza pudorosa, íntima y privada; pero sí tengo confianza pública en la obra de otros escritores. Sí, seguiré escribiendo hasta que me muera. Y si no me publican, seguiré escribiendo igual, y mejor.
Un balazo en la nuca, con eso lo dejaba.

Anónimo dijo...

“Antonio Pasquali, un destacado investigador mundial de la comunicación (…) señala que internet ya no escapa al control de Chávez, ya que la nacionalización de la principal compañía telefónica facilita la censura de los mensajes de voz y de los correos electrónicos. En una entrevista con La Vanguardia, Pasquali advierte: ‘Nuestros correos electrónicos son revisdos; al menos, los que pasan por CANTV. El mayor problema será si se filtran la entrada y salida de internet, que limitaría mi capacidad de recibir y enviar información (…) El teléfono e internet van a ser nuestros últimos canales de libertad’”; La Vanguardia, 19/06/2007.

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

- Hay que ser torpes para detectar la censura y la libertad de expresión yendo a los congresos. Uno no es libre, y menos en sociedad.
- Si nos referimos desde un punto de vista eminentemente literario, más que censura y libertad de expresión lo que hay es torpeza y mangoneo, precisamente dos cualidades que inciden socarronamente en la censura y la libertad de expresión.
- Censura muy bien podría ser no tener tiempo para leer a un “amigo”. Desde ahí métele p’adelante.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

- No creo en la contraposición literatura tradicional/nuevas tecnologías. Todo se convierte pronto en viejo. Hablemos de modos si se quiere, simplemente.
- La manipulación no se combate con escritura, a no ser periodos socio-históricos extremos. La manipulación se combate con autorreflexión, concienciación, educación… Y si no vale, para algo somos seres intrínsecamente violentos, no hay problema.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

- Ninguna, ni siquiera estética.
- No soy policía, pero me parece que la autocensura la practica el que alardea de ser corto de miras (publicar es alardear en este caso, por supuesto).

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

- Sí, no sé lo que es la pederastia ni la violación, me resultan conceptos engorrosos: creo que cada uno debe amar al otro al nivel de sus posibilidades.
- El ejemplo del terrorismo islámico no me vale, me vuelve a resultar un concepto engorroso, sobre todo desde el momento de que comprendemos a los tres de las Azores y le permitimos que salgan y entren libremente de sus moradas.
- Si el lector es capaz de comprender a un autor, ¿cómo es que el escritor no puede ponerse en la piel de otro?

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

- No lo creo, porque en mi caso no corresponde esta cuestión. Pero jugando a pensar si me resolviera la vida los cambiaría todos, incluidos hasta los ya publicados.
- Nunca lo he hecho.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

- Mi público no sé cuál es.
- Escribo para todo el mundo, incluido yo.
- Me sorprendería y me dejaría sin palabras.
- No cambiaría. Si eso fuera realmente así, todos mis libros posteriores serían escritos para un público gilipollas: el gilipollas está en todos los niveles de lectura.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

- Entiendo que la autodestrucción es un modo de creación; toda acción humana es autodestructiva por sí misma (el daño medioambiental, medicinal, exceso de trabajo…etc),
- ¿Que si lo terminaría? Todos mis libros son autodestructivos. Pero por eso tengo más vida para poder escribir otro. Siempre los termino.
- Para contestar sobre lo del entorno familiar, primero tengo que decir que no creo en ese concepto, para mí no existe, no creo en los lazos ni sogas de sangre, de hecho no les doy importancia en mi vida real. Sólo amo a la gente que lo merece: por eso puedo amar a mi madre o padre, no por sus vínculos de sangre conmigo. Entonces entendiedo la cuestión desde el afecto no creo que nadie se moleste pues ellos nunca serán ellos como yo nunca soy yo cuando escribo: para mí realidad es ficción, no una conversión en ficción porque sería evasión.
- No espero a la muerte de nadie para publicar nada. Nunca he sido realista en este sentido que tú planteas, no cabe en mis principios.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

- Toda escritura tiene intenciones políticas, ya sea una literatura de signo puramente metafísico.
- Porque escribir es un acto político.
- Mi escritura sí las tiene, pues no sólo me expongo yo al límite sino también al lector. Una persona de derechas no permite que la lleven al límite: antes de este “límite” ya tiene adquiridos “otros límites”.
- El caso de un escritor progresista cuya obra no evoluciona es un escritor decepcionante, pero no necesariamente una persona no progresista.
- El caso de un escritor conservador tal y como expones no creo que exista porque es imposible en sí mismo. Tengo una teoría a este respecto que no es lugar para exponer: en caso de que se diera es que entonces es un iluso conservador que realmente no conoce quién es.
- Tradición e ideología están íntimamente relacionados. No creo en el sentido sagrado de la escritura. Uno elige por afinidad, empatía y complicidad. Siempre y en todo, no va a ser menos en este caso.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso?

¿Cuál o cuáles?
- No.
- No.
- Ninguno.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

- Íntimamente tengo una confianza alta en cuanto que supongo que escribo algo parecido a lo que escribe alguien, pero nunca lo mismo. No he dependido, para llevarla a cabo, de modas, imposiciones de grupo, marcos de presión, sino que ha estado concebida tal y como yo he querido. Es su autor, yo mismo, su límite y estilo.
- Realmente soy inédito en cuanto poeta. Y como nunca escribo de forma “sistemática” ya pasen 30, 40 o 100 años, escribo en cuanto escribir es un acto estrechamente vinculado a lo que me gusta a hacer. Si publicando no me lleva a ningún lado, no publicando, pues, llego al mismo sitio.
- Lo único que me llevaría a dejar de escribir de modo definitivo sería un desencanto social-cultural: es algo que no soportaría y he estado a las puertas de ello.

Toto

Anónimo dijo...

Vicente Muñoz ALvarez

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Desde mi punto de vista y experiencia, es cierto. Una censura indirecta y subliminal, que se traduce básicamente en el ninguneo por parte de editores, gestores culturales y críticos, de cierto tipo de obras, digamos, política o estéticamente incorrectas. EN función de los objetivos de cada escritor, esa censura será o no real y determinante en su obra.
2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Sí, lo creo. Denunciando a mi modo, expícita o implícitamente, lo que considero reproblable.
3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?
Personalmente, ninguna.
4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Sí, ya lo he hecho muchas veces. Porque el agresor también existe, para bien o para mal, y debe tener una voz que, pocos, por lo general, modulan.
5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

No, no lo cambiaría. Lo haría si mi conciencia moral o estética me lo sugiriera, pero desde luego no cuando me lo pidiera el mercado. Parto de que mi fuente de ingresos no es la escritura, y para especular prefiero otros terrenos.
6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?
Un público, en esencia, con una mentalidad receptiva, abierta y crítica, que no busque sólo evasión en la lectura.
7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?
Si me dañara a mí, pero pensara que debía escribirlo, lo escribiría. Ya lo he hecho así. Otra cosa sería que dañara de verdad a un ser querido. Supongo que entonces lo pensaría más y mejor.
8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?
Todo depende de lo que interpretemos por intención política. Yo mejor diría intención social: mi literatura, obviamente, la tiene. Considero patético e injusto gran parte de lo que la sociedad nos vende como lo mejor de todo lo posible, y desde ese punto de vista, intento hacer reflexionar al lector.
9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Para mí no existe, salvo el que cada escritor, por cuestiones personales, se quiera imponer. El creador, como decía Wilde, puede y debe expresarlo todo.
10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

La confianza de haber escrito una obra congruente con mis principios y honesta respecto a mis intenciones. Seguiría escribiendo siempre que lo necesitara, como lo necesito, y sólo si dejara de sentir ese impulso, abandonaría.
Vicente Muñoz Alvarez

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Un profesor de mi facultad, Carlos Fernández Liria, afirmaba que había libertad de expresión porque la palabra no valía un duro. Porque todo se había convertido en opinión.
Contestando a la pregunta: donde hay poder no hay libertad de expresión.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

La literatura tal y como la concibo tiene el deber de agrietar la manipulación y otras muchas cosas. Debe penetrar en el tejido ideológico (por ideología no entiendo sólo los posicionamientos políticos más evidentes, sino la urdimbre de nuestros sentimientos, razonamientos y de lo que consideramos como "auténtico") para hacerlo evidente. Es lo que intento.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

No me autocensuro, o eso creo.
No estoy en la cabeza de otros escritores, así que no puedo saberlo.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

He escrito sobre una violación. Nunca he adoptado el papel del agresor. Lo sabré cuando lo adopte.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

No. Sólo cambio atendiendo a la lógica interna del libro. Si alguien es capaz de captar esa lógica y darme algunas recomendaciones que se adapten a ella y la mejoren, le hago caso y cambio.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

No sé si tengo público.
Escribo para mí.
Si una persona detestable dijera sinceramente admirar mis libros no la creería. O no concedería ningún valor a su admiración. Soy un poco soberbia.
No cambiaría mi manera de escribir. No está en mi mano cambiarla. Obedezco a un tono y a un ritmo que me vienen dados y sin los cuales no hay nada.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Digo lo mismo que antes: no está en mi mano elegir. Si el libro quiere terminarse, lo termino.
Sí, una vez acabado esperaría a su muerte. O eso creo.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?
A la primera pregunta ya he contestado en el apartado 2). Todo posicionamiento político fuerte, militante, tiene la tentación de dar lecciones; de caer en la moralina, de autocensurarse. La historia está llena de ejemplos de escritores conservadores en lo político y vanguardistas en lo literario.
Sí creo en una relación entre el posicionamiento del escritor ante la tradición y su ideología: ésta determina la manera de mirar el mundo, y por supuesto de leer.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

No.
Sí, hay temas donde la broma es sencillamente mal gusto. Si tuviera un hijo y lo asesinaran mañana, por ejemplo.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Toda la del mundo, o al menos la suficiente como para seguir escribiendo toda mi vida aunque nadie me quisiera publicar.
Dejaría de escribir si no tuviera nada más que decir.

Anónimo dijo...

Miento. En la cuestión 4 (¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?): sí he adoptado el papel de agresor, y es significativo que sin reflexionar demasiado haya contestado negativamente. Supongo que cuando uno se pone en la piel del verdugo y comprende sus motivos estos quedan de alguna forma justificados. Al menos así ha sido en mi caso.

Anónimo dijo...

1)Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

No soy tan optimista como nuestro anfitrión. La evolución –más a lo Pokemon que a lo Darwin- de la censura de antaño se ha traducido en un laissez dire donde todo vale a condición eso sí de que los marginales lo sigan siendo. Si algún autor “libre” deja de ser marginal le sucede precisamente eso, que ya no es el que era. El viejo debate: en la periferia del sistema (político, pero también estelar como en Fundación), pero sin fuerza; o en su zentrum, pero más prostituido de lo razonable. A lo que iba, preferiría la censura como tal –indicio de lucha-, pero es que soy un tardonostálgico.

2)¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Creo que la literatura tradicional tiene ligeramente menos, en cualquier caso, muy pocas. Como ya han dejado claro los amigos anteriores, para publicar pasas por una serie –interminable a veces- de filtros. Ahí hay censura, pero no sueles ser tan original o arriesgado. Las más de las veces hay prejuicios, estrechez de miras –si tienes calidad- a amplitud –si careces de ella-. Las nuevas tecnologías estarán en condiciones pronto de superar a la literatura en papel sólo por el perfil del público. No tienen intrínsecamente un impulso diferente. Acabo de escribir esto y me doy cuenta de que tal vez sea tan mal profeta casi como poeta.

El acto de escribir me sigue pareciendo algo individual y mediato. Las Tic tienen un interesante carácter colectivo e inmediato. En cualquier caso estoy en trámites de conversión y es un placer esta nueva modalidad de tertulia nacional –o inter- con dislocación horaria y no necesaria presencia (con lo feos que somos.... o guapos, por cierto, demasiados varones, a ver ,Vicente, si pones la paridad en el blog).


Este año he probado a escribir a lo neodickens enviando por mail y por entregas los fragmentos a un público-receptor único. Un fracaso que ha acabado en autocensura.

3)¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Estilística, que no temática. Escribí en mi primera juventud –ando ya por la tercera- sobre todo lo políticamente incorrecto. De ahí una cierta tendencia a la ineditez. Ahora sólo me censuro cuando no me parezco a lo que quiero escribir. Pero para mí el acto de escribir es bastante libertario. Haber publicado poco y no tener que responder ante lo escrito tiene sus ventajas.

¡Ah! Intento no escribir en versos de ritmos impares. Lo que observo como censura en otros poetas, es decir, que ellos intentan no escribir en versos de dos, de cuatro, de seis, de ocho, de métrica variable, sin métrica. Es curioso. Después de lo que ha llovido. En cualquier caso siempre los admiraré, no como poetas, sino como campeones de tiro. Y uso el mismo lenguaje que para pedir un café, sin presumir de ello y construir el texto sobre esa premisa. El poema es un constructo fundamentalmente semántico para mí. Los materiales para lograr ese sentido me dan igual. Lo que no me gusta es que vivamos en los ladrillos. Si la poesía fuera ritmo –me lo dicen casi todos los días para criticarme- me la bailaría.

4)¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Esta pregunta me reconcilia con el poder de la literatura. Si no tuviéramos un poco de poder podríamos escribir sobre hacer un trío con Escribá –querido Manuel -necrofilia, en este caso,- Kiko Argüelles y el Papa, que no pasaría nada. Si te lo publican como artículo de opinión lo del Jueves sería una broma. Aquí dentro tenemos, afortunadamente, nuestro propio fundamentalismo. He escrito a menudo contra Dios, como convención literaria de la suma negatividad, y no ha pasado nada. Y sin embargo Rushdie...

No sé por qué la gente confunde realidad con ficción. No debe de ser por haber leído mucho a Casares, Borges y Cortázar. Sólo los políticos profesionales deben identificarse con lo que dicen. Nosotros estamos disculpados. Es un residuo de la novela de tesis decimonónica -y no tan decimonónica-. Por lo demás, homo sum, ninguna aberración de mis congéneres me es del todo ajena y no voy a seguir por ese camino en un sano ejercicio de autocensura (al fin y al cabo esto no es literatura).

5)¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Al escribir, de momento, sólo poesía, sería divertido que algún editor me hiciera una proposición semejante. Es un buen argumento para un relato y pasarme así a la prosa y recibir acaso proposiciones más normales, económicamente rentables, pero que no me servirían de argumento de nada. Prefiero ser pobre y con argumentos –léase en su doble acepción-. Contigo, Musa, pan y cebolla.

6)¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Por definición el poeta es el escritor sin público. Es un género, como todos sabemos, moribundo, que lleva mucho así y al que no se carga la ausencia de lectores, o su corto número, sí tal vez la proliferación de premios municipales. Últimamente estoy muy orgulloso de que me lea la cartera de mi pueblo.

Escribo para mí –onanismo a lo personaje de Ferré-. A veces tiene uno la suerte de traspasar con algún verso o poema la burbuja de lo individual y entonces el mundo es bello y creo en Dios (orgía a lo Ferré). Pero lo pongo difícil: escribo cosas sencillas –eso creo- pero la gente de la calle (lo que acontece en la rúa= Machado) no las entiende. Los entendidos deben de verlas demasiado obvias.

Me parecen siempre más gilipollas (me parecemos -si el lenguaje permitiera esta construcción que mi cerebro ve lógica-) los escritores. El lector siempre tiene razón. Es muy poco probable que mi lector medio (ni mi lector mediana, ni moda) sea gilipollas. Se lo pongo difícil. Arte que tiene uno. Lo gilipollas es seguir escribiendo versitos –mi editor dixit-.

7)Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Me ocurrió hace muchos años con mis padres (coincido por motivos puramente biográficos con Toto sobre los lazos de sangre, aunque intento que mis hijos estén en esto en desacuerdo conmigo). Lo puse en un libro. No fue publicado. Creo que por censura, aunque no lo puedo asegurar. Puede que fuera malo o que fuera contra el neoconservadurismo importado de EEUU. Escribí ese libro para dañar a esa parte de mi familia. “La vida no es un libro” dijo una vez mi madre política. No le faltaba razón, pero parafraseando a D’Ors –el nieto, Miguel- que a su vez lo hacía con Catulo, ellos me jodieron en aquel momento, pero yo puedo joderlos para la posteridad. Comprendo perfectamente a Manuel Vilas. Uno siempre quiere impresionar un poco a su padre: la nota del examen de mate, el largo pelo de la primera chica, pero en materia de literatura los padres de algunos están a la derecha de ciertos críticos que están enfrente del administrador de este blog.

Con la familia a la que quiero no se juega. Hay cosas más importantes que la literatura –al menos, fuera de una postura romántica o existencialista-. De todas formas, para el que escribe sobre la pareja entre otras cosas hay una delgada línea roja de la que a veces no te salva la esquizofrenia. La primera frase de este párrafo me la repito para no caer en tentaciones literarias. Como el consejo en Mujercitas: escribe sobre lo que te rodea. Afortunados los médicos que no tienen que practicar los trasplantes con su familia. O los pirómanos, quemar su propia casa.

8)¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

La literatura con intenciones políticas está hoy en día en los artículos de opinión, en los discursos de los asesores literarios de los políticos. Fuera de las bromas, creo que estamos confundiendo política con ideología. Política, no necesariamente. Ideología, es obvio. Hacer explícita a veces la ideología, luchar contra algún molino (o ser el gigante parapetado en el molino como en el estupendo relato de Cantavella) creo que eso lo queremos casi todos los que pasamos por aquí. Escribir sólo por dinero –esto no es un mero oficio, aunque haga falta oficio para escribir- es una honesta prostitución. Tan honesta como otras si no eres hipócrita y lo dejas claro. Otro viejo debate: intentas vivir de la literatura: crítica, congresos, recitales, artículos, reseñas, con lo que te prostituyes diariamente, con cuentagotas. O cultivas la esquizofrenia y te dedicas a otra cosa conservando la literatura como terapia –o autodestrucción- y en la intimidad –ésa en la que otros hablan lenguas vernáculas o leen poemas-. Esta última postura se parece a aquellas queridas a las que les ponían piso y/o estanco.

