jueves, 28 de febrero de 2008

Adelanto de Nocilla Experience

Por gentileza de Agustín Fernández Mallo y de la Editorial Alfaguara, Diario de Lecturas presenta en exclusiva estos extractos de Nocilla Experience, que estará a la venta el próximo 5 de marzo. Próximamente publicaré una amplia reseña-entrevista de la novela.


# 6.


En la árida estepa marrón situada al suroeste de Rusia, se alza una gigantesca construcción de cristal culminada en una cúpula, destinada a albergar todo cuanto uno pueda llegar a imaginar con tal de que eso que imagina tenga que ver con el juego del parchís. Brilla con fulgor suprafotográfico ese bloque de cristal sólidamente clavado a una tierra de nieve inmaculada y piedras sueltas. En apariencia, un espejismo. Espacios para entrenamiento, alojamiento para cursillistas y maestros, salas de videoproyecciones, laboratorios de programación computacional destinados a pergeñar partidas, gimnasios de relajación y/o concentración orientados a los momentos previos al juego, 1 biblioteca cuya única temática son las fichas rojas, otra sólo para las amarillas, otra sólo para las azules, otra para las verdes, restaurante y dietas especiales para alumnos, 1 cantina para visitantes y 2 bibliotecas dedicadas a la Historia del parchís. Se halla en las cercanías de la ciudad de Ulan Erge, en la región rusa de Kalmykia, una zona al norte del mar Caspio que tiene forma de lengua estrangulada entre las recientes repúblicas de Ucrania y Kazajstán, donde 300.000 rusos y rusas viven en la pobreza que rodea a ese gran complejo parchístico. En los mismos lindes del palacio da arranque una extensión segmentada por caminos semiasfaltados que unirá un horizonte atiborrado de postes de teléfono sin línea. Suele verse por allí alguna mula que se ha perdido; posiblemente duerma en una caseta de antiguos trasformadores eléctricos y paste entre las antenas de radio y televisión que fueron plantadas en su día. Esa piel de antenas se dibuja dentro de un círculo de borde irregular de 2 kilómetros de radio en torno al palacio del parchís, pero no tiene nada que ver con el parchís: el gobierno ruso ubicó allí todo ese antenaje debido a las excelentes condiciones que ofrece la región en cuanto a altura, ausencia de interferencias y privilegiada situación fronteriza euroasiática. La idea del palacio había partido del presidente de la región, Iluminizhov, que como fanático jugador de ese deporte invirtió decenas de millones de euros en materializar su fantasía, obtenidos tanto de las arcas del estado como de insólitas alianzas con Gaddafi o Sadam Husein. La zona está tan arruinada que los refugiados de la guerra de Chechenia que pasan por allí se van porque no encuentran agua potable; no pocos hallan ahí la muerte que no encontraron en el campo de batalla. Los pueblos nativos de esa estepa fueron nómadas que aún conservan parte de esa forma de vida. Cuando les echan de algún lugar, o se ven sin recursos, desmontan sus casas, de las que dejan sólo los cimientos, y se van con los ladrillos, ventanas, cocinas y lavabos apilados en furgonetas y carros a otra parte. Pero el palacio del parchís está inmaculado y vacío desde que se construyó, hace ahora 10 años. Ni siquiera nadie lo ha inaugurado, y mucho menos usado o habitado. Dentro sólo se oye el viento que fuera golpea. Los libros están en sus estantes, los ordenadores cargados de programas, los platos de las cocinas limpios y perfectamente superpuestos, la carne intacta en las salas frigoríficas, los tableros de colores en las vitrinas y las fichas y cubiletes encubando teóricas partidas. También hay una radio que un obrero se dejó encendida.
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# 87.


La forma en que se conocieron Steve y Polly siempre les pareció a ambos muy peculiar. Ella circulaba por la autopista que une la ciudad de Nueva York con Long Island, cuando la retuvo un atasco; al parecer, un aparatoso accidente. Los coches avanzaban en un continuo parpadeo de acelerones y frenazos, y cuando Polly miró a su derecha observó que había un desguace de chatarra. Allí, un hombre vestido con un abrigo de astracán hasta los pies pegaba saltos encima del capó de un coche; a su lado, una pequeña multitud le escuchaba atentamente. Al día siguiente Polly leyó en las páginas de cocina de The New York Times un pequeño artículo en el que se decía que un cocinero llamado Steve Road había elegido un desguace de automóviles para presentar su último libro, Prontuario de cocina para motor de coche. Consistía, según el periodista, en una serie de recetas expresamente ideadas para cocinar, como el propio título indicaba, en el motor del coche, útiles para cuando se va de viaje y se quieren comer alimentos de calidad calientes sin tener que andar buscando restaurantes de comida rápida. Los alimentos, siempre allí se decía, una vez bien envueltos en papel aluminio, se colocan en una zona del motor que, según marcas y modelos, se detalla en el libro. Los tiempos de cocinado se cuentan por kilometraje recorrido, y hay hasta 53 recetas elaboradas con ingredientes básicos y fáciles de usar como patatas, zanahorias, pollo, vacuno, huevos [que han de meterse con cáscara], varios tipos de pescados de corte como atún y pez espada, y todo con el aliciente de que se cocina sin grasa ni salsas añadidas, resultando de esta manera una comida saludable. Al final del artículo también se decía que el cocinero en cuestión tenía un restaurante de comida teórica en la calle Orange, Brooklyn, llamado Steve’s Restaurant. Al día siguiente Polly llamó para reservar mesa.
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[Agustín Fernández Mallo, Nocilla Experience]
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71 comentarios:

bydiox dijo...

Casualmente ahora mismo estoy con Nocilla Dream, así que engancharé con Nocilla Experience la próxima semana. El problema es que hasta la siguiente parte quedará una larga, larga espera... (los adictos a las series americanas tal vez entiendan esto: (salvando las distancias) me recuerda a cuando uno se ve del tirón un par de temporadas de una serie y luego tiene que acostumbrarse a la ración semanal... al principio es duro)

Veremos qué tal van las ventas y las críticas ahora que está en el "gran mercado". Estoy deseando ver qué pasa.


Saludos... desde este otro lado

Anónimo dijo...

yo lo flipo.... Mallo en alfaguara....
Baudrillard

José Ignacio Montoto dijo...

Polly wants a cracket o una rebanada de pan con nocilla.
A ver cuánto tardan los aburridos desde sus púlpitos a generar nuevos debates generacionales.
Esperaremos ansiosamente al 5 de Marzo para merendarnos la segunda parte del proyecto nocilla.

Saludos.

bydiox dijo...

Por si a alguien le interesa, acabo de ver la portada y contraportada del libro en:

http://thekankel.blogspot.com/2008/02/prximamente-nocilla-experience.html

Jordi Roldán dijo...

Lo estoy esperando con ansiedad. He leído la entrevista en El Mundo (lo compro los sábados para leer sus columnas en la edición balear) y hay que ver, Agustín no da puntada sin hilo, la facilidad que tiene en hacer de los territorios frontera un lugar donde a uno le gustaría estar. Escribe perlas como si pasara por ahí, sin darse importancia, ¡ qué difícil!
Mientras sale esta segunda parte, o segunda experiencia, me deleito con Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del tractatus: Menorca, el monigote del WC, la soledad de los hoteles y la pérdida. Me ha sido difícil de encontrar, pero al fin lo he conseguido. Emocionante.

Por lo que he leído en El cultural y lo que has publicado en el blog, la pinta del libro es excelente.

" Hay algo más terrorífico que volar el planeta. (...) Sí, el saber que que da igual lo que se haga, que todo es casual, que todo surge porque sí, de la nada, y todo se desvanece para siempre" Very great ...al punto 7 del tractatus, great NocDream, probably very great NocExp

José Ignacio Montoto dijo...

Muy buen la entrevista en el cultural. Por lo que percibo de la entrevista y lo poco que pude hablar con Agustín hace un año en Córdoba, él es ajeno a liderar clichés y movimientos enfocados a provocar ciertas presuntuosidades. La crítica, como bien habla el propio AFM, a veces , en muchos de los casos no dejan de ser opiniones individualistas. Ocurre que, reiteradas veces, algunas personas intentan que sobre esa opinión se cimente una corriente crítica que desemboque en lo que ya sabemos todos.

Saludos

Anónimo dijo...

Por lo leído en El Cultural jamás me compraría ese libro... No lo expreso desde el rencor ni asunto parecido sino del lado de la admiración, admiración decepcionada. Me resultó una mala entrevista, pero muy mala... ¿Qué más? Ah sí, El Cultural, Alfaguara... me chirrían. Nada nuevo bajo el sol.

Saludos.

PD. Con todos los perdones del mundo, pero citar únicamente este blog como uno de los mejores relacionados con la literatura tampoco lo entiendo. No sé, como que no...

Vicente Luis Mora dijo...

Querido Anónimo, lo que me pregunto, en tal caso, es por qué pierdes el tiempo con nosotros. Saludos.

Juan Carlos Márquez dijo...

A veces, percibo un interés inusitado en esta casa por cortar de raíz todo aquello que no concuerda o es contrario a las opiniones mayoritarias (por no llamarlas sectáreas)en lo que se refiere al Universo Nocilla. O eres de la banda o lárgate. Y no me gusta, porque ese no es el clima habitual. Lo digo como lo pienso. Yo considero que "Nocilla Dream" es una novela o lo que sea con cierta originalidad en su concepción y estructura, pero de ahí a ser el emblema de la contemporaneidad y el azote de no sé qué púlpitos va un largo trecho. Me parece un poco fanático, en el sentido de fan.

bydiox dijo...

El señor Mallo tiene blog:

http://www.alfaguara.santillana.es/blogs/elhombre

José Ignacio Montoto dijo...

No me gusta entrar en este tipo de diálogos que acaban por enturbiar los hilos principales pero no puedo evitar el apuntar algunas cosas con respecto al anónimo que ha posteado este mensaje:

Por lo leído en El Cultural jamás me compraría ese libro...(Es una gran argumento, que denot su capacidad de síntesis sobre la obra del autor, brutal)


No lo expreso desde el rencor ni asunto parecido sino del lado de la admiración, admiración decepcionada. (Esto de admiración decepcionada debe ser algo así como amargo dulzor ¿no?)


Me resultó una mala entrevista, pero muy mala... ¿Qué más? (Eso digo yo..¿Qué más?

Ah sí, El Cultural, Alfaguara... me chirrían. Nada nuevo bajo el sol. (Como bien dices con esta declaración, y sobre la misma, nada nuevo bajo el sol...)

Saludos.

PD. Con todos los perdones del mundo, pero citar únicamente este blog como uno de los mejores relacionados con la literatura tampoco lo entiendo. No sé, como que no... (A ver, como que usted tiene la oportunidad de mostrarnos esos otros blogs que son ventanas a la crítica, por favor anónimo, alúmbrenos y muéstrenos esas otras ventanas a las que asomarnos, así nos enriqueceremos todos)

Saludos desde ciudad caín.

Anónimo dijo...

Siguiendo tu respuesta: por lo mismo que tú lo pierdes colgando mi comentario.

Vicente Luis Mora dijo...

Juan, Carlos, por favor... ve al post que tiene casi 200 comentarios y mira todo lo que hay ahí contra el grupo Nocilla, o los mutantes, o como quieras llamarlo. ¿Cortar de raíz los comentarios contra nosotros? ¡¡Pero si éste es el único espacio literario medianamente conocido donde se da cancha a este tipo de comentarios!! Lo demás está en blogs con poco seguimiento, de los propios autores. Creo que eres algo injusto en tu apreciación, Juan Carlos. Si quisiera "cortar" algo (ya ves que dejo a veces hasta a los anónimos que enturbian el debate -por cierto, no merece la pena, Nacho-, en vez de aportar ideas) podría cortarlo todo, incluido tu post, pero este blog no está hecho desde esa perspectiva, sino desde la contraria: dar voz a todo el mundo, permitir la voz crítica que jamás podrá ser escuchada en los suplementos semanales ni en el 99'9% de las revistas literarias de este país. Pero imagino que, al menos, podré patalear, protestar y oponerme cuando la opinión vertida no me guste, ¿no? ¿o es que aquí todo el mundo tiene derecho a réplica menos yo? Abrazos, Juan Carlos.

Vicente Luis Mora dijo...

Por cierto, Nacho, lo de "Villa Caín" es fantástico!! Desde "La feria de los discretos" de Baroja nadie había definido a Córdoba tan bien. ¿Es tuyo?

Anónimo dijo...

217 Babel Street

Babel Street fue conocida anteriormente como Lower Bible Street. El cambio de nombre sucedió en algún momento del principio del siglo XIX, por razones que ahora se desconocen. Una teoría sugiere que coincidió con el cierre de la misión de los marineros, al límite oeste de la calle.

El número 217 de Babel Street fue construido en 1934. Estaba considerado como un precioso lugar donde vivir, en especial por su emplazamiento. Aquellos apartamentos sobre el paseo marítimo y la playa estaban especialmente valorados. Hoy sin embargo el lugar transpira un aire de lujo arruinado. Es un edificio de un blanco ajado, resquebrajándose, comido por la sal, Bandas de moho naranja sucio manchan la escayola bajo cada ventana de los balcones.

Hay veinte apartamentos en el edificio, repartidos en ocho plantas. El portero vive en el piso número uno de la planta baja, junto al lobby y los ascensores. Las siguientes seis plantas están ocupadas por dieciocho pisos residenciales, tres por planta. La puerta 20 es la suite del ático y terraza jardín, ocupando toda la superficie de la planta superior.

Se dice que un fantasma vaga por el edificio, el espíritu de un niño asesinado. Al pobre crío se le puede oír a veces en el tramo de escalera entre el tercer y cuarto piso. Su pelota de plástico cae escalón a escalón. Después corre a por ella. De su voz sale un mensaje o canción, que sólo se escucha bien en sueños, y se olvida al despertar.

@jorjowski dijo...

llego rebotado del Cultural, osea estoy de paso, la publicidad de Agustín da resultados y el blog esta como para volverse a pasar. el año pasado leí una entrevista a Mallo (creo que también en el cultural)y según mi modesta opinión, en la de ayer jueves se le notaba más escritor (aun demostrando distanciamiento)quizás la antigua sensación del grupo que dejaba dro y fichaba por virgin, algo así, parecía que ya no te iba a gustar, se tienen otras obligaciones y predisposiciones, creo yo. espero poder leer pronto su libro de poesía, a ver si la innovación poética como la novelista le sale tan redonda, aunque el adelanto de ayer no me dejó el menor calado

José Mari dijo...

Felicidades por la nueva publicación de Agustín. Aquí tengo el Nocilla Dream y lo miro en el estante con cierta nostalgia. Agustín no sólo rompía con estructuras, prejuicios y géneros. También, o al menos me daba esa imprsión, subjetiva, por supuesto, con los círuculos editoriales de poder. Alfaguara... Espero que entrar en esos círculos editoriales no suponga el abanderamiento de Agustín como emblema "moderno" de la vieja editorial. Lo usarán, por supuesto.
Lástima. Candaya es una editorial fantástica.
Un saludo.

