sábado, 31 de julio de 2010

Pantpágina

Aquí:

http://www.dvdediciones.com/firmas_vlmora.html

69 comentarios:

Unknown dijo...

El problema, señor Mora, no es que la crítica española tenga una altura de miras, en fin, moderada, por ser generosos, ni que se muestre incapaz de asumir las nuevas formas, que ni siquiera son nuevas. El problema es cuando una forma supuesta nueva apenas disimula un contenido tan rutinario como el de una novela policiaca escandinava, pero menos entretenido, o absolutamente ningún contenido. No sé si se acuerda del viejo dicho acerca del camino y las alforjas. Pues eso.

Vicente Luis Mora dijo...

En todo caso ese problema, de ser como usted dice, sería otro problema. Pero en fin, matemos al mensajero en vez de debatir, como siempre. Saludos.

Javier Calvo dijo...

No puedo estar de acuerdo con este post en absoluto, lo siento. Antes de nada, quiero puntualizar que respeto tu criterio y lo admiro y soy lector fiel de toda tu obra. Pero este argumento que usas me suena viejo, gastado, victimista y lo peor de todo: creo que se basa en una oposición completamente ficticia.
Por coger solamente libros de los últimos dos años: El ladrón de morfina, Providence, Los muertos, €RO$, Las teorías salvajes, Inundaciones, Aire Nuestro, El mundo sin las personas que lo afean, España aparta de mí estos premios, Twistanschauung, Emulsió de Ferro..... y un largo etcétera. Algunos de estos libros te interesarán y otros no, claro, porque no hay dos criterios idénticos. Pero si algo no se puede decir de ellos es que sean formas viejas. Son, igual que Alba Cromm, novelas nuevas, innovadora cada una a su manera y sin seguir ningún programa. Toda ellas han recibido atención crítica, muchos aplausos y el respeto que merecen dejando sitio a la disensión, porque la opinión es libre y respetable. (Y yo no soy en general nada amigo de la crítica).
Me parece mucho más sensato dedicar el tiempo a escribir y escribir libros cada vez mejores en lugar de quejarse de este país y echarse a despotricar cada vez que nos hacen una mala crítica o no nos dan la atención que merecemos (no estoy diciendo que este sea tu caso). Por definición, todo escritor cree que merece mas atención de la que recibe. Todo lo demás es estéril: inventar enemigos ficticios ("la crítica a la vieja usanza", "este país atrasado", etc). Y a fin de cuentas, ¿para qué escribimos? ¿Para los críticos? ¿Acaso son tan importantes?

Vicente Luis Mora dijo...

Querido Javier, así da gusto, así se puede debatir en vez de echar balones fuera. Entro al trapo, como es mi costumbre.
La cuestión no es si esos libros han merecido o no (por cierto, ¿hay traducción al castellano de Twistanschauung? Tiene buena pinta) atención crítica. Lo que habría que ver es:
1) Quién y dónde hizo esas “buenas reseñas”, teniendo en cuenta que un servidor ha sido el más voluntarioso defensor de algunos de los libros que citas.
2) Qué decían esas críticas, desde qué esquemas teóricos analizaban y qué valores resaltaban de esos libros, porque si hiciéramos ese estudio (yo estoy algo ocupado para hacerlo), a lo mejor descubriríamos que la crítica enfatizaba su pertenencia a una tradición realista, o su adscripción a cierto esteticismo, o sus coqueteos con la metaliteratura, y espera que me entra sueño imaginando posibilidades… La cuestión no es alabar un libro, sino situarlo teórica y contextualmente en el lugar apropiado. Se pueden alabar los libros de Eloy Fernández Porta por lo que tienen de renovadores y luego no especificar en qué consiste esa novedad y frente a qué discursos (sociológicos, estéticos, literarios, etc.) Eloy plantea esa renovación. Con lo cual, el elogio crítico sería en realidad insustancial, inane y caería en los vicios que Eloy se propone combatir. Esto solo por poner un ejemplo. Otro ejemplo: cuando Senabre alabó “Nocilla Dream”, los motivos que daba podían haber servido para defender, pongamos, “Cañas y barro”. No sé si queda claro lo que intento decir, me parece que sí.
3) ¿Cabreo por alguna reseña recibida? Seamos honestos, puede que sí, todos tenemos corazoncito, pero estos razonamientos vienen exponiéndose en este blog bastantes años antes de sacar la novela. Quiero decir que por aparecer ahora no dejan de ser coherentes.
4) ¿Qué significa “quejarse de este país”? Soy doctor en literatura española, Javier, si no me gustara este país y su literatura hubiera estudiado filología inglesa, ¿no crees? He publicado tres libros e infinitos artículos y reseñas sobre literatura española, la mayor parte de ellos laudatorios y en términos positivos. Creo que pocas personas pueden decir que han defendido tanto la literatura española contemporánea como yo, sobre todo fuera de nuestras fronteras, de lo que hay numerosos testigos y numerosos testimonios por escrito. ¿Cómo va esto, si eres autocrítico con tu país eres antiespañol? ¿Estamos hablando en serio? ¿No hemos aprendido nada?
5) Si los críticos no son importantes, ¿para qué entrar en este blog y dejar un comentario? Si nos ponemos extremistas, ni la crítica ni la literatura ni la cultura son importantes. Si permanecemos en la sensatez, veremos que todo lo cultural es importante, y la crítica también. Dentro de un orden, por supuesto, pero sí que importa. Si no, ciertas opiniones no escocerían en absoluto.
Un fuerte abrazo, Javier, y muchas gracias por dejar tu opinión sincera y valiosa.

Anónimo dijo...

Para mi, uno de los problemas de este debate, y creo que el de todos los debates en torno a la literatura y a la vida, es que no se puede ser juez y parte. Y creo que mucha de este "nueva" literatura lo pretende.
Personalmente,no me parece lícito pretender que todos te interpreten desde los marcos que uno/varios/ proponen como los más adecuados. Porque sería cómo pretender que la gente interpretara tus actos desde tus propios marcos vitales y no desde los suyos. Es decir, con-vencer a los demás para que te comprendan y te estimen como tú mismo te estimas.
Desde este punto de vista, me parece totalmente interesado el debate sobre los nuevo y lo viejo. Me parece parte de un juego de poder que no debería importarle una mierda ni a la buena literatura, ni a la mala literatura.

A mi modo de ver, y parafraseando a mi madre, son explicoteos sobre la propia conducta; a no ser que se justifiquen por sí mismos. Algunas críticas lo consiguen de sobra.

La crítica literaria no es una ciencia ni ejerce ni tiene la jurisdicción sobre la literatura. Es un género que, como casi todos los géneros literarios, se nutre de la lectura, relectura e interpreteción de otras obras literarias.

Raúl

Anónimo dijo...

Por si no he sido lo suficientemente explícito; lo dicho para la "nueva" sirve de igual manera para la "vieja".

Raúl

Javier Calvo dijo...

Aun a riesgo de acabar con tu paciencia e incurrir en tu ira, vuelvo a mostrarme en desacuerdo. (Prometo que con esto termino). Hay dos disciplinas distintas que estás mezclando arbitrariamente y en beneficio de tu argumentación. Una es la crítica periodística o reseñismo, que es un género del periodismo. Otra es la crítica académica, que es la que tú practicas. La crítica periodística y la académica tienen objetivos y códigos distintos: la crítica periodística no puede usar la teoría porque va dirigida a un público general que no tiene conocimientos teóricos. Siempre ha de presuponer que el lector no sabe nada. El tipo de análisis que lleva a cabo es distinto y va encaminado a un juicio rápido y simple, basado en coordenadas comprensibles por cualquiera. Una buena crítica periodística no debe manejar conceptos de teoría ni usar lenguaje académico. Es, como he dicho, un género del periodismo. Una excepción clara es algo como la revista Quimera, que aunque no es una revista académica es leída en un 90% por universitarios de letras y donde sí es pertinente usar lenguaje teórico.

Javier Calvo dijo...

Y volviendo al post original, debo confesar que me escandaliza su mesianismo. El conjunto de manifestaciones que tú defines como literatura de la pantpágina me parece interesante, sí, pero en todo caso me parece un fenómeno interesante entre otros muchos. No es la dirección única que debe tomar la literatura, supongo que estamos de acuerdo, porque esa limitación supondría un empobrecimiento horrible. No creo que vivamos dentro de una historia literaria regida por un progreso hegeliano en pos de la verdad o de la literatura ideal.
De hecho, el modelo que presentas es algo aceptado como válido en términos generales por básicamente todo el mundo. No es el objeto de ninguna persecución, hasta donde yo puedo ver. Al oponer la literatura pantpágina "innovadora" y "buena" (incluyendo Alba Cromm en ella, claro) a lo que hacemos todos los demás, estás cayendo en la misma película del oeste de siempre: los buenos contra los malos. Los "innovadores" perseguidos y atribulados contra los tradicionales. Y además, como dice el primer comentario, hablamos de formas que en su mayoría no son nuevas en absoluto. Lo cual no les quita interés como tendencia, pero por favor, no perdamos la realidad de vista. Eslogan final de este comentario: No más películas del oeste.
Y ahora renuncio a todo derecho de réplica para dejar que me machaques, que para eso es tu blog.

locomer dijo...

creo que la clave de todo esto es cuando afirmas que con la pantpágina el narrador puede incorporar todo lo que hay, ahora bien, ¿acaso la añeja página en blanco no contiene esta posibilidad?

