domingo, 6 de septiembre de 2009

De cómo lo pequeño es grande



Hugo Mújica
La casa y otros ensayos; Vaso Roto, Barcelona, 2008.

Un poeta es alguien que calla
Hugo Mújica


Vaso Roto, la editorial de Monterrey (México), que acaba de instalarse también en Barcelona, viene publicando hasta el momento libros de autores muy interesantes, como Mark Strand, Alda Merlini, Charles Wright, Derek Walcott o el autor al que ahora nos referiremos, el argentino Hugo Mújica, de quien ofrece tres ensayos poéticos agrupados bajo el título de La casa y otros ensayos.

Cuando me preguntan el momento en que más próximo me he sentido a la gran poesía, siempre respondo que ese momento fue el día en que leí poemas conjuntamente con Hugo Mújica. Los treinta centímetros de distancia que nos separaban en Córdoba marcaron mi máxima proximidad con la poesía con mayúsculas, aunque él -muy modesto, por lo que me pareció ese día-, parece escribirla con minúsculas. Su experiencia de monje trapense durante varios años, en los que guardó voto de silencio (muy parecida a la de otro gran poeta, el coreano Ko Un, que hizo lo mismo durante una década), parece haber forjado el carácter de sus poemas, llevados al extremo de la precisión y la contención expresivas, como si no quisieran levantar polvo al ser leídos, o no quisieran hacer ruido al ser escuchados. Sus textos están construidos sobre la tensión de lo decible; un paso más allá o más acá los convertiría en silencio o en retórica, algo que nunca ocurre.

Mújica es también un ensayista notable, capaz de aunar diversas tradiciones para tejer un ensayo imprescindible sobre el vacío y el silencio (Pensar el vacío; Trotta, 2002), de hacer un fascinante ensayo en verso que pasó, por desgracia, bastante desapercibido en nuestro país (Lo naciente. Pensando el acto creador; Pre-Textos, 2007), y de apuntar en unas breves palabras y con una delgadez metafísica ideas imborrables sobre el parecido entre la casa y el cuerpo en “La casa”, primero de los textos que componen La casa y otros ensayos. Este texto tiene en común con los siguientes, “Crisis y fecundidad” y “El hueco de cada corazón”, que los tres alumbran conceptos distintos pero de parecida simbología: algo que, en principio, debía ser interior y cerrado (la casa, la crisis, el corazón), demuestran que, lejos de ser términos relativos al enclaustramiento, hacen referencia a la apertura, a la irradiación centrífuga hacia el exterior. Ya decía Juan Ramón Jiménez que “el centro escucha en círculos”, y Mújica es muy consciente de esa misma tensión de lo nuclear hacia lo exterior, en cuyo tránsito está la esencia misma del concepto movimiento, pero también del concepto esencia. Con una visión orientalizante, Mújica entiende que las cosas no responden a un solo principio, sino que se conforman dialógicamente, a la vista de sus opuestos y en dirección a ellos, siempre con un sentido de apertura. De ahí que el poeta escriba: “la casa, morada y estancia, habitada se entiende hogar, hogar que, encendido, se abre hospedaje: se ofrece apertura” (p. 25); “la imagen de la crisis es una ruptura, pero una ruptura por exceso: algo que entra donde no hay espacio, lo abre” (p. 42); “corazón es entonces, el nombre del espacio, la apertura” (p. 56). Cualquier texto de Mújica es valioso; este pequeño librito quizá no es una de sus grandes obras teóricas, pero en cualquier caso es una buena puerta de entrada para quien no conozca su imprescindible obra literaria.

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Juan Villoro
Llamadas de Amsterdam; Almadía, Oaxaca, 2009.