José Ignacio Montoto dijo...

Sí Vicente, es mío, hace unos días acabé el poemario de ciudad caín (Caín city), blanco y en botella...

Saludos

Anónimo dijo...

Simplemente por proximidad en el papel del suplemento, no he podido evitar pensar en Henry Darger -citado en la entrevista de AFM- y Robert Walser (reseña de Microgramas III)como exiliados interiores de países demasiado cercanos. Muy lejos de casi todo. Catching the big fish a mucha profundidad.

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Por si alguien tiene curiosidad por Henry Darger, ahí van algunos enlaces que pueden servir a un primer vistazo. Darger también apareció en la exposición colectiva Visiones Paralelas, de la que existe un catálogo en castellano todavía disponible.

Una página dedicada a su vida y obra

http://www.henrydarger.info/

Información en Amazon sobre un documental en DVD (2003) sobre el artista

http://www.amazon.com/Realms-Unreal-Mystery-Henry-Darger/dp/B00094ARX2/ref=pd_sim_b_img_1

Originales a la vista en la página de una galería de arte.

http://www.hammergallery.com/Artists/darger/Darger.htm

Un saludo.

carlos maiques

Vicente Luis Mora dijo...

C.M.: gracias, amigo, eres una enciclopedia en marcha.

Nacho: ciudad caín, genial, de verdad. Es simplemente perfecto.

Para Jorge: gracias y bienvenido. De todas formas, los adelantos hacen justicia relativa a la novela, que gana por el énfasis y la repetición creciente en o de ciertos aspectos. Cuando la leáis entenderéis mejor a lo que me refiero; estoy algo espeso porque estoy a punto de sumergirme en la siesta, a ver si hago un poco de catching the big fish. Saludos a todos.

Unknown dijo...

Llevo unas horas curioseando por el blog, es estimulante encontrar gente discutiendo sobre cultura estos días...
Lo que no entiendo es la clásica discusión sobre las etiquetas. La literatura como manifestación artística no puede ser taxonomizada, únicamente debe ser valorada.
El Nocilla Dream es libro novedoso en la literatura en castellano, pero eso no es lo que lo convierte en un buen libro (por razones obvias, hay +5.000 lenguas en el mundo!!). Lo que hace que sea un libro que hoy por hoy está en el canon de mi libreria es que se trata de uno de esos libros que cuando veo su lomo se que en algún momento tendré la necesidad de releer.
Saludos

Juan Carlos Márquez dijo...

Lo que me parece algo injusto, Vicente, es ofrecer la imagen deformante de que la narrativa española es un muerto que está siendo resucitado gracias a una serie de "Mutantes" que, para más inri, tienen la misma o similar edad (en torno a los 40) que autores como Eloy Tizón, Ángel Zapata, Poli Navarro, Félix Palma, etcétera. Yo a veces siento un poco de vergüenza ajena, la verdad. Para no existir la Generación Nocilla os estáis tomando muchas molestias. Me parece lícito que promociones lo que te gusta y a tus amigos, pero eso es exactamente lo que hacemos esos otros autores en nuestros minoritarios blogs. El que tu blog lo visite más gente es fruto de tu buen hacer y de tu dedicación, no lo dudo, pero a veces campea por aquí en los comentarios ajenos cierta atmósfera de lameculismo.
Con esto no pretendo entrar en polémicas estériles, sino sólo dejar claro mi punto de vista antes de volverme por donde he venido.

Salud y suerte para todos.

ochehco dijo...

El tema de las fronteras es un tema fascinante que A.F.M. trata de manera ejemplar en Nocilla Dreaqm. Particularmente me resulta más estimulante la imagen de las espumas, en plan Sloterdijk, para hablar del tipo de relación que se late y se va fraguando en nuestros espacios virturreales. Me gusta que cierto tipo de individualismo (leída la entrevista en el cultural y la novela Nocilla dream) apunte a la posibilidad de una península, de un continente, dejando de lado el problema de la posibilidad de una isla, con toda la carga utópica que pueda éste tener. En la relación es donde cabe aceptar al monstruo: el hombre elefante, el cadeau...
Esto son sólo opiniones. Viva la doxa, la hetero, la de este blog. Nocilla dream fue toda una experience espero que nocilla experience sea like a dream.

Saludos.

Anónimo dijo...

Últimamente estoy volviendo a escuchar a los Clash. He mirado por ahí y se mantiene la discusión: no/sí eran punks. Buf
¿Os acordáis de "Complete Control"?
Strummer se personaliza: this is Joe public speaking

A ver si, al final, Agustín va a tener que hacer lo mismo para los que flipan...Mallo en alfaguara...Baudrillard [en pequeñas editoriales]

I don't judge you.
So, why do you judge me?
Huh?




carlos,

Gracias otra vez. A Darger sí le conocía, vale la pena recordarlo.


Saludos a todos (while I'm tryin' to catch the big fish)

Anónimo dijo...

Añado otro enlace a Darger.

De la revista Raw Vision (brut, contemporany folk and outsider [los márgenes, como prueba la "rareza" de Cervantes y la fecunda soledad de Kafka])

http://www.rawvision.com/abcd/darger.html

Saludos

Vicente Luis Mora dijo...

Lo que me parece injusto a mí, Juan Carlos, es que no te des cuenta de que el hecho de colgar tus comentarios, y otros como los tuyos, desactiva cualquier "lameculismo" posible (si es que lo hay, cosa en la que no estoy de acuerdo en absoluto) y hace de este lugar un sitio donde es posible la crítica, la disensión y el debate.

Yo defiendo, sólo faltaría que no estuviese en mi derecho, lo mío y lo que me gusta (y me gustan Tizón, y Poli, y Zapata, y Félix, aquí se ha hablado de todos ellos, y bien, en algún momento), pero lo imperdonable sería impedir visiones contarias. Algo que no sucede, como tus propios comentarios demuestran. Si hay "tufillos", tú los aventas. Así que no entiendo tu agresividad, Juan Carlos, eres aquí tan importante como cualquier otro, desde luego tan importante como yo. ¿Por qué estás enfadado, con quién discutes? ¿Con quién te estás peleando? Si no te gusta todo esto de los mutantes, dilo y punto. Pero no entiendo por qué quieres condenarme, ignoro qué se supone que he hecho. Si quieres que haya un discurso alternativo, constrúyelo, ponlo aquí, como hacen a veces Wilco o C.M. o hacían al principio Hautor o Baudrillard, en largas parrafadas. Coge un texto de Tizón que te parezca valioso y cuélgalo, me encantará releerlo, porque soy fan de Tizón (y él lo sabe). Cuelga cuentos de Félix o Hipólito G. Rincón, cuya obra también conozco y aprecio (y ellos lo saben). Que haya otros discursos en Diario de Lecturas depende de TI, de vosotros, no de mí. Estoy abierto a todo, exprésate, para eso estamos. Saludos.

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo con Vicente. (Casi)todo es discutible y debe ser dicudido, pero por que alguien defienda algo no se le puede agradir verbalmente. Que exista o no un grupo de "mutantes", una "generación nocilla" o lo que sea a mí francamente me da lo mismo. Seguro que me leeré el libro de AFM, pero no por eso dejaré de leer otros autores, incluso igual releeo a Borges. (¿o se me criticará por comercial?)
He de reconocer que no conozco muchos de los autores que se citan en los posts, puede ser por desidia o por los pérfidos mecanismos del mercado, pero siempre he tenido una duda que me persigue cada vez que tengo que comenzar con un nuevo libro. Si todavía no he leído a Shakespeare, ¿hago bien leyendo al autor X?

Juan Carlos Márquez dijo...

Te tomo la palabra y cuelgo este fragmento como despedida, Vicente. No tengo nada contra ti, todo lo contrario, solo agradecimiento por tu generosidad y tu trabajo en el blog, pero creo que la narrativa española SERIA actual es mucho más (digo más, no mejor) que la Generación Nocilla y los Mutantes y que eso debiera transparentarse al menos de vez en cuando. Quizá me he mostrado agresivo en mis últimas entradas y por eso te pido disculpas, pero estoy un poco hastiado de la monografía. Lo dicho, suerte y salud para todos. Te sigo leyendo.

"Soy un viajante de comercio taciturno. En treinta años de profesión he visto: quemarse un río, dos guerras, un eclipse parcial de luna, una rosa azul, una mano sin uñas en el borde de un sendero, como suelo decir yo que no habré visto. Con frecuencia he pasado toda la noche a oscuras sentado frente a otro pasajero, y de repente un resplandor vivísimo incendiaba su pelo, las letras de su libro, el agua sin somnífero del vaso. En cierto sentido sé todo lo que puede saberse sobre andenes en desuso, bañeras forasteras, ese límite impreciso donde una ciudad termina y florece un moho absurdo, un cáncer de cosas, viviendas en derribo, osamentas de fachadas, un paraguas sin varillas que una mujer encinta examina y comienza a llover sobre las grúas [...].

"Los puntos cardinales", en "Velocidad de los jardines". Eloy Tizón.

Vicente Luis Mora dijo...

Se transparenta de vez en cuando, créeme. Se ha comentado aquí el último libro de Ángel Zapata, "La vida ausente", y creo que he sido el primero en hablar de ese volumen de relatos en un ensayo publicado sobre narrativa. Se ha hablado de Tizón y recomendado su última y excelente obra, "Parpadeos". Se habla y se seguirá hablando de otros muchos narradores no incluidos en "Mutantes", te lo aseguro, mira el historial de este blog y el del antiguo en Bitacoras.com. Gracias por tus aportaciones, Juan Carlos.

Anónimo dijo...

Qué va, Vicente, qué va. Tus componendas no convencen. Son los entresijos de tus exposiciones los que revelan lo que tú no puedes controlar de tu escritura... Gracias por hacerme consciente de que opinar en tu blog sobre una entrevista de la Azancot a Mallo encontrada en El Cultural es perder mi tiempo. Sinceramente no me había dado cuenta de eso.
Saludos.

Anónimo dijo...

Este fin de semana más sobre Darger en El País a cargo de AFM.


http://www.elpais.com/articulo/portada/oscura/vida/pintor/marginal/elpepucul/20080302elpepspor_10/Tes



La oscura vida de un pintor marginal

Agustín Fernández Mallo 02/03/2008

Henry Darger fue un hombre atormentado y obsesivo. Gastó su vida en escribir un libro de más de quince mil páginas ilustrado con extrañas acuarelas. A su muerte, el mundo descubrió la extraña belleza de aquella gran obra de arte.

Cuando en el mes de abril de 1973, Nathan Lerner, casero de un modesto piso del North Side de Chicago, abrió la puerta de la vivienda en la que había vivido durante 40 años su singular y recién fallecido inquilino, Henry J. Darger, se encontró con un escenario del que tardó en dar crédito: un cuarto atiborrado de recortes de periódicos, cómics, revistas, libros destripados, aparente basura y unas gigantescas acuarelas que repetían obsesivamente las imágenes de niñas desnudas con grandes alas de mariposa siendo perseguidas por soldados empuñando bayonetas de época. En una segunda inspección, halló sepultado uno de los libros más extensos conocidos, 15.154 páginas, titulado The story of the Vivians girls, in what is known as the Realms of the Unreal, of the Glandeco-Angelinian War Storm, caused by the Child Slave Rebellion, que ha sido traducido como La historia de las niñas Vivian, en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la rebelión de los Niños Esclavos. Supuestamente, las grandes acuarelas, pintadas por el propio Darger, ilustraban el libro escrito en sus más de cuarenta años de reclusión. El casero, Nathan Lerner, significado fotógrafo, detectó enseguida la extraordinaria calidad de aquellos dos trabajos, y se asignó el trabajo de albacea, a pesar de que, como le había ocurrido a Max Brod con Kafka, Darger le había dejado expreso deseo de que destruyera todo lo que encontrara en el apartamento. Ningún vecino sospechó jamás la obsesión que minaba la vida de aquel solitario de patrones fijos, que buscaba en la basura, sólo hablaba de los partes meteorológicos y únicamente salía de su casa para ir a misa cinco veces al día. Hoy, su obra, una de las más importantes de lo que se ha dado en llamar el outsider art o arte marginal, es una de las joyas del American Folk Art Museum de Nueva York.



Vivía como un vagabundo, buscaba en la basura, y sólo salía de casa para ir a misa

Un personaje ocurrente en su obra es el de una niña que apareció estrangulada

Desconocía la anatomía femenina porque jamás vio a una mujer desnuda

Como cerrando el círculo de lo exacto que le obsesionó toda su vida, Henry J. Darger nació un abril (1892), se cree que en Brasil, y falleció otro abril (1973). Se sabe que su madre murió pocos años después de darle a luz, en el parto de su única hermana, a la que nunca conoció, pues fue dada en adopción. El padre, mentalmente enfermo, se hace cargo del crío, hasta que no puede continuar cuidándolo, y es entonces cuando el pequeño Henry es internado en un orfanato católico y más tarde en una institución psiquiátrica. Se le diagnostica la enfermedad de “tener el corazón en el lugar equivocado”, así como “masturbación”. A los 16 años se fuga y sus biógrafos le pierden la pista hasta que reaparece en Chicago, a principios de la década de los años treinta. En ese momento ya ha desempeñado diversos trabajos menores y su aspecto es el de un vagabundo. Sólo se le conoció un amigo, desaparecido a mediados de esa década, William Shloder, con quien intentó fundar la Sociedad Protectora para Niños, proyecto que jamás se materializó.

Los expertos en arte marginal se quedaron perplejos al ver que aquel libro de 15.154 páginas contaba una historia épico-onírica desquiciada, con rasgos de claro tormento. En un planeta alrededor del cual orbita la Tierra, hay un reino cristiano llamado Abbiennia, y siete princesas luchan contra ejércitos de soldados adultos llamados Glandelinians, que las quieren esclavizar. Estos soldados van ataviados con trajes muy parecidos a los del Ejército Confederado de la Guerra Civil norteamericana, tema que fascinaba a Darger. Las grandes acuarelas representan a pequeñas ninfas correteando por prados en lo que sería una versión naïf del reino, pero también escenas de empalamientos de las niñas con las vísceras al descubierto, en otras ocasiones, las niñas aparecen con grandes alas de mariposa a la espalda, y casi siempre en paisajes amenazantes, con tornados y vientos cubriendo el horizonte. Los niños se rebelan, pero es habitual que perezcan a manos de los soldados. En lo que parece ser un rasgo de inseguridad congénita enmascarado en la vida ascética de Darger, la historia tiene dos finales, en uno triunfan las Vivian, que representan a la cristiandad, y en el otro, los soldados Glandelinians. Podemos imaginar en ese doble final al adulto Darger sacando a flote todas sus obsesiones y represiones, producto de la severísima educación cristiana del orfanato, contrapuesta a la crueldad del mundo exterior que le acompañó desde que su madre falleciera.