Si respondemos afirmativamente a la pregunta, entonces estamos tan solo en un nivel de diferencia en la presentación de un determinado contenido, y en este caso a efectos de la trama y su resolución, la inserción de una fotografía de un árbol o escribir la palabra árbol resultaría intrascendente,

ahora bien, cabe pensar que presentar de un modo u otro arroja luces distintas sobre un mismo contenido, de modo que con el paso de la página a la pantpágina el mundo de la literatura se vería ampliado de tal modo que a través de la pantpágina se pueden mostrar cosas que la página en blanco no admite,

a mi modo de ver la pantpágina si que cumpliría con esta segunda opción, no obstante, creo que a veces se le pone demasiado enfásis al formato (o modo de presentación), lo cual significa apostar por un efectismo y una espectacularidad vacuos, que no arroja nuevas luces sino que repite fracasos ya experimentados por aquellos que se sustentaban en la página en blanco,

salut

PD: cuando hablo de contenidos me refiero a la vida y la muerte de los hombres, ya sean estos prehistóricos o posmodernos.

PD2: me parece que es perder el tiempo en ese debate cortijero de las dos críticas y más teniendo en cuenta de que hay espacio suficiente para que cada cual haga lo que crea conveniente, siendo el tiempo el que dirá...

Vicente Luis Mora dijo...

Hola a todos. He aprobado los comentarios, pero no tengo tiempo para contestarlos ahora; espero hacerlo mañana. Gracias por vuestras aportaciones.

cgamez dijo...

Hola Vicente,

me gustaría aportar dentro de lo que cabe a este debate sobre la pantpágina.

1) A mi modo de ver existe una realidad que comentas en el posts, como es que está cambiando la forma en que leémos. Hace unos días hablaba de esto con Óscar Gual y, la verdad, me da la impresión de que estamos inmersos en un fenómeno parecido al que sucedió con el paso del papiro al libro manuscrito. Objetos similares pero que se leían distinto (coincido contigo en lo agustiniano). En este sentido, creo que se está perdiendo una gran oportunidad de formar al lector joven acostumbrado a lo multimedia (pantpágina?), que puede andar perdido en muchos casos. Pero resulta más fácil patalear diciendo que no se lee que formar.

2) Otra realidad, distinta, es que la mayoría de los lectores españoles son gente de letras o interesada por las letras más que por otras cosas (cosas que a ti y a mi nos gustan, pero que se le va a hacer) y no le suele gustar encontrarse "esas cosas" en los libros. Ese colectivo no es especialmente numeroso (un 20% en la década de los 90, momento clave para lo que hay ahora, sin entrar en bestsellers, claro) pero sí mayoritario en el tema que estamos tratando. Ese público es libresco y va a seguir siendo libresco mucho más que pangeico (de ahí el éxito Vila-Matas). La industria española del libro se ha cimentado sobre esa base, y con ella los suplementos literarios de los periódicos (eso lo analiza muy bien Calvo) que todos sabemos que son el otro vértice de un panorama que se completa con el mercado. Es cierto, que público y recepción están cambiando como se pudo observar con el fenómeno Nocilla. Pero también es cierto que el lector libresco va a seguir comprando y el crítico libresco de suplemento literario va a seguir recomendando.

3) Sería loable que existiera una crítica como colectivo de lectores críticos más allá de lo periodístico y lo académico y que sirviera de orientación para los que gustamos del placer de leer. Pero también es cierto que las cosas no se mueven si no se las empuja, y que los sistemas en movimiento son los que tienen futuro. En este sentido alabo tu valentía. Aunque creo que en tu doble faceta de crítico y escritor estás en una situación cuando menos incómoda. Si ejerces de crítico siempre te achacarán que estás defendiendo tus propios libros o a tus amigos. Si ejerces de escritor, te echarán en cara que no eres tan purista como tu propia crítica exige.

Es evidente que la creación es difícil y uno no siempre consigue lo que quiere al 100%. Y ejercer la crítica honesta también es algo complejo. Se puede tomar la muy loable decisión de Calvo, que se define como escritor y trata de "escribir y escribir libros mejores" lo que es aplaudible, pero cada cual elige su destino.

En todo caso, de la misma manera que en los años 90 el mundo editorial se organizó para crear lo que en gran medida hay ahora, creo que con las posibilidades sociales que da Internet, los interesados por la literatura nos podemos organizar de una forma que no gustará a todos pero que será susceptible de modificación. En este sentido, creo que eso es lo que intentas desde este blog.

Abrazo.

Unknown dijo...

“Cuando dices lo que te apetece también tienes que estar dispuesto a escuchar lo que no quieres oír”.

José Luis Amores dijo...

Ayer fui a comprar pan al Supercor y vi el libro de María Dueñas. Lo abrí por curiosidad (antes en la playa había visto a dos o tres viejas y alguna que otra maciza con él sobre las piernas) y leí un par de “con todo mi ser”, etc. Treinta días antes me lancé a una evangelización del producto Providence entre amigos lectores (no me atrevía con el asno). Esta acción fue realizada en lenguaje llano y vulgar, destilado de retórica y exento de academicismo (esto último, además, hubiera obtenido un resultado impostado y, por supuesto, mierdoso: un bodrio), con una imagen añadida supuestamente cachonda. El resultado, a día de hoy, es la compra, contabilizada a base de servilletas, de unos 40 ejemplares de la novela, un debate abierto en un foro sobre “libros” de máxima audiencia con cerca de 1.000 lecturas y seis páginas de comentarios, una ficción basada en la lectura obligada de la novela y escrita con un pseudoestilo a lo Foster Wallace y otra imagen irónica más. Tanto la reseña inicial como esa segunda lectura ficcional han recibido más de 200 visitas en dos semanas en un blog nuevo y totalmente desconocido.

Es decir: los lectores están hasta la coronilla de lo de siempre. Ya no leen crítica en papel, sino que buscan en blogs y foros y en Facebook a lectores de su misma calaña para enfatizar, no sentirse tan solos y leer lo que esos otros leen. Y si se encuentran con reseñas escritas la hostia de buenas pero con “ciertas dificultades” de lectura, te puedo asegurar, Vicente, que salen por piernas: de la reseña y del libro.

Y, además, Vicente, puedo asegurarte que los que escriben reseñas en esos medios (ya sé que no es lo que tú haces, aunque alguna vez sí), como no saben decirlo mejor, entonces lo dicen fácil. Dicen si blanco o negro, o si hay que comprar o no comprar. El lector, entendido como masa, es binario porque no es lector furibundo. Pero no es gilipollas. Es decir, si a la maciza (no sé yo si a la vieja) de la playa le das Alba Cromm (o Providence, o Aire nuestro, etc.) en lugar del bodrio de Dueñas, la tipa se lo va a leer igual porque no es tonta; y creo positivamente que se lo pasaría mejor (y nosotros también, viéndola a ella disfrutar con una revista masculina tan gorda). Mientras no se entienda esto, las ventas van a seguir siendo pírricas y a favor de las Dueñas, Stewarts y demás, y el círculo vicioso no va a acabar nunca.

Me explico mejor: hay que decir las cosas de otra forma, además de la supermegacojoacadémica que nos vale para que gente como quienes entramos aquí te leamos y todo eso. Pasa de los críticos esos de los cojones, que sigan escribiendo sus basuras para que no las lea nadie. Porque lo que es la gente de a pie, te digo yo que se guía por lo que hay en las mesas de novedades y las fajas de no sé cuántos ejemplares vendidos, pero también en los blogs, etc. de reseñas facilonas.

Acción callejera, guerrillera, urbana y suburbana y hasta campestre es lo que hace falta para arañar cuota de mercado (siempre con la premisa de producto bueno, bonito y, si no barato, al menos no más caro), y no academicismo, que, de acuerdo, da pátina y satisfacción y otras agradable sensaciones, pero no ventas. Para mí, que leo desde hace la pera, entre 100 y 150 libros al año (menos que muchos de tus “lectores”, pero bastante más que la media lectora), la crítica española “al uso” se fue al tirar de la cadena hace eones. Hay que convencer a los que anualmente leen de 10 o 12 libros para arriba. Ésos son la masa. Pero no tienen tiempo para conocer nuevas propuestas si éstas no les resultan, bajo su presentación (recuerda las tres pes del marketing), atractivas. Se dejan llevar, pues. Una lástima.

Todavía no he conseguido venderle el crucifijo a Drácula, pero estoy en ello.

Saludos.

505 dijo...

Leído lo leído, la Pantpágina me parece que no es más que una página cualquiera de internet. En un principio tomaba como modelo la página de cualquier libro o periódico, y poco a poco se fueron añadiendo elementos: videos, links, canciones, publicidad...

Perdóneme si no lo he entendido, pero tengo la sensación de que se quiere inventar algo que ya existe.