Mi escritura es ideológica, no política. Construyo en lo que escribo otras formas de relacionarnos y vivir. Casi ná. Pero no me sale muy bien y tanto yo como los demás seguimos en nuestras respectivas burbujas o túneles.

Progresista es un concepto poco definido, ambiguo o “engorroso” como acabo de leer. Desde que los partidos conservadores son progresistas los pobres escritores están hechos un lío. Un escritor ideológicamente escindido, por usar una frasecita de estas tierras, es tan posible como un físico cuántico católico (los hay, los conozco). Es que no tenemos proyecto de vida y así nos va, desvertebrados, que casi diría Ortega.

Me interesa de los escritores la fuerza de sus palabras, no si son neonazis. Cuántas veces me he enterado a posteriori en los favoritos de mi navegador literario de posturas incompatibles con mi concepto del ser humano. Pero he seguido leyéndolos. Lo anterior no obsta para que en positivo admire a los escritores comprometidos y coherentes –y los envidie por su capacidad para orientarse-.

9)¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Conviene no sodomizar literariamente a la familia del editor. Juan Francisco, no te doy ideas que ya tienes tú bastantes en este terreno. Aparte de la ironía, nuestro tiempo destaca por tomar a broma y con distanciamiento cualquier cosa. Es sano, pero pronto van a arrasar en los mejores cines escritores literales que jamás utilizan la ironía. Serán una secta duradera que copará todos los premios y editoriales. Ya está bien de sarcasmo.

Imaginaos que un escritor de prestigio y ventas se burla de la mal llamada Generación Nocilla y hace el agosto a partir de estos blogs de crítica.


10)¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Esta pregunta la has escrito pensando en mí. Ya he pasado el Sinaí de diez años de estar inédito. Forja el carácter, no sé si de un rebelde. De todas formas es una suerte que no le deseo ni a mi peor enemigo literario.

Supongo que una remota familia muy numerosa, cinco o seis niños, vamos. Eso acaba con todo.

Nunca he entendido a Rimbaud. El mayor misterio de todos los escritores que en el mundo han sido.

Vicente Luis Mora dijo...

Una breve acotación para Antonio Alcaide: Antonio, la paridad se pone sola. Las lectoras del blog pueden contestar cuanto y cuando quieran. Saludos.

Anónimo dijo...

Hola, Vicente. No estoy contado entre los que han contestado la encuesta habiéndolo hecho. No sé si esto se debe a algún tipo de censura (jejeje) o a algún despiste tuyo.

Un saludo.
Toto

Vicente Luis Mora dijo...

Solucionado el despiste, usted perdone.

Anónimo dijo...

El arte de la guerra, según el amante de Ridveigni

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Pobre del Censurador que vuela tan alto como las serpientes –dice el amante de Ridveigni-- y sólo ve el mundo desde arriba porque:
1) Desconoce el sufrimiento de los de abajo. 2) Ignora qué es ser un hombre desmandado (¡cara es la palabra desobediencia!). 3) No conoce la impotencia de ser un ninguneado. 4) Se olvida del valor humano de las cárceles, del temor a las leyes, de las malas compañías, de los traidores, del maravilloso, familiar exilio. 5) No tiembla de placer por el miedo a la vida, por temor a perder una casa, o el sagrado trabajo. Y 6) Se pierde el placer de subir, una y otra vez, las eternas escaleras con lo prohibido quemándole los labios.
Pobre, también –continúa el amante de Ridveigni--de la señorita Censura, que levanta su falda, junto a su esposo, y levanta cercas y muros a los ojos de nosotros, los nadie, los desamparados, los que nos quedamos debajo de la escalera, los que sólo tenemos ojos para escribir o imaginación limitada para crear, porque Censura ignora, señorita con poder al fin, que:
A patadas, a escupitajos, aunque nos sangren las manos, los labios, los zapatos, una y otra vez, y aunque siga ahí (eterna enamorada de su esposo) impidiendo la libertad de la palabra, del arte (o intentando impedirlo), nosotros, los Censurados, siempre estaremos ahí, aunque ella no lo vea, mirándole los muslos y las bragas desde el otro lado del muro, o al pie de la maldita escalera.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

La Literatura (sin apellidos) agrieta, estruja, rompe moldes, y se vale de las nuevas tecnologías en dependencia del terreno donde suceda la batalla que cada día sostiene el escritor con la palabra. Cada obra exige un ingeniero “militar” diferente, pero claro, sin dejar de ser un ingeniero que responda a una época determinada y a una tradición. Un ingeniero ladrón, pero consciente de su tiempo. La cuestión –cree el amante de Ridveigni-- no radica en apretar el botón de un ordenador o en usar una antigua catapulta, sino en hacer blanco y destrozar la cabeza del enemigo, que es, en el fondo, si nos fijamos en el color y en la forma del peinado, la testa de la propia Literatura.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

La única forma de autocensura que me propongo cada día es tirar a matar, sobre todo a mí mismo y, como ya dije, a la Literatura. Intento ser implacable conmigo, con mis frustraciones, mis remordimientos, mis estados represivos. Saco a la terraza mis trapos sucios, y los tiendo ante los ojos del mundo, a veces con vergüenza, no lo niego, pero, una vez ocurre esto, una vez me viro al revés, con los demás, con el prójimo, soy cruel, implacable. Ser un fingidor para quien escribe no quiere decir ser un hipócrita.
Camuflarse, como un soldado, pero no errar el tiro, ni contra mí ni contra nadie.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Ya se sabe lo del espejo. Si en el mundo ocurre todo, ¿por qué no reflejarlo todo? Recuerdo una novela, que nunca terminé porque soy muy vago, donde hablaba del complejo de Edipo, y del deseo carnal hacia mi madre cuando era un niño. Esto puede parecer cruel, pero un artista debe ser un actor en potencia, y para actuar como Virginia Woolf hay que acostarse con mujeres, aunque no te gusten las mujeres, y ahogarte, si es preciso, aunque lleves oculto, bajo la camisa, un botellín de oxígeno.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Cambiaría todos mis libros porque ninguno me gusta. Pero no por dinero, no, sino por una cuestión estética, de exigencia, de perfección. Escribo porque no puedo vivir sin hacerlo, pero detesto al escritor que soy y que me esclaviza, que me obliga a sentarme ante una hoja cuando en realidad sería más fácil estar sobre una cama leyendo o haciendo el amor con Ridveigni.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Escribo para mí y para ese otro que también soy yo. Me encantaría que una persona detestable admirase mis libros porque todos somos, en menor o mayor medida, detestables.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Sólo escribo para autodestruirme, y a la larga, para destruir a los demás.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Nunca pienso en esas cuestiones a la hora de escribir. “Escribe, escribe, escribe, aunque se acabe el mundo a tu alrededor”, me dice al oído Ridveigni.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Si eres capaz de escribir contra ti mismo, los demás te parecerán parte de un juego o de una carrera sin sentido. Un juego serio, pero, al final del camino, si llegas a la meta, pensarás que ha sido un viaje entretenido, con algunas patadas bajas de tus amigos de carrera, pero divertido, muy divertido.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Ninguna. Todas las obras que se han escrito, las que se escriben ahora, o dentro de mil años, ya están condenadas a desaparecer algún día, cuando se acabe la vida sobre la Tierra. Pero no lo dejo, por lo mismo que respiro.
Y dejaría de escribir sólo por una cosa: dejaría de escribir si mi amante, Ridvegni, me lo pidiese un día, sobre la cama.

Dolan Mor

Antonio Jiménez Morato dijo...

1)Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Yo creo que vivimos en un mundo donde se puede decir todo, escribir cualquier cosa y expresarse con total libertad. Ahora, uno debe ser consciente de que nadie, o muy poca gente, le va a escuchar. Si uno enciende la televisión comprobará que la gente dice lo que le viene en gana, sin pensar mucho en lo que está diciendo ni las consecuencias de decirlo. Y eso podría extenderse a todos los ámbitos de la comunicación.
Sirva como ejemplo lo que ha sucedido recientemente con El jueves. Yo recuerdo mil portadas como esas, poco más o menos, y nunca nadie les había prestado demasiada atención, pero ha bastado con un discal aburrido y la necesidad de generar polémica para poner en primer plano un debate que está algo gastado. El poder –sea el real de las grandes empresas o el que se deja ejercer a políticos y demás- sabe que lo importante no es que la gente no se exprese, sino no darles bombo o convertirles en locos que viven en otro mundo y no se enteran de lo que sucede.
Hay libertad de expresión si uno elige donde ejercerla –hay ingenuos que piensan que puede leerse una crítica en El País que valore negativamente un libro de Alfaguara.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Si entendemos como “literatura tradicional” el uso de la palabra escrita, sí. Si entendemos como tal la literatura que se hace de modo masivo y mayoritario ya lo dudaría más, aunque sí puede servir como una herramienta más, pese a que en la mayoría de las ocasiones es ya una herramienta más del sistema.
Yo pienso que se debe escribir sobre lo que nos preocupa como seres humanos –y son cosas que no han variado mucho desde que se escribió la historia de Gilgamesh- pero que, del mismo modo que el mundo ha cambiado, la forma de representarlo e indagar en él debe hacerlo si pretende tener éxito en su tarea.
Yo llevo ya muchos años trabajando, y pensando siempre que me dejan, desde “fuera” del sistema. Y recalco lo de afuera porque no quiero que se confunda con “contra”. Del mismo modo que no me dejo llevar por las recomendaciones del sistema para adquirir sus productos, no los desprecio por sistema por el mero hecho de estar expuestos en el mercado. Creo que la imagen se comprende bien.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Las formas de autocensura que me he impuesto –siempre pocas- han sido de índole personal. Pues, alguna obsesión que mis seres queridos no verían con buenos ojos, o historias en las que se verían claramente reflejados. Me gusta llevarme bien con la gente a la que quiero y que me quieran.
Tengo bastante con preocuparme con mis problemas para meterme en los del resto. Yo trato a la gente por lo que me dicen o lo que hacen, desconozco lo que piensan o sienten, a veces lo intuyo, pero no lo sé con certeza. Prefiero valorarles por lo que sé y no por lo que supongo.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?
Sí, me parece que una de las ventajas de la literatura es poder explorar esas zonas más turbias del ser humano. Y sí, creo que es importante hacerlo. Spenbauer trabaja mucho con esos materiales, porque son importantes, nos dicen muchas más cosas de las que estamos dispuestos a reconocer de nosotros mismos.
De todos modos voy a romper una lanza por la seriedad, por evitar la banalidad. Conviene tener mucho cuidado a la hora de acercarse a esos temas, porque el mensaje que lances puede ser confuso. No digo que haya que acercarse a ellos con un afán moralista y acusador –hace ciento cincuenta años era impensable una literatura homosexual tan explícita y abierta como la que hoy disfrutamos, y en aquella época los personajes homosexuales estaban claramente caricaturizados-, pero sí tener en cuenta que el material es sensible y debe ser tratado de un modo acorde.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?
Por fortuna no como de mis libros –ni de mis artículos- y puedo permitirme ser libre en ese sentido. Yo creo que un autor no debería cambiar su obra sólo por poder difundirla, pero habrá muchos otros que no estén para nada de acuerdo conmigo.
Lo del dinero es más extraño y absurdo. Hace unos años se publicó un libro –horroroso, lo tuve que leer por trabajo- llamado Conexión Bulgari, por el que su autor cobró dinero de la empresa de joyas. Yo ya dije en su momento que Capote fue idiota por no pedir dinero a Tifanny’s, les ha hecho la mejor publicidad de su historia.
En el mundo audiovisual se cobra dinero porque los personajes beban un refresco en vez de otro, a lo mejor en breve eso se traspasa a la literatura de consumo que se fabrica como un producto más.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Me gustaría pensar que la gente que me lee es culta y sofisticada, que cita en la lengua original y en su casa los muebles los compran en Roche Bobois. Pero entonces me veo pediendo horas delante de la televisión viendo gilipolleces bebiendo una vulgar lata de refresco, me cuesta leer en inglés algunas cosas y en francés, alemán o italiano ni lo intento, y mi casa está llena de muebles de IKEA. O sea que al final supongo que “mi público” –suena a entrevista con una cantante de copla- es tan normalito como uno. Bueno, un poco raros sí que somos porque leemos, pero vamos…
Yo pienso muy a menudo que soy detestable, así que no me veo con la fuerza moral para rechazar a gente que es como yo y puedan leerme.
He conocido a bastante gente que ha leído cosas mías, los hay muy inteligentes y los hay un poco tontos, los hay muy simpáticos y otros que son verdaderos estúpidos, incluso los hay que son inteligentes y estúpidos al mismo tiempo, como uno. Y creo que sigo escribiendo más o menos igual, que me dejo llevar por mi instinto y por mis gustos para ir evolucionando.
Y una confesión, los gilipollas que me leen me parecen gilipollas más majos que los que no lo hacen. Egolatría.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Ya he contestado a esta pregunta, creo. Si creo que podría dolerles sí me esperaría. Así tendría más tiempo para pulirlo y hacerlo mejor.
De todos modos, basándome en experiencias cercanas en el tiempo, yo creo que la escritura es muy terapéutica, porque te permite bucear en sentimientos, verbalizarlos, tomar conciencia de ellos. Yo he tenido una ruptura sentimental recientemente, y poder escribir sobre ello, pensarlo, me ha ayudado mucho a saber qué siento y a elaborar esa pérdida.
Supongo que también puede ser al contrario, la escritura puede ser dañina –conocía a una chica que me confesó que había llegado a tener una entrevista de trabajo con una madame de un prostíbulo de lujo para documentarse, y estaba pensando en pasar una temporada trabajando allí para conocer el asunto. Tranquilos todos, apenas me dijo eso corrí a por la caja de preservativos. O sea que sí, supongo que como con otras muchas cosas la gente puede obsesionarse y sufrir por esto de la escritura.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?
Interesantísima pregunta. Quizá aquí está el meollo del debate –o a lo mejor es lo que a mí me interesa más, vaya usted a saber.
Yo creo que todo ser humano que está aquí es político, tiene una faceta política y debe vivenciarla. Otra cosa es que esa vivencia esté ligada a ideología de uno u otro signo. Aristóteles ya lo dijo, el hombre es un animal político, vive en comunidades y debe tomar parte en esa vida comunitaria. Por lo tanto, todo texto que ataña al hombre es, de un modo u otro, político –más si lo entendemos como acto de comunicación entre hombres.
Yo creo que mis textos son políticos, sí. A veces de modo explícito y otras no tanto. Y en algunos casos son, también, ideológicos, esto es, traslucen mi opinión, mi modo de encarar los asuntos que afectan a la sociedad.
Yo me considero una persona progresista –seguro que alguien me contestará en este mismo lugar en breve- y he tenido numerosas relaciones con gente de ideologías cercanas que tienen una actividad política –ya sea participativa o de salón- más acusada que la mía. Y mi experiencia me ha enseñado que son gente espantosamente dogmática. Hay veces que uno tiene la sensación de que se enfrenta a gente más carca y cerril que con los otros. Sirva como ejemplo el realismo cutre y mazacote del estalinismo o del maoísmo. Ahora llegan algunos, con unas lecturas mal digeridas de Marx y Lúckacks a vendernos la revolución surrealista –pero la de Bretón, ojo, y bolivariana. Y lo que no esté dentro es anatema. Me parece un absurdo. Yo creo en la libertad del creador, no en la patente de corso del mercado.
Claro que puede haber autores vanguardistas de ideología reaccionaria. Ahí está el futurismo como ejemplo, o los fascistas del primer franquismo, con Jiménez Lozano a la cabeza.
No creo que haya una relación directa entre el respeto a la tradición y la ideología. Fíjense en los dos popes de la progresía de velas y porros hispana: Galeano y Benedetti. A mí me suenan a carcunda cuando los leo. Pues eso.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

No, no y no. Siempre he creído que hay que reñirse de todo y todos, así que…

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Apenas he publicado en treinta y un años y siempre he escrito –poco, porque soy vago-, y tengo la certeza de que escribiré hasta que me muera. De hecho, yo considero que escribir es estar tabulando, construyendo historias, y eso lo hago casi todo el día, en mi familia a veces me miran como si fuese un poco raro. Levrero, en La novela luminosa dice que se ha dado cuenta de que la gente que le quiere lo busca porque es el loco, ese loco que hace falta en la vida de todos. Y me gusta pensar que uno es un poco ese loco.

Joseóscar dijo...

1)Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

La censura siempre existe y eso, creo, no es ni bueno ni malo sino un enemigo más al que debe combatir la escritura. En tiempos pretéritos fue más evidente, una evidencia deleznable, pero el talento siempre encuentra estrategias para eludirla. La peor es la autocensura y ahí la agilidad para hacer la elipsis del sol debe estar mucho más alerta. ¿Vuelve la censura con ciertos tintes sombríos de antaño? ¿Debe alarmarnos ese rearme o explotamos nuevos medios como internet u otras formas literarias, algunas de ellas comentadas y discutidas en esta bitácora? La insolencia siempre existió pero muta, cambia de forma y creo que es necesario recurrir a ella, recusarla incluso, si es necesario, cuando uno debe decir exactamente lo que quiere decir.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

La literatura tradicional sigue teniendo la misma capacidad de manipulación en sus mismos estratos, lo que ayer era Dickens o Dumas hoy es el best-seller de calidad –cuando se da-, lo que ayer era Pérez y Pérez hoy es Rosamunde Pilcher, y así etcétera. La poesía –dentro de la que incluiría, por motivos de mercado, cierta narrativa en la que el cómo es tan importante como el qué se dice- siempre ha tenido un público reducido.