Se ha especulado mucho sobre la obsesión de Darger con el universo de la infancia. Una posibilidad nos remite al año 1911, cuando una niña de cinco años, Elsie Paroubek, fue estrangulada en Chicago. Se sabe que Darger guardó el recorte de la fotografía del periódico muchos años, y que se la enseñaba a la gente por la calle, después la perdió y eso supuso para él una angustia que sólo superó escribiendo y dibujando su monumental obra, incluso incorporando a la pequeña estrangulada como personaje recurrente. Su biógrafo oficial, John McGregor, especula en la obra Henry J. Darger: in the Realms of Unreal que, potencialmente, Darger era un asesino en serie, incluso se ha llegado a afirmar que el propio Darger fue el asesino de la pequeña, algo que se considera muy improbable.

Pero lo que llamó más la atención de las actividades “secretas” de Darger fueron las grandes ilustraciones que creaba a partir de recortes de cómics y revistas que encontraba en la calle, y en especial un detalle: las niñas están dotadas de un pequeño pene, y las que están desnudas sólo visten calcetines. Se ha dicho que Darger siempre rechazó tener relaciones sexuales por miedo a que la desconocida fuera aquella hermana que dieron en adopción al nacer, y de ahí su desconocimiento en anatomía femenina. Otras versiones apuntan a que el diminuto pene de las niñas está inspirado en el Niño Jesús que veía en sus diarias visitas a la iglesia.

Una peculiaridad que también habla elocuentemente de la mente de Darger es la obsesión que hay en su libro por el detalle. Es tal, que describe todos los uniformes de los soldados, desde los botones hasta los hilvanes, da nombres a todos ellos, así como a todos los paisajes, desde la forma de las hojas hasta la orografía de un bosque, o especifica los mapas de las batallas con un detalle que estremece, recordándonos a aquel magistral cuento de Borges en el que unos cartógrafos hacen el mapa de un reino tan grande como el propio reino. El reino de ficción de Darger era en sí mismo un mapa que ocupaba toda su vida, desde la mañana hasta la noche. Experto en música militar, compone también las marchas y los himnos de los ejércitos de los dos bandos. Los vecinos comentaron que en ocasiones oían ruidos y golpes marciales, lo que hace contemplar la posibilidad de que interpretara sus propias marchas militares en su apartamento.

Algo que nos da pistas de su extraña vida es que cuando Nathan Lerner revolvió a conciencia en todo aquel destartalado apartamento, encontró también un libro que Darger tituló The book of weather reports, en el que Darger anotó durante 10 años el parte meteorológico de Chicago, con comentarios –lo que hoy llamaríamos un blog– casi siempre enojosos hacia el “hombre del tiempo”. Todo parece indicar que esa obsesión le venía de cuando, siendo niño, asistió a la destrucción de un pueblo entero, Countrybrown, por un tornado. También se encontró un libro, escrito en 1968, The history of my life, en el que dedica más de 4.000 páginas a contar la historia de un tornado, Sweetie Pie, que asuela todo un pueblo.

Se puede pensar que las implicaciones de aquel excéntrico y secreto hombre en futuras generaciones fuera mínima o nula. Nada más lejos de la realidad. A lo largo de 2007, la exposición itinerante –Nueva York, Berlín, Roma– titulada Into me/out of me llevó la obra de Darger compartiendo cartel con artistas de la talla de Hamilton, Acconci, Walter de María o Vick Muñiz. En abril de este año se inaugura en el American Folk Art Museum de Nueva York otra importante exposición titulada Darger-ismo: artistas contemporáneos y Henry Darger.

Más ocultas, pero por ello quizá también más interesantes, son las irradiaciones del anciano de Chicago en la música. La estudiosa de su figura, Ana Pareja Serrano, ha rastreado esas influencias.

Los neoyorquinos Animal Collective, por ejemplo, se inspiraron en las acuarelas de Darger para la portada del su disco Feels. Por su parte, Natalie Merchant, en el disco Motherland, compone una melancólica y larga súplica pop llamada Henry Darger, en la que se pregunta por el destino de las Vivians girls. El grupo de punk-rock The Vivians Girls actúa disfrazado de las niñas imaginadas por Darger, y las animan en sus canciones a continuar luchando contra el mal. Hasta existe una película documental, The Realms of the Unreal (2004), de Jessica Yu, en la que se destripa la vida. Como el eco de un silencioso Big Bang, el solitario Darger lanzó una piedra hace muchos años, se descompuso en el aire, los fragmentos fueron cayendo en sucesivas partituras a través del siglo XX. Podemos imaginar qué pensaría él si lo supiera.

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La revolución del mundo interior

Qué ocurriría si esos dibujos que su hijo o usted hacen obsesivamente en una libreta cuadriculada se expusieran en un museo al lado de las grandes obras del arte? Hasta hace 30 años causarían risa, pero hoy probablemente serían considerados bastante más en serio de lo que usted cree.

Se le atribuye al crítico Roger Cardinal la definición del término arte marginal, para designar toda la ingente producción de obras que el establishment cultural artístico no consideraba obras de arte. En realidad, el nombre fue una traslación del término art brut, cuño que pusiera el artista francés Jean Dubuffet tiempo atrás para hablar originalmente de las obras concebidas por los enfermos psiquiátricos. Roger Cardinal amplía el término a cualquier representación de artistas autodidactas, posean alguna patología psíquica o no.

El artista outsider, casi siempre sin ser consciente de ello, deconstruye el sistema de valores por el cual una comunidad juzga lo que es y no es arte, asumiendo que todo lo que posea un estilo propio y único es una manifestación artística. Históricamente, el arte siempre fue cualquier actividad desempeñada con singularidad, ya fuera la pesca, la doma de toros, la costura o la pintura. Es en la modernidad, a partir del siglo XVIII, cuando comienzan separarse el Arte y la artesanía, se crean tratados de una nueva rama del conocimiento llamada Estética, Kant y Hegel teorizan largo y tendido sobre el tema, y llegados al romanticismo ya se tiene preparado todo el terreno para designar como arte a algo que se entiende que es Alta Cultura, Bellas Artes, una laica religión, o lo que es lo mismo: el arte es algo hecho por blancos occidentales, mentalmente sanos, y fundamentalmente varones; cualquier manifestación salida de ese canon o no existía o era considerada propia de enfermos mentales. Con la llegada de la posmodernidad, en torno a mediados de los años setenta, y en parte gracias a las ideas del pensador francés Michel Foucault, y más tarde de Lyotard, se pone de manifiesto el valor de la multiculturalidad, la legitimación de lo que hasta entonces se había considerado “baja cultura”, y el reconocimiento de la diferencia como un valor a tener en cuenta, producto de una sociedad de consumo que asume que no hay una Verdad sino verdades, que no hay Cultura, sino culturas; hay un carácter desacralizador que convierte en arte todo aquello que la sociedad de consumo consensúa que es arte, sin más. El arte ya no es sólo una cosa hecha por el varón mentalmente sano, occidental y blanco. Es en ese momento cuando los coleccionistas y galerías de prestigio comienzan a hacer caso al arte marginal, al extrarradio. Un ejemplo paradigmático fue el caso del afroamericano Basquiat, quien pasó de vagabundear y pintar en la calle graffitis y camisetas a codearse con Warhol y ser considerado un genio de la pintura de los años ochenta.

Un espaldarazo importante para la legitimación del arte marginal ha sido la existencia del American Folk Art Museum, así como la muestra exhibida en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, a comienzos de los años noventa, bajo el significativo título High and low: modern art and popular culture, que aglutinaba a muchos de los autodidactas hoy famosos. De gran relevancia fueron las exposiciones Parallel visions: modern artists and outsider art, (1992), en el Angeles Country Museum of Art, y Mundos interiores al descubierto, en la Fundación La Caixa, Madrid, exposición que toma el título de un poema de Rilke para dar cabida a los otros mundos que están entre nosotros, pero silenciados: personas marginales, delincuentes, enfermos mentales o simplemente más excéntricos de lo que la sociedad considera como aceptable. El gran interés de las dos exposiciones consiste en confrontar las obras de éstos con las de artistas históricamente consagrados.

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Muy raros y rompedores

Ferdinand Cheval (1836-1924). Caso paradigmático de artista marginal. Empleó 33 años en construir lo que él denominaba el palacio Ideal. El francés Cheval trabajaba de cartero. Un día de 1879, mientras hacía su ronda, tropezó con una piedra que, según aseguró, por su forma y características fue la inspiradora del palacio. Por la noche volvió a ese lugar a por más piedras. Durante los 33 años siguientes se dedicó a recoger piedras de forma “agradable”, aprovechando su ruta de cartero. Se las metía en los bolsillos, y al final utilizaba una carretilla. En una placa inscribió: “10.000 jornadas, 93.000 horas, 33 años de esfuerzos”. Lugar inhabitable, fruto de lecturas sin esquema y sueños angustiosos, posee capillas, laberintos, rosetones, cascadas, columnas, salas inútiles, frutas y árboles de piedra, todo remite al cielo y al infierno. Quiso ser enterrado en su palacio, pero las autoridades se lo prohibieron, entonces dedicó los días que le quedaban a construirse un mausoleo en el cementerio de Hauterives, en la provincia de Drôme, donde está enterrado. El palacio fue declarado en 1969 patrimonio cultural.

Daniel Johnston (1961). Músico y pintor de culto, nacido en Sacramento, California, hijo de cristianos fundamentalistas. Diagnosticado de una grave enfermedad mental, su primer internamiento se dio la misma noche en que la MTV le dedicara un programa. Ha grabado 26 álbumes, cientos de canciones en casete, y posee miles de dibujos en libretas en los que representa a sus héroes: Capitán América y The Beatles, pero como antropomórficas criaturas tocando un piano para niños. Se dio a conocer en la época en que regalaba sus grabaciones en casete en las calles de Austin. Músicos de reputado prestigio han mostrado su admiración por quien consideran un “genio de la pureza”. La fama le sobrevino cuando, en 1992, el fallecido cantante de Nirvana, Kurt Cobain, salió en la televisión con una camiseta de Daniel Johnston. Inmediatamente, miles de jóvenes de todo el mundo empezaron a preguntarse quién era ese hombre. De él se cuenta que tras una grabación empujó a una anciana desde un segundo piso, ya que “estaba poseída por el diablo”. En estos últimos años sus biógrafos lo ubican en Houston, en el garaje de la casa de sus padres, rodeado de montañas de cómics, donde, según afirma, se pasa el día componiendo canciones, fumando cigarrillos y soñando. En 2006 fue incluido en la Bienal del Whitney Museum of American Art, todo un hito, referente y esperanza para tantos otros artistas marginales. Se mantiene gracias a una estricta medicación.

David Nebreda (1952). El artista madrileño David Nebreda constituye quizá el caso más radical de obra y vida outsider, lo que en su caso son la misma cosa. Su obra consiste en series y series de autorretratos, nunca manipulados, hechos en la más absoluta reclusión, que suelen remitir a temas religiosos, siempre cargados de un claro simbolismo ascético, y con una fuerte presencia del autocastigo. Nebreda pinta con su propia sangre, y utiliza sus propios excrementos. Una de sus obras más conocidas es la de su rostro cubierto por excrementos, que acumuló durante tiempo en su nevera con ese fin.

Nebreda lleva una vida absolutamente aislada, no sale de su casa de dos habitaciones, no ve la televisión ni lee periódicos, no mantiene contacto social con absolutamente nadie. Diagnosticado de esquizofrenia, hace años que ha renunciado a cualquier medicación. No consume droga alguna ni legal ni ilegal, y lleva una estricta abstinencia sexual. Con una técnica fotográfica impecable, sus autorretratos son casi lo único que conocemos de él. No es el paradigma del artista “loco” y arbitrario. Al contrario, su vida es una mecánica organización. La crítica liga su tratamiento de las formas y de la luz a la obra de El Greco. La exposición individual que se le dedicó en París en 2000 lo dio a conocer al mundo como quizá el artista outsider vivo –conocido– más importante. Lo más probable es que ese dato Nebreda ni lo conozca.

c.m.

Anónimo dijo...

Fantástico, cm

Tom Waits tiene una versión extraordinaria del "King Kong" de Johnston o Yo La tengo, "Speeding Motorcycle"

Me imaginado a Johnston en el psiquiatria. El médico comprende que se le aparezca Batman, no el diablo (no existe).
Luego acude a un párroco. El cura comprende se le aparezca el demonio, Batman imposible (no existe)

Si reunimos al sacerdote y al médico, les damos un folio en blanco y les pedimos que nos dibujen al demonio y a Batman, diría que, los dos tipos, podrían retratar a ambas figuras. ¿Cómo? Si no existen.

Pues ahí, en las letras y dibujos, está Batman o Spiderman defendiendo a Johnston del demonio.



Tiny Tim. Un señor enorme, con un ukelele, cantando en falsete melodías de principio siglo.

Las Shaggs con su filosofía del mundo.

Billy Childish, tremendamente prolífico y a su aire.

O...


En la "Antología del humor negro" de André Breton o "En los confines de las tinieblas" de Raymond Queneau" pueden, diría, encontrarse otros ejemplos.

Añado algún enlace más a la obra de Darger:
- American Folk Art Museum

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Intuit: The Center for Intuitive and Outsider Art


Y uno hacia el American Visionary Art Museum relacionado con lo líquido. "Holy H2O. Fluid Universe"

Mi inglés no es muy bueno, intento traducir el principio párrafos:

Nada en el mundo es más blando que y débil que el agua; mas no hay nada como el agua para erosionar lo duro y fuerte, pues nada puede reemplazarla.
Que lo débil venza a lo fuerte y lo blando venza a lo duro, es algo que todos conocen pero que nadie practica. [Traducción indirecta de Alfonso Colodrón]

--Lao Tzu 6th c. B.C.

La sencilla verdad conocida por los desolados, los místicos y los físicos: lo que pensamos sólido no lo es. Aquello que la mayoría de nosotros cree constituyendo el "real" mundo material - las cosas que podemos alcanzar, tocar, abrazar, comprar, y mirar - los físicos están de acuerdo actualmente no son sólidas totalmente. De hecho, lo que parece "sólido" o material en nuestro mundo es realmente un 99.999999999999% de espacio vacío, "sólido" por una minúscula fracción de materia que incluso podría no ser materia sino ondas de energía.
La luz es una partícula que cuando tratamos de medirla pasándola por una estrecha obertura se comporta igual que una ola oceánica pasando a través de un puerto estrecho. Atravesada la abertura, la onda de luz y la ola de agua despliegan sus recursos, cada una formando un patrón creciente. Una caracterización mucho más precisa de nuestro universo podría ser "fluido"
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Recuerdo una frase de una persona, un amigo, al que admiro, sólo lo fácil se comprende.

Supongo que es complicado pensar que varias personas puedan dialogar sin llevarse mal, incluso caerse bien.

Personalmente lo sencillo me parece lo más complicado. segundo de BUP, filosofía, no sé cuántas semanas con "2001". Un trabajo sobre el significado de ¿adivináis? el monolito.

Durante todos esos días dejaba claro qué respuesta quería. El monolito es dios.

Perfecto. Toda la clase con distinta voz [imité a Carlos Pumares] y un mismo corazón [el del profesor, se había comido el nuestro]: el monolito es dios, dios por dios cuatro, cuatro por dios...

