sábado, 11 de enero de 2020

Poliantea 1


 

Paul Dirac era un matemático hasta los tuétanos, una personificación del dicho de Karl Friedrich Gauss de que, cuando ello es posible, uno debe contar. Una vez que estaba paseando con un colega, éste señaló que había catorce patos en el lago; Dirac respondió: “Quince. He visto uno yendo bajo el agua”. También era excesivamente empírico. Una vez que un recién llegado a la mesa de los profesores importantes de Cambrigde se aventuró a decir, para iniciar la conversación: “Hace mucho viento, profesor”, Dirac se levantó, fue hasta la puerta, la abrió, miró fuera, se sentó, pensó un momento y luego respondió: “Sí”.

Timothy Ferris, La aventura del universo, II


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Esto respondió el famoso periodista y parlamentario inglés John Wilkes cuando le atacaron por su trayectoria:
–El conde de Sandwich: "Señor, yo no sé si morirá en la horca o de la viruela".
–Wilkes: "Eso depende, mi señor, de si me abrazo a los principios de su señoría o a los de su amante"

Bethan Kernan[i]


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Es esencial: cuanto más personal sea el producto, mejor. Sólo hay dos cosas que puede uno controlar en la vida: el arte y la masturbación.

Woody Allen, El País, 03/12/2000

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El físico norteamericano Murray Gell-Mann (...) hablaba más lenguas de las que sus amigos podían contar, tenía un conocimiento a fondo de todo, desde botánica hasta el tejido de alfombras caucasianas, y se decía, con perdonable exageración, que era un gran físico, no porque tuviese particulares aptitudes para la física, sino simplemente porque se dignaba incluir la física entre sus muchos intereses (...) corregía  a los extranjeros sobre la ortografía y la pronunciación de sus propios nombres, mientas que él pronunciaba las palabras extranjeras con tan impecable acento que a veces no se hacía entender. (...) Richard Feynman, el principal competidor de Gell-Mann por el título de “el hombre más listo del mundo”, pero carente de presunción, una vez se encontró con Gell-Mann en el vestíbulo exterior a su despacho de Cltech y le preguntó dónde había estado en un viaje que acababa de hacer. “Moon-TRAY-Algh”, respondió Gell-Mann, con un acento francés tan pesado que sonaba como si se estuviera ahogando. Feynman –quien, como Gell-mann, había nacido en la ciudad de Nueva York–, no tenía ni idea de qué estaba diciendo, y cuando finalmente descubrió lo que Gell-Mann decía era “Montreal”, le preguntó: “¿No crees que la finalidad del lenguaje es la comunicación?”.

Timothy Ferris, La aventura del universo, II


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Te sorprende que la oreja de Mario huela tan mal.
Tú tienes la culpa: por cotillearle, Néstor, a la oreja.
Marcial



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“Un pueblo de EEUU se llamará Half.com”. (...) Este pequeño pueblo de 370 habitantes, antiguo paso para las caravanas que visitaban el viejo Oeste, está decidido a reencarnarse a través de la Red y a presumir de que es la primera comunidad de Estados Unidos que ha colgado en su nombre el apellido .com

Hoy en Internet, Diario El Mundo, 12 de enero de 2000

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En un primer borrador escribí: «La teoría topológico-psicosocial de Lacan»; pero una de mis amigas, Montse Domínguez, planteó la muy atinada pregunta: «¿Qué es eso? Y en todo caso, ¿qué tiene que ver la topología matemática con el psicoanálisis?». Y empecé a temer que ese pasaje pudiera dejar en evidencia el montaje. Pero entonces di con la solución perfecta: para embrollar la cuestión e impedir que el lector pensara, ¡utilizar el francés!

Alan Sokal, Más allá de las imposturas intelectuales (2008)

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Dicen que el francés debería ser la lengua universal, y yo manifiesto mi acuerdo si con ello se quiere decir que es la lengua con la que uno puede engañar a sus anchas a todo el mundo.

J. W. von Goethe, Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796)

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FAUSTO: Si tuviese yo siquiera siete horas de sosiego, no tendría necesidad alguna del diablo para seducir una criatura como esta.
MEFISTÓFELES: Ya casi habláis como un francés.