Todos nos manipulamos los unos a los otros y de una u otra forma, y del nivel cultural que haya logrado adquirir el individuo en su formación dependerá la buena o mala fortuna de esa manipulación, pasiva o activa.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Me impongo las formas de autocensura que me dictan las otras formas y cuadrantes en los que pretendo se mueva mi trabajo: cauces estéticos, ante todo, pero también éticos –mis personajes se comportan- y, por mucho que no me interese la literatura directamente politizada, sospechar que no hay una dimensión en el espacio literario que refleje un espacio común transitado por una comunidad me convertiría en un idiota en su sentido etimológico. Dar siquiera en forma de humor, paródica, una imagen o fantasma de realidad implica una selección. Referentes que el lector entienda. Los que yo quiero destacar, para auscultar con sospecha crítica o, sencillamente, para celebrar.

Después de esta concepción de la autocensura que me he hecho, acaso genérica en exceso, me resulta difícil detectarla en otros. Compromete toda obra

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

He escrito mucho sobre cualquier tema y sin imponerme trabas, porque me ha gustado experimentar tanto con formas como con contenidos. Pero hay límites que cada vez estoy menos dispuesto a rebasar, por pudor, por respeto –no me siento preparado para determinados abismos-, o, directamente, por pura pereza.

No he escrito sobre violaciones, pero sí sobre relaciones sadomaso destacando su lado ridículo y surrealista. No he escrito sobre pederastia, pero sí me he inspirado en Bataille para escribir un relato sobre una relación erótica entre dos hermanos pequeños y en el que la erótica la ponen, fundamentalmente, el sueño, los símbolos y otra relación erótica entre dos adultos cuyas líneas jamás dejan de ser paralelas con respecto a la de los chavales: no se cruzan nunca.

Ir más allá me da pudor, incluso pánico, pues siento respeto por el dolor ajeno. Sigue siendo un lugar común muy extendido el confundir al autor con los personajes. “Poesía de no ficción”, dice David González. Yo digo: sí y no. Sí como opción, pero no en exclusiva. “Y si atacan mi imaginación me atengo a los hechos”, cantaba Auserón traduciendo a Dylan. El escritor debe indagar en las heridas de su sociedad, aplicarles el martillo del oído para que se oigan, el martillo del médico para auscultarlas, dejar patente su deseo de restañarlas, construir sobre ellas o más directamente curarlas del todo, si es posible o si la literatura sirve realmente para algo, y yo soy de los que creen que sí. El trabajo es infinito, pero hay que hacerlo. ¿No es el mal uno de los temas literarios fundamentales?

¿Ayudará la novela de Updike a que el mundo sea un poco mejor? Siempre creeré que sí: no tengo claro que adoptar el papel de agresor nos ayude más y mejor que adoptar el papel de víctima, pero creo que analizar y erradicar el mal pasa por ambos polos.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

En mi caso la pregunta sería la contraria: “¿Dejarías de no alterarlo?”. Porque reescribo constantemente. Pero precisamente por el trabajo que invierto en decir exactamente lo que quiero decir en lo que escribo, no cambiaría un texto por meros motivos crematísticos. Sólo lo haría si el editor me expone una crítica razonada de aquello que podría mejorarse en el texto y yo estuviese de acuerdo con su argumentación. Es lo que hago yo mismo, y lo que hacen, ayudándome, amigos a los que mando textos. A veces me/les hago caso si el consejo es bueno, y cambio. Poco, muy poco, cada vez menos en el caso del les porque tengo cada vez más claro lo que quiero hacer, pero puedo hacerlo. Un editor que sea además un buen lector puede entrar perfectamente en el consejo. Aunque, sólo por el hecho de que el libro lo firme alguien, es ese alguien quien deba tener la última palabra.

En otro orden de cosas, dicen las malas lenguas que un ultimísimo best-seller fue terminado en la editorial. No me asusta ni asombra: ese es otro tipo de literatura con fines muy concretos; todos estaremos de acuerdo. Pero pienso también en Raymond Carver, esa leyenda no sé si apócrifa de que los legendarios finales abiertos de sus relatos fueron obra del editor. Nabokov cuenta algo parecido: a su juicio un relato se lo mejoró el editor de una revista al cercenarle el final y así, cercenado, quiso reeditarlo Nabokov desde entonces.


6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Mi público son mis amigos, y si no me lee más gente es porque debería hacer más amigos. Escribo para mí, es decir, para que los demás, mis amigos, me entiendan, entiendan mi sentido del humor, por ejemplo, cómo veo las cosas, todo eso. Mi última novela no ha sido entendida ni por mis amigos y destaco dos comentarios:”Lo peor que has escrito, lo que menos me gusta teniendo en cuenta que todo lo de antes me gustaba mucho. Pero los has tenido bien puestos al marcarte este tocho: tu Metal Machine Music”. Otro: “Las cuarenta páginas de enmedio son de lo mejor que has escrito. Potentes, magníficas, a reutilizar más adelante. Pero deshazte del resto. Vila-Matas pasado de revoluciones. Y el final es narrativa browniana. No puedes hacerle eso al lector”.

Si mi lector es un gilipollas yo también lo seré, ergo. Aunque dicen que hay muchos gilipollas (o como dijo Ace Ventura: “Tanto gilipollas y tan pocas balas…”), lo que me lleva a clamar en la ventana: “¿Dónde están mis amigooooooooooooos?”.


7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?


Hace unos años habría dicho que sí, obnubilado por tantos escritores que pusieron toda la carne en el asador. Hoy más bien te diría que esos escritores maravillosos nos enseñan no sólo a escribir mejor sino también a no despeñarnos en según qué lindes. No poner más carne de la necesaria. Quien se enganche a la heroína después de leer a Burroughs no habrá entendido nada, decía Fernández Porta, pero también añadía que lo habría traicionado con justicia. Después, añado yo, falta que ese nuevo adicto tenga el talento de Burroughs para escribir, porque de eso se trata aquí, de literatura.

Creo en la literatura como juego, pero un juego serio en el momento en que tiene como referentes elementos de la realidad. Mira que está el Quijote hace siglos, pero personas reales se pueden perder en el laberinto que a veces se construye con ese juego, de la misma forma que hay gente que se engancha a las tragaperras o que muerden el yeso de las paredes. ¿No tiene determinada su Weltschauung una persona adicta a los culebrones?

En cuanto a herir a alguien con lo que yo pudiese escribir, lo hice una vez sin querer –por diversidad de criterios entre esa persona dañada y yo a la hora de dictaminar dónde está el límite entre el juego literario y lo real- y otra por algo que yo entendí era justicia hacia dos personas que amo, aunque/porque una de ellas no encauzaba bien su amor hacia la segunda persona o hacia mí, a mi juicio y al de esa segunda persona.

Hoy no lo haría, porque ni soy fiscal o juez ni topógrafo de espacios que son todos el mismo: un libro es también la realidad. Me puede interesar atacar ideas, pero nunca personas, las ame o no. Es difícil, a veces, moverse entre el Sinn y el Bedeutung. Decir y querer decir. Pero desde luego, no me interesa escribir de forma destructiva. Ni siquiera de forma obsesiva. Doy vueltas por la página con mi ramita de zahorí, huyo del malentendido y también en eso se me van las fuerzas con alegría.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?


No puedo ser apolítico por lo que dije antes de la etimología de la palabra idiota. Todo es política. Y empezando por lo personal, que decían las feministas. El problema, a mi juicio viene dado cuando la posición política personal no es más un conjunto de apariencias perfectamente organizado para poder estar en misa y repicando. No sé, a lo mejor se me acusa de purista, pero es que leo a un amigo citar a Derrida como eje vertebrador de su investigación poética cuando mi amigo confiesa no entender una sola línea de Derrida, o escribir una poema donde hace una lista de las cinco o seis cosas más importantes de su vida, incluyendo en ella, poco más allá de su esposa, a Slavoj Zizek… sin que haya leído una sola línea de Zizek, claro, porque tampoco lo entiende. Es sólo que Zizek apareció una vez en el dominical de El País y era joven, vestía vaqueros, llevaba barba y de repente daba lo mismo no entender su filosofía, la filosofía en general, ese tío era COOL.

Lo que quiero decir es que cuando hablamos de posicionamiento político nos quedamos a veces en esta fenomenología de papel couché que no tiene por qué ser negativa, la superficie privilegiada frente al falso prestigio de lo profundo, que decía Deleuze. Tuve que explicarle a mi amigo que dentro de esa superficie zizekiana estaba la defensa de la pena de muerte, pero bueno, porque me considero de izquierda critico desde la izquierda y también a la izquierda. También se me ocurre, releyendo sus poemas, que (no) leyendo a Derrida [perdón por el chiste fácil del (no)] mi amigo deconstruye de alguna forma a ese filósofo que él siempre ha manifestado le daba miedo. La poesía de mi amigo posee fogonazos que me deslumbran, pero el añadido político muchas veces resultan petardos mojados. Hablo de él porque es un ejemplo cercano de alquien que se siente comprometido políticamente, un compromiso que admiro pero de cuyas manifestaciones debo discrepar; de algunas manifestaciones, de ciertos detalles en ellas: esa discrepancia es mi visión de cómo puede intervenir la política en la literatura, y es un ejemplo que destaco porque a) es mi amigo b) su poesía tiene mucho valor para mí.

Así que todo es política. El Aufhebung hegeliano que Derrida traduce por relevo o relevancia siempre está un poco por delante de nosotros. Llegada a cierta edad, un escritor lee a otros escritores más que para admirarlos para vigilarlos, decía Bufalino. Mi amigo se mosqueó un poco cuando le comenté todo esto, me creía enfadado con él porque yo destacaba sus contradicciones; porque todos las tenemos, ¿no debemos trabajar en ellas si queremos de verdad posicionarnos en la plaza pública con honestidad?

Un buen poema. Esto es lo que yo entiendo por política en el ámbito literario. Algo más que una pegatina

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Antes creía que no. Hoy pueden en mí el pudor o la pereza. Temo también los malentendidos. Pero si un tema se te impone no hay nada que hacer. Sea cual sea, si crees que es bueno, verdadero y hermoso desarrollarlo y sabes exactamente lo que quieres decir, adelante.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

No me gusta la expresión “mi obra”, no es falsa modestia. Es “mi manera de estar solo”, decía Pessoa y citaba Sánchez Rosillo. Aunque mi sistema es una libreta que me acompaña adonde voy, no escribo de forma sistemática; sólo lo hago a ratos, y lo sigo haciendo, desde hace años, en cuanto tengo tiempo, porque lo que he leído y lo que he vivido –y lo que he leído se incluye en lo que he vivido- me ha dejado ahí, en el querer decir algo, a veces no sé qué es aunque sé cómo decirlo, otras sé lo que es pero me faltan esfuerzo y constancia. Otros ya lo hacen por mí, afortunadamente: esa es mi manera de no estar solo.

José Óscar López

Anónimo dijo...

1-Probablemente los acontecimientos internacionales sucedidos en los últimos años – 11 de septiembre, 11 de marzo, Guerra de Irak- han llevado a ciertos políticos e intelectuales a pensar que un recorte en las libertades conllevaba mayor seguridad. Eso unido a la concentración existente en España de grupos mediáticos favorece un determinado clima de retroceso de las libertades.

2-El poder de la palabra sigue siendo el mismo. Ejemplos tenemos de mensajes que han cambiado la opinión –la campaña que hizo en su momento el PSOE para cambiar la opinión de los españoles respecto de la Otán-, sin embargo, hoy es imprescindible una potente campaña mediática. Muchos mensajes se disuelven por falta de voceros. Y mientras campan mensajes simplones para mentes simples. Ya lo dijo Mc Luhan, “el medio es el mensaje”.

3-No me autocensuro.

4-A la hora de hacer ficción es lícito adoptar cualquier punto de vista. En cuanto a adoptar un punto de vista de un violador,de un pederasta o de un asesino, uno de mis primeros cuentos “Un asesinato artístico” trataba básicamente de la visión de un asesino respecto de sus víctimas.

5-Necesitaría una justificación no meramente comercial, que explicara que mediante los cambios el relato ganara.

6-Creo que uno escribe sin pensar para quién. Simplemente escribe.

7-Hasta ahora no me he puesto en la tesitura.

8-Todo escrito es un fruto intelectual y, por lo tanto, conserva ideas del autor. Por otro lado no desprecio dar mi punto de vista sobre temas de actualidad.

9-No existen temas tabú.

10-Sólo me convertiría en un ágrafo, como decía Vila Matas, si dejara de interesarme la escritura.

Nacho Escuín dijo...

Bueno, dije que contestaría a la encuesta y aquí estoy, perodina por el retraso!!

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Lamentablemente las fricciones que crecen en el mundo aparecen en la vida real (y lo digo así sabedor del vínculo entre ambos mundos)y el panorama se ha enrarecido un poco. No obstante y aunque siempre se quiera llevar a los ponentes hacia algún lugar existe la posibilidad de saltar el muro y ser libre.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Sólo mediante la denuncia y la lucha se puede vencer a la manipulación. El ser humano puede estar al margen de la misma si no le importa el ahora. Su mensaje dura si no cambia su posición ante los acontecimientos.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Algunas veces no he querido decir para no hacer daño. Por lo general digo libremente. Muchos autores se autocensuran mucho, cambian sus discursos y su manera de decir para triunfar, ser aceptados socialmente y, en los últimos tiempos, algunos han conformado discursos hostiles para ser más aceptados por la sociedad.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Podría hacerlo. En este momento no me interesa en exceso. Llevo otras cosas en la cabeza.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Nunca, nunca, nunca!!!!
Sólo en mis libros soy libre.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Mis lectores son los más listos... bueno, fuera de bromas, la verdad es que pienso en el público como ente abstracto, no me planteo la naturaleza del mismo aunque sí su capacidad. El lector es muy inteligente.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Ya he hecho daño a los míos con mi literatura. No me gusta hacerlo, pero si el libro va por esos derroteros ha tomado su decisión así que dejo que los acontecimientos lleguen. Algunos miembros de mi familia nunca leen mis libros, y creo que así es mejor.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Siempre hay relación entrela ideología del autor y su posicionamiento, aunque ésta sea inconsciente. La literatura política ha de existir y en ocasiones me he movido cerca, aunque en realidad me interesan por el momento otras maneras de decir.
El escritor conservador puede sorprender pero seguirá siendo conservador en la base...

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

NO creo que exista el tema sobre el que no se pueda o no se deba escribir.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Seguiría escribiendo porque no puedo evitarlo o no quiero hacerlo. Otra cosa es que el fin de cada una de las cosas que escribimos es ser publicadas y si se modificara este "recorrido natural" podría verse alterado mi modo de acción. Muchas veces sueño con dejar de escribir.

x dijo...

Encantado de participar en las discusiones que ofrece este espacio, contesto la encuesta.


1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

R: Para hablar de “recorte” es necesaria una referencia. ¿Recorte con respecto a qué tiempo o a qué otro país o sistema? A la censura de siempre, la que se apoya en los poderes instituidos (sea el fiscal en el caso de El Jueves o un juzgado en el caso de Gámez contra J.J. Benítez) se suma la sobreinformación que denunciaba Virilio hace una década. Pero la libertad se lucha cada día de forma individual. En un mismo espacio, hay quien la merece (y a veces la gana), y quien no.


2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

R: Todo arte tiene manipulación. El artista es un manipulador. En el arte poco importa si se tiene buena o mala intención. El público establece empatía con quien trace coincidencias con su pensamiento (conciente o incosciente). No creo en la inocencia del lector-espectador, cuando ha dejado de ser niño.
En el caso de la literatura, las posibilidades de internet ya están minando las matrices de opinión. Cualquiera que piense que tiene algo que decir puede crear un blog. Es cuestión de esfuerzo e incluso de suerte que no sucumba ante la sobreinformación, y consiga lectores.


3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

R: Prefiero la brevedad, así que el lápiz rojo sirve a una intención estética. La censura, en mi caso, la impone el tiempo y la superviviencia, que me obliga a desechar temas y tramas.


4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

R: Escribiría para comprenderme a mí mismo frente a los hechos. Y trataría de que el lector se confronte a sí mismo. Pero para hacerlo necesito que entre dentro de una dinámica que me impulsa a pensar y escribir, la de la fabricación de una voz propia, la del “extranjero”, y de un tema siempre presente en mis libros, la de algo así como “la rebelión minúscula”.


5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

R: No. Por dinero cumplo con otros encargos, ya sean cuentos infantiles para una empresa eléctrica o entrevistas de personalidad para otra informática. Y las firmo con mi nombre, sin problema.


6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

R: Pienso en un lector ideal: un antagonista. Lo demás sería enloquecer. Sé que no todo lector o crítico comprenderá la intención o la estrategia que elijo. Es un riesgo que prefiero a la escritura "editorial". Al lector le exijo, no sólo su tiempo en exclusiva (algo que hacemos todos los escritores), sino su actividad mental casi de co-autoría. Mi lector ideal junta las claves, deduce, junta las piezas, concluye.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

R: ¿Abandonar la estabilidad económica para escribir es autodestructivo? Emigrar sin ningún asidero, ¿también lo es? ¿Y pasar el verano escribiendo en lugar de dedicarle tiempo a tu hija? ¿Es todo esto sacrificio o necesidad? No se puede tener todo, es cuestión de elección. En todo caso, hay prácticas inútiles más autodestructivas que el oficio de escribir.
Después de mi primer manuscrito, mi madre decidió no leerme. Sería absurdo que alguno de los dos sufriera por esta razón.


8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Todo es personal y todo es político. El ser humano es un animal político. La literatura tiene la misión de profundizar en lo humano. Es la razón por la que se requiere siempre la complejidad del personaje. Otra cosa es hacer propaganda ideológica, que no tiene otro objetivo final, por parte del escritor y del editor, que vivir bien. Creo que hay mucha pose de “escritor”, “progresista”, “vanguardista”. Quién hace qué. Qué dice, cómo vive, cómo escribe. Creo en los hechos, quizás sea una desviación periodística. A Saramago y compañía, por ejemplo, no les creo ni una palabra, sea oral o escrita.


9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Ninguno. Al contrario que Kapuscinski, creo que la ironía es una sana medida para mantener la cordura.


10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Publicar dejó de atormentarme en algún momento que no tengo registrado. Dejaré de escribir y me retiraré al mar, seguramente, cuando escriba mi “obra total”, algo que yo sepa que no podré superar. Cosa que no creo que suceda pero que intento, porque qué ganas tengo de pasar los días en un barco.