Tanto tiempo para acabar de esa manera. Con una clase sobraba. Ver la peli. Firmar con sangre una declaración "el monolito es dios" y a casa.

Vicente Luis Mora dijo...

Impresionante comentario, Wilco, muchas gracias. Abrazos.

Anónimo dijo...

Impresionante la entrada sobre la letra del himno, Vicente

Valle-Inclán o Gaudí

Herencia cultural que enorgullece y...¿condenamos? ¿molesta? ¿no comprendemos?

Tendrá su gracia si la tierra de nada acaba siendo el faro de occidente a pesar de otra herencia secular. País caín, toto.

El general Cabrera (Perucho, Lovecraft), guerras carlistas.

Inquisición, dictaduras, disparos, sables, conquistas, reconquistas... Una alimentación de imágenes exteriores dantesca. No, goyesca.

Parece que seguimos igual. En fin serafín. No, en fin pilarín.

Abrazos

Anónimo dijo...

Entrevista con AFM en ABCD.

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«Me apetece mezclar la alta y la baja cultura»

Libros Por José Ribas.

08 de marzo de 2008

Di con Agustín Fernández Mallo en el anodino vestíbulo de un hotel de Caracas tapizado de escay rojo. Fue a mediados de septiembre. Dos horas después debíamos partir hacia Mérida en un avión, que voló sin nosotros, para asistir a la 7ª Bienal de Literatura «Mariano Picón Salas». Por lo que contó en el taxi hacia el aeropuerto, supe que había pasado tres días con su chica en la habitación zapeando y corrigiendo su nueva novela. Ni había conseguido bolívares al cambio real ni el caos urbanístico de la ciudad le atrapaba. Mirándome por encima de las gafas de concha explicó: «El único día que almorzamos en un restaurante y paseamos, vimos correr a un chino con la cabeza ensangrentada perseguido por unos tipos raros».

Nocilla Project consta de tres novelas concluidas. La primera, Nocilla Dream, tuvo una excelente acogida y bautizó a un grupo de audaces narradores: la generación nocilla.

Juego y artificio. Los nocilla desprecian las descripciones rigurosas, sostienen que la realidad no puede ser narrada ni siquiera a través del documental ya que siempre es un montaje, detestan la estructura lineal por ser una ingenuidad heredada del XIX, y constatan que las reflexiones con visos de profundidad teórica han de ser livianas; juego y artificio.

«No me gusta la papaya aunque sea una fruta jugosa. He disfrutado leyendo a Juan Manuel de Prada, a Martínez de Pisón, a Espido Freire, una parte de la obra de Vila-Matas, a Elvira Navarro, a Lorenzo Silva... pero este tipo de narrativa no me emociona. Las vanguardias antiguas ya ensayaron las técnicas del desapego a la realidad aunque sin despojarse de ciertas perspectivas utópicas. La literatura del siglo XXI ha de ser menos manierista y más desengañada. Me interesa el rizoma, una planta que crece sin raíces y se desarrolla en un plano incierto donde se han abolido las jerarquías. Me fascinan las redes cibernáuticas, los blogs, las micronaciones, las fronteras, lo espacial en detrimento de lo temporal, las grandes superficies y el abandono definitivo de la cabaña hegeliana.»

Circulábamos por la autopista que serpentea entre altísimos cerros hasta el mar Caribe. Agustín insistía en que la literatura es representación y siempre ficción, «el género biográfico tampoco logra la veracidad. Los personajes del XXI se definirán más por sus relaciones sociales y de consumo que por su psique. Y me encanta la comida basura porque es lo que hay». En algún momento citó a Baudrillard y al bajar del taxi remató: «Fuera del mercado lo hemos matado todo».

El avión de ahorita. Es mediodía. Una mujer con tetas de silicona y una blusa azul caribe al otro lado del mostrador de embarque devuelve los billetes de avión al muchacho de la Embajada española que nos acompaña y manifiesta que están vencidos, que en el avión de ahorita no entra más equipaje y que los vuelos para el día siguiente van llenos. Así fue como los maletones trasatlánticos se quedaron en tierra y nosotros tuvimos que atravesar Venezuela por autovías y carreteras que suben hasta los tres mil metros de altura.

Agustín anunció que tenía que presentar Nocilla Dream en la librería Ballena Blanca de Mérida aquella tarde. El despeinado joven de la Embajada en situación incómoda telefoneó a un remise. Diez minutos después aparcó frente a nosotros un Land Cruiser negro con los vidrios polarizados, manejado por una mujer rolliza que dos horas más tarde nos narraría emocionada su última liposucción y con el ceño fruncido el fracaso de la era Chávez. «¡Mérida está a ochocientos kilómetros y tardaremos catorce horas!», exclamó cuando ya circulábamos en el todoterreno. Agustín encendió su móvil, contrariado, y llamó a la editora de Candaya para decirle que viajábamos en un coche suicida y que si llegábamos no sería antes de la medianoche. «¡Por favor, más despacio, que tengo vértigo!» La conductora siguió sorteando obstáculos a 160 kilómetros por hora. De pronto murmuró: «En el Estado de Barinas suelen reventar los neumáticos a tiros y luego asaltan a los viajeros. Retiré el cartel turístico del auto para que no sepan lo que llevo dentro». ¡El ordenador!, exclamamos al unisono.

Cobalto 60. Agustín nació en La Coruña en 1967, tiene tres hermanas mayores que él, estudió en un colegio del Opus Dei y se licenció en físicas por la Universidad de Santiago. Trabajaba en un centro oncológico privado en Galicia hasta que en 1996 decidió pasarse a la sanidad pública. La estética cutre le seduce tanto como pasar canales de televisión al azar. Un día vio un paisaje mallorquín similar al de Benidorm y le gustó. Meses después obtuvo una plaza en un hospital de la capital de la isla. Desde entonces, permanece ocho horas al día en un búnker bajo tierra, manejando cobalto 60, material radiactivo y aceleradores de partículas para el tratamiento del cáncer.

«En las ciencias descubrí la estética, que me llevó a la emoción del poema; en José Ángel Valente, el despojamiento que arrastra a la mística. La sensualidad del paisaje mallorquín, que finalmente es opuesto al de Benidorm, también me ayudó a darme cuenta de que quería decir algo. Desde el 2001 publico poesía pospoética.» Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus, Creta lateral Travelling y Joan Fontaine Odisea son los tres libros de poemas publicados. «Las letras de mis grupos favoritos tintinean siempre por mi cabeza: Siniestro Total, con su Nocilla, qué merendilla, Golpes Bajos, Parálisis Permanente y The Smiths».

Atravesamos a cien por hora un polígono industrial desierto en el extrarradio de la ciudad de Maracay. La taxista informa de que los productores han huido a Colombia, que no hay azúcar ni leche ni huevos ni patatas ni libertad. Tras un brusco frenazo para evitar un carro tirado por mulas, Agustín murmuró en pleno ataque de pánico: «Supongo que soy tan individualista como mi padre, un veterinario meticuloso que creía en el progreso y que viajó a EE.UU. en 1965 para estudiar las explotaciones ganaderas y las fábricas de piensos».

Tras detenernos en la explanada de una vieja gasolinera llena de hogueras y ganado, donde gentes de distintas razas comían, defecaban, charlaban, jugaban a los naipes e intercambiaban todo tipo de productos, nos adentramos en el territorio peligroso a casi doscientos kilómetros por hora. «Mi manjares preferidos son la lechuga y el mazapán», comenta a la vez que masca un bollo que le ha pasado su mujer para despistar el aturdimiento.

Zapatos colgantes. En la oscuridad de una autovía desierta los peligros disparan la amistad naciente, también la confianza: «Antes se creaba desde el conocimiento y no era concebible un creador que no fuese erudito en alguna materia, hoy se crea desde la información. Con la televisión e internet, las redes neuronales funcionan de otra manera y los mensajes que te llegan montan tu artefacto estético. El narrador que no está en esto está muerto. Yo quiero estar en mi tiempo».

Un álamo solitario del que colgaban decenas de pares de zapatos publicado en The New York Times le gestó una poderosa fiebre creativa. Días después, su mujer quiso viajar a Tailandia. Nada más llegar, una moto atropelló a Agustín y le rompió la cadera. Durante veintidós días permaneció en la habitación del hotel. Para contrarrestar el dolor, se puso a escribir, a mano y en el bloc de la mesita de noche, un conjunto de historias que son como el inicio de muchas novelas ensambladas, con un hilo conductor: el álamo con los zapatos colgando que Fernández Mallo situó en una ruta desolada de EE.UU., en pleno desierto, y entre dos prostíbulos.

Nocilla Dream es una novela global sin nudo ni protagonistas ni de-senlace. Unos dicen que es pop, otros postpunk o freak, casi todos postmoderna. «Mi instinto literario bebe de Borges, de Thomas Bernhard, de Wittgenstein, de las teleseries norteamericanas, del arte conceptual y de las ciencias. Desconfío de lo sublime y me apetece mezclar la alta y la baja cultura.»

Alfaguara acaba de publicar Nocilla Experience, la segunda parte de la trilogía, situada en zonas de nieves perpetuas y con personajes tan atípicos como los de la primera.


c.m.

Anónimo dijo...

Reseña de Nocilla Experience en ABCD.

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Materiales para otro «collage»

Libros Por José María Pozuelo Yvancos.


08 de marzo de 2008 -

Armó bastante ruido Nocilla Dream. Lo saludé como una interesante manera de recuperar el aliento que había inspirado muchos de los textos de las vanguardias, en su esfuerzo por conectar el arte narrativo con la sensibilidad posmoderna. Se ofrecía entonces el que sigue siendo mejor valor en este segundo volumen: la influencia que en la imaginería poética había tenido la estética visual del nuevo cine americano. Sigue pareciéndome que ahí juega el «Proyecto Nocilla» su mejor baza. La conexión del arte literario con la visualidad fílmica. Y no cualquiera; pese a las bien insertadas referencias al Rossellini del Viaje a Italia, y a pesar del chiste de cierre de Annie Hall, sigue siendo la estética del cine pop, de la generación de Pulp Fiction, la que proporciona a Fernández Mallo sus mejores viñetas, no por causualidad ambientadas al modo americano: vastas desolaciones, barracas suburbiales, Brooklyn, la inmigración chicana en California, etc. Se unen a ellas imágenes logradas de las atmósferas postsoviéticas, como ese túnel de oleoductos que cruzan los dos hermanos adolescentes o la historia de amor en el hospital siberiano.

Lo primero que salta a los ojos en esta segunda entrega de Nocilla es la enorme distancia en cuanto a calidad entre unas viñetas y otras. Las hay muy inteligentes, y las hay enormemente tópicas. El libro está concebido como la sucesión de 111 capítulos de diferente extensión, seguidos de un epílogo. El lector realiza la articulación de seis o siete historias que se han fragmentado en viñetas y van desarrollándose, mezcladas con otros muchos materiales.

«Rayuela B». Tales historias se suceden con cierta regularidad en una estructura meticulosamente estudiada, que me ha parecido otro logro. Se añaden más materiales superpuestos a modo de collage: recortes de prensa del periódico líder en España (uno se pregunta si no es demasiado obvio y fácil), entrevistas entresacadas del libro El pop después del pop (que le sirven de autopoética), cortes de Radio 5 Todo Noticias, fragmentos del guión de Apocalypse Now, fragmentos de Cortázar, cuyo hermoso texto sobre La Maga en Rayuela se ve ampliado para acoger una teoría de formulación de Bolas del Análisis Matemático, autotitulada Rayuela B o Teoría de las Bolas Abiertas, etc. Tal estructura es el traslado a la literatura de lo que puede encontrar uno en un Museo de Arte Pop (a lo Warhol) mezclando imágenes de la cultura y la subcultura, según hicieron las vanguardias cubista y futurista o teorizó el arte dadá de Tristan Zara en su manifiesto. De recortes heterogéneos sale la nueva realidad poética.

Cortar y pegar. Pero a este libro le pasa lo que a museos menos buenos de arte pop, que viven su suerte ligada a la transgresión del concepto mismo de museo y donde encuentras en el mismo gesto de todo: lo mismo el salto audaz que la pirueta banal. Quizá un déficit del libro sea que se ha mostrado muy conservador en la configuración del collage. Excepto lo fílmico, que sí veo logrado, lo que ha incluido de Internet es bastante pobre: se limita a cortar y pegar entradas de Wikipedia. También resulta muy deficitaria la literatura incluida como ingrediente. Queda casi toda fuera, incluso la que se ha postulado desde su vertiente posmoderna. Considero muy esperable y convencional limitarse a Cortázar; hay mucho después con lo que se podía haber dialogado. Están Pynchon, Cage o Barth, Javier Calvo o Manuel Vilas y mucha literatura narrativa posmoderna aquí obliterada. Parece como si el lector previsto fuese un no lector que resultara fácilmente epatado.

Considero por ello que el libro está sobredimensionado. No me refiero a la dimensión publicitaria, que lo sitúa a la cabeza de una denominada Generación Nocilla. Esas son cosas de la necesidad del mercado de lo joven, que poco favor le hacen. Me refiero a la poética que el propio libro propone en su autodenominado «Proyecto Nocilla», que únicamente se cumple en momentos estupendos, que los tiene, como la historia de Henry J. Darger, y otros varios según he dejado dicho. Quizá mirado como otra cosa que como proyecto revolucionario, mirado como forma de actualizar los acarreos multiculturales de las vanguardias visuales, y una inteligente dosificación de la imaginería lírica, ofreciese la verdadera dimensión que tiene, lejos de esa tensión en la que el autor se ha situado, que hace esperar una genialidad y un grano aquí entreverado de mucho material facilón, que debería haberse filtrado un poco más.

Anónimo dijo...

De Babelia, 8-3-08.

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REPORTAJE: LIBROS - Debate
La novela, en el siglo XXI, goza de buena salud
La literatura supera lo trivial al aportar conocimiento, emoción, placer y una nueva mirada al mundo. Los nuevos medios conviven con ella.

MANUEL RICO 08/03/2008


Vicente Verdú publicó el pasado 17 de noviembre en Babelia el artículo Reglas para la supervivencia de la novela, en el que afirmaba: "En la narración es torpe seguir como si no existiera publicidad, correo electrónico, chats, cine, YouTube, MySpace o la blogosfera". Estos dos artículos responden a su Decálogo

El artículo de Vicente Verdú Reglas para la supervivencia de la novela acerca de la virtualidad que, en este comienzo de siglo marcado por los nuevos horizontes que ofrecen las tecnologías de la información, tiene la novela como género literario sustentado en la ficción, en la "historia", suscita algunas reflexiones de largo alcance.