Hablar del talento narrativo del mexicano Juan Villoro es descubrir mediterráneos, de modo que no abundaré mucho en ello. Desde sus primeros libros, como La noche navegable (1980), un libro de relatos hijo del temblor que intentaba una síntesis de los narradores hispanoamericanos más clásicos con la prosa más abierta a las nuevas manifestaciones culturales de onderos como José Agustín, Villoro viene construyendo una obra sólida, primorosa, que para mí tiene sus mejores momentos cuando bucea en la experiencia humana a través de la observación plástica (hablo de mirada aguda transida de preciso lenguaje descriptivo plástico). Llamadas de Amsterdam, esta breve nouvelle publicada exquisitamente por Almadía, sólo puede llamarse “menor” si nos referimos al tamaño del volumen. Las desventuras amorosas de un pintor incomprendido con su amor de toda la vida sólo son la excusa para un conjunto finísimo de miradas, de observación de detalles, que van cruzándose en el caos como líneas de un cuadro de Pollock. Al pintor sólo llegó a comprenderlo un crítico, y ese crítico está muerto. La protagonista vive en una calle circular, como sus conversaciones. El acto ético de escribir sobre la vida en una ciudad donde “apuñalan a alguien cada minuto” (p. 49), crear mientras todo se extingue, resistir. La conciencia de que el orden de una mesa puede decirnos tanto o más de una persona, gracias a la magia descriptiva de Villoro, que su diario. La forma de llamar por teléfono o el lugar donde se marca el número como gestos más significativos que las palabras que se pronuncian. En la breve Llamadas de Amsterdam encontrarán ustedes un poco de Villoro, pero es que un poco de Villoro es mucho.
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23 comentarios:

Feliciti dijo...

Tengo encargado "Pensar el vacío" desde que en alguna de las bitácoras de uno de mis blogs habituales,leí esa recomendación.Esos títulos me llaman mucho la atención:Vacío,Nada,Existencia...ya sabes,seguiré indagando en Mújica una vez leído el primero,si pienso que vale la pena claro,que seguro que sí!

Anónimo dijo...

Para mí, ese acercamiento a la poesía desde la espiritualidad, la mística, la reflexión asociativa, el fulgor, la cultura general, etc., desemboca en ensayos vacuos, donde el poeta divaga sobre temas que no conoce en profundidad (como la poesía de Paul Celan, tan proclive a provocar abusos hermenéuticos, de Gadamer a Amador Vega, pasando por Hugo Mújica).
Jordi C.

Vicente Luis Mora dijo...

Ay, querido Jordi, ya sabes que en esto disentimos: para mí el abuso hermenéutico no existe. No creo que haya una sola interpretación válida de algo, y mucho menos de un texto literario. Y dentro de los textos literarios, los más ricos son aquellos capaces de abrir la hermeneusis hasta el infinito, de suscitar versiones y hasta visiones.

La poesía de Celan no necesita, entiendo yo, de policías, sino de lecturas. Cada una de ellas, desde las más centradas en el "close reading" hasta las más libérrimas, engrandecen la obra de Celan porque revelan y resaltan su universalidad, la capacidad de esa obra de dar algo a todo aquel que se acerca a ella. Abrazos.

Magda Díaz Morales dijo...

Pienso que sí existen "abusos" hermenéuticos, interpretaciones totalmente empíricas que no llevan a nada y sí a estar sumamente lejos de la obra que interpretan. Sin embargo, no considero que sea el caso de Hugo Mujica, un estudioso de la filosofía, literatura y hermenéutica. Hugo Mujica no podría cometer estos "abusos", para nada.

Yo si creo que hay interpretaciones válidas, y lo considero así porque es solo eso: UNA lectura, y nunca LA lectura.

Una de las propuestas de la hermenéutica moderna es que todo enunciado debe ser estimado como la respuesta a una pregunta, una pregunta que se realiza adónde el enunciado es ya una respuesta, una comprensión de su sentido. Es, pues, a partir de esta situación cuando se puede comenzar a dar una lectura o interpretación. Dice Paul Ricoeur: "El problema de la escritura se vuelve problema hermenéutico cuando se lo refiere a su polo complementario, la lectura […]. La lectura es el pharmakon, el "remedio" por el cual el sentido del texto es "rescatado" de la separación del distanciamiento y colocado en una nueva proximidad, proximidad que suprime y preserva la distancia cultural e incluye la otredad dentro de lo propio".