Anónimo dijo...

No pretendo ser ningún pepito grillo así que me limitaré a una única puntualización y a una sóla persona (bueno, quizá a dos). Y la puntualización va para un buen amigo, Manuel Vilas. Me gustaría qué me explicase cuál fue la censura que se ejerció contra "Golpes" y quién la ejerció. Porque si no se dice quién y cómo, eso es hablar "al sabor de la boca". Creo que no puede confundirse el que un libro haya interesado o no a Pepito, a Juanito y a Fulanito con que ese libro haya sido censurado por los mismos. ¿Si yo tengo una columna en El País, pongamos por caso, o en donde sea, y no me gusta ese libro y no hablo de él ¿estoy censurándolo? O mejor dicho: ¿se puede ejemplificar eso como un caso de censura? La censura es otra cosa. ¿O no? Seamos un poco precisos, un poco más sensatos y menos sensacionalistas, Manolo.
Añado que "Golpes" a mí me gustó y lo traté muy bien en el periódico en el que trabajaba en aquella época. Por cierto, si no lo hubiera sacado ¿hubieras llamado a eso censura o qué?
La otra puntualización (y ya me callo) es para domenicochiappe (no sé si lo escribo bien), por su alusión al caso Gámez-Benítez. Personalmente, la sentencia judicial me parece aberrante, puesto que Gamez no hizo sino decir la verdad pura y dura y lo que el juez consideró insultos no eran sino descripcíones (¿o cuando alguien dice mentiras a sabiendas no es llanamente un mentiroso?). Bien. Pero difícilmente se puede llamar a eso censura. Es, en todo caso, una sentencia polémica, como la del juez de las lesbianas o la famosa de la minifalda, achacable a faltas del poder judicial que pueden y deben corregirse. Pero ¿censura? Es más: la sentencia (afortunadamente) no obligó a Gámez a retirar sus artículos, que pueden ser leídos en internet y más sitios para solaz del público que detesta (como yo) a los mercachifles como Benítez. La sentencia es injusta, a mi modo de ver, al dar la razón al Benítez, pero al menos no ha tratado de acallar la voz crítica, en este caso, de Gámez.
Veo que, en general, todo el mundo se apresura en esta encuesta a dar por hecho la existencia de la censura, desvirtuando malamente lo que de verdad es la censura. Claro que queda bien. Suponer alegremente la existencia de la CENSURA es reconfortante, como suponer la existencia de la fatalidad. Añado que es una actitud desmovilizadora y reaccionaria.
Y me disculpo por mi incontinentica. Ays, no tengo remedio. Saludos.
JLP

Anónimo dijo...

Me he permitido la libertad de copiar tu encuesta en mi blog.

Saludos.

Anónimo dijo...

En fin, me imagino que, como siempre, mis respuestas resultarán poco originales e incluso demasiado cursis, pero vamos allá.

1) No sé si es generalizado, pero en todo caso no es nada nuevo. Sin ir más lejos, en el País Vasco las autoridades judiciales han cerrado dos diarios en estos últimos años y no he visto que nadie haya protestado demasiado al sur del Ebro. También hay gente, incluso escritores, que no pueden expresar con total libertad lo que piensan, porque están amenazados por ETA, aunque por esto sí que se ha protestado más, por allá y por acá.
Otra cuestión es si lo que escribimos puede llegar o no a ser peligroso para el sistema (sea lo que sea el sistema). Sinceramente, me temo que no mucho, y eso es lo que garantizaría la libertad de expresión de la que gozamos hoy, con todos sus límites y cortapisas, en nuestras cada vez más anémicas democracias realmente existentes. De hecho, los más optimistas acerca del poder subversivo de la literatura suelen ser, paradójicamente, los dictadores de toda la vida.

2) Las nuevas tecnologías no son más que un mero instrumento: depende de cómo se utilicen. Lo mismo pueden usarse para manipular que para combatir la manipulación; de hecho, las nuevas tecnologías se pueden utilizar para hacer literatura de lo más tradicional. No tengo ni idea de cómo lo haría. Quizá lo primero sería definir bien lo que es manipulación. Partiendo de que el propio lenguaje es manipulación, habría que establecer una gradación y precisar qué manipulación queremos agrietar. Si es que queremos. No soy ni optimista ni pesimista acerca de las posibilidades de las nuevas tecnologías. Y lo mismo me ocurre con la literatura, sea tradicional o no. La literatura es una enfermedad, y las enfermedades, una vez se pasan, o fortalecen al paciente, o lo matan.

3) Supongo que las formas de autocensura que me impongo tienen que ver con mis limitaciones al manejar las dos lenguas en las que escribo, el euskara y el castellano.
En la literatura vasca, que es la que mejor conozco, me da la impresión –pero es sólo una impresión– de que los escritores tendemos a rebajar, en nuestros textos, la crítica hacia los miembros o las actitudes de nuestras propias banderías (aunque hay honrosas excepciones, entre las que probablemente no me cuento).

4) ¿Por qué no escribir desde el punto de vista de un pederasta, de un violador, de un terrorista, de un ejecutivo multinacional o de un comandante del Ejército de Tierra en una “misión de paz”? La literatura es, o debería ser, el reino de (todo) lo posible; una manera de pensar en todo sin causar (demasiadas) víctimas, sean directas o colaterales.

5) Lo he hecho, aunque no creo que fuera por dinero: he aceptado sugerencias de la editorial para mejorar alguno de mis libros. No todas, sólo aquellas que me parecían razonables; no creo que sea lo tan buen escritor como para echarlas en saco roto. Creo que los libros se hubieran publicado igual si no hubiera aceptado los consejos que me dieron. En todo caso, me temo que tales cambios no me han hecho rico, ni me han procurado un público masivo.

6) Escribo para el mundo mundial, cómo no, y con una estrategia de dominación global (qué menos). Sí, me haría dudar que una persona detestable admirara mis libros y, de hecho me ha hecho dudar, porque me ha pasado alguna vez, aunque no sé si el término es detestable. No dejo de dudar ni un momento; seguramente por eso sigo escribiendo. Me temo, sin embargo, que ya es tarde para cambiar mi forma de escribir.
No creo que se pueda conocer al lector medio de uno y de que, en el caso de que se pudiera, fuera lícito calificarlo automáticamente de gilipollas: la gente no suele ser gilipollas todo el rato, sólo a veces. No somos los autores los que tenemos lectores, sino nuestros libros, y cada uno de ellos puede tener lectores muy distintos: la misma persona puede ser un lector muy distinto de uno u otro libro. De todas formas, no hay que descartar la posibilidad de que algunos libros tengan la capacidad de volver gilipollas a algunos de sus lectores, aunque sólo sea durante unos instantes.

7) Me temo que sí, que terminaría un libro dañino. No es algo de lo que esté orgulloso. En todo caso, escribir en una lengua que no lee casi nadie, ni siquiera muchos de tus allegados, ayuda bastante a sobrellevar la tara.

8) No sé si la literatura debe tener intenciones políticas; muchas veces suele tenerlas, en todo caso: consciente o inconscientemente. Al contrario que otra gente, no creo que sea imposible hacer buena literatura comprometida o militante; sí creo, sin embargo, que es más difícil y por eso se tiende –tendemos– más a escribir literatura “autónoma” o no tan claramente militante (perdonad, me estoy riendo de lo de “autónoma”: le voy a colocar unas comillas). Creo que es más difícil porque el peligro de caer en el panfleto o la homilía es demasiado grande (aunque no sé por qué me meto con los panfletos: algunos, como el “Manifiesto comunista”, son alta literatura).
Me extrañaría que mi literatura no reflejara de alguna manera mis ideas políticas, y si fuera un escritor buenísimo no dudaría en escribir literatura ferozmente militante. No es el caso, así que me dedico a lo que me dedico.

9) Teniendo en cuenta que la literatura se reduce a dos o tres temas, es difícil que haya uno sobre el que no se pueda escribir.
El humor y la ironía siempre son utilizables en literatura, al menos en el largo plazo: la distancia es, a la postre, la garantía de que se pueda acabar escribiendo de todo. Y, por fortuna o por desgracia, la flecha del tiempo acabará, un día u otro, por concedernos esa distancia. Otra cosa es que queramos hacer uso de ella, claro está; yo soy partidario de la ironía, aunque no siempre. La ironía, como apunta Zagajewski, no es autónoma, siempre necesita algo sobre lo que ironizar, y comprendo a los que afirman estar cansados de tanta ironía en la literatura y las artes en general; Houellebecq ha dicho, creo que en relación a esto, que “dado el discurso casi de cuento de hadas de los medios de comunicación, es fácil hacer gala de cualidades literarias desarrollando la ironía, la negatividad y el cinismo. Pero cuando uno quiere superar el cinismo, las cosas se ponen muy difíciles. Si alguien consigue desarrollar en la actualidad un discurso que sea a la vez honesto y positivo, modificará la historia del mundo”. Así sea (otra cuestión es que para mí, como he dicho en la respuesta sexta, seguramente ya es tarde: la ironía ha envenenado -¿para siempre?- mi manera de escribir, o, dicho de otra manera, el mundo en que vivimos sigue poniéndome en bandeja la posibilidad de la ironía).

10) No tengo ni idea de qué podría hacer que dejara de escribir, pero no me parece un horizonte inimaginable. Por otra parte, mi confianza en lo que escribo, como casi todo lo que atañe a mi temperamento, es bastante fluctuante. Ya me gustaría ser de esos escritores que creen ciegamente en su obra, todo el tiempo y sin fisuras. Les tengo mucha envidia; una envidia bastante constante, que no fluctúa mucho, ahora que lo pienso...



Iban Zaldua, 16-VII-2007.

Anónimo dijo...

Querido José Luis: ¿Cómo estáis? Besos para Eva. Respecto al asunto de la censura: tengo la sospecha de que lo que lleva a cierta crítica literaria a no reseñar algunos libros es que estos libros no gustan porque incomodan. Lo que yo quería señalar en la encuesta es que -y es una hipótesis, que por otro lado defienden algunos teóricos- la censura se desplaza hacia otros sitios; no tiene el rostro clásico de "esto no se publica y punto" sino que "esto no se publicita o no se reseña". Las razones de la no publicitación de algunos libros no creo que sean estrictamente literarias. Quería señalar eso: el desplazamiento de la censura hacia formas nuevas. Es lo que ocurrió, a mi juicio, con "Golpes", cuando no fue reseñado en varios suplementos nacionales. Sí salió, curiosamente, en "Babelia", pero otros suplementos importantes callaron. Creo que el libro tenía el suficiente valor literario como para reseñarlo, pero no lo hicieron. ¿Por qué no lo reseñaron? ¿Era malo? ¿Era subliteratura? ¿No les gustó y prefirieron reseñar cualquier otra cosa? Más bien el libro era sórdido. Pensaron que los escritores que allí salían no eran escritores de verdad. ¿Pero por qué pensaron eso? ¿Por qué no sabían narrar, adjetivar, escribir? ¿Por qué tenían mal gusto? ¿Y qué es el gusto? Y cito el caso de "Golpes" porque lo seguí por interés personal, pero hay más casos. Por ejemplo, todo la crítica dice que Leopoldo María Panero es un gran poeta, pero no le dan ningún premio nunca. ¿Por qué? La sociedad se defiende de la innovación literaria de formas más sibilinas que la censura clásica, a eso me refería.
Muchos abrazos, José Luis.

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Uno percibe, como máximo filtro que afecta a la creación y sus libertades, la criba que realiza el cedazo del Mercado (por periférico o marginal que éste sea), sus lógicas, sus intereses.
En términos generales, a un nivel más global, parece claro que desde el 68 hasta hoy el Espectáculo, con vocación totalizadora, unitaria, ha extendido y mejorado sus recursos y técnicas de falsificación, de ahuecamiento de sentido, de autoreproducción.



2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

La literatura es diversa y múltiple, pluriforme, y de muchas maneras puede responder –y a veces responde– a la intensificación por doquier del simulacro. ¿Cómo? La imaginación colectiva trabaja, incesante, en busca de formas de desmentir y revelar.
Se encuentran, con no poca frecuencia, excelentes obras literarias cargadas de sentido e intención, e iniciativas artísticas que no quieren callar ante la permanente construcción de un mundo injusto.


3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Me aplico la autocensura que consiste en tratar de ser exigente conmigo mismo en mi dedicación. Procuro no publicar materiales que considero requieren aún maduración, intento ahondar en los procesos de investigación creativa…


4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Si me convocaran estos temas para abrir puertas creativas de interés (para mí, y para hipotéticos lectores), sí.


5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Por intenciones aviesas o torticeras nadie se ha complicado la vida en pedirme cambios, que yo recuerde ahora.


Cambiaría cualquier cosa de una obra sólo si considerara que la mejora. Creo que la creación es un proceso abierto e inacabado que admite y agradece las múltiples visiones y perspectivas que otras y otros puedan ofrecer. En mi trabajo literario la generosa y sabia mirada de compañeros de viaje en vida y dedicaciones me ayuda enormemente.


6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Uf… Uno siente la complicidad de sus lectores y oyentes, uno siente que el acto comunicativo –su misterio, su emoción, su singularidad–merece la pena: malo el día que ese feedback no llegue, no me acompañe.


7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

En la creación uno se expone y se da, y tendemos a apurar la apuesta. Los límites éticos son los de siempre: no dañar a los que se quiere, ponerse en el lugar del otro, ser responsable (no descuidado) con el peso de las palabras y las consecuencias de los actos…


8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Todo estar en el mundo es una deriva en la que nos situamos y somos situados. Procuro ser esquivo, escurridizo, ante las catalogaciones y nombradías y otras trampas del Espectáculo. Por lo demás: mi obra está en el mundo y dice de él, luego es política: afirma, desmiente, dice y se desdice, fluye en un contexto concreto. Es decir: (casi) toda obra es política. Tanto lo es Julio Iglesias –quien cantó para Pinochet- como Víctor Jara, Von Trier como la familia Ozores: hay en los textos de todos una visión y comprensión del mundo, unas prioridades éticas… Pueden distinguirse, por supuesto, por el espesor y duración de su propuesta de sentido (Hay indicios, pensamos, de escasez de espesor textual: un discurso pobre es aquel que se agota en la decodificación y que, por ello, deja muy poco margen para la lectura. En un texto pobre nada nos sorprende ni nos inquieta, sus encadenamientos de significantes son siempre los más obvios. Como dice Jesús González-Requena: “muy poco, con él, puede hacer la lectura, salvo trabajar contra él, es decir, abrir una reflexión sobre su propia banalidad”).
Mi escritura fluye en un contexto que es, entre otras cosas, el modo de producción capitalista. Al respirar en este tiempo, al ser consciente de este tiempo, mi creación no es ajena a los conflictos consecuencia de dicho modo de producción.
El principal compromiso del escritor, en sus términos laborales, es con su propia creación, con ser mejor cada día en su trabajo. Es decir: aceptar el oficio y sus retos (¿querría el carpintero hacer vocacionalmente una mesa inútil, una silla horrible?). Aceptar el oficio y sus derrotas.


9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

A veces, hablando de estas materias “oscuras”, es interesante cuestionarnos el “para qué” –con qué intención, con qué resultados asociados a esa intención- más que el “sobre qué” se escribe.


10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Sigo escribiendo. Me gusta mi trabajo. Soy consciente de las dificultades y eventualidades del mismo. Sigo escribiendo.

Juan Carlos Márquez dijo...

1)Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Yo quizá no diría tanto, pero si que me asalta cierta inquietud cuando oigo, de cuando en cuando, que hablan de meterle mano a Internet (ellos, los burócratas, lo llaman “regularizar”). También está lo del secuestro de “El Jueves” o, por qué no, esa manía de obligar a todo quisque a condenar por Ley (hoy es la violencia, vale, pero mañana pueden ser los calcetines blancos). Tampoco me gusta el doble rasero: aún no he oído a ningún miembro del PP condenar abiertamente los crímenes de la dictadura franquista: espero en consecuencia que ilegalicen pronto a ese partido. La libertad de expresión debe amparar todo aquello, por desagradable que pueda resultarnos, que no constituya delito, pero actualmente el listón de lo que es delito está muy bajo para algunos y muy elevado para otros.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

¿Agrietar? No nos engañemos: la LITERATURA sólo nos interesa a cuatro gatos. Al resto lo que les gusta son los libros, y en esta categoría está incluido hasta César Vidal.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Cuando escribo procuro mantenerme lo más alejado posible de los telediarios: nada de pateras ni de mujeres maltratadas ni de etarras ni de niñas desaparecidas, etc. Para lo demás, ancha es Castilla.


4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Podría interpretar el papel de agresor, de hecho lo hago con frecuencia. Mi última creación es un asesino entrañable que solo mata en vacaciones y nunca a compatriotas, por ejemplo. También tengo por ahí alguna niña con el coño mágico y demás fauna incorrecta. La ficción es ficción, y eso deben tenerlo clarito los lectores. De lo contrario, podrían sucedernos episodios tan poco edificantes como el que le ocurrió al escritor islandés Örn Gunnarsson y que extracto a continuación:

[…] En 1986, mis padres pasaron el invierno en París, por lo que tuve su casa a mi entera disposición. En aquel entonces estudiaba derecho en la Universidad de Islandia. Mi primer relato corto se publicó en marzo y, con ocasión de tal evento, decidí celebrar una gran fiesta de lanzamiento. Por alguna extraña coincidencia, encontré un arbolito de Navidad mientras buscaba candelabros en el trastero, y tuve una idea. Resolví celebrar la Navidad. Mis amigos enseguida se apuntaron y adornamos el arbolito, pusimos villancicos en el tocadiscos y colgamos una estrella de cartón en la ventana. El aroma del asado navideño inundaba la casa y el vino fluía. Algunos niños de la vecindad, atraídos por el ruido, llamaron al timbre, preguntando qué pasaba. Les invité a pasar, les leí unas cuantas páginas del relato y les regalé algunos ejemplares. La historia estaba escrita en un tono socarrón y trataba sobre un joven que se dedicaba, mayormente, a maltratar a su madre. Una vez los padres de los niños tuvieron los libros en sus manos, estalló una ola de indignación; recibí una llamada amenazadora de parte de una de las madres, y luego me enteré de que algunas amas de casa de mi calle que conocían a mis padres se habían reunido para discutir qué hacer conmigo. Y no mejoró la cosa cuando acordé con un chico repartidor de periódicos que me vendiera el relato por el barrio. Era bajito, pelirrojo, de piel muy blanca y ojos azules, la viva imagen de la inocencia. Hace falta un corazón muy gélido para negarse a comprar a un chavalito un relato titulado: Carta a mamá.