Nabokov: "La literatura no nació el día en que un chico llegó corriendo del valle neandertal gritando 'el lobo, el lobo', con un enorme lobo gris pisándole los talones; nació el día en que el chico llegó gritando 'el lobo, el lobo', sin que le persiguiera ningún lobo"

¿Estamos ante la decadencia de la novela y, más allá, del arte narrativo? ¿Ofrece la vida tantas posibilidades de experiencia al ciudadano medio que convierte en inútil la lectura de ficción? Las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación escrita -internet, el correo electrónico, la telefonía móvil- ¿reducen el campo de la novela tal y como la hemos entendido históricamente? ¿Pierde todo sentido contar una "historia" mediante la novela cuando hay otros medios con capacidad para hacerlo con eficacia como el cine o la televisión? La "historia", el argumento, ¿han de ser transferidos al guión cinematográfico, o televisivo, abandonando el campo de la novela? A estas y otras preguntas, acaso no muy diferentes a las que se formularon no pocos escritores en los años veinte y treinta con la irrupción del cine y con la aparición de las vanguardias literarias, o a finales de los cincuenta con la crisis de la "historia" en la novela, el auge del experimentalismo que representó el nouveau roman y la generalización del medio televisivo, intenta dar respuesta Verdú con una conclusión, a mi juicio, cuanto menos discutible.

Podemos convenir que los últimos premios literarios (Verdú cita sólo el Herralde) han premiado a novelas de la periferia del sistema (Latinoamérica y otras zonas del mundo), donde todavía pervive la novela convencional. También que en el resto de los premios se han galardonado obras de autores españoles que responden al "molde tradicional". Según Verdú, estas últimas serían productos que ya no se cultivan con la debida dignidad por haber caducado mucho antes de iniciarse el siglo XXI. A partir de esa lógica, incurriría en torpeza o en falta de sentido histórico quien opta por seguir escribiendo novela como si "no existiera publicidad, correo electrónico, chats, cine, YouTube, MySpace o blogosfera". Se trataría, por tanto, de excluir historia y argumento del arte narrativo, de la literatura, y situarlos sólo en el ámbito del cine, del telefilme, de otros productos audiovisuales que buscan el entretenimiento a través del guión.

No parece, sin embargo, que ese diagnóstico sea acertado. Premios literarios a novelas escritas con poca dignidad se han dado a lo largo de toda la historia de los premios de novela (no hay más que repasar la nómina de obras galardonadas en algunos de los más sonados para darse cuenta de ello) y carece de rigor identificar "novela con historia" con mero cauce para el entretenimiento. Entre otras razones porque, siempre, todo arte literario, incluso el más alejado del argumento como la poesía, ha tenido una vertiente nada desdeñable en el entretenimiento, en la búsqueda del placer del lector, en la posibilidad de invitarlo a vivir otros mundos y a gozar de la experiencia lectora.

Cierto que las mesas de novedades de las librerías viven, desde hace algunos años, una invasión de títulos basados en intrigas vaticanas, en argumentos situados en tiempos remotos, de productos de encargo cuya única finalidad es entretener mediante trucos y apelaciones a misterios supuestamente no revelados. Pero tan cierto como eso es que la pujanza de otra narrativa, transmisora de conocimiento sobre la condición humana, impulsora de reflexión sobre la Historia y sobre los azares del presente, profundamente vinculada a la tradición literaria, también con historia y con argumento, cosecha altos niveles de aceptación entre los lectores de todas las clases y sensibilidades, desde el público joven y universitario, frecuentador del chat y de internet, hasta los públicos más exigentes y cultivados pasando por lo que entendemos convencionalmente como lector medio -seguramente, muy pocos de los "lectores melancólicos que transpiran alcanfor" a los que alude Verdú-. Paul Auster o Richard Ford, Julian Barnes o William Boyd, Sándor Márai o Imre Kertész, Irene Némirovski o Niall Williams, Jonathan Littell -su voluminosa novela Las benévolas es, formalmente, tan convencional como cualquiera de las de los autores hasta aquí citados- son, entre otros muchos autores que cultivan una narrativa que descansa en una historia, narradores con un público vasto que no buscan en sus obras entretenimiento (aunque su lectura lo conlleve), sino lo que siempre ha ofrecido la literatura: una forma de entender la relación del ser humano con el mundo, con los otros, con la propia existencia, con las incertidumbres que le acechan en su vida cotidiana.

Discrepo, por ello, con Verdú respecto a que la ficción literaria, en este comienzo del siglo XXI, debe considerarse superada. A lo largo del siglo XX no han sido pocos los peligros que han planeado sobre la virtualidad de la novela como recipiente de historias: el cine, la radio con sus seriales (seguidos en algunas etapas del siglo por colectivos amplísimos de oyentes), la televisión como impulsora de historias propias y como soporte del cine y del teatro, el cómic, el tebeo... Es decir, las bases técnicas que podían poner en crisis la capacidad de la novela como aparato de lenguaje con capacidad para albergar una historia ya estaban, hace casi medio siglo, dadas. Sin embargo, la novela (o, por ser más estrictos, la narrativa entendida en sentido amplio) siguió gozando de una enorme vitalidad: tanto en nuestro país como en aquellos países, más modernos y avanzados, con democracias consolidadas desde hacía muchos años, en los que se desarrolló como un género prestigiado por los nuevos colectivos de lectores engendrados por la burguesía primero y por la universalización de la educación después. Eso ha ocurrido porque nunca la novela (ni siquiera la buena novela negra), desde su aparición como género literario, ha sido solamente historia, relato de acontecimientos. Ha sido "historia" más lenguaje, literatura a fin de cuentas. Es decir: un artefacto distinto a cualquier otro, un híbrido en el que siempre (no sólo en el siglo XX) han confluido elementos de otros géneros: ensayo, poesía, periodismo, teatro, documento, filosofía, meditación.

En toda época -no sólo en la actual- ha habido malas novelas, textos reducidos a la redacción de una peripecia con crimen e intriga incorporados, del mismo modo que ha habido malas películas o cómics nefastos, poesía ripiosa y periodismo amarillo. Chandler, Hammett, Simenon construyeron casi todas sus novelas a partir de uno o varios crímenes y desarrollaron sus respectivas tramas con la tensión inherente al proceso de descubrimiento del asesino. Todos ellos escribieron alguna que otra obra maestra que, leída hoy, mantiene todo el vigor originario, toda la frescura del momento en que fue escrita. Porque, gracias a la combinación de estructura, argumento y lenguaje sus autores lograron construir un artefacto literario, una materia autónoma y viva sólo sustentada en el lenguaje y su poder irreemplazable.

Más de medio siglo después de su publicación, El guardián entre el centeno mantiene viva su capacidad de concitar la reflexión y el gozo literario en las nuevas generaciones de lectores. De un modo parecido podríamos referirnos a Santuario, de Faulkner; a Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, y a un número incalculable de espléndidas obras narrativas escritas después del Quijote. De muchas de ellas ha habido versiones cinematográficas, series televisivas y radionovelas, versiones infantiles o para jóvenes, traslaciones a soportes como el cómic, el telefilme o los dibujos animados. Sin embargo, ninguna de esas versiones ha podido sustituir a las piezas narrativas originales. Esa realidad pone en precario la afirmación de Verdú en el sentido de que las "historias" las cuenta mucho mejor el vídeo, el telefilme, el cine. Novela y cine, incluso cuando aquélla cuenta una historia, son territorios radicalmente distintos. Nunca una novela podrá ser sustituida por una película salvo que quien lo decida quiera, al tiempo, amputar una parte importante de las posibilidades de gozo artístico, de meditación, de ejercicio de la memoria, de reflexión crítica que ofrece la historia contada mediante el lenguaje. Cada palabra es un universo de significados, un recipiente de experiencia individual y colectiva, de evocaciones, de sutilezas emocionales y psicológicas. ¿Puede una imagen sustituir la capacidad metafórica de las palabras, las múltiples lecturas que éstas ofrecen, las posibilidades de recreación íntima que en el lector generan?

Parece plausible pensar en un futuro en que la novela literaria (de calidad, para entendernos) conviva con internet y con los nuevos medios, también con el cine y la televisión. De hecho, lo está haciendo ya. Diría más: convivirán novelas en las que tenga un peso esencial la historia con aquellas otras que ensayen nuevos lenguajes, que carezcan de argumento y de estructura, que se nutran de técnicas importadas de otros géneros y de otras áreas de la comunicación. ¿Acaso no ocurría algo parecido cuando convivían Rayuela y Cien años de soledad, o La celosía, de Robbe-Grillet, y La peste, de Camus? ¿Cómo explicar, entonces, la simultaneidad, con parecidos niveles de calidad literaria, de Carver, el cuentista directo y escéptico, crítico de la era Reagan, y Pynchon, el narrador de la quiebra de la estructura narrativa que ya en los años sesenta calificó una de sus novelas, La subasta del lote 49, de "tecnoficción"? ¿Qué fueron El hombre sin atributos, de Musil, o Ulises, de Joyce, sino intentos de trasladar a la narrativa componentes propios de otras artes y disciplinas convirtiendo la novela en un espacio mestizo que convivía con obras directas, casi historias en esqueleto, como las de Hemingway?

Todas esas experiencias son arte, literatura. Como lo son hoy todas aquellas novelas que, tengan o no historia, se sustenten en una opción narrativa tradicional o lo hagan en un molde vanguardista, experimental, basado en la búsqueda de la belleza estética, descansan sobre un uso del lenguaje revelador, capaz de aportarnos conocimiento, incertidumbre, emoción, placer, empatía con otras vidas y otros mundos. El propio Verdú, seguramente sin pretenderlo, define lo que creo debe de ser la novela contemporánea intentando descalificar lo que llama novela tradicional. Afirma: "Cualquier obra literaria actual debe insistir más que nunca en la categoría de su escritura. Es decir, en su habilidad para hacerse indispensable como medio de conocimiento y comunicación peculiar". En efecto: así debe ser. Así ha sido históricamente. Y así será. Pero incluso en la era de internet, de la blogosfera y de la interactividad, la escritura, la narrativa como género literario, se sustentará en una "historia". El autor, al escribirla, incorporará todos los ingredientes que considere oportunos, sean novedosos o tradicionales. Y lo que dará una dimensión superadora de lo trivial a la obra no será la presencia o la ausencia del elemento "historia" (tampoco la persona desde la que hable el narrador) sino la originalidad, el acierto, la capacidad de dotar al lenguaje de nuevos significados, de transmitir conocimiento sobre la vida interior y exterior del lector, de aportar una nueva mirada sobre el mundo. Creo que todos los libros citados en el presente artículo cuentan con tales atributos. Y, curiosamente, en casi todos ellos se cuenta una historia. De un modo peculiar, irrepetible, y con unos efectos que el soporte audiovisual nunca nos ofrecerá. Es decir: la novela sigue vigente se base o no en una "historia". Entre otras razones, porque es un artificio construido con lenguaje que vive y cobra sentido en el territorio del lenguaje escrito y en ningún otro.

Nabokov, a mediados de la década de los cincuenta del pasado siglo, escribió: "La literatura no nació el día en que un chico llegó corriendo del valle neandertal gritando 'el lobo, el lobo', con un enorme lobo gris pisándole los talones; la literatura nació el día en que el chico llegó gritando 'el lobo, el lobo', sin que le persiguiera ningún lobo". En esa frase se resume la magia, el poder seductor de la ficción literaria. Una frase que, hoy, casi al final de la primera década del siglo XXI, permanece vigente.

Manuel Rico (Madrid, 1952) es novelista y poeta. Sus últimos libros son Trenes en la niebla (Espasa) y Monólogo del entreacto (Hiperión).

Anónimo dijo...

otra vez Babelia, 8-3-08.

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REPORTAJE: LIBROS - Debate
Luis XIV traspasa Versalles a una promotora

AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO 08/03/2008



La diferencia entre novela clásica y fragmentada es cualitativa, no cuantitativa.

Una de las pegas que se le ha puesto al irónico Decálogo Verdú es su defensa de la literatura fragmentada frente a la narración típicamente clásica. Daré los motivos por los cuales creo que la propuesta de Verdú no sólo entra dentro de lo cabal, sino, quizá, de lo inevitable.


La antagonista de la muerte no era la vida, sino la publicidad. Nuestro 'logos' es una suma de capas de 'spots': desde la valla publicitaria a la novela, desde el cambio climático a los ejes políticos mundiales

1. Si los leones hablasen

En la novela siempre habrá argumentos de estructura clásica (lo que Vicente Luis Mora llamaría tardomodernos) de la misma manera que siempre se construirán casas art decó, pero eso no quiere decir que esos productos estén en el pulso de su tiempo. Lo lógico, como señalaba hace poco Miriam Reyes, es que si los mensajes se nos dan fragmentadamente, emitamos en lenguajes y estructuras también más o menos fragmentadas, de lo contrario -añado yo- ocurriría algo parecido a aquello que decía Wittgenstein, "si un león pudiera hablar, no le entenderíamos". Antes se creaba desde el conocimiento, ahora se tiende a crear desde la información. Antes, el artista, típicamente romántico, era un erudito que emitía su producto al mundo: se iba desde la "iluminación" de lo privado al pontificado en lo público (el estigma del héroe; su correlato en el fútbol sería Maradona). Ahora el artista no es erudito en nada, recibe un desorden de información desde el ámbito público, y ésa es la materia prima que reelabora o subvierte en su laboratorio para impulsarla (su correlato en el fútbol sería Beckham).

En este contexto, ¿resulta legítimo construir novelas de estructura clásica? Por supuesto que sí. Ahora bien, ¿tiene ese acto algún sentido? Para responder hagámonos otra pregunta más fácil, ¿tiene sentido construir hoy un Versalles en vez de un chalet? Sí, pero sólo como militancia kitsch.

2. El blog de Joyce

La cantidad de información emitida y su fragmentación provoca que el tiempo de asimilación de la misma tienda a infinito. Durante siglos se han estudiado las cosas por separado, ahora se trata de ver las relaciones que hay entre ellas en modelos de redes. Para ello se comprime mucho esa información, tanto que en ocasiones nos parecen fragmentos vulgares o sin sentido, cuando en realidad es lo contrario: cada fragmento emitido -incluida la injustamente llamada telebasura- es un producto ya en sí muy complejo, compacto y evolucionado, que acumula miles de años de conocimiento, y establecemos una red para relacionar todo eso. En este sentido, son más sofisticados los contenidos y la forma de un blog que Ulises de Joyce, porque en el blog Joyce ya está incluido.

3. La publicidad da caza a la muerte en la cabaña de Heidegger

Gabi Martínez, en su artículo (Babelia, 22/12/07) de réplica parcial al de Verdú, se pregunta por qué la muerte ha desaparecido de la novela. En mi opinión, la muerte no está ya en las novelas porque la publicidad le ha ganado la partida. La antagonista de la muerte no era la vida, sino la publicidad. Hasta el Partido Comunista Francés alquila su sede-palacio para desfiles de moda: necesidad de dinero + necesidad de publicidad. Nuestro logos es una suma de capas de spots: desde la valla publicitaria a la novela, desde el cambio climático a los ejes políticos mundiales. Como decía Baudrillard, el crimen perfecto se ha cometido, nada hay ya fuera del mundo Mercado para poder eliminar o criticar ese mercado. Hasta los antisistema forman parte del sistema publicitario. Lógicamente, en ese escenario-mundo la muerte ha dejado de existir como representación porque la publicidad lo último que quiere es que nos muramos.