Si queremos dar a entender que la literatura como religión ya es mayor de edad y puede salir de su templo (el libro tradicional), me parece bien. Pero se estará introduciendo en templos que no son los suyos... el medio audio-visual, que actualmente es algo así como el cristianismo en el s. XVI. Y si quemamos los templos originales (el libro tradicional) es muy probable que nos quedemos sin nada. ¿Volveremos al paganismo? ¿Se radicalizarán las posiciones? ¿Iniciaremos algún tipo de guerra santa?

Creo que olvidamos algo muy importante: la narración. Nos centramos demasiado en el soporte. La narración actual debe reflejar el modus vivendi del homo internetus, por llamarlo de algún modo. O no. La diversificación es necesaria para captar el valor de propuestas nuevas e interesantes. Tienen que co-existir formas viejas en contraposición a formas nuevas. De igual modo, tienen que existir críticos de la vieja escuela así como nuevos críticos con proyecciones e intereses contemporáneos.

Manuel G dijo...

Hipótesis: ¿y si todo este grupo se correspondiera con una literatura imitativa más que innovadora?

Imitativa de obras y escritores postmodernos con algunos añitos ya, pero en otros países fuera de nuestro horizonte. En España suele pasar esto; por ejemplo el romanticismo llegó tarde, y en plan atracanada.

Así pues, ¿literatura imitativa?

Mercedes Pinto dijo...

Creo que el problema de fondo del triste panorama literario actual no es en sí mimo la manipulación de la crítica, que también, sino el monopolio de la publicidad. No hay competencia en el mercado, siempre se publicitan a los mismos autores, normalmente por razones políticas, y, naturalmente, sólo se consume aquello que se anuncia en los principales medios de comunicación. Si los todos títulos que salen anualmente -una barbaridad, a mi modo de ver- tuviesen las mismas oportunidades de llegar al lector, éste podría por sí mismo dar protagonismo a aquellos que realmente, por uno u otro motivo, tienen algo que ofrecer. Por ejemplo, el lector medio, ese que se compra dos o tres libros al año en las grandes superficies y que adquiere aprovechando la compra semanal, cogerá siempre aquel libro con el que se tropiece a cada paso, el resto quedará almacenado sobre los palés de las distribuidoras. Si las mesas de novedades y los lugares de privilegio no estuviesen comprados por las grandes editoriales, si este mundo no se hubiera convertido en un mercadeo, los críticos ocuparían su verdadero lugar.

logiciel dijo...

Me parece que la cuestión de base es haber creído en algún momento que la línea divisoria entre baja y alta cultura se había desvanecido, o haber defendido su disolución. No quiero parecer elitista ni mucho menos, pero no es malo que exista esa diferencia. A cada cual lo suyo, que además no pasa nada grave.

En lo referente al concepto de 'pantpágina' no llego a ver más innovación que el formato, aceptando que como todo formato diferente modifica de alguna manera su 'manejo', aunque esas diferencias no lleguen a ser sustanciales.
Saludos

logiciel dijo...

y cuando hablo de 'alta cultura' no me refiero a los productos 'clásicos' entendidos bajo una óptica retrógrada, sino a su tratamiento y sus modos de difusión, destinados a un público 'diana', exactamente como los otros.

Anónimo dijo...

Existe una serie de problemas que convierten los senderos en carreras de obstáculos, pero no son estos imposibles, no son insalvables. La pantpágina es una lámina de profundidad ilimitada, porque es una promesa de lo inminente. Y sí, es una especie de página en blanco. Si consideráramos que son umbrales, portales, al mismo tiempo conseguiríamos ver la naturaleza alrededor como un refugio o como un obstáculo, dependiendo del uso, de la velocidad, de la prisa y de lo que se busca, en definitiva. Y por esto habrá una serie de obras que se beneficiarán de esta implementación, mientras que otras no la necesitarán. La creación que se dirija a propósito hacia estas tecnologías, si consigue librarse de suspirar por la aceptación de los supuestos agentes de la autoridad, puede ser interesantísima.

Por otro lado, no creo que la aparición de información adyacente y complementaria a la lectura (otras lecturas, otros medios) vaya a cambiar el modo en que esta se produce en exceso. Entre otros motivos porque, tradicionalmente, cualquier innovación técnica es presentada con formas -narrativas, en el caso que nos ocupa- “seguras”, de probada eficacia y no reñida lectura o comprensión.

Un saludo y hasta otra.
--
c.m.
--
Y os dejo con algo para la siesta
Atomic Summer Jukebox

Coldcut, Vs. The Silent Poets, Border
http://www.youtube.com/watch?v=C_tuTCPkTPE

Bomb The Bass, Run Baby Run
http://www.youtube.com/watch?v=8NJE1ZuFTTY&feature=related

Definition Of Sound, Dream Girl
http://www.youtube.com/watch?v=uFILl_vJcqU

Alex Silvi, Atomic
http://www.youtube.com/watch?v=5EMC6-YKgMA

Bomb The Bass, Milakia
http://www.youtube.com/watch?v=Umap02hCTJo&feature=related

José Luis Amores dijo...

Vicente, no puedo evitar darte la lata con una cita de alguien con quien igual no compartes puntos de vista (no lo recuerdo, soy la cara oculta de aquel Funes): "hay que defender las condiciones de producción necesarias para hacer progresar lo universal y al mismo tiempo obrar para generalizar las condiciones de acceso a lo universal, para hacer lo necesario a fin de que cada vez más gente reúna las condiciones necesarias para apropiarse de lo universal. Cuanto más compleja es una idea, porque se ha producido en un universo autónomo, más difíl resulta su difusión generalizada. Para superar la dificultad hace falta que los productores que están metidos en su pequeña ciudadela sepan salir de ella y luchar, colectivamente, para tener unas buenas condiciones de difusión, para tener la propiedad de su medios de difusión..." Sobre la televisión, Pierre Bourdieu.

Saludos.

Manuel G. dijo...

Bolmangani, tanto lo de los lectores y críticos binarios (dime si lo compro, o no lo compro), como lo de las lecturas playeras para macizas, son de esas ideas que no se pueden condensar mejor. Lo digo en serio. He ahí la literatura en la era de marketing. Para qué más.

Arcadio dijo...

Llevaba algunos meses sin visitar el blog. He regresado y me he encontrado con la misma discusión que dejé meses atrás. ¿No deberíais avanzar? La mejor forma de demostrar algo es ponerse a escribir, y si realmente merece la pena, tarde o temprano será justamente reconocido. Entretanto, lo que hacéis son pajas mentales, digresiones retóricas en un lenguaje altamente academicista, lo que es o paradójico o un oxímoron o ambas cosas a un tiempo, habida cuenta que os pasáis la vida echando pestes y acusando a la crítica tradicional de evaluar en términos académicos.
En mi opinión sólo hay un secreto: escribir y escribir, concebir historias, ya sean fragmentadas o a la manera de haikus, pero que valgan la pena, que atrapen al lector. Lo demás, lo siento, es, como decía Nabokov, hojarasca.

Vicente Luis Mora dijo...

Raúl: todos somos juez y parte, todos los críticos, digo, porque la crítica también es creación. Es normal que parezca que llevo el agua a mi molino, porque -según decía la cita de T. S. Eliot que repito hasta la saciedad- el peor error que puede cometer un crítico es contradecir sus propios criterios de gusto.

Javier Calvo: la crítica periodística es distinta de la académica, eso es claro, pero no tiene por qué renunciar al rigor, la atención a lo que sucede ni, sobre todo, a la profundidad. Una crítica periodística puede ser más profunda -si se intenta- y feraz que una académica, a pesar de no disponer de espacio ni de aparato crítico. No me vale como excusa. Tampoco se intenta postular en el post (nueva definición de postular: hacer valer un concepto en un post) que la pantpágina sea, ni mucho menos, la única dirección posible de escritura. ¿Cómo podría ser yo tan reduccionista, por qué, para qué? Es, como tú muy bien apuntas, una sola de las muchas direcciones posibles. De hecho, ni siquiera es la que más me interesa: la que me parece más interesante es aquella que aún no conozco. Gracias, Javier.

Locomer: como otros, crees que le doy mucha importancia a los formatos. Pero las formas son ideas (según ha dicho Paul Bénichou) e ideologías (como constata Tzvetan Todorov). En ellas late todo lo importante, puesto que la forma del discurso es, en buena parte, el discurso mismo. Pero sobre esto ya hablaremos ampliamente en su momento.

Carlos Gámez: de acuerdo con algunas cosas que dices. Y sí, ser crítico y escritor me coloca en una posición muy incómoda, pero escribir es incómodo.

Bolmangani: gracias por tu interesante comentario, que podría llamarse lectura literario-sociológica de las grandes superficies.

505: la pantpágina parece una página de internet, el problema es que está hecha de papel. Justo por ese "ligero" detalle, es muy distinta de la otra. Si estoy de acuerdo con el importante papel que le das a la narración en todo esto.

Mercedes: tienes toda la razón, pero la inercia del movimiento de distribución nos lleva a afianzar ese proceso de control por las grandes editoriales, y no a la dirección contraria. Creo que esto tiene poco arreglo, porque montar librerías por internet tampoco es barato, hay que sustituir el precio de la distribución por el precio del correo y la mensajería, y eso encarece todavía más el producto. Saludos.

Luego sigo. Gracias a todos.

Vicente Luis Mora dijo...