El relato provocó fuertes reacciones, que me divirtieron al principio, pero al correr el tiempo, mi vida quedó impregnada de rumores. Muchos de los lectores no lograron distinguir entre el autor de la obra y la obra en sí. Los lectores islandeses están muy pegados a la tierra, por lo diminuto de la sociedad. Los habitantes de Reikiavik son unos cien mil y pico, y la nación islandesa entera no llega a los trescientos mil. Y entre los islandeses hay una tendencia muy arraigada de ligar la novela directamente con la realidad. En cuanto en una novela islandesa sucede algo que no se ajusta a la verdad, su poder de persuasión adolece. Ésa es la razón principal por la que los autores islandeses de novelas policíacas lo tienen crudo. Un homicidio en Islandia es un notición que todo el mundo recuerda. Si, por ejemplo, alguien es asesinado en una novela que tiene lugar en Reikiavik, el autor instantáneamente ha despojado la obra de su poder de convicción, saliéndose de lo verosímil […].


5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

No, bueno sí: he cambiado el final de un cuento que no terminaba de convencerme para publicarlo en una revista, pero fue por propio convencimiento (creí que el otro final no iba a entenderlo ni dios), y sobre todo porque el cuento no me acaba de satisfacer y no quise desaprovechar la oportunidad de deshacerme de él cobrando. Y volvería a hacerlo en las mismas circunstancias. No soy un hombre recto, virtuoso ni ético y, ni mucho menos, un ejemplo a seguir.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Seguro que entre los escasos lectores de mi escasa obra publicada hay algún gilipollas, suele haber un gilipollas cada diez personas, aunque no existen estadísticas fiables sobre este particular. Es difícil que pase un día sin que uno tope con un gilipollas (la imagen del espejo no cuenta). De hecho, la mayoría de los escritores y de los lectores somos bastante gilipollas: estaríamos mejor follando en un jacuzzi que leyendo y escribiendo, pero eso es más caro que un libro y la mayoría no nos los podemos permitir.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Mejor, esperaría a mi muerte para publicarlo. Pero no, no me interesa narrar mis miserias familiares o afectivas, yo aspiro a ser un tusitala y a situarme en las antípodas del yomimeconmigo, que tanto detesto en los escritores. Pero eso no quiere decir que mi familia esté ausente de mis escritos, está presente (y mucho), pero ellos nunca se van a enterar.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

A mí me gustaría considerarme un escritor progresista, aunque a veces me atasque con un folio una semana entera, pero no sé si lo soy o no. Hay conceptos que se me escapan: ya he dicho antes que soy bastante gilipollas. Por eso no voy a contestar al resto de preguntas del bloque 8, para decir gilipolleces mejor me las salto…


9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Rotundamente NO.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Yo escribo por necesidad, para ahorrarme dinero en psicólogos, pero no sé si lo haría después de llevar diez años inédito, aunque bien mirado, antes de publicar ya pase muchos más de diez años inédito. Por otra parte, lo único que puede retirarme es que no se me ocurra nada que me parezca interesante de ser narrado. Mientras tenga (o crea que tenga) algo que contar, seguir al pie del teclado.

Anónimo dijo...

Amigo Vicente: Realmente yo contestar�a tambi�n esa encuesta. Tengo tanto instinto gregario como el que m�s y me mola saberme parte de algo. Sin embargo, y perdona la molestia, encuentro que las preguntas son algo... �c�mo lo dir�a? Extra�as, peculiares... Dig�moslo con un t�rmino culto: chiripitifl�uticas, palabro que encantar� a aquellos contertulios nuestros aficionados al costumbrismo generacional.
Por ejemplo, la 1. �Era necesario mencionar los congresos a los que has asistido para preguntar sobre un tema candente como la libertad de expresi�n? No era inevitable, �verdad? Ah� caemos todos: nos puede ese puntito... Pero no es la peor, ni mucho menos.
En la 2, hablas alegremente de las posibilidades de �agrietar la manipulaci�n� que tienen las nuevas tecnolog�as frente a la �literatura tradicional�. Me he quedado un poco perplejo, porque hasta ahora yo pensaba que precisamente las nuevas tecnolog�as son lo m�s manipulable del mundo. Por ejemplo, un correo electr�nico se puede falsificar muy f�cilmente mientras que una carta aut�grafa resulta bastante m�s dif�cil. En un blog cualquiera puede intervenir an�nimamente o haci�ndose pasar por otro y ya est� armada. Y podr�a seguir hasta el infinito. En cambio, quiz� habr�a que matizar (muy largamente) c�mo se producen las manipulaciones en la �literatura tradicional�, a qu� tipo de manipulaciones te refieres (si es al plagio de Ana Rosa Quintana o algo as�), etc. y etc. (el segundo etc., que la Academia no recomienda, es regalo m�o). Como siempre, la imprecisi�n y el t�pico son nuestros mayores enemigos.
La pregunta 5 es la t�pica pregunta para que se luzca el entrevistado afirmando su rigurosa independencia y rechazando millones de d�lares a cambio de su sacrosanta libertad, millones que en la mayor�a de los casos no han sido ofrecidos, por lo que la credibilidad de las respuestas queda en suspenso. Tambi�n puede servir para dejar a los autores jugar al c�nico falso, es decir: S� yo estoy aqu� por la pasta. Pero ha de notarse que en su fuero interno es un idealista pudoroso, que se muestra c�nico por no revelar su sentimentalidad radicalmente �ntegra. Ay, qu� pillines.
La 6 tiene tela, porque eso de conocer al �lector medio� es cosa asombrosa y que no creo que haya ocurrido nunca. Me imagino a un lector acerc�ndose a su autor preferido y diciendo: Hola, soy un lector medio, �me firmas tu novela y ta?. Y encima descubrir, como t� dices, que es �gilipollas�, lo cual ya es para nota. �Qui�n es el lector medio? �Ser� como aquello de que en Nueva Delhi los hombres tocan a 2,6 mujeres y entonces uno puede ligar con la 1,6? Como dec�a Filem�n: �Sapristi!
La 7 es involuntariamente c�mica. O de una comicidad mu mu negra. Porque mira la putada si escribes la novela del siglo y resulta que a quien �hiere profundamente� es a tu novia, a la cual amas con aut�ntica pasi�n... �Y tener que esperar a que se muera para publicarla! Ah� quiero yo verlo: deseando ser el nuevo Faulkner y la t�a que no se muere...
La 8 parece un poco superflua puesto que la historia est� llena de escritores progresistas y �o�os y autores conservadores y rompedores (como Gottfried Benn). No la hubieran dado de paso en una revista literaria para mayores.
�Para qu� seguir? Me he dejado otras que tambi�n tienen su miga. Con lo cual s�lo quiero a�adir que la pr�xima la contestar� si se me permite y es un poco m�s seria.
Un abrazo: JLP

Vicente Luis Mora dijo...

Querido Piquero, un entrañable abrazo.

Juan Carlos Márquez dijo...

JLP: La próxima encuesta escríbela tú, por favor. Es inhumano que nos prives de tu sabiduría, tu clarividencia y tu buen hacer.

Firmado: Un tonto feliz

Antonio Jiménez Morato dijo...

Hola a todos.
Yo estoy totalmente de acuerdo con todo lo que dice José Luis Piquero. Diría que casi al pie de la letra. Así que no entiendo que alguien pueda estar dolido por el hecho de que, pese a no rellenar la encuesta, la haya leído entera y la rebata. Eso quiere decir que esta encuesta le importa más de lo que aparenta.
Yo, pese a estar de acuerdo con él, aún así, he rellenado la encuesta. Supongo que es porque soy un ser humano normal que baja a la tienda de la calle a comprar el pan, que ve basura televisiva, etc. Me da no sé qué estar todo el día con el libro de Kant a cuestas. La escoliosis estaba a la vuelta de la esquina ya.

Vicente Luis Mora dijo...

Antonio, la encuesta tiene una pequeña "razón de ser", que, como apunto justo al comienzo del post, será desvelada en septiembre. Quizá eso explique por qué la encuesta es así y no de otro modo. Un poco de paciencia. En cualquier caso, gracias por la sensatez y la cortesía que has tenido contestando la encuesta, aunque no estuvieras de acuerdo con ella del todo. Me temo que, de todas formas, uno sólo estaría de acuerdo con las preguntas que a uno le gustaría que le hicieran, y hechas de la misma forma. ¿O es que alguien disfruta respondiendo a los periodistas, sin esperar siempre, sin satisfacción posible, esa pregunta que ansía que se le formule, y que jamás aparece formulada? Saludos y gracias, Antonio.

Anónimo dijo...

Me ha gustado el entrañable abrazo de mi amigo Vicente porque alivia mi temor a ser gravoso en este blog y porque aspiro a ser alguien entrañable (sin perjuicio de alguna opinión molestilla), algo así como un Pitufo Gruñón pero sin mala cara.
Por lo mismo, Juan Carlos, no quiero ser inhumano: no existen esa sabiduría y esa clarividencia que me supones. Si existieran, con gusto os las ofrecería.
Y para Antonio: claro que me importa la encuesta. Yo me tomo todo muy en serio. En eso no soy nada posmoderno. Creo recordar que una de las preguntas tiene que ver con el espíritu crítico. No he hecho más que ponerlo en juego. Porque espíritu crítico hacia la guerra de Iraq y otras injusticias de este mundo mundial nuestro es fácil tenerlo. Pero entiendo que espíritu crítico es algo más amplio: poner en cuestión todo lo que nos viene, incluso una encuesta como esta, con la que bajamos la guardia crítica porque nos halaga y es amistosa. Una entrevista o encuesta o similar no puede ser halagadora: tiene que ser punzante, que nos hieran las preguntas y nos duela contestar.
Pero, en fin, me estoy poniendo estupendo. Tengo que confesar que en mi larga vida como periodista he hecho entrevistas muchísimo peores, pero muchísimo. Y me las han hecho a mí igualmente espantosas. Sólo es que del Crítico de Nuestra Generación (me encanta parecerme a Auden aunque sólo sea en el desparrame de mayúsculas) esperaba algo más brillante. ¿O no es El Crítico de Nuestra Generación? A mis ojos aún no ha agotado su carta blanca pero estaremos atentos.
Por lo demás, respeto mucho a mucha gente que ha contestado la encuesta y si he visto en muchas contestaciones cosas que me ha interesado ver entonces la doy por buena.
Me estoy notando que soy un ser humano normal (gracias, Antonio, por tranquilizarme) porque me he sorprendido un par de veces bajando a comprar el pan y habiéndome olvidado mi tomo de Kant en la cesta de mi gata Lana.
Hasta es posible que conteste la encuesta, ¿por qué no?
Saludos y abrazos. JLP

Vicente Luis Mora dijo...

Ahí está, para quien quiera contestarla. Yo lo haré a mediados de septiembre, por cierto. Saludos.

El crítico de la panadería

Anónimo dijo...

Palabras incendiarias

El País - 22/08/2007

La fiscalía alemana ha sido criticada por detener a un sociólogo y vincularlo con terroristas por coincidir en el uso del término 'gentrificación'
JUAN GÓMEZ - Berlín

La vaguedad de las acusaciones que mantienen en la cárcel a Andrej Holm, sociólogo de la berlinesa Universidad Humboldt, alimenta, desde su detención el pasado 1 de agosto, una creciente ola de protestas y desconcierto en el país. Intelectuales y políticos critican desde hace semanas a la Fiscalía Federal Alemana, que acusa al experto en ciudades y doctor en Sociología de una de las más reputadas universidades europeas, de pertenencia a la banda Militante Gruppe (MG). Se trata de un oscuro grupo de izquierda radical que la fiscalía considera terrorista. Desde 2001, ha reivindicado unos 25 ataques incendiarios contra instituciones públicas y privadas, cometidos sobre todo en la capital.

El argumento principal de la fiscalía, que le ha aplicado Holm el artículo 129a de la ley antiterrorista es que, en los escritos reivindicativos del Militante Gruppe, aparecen conceptos de la jerga científica como "gentrification" (o gentrificación: la renovación de la fisonomía de un barrio deteriorado y empobrecido, que eleva el valor de las viviendas y atrae habitantes más ricos que desplazan a los anteriores). Éste es uno de los campos de investigación de Holm, según la página web de su universidad. Hartmut Häussermann, titular de la cátedra en la que Holm trabajaba, dijo ayer que estas coincidencias pusieron a las autoridades tras la pista de Holm "mucho antes de la detención". Lo consideraban desde hace meses una especie de ideólogo de los incendiarios.

La fiscal federal ordenó la detención de Holm el pasado 31 de julio, poco después de que la policía sorprendiera a tres hombres tratando de prender fuego a camionetas del ejército alemán. Uno de ellos, que la oficina de prensa de la fiscalía identifica como Florian L., conocía a Andrej Holm, con el que, según el comunicado oficial, "mantuvo extensos contactos y encuentros conspirativos". Los portavoces de la fiscalía se niegan a describir en qué consistieron esos contactos y encuentros.

El alcance intelectual de los escritos del MG accesibles no requiere un doctorado previo en sociología, ni mucho menos. Más bien se trata de letanías empapadas de corrección política revolucionaria con regusto a Baader-Meinhof.

En una carta abierta dirigida a la fiscal Monika Harms, más 100 catedráticos e investigadores de diversos países acusan a la fiscalía de utilizar argumentos "que amenazan a todo el que publique textos críticos como periodista, investigador o artista". La carta se remite a la defensa de Holm. Según su abogada, la fiscalía entiende que la actividad universitaria de una persona pone a su disposición "las condiciones intelectuales y materiales que se necesitan para la redacción de textos relativamente complejos como los del Militante Gruppe". Este párrafo es "lo más grotesco" para el profesor Häussermann. En su opinión demuestra que la acusación contra Holm "carece de apoyos fácticos". El sociólogo señala que "[los investigadores] funcionan de forma sencilla; al parecer cotejaron los textos del grupo con páginas de Internet y lo encontraron a él". Las autoridades judiciales estudiarán el próximo viernes si los cuatro detenidos seguirán en prisión preventiva más tiempo.

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Yo creo que nuestra libertad de expresión nunca ha sido tan alta. El problema es si uno sigue pensando en las plataformas tradicionales.
La censura es relativa. En el diario Metro, en una ocasión, no me publicaron una columna en que criticaba la política de Telefónica en Perú (cuya hipocresía se ha manifestado de nuevo con el seísmo); dos semanas antes, la empresa había avisado que si publicaban alguna noticia en contra de ellos, como acababan de hacer, retirarían la publicidad. De modo que no publicaron mi columna. Los diarios no son independientes, son empresas, hacen con su dinero e intereses lo que creen oportuno. Lo hablé con el director y acordamos una solución. En mi blog o en mis libros, si me interesa, puedo continuar -como hago ahora- con mi cuestionamiento de las multinacionales españolas en América Latina, donde siguen abonando, en nuestro siglo XXI, la corrupción política y el abuso hacia el ciudadanos consumidor.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Los mecanismos del arte para denunciar, subvertir, parodiar o atacar las múltiples formas de la mentira son inacabables. Cada artista debe buscar los suyos. Las nuevas tecnologías nos obligan a pensar nuevos mecanismos y nos obliga, como lectores y como creadores, a no dar por bueno lo recibido y a esforzarnos en entender lo que nuestro momento histórico nos impone y nos exige. La mayoría de blogs, por ejemplo, incluido el mío, no utiliza los recursos irónicos o digresivos que proporciona el hipervínculo.


3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?
Siempre han sido inconscientes. De modo que mis textos a menudo actúan como contra-textos de otros anteriores en los que, sin darme cuenta, estaba limitándome a causa de la fuerza de lo heredado.
En la forma es fácil detectar la auto-censura. Los versos son cortos para que quepan en la página; las novelas tienen más de ciento cincuenta páginas para que encuentren editor con más facilidad; no se reflexiona sobre la tipografía, la página en blanco, la imagen o el fundido en negro por no complicar lo que -por naturaleza- es complicado. El arte.


4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Yo sólo escribo sobre aquello en lo que estoy implicado personalmente. No me interesa la provocación gratuita. Tampoco soy un malabarista que busca el quién da más. Sólo me parecere lícito el relato que busca mecanismos de implicación y de legitimación del narrador o del autor respecto al tema tratado. "Ararat", de Egoyan, me parece un buen ejemplo de lo que trato de decir.


5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?
No.


6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Como dijo Celan, la literatura no se impone, se expone. No puedes controlar quién encontrará y abrirá la botella.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Un texto literario es como un cuadro de Fontana: una herida abierta. Hasta ahora sólo he escrito sobre lo real cercano, de modo que inevitablemente he tenido que abordar temas familiares y personales que pueden ser vistos como heridas abiertas por algunas de las personas afectadas por ellos. En mi próximo libro, "Austrialia", aparece mi familia emigrante australiana. No les gustó cómo hablo de ellos. Pero no puedo cambiar mi mirada. Lo que sí puedo es dialogar con ellos y tratar de que entiendan mis razones para publicar lo que publico.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Todo es política. Contestar o no contestar este formulario, por ejemplo, es un acto de posicionamiento político. La ideología siempre está bajo las palabras. En "La Colmena" o en "Viaje a la Alcarria" el narrador es el mismo, igual de autoritario, igual de violento hacia el otro. La ambigüedad ideológica es muchas veces correlato de la ambigüedad artística (Anselm Kiefer, Fritz Lang, Frank Miller). El reto en mi caso es dar -como hicieron por ejemplo Mandelstam, Sebald, Bolaño o Piglia- una respuesta artística de alto nivel a problemas políticos, sociales, reales.