También hay quien hoy echa en falta en las novelas el lugar en el sentido heideggeriano (típicamente la cabaña), que prácticamente ha desaparecido en favor del no-lugar (típicamente el aeropuerto o el centro comercial). Pero es que no sólo en las novelas sino en toda nuestra sociedad el lugar ha desaparecido salvo, precisamente, en la publicidad, que explota ciertos ruralismos y sus derivados como gancho nostálgico para vender un producto tecnificado y manufacturado en, valga la paradoja, una fábrica, es decir, en un no-lugar. ¿Sería eso la novela clásica hoy: ofrecer, como esos spots, nostalgia manufacturada? Eloy Fernández Porta (AfterPop, Berenice) afirmaba hace poco: "Algunos (escritores) creen estar en los bosques de Heidegger cuando de hecho habitan las praderas de Disney".

4. De Los Planetas a Stockhausen

De la alta cultura a la cultura de masas no se pasa bajándole niveles de calidad a aquélla. Es decir, del pop de Los Planetas no se llega al sesudo Stockhausen con tal de refinar a la banda indie. Asumimos que lo popular no es ni mejor ni peor que la alta cultura, sino otra cosa. Tampoco de la novela clásica a la fragmentada se llega por sustracción, quitándole elementos a aquélla; eso sería más bien una mutilación. La diferencia entre ambas no es cuantitativa sino cualitativa. La novela fragmentada suele estar más cerca de la poesía ya que tiende a la síntesis típica del verso o de la ecuación matemática: expresar lo máximo posible con los mínimos elementos (algo así como un píxel es a una foto). Cómo cada cual articularía esa fragmentación en sus textos y en qué medida ya es otro cantar, pero tengo la impresión de que la novela no puede seguir dándole la espalda a tan palmaria realidad. Cualquier fundamentalismo profragmentación resultaría ridículo, pero en la misma medida lo sería fingir que esa fragmentación no existe. Empezaré por ver qué pasa si le echo ketchup a En busca del tiempo pedido.

Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967). Físico y escritor. Su novela Nocilla experience (Alfaguara) acaba de publicarse. Es también autor de la novela Nocilla dream (Candaya). Su próximo poemario es Carne de píxel (DVD), ganador del Premio de Poesía Ciudad de Burgos.

Anónimo dijo...

AFM en ABCD:"La literatura del siglo XXI ha de ser menos manierista y más desengañada. Me interesa el rizoma, una planta que crece sin raíces y se desarrolla en un plano incierto donde se han abolido las jerarquías. Me fascinan las redes cibernáuticas, los blogs, las micronaciones, las fronteras, lo espacial en detrimento de lo temporal, las grandes superficies y el abandono definitivo de la cabaña hegeliana.»

En el artículo de José Ribas del ABCD, aparece cabaña hegeliana en lugar de heideggeriana como sí sucede en su artículo en Babelia: "También hay quien hoy echa en falta en las novelas el lugar en el sentido heideggeriano (típicamente la cabaña), que prácticamente ha desaparecido en favor del no-lugar (típicamente el aeropuerto o el centro comercial)". Errores entre propietarios de cabañas o adosados aparte, si el paisaje rizomático que describe es real, -porqué no-, ¿es su desarrollo sobre un plano "incierto", a-jerárquico en su lógica, una consecuencia lógica? Para mí se trata de una elección tan consciente o responsable dedicarse al epígono "tardomoderno" que emprender una búsqueda personal del presente, incluso en tiempo real. No lo acabo de ver, la maleza catódica es demasiado alta para verlo bien; acabo de recibir un correo electrónico sobre un viaje reciente sobre Laos y su vida rural, y creo que existe, y puede que me engañe, también. Un saludo.

c.m.

Oche Zamora dijo...

Siempre me ha parecido que el lugar heideggeriano no debía ser muy diferente del infierno del que habla Marco Polo en el párrafo final de Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino, en la medida en que el lugar de lo que dentro del infierno no es infierno se prepara intentando dejarle espacio, espaciándolo, que diría Heidegger en Darmstadt.
Yo no creo que haya un afuera total del Mercado, pero otra cosa es que uno se construya su cabaña o su chalet en medio de un centro comercial con retales de mesas de cocacola, pegatinas de sony, carteles de don limpio y posters del Banco Santander para poder cantar más popmoderno que nadie que la publicidad es la casa del ser/mercado.

Lo de los antisistema me ha parecido un poco de reportero de España directo.

Saludos.

Anónimo dijo...

En El fantasma accidental, W.S. Burroughs hacía notar que el ser humano nacía dentro del lenguaje y moría en él, y lo imponía incluso en contra su voluntad dondequiera que fuese --. Foes coetzeianos aparte, lo que apunta José R. Zamora me resulta muy coincidente con lo citado por el fantasma. No hay un afuera real, si lo queremos ver así, del mercado. Pensar que sólo existe eso -el mercado o la nada- es reducir tanto el mundo como lo diga o pida una idea, aunque se trate de una muy elaborada. En extrañamiento del mundo Sloterdijk habla de la figura del anacoreta como justificadora en parte, por marcar un límite, de la ciudad que abandona. La figura se pierde en la trilogía de burbujas y espumas, pero veo útil rescatarla ahora.

Si como dice Anne Michaels, a la verdad no le importa lo que pensemos de ella, tampoco pestañeará el mercado (con o sin mayúsculas) con otros razonamientos no capitales. Si le preguntamos -o simplemente releemos- a John Berger, seguro que propone otro modo de ver. ¿Truco o trato? Un saludo.
Carlos Maiques

Vicente Luis Mora dijo...

Caramba, Carlos, qué coincidencias: "No hay un cabal afuera del mercado", escribí en Pangea. Precisamente por eso son tan importantes los mecanismos de limitación externa (porque el mercado jamás se autolimita. Un abrazo anacorético desde el desierto.

Anónimo dijo...

Las afueras son necesarias cuando "los mecanismos de limitación externa (porque el mercado jamás se autolimita)" son importantes, no se trata de barreras contra un glaciar de slogans o implantes meméticos -nada de Susan Blackmore por ahora-. La linea que divide lo cabal es una membrana. Por eso también he soplado unas burbujas. Es muy interesante como la extensión de las fronteras está desajustada (en tiempo real, sí) de la capacidad receptiva, de su comprensión y uso. Pero... ¿me llamarán tardomoderno si no acepto del todo ese tipo de dioses? ¿La fuga hacia un desierto confirma la realidad que abandono? No sé, la verdad.

PS:Necesito una charla con un alquimista. Después del camino anacorético del fakir, del monje y del yogi queda el del Obyatel, y algo más allá una cita con Rama o con un solarista del planeta Lem. No se canse mucho. Un saludo.
Carlos Maiques

Anónimo dijo...

Buff... Acabo de leer "Nocilla Experience" por motivos laborales y salvo espontáneos momentos lúcidos, el resto me parece un espantoso desierto de anécdotas, cortas y pegas y gusto anticuado por la excentricidad...

Vicente Luis Mora dijo...

Lástima que su profesionalidad no le permita dar sus nombres y apellidos y sostener su opinión a cara descubierta. En realidad, si su lectura va a ser "laboral" (entiendo que sólo puede referirse a que es usted crítico o crítica literario/a, no creo que Nocilla Experience se enseñe en clases universitarias o de secundaria), espero que el producto final sea algo más elaborado del que ha hecho. Le puede gustar o no, pero detrás del texto hay un elaborado proyecto estético, que no aparece mencionado en su opinión. Desactívelo, combátalo, pero no haga como que no existe. Eso (combatir con argumentos, no con impresiones subjetivas) es lo que hacen las lecturas "profesionales". A menos que sea un usted un periodista de ésos que meten en la sección de cultura porque no hay sitio en deportes. Si es usted un periodista cultural de los de verdad, como Matías Néspolo o Antonio Lucas, también esperamos más de usted. Bastante más, de hecho. Saludos.

Anónimo dijo...

Un detalle sobre los comentarios anónimos. Estoy con Sergi Bellver cuando hablaba de no poder agradecer algunos puntos a quien era imposible responder. Que haya personas que se escuden en la invisibilidad es responsabilidad suya, facilitada por las características de World 2.0. En ocasiones creo que aquí hay bastante vehemencia, con o sin nombre y apellidos; esto no es un reproche, mejor creer en lo que uno dice que al contrario, sólo me resulta extraño. Llevo muy poco tiempo visitando páginas, y me asombran la desconfianza, los excesos y mala educación que flota por cualquier lugar. Me confundo sin duda, porque me parecía normal que cada uno dijera sin problemas quién era. No es el caso y los pseudónimos o los libelos van a seguir con nosotros todas las vidas, mas qué se le va a hacer...

En cuanto a "...Experience", no buscaba ninguna sorpresa especial ni la tuve al leerla. Mi gusto personal aprecia más otro estilo de narración fragmentada -me quedo más con el AFM (post)poético- Para estilos colores del espectro. Tampoco creo que sea el propósito de su escritura, la novedad, si no el interés particular por conseguir algo que sí le resultase interesante leer a él mismo, lectura como oleoducto. Y puede que me equivoque, pero, ¿no es así siempre, al margen de las imitaciones fieles-copistas? Un saludo.

c.m.

Anónimo dijo...

El fragmento, la interrupción y la construcción de puentes. Aquí están el Ferdidurke de Gombrowicz ( por qué habría de mantener la continuidad si en el momento en el que viene a tu cabeza el culito de tu novia o simplemente una mosca pasa por el borde de la ventana vas a interrumpir la lectura) Rayuela y el Libro de Manuel de Julio Cortázar, (en éste el tema llega a ser obsesivo) y más atrás la teoría de la existencia fragmentaria de los románticos alemanes, Novalis a la cabeza... La fragmentación del texto narrativo no es un cortar y pegar sin intencionalidad, a tontas y a locas, sino una toma de postura cargadita de teoría y, en algunos casos, muy costosa y profunda. Creo que ese es el caso de A.F.M.

Saludos.

Anónimo dijo...

El últimjo comentario es de J.R. Zamora, mío, no me he dado cuenta, ya quedó en su día claro que aquí mola más identificarse. Un saludo a todos.

Vicente Luis Mora dijo...

no es cuestión de que mole más, es que no creo que haga falta avergonzarse de lo que uno piensa. ¿No?

Anónimo dijo...

Anónimo 6:42pm,

No me cabe duda de lo que afirma. Si es que le doy la razón. Sólo que Experience no me ha llegado como Novalis (buena alusión) o Ashbery consiguen. un saludo.
c.m.

Anónimo dijo...

Y, como afirma, claro que existe una verdadera tradición del fragmento (encontrado, recortado y pegado o disuelto), del mismo modo que cada época construye sus mecanismos de transformación del paisaje. La transformación continua del entorno es algo apasionante. Sí que creo, no obstante, que cada uno puede explicarlo de una manera propia. Mel Bochner afirmó que las leyes de perspectiva conseguian representaciones coherentes dentro del mismo sistema representativo. Y si tomamos el fragmento como unidad de información a partir del cual se crea, contrapuesto al conocimiento del que hablaba AFM en una entrevista, la totalidad del Kalevala o la historia de Genji no son más que pecios. Es una cuestión de escala. Me encuentro releyendo The Body Artist, de DeLillo, junto con La isla del Dr. Moreau y Jeckill&Hyde para un trabajo, y juntando piezas sueltas saldrá sin duda un mamotretillo curioso.

PS:Por cierto, y recordando algunos posts de Wilco, hay veces que me resulta inevitable pensar en Mr. Tuttle. Fuera del tiempo corriente.

PPS:Otro saludo (J.R. Zamora, parece ser); y, la verdad, es que decir anónimo 6:42pm es la única manera de dirigirme a un comentario concreto sin confusión, no es porque esté "mejor" identificarse. Al menos no lo creo necesario.

c.m.

Anónimo dijo...

Con identificación o sin identificación, señor
Vicente, usted ladra. Siempre ladra cuando algo no coincide con lo que usted piensa o, mejor, con lo que usted defiende. El anónimo ha expresado una opinión y basta, es lo que importa. Tal como respondes, ¿para qué identificarse?

Vicente Luis Mora dijo...

Estimado anónimo 8.54, igual que usted y anónimo 6.42, con bastantes malos modos, pueden opinar lo que piensan, yo también opino, contundentemente quizá, pero siempre dentro de una educación exquisita.

Guau.

Vicente Luis Mora dijo...

Por cierto, me he acordado después: aquí se vienen colgando varios artículos muy críticos contra Mutantes, y no estoy saliendo a ladrar, ni siquiera a responder. Sus autores los publican con nombres y apellidos, son personas que argumentan educadamente, y por ello acepto esas críticas -lo que no quiere decir que comulgue con lo que dicen, claro-, y las encajo democrática y elegantemente, dejando que se cuelguen en el blog o incluso haciéndolo yo mismo, lo que no suele hacer la "competencia".

Hagan ustedes como estos escritores o críticos, verán cómo no pasa nada por pensar un poco en voz alta, y además firmarlo.

Guau, guau.

Anónimo dijo...

Gracias por su "guau-guau". Le ha salido de lo más "in", totalmente mutante. Ahí sí lo reconozco.

Gracias también por su "anónimo 8,54". Me inventa usted un nombre. No admite el anonimato excepto cuando se presenta a algún premio literario. Y me pregunto: ¿cómo podrá escogerse la mejor obra a criterio de un jurado de entre un número indeterminado de obras sin autor? ¿o pretende bautizarme como mutante? ¿yo también?

Vicente Luis Mora dijo...

No se equivoque, amigo, las obras presentadas a un premio no son anónimas, están firmadas y defendidas por sus autores, lo que ocurre es que los jurados no saben quiénes son éstos. Son innominadas, no anónimas. La mejor de ellas, precisamente, es la que sale de la falta de nombre, aquella que merece que se le ponga cara al texto. De este modo, su argumento se vuelve en su contra.

Siga intentándolo, usted puede ser mutante, también. Lleva unos años, pero se consigue, con esmero y paciencia. Saludos.

Anónimo dijo...

Anónimo, déjalo ya, porque estás haciendo un poco el ridi.

Oche Zamora dijo...

Ayer no pude explicarme porque me fuí a ver la Huella de J.l.Mankiewicz (una reflexión pavorosa sobre el juego y la humillación) a la filmoteca y no vi las alusiones. Tiro de biblioteca, lo siento.
Lo de que "molaba más" parece que no se entendió como yo quería: no hay un ápice de rintintín en eso. Simplemente en su día me pareció que la gente que acude a este blog, mayoritariamente, prefiere que uno firme lo que dice, y como a mí este blog "me mola", me parece muy interesante, aprendo un montón de cosas y me amplía horizontes (o el campo de batalla, no a lo Houellebecq sino a lo Mora) pues opino que no me cabe sino respetar el sentir de la mayoría, empezando por el del regente del garito.

Lo dejo, que estoy deseando leer el post Dinero.

Saludos.

Anónimo dijo...