Logiciel: sabes que comparto muchas de las cosas que dices. Y sí, es una cuestión de formatos, pero es que la forma es muy importante.

Carlos: gracias por tus reflexiones, y por tus enlaces, como siempre.

Bolmangani: gracias por la cita de Bordieu (que conocía, me lo leí entero o casi entero hace tiempo), y gracias por venir y debatir.

Arcadio: comenzaste bien, cuando leí que debíamos “avanzar” pensé: espléndido, una crítica de calado. Pero a continuación, cuando seguí leyendo tu comentario para ver hacia dónde debemos hacerlo, o para ver qué se supone que es avanzar, me sorprendí. Porque cuando continúo leyendo, me da la impresión, y corrígeme si me equivoco, de que lo que planteas es justo lo contrario: regresar, desandar: “a ver si dejáis de hacer crítica y escribís”. Perdona, Arcadio, pero escribimos además de hacer crítica literaria, escribimos mientras criticamos, y seguramente hacemos crítica porque escribimos. Parece que la crítica, el pensamiento, no importa, y que sólo importa la práctica literaria. Es una postura muy pragmática y posibilista. No sólo no me gusta, sino que la combato (con la práctica, en la práctica, puesto que la crítica). Respeto tu opinión, pero creo que tu avance es un retroceso. No hay por qué dejar de pensar, como no hay por qué dejar de escribir. Si he malentendido tu argumentación, aquí tienes más espacio para aclararla y rebatirme. Saludos y bienvenido.

Vicente Luis Mora dijo...

Por cierto, he olvidado una cosa. Jamás se ha criticado aquí a la crítica periodística por ser “académica”. En realidad… ¡¡ojalá lo fuera!! La crítica académica merece mis respetos y de otra forma no hubiera hecho una tesis doctoral. La crítica buena y necesaria puede ser académica, antiacadémica, para-académica, pandémica y celeste. Todo menos mala crítica. Y la crítica que aquí defendemos, abierta a la teoría, no es jerga oscurantista, o si lo es igualmente lo es todo tipo de crítica, como ya aclarase contundentemente Eagleton: “el cargo de que la teoría simplemente interpone una jerga oscurantista entre el lector y el texto puede ser también hecha contra cualquier otra clase de crítica. El lenguaje crítico de Mathew Arnold y T. S. Eliot suena al lector común como jerga oscurantista” (Literary Theory: An Introduction).

El Miope Muñoz dijo...

Llego tarde y sonaré breve (aunque opte por el comentario maratoniano), impreciso, vagamente celebratorio.
El texto me gusta. Es erudito (quicir, Mora no tienes ni idea), tiene en cuenta lo último escrito sobre neurociencia, uno tiene la sensación de que para hablar de la lectura se hace todavía desde jergas del pasado acientíficas. La labor del arte es encontrar posibilidades en el Mundo. Cuando se llega a un punto y final en esa relación, se llega al barroco primero y al punto cero/final después de una forma. Creo.
No estoy totalmente seguro en lo de la novela gráfica entendida como pantpágina. Respecto a lo de la crítica: "Otro ejemplo: cuando Senabre alabó “Nocilla Dream”, los motivos que daba podían haber servido para defender, pongamos, “Cañas y barro”. "
Lo que dijo Senabre sobre Nocilla Experience: http://tiny.cc/lemo4
Selecciono dos fragmentos significativos y dejo a los lectores el linke, me permitirán la mutación de la palabra, para que puedan juzgar.
"Si algo caracteriza a la novela española de los últimos decenios es su timidez y su escaso sentido del riesgo. En un ambiente mortecino como el que domina, las incursiones que podrían calificarse de experimentales son acontecimientos insólitos, porque parece más seguro aplicarse a componer novelas “cinematográficas”, lineales, superficiales y fáciles de digerir, que lanzarse a explorar caminos más acordes con las innovaciones narrativas, las teorías científicas y las corrientes de pensamiento actuales."
"La raíz vanguardista y experimental de que brota Nocilla Experience es evidente. La fragmentación, las informaciones incompletas, la acumulación de datos procedentes de ámbitos dispares, cierta frialdad deliberada, casi como de informe científico, en la exposición de los hechos así como el gusto por lo insólito y pintoresco, son marcas bien conocidas que aquí brotan en cada página."

-To be continued -

El Miope Muñoz dijo...

Ahora pongamos el post de Mora respecto a Nocilla Experience. http://tiny.cc/tg397 (quiero recordar que el propio Mora anunció, con mucha honestidad, que no volvería a publicar reseñas-pre-publicaciones. No ponía en duda eso su integridad, pero este post fue rectificado en ese aspecto y quiero que conste en mi comentario)
Copio otro extracto:
"Mejor libro, más sólido, ahora sí una novela sin dudas, heterogénea pero contundente, variada y mutante, como los tiempos en los que vivimos. En un momento de la novela, clarividente por estar escrito en torno a 2004, según su aclaración al final del libro, escribe Fernández Mallo: “la mutación es lo que importa” (p. 80). Fernández Mallo es más arriesgado y experimental en poesía que en prosa; es posmoderno en su modo de hacer novelas, pero es ya pangeico en su poesía; sin embargo, también sus novelas están en proceso de mutación hacia otro lugar, hacia otra forma. Seguramente Nocilla Lab sea ya una novela pangeica (lo veremos), perteneciente a otro modelo estético y técnico, pero el posmodernismo de Nocilla Experience es tan radical que casi logra la “velocidad de escape” suficiente para emanciparse de esa órbita. Esta novela puede ser acogida con reticencias por dos motivos: para hacerle pagar al autor el éxito de la primera, o por no conectar con la propuesta estética planteada, que desde luego avanza (kilómetros) sobre la mayoría de las propuestas narrativas actuales, caracterizadas por su agotamiento e inanidad, salvo valiosas excepciones, por supuesto. El gusto es libre y puede no encontrarse uno cómodo con esta forma diferente y valiosa de narrativa, pero que la propuesta no guste no significa que no la haya; de esta entrevista, de otras anteriores y del mismo texto, se deduce a la perfección que Mallo tiene una poética, tan respetable como cualquier otra, y que lo que pone sobre la mesa con Nocilla Experience es, desde el principio y desde el título, una experiencia literaria, un proyecto completo y complejo que cuestiona (sin proponérselo, por su propia existencia), modos y formas de entender lo literario o lo novelístico en la actualidad. Eso se paga, me temo, ojalá me equivoque; el caso es que Nocilla Experience viene a sentar, definitivamente, el punto de no regreso de cierto modo de entender la novela en España. La palabra, la decisión final, no la tenemos los críticos, ni los escritores. La tienen los lectores. Toca saber qué dicen ellos. Y algo me susurra que van a decir, como Molly Bloom, que sí."
A bote pronto, me parece que Senabre y Mora comparten las mismas melancolías (Nota#1: ¿La literatura española como una melancolía colectiva?). ¡Lejos ando de establecer un símil completo! Mora habla con detalle y profusión de las referencias de la obra, Senabre, acorde con el formato, hace una reseña positiva de la novela. Quizá Senabre comete una paletada muy común en el mundo literario, que suele jugar un papel bastante llamativo en la Historia del Gusto con horteradas que varían según la época, que es llamar cinematográficas a las novelas lineales. No, el cine y su narrativa (¿la buena, no? ¿o todavía estamos en la retórica del Internet "solamente sirve para lo que sirve"), empezando por el guión, tienen una asombrosa concisión que las novelas "cinematográficas" que son un acumulado lineal de subtramas no tiene y sabe darle a todo un uso interesante para definir la psicología de sus personajes. Para los interesados en masterclass de narrativa en la que todo pasa fácil y en realidad se están perfeccionando maquinarias narrativas: Filmografía de Pixar, en especial TS trilogy, Wall-E, Up, Finding Nemo y Monsters S.A (Nota#2: ¿narrativa de la imagen la que está hecha a partir de una vaga reproducción del guión técnico? Las metáforas y la síntesis, quizá me interesa demasiado lo que es la imagen en movimiento).

-to be continued (de verdad me dicee que solamente 4,096 characters, no es por mi fanatismo a Lost)

Arcadio dijo...

Antes que nada, perdonad la falta de acentos, escribo desde el Apple Store de Londres.
Vicente, no me referia a desandar lo andado. Lo que quiero decir es que toda esta aparente voluntad o necesidad de presentar una nueva forma de entender la literatura no parece estar sustentada por obras de enjundia con las que reafirmar el discurso. Y que, tal vez, si nos pusieramos manos a la obra y escribieramos obras que demostraran la solidez del discurso planteado, otro gallo cantaria.
Se me ocurre, en cualquier caso, que antes que los criticos cabria vencer la resistencia de algunos o muchos escritores. Y a los hechos me remito, basta leer el articulo del domingo de Ray Loriga, en el cual ponia de manifiesto los milagros recien descubiertos de Internet, para darse cuenta del analfabetismo digital en el que viven algunos pseudo intelectuales.

Alvy Singer dijo...