9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Cada obra y cada poética se rigen por sus propias reglas de ejecución. Cada obra tiene su verdad. No hay límite en el tema, hay límite en la realización, en la forma. Hay relatos, poemas, textos más adecuados, más inteligentes, más efectivos, más verdaderos. "Todas putas", por ejemplo, no alcanza ningún tipo de verdad, ni dentro de sí mismo, como obra, ni en su relación con lo real. El modo como David Torres abordó la cuestión del exterminio nazi en su libro sobre Polonia tampoco fue óptimo. Todo lo que tiene que ver con la violencia, histórica o contemporánea, debe ser tratado con un máximo rigor y con una inteligencia artística difícil de alcanzar.


10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Mi diario, por ejemplo, o los otros proyectos que hace diez años que se van gestando en mi ordenador y mis cuadernos, no me han reclamado en ningún momento urgencia de publicación, y sigo escribiéndolos, lentamente. Y siguen estando y siendo, progresivamente. Los libros que termino, de momento, tardan en publicarse; pero van saliendo. No puedo adivinar el futuro ni prever cómo resistiría mi psique ese tipo de circunstancia. Aunque practico la auto-edición y pienso seguir haciéndolo, en papel y en internet.

Camilo de Ory dijo...

Muy interesante la reflexión que hace Jorge Carrión en cuanto a la censura. Coincido con él (lo cual me obliga a matizar mi respuesta a la primera pregunta). Si bien creo que, al menos en España, no existe una censura directa por parte de instituciones y organismos gubernamentales, si hay un método de manipulación indirecta, y además funciona de maravilla, que consiste en comprar con publicidad al medio de comunicación. (Estaríamos hablando de periodismo y no de literatura propiamente dicha, pero creo que hay un territorio limítrofe entre ambas formas de expresión que nos interesa.)

El primer diario de mi provincia recibe al año cientos de millones de pesetas, y no exagero, en concepto de publicidad tanto del ayuntamiento como de la Junta de Andalucía. El resultado es un diario complaciente hasta el extremo con ambas instituciones, por cierto una en manos del PP y otra del PSOE. Pocos periódicos se van a mostrar críticos con Telefónica o El Corte Inglés o van a publicar colaboraciones que ataquen a estas empresas: ambas se dejan un dineral en publicidad. Todo el que lleva un tiempo trabajando en prensa puede referir alguna anécdota como la que de manera tan oportuna ha sacado a colación Jorge.

En definitiva, creo que las relaciones de poder se han mercantilizado. Las leyes no me dan potestad para censurarte, pero tengo dinero suficiente como para alquilar tu voluntad. Las grandes empresas, así, se han convertido en grupos de presión política con tanta influencia como la que puedan tener gobiernos o partidos.

No hay censura: sólo un mercadeo de intereses éticos. Si tu opinión no me interesa, no te la compro y punto. Eres libre de expresarla en otro marco, si lo encuentras (y aquí es donde los medios digitales, por definición más fáciles de autogestionar y menos dependientes de inyecciones externas de capital, pueden estar abriendo un cauce válido).

El autor, a la postre, encuentra pocas trabas para abordar temas espinosos desde el punto de vista moral (una palabra sobre zoofilia no pone en peligro la rentabilidad de las acciones en Bolsa de nadie), pero bastantes más para abordar según qué temas políticos o económicos. Y no es tanto ya el Estado el que, siempre indirectamente, manipula, que a veces también, sino las grandes corporaciones empresariales, que se han convertido en un suprapoder independiente de los vaivenes electorales. Lo cual no deja de tener su morbo y de resultar literario y hasta poético, por otro lado.

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Tengo la sensación de que nos despista el término “Censura”. Si por tal entendemos un mecanismo más o menos institucionalizado de control dirigido desde el Estado y sujeto a un ideario burocrático, me temo que no existe. Sin embargo el “Poder”, se trate del poder que sea, intenta mantener sus privilegios frente a cualquiera que ose socavarlos. Ahora bien, los mecanismos de control han cambiado como la sociedad misma. No estamos ya ante un modelo de censura franquista, dictatorial, sino ante mecanismos de control mucho más “invisibles”, “aparentemente inocuos”. Un mecanismo es la invisibilización, el silencio, o la falsa tolerancia que establece un diálogo asimétrico entre el que tolera y el tolerado. Por eso, por ejemplo, ciertos críticos se pueden permitir el gusto exótico de hablar mal o bien de algunas obras, en la medida que para ellos carecen de significación y pertinazmente las borran de su proyecto crítico. Usando un símil sociológico, decía Pareto que paulatinamente en Occidente el Poder se transforma y pasa de los leones (el imperio de la fuerza) a los zorros (el imperio de la ley), es decir, de los fuertes a los astutos que son los que acaban legitimando la desigualdad y la concentración de poder. Mucho me temo que hoy en día, al menos en el ámbito editorial y de medios de comunicación, nos encontramos más en el mundo de los zorros que en el de los leones.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Creo que todas las herramientas son pocas para agrietar la manipulación. Frente a la excesiva concentración de medios y frente a las agendas culturales cerradas de antemano todos los instrumentos a nuestro alcance son útiles. En este sentido la edición alternativa, el uso de nuevos soportes tecnológicos, la generación de espacios de encuentro y diálogo entre autores, performances, proyectos socioculturales, etc. son mecanismos que pueden ser usados contra ese Poder de los zorros del que hablaba antes. Y siguiendo esta misma línea de argumentación, para mí tan tenaz puede ser una obra más o menos tradicional (me confunde este término) que denuncia y pone en evidencia la “estrechez literaria” de la agenda institucional, como la génesis de nuevas vanguardias emanadas directamente del contacto con un mundo que ya no es el mismo.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

En principio me siento poco legitimado a hablar de “autocensuras”. Si las hay seguro que soy el último en enterarme. Mal escribo lo que quiero y puedo, y sólo me atengo a mis propias opiniones y a las recomendaciones, lecturas, valoraciones que amigos u otros escritores me hacen. Sin embargo la única actitud de autocensura que me he detectado tiene que ver con la presentación a premios de poesía. Aunque no se trata de un terreno que visite a menudo, es verdad que me siento empujado a conocer las obras que han ganado con anterioridad con el fin de analizar sus “destrezas”, sus “éxitos”. No es que después trate de emularlos, pero como un premio de poesía es una especie de “campeonato” de méritos, reconozco que observo las “marcas anteriores” (como en atletismo) y analizo mis posibilidades (siempre limitadas) de alcanzar ese “record”. Afortunadamente cuando lo hago desisto de presentarme a la competición.


4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Para mí la literatura no es un asunto de temas, sino de modos. A priori todos los temas son aprovechables para una obra literaria. Desde la mosca tsé-tsé hasta la caída del III Reich, cualquier asunto humano es propio de la literatura. La novedad estriba en el punto de observación, en el modo de acercarse a ese tema, y en la capacidad de penetrar (por los medios estéticos que sean, mejor si son innovadores) en sus entrañas. En definitiva, en la forma de generar nuevo conocimiento sobre algo, llámese pederastia, violación, agresión, islamismo, etc. Otra cosa es que una vez leida una obra el punto de vista adoptado por su autor (amén de su estilo) me convenza. Tengo todo el derecho del mundo a disentir de alguien que escriba sobre la violación y, además, la justifique ímplicitamente. Pero esa es otra cuestión. Lo importante para mí es que la literatura esté abierta a todas las posibilidades que ofrece la realidad y la ficción, sin cortapisas ni velos políticos.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

A priori no, pero esta situación hay que vivirla para dar una respuesta contundente. En principio si se tratan de cambios fundamentales que desvirtuan el sentido de la obra no lo haría. Si se trata de modificaciones menores (suficientemente justificadas) quizá. De momento nunca me he enfrentado a esta situación. De cualquier modo, teniendo en cuenta que lo mío es la poesía y que rara vez deja dinero, estoy tentado a decir que nunca me encontraré ante una situación tal. No obstante, me lo apunto y sigo dándole vueltas.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Insisto en el carácter minoritario de la poesía. No es que desee que la Poesía sea un asunto de minorías, sino que constato que es así, con lo cual mi público se reduce (como mucho) a mis amigos, mi familia, algunos escritores, algunos críticos despistados, algunas publicaciones, y algún lector desprevenido que cualesquiera de las personas anteriores haya dedicado uno de mis libros y se lo haya comptado. Sumando a todos, no creo que alcance las 200 personas. En este marco, ¿para qué cambiar nada? De todos modos, mis lectores medios tienen derecho a ser, al menos, tan gilipollas como yo, y las personas detestables también tienen derecho a que les gusten mis libros igual que a mí me encantan otros de personas para quienes yo, seguramente, sea un ser ideológicamente detestable.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Tengo escasa vocación de poeta maldito. Por supervivencia trato de no autodestuirme en los libros que escribo y, mucho menos, de generar heridas profundas en mi entorno más inmediato. Esto no significa que escribir sea un acto indoloro. Lo es y mucho. Pero no me gustaría ser cruel con otras personas a las que estimo. No obstante la vida da muchas vueltas y se puede dar una situación así. La autodestrucción siempre nos aguarda, creo, a la vuelta de la esquina.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Esta es una pregunta que exigiría mayor aliento, mayor espacio para acometer su reflexión. Pese a ello apunto tres ideas:

La primera es que mi literatura trata de tener intenciones políticas. Ahora bien, ¿de qué política estamos hablando? ¿La de los partidos mayoritarios? No me interesa. ¿La del realismo social entendido en su formato más clásico? No me interesa, aunque valoro sus logros y su necesidad. Entiendo por intenciones políticas aquellas que dirigen su obra hacia la alteridad, hacia el diálogo con lo extraño, con lo otro, con todo lo que sitia y se filtra en mi individualidad modificándola. Esta política me interesa más. También hablo de todo aquello que es contracorriente, contrahegemonía, contrapoder.

Creo que se puede ser un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario, veáse Eliot o Pound, e incluso un escritor progresista en lo político y ásperamente tradicional en lo literario. Ahora bien, por tratarse de mi misma ideología me veo obligado a interpelar a esos escritores de izquierda que, después, se instalan cómodamente en el armario de la institución para defender sus privilegios. Son estas actitudes las que me parecen intolerables, porque refuerzan el poder y, por extensión, la tradición conservadora del mundo.

Sí considero que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología. Pero más aún en las lecturas que hacen de la “tradición” la visión conservadora y la radical (lo digo en positivo, tal y como expresa E.P. Thompson la idea de pensamiento radical). Para los conservadores la “tradición” es parapeto, muro defensivo, disciplina y orden. Para los radicales trampolín, proyecto, apertura, fuente de donde beber. Luego están los radicales-conservadores que atrapan la tradición para justificar su propio inmovilismo, y los conservadores-radicales que “esencializan” esa tradición para convertirla en individualismo a ultranza. Estas dos últimas posiciones son las que me parecen más censurables.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Como ya he dicho antes todos los temas me parecen pertinentes a los ojos de la literatura, y todos me parecen susceptibles de adoptar una mirada irónica cuando se desee. De lo contrario que se lo digan a Darío Fo. Otra cosa es que yo optara por este modelo. Tengo poco sentido del humor en general y, en literatura, no soy una excepción.

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Pues teniendo en cuenta que en 10 años sólo he podido acceder a editoriales minoritarias de poesía y sigo escribiendo, creo que la respuesta se contesta por sí misma. Esto no quita para que me desanime, me enfade, me entristezca porque no pueda publicar (me agobia y mucho), pero sigo escribiendo y me temo que seguiré haciéndolo durante un tiempo.

Lo único que podría hacer que dejara de escribir es mi propio convencimiento de que no tengo nada que decir. Y eso puede suceder en cualquier momento. Como a todos, me imagino.


ERNESTO GARCÍA LÓPEZ

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que
últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas
alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?


Cuando hablamos de censura nos viene a la mente un señor con bigotito y gafas negras tachando frases obscenas o aplicando tijera a una pila de rollos cinematográficos. Creo que la censura actual es mucho más sutil. El sistema no impide que te expreses como quieras, incluso que en apariencia desafíes al status quo con tus gritos de indignación. Partiendo de la base que la bandera es el exceso y la consigna es la codicia, cualquier acto creativo o asertivo que puedas aportar será deglutido y defecado por el Sistema. Personalmente creo que la postmodernidad y la cultura pop con su barroquismo intrínseco y sus laberintos de iconos vacíos, es uno de los puntales definitivos (aunque esperemos que no eternos) que contribuyen a sostener ideológicamente la supremacía del mercado y a sus eternas ansias de
consumo. En un mundo de imágenes, la censura que aplica el Sistema no es otra que la invisibilidad. Otra cosa son las pequeñas anacronías al
estilo de lo que pasó con el Jueves y que paradójicamente no sirven más que para reforzar al Sistema en su caracterización de Gran Padre tolerante.

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

Creo que la literatura puede señalar pero no agrietar la manipulación,
al menos a corto plazo. Me parece que el único deber del escritor es ser leal a sus propias obsesiones, si tiene el talento o la fuerza suficiente y acaso algo de suerte (cuántos Kafkas o Whitmans habrán quedado enterrados bajo toneladas de obligaciones, responsabilidades o simple indiferencia)podrá acercarse al meollo esencial del ser humano y eso creo que a la larga sí puede cambiar un poco las cosas, tal vez para bien. Desde ese punto de vista intento trasladar mis obsesiones al papel de la mejor manera que puedo.
La tecnología tal vez sí que pueda ayudar a agrietar la manipulación
aunque creo que también es una navaja de doble filo.


3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber
detectado en otros?


La autocensura es en estos momentos el mejor mecanismo que posee la
censura. Ya no hace falta usar ni el tippex. El sistema ha conseguido que nos sintamos al mismo tiempo encantados del mercado y avergonzados de estar en el mercado y viceversa. Es un efectivo pegamento mezcla de hedonismo y culpabilidad que detiene de raíz cualquier iniciativa verdaderamente transgresora.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Sí. Por ejemplo una de las mejores novelas de la historia, Lolita, es
el relato de un pederasta y eso sin retroceder al Marqués de Sade, uno de los escritores que más ha influido en nuestra civilización. Me parece incluso un deber por parte del escritor meterse alguna vez en la piel del demonio si es necesario, de lo contrario sería como uno de esos actores ridículos que únicamente hacen papeles de héroe.


5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

No lo he hecho nunca y no sé si podría hacerlo. Aunque cosas peores
hago ya por dinero como por ejemplo vender mi tiempo a una multinacional de las telecomunicaciones.


6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Supongo que escribo para personas parecidas a mí. No sé si eso es bueno o malo. Depende lo que entendamos por detestable, no es lo mismo Hitler que por ejemplo José Luis Moreno aunque en algún momento se haya usado ese adjetivo para referirse a cualquiera de los dos. Si alguien cambia su forma de escribir porque su supuesto lector medio es un gilipollas entonces está luchando contra sí mismo.

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu
familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?


No lo sé, la verdad, no lo he hecho y no lo sé, pero creo que si mi
familia se sintiera dañada por mi obsesividad (eso incluye, entiendo,
determinadas actitudes extra literarias), intentaría no continuar. Ahora bien si se sintiera dañada por reflejar la verdad en un libro creo que sí lo terminaría. Respecto a si lo publicaría después de su muerte, no lo sé.


8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas?
¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?


La literatura siempre trasluce intenciones políticas porque todo
posicionamiento ante el mundo y la realidad es inevitablemente
político. Otra cosa es que se pretenda que la literatura de uno moralice o adoctrine políticamente. Eso pienso que existiendo tantos cauces de acción para una lucha o una pedagogía política y social es un grave error, tanto para un narrador como por supuesto para un poeta. Personalmente trato de no adoctrinar aunque no renuncie a plasmar mi visión política del mundo. Desde luego es posible que un escritor conservador en lo político sea vanguardista en lo literario y hay muchos ejemplos pasados y presentes. Creo que sí puede haber relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor pero no veo una causa-efecto unidireccional.


9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

No hay ningún tema sobre el que no se pueda escribir. Tomarse a broma creo que con talento todo se puede tomar a broma, siempre y cuando no se caiga en la provocación gratuita o en el sarcasmo ridículo. Hay chistes que hacen reír mucho al que los cuenta y nada al que los escucha.


10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo
sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo
definitivo?


Quiero creer que tengo una confianza absoluta en mi obra pero suelo
desconfiar de la confianza absoluta. Partiendo de la base que uno no
saca con la escritura tantas compensaciones como sinsabores y problemas, es evidente la vocación masoquista que tiene cualquier escritor. Si te gusta la literatura para pasarlo bien mejor que te dediques únicamente a leer, decimos, pero seguimos escribiendo ¿Por vanidad tal vez? No lo sé. A partir de cierta edad todo tiene un límite y creo que más de 10 años intentando publicar infructuosamente acabarían hasta con Robert Walser, aunque desde luego depende también de las circunstancias personales. Creo que dejaría de escribir solamente si no sintiera la necesidad de hacerlo, y aunque eso
no creo que ocurra en el futuro, quién sabe.

MIGUEL ÁNGEL GARA

Anónimo dijo...