Hola, soy el anónimo 4:10. No soy crítico literario, pero sí informador cultural. Evidentemente, podría ser mejor informador y periodista. Lo intento cada día, pero tengo lo que tengo. En fin, que si ponía lo de motivos laborales es porque, como creo que el libro no ha salido a la venta aún, tenía que explicar cómo era posible que estuviera en mis manos. Así que, simplemente dejé mi opinión totalmente subjetiva y ciudadana sobre el libro. Lo del anonimato no creo que se trate de cobardía a no ser que lo que se diga tenga implicaciones personales y maliciosas. Creo que mi mensaje no las tenía.
También creo que fui educado. No insulté a nadie, que yo sepa. Pero si alguien se sintió ofendido, lo siento.
Bueno, pues nada, que saludos y que espero que os fascine el libro. En la diversidad está el gusto.

Vicente Luis Mora dijo...

Anónimo 4.10, lo de la mala educación no iba por usted. Por cierto, el libro se podía comprar desde el 5 de marzo, aquí mismo verá posts de gente que ya lo tenía y lo había leído antes de qeu colgase usted su comentario. En su caso no me molestaron los modales, sino sólo cierta descoordinación entre el presupuesto (una lectura profesional, pero es que yo pensé que era usted crítico), y el resultado. Aclarado queda el equívoco, no pasa nada. Ayer estaba yo un poco susceptible, pido perdón si alguien se molestó por ello, pero uno es humano y tiene sus días. Saludos.

Anónimo dijo...

(Aparecido en Público. Están incluidos algunos comentarios de lectores del diario.)
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Llámalo nocilla

Agustín Fernández Mallo fue el primero en destapar el tarro de las esencias de la literatura con ganas de romper, gracias a ‘Nocilla Dream'. No es el único, detrás de él hay una lista de escritores que practican desde hace años los modos menos previsibles .


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El escritor Agustín Fernández Mallo.
PEIO H. RIAÑO - MADRID - 12/03/2008 21:59

Puedes llamarlo Nocilla o como te de la gana. Puedes ponerle todas las etiquetas que necesites para entender que el fantasma de la literatura se ha levantado, y que ha regresado por puro hartazgo para imponerse al mercado y a las ventas. También, podrías decir que nunca antes se había exigido tantas ventas a un libro, ni tantas habilidades comerciales a un escritor. Incluso, podrías decir que hay un autor que, divinas casualidades del mercado, ha ayudado a promocionar a un grupo de autores que llevaban mucho tiempo ahí, reventando lo correcto y anacrónico.

El fenómeno Nocilla Dream (Candaya) apareció para dejarlo todo bien pringado. La crítica aseguraba que en la novela de Agustín Fernández Mallo había mucho más que leche, cacao, avellanas y azúcar, que de tener alguna fórmula ésta no correspondía a lo literariamente correcto. Acaba de salir Nocilla Experience (Alfaguara), segunda parte de la trilogía, y vuelve la literatura de impacto, troceada, soltada a bocajarro y sin complejos. Libros cargados de clasificaciones, como la de "experimental". Pero como el mismo Fernández Mallo dice, "para mí experimentar sería escribir un novelón con su trama y su linealidad". Esto es lo natural.

"El denominador común de todos nosotros es la insatisfacción por el privilegio de la literatura ofrecida para servir de ocio y la renuncia a una literatura del conocimiento", el que habla ahora es Manuel Vilas, que acaba de publicar la magnífica novela España (DVD ediciones). Añade que no pretenden ninguna revolución, simplemente recuperar la tradición que les ligaba a Kafka, a Faulkner y a Joyce.

¿Qué se hace con todo ese legado, dónde se mete? "Muchos eligen Faulkner y escriben como Delibes", dice Manuel que se moja al nombrar la literatura culta de mercado que hemos tenido que soportar estos últimos años: Los girasoles ciegos o Soldados de Salamina.

No haberlo levantado
Fernández Mallo es más conciliador: "No pretendemos defenestrar a otra literatura. Simplemente, reclamamos un espacio que antes no existía. Si de algo estoy contento es de que mis novelas hayan valido para sacar a la luz a gente que estaba haciendo cosas muy buenas desde hacía tiempo" y al decirlo coincide con el editor de Caballo de Troya, Constantino Bértolo, uno de los principales instigadores de la literatura que toca: "La antigüedad no es un mérito, pero es un hecho", apunta.


Ya es tarde para echarse atrás. Han pasado muchas cosas que cimentan esta manera de actuar: revistas como Lateral o Quimera, congresos como el de 2004 en Santiago de Compostela y editoriales como Berenice, DVD o Caballo de Troya. Ya hay cómplices suficientes para no volver a la trama, por ejemplo. "Detesto las tramas. Nunca una trama me hará comenzar la escritura de nada, ni de un relato, ni de un poema, ni de una novela", lanza Mercedes Cebrián, dispuesta a luchar contra la convencional "trama de contracubierta de novela".

Después del pop
Es probable el cerebro, junto a Vicente Luis Mora, de este movimiento. Eloy Fernández Porta prefiere no hablar de fragmentación como algo renovador, porque así recibimos lo que nos rodea. "El tema central de la literatura contemporánea universal es redefinir la experiencia temporal a partir del consumo de los medios tecnológicos", dice el autor del ensayo Afterpop (Berenice). La discontinuidad narrativa que sucede en la nueva literatura se presenta, según el autor, por "regresión, bucle y aceleración", elementos que desvirtúan el tiempo lineal.

La realidad ya no es lo que era, porque se puede modificar, mutar, transformar y agredir. Las nuevas tecnologías han logrado incrementar el poder de la palabra. El escritor Germán Sierra dice que ya no es necesario describir el detalle, "porque todos sabemos cómo son las cosas, todos lo hemos visto todo".
"La realidad está llena de Spam"

Entrevista a Agustín Fernández Mallo

Tiene un proyecto entre manos: la trilogía Nocilla. Con la primera parte, Nocilla Dream (Candaya) vendió 15.000 libros, suficientes para llamar la atención de Alfaguara. Con ellos escribe la segunda parte: Nocilla Experience, que acaba de aparecer. No es escritor de profesión. Es licenciado en Ciencias Físicas y utiliza las radiaciones nucleares con fines médicos en un hospital de Mallorca. La ciencia es pura poesía, lo dice él. Pura síntesis. Tiene a Félix de Azúa en un altar, aunque estaba convencido de que eso no lo íbamos a contar.

¿Qué novela no te interesa?

El realismo ingenuo, que es una forma de narrar en la que uno cree que lo que escribe es la realidad que realmente existe. Tampoco me interesa la novela lineal. Me interesa la novela rizomática, en red.

¿Y en contenido?
Los temas son los de siempre: la soledad, el amor… pero con elementos contemporáneos. Es decir, si yo pongo algo que vi en Youtube lo voy a decir, porque no tengo que ocultarlo. Para un novelista clásico poner eso sería vulgarizar la novela... absurdo.

Todo bien picadito.
Un día en la vida está repleto de materia narrativa y poesía. ¿Por qué va a haber que cerrarlo todo si en mi día a día las cosas que me rodean no se cierran? La realidad está llena de Spam, información que es basura porque no nos sirve de nada, mero ruido. La realidad está llena de cosas que no vienen a cuento. Pero, ¿qué ocurre si consigues meterlo en una novela y convertirlo en objeto de poética?

¿Hay relaciones entre su poesía y esta novela?
En mi cabeza esta novela son poemas. No soy capaz de distinguirlos. Cada texto parte de conexiones que me vienen por la poesía. Yo soy malo para los argumentos, no tengo ni idea de hacerlo. Lo mío son las conexiones poéticas.

Alguna virtud destacable...
Desde que Bob Dylan triunfó sin saber cantar, la posmodernidad nos enseñó que no hace falta ser un erudito para conmover.

Y el absurdo que no falte.
No concibo una obra sin su humor absurdo. Cuando el humor se convierte en un absurdo, pincha la realidad y crea la tensión. Saber crear esa tensión es la pericia del autor. La belleza debe tener un punto incómodo, sino es simple droga para entretener.

¿Ha sido difícil lograr trabajar en libertad?
Verás, me interesa vivir como si no fuera un escritor. Tengo mi trabajo en el hospital, mis pacientes, veo la tele, escucho música, leo poco, procuro leer muy poco... No dependo de la literatura para vivir y eso me da mucha libertad, muchísima, porque tienes una seguridad económica. Eso sí, entre semana, trabajo mucho. Tiempo a cambio de dinero.

¿Algún compromiso?
Mi compromiso como escritor es con mi propia obra. Yo creo en el arte por el arte. Las obras más fallidas son las que reivindican.

‘Nocilla Experience’ camina a golpes de impactos.
Esas citas en sí mismas son bombas. Lo arranco de su contexto y lo meto en otro y eso se convierte en otra cosa. Así hago la monstruosidad (algo que no está en su propia naturaleza) de crear un Frankenstein a base de trozos, citas y metáforas subterráneas. Todo eso tiene un hilo, porque si no sería una mera yuxtaposición. Es como el buen Dj que siempre pincha con hilo. Lo que me fascina es cómo puedes convertir y reconstruir la realidad.

Así que la realidad es un asunto personal.
Claro, si lo que narras es la pura realidad, no deja de ser puro costumbrismo. Pero esta novela no es la pura realidad, ni mucho menos. Es mi visión. No creo que exista una realidad objetiva.
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0.0 | 0 | peixet | 13-03-2008 14:15:14

lolosz, si quieres ser sarcástico te falta inteligencia. es obvio que el mundo tiene colaboradores que no son de ultraderecha, a los que usa como justificación de su supuesta intención democrática (eso sí, sin influir demasiado en la línea editorial). hablando del escritor en cuestión, la primera novela no me acabó de gustar, pero está bien que gracias a él se hable de literatura al margen de los nombres de siempre.
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0.0 | 0 | lolosz | 13-03-2008 13:33:20

cielos!! pero si este tío escribe (o escribía hasta hace poco) en El Mundo de Pedro J!! qué hace en este templo de progresismo?? vade retro, caballo de tro-cilla de satanás!!!!
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0.0 | 0 | Nini | 13-03-2008 12:49:35

La crítica gratuita está muy bien, nos hace sentir superiores, Chuck. Otra cosa es sentarse a juntar palabras y que de eso salga algo legible y con calidad. Sin ser fanático, creo que este asunto de los escritores pangeicos está ayudando a desfosilizar el mercado literario español, demasiado perdido entre grandes grupos (sí, es una pena que Fdez. Mallo se haya pasado a PRISA) e intereses criptopolíticos más o menos abstrusos. Creo que lo mejor que está saliendo de aquí es una reivindicación del creador fuera de esos escritores semifuncionariales que son los que ocupan tres cuartas partes de la mesa de novedades en las librerías. Al César lo que es del César.
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0.0 | 0 | chuck | 13-03-2008 10:14:26

Quéeeeeeee rompeeeedor... creo que ya he oído estas palabras mil veces. Si se parte desde el posmodernismo no hay renovación literaria posible porque todo es relativo

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c.m.

Anónimo dijo...

Agustín Fernández Mallo: «Al escribir, necesito emociones lúdicas»
ABC 13/03/2008
MANUEL DE LA FUENTE
MADRID. Más que en la comidilla, Agustín Fernández Mallo, físico, novelista y «pospoeta», se ha convertido en la merendilla de todos los cenáculos literarios, en el hacker de la nueva narrativa española, al que se persigue por el ciberespacio del Parnaso tras la rebelión de los píxeles. Fernández Mallo es la rebanada más popular de lo que se ha denominado «generación Nocilla», que no es tanto un cacao como la apuesta de una serie de novelistas por escribir como si rodaran planos de un corto, como si le pusieran letra a una melodía de Radiohead, o salvando (al menos por ahora) las distancias, como si le pusieran al coronel Aureliano Buendía a escribir e-mail desesperados y repletos de ardor guerrero desde el corazón de Macondo.
La primera ración de crema de cacao con avellanas literaria la sirvió Fernández Mallo con «Nocilla Dream», que acaba de dar paso a la segunda entrega de la saga: «Nocilla Experience» (Alfaguara), poblada de seres marginales (¿también marginados?), cuyas desvalidas experiencias se desparraman por estas páginas. Seres cuyas solitarias peripecias se articulan en cortísimos capítulos de apenas una página, pero que son auténticos disparos creativos que dan entre los ojos del lector. «No es algo pensado. Quizá sea así porque vengo de la poesía y en ella se tiende a la síntesis, pero en realidad surge de una manera natural». Y tan natural, porque Fernández Mallo no se pone «trascendente» ni cuando habla ni cuando escribe. Se pone, más bien, como una moto.
Pero no entra en trance ni suda la camiseta novelística más de lo necesario. «Desde luego, no sufro al escribir. Por un lado trabajo seriamente, pero también necesito que la escritura me emocione lúdicamente. La poesía requiere más violencia contra uno mismo que la narrativa, tienes que ir arrancándote cosas, pero desde luego sufrir, pues no».
El cine (el de arte, pero también el de ensayo) y el pop son otras de las coordenadas sobre las que el novelista extiende su mapa. «La gente de mi generación creció con el medio audiovisual. No podría dar un referente, una influencia novelística, pero respecto al cine y la música podría dar cientos».
Quizá, a alguien la novela de Agustín Fernández Mallo pudiera parecerle el vaso de una batidora al que el autor va añadiendo ingredientes que a priori no pegan ni con cola, pero que luego la minipimer de su cabeza consigue convertir en una salsa muy cuajada. «Si mezclo tantos elementos es porque tienen algo en común en un nivel poético. La música, la ciencia, el cine... puede relacionarse en un paisaje poético».
La física, su profesión, también aporta sustancia a la novela. «No hay que olvidar que la poesía y la ciencia comparten algo: quieren expresar lo máximo con el menor número de elementos a través de un poema o una ecuación matemática». Por supuesto, la química también se lleva su parte. Porque «Nocilla experience» puede tener algo de experimento, pero nada de gaseosa: «Para mí, la alta y la baja cultura hoy en día están absolutamente fusionadas. Uno puede ser catedrático de literatura comparada pero al mismo tiempo ver la serie más tonta de la tele».
Nocilla, sí, qué merendilla. Pero tampoco es cuestión de que la popular crema finiquite aquel tiempo de cafelitos y copazos de chinchón en el Gijón. «La cazalla y el cafelito pueden estar fenomenal si los libros que escribieron quienes se los bebían aún perduran, porque fueron innovadores, fueron los nocilleros de entonces».

Anónimo dijo...

(hablando del artículo anterior)


Como se hace notar, la simplificación de la que hablabas en el resumen que queda es excesiva. No tengo ni idea de las palabras que se dijeron, pero no puede ser así, tan simple si hablamos de un entorno complejo: lo que me gusta como cuestión de fondo es lo fácilmente con que saludamos el fin de las tramas, como sería el caso d e Mercedes Cebrián, y lo difícil que es renunciar realmente a ellas (el pionero, el cerebro, el otro que estaba escondido...) Es por eso que creo que ni las tramas ni los personajes van a desaparecer así como así. Claro que sigue siendo otra opinión. Un saludo.

c.m.

Anónimo dijo...

Me refería al artículo copiado de Público.

c.m.

GASPARD dijo...

Hola c.m.

Como fué una entrevista por email, puedo poner un ejemplo de lo que se dijo, para comparar lo lo que se reprodujo.