(Nota#perdílacuentaporquenoheredactadoestepostdeformalineal: cuando se habla de las vanguardias de un modo "terminado" tengo la sensación, quizá me equivoque, de que estamos ante una posición nietzscheana, posmodernilla - nótese la forma de acotar la expresión y de no generalizarla en una POSMODERNA o posmodernidaz. Si todo está inventado, entonces nos queda la melancolía del eterno retorno -to the GREAT NOVELS and beyond, digo parafraseando a Buzz Lightyear - o de la constatación. I Dunno. La necesidad de crear personajes, ese imperativo divino)



Dejando el tema To Senabre or not Senabre, yo respondería Santos Sanz Villanueva and Dust: http://tiny.cc/9befm Es una reseña de Providence. Positiva, además:



"Ferré revela en esta obra magníficas condiciones como novelista... de los de siempre. "



(Nota#creoqueesla4: los defensores de TS3 partidarios de su clasicismo y human warmth -Shaviro- y los que creen que es la cima de la referencialidad etc - Costa. Lo mismo con la novela de Ferré. Cuestión de énfasis)



No tengo claro que la novela gráfica forme parte de la pantpágina. Aunque una del futuro, quien sabe. Quizá sí. ¿Por qué no? Requiere otra formación, en todo caso porque los tebeos son un lenguaje gozosamente propio y con tradición. El único problema que veo en el texto, al margen de las admirables exigencias de Mora (Doy por hecho que el lector ha leído a Deleuze, Didi-Huberman, Flusser, Maldonado, Barthes, Molinuevo, Rodríguez de la Flor, Brea y demás teóricos de la imagen, porque la imagen es muy importante también en nuestros días y en nuestra formación y sé que los escritores y críticos españoles, sobre todo los últimos, saben muchísimo de todo, incluso de literatura), hay un párrafo en el que discrepo:



"Cada vez hay más personas inteligentes que reconocen que hay narrativa de verdad en los medios actuales, y que Faulkner era igual de brillante en Las palmeras salvajes que en su adaptación de El sueño eterno para la gran pantalla; quizá no falte quien diga que incluso tiene más talento en la segunda, pero no seré yo porque ya estoy haciendo suficientes amigos con el resto del artículo. Decía que cada vez más gente sensata reconoce que hay series e incluso videojuegos con unas narrativas elaboradas, fantásticas y complejas, lo que nos tranquiliza porque hubo un momento en que nos llamaban locos a quienes lo decíamos desde el principio. Pues en estos casos la pantalla es más un destino que un marco de la escritura."



No, no era igual. Porque, y aquí puedo hablarles con cierta autoridad (no demasiada), porque he leído muchas veces la novela de Chandler y he visto tantas más las dos versiones que circulan de la película de Howard Hawks. El guión no es de Faulkner solamente sino que jugaron un papel crucial Jules Fuhrman y sobre todo Leigh Brackett. Hubo más problemas, entre ellos la infelicidad de Faulkner con su papel en Hollywood. De hecho, no sabían como terminaba la historia y para más inri, tuvieron problemas con la censura. La he visto un montón de veces y no tengo ni idea de si Carmen es culpable o no. Muchos factores. De todos modos, Brackett siguió trabajando con Hawks y es a él a quien debemos esos diálogos brillantes al menos en un 80%. En todo caso, si por algo brilla y es memorable El sueño eterno es por la dirección de Hawks, por su singular tino para sacar lo mejor de sus actores, por su endiablado sentido de la tensión y la misé en scéne. No por Faulkner.



Perdón por la parrafada.



Buenas Tardes.

El Miope Muñoz dijo...

Perdonen por mi comentario digresivo y largo. Se me ha olvidado decir que la reseña de Senabre de Nocilla Lab se acerca a lo dicho por Mora y es mucho más conservadora que la escrita de Nocilla Experience. Es a esa a la que me refería antes en mi nota sobre nietzscheanismos y tal (disculpen mi incapacidad para medir comentarios). http://tiny.cc/f3k7w

"Es indudable el ingenio del autor, y también su habilidad, salpimentada con dosis de humor de buena ley, pero también es legítimo preguntarse si valía la pena tanto esfuerzo para escribir una obra en que los artificios estuvieran tan a la vista y la palpitación humana tan oculta. Sobre todo si se tiene en cuenta que muchos de los ingredientes y experimentos de la novela que, sin más, podemos considerar vanguardistas han sido ya probados en muchas ocasiones y con numerosas variantes, al menos desde las tentativas de Marinetti y los futuristas hasta hoy, de tal modo que un libro tan amplio y enjundioso como el que Guillermo de Torre dedicó hace muchos años a las literaturas europeas de vanguardia necesitaría en la actualidad una urgente actualización. Acaso Fernández Mallo, una vez liquidado el Proyecto -así, con mayúscula- al que reiteradamente se refiere y que se ha materializado en las tres novelas con las que ha ido incrementando su destreza como narrador, deba plantearse qué trayectoria de novelista le conviene seguir a partir de ahora, sin olvidar la necesidad de crear personajes que no sean el propio autor. "

logiciel dijo...

Tengo la impresión de que los árboles no nos dejan ver el cielo. Que el cómic o la publicidad pueden ser tan transmisores de 'metáforas' - por utilizar 'una' que sea comprensible para todo el mundo - literarias tan válidas como las de la poesía o la narrativa no lo discute ni mi abuela ¿Cómo no va a serlo la literatura? Creo que la cuestión sería más bien: ¿recomendar o analizar?. Y la respuesta: 'depende de para qué lo quieras'. Sea cual sea la opción elegida, no más palabras vacías, pls.

Belnu dijo...

A mí me cuesta generalizar, pero sí comprendo como autora que moleste la incomprensión de los críticos, que yo soporto a otro nivel (al menos los autores hombres no tenéis que soportar que un crítico os dé lecciones de moral, censure la promiscuidad y falta de moral de vuestras narradoras ni que ocupe el 80% de su espacio en dilucidar si lo escrito es o no autobiográfico y que casi ninguno sea capaz de leer libremente sin que los prejuicios le nublen la vista). Desde el punto de vista crítico, yo soy uno de esos aquí vilipendiados reseñistas, pero IMHO, intento otra cosa, sin ignorar lo que esté ocurriendo, me preocupa o me interesa sobre todo mostrar la subjetividad de la lectura, para que el lector pueda entender que una cosa es el libro y otra mi lectura, agitada por otras cross-associations que no son sólo contextuales, y también intento aprovechar lo que considero un género literario. Comprendo que eso pueda no interesar, pero en cualquier caso soy una crítica intrusa y me cuesta identificarme con ese colectvo crítico del que habláis.

Belnu dijo...

Olvidé decir que ante esa incomprensión crítica, creo que JC tiene razón, seguro que es más importante seguir escribiendo libros intentando que cada vez sean mejores y no pararse en eso. Aunque esa falta de feedback a veces desconcierte y pueda llegar a paralizar...

logiciel dijo...

En una ocasión afirmaste, creo, que la blogosfera había impulsado la creación literaria, fundamentalmente en poesía. Pienso que no es del todo correcto. El 'género literario' que más 'vigoroso' se muestra en la red es la crítica, con sus diferentes modalidades aquí largamente expuestas. Lo que cabría preguntarse es si se ha detectado alguna mejora en su calidad, así, en general. Parece que es un género con el que todo el mundo se atreve.

Manuel G. dijo...

La crítica académica funciona con moldes y por eso no puede responder con acierto a una obra original, personal o única. Esto sólo se puede conseguir con espontaneidad.

Sin embargo, los críticos necesitan continuar en la órbita de la crítica académica, aunque sea nominalmente, porque eso les da la respetabilidad que sigue poseyendo; ¡y esto si que es decimonónico!.

Vicente Luis Mora dijo...

Comenzando del último hacia atrás creo, Manuel, que quizá generalizas; es difícil saber por qué cada crítico hace las cosas, habría que preguntarles uno por uno. La universidad es uno de los lugares naturales de la crítica. El ensayo sería otro, así como la prensa. Si te paras a pensarlo, la mayoría de los críticos rozan las tres esferas continuamente. Internet, como apunta Logiciel, parece haberse constituido como el cuarto poder, pero si nos fijamos con atención nos damos cuenta de que los posts o entradas de los blogs de crítica son en su enorme mayoría microensayos o ensayos. Lo que yo he denominado en otro lugar crítica-blog sí es una especificidad nueva, que sólo puede darse en internet. En cuanto a que hay de todo en la Red y que cualquiera pasa por crítico, Logiciel, ¿cuál es la diferencia con la prensa? Este de la legitimación del crítico es un complicado tema del que ya hablé en La luz nueva y sobre el que, en realidad, no podemos dejar de hablar, como es natural. Sigo viendo muchísima poesía en internet, quizá ahora más “sistematizada” en revistas o portales, pero no por ello cuantitativamente menos numerosa. De todas formas, si hay más crítica con cierto rigor, mucho mejor; como decía Bolmangani más arriba, es una forma de autoorganización y de búsqueda de la crítica real por otros medios, o por otro medio.

Vicente Luis Mora dijo...

Sr. Singer, gracias por su amplio y revelador comentario, y por su rapapolvo cinematográfico, eso me pasa por meterme donde no me llaman... Saludos.

Magda Díaz Morales dijo...

Cuando leo "La crítica académica funciona con moldes", no se qué pensar: ¿será que ignoran qué hace la crítica académica?