J. W. von Goethe, Fausto (1832)

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Se me ocurre algo mejor para cerrar capítulo: es el día en que todos los padres del planeta confiesan a sus hijos que son franceses. Escenas de terror y llanto ante la terrible noticia.

Rubén Martín Giráldez, Menos joven (2012)

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Los franceses no tratan bien a sus caballos. Se los comen.

Peter Greenaway, The Draughtsman's Contract (1982)

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De hecho, la mañana le había deparado una nueva decepción: el cotejo del modus operandi del asesino con los archivos de los asesinos múltiples no había dado ningún resultado. En ninguna parte de Europa, ni en Estados Unidos ni en Japón se tenía constancia de un homicida que cortase en tiras a sus víctimas y después las desperdigara por la habitación, era algo absolutamente sin precedentes. “Por una vez, Francia va en cabeza…”.

Michel Houellebecq, El mapa y el territorio (2011)

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Conforme crecía, una notoria educación inglesa corrigió en gran medida sus defectos franceses.
Charlote Brontë, Jane Eyre (1847)

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Péguy, el más heroico en la vida y en la muerte, el más sensible también a la poética de ser francés. [...] Mystères y Cahiers siguen siendo, para devolvernos nuestra singularidad de espíritu, el canto épico de nuestra conciencia. Tanto es así que Dios habla en él directamente a los franceses para distinguir sus virtudes, desarrollar su historia y, con una dilección a la vez tierna y viril, hacerlos brillar de gloria. Todos de buena raza, ‘hijos de buena madre’, los franceses, pueblo inventor de la catedral, pueblo inventor de la cruzada, viven la fe y la caridad y son el pueblo de la esperanza.

Alphonse Dupront, “Du sentiment national” (1972)[ii]

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            Los franceses me parecen una raza melancólica, ¿será que no tienen imaginación, y por lo tanto ningún desahogo cuando se topan (como termina ocurriéndole a cualquier persona inteligente) cara a cara con los horrores del mundo?

Lytton Strachey a Virginia Woolf[iii]

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En el cartel de esta noche, el técnico René Descartes [...] El francés es, a nadie sorprende, un egocéntrico.

Jorge Volpi, Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción (2011)


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A pesar de su putrefacción o, si se quiere, gracias a ella, el esprit francés, tan vitriólico como casual en apariencia, sigue fascinándonos a muchos. Boni de Castellane, un gran señor “fin de siglo”, algunos de cuyos rasgos aprovechó Proust para crear a Charlus y a Swan, le dijo a un noble ful que le mostraba falsos retratos de sus antepasados del XVI, preguntándole como los encontraba: “A decir verdad -dijo Boni- parecen muy sorprendidos”. Y remató la faena con este soberbio pase de pecho: “Cuando usted se muera, le mandaré una corona y ésa será, querido, la única auténtica en su vida”.

Antonio Martínez Sarrión, Esquirlas

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Otra vez por empatía o en virtud de ciertas y siempre relativas coincidencias epocales, no cabe sino admirar la respuesta de la dieciochesca Madame du Deffand a un cardenal que refería el largo trayecto de san Dionisio, patrono de París, entre el lugar de su decapitación y el sitio donde acabaría erigiéndose el templo a él consagrado: “Ah, monseñor, en estas cosas lo que cuenta de veras es el primer paso”.

Antonio Martínez Sarrión, Esquirlas

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Hazía con esto maravillas, que cuando vino por aquí el ambaxador francés, tres vezes vendió por virgen a una criada que tenía.

Fernando de Rojas, La celestina (1500)

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Un noble de la corte de Luis XIV se parecía muchísimo al rey, quien reclamó la presencia de aquel doble suyo cuando fue informado de su existencia y le preguntó:
-¿Su madre visitó la corte en alguna ocasión?
El noble, haciendo una reverencia, respondió:
-No, señor. Pero mi padre sí que estuvo aquí.
Alfred Tennyson

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Las discotecas cierran a las ocho de la mañana porque hay gente muy torpe que necesita mucho tiempo para ligar.

Manuel Vicent, Las horas paganas

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Nosotros sabemos muy bien lo que es trabajar, porque lo hemos visto.