Pregunta:
¿podrías hacer una pequeña lista de conceptos o lo
que quieras sobre los temas o formas por los que no estás dispuesto a transitar a estas alturas del partido?

Respuesta:
La pregunta que me haces es un poco complicada de responder, ya que no soy muy dado a cruzar Rubicones, poner a Dios por testigo de que no volveré a pasar hambre o decir de este agua no beberé... La verdad es que nunca me he planteado las cosas en términos negativos de no estoy dispuesto a hacer esto o lo otro, simplemente hay cosas que no hago porque estoy ocupado haciendo otras.
Creo que todos los temas y formas son todavía transitables, pero si se vuelve a pasar por ellos cobran un sentido diferente (Pierre Menard, again). Aunque alguien se empeñe en escribir como en el siglo XIX expresará cosas distintas a lo que se decía entonces. Con todo, trataré de confeccionar una breve lista de conceptos y actitudes que me parecen muy alejados de mi modo de entender la literatura (por motivos históricos, no por elección propia).

Me parecen completamente obsoletos:

1. El idealismo y los propósitos teleológicos: No creo que exista un modelo ideal de narrativa al que debamos aproximarnos. Mi idea de la literatura es experimental: producir modificaciones y observar resultados. Siempre que se resuelve un problema se crea otro nuevo. Esto excluye la idea tradicional de vanguardia artística como sustitución serial de un modelo estético por otro.

2. La incompatibilidad entre los modos narrativos y no narrativos de describir el mundo o la preeminencia de uno u otro. La literatura actual expresa el tránsito y la influencia recíproca entre ambos.

3. La creencia en identidades fijas y estables (sean psicológicas, políticas, territoriales, sexuales, etc...)

4. La correción política o su otra cara de la moneda, pretender provocar por provocar.

5. No tener una relación sana con el mercado: intentar ser comercial o creer que se puede ser "anticomercial"

6. Hoy en día es imposible considerar una obra artística (un libro en este caso) como un objeto cerrado en sí mismo. La aparición de nuevas formas simbólicas (derivadas en gran medida de las tecnologías) incrementa considerablemente el poder de la palabra. Alguien decía que ya no es necesario describir en detalle, porque todos sabemos como son las cosas, todos lo hemos visto todo. Con la proliferación de los medios digitales, no sólo lo hemos visto todo: lo hemos modificado, editado, transformado. Un autor que no sea consciente de estos efectos no sabe lo que está escribiendo.

Anónimo dijo...

(En El Cultural, 13-19 de marzo de 2008)

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Nocilla Experience
Agustín Fernández Mallo
Alfaguara. Madrid, 2008. 208 páginas, 16 euros

Si algo caracteriza a la novela española de los últimos decenios es su timidez y su escaso sentido del riesgo. En un ambiente mortecino como el que domina, las incursiones que podrían calificarse de experimentales son acontecimientos insólitos, porque parece más seguro aplicarse a componer novelas “cinematográficas”, lineales, superficiales y fáciles de digerir, que lanzarse a explorar caminos más acordes con las innovaciones narrativas, las teorías científicas y las corrientes de pensamiento actuales. La novela anterior de Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream, fue bien acogida en ciertos sectores de la crítica precisamente porque dejaba entrever un soplo de aire fresco e innovador, un deseo de huir de los moldes convencionales de la narración al uso y de buscar espacios libres y propios para la novela, no traducibles fácil e inmediatamente a imágenes fílmicas. Nocilla Experience es, según advierte el autor, la segunda novela de lo que será una trilogía. Pero no es cuestión de tener ese dato en cuenta ahora. Podrá hacerse, en cualquier caso, cuando dispongamos de la trilogía completa. Lo que conviene decir al posible lector es que no busque en estas páginas una novela al uso. Está organizada en una serie de 112 breves secuencias –algunas de las cuales son simplemente textos tomados de obras ajenas– que componen una serie de historias fragmentadas mediante un sistema de recurrencias en que cada motivo enunciado antes añade nuevas informaciones cada vez que reaparece. Es como si el autor hubiera esbozado primero las historias y luego las hubiera troceado, ofreciéndolas en fragmentos mezclados e incrementando progresivamente la información. Así, por ejemplo, la secuencia 6, que son unas palabras tomadas de Apocalypse Now, de Coppola (“Saigón, mierda, aún sigo solo en Raigón. A todas horas creo que me voy a despertar de nuevo en la jungla”), se reproduce, progresivamente incrementada, en las secuencias 17, 37, 68 y 99 hasta desembocar elusivamente, ya en las últimas páginas de la obra, en la historia de Jack, que evoca a su esposa muerta encerrado en una polvorienta caravana en Pasadera. Con parecida técnica se enlazan otras secuencias distantes (2-66-94, 23-39-82, 3-107, etc.) que afianzan la impresión de relato caleidoscópico, fluctuante, percibido en facetas distintas e incompletas y donde no existe diferencia alguna entre material inventado, textos ajenos acarreados en ámbitos diversos, desde la física al cine o la música pop, o bien noticias de prensa glosadas y reelaboradas, porque todo ello ayuda a configurar historias insólitas, como la de Harold y su carrera interminable por varios países, la del cocinero Steve y sus exóticos platos –fotografías polaroid rebozadas en huevo, cables eléctricos sumergidos en aceite con ajo del Líbano, carpaccio de hojas de obra literaria maceradas a la pimienta–, la del individuo llamado Julio que escribe una Rayuela B, la de Josecho y su proyecto transpoético –en que parece transparentarse el autor– y otras muchas, algunas puros desarrollos de historias reales, como el caso de Henry J. Darger, encerrado toda la vida en su apartamento de Chicago, sin salir salvo para acudir a misa.

La raíz vanguardista y experimental de que brota Nocilla Experience es evidente. La fragmentación, las informaciones incompletas, la acumulación de datos procedentes de ámbitos dispares, cierta frialdad deliberada, casi como de informe científico, en la exposición de los hechos así como el gusto por lo insólito y pintoresco, son marcas bien conocidas que aquí brotan en cada página. Lo que el autor se ha propuesto lo ha resuelto rigurosamente. Hay que esperar tal vez a examinar la trilogía completa para valorar adecuadamente el valor de su propuesta, que de momento no parece demasiado apta para lectores hechos a la literatura tradicional y poco amigos de explorar sendas nuevas no suficientemente marcadas. Más interesante que conseguida, Nocilla Experience abre, sin embargo, indudables expectativas en el terreno de la narración.

Ricardo SENABRE

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cm.

Vicente Luis Mora dijo...

Curioso, lo que he encontrado hoy sobre el anonimato, por pura caualidad, leyendo a Alda Merlini:

"El manicomio es una inmensa caja de resonancia
donde el delirio deviene eco
el anonimato medida"

(Alda Merlini, La tierra santa; Pre-Textos, 2002, p. 21)

Hum.

Anónimo dijo...

Hola Germán:

No cambia ni nada lo que dices a lo que finalmente ha aparecido!. Gracias por pasarme tu respuesta original

Pregunta:
¿podrías hacer una pequeña lista de conceptos o lo
que quieras sobre los temas o formas por los que no estás dispuesto a transitar a estas alturas del partido?

Repasando lo que acabo de leer de tu respuesta:


(...)”simplemente hay cosas que no hago porque estoy ocupado haciendo otras”(…)
Creo que todos los temas y formas son todavía transitables, pero si se vuelve a pasar por ellos cobran un sentido diferente (Pierre Menard, again). Aunque alguien se empeñe en escribir como en el siglo XIX expresará cosas distintas a lo que se decía entonces. (por motivos históricos, no por elección propia)"

Este párrafo me ha encantado, y me habría gustado más leerlo donde tocaba, todo el texto, claro.

Esto de repasar caminos trillados e inevitablemente expresar cosas distintas es cuando sale bien, lo contrario del turismo. Creo que Werner Herzog decía que caminar era sagrado y el turismo un sacrilegio. Y me quedo con las afirmaciones que podrían desprenderse de aquello que no haces, como “producir modificaciones y observar resultados. Siempre que se resuelve un problema se crea otro nuevo. Esto excluye la idea tradicional de vanguardia artística como sustitución serial de un modelo estético por otro.”

Por supuesto que sí, pero una relación actualizada con el mercado tal cual la planteas, hace comprender que este detalle “no serialista” no ha sido asimilado por los porta estandartes, pero sí, y cómo, por los agentes comerciales que cosen los banderines. Por eso surgen como si se tratase de las setas de temporada, porque tienen que salir todos los años… En un ámbito que conozco un poco mejor que el literario, es muy interesante la división familiar, ramificada y a gran velocidad, de cepas informes que carecían de una definición clara en el momento en que aparecieron.


Una “literatura actual expresa el tránsito y la influencia recíproca”, es la que mejor explicará lo que nos pasa ahora, pero, ahí no estoy de acuerdo porque ¿todos sabemos como son las cosas, todos lo hemos visto todo? Es un asunto amplísimo, y el paisaje que se abre tiene tantos niveles que sólo estamos nombrando lo que nos parecen las cosas, qué voy a decir que no hayas reflexionado, en fin. “Con la proliferación de los medios digitales, no sólo lo hemos visto todo: lo hemos modificado, editado, transformado.” Hay un guru indio Rajneesh, si no recuerdo mal, que decía de su éxito en occidente que toda la causa era que el hombre era un ser NO natural, por lo alejado de su experiencia con la Tierra.

“Un autor que no sea consciente de estos efectos no sabe lo que está escribiendo.”

Lost in Dub, me temo…Un Saludos cordiales,


carlos maiques

Anónimo dijo...

En El Mundo:

http://www.elmundo.es/elmundo/escorpion.html

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El Escorpión. Alejandro Gándara

Proyecto Nocilla.

17 de marzo de 2008.- 'Nocilla Experience' (Alfaguara) es la segunda entrega del Proyecto Nocilla que Agustín Fernández Mallo (1967), físico de profesión, se ha propuesto dentro de una más amplia vocación de buscar posibilidades a lo literario conectándolo con las ciencias, la información, las tecnologías y, en general, con este mundo nuestro tan cristalino y tan hecho pedazos.

En este libro, con hilos narrativos que van y vienen, asaltado por noticias de periódico verídicas o extravagantes, reflexiones puntuales sobre rincones de la realidad y apreciaciones de distinto género, hay historias de amor que suceden en Irak, investigadores obsesionados por el T-Rex, muchachos que viajan por oleoductos abandonados o que trafican con Yodo radiactivo escondido en el estómago, artistas que colorean los chicles aplastados en las aceras de Londres, fantasmas de escritores que se aparecen con segundas versiones de sus obras…

La impresión que causa el conjunto es, efectivamente, caleidoscópica, pero la emoción es la de un cuerpo atravesado por muchos canales diferentes, todos ronroneantes, que llegan y se pierden en sus correspondientes 'distancias de atenuación', es decir, una especie de cuerpo múltiple o multiplicado que sugiere y creo que retrata fielmente los sentimientos de estos individuos universalizados e hiperconectados en que nos hemos convertido.

Fernández Mallo tiene además una cierta mirada que en ocasiones recuerda al Kluge de 'El hueco que deja el diablo' (Anagrama), por lo que tiene de verosímil, de creíble al tocar con la punta de los dedos esa oscuridad, esas tierras de nadie, esos espacios indecisos a los que no llegan las máquinas, ni la observación, ni la razón.

La verdad es que lo hace muy bien y que consigue que corra el aire en nuestro ambiente literario. Juan Cueto lo ha explicado así: "Lo que sostiene (muy) postpoéticamente Fernández Mallo es sencillamente la literatura de la verdadera transición, la que aquí, en el país de las transiciones tardías y pelmazas, nunca se mencionó.".

Anónimo dijo...

De El Escorpión. Alejandro Gándara.

Tigre sorpresa

18 de marzo de 2008.-

Con lo que más encaja Fernández Mallo, aparte de la tendencia rayuelista (dosificada), es con una especie de “off beat”, de compás fuera de melodía, de “tertium non datur”, o sea, de buscar por ahí lo que no se deja ver a la primera y que sin embargo tiene voz. Resulta sano, aunque sólo sea por contraste con la plasta de la información y de la comunicación habituales.

Ya mencioné ayer lo que decía Juan Cueto. Yo añadiría que el Proyecto Nocilla llama la atención por el momento tan plano que estamos viviendo en España. En la Transición, creo que hubiera pasado más desapercibido, pues había mayor energía y bulla creativa. Y es verdad que en cierto sentido es un regreso más que algo original. Les pongo algunas curiosidades, para que se entienda: 'El parchís y la evolución de las especies tienen mucho que ver: ambos están basados en 3 ó 4 reglas muy simples, y sin embargo son complejos ejercicios de supervivencia. El ajedrez, por ejemplo, es un deporte muy sencillo porque en algún sitio todas las partidas están ya escritas, sólo hay que analizarlas en una computadora, pero el parchís se fundamenta en la tirada de un dado y esa emergencia del azar a lo real es lo más complejo que una persona pueda llegar a imaginar.'

'Si dejamos de mirar el paisaje como si fuese el objeto de una industria podremos descubrir de repente una gran cantidad de espacios indecisos, desprovistos de función, a los que resulta difícil darles nombre. Está situado en sus márgenes: en las orillas de los bosques, a lo largo de las carreteras y de los ríos (…) Cubre superficies de dimensiones modestas, tan dispersas como las esquinas perdidas de un prado [las cunetas] (…) Entre estos fragmentos de paisaje no existe ninguna similitud de forma. Sólo tienen una cosa en común: todos ellos constituyen un territorio de refugio para la biodiversidad. En todas las demás partes ha sido expulsada.' (Extraído del 'Manifiesto del Tercer Pasaje', de Pilles Climent, en Editorial Gustavo Gili).

'Si a una persona le dicen que detrás de las 5 puertas que tiene ante sí hay un `tigre sorpresa´ y hay que adivinar detrás de cuál de ellas está ese tigre, entonces sabrá que detrás de la última puerta no podrá estar, porque una vez llegada hasta esa puerta sin haber encontrado al tigre, ya sabría seguro que estaría detrás, y en ese caso ya no sería un `tigre sorpresa´. Y tampoco está detrás de la penúltima, porque sabiendo ya que en la última no puede estar, entonces sabría, con toda seguridad, que ha de estar en la penúltima, y en ese caso tampoco sería ya un `tigre sorpresa´. Pero en la antepenúltima tampoco, porque sabiendo que no puede estar en la última ni en la penúltima, entonces tendría que estar justo ahí, en la antepenúltima, y entonces ya tampoco sería sorpresa, y así va descartando todas hasta que se da cuenta de que el tigre no puede estar en ninguna, y que precisamente ésa era la `sorpresa´, y para demostrarlo va abriendo las puertas una por una hasta que en una de ellas, da lo mismo cuál, el tigre le salta al cuello y lo mata, y Jack piensa que eso mismo pasa en la vida con lo que se planea y lo que en efecto al final ocurre. No es que la teoría y la vida estén mal, es que no tienen nada que ver, como tampoco tienen nada que ver los pensamientos del pez que baja aleteando con los del cabrón que tira del anzuelo y arriba espera.'

Anónimo dijo...

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