La crítica académica ¿"no puede responder con acierto a una obra original, personal o única. Esto sólo se puede conseguir con espontaneidad"? Uf, la obra de Barthes, entonces y por dar un ejemplo, no es original.

Ahora, me imagino que con "espontaneidad" se refiere a la crítica empírica, a decir, por ejemplo cuando se dice: "me parece que en El Quijote el personaje está loco y se hizo loco porque leia mucho (o cosas semejantes, espontáneas)".

Lo que da "respetabilidad" al crítico académico, y me imagino que a cualquier crítico y a cualquier profesional, es su trabajo.

Si existieran moldes para hacer crítica académica, cada crítico académico publicaría tres o cuatro libros por año.

Parece ser que quien así opina, desconoce las exigencias que vive el crítico académico, y no solo dentro de su misma universidad…

logiciel dijo...

Manuel G, cuando tengas un ratito me gustaría que me aclararas qué entiendes tú por 'crítica académica'. Comprobemos primero qué entiende cada cual por según qué, y luego seguimos.

José Luis Amores dijo...

Supongo que Manuel quería diferenciar lo que Magda ha llamado crítica empírica de la tradicional crítica académica. Y cuando habla de “espontaneidad” no quiere decir, creo, exclusivamente, “facilidad” o reducción a ella.

Pongo el ejemplo de la alta cocina con el cocinero Dani García. Abrió hace pocos años su primer establecimiento La Moraga en el centro de Málaga. Antes, y para conseguir el estatus de reconocimiento en círculos, podríamos decir, “académicos”, ejerció su arte culinario en restaurantes de postín (los cenáculos, cuyo acceso no está precisamente limitado por la inteligencia necesaria para apreciar lo que te llevas a la boca, sino por el bolsillo; aun así, creo que el ejemplo puede ser válido). Una vez “situado”, convertido en “referente” por los medios exclusivos y relativamente cerrados de la crítica gastronómica, abre su establecimiento dedicado al high-fast-food, destilando en él su forma de innovar para conseguir algo diferente que los clientes puedan llevarse a la boca. Puede gustar o no (sobre gustos, etc.), pero de lo que no cabe duda es del acierto en la forma de vulgarizar (en el sentido de popularizar simplificando –en este caso por reducción de la cantidad, y por lo tanto del precio, que no de la calidad– tanto la presentación como el acceso al producto y sus formas de producción) sus creaciones. Se trata de una tendencia que ya inició Berasategui, continuó Ferrán Adriá, etc. Y que no sólo consiste en fabricar raciones pequeñas, más baratas y ofrecerlas a pie de calle, sino también en difundir el concepto mediáticamente, por televisión de manera periódica (Arzak), por televisión de manera paródica (Arguiñano), por televisión de manera aperiódica (Adriá), en la gran pantalla (Ratatouille), en la literatura para masas (Rapsodia Gourmet), en los kioscos, en la publicidad, en la radio, etc. Un modelo de implosión que, hasta el momento, no ha sido bien entendido (salvo excepciones) en los medios de hacer literatura, de hablar de literatura, de literaturizar la literatura.

A eso me refería con la cita de Bourdieu: universalizar lo exclusivo. Hacer líquido lo sólido (me viene a la cabeza otro ejemplo culinario: cuando a los niños que no les gustan las lentejas, sus madres se las “pasan”, hacen una papilla con la versión sólida, y así consiguen que el niño comprenda un sabor que no quería (a)catar por razón de su aspecto y, sobre todo, textura).

Saludos.

logiciel dijo...

De acuerdo con lo de las 'texturas', Bolmangani, si no tienes dientes no puedes masticar. Pero la originalidad de una obra sólo puede apreciarse en su justa medida desde el método y el rigor que confirma o desmiente la apreciación, que nunca tendrá validez universal si no pasa de ser una mera apreciación. El registro y la adecuación son otro tema, con su importancia, eso sí.

Vicente Luis Mora dijo...

"Sin embargo, en esta relación entre los suplementos o revistas, espacio donde se encuentran la crítica, los críticos y los lectores, posiblemente los críticos sean los más vulnerables. Para empezar, tienen que soportar la acusaciónm, con frecuencia injusta, de que son escritores frustrados, lo cual implica una visión degradada del oficio de crítico. tienen que someterse a las directrices de la publicación: conviene recordar que son muy pocos los críticos que pueden permitirse el lujo de elegir los libros que quieren comentar. Tienen que enfrentarse con los autores, la mayoría de ellos incapaces de soportar el menor comentario negativo. Tienen que soportar asimismo las presiones y los comentarios del editor. tienen que ser polémicos y al mismo tiempo ecuánimes. Si colaboran regularmente, tienen que comentar libros de escaso interés, sacrificando lecturas más cercanas a su sensibilidad y no necesariamente novedades. Pero sobre todo, tienen que aceptar que hay muchos tipos de lector y que todos ellos merecen ser respetados. Comprometen así su supuesto rigor y buen gusto. De este modo, por un lado tienen que dejar claro cuáles son sus criterios estéticos y por el otro adaptarse a los criterios estéticos y preferencias del lector"; Juan Antonio Masoliver Ródenas, “Vulnerabilidad y celebración del crítico”, en Domingo Ródenas de Moya (ed.), "La crítica literaria en la prensa"; Marenostrum, Madrid, 2003, pp. 28-29.

José Luis Amores dijo...

Pero a quienes hay que “pasarles” las lentejas no son a los críos sin dientes (éstos se tragan lo que sea), sino a los mayores (críos también en tanto que se dejan guiar por la forma, es decir los colores, la textura, para decir “no me gusta” y obligar a la madre a sacar el chino –qué antigua suena esta palabra–). Críos los lectores también, que a montones salen en estampida cuando se les habla desde las formas habituales del rigor, desde métodos impuestos, quiero decir sugeridos, por el academicismo. Éste, supuestamente, debería de trabajar para lograr la inducción en la cadena de popularización de la obra hacia abajo: desde la caverna a la academia, y desde ésta a la revista, de donde ya pasaría al suplemento y de ahí al diario leído por la masa, que seguiría hablando de la novedad (metódica y académicamente santificada, es decir con una trazabilidad certificable –la vanguardia como una mercancía más, entonces–) en corralas y escaleras y patios de vecindad.

Ese extracto que ofrece Vicente no hace más que darme la razón, aunque sea indirectamente. La intervención que hice días atrás sólo pretendía establecer una duda sobre la pertinencia de seguir confiando en el camino crítico que, normalmente, atraviesa la difusión formal de una obra desde que sale de manos del productor hasta que llega a manos del consumidor. Me es indiferente que la obra sea de vanguardia o no, criticable (en el sentido peyorativo del término) o celebrable, revolucionaria o sustentada sobre formas estéticas o políticas supuestamente superadas por las vanguardias. Lo fundamental es que sus productores (escritor, editor) le presupongan una serie de características básicas para que pueda ser considerada literatura y no cromo o estampita. Un crítico metodista (¡), entre su círculo, podría encumbrar la obra con un ensayo formalista laudatorio. Pero lo normal es que el camino termine interrumpiéndose ahí o que, con algo de suerte, haya algún goteo en una publicación con un universo de lectores un poco más amplio. Y se acabó. La mal llamada escritura para escritores, que a estas alturas del XXI rebosa de literatura a la que, siendo benévolos, se le hizo un pésimo marketing en su momento.

José Luis Amores dijo...

Actualmente existen espacios y herramientas suficientes para que esos críticos que menciona Masoliver no tengan por qué ver comprometido su salario –aunque sigo dudando de que la influencia de ese tipo de medios pagantes sea la que el imaginario “crítico” le adjudica (ver la encuesta hecha por Vicente tiempo ha sobre la influencia de los blogs en la compra de libros) –. El rigor puede ejercerse de diferentes formas según el medio y el público de destino. También, una novela con la que el crítico no se encuentra “a gusto” puede leerse en diagonal (y que no me diga nadie que eso no se hace, porque no me lo creo) y fabricar un copia-pega para la galería y después fumarse un puro. Pero ampararse en los ejercicios de funambulismo que deba hacer el crítico para no ejercer su primordial papel de difusión de aquella literatura que considere digna de la publicidad del empujón, me parece que se trata de mera excusa o simple vagancia. Si considera que la cosa es negra, que lo diga; si blanca, mejor para todos, un hallazgo. Si lo maldicen (de “decir mal” de alguien) por desconocer sus presente y pasado y, por tanto, generalizan con tópicos, que piense que en todas las profesiones cuecen habas (véase, por ejemplo, “Materia prima”, de Francesc Serés). Y con respecto a la tipología de lectores, al respeto que el crítico le debe a esa universalidad de consumers, se trata de un argumento bastante hipócrita, habida cuenta de las querellas continuas dentro de la profesión por causa de lo que dijiste o dejaste de decir: ¿van a preocuparse entonces de los sentimientos de los lectores?, ¿o no será mejor decir (vuelta al principio) de sus bolsillos, de sus estómagos? (En literatura, la máxima de que el cliente siempre tiene la razón funciona actualmente a la inversa. Para qué preocuparse, pues, de las audiencias. Y si se trata de un problema de percepción del crítico de su propia popularidad, la suya, de cuánto aprecio genera en su querido público, entonces qué rigor, qué buen gusto. Una de dos, o trabaja activamente para ensanchar la base de público que coincida con sus gustos e intereses, obviando presiones –mala excusa ésta hoy en día–; o elige la aquiescencia más universal posible: la de la crítica de los productos destinados a esa masiva audiencia.)