Si bien el objeto de la hermenéutica es el texto, igualmente confluyen en este acto interpretativo el autor y el lector; es decir, existe una intención del texto, una intención del autor y una intención del lector, el acto de lectura debe de tener en cuenta estos tres elementos, aunque es dificil que un solo lector pueda alcanzarlos todos.

En nuestra situación de lectores realizamos el círculo hermenéutico: leemos (comprendemos/ interpretamos/aplicamos) un texto desde un horizonte de expectativas a partir del cual entramos en interacción con el efecto de lectura; dentro de este horizonte realizamos nuestro proyecto apoyados en nuestros pre-juicios (nuestros juicios anticipados), residiendo en este acto de lectura, al decir de Umberto Eco, "una difícil transacción entre la competencia del lector u observador [su conocimiento del mundo] y la clase de competencia que determinado texto [o imagen] postula con el fin de ser leído de modo económico" [conveniente].

En nuestra lectura se despliega el efecto del texto literario gracias a su intención comunicativa, a su carácter indicador, más no se trata de revelar el contenido del texto sino el de hacer objeto de su consideración o reflexión a la constitución del mismo sentido. En este proceder interpretativo lo primero que naturalmente surgen son preguntas: ¿Qué significa este texto? ¿Qué me dice a mí? siempre con la mira de comprender ese mundo que llega por medio del discurso narrativo literario.

conde-duque dijo...

Para mí lo mejor de Juan Villoro sigue siendo su prólogo a los "Aforismos" de Lichtenberg (FCE, México, 1989). También son suyas la selección, la traducción y las notas de esa edición.

logiciel dijo...

Estoy de acuerdo con Magda. Un texto -literario- puede, o debe, tener tantas lecturas como lectores, que no se excluyen sino que se complementan y al mismo tiempo lo engrandecen. Si un texto literario no es capaz de generar eso se convierte en un texto plano.
saludos

Manuel G. dijo...

El autor puede tener unas intenciones determinadas y limitadas, pero el lector puede poner lo leído en relación con otros elementos nuevos. A su vez, el conjunto de lectores puede abrir una obra a la asociación con otros infinitos elementos (¿es así como funciona internet?).

En este contexto de infinitas asociaciones, compativamente, el peso de la intención del "autor" tendería a ser cero, a no tener importancia.

Juan Carlos Sosa dijo...

Si hay abusos hermeneúticos. Por ejemplo: cuantas veces dice alguien al "interpretar" una obra: El personaje de tal novela es un borracho empedernido, se nota aquí que es el autor el que habla" o "El personaje es un hombre triste, melancólico. Esto se debe a que el autor del cuento fue un hombre triste siempre en su vida". A esto se llama "abuso interpretativo" a no ser que tontería interpretativa.

logiciel dijo...

El problema, creo, es que todavía no hemos logrado matar al autor, y en demasiados casos se convierte en el lastre de su propia obra.

logiciel dijo...

Y en cuanto a las interpretaciones, claro que no todo vale.
Los franceses lo solucionan enseguida con las "dissertations": "justifiez! argumentez!", que como mínimo lo que sí consigue es poner en evidencia alguna que otra 'visión'. Recuerdo que un profesor que tuve se pasó el curso escribiéndome al final de cada comentario: "voir, entrevoir, croire entrevoir, vouloir croire entrevoir..."

Unknown dijo...

transido, da.

(Del part. de transir).


1. adj. Fatigado, acongojado o consumido de alguna penalidad, angustia o necesidad. Transido de hambre, de dolor.

2. adj. Miserable, escaso y ridículo en el modo de portarse y gastar.

¿Es ese "preciso lenguaje descriptivo" una penalidad, una angustia, o una miseria? No entiendo muy bien el uso que haces del adjetivo transido, Vicente.
Un saludo!Gracias.

Vicente Luis Mora dijo...