El Gran Wyoming - Reverendo, Antología 1975-2000


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Dios hizo las aguas, la tierra, los astros, las plantas, los animales, el hombre y la mujer; y no siguió haciendo porque comprendió, en su infinita sabiduría, que lo iba haciendo muy mal.

Silverio Lanza

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Me confieso culpable de platonismo y de berkeleyismo y dudo mucho de que a estas alturas pueda obtener la remisión pues además desde hace bastante tiempo incurro en la inquietante manía de mallarmeísmo y concibo el mundo como un libro que yo estoy o debería estar escribiendo.

Salvador Elizondo, Camera lucida (1983)

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            Me dejé las espinas, no soy tonto del todo. No me gustaban especialmente. Las rosas, digo. Pero seguí comiendo.

José Óscar López, Fragmentos de un mundo acelerado (2017)

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Salimos a cenar con el músico pop, que no cena porque está a régimen y sólo toma un cuenco de cacahuetes. La noche va tirando hacia bares de alcohol fuerte o más o menos parisino. El músico los pide de dos en dos hasta que duerme su borrachera con la frente en el mostrador mientras hablo con dos críticos musicales de periódicos de la ciudad. Suena entonces la campana del cierre, levantamos como podemos al músico, y se nos cae muy seguro al suelo. Alcanzamos a llevarlo hasta su coche. Los dos críticos, con su mejor intención, proponen dejarlo a dormir así, el coche en la calle y él inconsciente en el asiento de atrás toda la madrugada, con la ventanilla un poco abierta. La crítica musical es despiadada.     

Álvaro García[iv]
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            Vaya, qué maravilla, pienso. Por aquí anda la vida. Estoy rodeado de detalles jugosos. Esto es el paraíso del amante del chisme. Apenas una semana después, veo otra pelea en la misma curva de la calle. A ésta se unen todos los vendedores ambulantes de la zona. Es un pandemonio, pero totalmente normal, y en diez minutos se disipa. Fin de la riña. Todos vuelven a sus asuntos. Es una pésima forma de manejar una sociedad, sí, pero de pronto siento una vaga piedad por todos los escritores que deben ejercer su oficio en soñolientos barrios residenciales estadounidenses y tienen que ocuparse de cosas como el divorcio describiendo como friega muy lentamente los platos un personaje. Si John Updike hubiera sido africano habría ganado el premio Nobel hace veinte años.

Teju Cole, Cada día es del ladrón (2007)

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Dios existe, estoy seguro de ello; la existencia de alguien superior es la única explicación posible para tanta prueba y error. Dios es un científico con más fracasos que aciertos. Empezó bien, en especial durante los primeros siete días. Pero tendría que haberse retirado hace tiempo.

Rodrigo Fresán, “La formación científica”, Historias argentinas (1993)

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Cuando la entrevistadora americana, todavía bella, me entrevistó fue para decir: “Uy, ¡Cuántos libros!”, y para preguntarme enseguida: “¿Los ha leído usted todos?” “Sí”, le dije, “pero solamente una vez”.

Guillermo Cabrera Infante, prólogo a VV.AA. Palabra de América (2003)

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Sabato y su mujer, Matilde, daban una cena en casa con amigos (y no tan amigos) escritores. La cena iba bien, todo el mundo charlaba animadamente, pero Sabato, en su silla de anfitrión, cada vez parecía más contrariado. Entonces Matilde escribió algo en un papelito y pidió a todos los asistentes de la mesa que se lo fueran pasando de uno a otro como si de una notita escolar se tratarse. El papelito traía: "Ernesto está triste porque no se está hablando de él".

Leticia Sánchez Ruiz, en Facebook




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[i] B. Kernan, “The 10 Most Perfect Responses of all Time”, The Independent, 2016, http://indy100.independent.co.uk/article/the-15-most-perfect-responses-of-all-time--ZJAVQNpbZl.
[ii] Citado en Marc Fumaroli, La república de las letras; Acantilado, Barcelona, 2013, pp. 368-369.
[iii] Virginia Woolf y Lytton Strachey, 600 libros desde que te conocí. México D.F.: Jus, 2017, p. 24, traducción de Socorro Giménez.
[iv] Álvaro García, “Sin contemplaciones”, El Mundo, edición Málaga, 07/03/2007.

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