La crítica lleva incorporado en nómina un plus de incomodidad, como los currantes de andamios uno de peligrosidad y los bomberos de noche el de nocturnidad. Al lector lo que le interesa es saber, conocer. No dejar que no se sepa. Y saber cuanto antes, en este mundo hiperactivo en el que la actualidad muere casi antes de nacer: no quiere saber cuando ya le sea casi imposible, o muy difícil, encontrar el objeto de ese, para él, nuevo conocimiento.

Saludos.

Manuel G. dijo...

Logiciel, aquí tuvimos ya una discusión sobre esto y no sé si nos vamos a repetir:

http://vicenteluismora.blogspot.com/2009/09/cerval-y-etica-critica.html

Respecto a Barthes, ¿en su momento hacía crítica académica, o más bien quedaba fuera? En sus inicios puede que no lo fuera, pero hoy ya representa para nosotros uno de esos moldes que digo; lo mismo con la crítica psicoanalítica etc...

Espontáneo es opuesto a metodológico, sistemático, tipificado, estandarizado y homologado.

logiciel dijo...

Pues entonces hablemos de conjeturas y no de crítica, Manuel.

logiciel dijo...

Sinceramente, me da mucha rabia que se desprecie y tergiverse el trabajo -arduo, serio y comprometido- del crítico académico y que se aplauda a una legión cada vez mayor de vendedores de humo porque dicen lo que se está esperando oir. Me parece aberrante, so sorry.
Suelo mostrarme poco visceral, pero esta cuestión me puede y no quiero disimular.

Vicente Luis Mora dijo...

Coincido contigo, Logiciel, en la defensa de la crítica académica -de la buena, quiero decir, porque también hay mucho amateurismo en la academia, como sabes-. Santos Sanz Villanueva ha escrito alguna vez que el proceso filológico de aprendizaje no garantiza la excelencia crítica pero, al menos, da las armas al crítico por si quiere utilizarlas, armas que muchos críticos aficionados no tienen ni buscan por pura pereza.

José Luis Amores dijo...

En el hipotético caso de que los comentarios del lunes, 8 de agosto, de casi las nueve de la mañana de logiciel y la posterior apoyatura de Vicente de casi las once menos diez, sean reacción a lo que con la mayor buena fe manifesté ayer, debo aclarar:

1. Que conozco la diferencia entre el trabajo crítico, serio y riguroso (independientemente de sus grados de excelencia, valentía y originalidad), y la mera labor divulgativa que se ejerce normalmente fuera de los círculos habituales del primero.

2. Que es la meliflua, vendida, astrosa e insustancial actuación de la segunda lo que a simples lectores como yo les lleva a volver la vista hacia la primera.

3. Que no es excusa la aberración de la comparación realizada para no responder al envite de bajar al ruedo masivo.

4. Que dicha comparación surgió únicamente como medio para argumentar la idea de que una traducción, en tiempo cuasi real, de las conclusiones de la primera en los habituales medios (y utilizando sus propias armas de expresión) de la segunda proporcionaría, sobre todo en el caso de las vanguardias, la oportunidad a los lectores de un conocimiento ahora casi vedado por la escasa difusión mediática de la primera.

5. Que la introducción de ideas y términos excéntricos al discurso académico (marketing, publicidad, etc.), por más que resulte extraña, es cuestión de tiempo que se produzca de manera masiva; y ojala sea así, so pena de seguir enterrando las nuevas propuestas bajo toneladas de producción estéril pero con los elementos necesarios para su difusión.

6. Que vengo siguiendo desde hace años la obra de, por ejemplo, Vicente, Fernández Mallo, Ferré, Vilas, Fernández Porta, Fernández a secas, por citar a los que más me gustan, y que me ha ido dando mucha rabia, en todo este tiempo, cuando, al recomendar uno u otro “libro” de los mencionados, los lectores amigos hayan tenido tantas dificultades para encontrarlas, debiendo esperarse a que Anagrama, Seix-Barral o Alfaguara recogieran las iniciativas como si éstas fueran “nuevas”, apropiándose a ojos del lector común de la labor originaria de DVD o Berenice, cuando lo cierto es que sin ellas u otras no podría hablarse de novedad alguna. (Cuando, sólo a modo de ejemplo, los lectores de Pamiés bien pudieran haber comprado –de haberla conocido– Subterráneos y disfrutar esta última, si no lo mismo que cualquiera de las producciones del primero, bastante más, como fue mi caso.)

7. Y que, finalmente, todo esto es consecuencia de la falta de adaptación de los reflejos de la crítica académica al entorno. Llegándose entonces a este punto de primitivismo generalizado en la masa lectora.

Saludos.

Manuel G. dijo...

Pero es que suponéis que estoy dispuesto a defender cualquier crítica, y para nada. Parecidos valores de inteligencia, creatividad, sensibilidad, agudeza etc... que tienen las obras literarias, son los que cuentan para hacer una crítica valiosa, "de la buena". Cioran, Azúa, Borges... se me ocurren en este momento como ejemplos.

"Conjeturas" son las mismas teorías de la física, así que, como decíamos en la otra discusión, esa pretensión de cientifícidad, en literatura, no es más que engaño (un simple molde predeterminado). Sin embargo, de esa respetabilidad formal y estamental, en gran parte, vive la crítica académica y universitaria. Y lo estáis demostrando, dada la gran devoción que le tenéis, al sólo nombrarla, que va más allá de cualquier mero utillaje... "arduo, serio y comprometido"...

logiciel dijo...

Un buen escritor puede no ser un excelente crítico, y viceversa. O sí, si se rige por parámetros diferentes. Justo lo contrario a lo que tú defiendes, Manuel. Me temo que no llegaremos a un acuerdo sobre este tema. Pero casi es mejor así. Las verdades únicas e indiscutibles no llevan a ninguna parte.
Saludos.

logiciel dijo...

Y no, Bolmangani, solo he matizado anteriormente algunas de tus afirmaciones, con las que estoy bastante de acuerdo en términos generales (aunque me molesta un poco el aire mercantilista de tu defensa. No me gusta el 'tout est à vendre'. Utopías personales, supongo)
Saludos

Vicente Luis Mora dijo...

Tampoco yo hablaba de ti, Bolmangani; respecto a la necesidad de la crítica de tomar los medios, sobre todo este de internet, ya lo defendí hace poco, precisamente en un foro universitario, donde nadie pareció estar en contra y sí muchos profesores a favor. Saludos.

Vicente Luis Mora dijo...

Después de reproducir una increíble serie de ataques generalistas en artículos periodísticos contra los críticos literarios por parte de autores (Ángela Vallvey y Vicente Molina Foix comparándonos con los perros, Antonio Gala con las garrapatas, Pérez Reverte calificándonos de “feos, brutos y malos”, lo cual es seguramente cierto, al menos en el caso de quien esto firma), Santos Sanz Villanueva añade estas sensatas palabras: “A partir de este muestrario, parece pertinente preguntarse por qué han reverdecido estas actitudes virulentas. Cabe sospechar que algo se relacionan con una situación general. Me atrevo a manejar un par de hipótesis. Una: el crítico estorba, molesta el disfrute de la fama del día, nunca ajena a la ambición del escritor, pero hoy convertida en bien codiciado al máximo, por encima de razones de más largo alcance. Los valores predominantes de la sociedad finisecular afectan por igual a todo el mundo. Otra, porque da la impresión de que nunca como ahora se ha hecho la literatura pensando, más que en la propia literatura, en la historia de la literatura, que son cosas diferentes. El autor que, por lo general, tanto desprecia la crítica y los manuales literarios, persigue figurar en éstos como sea”; Santos Sanz Villanueva, “El cazador cazado”, en D. Ródenas de Moya (ed.), La crítica literaria en la prensa; Marenostrum, Marid, 2003, p. 49.

José Mari dijo...

Más que lo que dice Santos Sanz Villanueva, que lleva su parte de razón, creo que la cuestión está en que hoy, en su mayoría, la crítica es de una manera o de otra según la editorial en la que se publique un texto. Si pertenece al grupo empresarial en el que se encuentra el suplemento de turno, será buena. Si está en la competencia, habrá varios peros. Muchas veces da la sensación que en vez de críticos son vendedores de enciclopedias. Basta con fijarse lo que ocurre en el mundo poético. O estás con Visor o estás contra Visor, y basta ver los elogios que García Montero hace de todo aquel que publica Chus Visor y cómo se ataca a la competencia. Pensé que esto estaba bien claro. Buscar otras razones, parece escurrir el bulto. Claro, Santos Sanz no va a decir esto en el Cultural, por supuesto. Yo tampoco tendría que haberlo dicho, con el calor que hace y la sofocación que tengo. En fin. Buen debate este que tenéis aquí abierto, Mora. Te están cayendo todos estos palos porque eres de los pocos que habla con cierta honestidad, de los que se atreven a recibir una respuesta. A veces recibes comentarios injustos. Otros te ayudarán a seguir adelante. Me gusta verte cada vez más desvinculados del nocillismo y la nutella. Con lo que empalagan y lo que engordan. También has superado eso de los mutantes, que no te hacía yo con garras de adamantium, aunque a algunos les gustaría vértelas clavadas. Te veo muy bien, gozas de buena salud crítica. Hasta pronto.