1.-Existe. En algunos sitios de forma brutal y directa y en otros de forma solapada. La palabra nunca fue un valor de mercado (no hablo de los escritores-marca) sino más bien una insolencia y cuando uno es insolente, acarrea algún tipo de censura.
2.-La literatura tradicional acaso no sea sino un grito y la misma censura, su mecanismo, es capaz de acallarla o al menos quitarle repercusión. Ignoro (ojalá sea así: y creo que es posible) las nuevas tecnologías (esa expresión tan huera) puedan hallar huecos por los que colarse. Yo no lo hago. Sólo de forma escrita pero, pienso, ni siquiera deliberadamente.
3.-No me impongo autocensura alguna. Supongo que otros, algunos, lo hacen aunque sea sólo para seguir manteniendo cierto estatus (ventas, congresos, premios).
4.-Escribiría sobre ello, sí. No creo que exista un campo en el que la literatura no pueda o deba entrar. Lo cruel de un argumento, lo espinoso de un asunto, no justifica el silencio. Nada es ajeno a la escritura.
5.-No lo hice nunca. ¿Lo haría? No lo sé. Ese purismo puede irse al infierno ante situaciones adversas que obliguen a uno, al que escribe, a asumir gastos a los que no puede hacerles frente. En teoría no, pero...
6.-Ignoro quién pueda ser mi público. En principio pienso que algunos escritores que se mueven en ámbitos literarios similares al mío, haciendo o tratando de hacer una literatura de cierto riesgo, de cierto compromiso. Buscando algo que no haya hecho antes. El publicar en editoriales pequeñas de alguna forma marca la diversidad del público al que se puede acceder, la limita. Pero eso no es un problema para escribir, sólo una realidad. Y se apechuga con ella o se cambia de oficio. No creo que cambiase mi forma de escribir por esa circunstancia. Es más: creo que no sé escribir de otra forma. Ni siquiera sé si sé escribir.
7.-Terminaría ese libro. Sí, lo terminaría, como fuese. En cuanto a que mi literatura hiciese daño a alguien a quien quiero, pienso entonces que no lo publicaría hasta que lo escrito no hiciera daño. Siempre, insisto, pensando en alguien (amigos, familia) a quien quiero.
8.-En eso casi todos parecemos estar de acuerdo: literatura es política. Política como posicionamiento frente a la realidad. Inevitablemnente uno es político en algún sentido.
No sé explicar cómo puede tener mi literatura esa "tendencia" política. Supongo porque me enfgrento al texto como me enfrento al mundo: no trato de mejorarlo sino de de desordenarlo. Digamos que hay un ansia de anarquía que, en algún sentido, determina la componente político de lo que hago.
Un escritor progresista que se queda sin evolucionar es un poco dinosaurio; o, dicho de otra modo, esqueleto de dinosaurio en museo. Es el momento de dejar de escribir pero hay que tener lucidez y valentía para ello. Uno seguramente nunca se ve estancado: son los lectores quienes lo perciben.
Naturalmente. En eso también parecemos estar de acuerdo mucho. Los ejemplos entre la postura vanguardista en lo literario y la conservadora en lo vital son numerosos. El problema que se seguiría de esto es saber si resulta posile deslindar el campo personal del campo literario.
La posición frente a la tradición quizá se dé de dos formas: te enfrentas a ella con la reverencia que enmudece y oxida lo que escribes (postura conservadora) o la haces tuya tratando de transformarla, de adaptarla a tu escritura, recrearla (postura progresista).
9.-Grosso modo, ya queda dicho que a mi entender no hay temas tabúes. Uno puede imponerse una cierta autocensura, si lo desea. Pero no me parece lo más adecuado, ni lo correcto, ni lo literario. Quizá haya asuntos que no deban tratarse simplemente si no se conocen: yo no podría escribir (hoy, ahora. Acaso nunca) una novela en la que el protagonista fuese un físico nuclear porque carezco de conocimientos siquiera remotos. Pero sería una cuestión puramente técnica. Literariamente, cualquier argumento es digno de intentarse.
10.-No tengo absolutamente ninguna confianza en mi obra. Nunca la tuve. Sé que no voy a tenerla nunca. Pero sí que seguiría escribiendo aunque no publicase. De hecho, hasta que publiqué mi primera novela, pasaron 37 años. Y amontonó manuscruitos y manuscritos que después fui rompiendo.
¿Quién podría conseguir que dejase de escribir? Que no me emocionase o me divirtiese hacerlo, que perdiera el sentido de transgresión que veo en la literatura. Y, claro, la muerte, como otros dijeron. Pero, dada la escasa o nula confianza en mi obra, que yo dejase de escribir no perjudicaría a nadie. Bueno, a mí mismo sí. Me veo borracho en los bares escribiendo con alcohol frases en lasa barras y eso sí que no, hay que tener cierta dignidad. ¿Podría vivir sin escribir? Ahora mismo digo que sí pero al cabo de un tiempo sé que no podría. Lo de antes: vida y literatura. O literavida.

GASPARD dijo...

Hola a todos.

Cuelgo aquí esta noticia, directamente relacionada con el tema de la censura, por si alguno no la habéis leído todavía.

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En una insólita maniobra y sin mediar comunicación alguna con los responsables de la publicación, la Sociedad General de Artistas y Editores ha interpuesto una demanda a la revista literaria Quimera por supuestos daños contra el honor. El artículo que ha desatado las iras de la todopoderosa SGAE es un texto de opinión (“La horda de gestores” Quimera 282) en el que el autor Trebor Escargot habla, de manera metafórica y en lenguaje coloquial, en un registro irónico que por lo visto se le ha escapado a los lectores de La Sociedad, sobre temas literarios como la piratería editorial y los comportamientos por lo menos polémicos de ciertas instituciones a las que compara de manera tangencial con la SGAE, cuyo radio de acción abarca, como se sabe, las obras audiovisuales, dramáticas, coreográficas y musicales, además de las “obras literarias de breve extensión, tales como los chistes y las historietas cómicas”. La SGAE haciendo una interpretación burda y literal del mencionado texto, ha solicitado a la revista, in media res, la cantidad de 9.000 euros para darse por satisfecha. Al parecer, también saben calcular con precisión cuál es el canon por la recuperación del “honor”.

Ante semejante atentado contra la libertad de prensa y contra la libertad de expresión, la revista literaria Quimera cumple con informar a la opinión pública que litigará con la SGAE en defensa del derecho de sus colaboradores a emitir su opinión mediante los recursos literarios que crean oportunos, en el marco de una publicación que durante más de veinticinco años ha defendido el derecho a expresarse de escritores de todo el mundo.

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En mi opinión, deberíamos hacer algo ( "abajofirmar", por lo menos).
Para empezar, mi apoyo manifiesto aquí a los responsables de Quimera y a "Trebor Escargot", autor del artículo en cuestión y mi total rechazo a la conducta de la SGAE.

Un saludo.
Germán Sierra

Vicente Luis Mora dijo...

Más violencia en Rangún, mientras queda cortado Internet

http://es.noticias.yahoo.com/afp/20070928/tts-birmania-manifestaciones-358390d_4.html

“Por otra parte, el principal enlace de internet en Birmania dejó de funcionar este viernes, según un responsable de telecomunicaciones que atribuyó el problema a "un cable submarino dañado". Por su parte, una fuente occidental fidedigna en Rangún indicó que el corte había sido ordenado por la junta que intenta impedir la difusión fuera de Birmania de informaciones, fotografías y imágenes de video sobre la represión.”
28/09/2007

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Percibo una censura implícita y explícita, una ristra de candados ideológicos que el inconsciente colectivo arrastra y una serie de tabúes sobre los que suele ser preferible no posicionarse en contra de la opinión de la moral establecida. En caso de hacerlo, uno siente la obligación de justificar mucho su postura.
En el terreno laboral, la censura podría llamarse chantaje, sin lugar a dudas.
La libertad de expresión es un derecho a interés variable. A día de hoy, por ejemplo, mientras la ultraderecha vierte acusaciones gravísimas contra la Corona por escrito y en medios radiofónicos con total impunidad, un par de energúmenos aislados queman unas fotos para ser los más cool de su pandilla y van a juicio, con lo que los fascistas de este país consiguen sacar rédito electoral por partida doble.
La censura en el arte también se ha visto tristemente salpicada por este tema con el secuestro de la edición de El Jueves, “cuando las barbas de tu vecino veas cortar…”

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

El público cada vez está más acomodado y hecho a la imagen. Leer supone un esfuerzo intelectual y es más probable que una persona soporte, por ejemplo, ver la escena de la violación de la película “Irreversible” a leerse el encuentro con el burro de “Justine” de Sade. Sin embargo, creo que la grieta que provoca la lectura es superior a la de la imagen, ya que el proceso de interiorización y reproducción es más profundo y consciente en el individuo. Estamos acostumbrados a almorzar carne con tomate mientras el telediario emite escenas de cuerpos desmembrados por la última explosión en Irak pero, cuando uno llega a la cima de la jornada laboral del viernes pensando en que el próximo lunes tendrá que empezar de nuevo y gastar, al menos, un día de su fin de semana en adelantar trabajo, si sabe algo sobre Sísifo o conoce un poco la entomología kafkiana, la huella permanente que la literatura deja en el individuo le posibilitará un margen de reflexión que no siempre o de modo tan patente le provocará la imagen, más proclive a ser engullida sin digerirse y, por tanto, a alterar nuestras estructuras de pensamiento sin hacernos partícipes de ello, a manipularnos.

2) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

La escritura es un proceso de honestidad. Cuando me siento frente al ordenador tengo más o menos claro sobre lo que voy a escribir, y mi poesía no trata precisamente temas “agradables”. No hago concesiones a la galería, escribo sobre lo que necesito expresar, sacar de mí, disparar… Creo que el poeta se sitúa un escalón por debajo del médium, así que no puedo hacer otra cosa que traducir en palabras lo que intuyo. Soy incapaz de hacer versificar. Tampoco busco ser transgresor, aunque sí soy partidario de una poética transgresiva: no pretendo hacer ruido sin aportar nada; quiero escribir con total libertad, aunque los temas sean socialmente censurables, pero sin olvidar el componente estético de la poesía.
Creo que algunos colegas han caído en la poesía del momento, adhiriéndose a lo que imperaba, acabando relegados al olvido o a un segundo plano. En poesía está produciéndose un triste fenómeno de clonación.

3) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Ya he respondido a esta pregunta.
Sí, pero insisto en que esto debe de hacerse con un sentido, con un trasfondo, que no quede en el “caca/pedo/pis”, en un mero deseo de llamar la atención, porque el efecto acabará siendo lo contrario a lo pretendido. Con la misma maestría que un buen escritor consigue hacernos sentir el frío en los pies al bajar descalzos por unas escaleras de mármol en otoño, ha de provocarnos la helada sensación de una navaja en el cuello puesta por un toxicómano mientras conducimos un taxi en plena noche.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

No. Como respondí antes, la escritura en mi caso es un ejercicio de honestidad. Ya que uno no se hace rico con lo que produce, qué menos que tener la satisfacción personal de no haber cedido a presiones externas, seguir manteniendo ese minúsculo ámbito de libertad, de fidelidad a uno mismo. Ya se encargarán nuestros jefes y nuestros dirigentes de ponernos el pie en el cuello.
Aunque sé que es muy difícil, aún creo que una buena obra puede alterar las tendencias imperantes. Ganar un premio sin cambiar una coma, sin hacer concesiones, es un pequeño triunfo personal y una grieta que quizá acabará derribando el muro o, en su defecto, dejando entrar algo de luz y aire.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

No pienso en un lector determinado, aunque el hecho de escribir poesía podría facilitarme un perfil más o menos concreto. Lo bueno de no conocer a tus pocos lectores son las sorpresas. Por ejemplo, hace un par de meses me escribió un chico danés que había leído mi libro y lo estaba traduciendo a su idioma.
Creo que la decepción es mayor cuando el escritor que uno admira es un gilipollas a cuando el imbécil crónico resulta ser un lector. No sé qué pensaría Cernuda si supiese que Aznar afirma ser lector y admirador de sus poemas pero, sinceramente, si un solo verso mío consiguiese emocionar a alguien a quien detesto, el problema no sería mío, sino de esa persona, pues quizá hubiese logrado hacer una pequeña grieta en su atalaya de certezas.


7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

La vocación está por encima de mí, de mi familia, de mi perra, de mi novia, de mis amigos, de mi país (qué bueno considerarse ciudadano del mundo)…
Todo dato biográfico, incluso la descripción más cruda, al pasar al papel sufre una transformación literaria. Por mucho que se pretenda reconocer a alguien o, incluso, a sí mismo, siempre hay un componente de artificio insalvable para que el producto sea literario y no una mera transcripción.
Uno siempre se plantea el problema de hacer daño e intenta disfrazar de algún modo lo que necesita escribir, salvo que haya intencionalidad; pero, en mi caso al menos, me es imposible escapar de mis obsesiones, por más rodeos que dé. De todas formas, se puede ser sutil.


8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y
la ideología del escritor?

Creo que todas las combinaciones son posibles. En España tenemos el caso de buenos escritores con obras provocadoras y vanguardistas que políticamente son conservadores, y mucho, y otros revolucionarios vociferantes cuyos libros caducaron años antes de escribirse.
Mi intención primordial es emocionar, parto de un compromiso con la persona. Mis obsesiones me llevan a indagar constantemente sobre los rasgos que nos definen como genuinamente humanos, lo que nos diferencia de otras especies, en qué hemos evolucionado. Obviamente, estaré más cerca de una ideología partidaria de los derechos y las libertades. La historia nos ha enseñado que los artistas resultamos especialmente incómodos para los regímenes totalitarios, sean del signo que sean.

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

No creo que haya un tema sobre el que no se pueda escribir, sí quizá asuntos en los que sea de mal gusto la broma, aunque quizá el humor “negro” aplicado a un tema escabroso con habilidad, nos ayude a reforzar en el lector la sensación de rechazo o asco que la historia provoca.
Vivimos en un país donde todo ha sido objeto de chiste. No recuerdo ningún suceso, por crudo que éste fuera, sobre el que no se haya hecho una broma… quizá sobre el 11-M.


10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Creo que dejaré de escribir cuando no tenga nada que decir. No soy un escritor disciplinado ni padezco incontinencia verbal/escrita. Escribo cuando lo necesito, cuando he acumulado suficiente información como para ponerme frente a la pantalla o el papel y no parar. Es parecido a un estado de gracia. Me gustaría tener una rutina, dedicar un tiempo fijo, pero hoy por hoy no puedo permitírmelo. La inestabilidad laboral también afecta a mi escritura. Lo bueno de la poesía es que tampoco es necesario ponerse todos los días a producir. Es un proceso en el que no pueden marcarse tiempos; no en mi caso, desde luego.
Tengo confianza en lo que hago, creo que puedo aportar algo. Sé que mi propuesta puede ser difícil de encajar. Mis obras, además, suelen ser breves. Me gustan los libros-artefacto: perfectamente terminados, con una extensión adecuada, que uno lee y relee, que dejan con ganas de más. Si leo un poema sobre una bomba, quiero que me explote al terminar la página, no me interesa que me detallen el manual de instrucciones.


JOSÉ DANIEL GARCÍA

Anónimo dijo...

1.- ¿Perdida de libertad de expresión? En absoluto. La expresión es omnipresente, omniabarcante. Todo el mundo se expresa y dice lo que quiere, sobre todo si hay una cámara o un micrófono delante. Creo que el verdadero peligro procede de lo que se viene llamando lo "políticamente correcto", una manera muy políticamente correcta de llamar a la censura posmoderna. Un intento institucional de depurar y dulcificar el lenguaje, de hacerlo inocuo.

2.- Lo que llamamos tradición jamás se agota. Pueden hacerse (re)lecturas absolutamente contemporáneas de una buena parte de los clásicos. La forma literaria que adopte esta relectura habrá de ser -como quería Rimbaud- absolutamente moderna si se quiere llegar al público actual (ese es, al menos, el camino que más me interesa). Algunos de los poemas de mi libro "Cortes publicitarios" no son sino misreadings de himnos pindáricos.

3.- La autocensura, si la entendemos como límite voluntariamente impuesto a la escritura, es necesaria. Uno escribe para ser leído y -espera- comprendido (aunque sea por unas docenas de personas). Sin renunciar nunca a lo que uno quiere decir y cómo quiere decirlo. Supongo que la autocensura aumenta cuando un escritor pretende gustar a todo el mundo. Valoro la libertad creativa que otorga el ser un escritor minoritario.

4.- Por supuesto. La literatura consiste (tanto para el lector como para el escritor) en asumir el papel del otro, ahí radica su verdadera dificultad, y su grandeza. El mal es una componente importante de la existencia (algo que algunos parecían haber olvidado), a la que por tanto no puede ni debe renunciar la literatura.

5.- Jamás sin una justificación -literaria, por supuesto- convincente.

6.- No sé para quién escribo, aunque creo tener una vaga idea de mis lectores. Los lectores de un libro crean una comunidad, una república invisible que comparte algo así como una cantidad -siquiera infinitesimal- de imaginario ADN. El escritor (una vez publicado el libro) es un integrante más de esa comunidad. Si alguien perteneciente al grupo es gilipollas (sin excluir al propio escritor), lo será independientemente de su condición de lector de una obra.

7.- Probablemente transformaría la situación, los personajes, con el fin de minimizar daños.

8.- Toda escritura es política ya que -como he dicho antes- funda una comunidad (la de los lectores). Otra cosa es que en la obra se deje traslucir algún contenido político, algo que yo echo de menos en buena parte de la narrativa (al menos española) contemporánea. La visión del espacio y -sobre todo- del tiempo en un escritor es política. ¿Vanguardia y progresismo? Creo que las actitudes estéticas y políticas no guardan un grado de correlación convincente (sobran los ejemplos y los contraejemplos).

9.- Se puede escribir sobre todo. Afirmarlo no me parece sino una obviedad.

10.- Entre mi primera novela y las siguientes publicaciones transcurrieron siete años durante los cuales trabajé sin descanso. Creo -ojalá no ocurra- que podría soportar nuevas travesías en el desierto editorial. Dejaría de escribir si me muriera, algo que sin duda ocurrirá algún día.

Anónimo dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?