Transido también significa "atravesado" y "trascendido", querido Félix. Un par de ejemplos académicos de este uso puedes verlos aquí:

"Un eros transido de sacralidad: sobre "Concierto. Antología poética" y "La reniñez", de Gonzalo Rojas", Angel Rodríguez Abad, Revista de libros, ISSN 1137-2249, Nº. 99, 2005, pag. 35

"Don Quijote transido de luz",
Gonzalo Moisés Pavés Borges,
Revista Latente: revista de historia y estética del audiovisual, ISSN 1697-459X,Nº. 4, 2006, pags. 27-40

Se ha formado un interesante debate sobre interpretación en el que, por razones de tiempo -estoy de viaje- no puedo participar, aunque no estoy de acuerdo con casi nadie. Ya intentaré ampliar mi visión cuando corresponda, pero en estos tiempos de continuas censuras a la libertad de expresión y de perpetua búsqueda de la restricción del sentido por los poderes fácticos dominantes, creo que todo tipo de hermeneusis, incluso las más disparatadas, no sólo son bienvenidas sino que son estrictamente necesarias, lo que no quiere decir que todas tengan el mismo valor. Es una postura ética, y se me pasará pronto, cuando el mundo mejore. Ya mismito. Saludos a todos.

logiciel dijo...

Si es una cuestión de postura ética vale. Pero ojo con las paranoias.
Saludos

logiciel dijo...

Y resumiendo brevemente esta metodología, consiste en llegar al texto partiendo única y exclusivamente del texto, sin tener en cuenta biografías ni prcticamente otros enlaces externos que no estén directamente relacionados con la trayectoria artística del autor, y tratar de demostrar cualquier hipótesis - no sólo las oficiales- pero ceñidas exclusivamente al texto, que debe contener todo lo necesario para ello. Si no es así, no es aceptable.
Este planteamiento también es válido para la crítica literaria.

Saludos

Vicente Luis Mora dijo...

Querido Logiciel, ese tipo de lectura castrada y por lo común castrante se denomina "close reading" y es todo lo contrario a lo que este blog defiende desde sus inicios... Es válida para un acercamiento al texto como objeto, pero el texto también es un sujeto (cuando es bueno), y acaba emancipándose de autor, lector y crítico y comienza su atorrante y azarosa vida propia. El (buen) texto es un viajero, y deja pronto atrás a quienes intentaron encarcelarlo en el estrecho margen de sí mismo. Pero sobre todo esto volveremos en su momento. Saludos sin paranoias.

logiciel dijo...

De 'closing reading' nada, Vicente. Precisamente defiende la libertad del texto frente a cualquier cerrazón mental, justificada o no.
Seguro que no me he explicado correctamente. En otra ocasión, espero.
Saludos

Vicente Luis Mora dijo...

A lo mejor yo estoy paranoico y he entendido mal. Saludos, Logiciel.

logiciel dijo...

Sólo para tranquilizarte en cuanto a tu salud mental, es cierto que leyendo lo que he escrito parece que el análisis se centre en la sintaxis, los recursos y demás zarandajas estilísticas. Pero no. No va de eso. Sí que hay que leer con atención, pero buscando la justificación de las ideas hermenéuticas que se pretende demostrar y dejando el campo abierto a todo tipo de discrepancias.
Ya
saludos

SOLRAC dijo...

Siempre he leído gustoso los libros de poemas de Hugo Mújica, y alguno de sus ensayos, que encarnan para mí lo más próximo a un "pensamiento poético" (permitáseme la expresión) que he podido ojear (¡ojo!) nunca. Creo que el libro al que te refieres, Vicente, de la editorial Trotta se titula "Poéticas del vacío" y no "Pensar el vacío", pero para el caso, es lo mismo. De él, entresaco estas breves líneas:

El poema abre.
Rasga.

Esa apertura, lo abierto desbordándose apertura,
es el poema.