Vicente Luis Mora dijo...

Gracias, José Mari. Hacemos lo que podemos. Saludos.

Magda Díaz Morales dijo...

También coincido contigo, Logiciel, totalmente.

Solo me gustaría sugerirte que no te de rabia. Como atinadamente expresas es muy dificil discutir ante lo absoluto, cuando se cree poseer verdades únicas e indiscutibles no se llega a ninguna parte.

La crítica académica literaria es, además de todo lo que ella guarda: goce, disfrute, delectación, diálogo, reflexión, creación. Y guste o no, ahí está para quien desee escucharla, leerla, apreciarla.

Como dice Vicente, hay crítica académica amateur, como lo hay en todo. Pero estamos hablando de buena crítica, y nada como leer esta crítica que se adentra en el texto para darnos su lectura donde confluye esas tres intenciones de las que habla Eco: la del autor, la del lector y la de la obra.

Y recordemos que cada texto busca su lector y con él, su competencia lectora...

José Luis Amores dijo...

Claro que sí, repugna la idea del aquí todo se vende. Pero mejor en venta que no en liquidación, como creo que está.

Respecto del tema de los críticos literarios que menciona Santos Sanz Villanueva, ¿estamos seguros de que se está hablando de gente del mismo grupo, es decir de dentro de la crítica académica, rigurosa, metodológica, etc.?, ¿o de periodistas reconvertidos a críticos, o críticos reconvertidos en periodistas? Buceando en la OJD, veo que Babelia o El Cultural (aparece Fernández-Mallo, que por fin está completando su formación bernhardiana con Hormigón, apropiada para saber de las miserias mallorquinas para con los viejecitos alemanes; y leyendo también Exit Express, una casualidad Lab de las que le gustan) ni siquiera aparecen como suplementos independientemente valorables en cuando a difusión (a lo mejor sí, pero hay que pagar para saberlo). Sólo es posible conocer la de (dentro del epígrafe Literatura, Cultura y Pensamiento) QuéLeer (15.481 en 2009 y bajando que debe de darles miedo, desde los 24.404 de 2007) y el de Selección Literaria de TROA (bajando también desde casi 69.000 en 2007 hasta los 41.000 de 2009, aunque ésta, al tener difusión por Internet, es arriesgado asumirle declive); es decir, generalismo mediático aunque menos da una piedra.

Y no hablemos de los contenidos, de su grado de aprovechamiento, con o sin OJD. Así no hay forma.

logiciel dijo...

Baudelaire. No sólo era un poeta excepcional, sino que ejerció una crítica artística modélica a todos los niveles. En Delacroix vio su representación plástica. Se enfrentó a Sainte-Beuve, por su inmovilismo. Detectó sus conexiones con Poe. Y todo desde el rigor más absoluto y documentado. Y si alguien cree que era espontáneo, anda de lo más errado. Oh là là!

logiciel dijo...

...teniendo en cuenta que Sainte-Beuve y Baudelaire eran amigos, y que éste sabía del respeto del primero por su obra, pero que nunca se mostró abiertamente partidario del poeta para que no pudieran acusarlo de amiguismo...

En fin. Igualito que 200 años después in Spain.

logiciel dijo...

Y es modélica no solo desde un punto de vista formal sino también conceptual. Realiza una crítica literaria exhaustiva de su propia obra para desligarla de su persona, que bastantes problemas tenía.
Una cuestión de intuición, sin duda...

Manuel G. dijo...

logiciel, ¿no os estaréis apropiando para la crítica académica de toda aquella crítica que "es buena", aunque se incluya más bien en la crítica que yo vengo diciendo, la personal, la espontánea, la no metodológica?

logiciel dijo...

No sabes cuánto me alegra tu comentario, Manuel.
Por eso tenía yo tanto interés en que me explicaras tu concepto de crítica académica. He puesto el ejemplo de Baudelaire porque me parece uno de los más representativos de la crítica académica moderna. He 'ocultado' el hecho que Sainte-Beuve era autobiografista, y que además del qué dirán esa perspectiva también lo obligaba a no interceder por Baudelaire.
¿Tú crees que en su situación Baudelaire podía permitirse el capricho de mostrarse 'espontáneo' en sus justificaciones, o que debía aparecer lo más dogmático posible a ojos de sus acusadores?
Puede que al final hasta lleguemos a entendernos.

Manuel G. dijo...

No entiendo bien lo que quieres decir, y no conozco la crítica de Baudelaire, excepto algo sobre pintura, pero aunque creara escuela, en su momento su crítica no tenía por qué ser académica solo por ser certera o estar bien fundamentada, lo cual no es contradictorio a "espontánea" y personal. Lo que hacen las "academias" consistiría en seguir una serie de modelos, moldes y protocolos previos. Sócrates o Jesucristo fueron la espontaneidad en persona, y mira luego las iglesias y academias que les sucedieron...jaja.

Es que me temo que a "espontáneo" le das el significado sin más de "desacertado" (infundado, injustificado, arbitrario, improcedente, pueril). Y todo lo "acertado" va a ser siempre "académico", "riguroso". Así da gusto.

logiciel dijo...

Hostia, Manuel, acabas con la paciencia de un santo! y no es mi caso en absoluto.
Píllate una crítica de Gabriel Ferrater, académicos puristas donde los haya.
Saludos, hombre.

logiciel dijo...

Y para matar el tema, que ya cansa - y las clases magistrales son caras - solo te diré que para romper moldes, si es que alguno se muestra obsoleto con los años, tienes que conocerlos, y ese es uno de los trabajos de la crítica académica. Si no, la flauta puede sonar por casualidad una vez, pero dos no.

Ibrahim B. dijo...

Hola, Vicente,
Son las tres y pico a.m. y llevo media hora en la cama dándole vueltas a una pregunta que alguien me ha hecho en Formspring, sobre si creo que lo que hacéis gente como tú, Eloy o García Rodríguez es original. Bien. La cosa es que me puse a pensar en tu Pantpágina, de la que ya hemos hablado en Facebook, y en ese párrafo de 1930 que suscribes en 2010, y no pude evitar preguntarme si la teoría literaria, y digo teoría literaria 'stricto sensu' (es decir al margen de la filosofía de la imagen o de algunas cuestiones relacionadas con la crítica cultural, la sociología de la literatura o los estudios de género), sigue viva ‘hoy’, o bien dio sus últimos estertores en los años dorados del posestructuralismo, o sea hace un huevo de tiempo. Entiendo que la pregunta suene casi a obviedad o a improcedencia, pero ahora mismo me parece un asunto de vida o muerte.

Abrazo,

Vicente Luis Mora dijo...

No sé si es de vida o muerte la cuestión, Ibrahím, pero me parece un asunto de lo más pertinente. Creo que un crítico que empieza hoy tiene 4 posibilidades ante sí:

1) Optar por una de las teorías literarias ya creadas, asumirla y seguir sus dictados a rajatabla.

2) Utilizar la "globalidad crítica" expuesta por García Berrio en dos artículos, publicados en 1979 y 1995, si no recuerdo mal, consistente en el intento de unir relacional y lógicamente las teorías críticas de su tiempo en aras de una crítica con los menos errores posibles. Algo parecido, pero para la filosofía, proponía la pragmática de Giovanni Papini.

3) Utilizar el pluralismo crítico apuntado alguna vez por Ricardo de la Fuente Ballesteros, que es algo parecido a lo anterior pero sin tejer relacionalmente las teorías; esto tiene el problema, señalado por Todorov para todo pluralismo, de que las teorías así utilizadas no dialoguen unas con otras y mantentan sus diferencias en vez de buscar aquello que pueden tener en común.

4) Crear un pensamiento literario nuevo, que en ningún caso puede ser ex nihilo, puesto que hay tradición crítica más que respetable desde 1930 para acá, sino ex novo, construida a partir de lo existente pero añadiendo pensamiento original. Hay muchas formas de hacerlo; en mi opinión se construye añadiendo pensamiento fuerte (sobre todo filosofía, estética, teoría de la imagen, sociología y teoría de la información) a las teorías críticas existentes, observando crítica y globalmente el mundo en el que viven uno y los demás escritores, creando terminología propia o esclareciendo terminología que se ha utilizado hasta perder su sentido y tomándose el tiempo necesario para hacerlo.

Por supuesto, entiendo que la crítica literaria más importante y necesaria es la 4ª. Es la que intento modestamente hacer, pero necesita tiempo, muchísimo tiempo. Piensa que Blanchot, por citar un ejemplo, escribe Le Livre à venir con 52 años y L'Entretien infini con 62... Creo que hace poco leías el Western Canon de Bloom, escrito a sus 64 años. Una obra crítica es el trabajo de toda una vida. Espero haber respondido a tu pregunta. Saludos.

alomar55 dijo...

Entiendo que un crítico debe ser productor de conocimiento.