Todo sistema tiene sus reglas, y, entre ellas, de qué puede y de qué no puede hablarse o de qué manera ha de hablarse sobre ciertos temas. Hay una censura expresa, que recoge el código penal, y que a veces puede ser hasta razonable en defensa de derechos básicos de las personas; y otra más sibilina, impuesta por los intereses económicos y políticos con fuerza (dinero /fuerza bruta) para imponer su agenda. Esa es más peligrosa en ocasiones. Y hay otra que creo que está cada vez más presente: una censura interiorizada que nos impide cuestionarnos el porqué las cosas son como son y no de otra manera, tal vez posible o imaginable, al menos. El poeta David Eloy Rodríguez lo dice en tres versos:

"El problema ahora
es que la jaula está
en el interior del pájaro"

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías? ¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

No capto bien la pregunta: ¿Te refieres a los medios literarios tradicionales: libros, revistas, etc? Porque en el ámbito de las nuevas tecnologías (internet, lo móviles, etc, también se hace literatura, alguna muy tradicional y apegada a los cánones clásicos. Cada tiempo tiene sus herramientas y en estos tiempos, internet (simplificando) es la nuestra. Lo que permite una red como internet es que seamos capaces de organizarnos en redes, y eso sí que es interesante, porque las redes no son jerárquicas, o no lo son del mismo modo que una pirámide, y la información fluye de otra manera, y tal vez la literatura sea un tipo especial de información, al final... y detrás de toda estructura informacional hay una estructura de poder, y tal vez (todos estos tal vez no son una coletilla) es un buen tema para la literatura indagar cómo está cambiando el poder (si asumimos que cambia condicionado por na basetecno-económica en cambio) y las relaciones entre las personas en el tiempo de las redes.

En mi práctica poética no sé si eso se refleja o no, tal vez no, pero sí lo tengo muy en cuenta en lo que se refiere a mi reflexión alrededor de lo que es o va a ser la escritura en este entorno que estamos casi inaugurando.

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

Asumo la autocensura del oficio: no escribir cosas que no se sostengan, vaya, y cierto pudor personal que me resulta complicado explicar.

4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?

Aquí hay varias preguntas pero sobre todo dos ¿Escribiría sobre pederastia y violaciones? No lo he pensado nunca; si algo me empujara compulsivamente a hacerlo, sí, lo haría. ¿Tendría capacidad para adoptar el papel del agresor? Me sospecho que no, eso suele ser más arte de novelista, y admiro profundamente a los autores que son capaces de ello, de una manera creible.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Una vez me dijeron que un poemario mío era demasiado corto para ser publicado y así quedo, corto y cortado. Publicar es un proceso colectivo, donde no está sólo el escritor y todas las opiniones fundadas deben considerarse, pero creo que si el cambio propuesto afectase al corazón de mi trabajo no lo aceptaría, pero esto es hablar por hablar, nadie se ha puesto en serio a ponerme un precio...

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?

Mi público, je...Cuando escribo imagino que mis poemas van dirigidos a gente normal, que se levanta a las seis de la mañana, coge la guagua, va al trabajo... gente como yo, vaya, y entre estos deberá haber alguno detestable, supongo, posiblemente sea profesor universitario ;-). Ahora en serio, con tratar de no ser yo un gilipollas ya tengo trabajo de sobra...

7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?

Uy, aquí me sale el padre de familia. Si un texto te obsesiona, seguramente acabarás escribiéndolo como única forma de escapar a la obsesión, ahora, cuidaría muy mucho dañar a alguien de verdad querido, y si eso conllevase guardar el texto en la gaveta, seguramente lo haría, debo ser muy poco profesional.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Creo que todos vamos al baño, comemos y nos vestimos, y que lo hacemos en un contexto que, aun incluso cuando el autor no quiera, aparece por su cuenta y riesgo en el material que escribe. Lo de las intenciones es otro tema. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. La regla aquí supongo que es la honestidad, la profunda, incluso la que puede llevarte a que tus compas de luchas dejen de hablarte. Y no por poneral escritor en un pedestal encima de nadie, sino porque pienso que sólo se es útil -y yo creo que la poesía (lo que yo hago) debe ser útil para la emoción y la reflexión, que son dos cositas muy necesarias - si se habla desde la honestidad raigal, si no uno es boca de ganso e inútil absoluto.
Para hablar de progreso a estas alturas es, como mínimo, necesario empezar por definir la palabra, que no me acaba de gustar; está entre un eufemismo (para no decir socialismo, por ejemplo) o un anacronismo en nuestros tiempos postmodernos de pluralidad de discursos y con las experiencias tan agridulces que el más cuantificable progreso tecnológico nos ofrece. Y casi que puede decirse lo mismo o con más razón si hablamos de literatura o arte, pero, por no liarme, estuve este verano en Barcelona y visité las principales obras de Gaudí, un revolucionario en su oficio y un conservador en su vida personal y social.

En todo caso, esta serie de preguntas da para uno o varios libros...

9) ¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

Soy, en general, poco dado a bromas e ironías cuando escribo poemas, lo que, seguramente no deja de ser una carencia de mi trabajo. No me acaba de gustar cierto tipo de poesía que parece escrita para ser disfrutada en un ambiente standup comedy...

10) ¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Respondo en orden inverso: Cualquier cosa, vaya usted a saber. Ya estuve inédito durante 10 años o más ( de 1990 a 2002) y seguí viviendo, también es cierto que yo no he escrito nunca "sistemáticamente". Confianza, no sé, ni sé si sirve a la larga tener confianza en la propia obra. Creo que una sana desconfianza radical ayuda mucho a no publicar basura, y un entorno de amigos cabrones también ayuda a ese fin. Yo tengo algunos de estos y los cuido con esmero.

Harold dijo...

1) Censura y libertad de expresión. En varios congresos a los que últimamente he asistido, he visto cómo se lanzaban voces críticas alertando del recorte generalizado contra la libertad de expresión. ¿Qué pensáis de eso? ¿Creéis que es cierto?



Iba a soltar un rollo sobre la alienación de este momento histórico y sobre los mecanismos modernos que la sustentan, mucho más perversos y retorcidos que en otras épocas, iba a hablar sobre la falta de frontalidad del fascismo moderno, de esa baza de la falsa democracia para seguir llamándose democracia y poder llenar carrillos con la palabra igualdad y libertad, que obviamente no existen. Pero prefiero contar algo de primera mano, que ilustre mejor este mundillo de letras, amiguetes, primos y titos de la vecindad. De paso servirá de ejemplo -humilde- de esos mecanismos con los que que el fascismo ha conseguido llamarse democracia, ser considerado paríso de la libertad de expresión y camuflarse en el consenso como punto de llegada de la historia.

Publiqué en 2003 un libro de relatos y microrrelatos (Mil perros dormidos, DVD ediciones). Escribí allí algo sobre una persona pariente de alguien poderoso de las letras y el mundo cultural español. Un crítico conocido por todos los que leen este blog hizo una reseña de ese libro donde aparecía la puya (una gran reseña, y no lo digo porque defendiera el texto, sino porque era un alarde de maestría del género crítico que aún agradezco) en la revista Mercurio. También se hicieron reseñas amplias y halagüeñas -pero no tan finas- en Quimera y El Cultural de El Mundo, y otras más diletantes y dispersas en El Babelia y ABC. Hasta ese momento la parodia cifrada había pasado inadvertida, pero pronto llegaron las represalias. A los dos meses perdí mi trabajo de periodista en las cuatro revistas de uno de los grupos mediáticos más importantes de España. Después de cinco años ganándome el sueldo sólo con esa empresa -un sueldo muy generoso, dicho sea de paso-, una redactora jefe me llamó desconcertada a propósito de una colaboración mía a la que habían dado el visto bueno: “Órdenes de arriba han dicho que tu texto no va”. Después de esa frase ninguno de mis textos fue. Ninguno de los redactores jefe de las revistas con las que mantenía relaciones desde hacía dos o cinco años volvió a cogerme el teléfono nunca. Incluida aquella que era amiga y que fue lo suficientemente ingenua para darme aquella noticia con tantos datos. Hubo una llamada e ingresé en el ostracismo del inem.
Después recibí un correo anónimo que me aseguraba que tendría que irme de España.
Por otro lado, mi segundo libro lleva dos años intentando publicarse. No digo que tenga que estar relacionado, puede no gustar. De hecho, es mucho más tradicional que el anterior y sé que a algunos posmodernos que han leído el manuscrito les gusta menos que mi primer libro. Pero cuatro de las editoriales a las que mandé el texto lo rechazaron a los 15 días de recibirlo. Todo el mundo sabe que las editoriales tardan 3 meses en hacer un informe de lectura y dar una respuesta. No sé qué pasaría con las otras tres, pero en una de ellas los dos únicos lectores -por cuyas manos pasan todas las obras enviadas a la editorial- eran conocidos míos, que me animaron a enviarlo tras leer algún fragmento que les mandé por mail. Se quedaron perplejos cuando entendieron que hay textos que nunca pasan por sus manos.

Esto al menos sí se publicará en el blog ¿no?

2) ¿Crees que la literatura tradicional tiene tantas posibilidades para agrietar la manipulación como las nuevas tecnologías?

Obviamente, no.

¿Cómo lo harías? ¿Cómo lo haces? ¿Lo haces?

No lo hago. ¿Cómo?

3) ¿Qué formas de autocensura te has impuesto? ¿Cuáles crees haber detectado en otros?

No me impongo. Se imponen, supongo.
Muchas, pero no sé si son conscientes.


4) ¿Escribirías sobre pederastia o violaciones? ¿Podrías adoptar el papel del agresor e intentar comprenderlo, como ha hecho Updike con el terrorismo islámico? ¿Por qué sí? / ¿Por qué no?


Sí, creo que podría, es más, creo que es necesario adoptar ese papel y comprenderlo. No podemos seguir pensando que el violador y el terrorista son fuerzas del mal surgidas del inframundo. Son nosotros.

5) ¿Cambiarías un libro tuyo, alterando alguna parte sustancial, por dinero o para facilitar su publicación? ¿Lo has hecho alguna vez?

Sólo he publicado un libro. Lo envié a un concurso para ganar algo de dinero, pero tuve que incluir un texto escrito deprisa y mal para llegar a la extensión que exigían las bases. Tuve la suerte de ganar, y el editor me recomendó quitar ese relato antes de publicarlo. Suspiré aliviado porque no sabía si era lícito hacer eso con el texto que había ganado el premio. Por suerte sí.

6) ¿Cuál es tu público? ¿Para quién crees que escribes? ¿Te haría dudar el que una persona detestable dijera sinceramente admirar tus libros? ¿Cambiarías de forma de escribir si al conocer a tu lector medio éste resultase ser un gilipollas?


No sé cuál es mi público y no sé para quién demonios escribo. Tampoco sé muy bien por qué lo hago, además de porque no lo puedo evitar.
Creo que todos somos detestables en cierto modo (algunos, además, son unos hijos de puta). Entender esto me parece crucial para ser escritor. (Lo nuestro y lo de ellos).


7) Si el proceso de escribir un libro te resultase autodestructivo, o dañino, o pudiera dañar, por tu obsesividad al escribirlo, a tu familia, ¿lo terminarías? Si escribieras un libro sobre tu entorno familiar o afectivo que pudiera herir profundamente a alguien que quieres, ¿esperarías a su muerte para publicarlo?


Sin querer hacerme daño y sin querer hacer daño a otros, lo he conseguido. Pero es que de eso se trata, en parte. Y no sólo al escribir. Hacemos daño y sufrimos, sí. Supongo que es una necesidad, si aceptamos a Dionisos. Si no lo aceptamos al lado de Apolo, mejor no escribir. Y mejor tampoco vivir. No entenderíamos lo moral sin ese acercamiento al barranco de lo inmoral. Sin ese acercamiento y esa atracción.

8) ¿Crees que la literatura tiene o debe tener intenciones políticas? ¿Por qué? ¿La tuya las tiene? ¿Cuáles? Un escritor progresista cuya obra no evoluciona, ¿es un escritor progresista? ¿Es posible un escritor conservador en lo político y vanguardista en lo literario? ¿Crees que hay relación entre el posicionamiento ante la tradición y la ideología del escritor?

Las tiene, inconscientes.
El noventa por ciento de los escritores españoles son progresistas con obras que no han evolucionado absolutamente nada.
Hoy en día un progresista es un conservador con muchas ganas de caer bien y con una necesidad imperiosa por despojarse de la culpa cristiana. La vanguardia y la tradición literarias no tienen mucho que ver con esto. No existe ideología hoy en día, aunque todos seamos políticos y todos lo dejemos ver en lo que escribimos. Por eso ninguna obra sorprende realmente. Todas son huellas de una imposibilidad real de avance, todas son marcas de una frustración ideológica. Habría que refundar significantes y significados para seguir hablando del tema. La vanguardia o las experimentaciones formales en la posmodernidad pueden ser antes una condición conservadora que progresista. No es que sea así, pero con algún ejemplo que exista -y existe- desmontamos el determinismo por el que se describe la relación inversa. ¿No es conservador el que observa los cambios y juega a repetirlos, a cambiar la carcasa? Pues eso. Unos no cambian la carcasa y otros sí cambian la carcasa. Y a estos últimos se les llama progresistas. ¿Qué importan las carcasas? Bueno, pues hoy en día, todo. En la posmodernidad no hay otra cosa. La posmodernidad es una carcasa.


9)
¿Hay algún tema sobre el que no se puede escribir? ¿Hay algún tema que no puede tomarse a broma, o sobre el que no se puede adoptar actitudes irónicas en ningún caso? ¿Cuál o cuáles?

No existen. No deberían exisitir en la literatura para mayores de dieciocho años. La literatura, entre otras muchas cosas, es un bosquejo de nuestra moralidad, los planos de nuestras posibilidades. Esa virtualidad nos permite imaginar cualquier cosa, poner en juego los materiales con los que nos relacionamos. Es un banco de pruebas muy útil. Por eso creo que la literatura no sólo puede abordar cualquier tema, sino que además es su obligación. Por eso también es lícito reírse de cualquier cosa.
Tomarse a broma las cosas ha sido una necesidad muy bien cubierta por el cinismo posmoderno de la literatura de los últimos años. Pero ese cinismo debe ser una transición, un despojarse de según qué cosas, no un objetivo. Cuando se convierte en objetivo pierde sentido y se vuelve contra su verdadera razón de existir. Deja de ser una herramienta crítica de lucha contra lo dominante para formar parte de la moda estética de lo dominante.


10)
¿Qué confianza tienes en tu obra? Si nadie quisiera publicarte y estuvieras inédito durante 10 años o más, ¿seguirías escribiendo sistemáticamente? ¿Qué podría hacer que dejaras de escribir de modo definitivo?

Yo confío en que voy a escribir lo que quiero en mi máquina de escribir porque sigue aquí, habitando dócilmente mi despacho. Y porque me compré quinientos folios el jueves. No tengo confianza en que quieran publicar lo que escriba en esas hojas.


Antonio Pomet

Vicente Luis Mora dijo...

Ahí va eso:

http://blogs.publico.es/dominiopublico/tag/editorial/

Constantino Bértolo denunciando la cloaca de los premios.

Anónimo dijo...

Vicente, para dar realidad y crédito al tema de la censura de aquella encuesta que nos propusiste, y que por otra parte nunca supe (perdón si me lo perdí) para qué era (resultados), te envío aquí un ejemplo de la situación oficialista canaria. No sé dónde colgarla como ejemplo. Por si quieres colgarlo tú donde corresponda.

Un abrazo. Antonio Jiménez

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Con el ruego de su máxima difusión.


NOTA DE PRENSA

UPCC denuncia la censura del Gobierno de Canarias a la exposición
fotográfica "Sin permiso, con derecho"

Al menos dos fotografías fueron retiradas durante una conferencia
europea sobre la inmigración irregular celebrada en Tenerife

La Unión de Profesionales de la Comunicación de Canarias (UPCC) quiere
manifestar su total rechazo a la censura realizada por la Dirección
General de Relaciones con África del Gobierno de Canarias al retirar
dos fotografías de la exposición "Sin permiso, con derecho". Esta
muestra fotográfica se exhibía, por petición de este organismo, en la
antesala del centro Magma Arte & Congresos de Adeje, en Tenerife,
dentro de los actos de una conferencia europea sobre la inmigración
irregular que organizaban el Gobierno canario y el Comité de las
Regiones de la Unión Europea (UE).

Esta organización sindical, que ya agrupa a más de 200 afiliados en
toda Canarias y que está integrada en la Federación de Sindicatos de
Periodistas (FeSP), exige una explicación oficial al Ejecutivo canario
por mutilar esta exposición, atentando así contra la libertad de
expresión y los derechos sobre la propiedad intelectual de esta obra
en la que participan 13 fotoperiodistas del archipiélago. Al parecer a
algunos altos dirigentes de la clase política tinerfeña les pareció
inapropiado, además de dañino para la promoción turística de la isla,
el que en las imágenes en cuestión se mostrara la llegada de
inmigrantes a las playas junto a los turistas.

UPCC quiere dejar claro que, además de los millones de turistas que
cada año visitan el archipiélago, existe otra realidad no tan amable,
que es el drama de las miles de personas que arriban en pateras y
cayucos a las costas canarias desde hace años. Para UPCC, el Ejecutivo
autonómico y la clase política canaria debería preocuparse más de
poner en marcha las medidas necesarias para atender a las personas que
llegan de manera irregular, y menos de tratar de ocultar este flujo
migratorio por medio de la censura.

Esta organización sindical considera que la inmigración no debe seguir
siendo utilizada por políticos sin escrúpulos que buscan rédito
electoral del sufrimiento humano.

UPCC recuerda que el objetivo de esta exposición, inaugurada el pasado
mes de junio en Santa Cruz de Tenerife con un gran éxito de
asistencia, crítica y repercusión mediática, es sensibilizar a la
población en general sobre el drama que viven aquellos que deben
abandonar sus hogares en busca de una vida mejor en Europa. A pesar de
este lamentable capítulo, el sindicato pretende que la muestra
fotográfica siga recorriendo los municipios canarios, así como otros
lugares tanto del territorio español como más allá de nuestras
fronteras.
(31-10-2007)

Anónimo dijo...

Habría que saber antes si las nuevas tecnologías agrietan la manipulación. ¿De qué modo? ¿Dejando que la gente escriba en este blog?

Vicente Luis Mora dijo...

Nada es definitivo, pero todo ayuda. Saludos.