Creo que esta concepción del poema, con la que estoy completamente de acuerdo, vendría a iluminar un poco este debate sobre hermenéutica. Yo sospecharía mucho de todos aquellos que hoy hablan de los "excesos de la deconstrucción", sólo para que las cosas vuelvan por el cauce por el que han ido siempre. De todas maneras, leer es siempre dar sentido. La apertura es dar. Recomiendo especialmente la lectura en "Poéticas del vacío" del capítulo dedicado a Paul Celan, pasadizo a este otro libro "La casa y otros ensayos".


Salúdicos.

Vicente Luis Mora dijo...

Solrac: en efecto, también otra asidua del blog me había apuntado el error en el título. Procedo a retocarlo.

Logiciel, no pasa nada, tranquilidad. Ayer estaba algo cansado cuando respondí, y me pareció ver fantasmas damasoalosianos en tu propuesta, con la consiguiente alarma. A veces veo muertos. Ya sabes que mi trabajo es una lucha continua contra ese tipo de crítica, que tanto hace y sigue haciendo a generaciones de filólogos españoles (e incluso de estudiantes de secundaria). Saludos.

Magda Díaz Morales dijo...

Querido Vicente, aunque no es para mi la respuesta, tomo la que das a Logiciel: de 'closing reading' nada, todo lo contrario.
Me parece que tu opinión y la nuestra está de acuerdo: el texto termina emancipándose del autor teniendo vida propia. Por supuesto que estoy totalmente de acuerdo.

Y me alegra que aunque estés en contra de esa crítica de los filólogos que comentas "(e incluso de estudiantes de secundaria)", nos demos cuenta de que estamos hablando de lo mismo aunque de manera diferente.

Yo no soy filóloga y acá no conozco filólogos que hagan este tipo de crítica y mucho menos chicos de secundaria que la hagan. Lo que si, admiro a la Teoría literaria y sus diferentes vertientes. Y me alegra que podamos intercambiar opiniones, estemos de acuerdo o no.
Siempre es para mi enriquecedor conocer otros pensamientos al respecto. Todo es solamente intercambiar, nada más.

Vicente Luis Mora dijo...

Querida Magda, no me refería a ti con lo del close reading, sino que malinterpreté lo que Logiciel decía, como he aclarado antes. Estoy como tú por el intercambio, sobre todo por el libre intercambio de sentidos e interpretaciones. Incluso últimamente estoy dándole vueltas a dejar de hablar de "interpretación válida", para cambiar el término por interpretación "sólida", "posible" u "operativa". Una interpretación válida implica que las demás son inválidas. Hum. No sé hasta qué punto yo soy nadie para decir que mi lectura es válida y la tuya no, o quién serías tú para decir que mi lectura es inválida y la tuya la "verdadera". La verdad, sobre todo en literatura, es un periódico de Murcia. Si comenzamos a usar -por eso me conmino a hacerlo, porque los usos lingüísticos acaban siendo tan importantes como las teorías- expresiones menos "violentas" o soberbias como interpretación operativa, interpretación plausible, hacedera, sólida, factible, coherente, etc., que definen de forma positiva una hermenéutica sin denostar oblicuamente a los demás, quizá la humildad y el buen sentido se impondrían con el tiempo.

Esto lo digo como crítico. Como autor, nunca he sufrido a un crítico que pensase que su opinión sobre mi obra era la única posible. Si algún día llega eso a suceder, no tendré más remedio que reírme en su cara y exponerle otras 5 ó 6 interpretaciones de mi obra que también van con ella y que él no habrá visto, pues yo escribo así, con niveles (ocultos la mayoría) de acumulación de sentido. Niveles que en algunos casos, como en Construcción, son deliberadamente incompatibles entre sí a veces, por estructura dialéctica. Mi obra (cualquiera en realidad) tiene perfiles mutables que dependen de la amplitud del radar utilizado para detectarla. Las interpretaciones únicas sólo existen para textos planos. Saludos y gracias por tus palabras, Magda.

Babs dijo...

Tocayo:

no he podido evitarlo: tienes una cita de Adaptation, ¡de Adaptation! Es uno de los mayores timos cinematográficos de la década.