jueves, 6 de marzo de 2008

Dos notas y muchas dudas sobre narrativa española/hispanoamericana

La distinción entre literatura española e hispanoamericana, tan asentada aquí en los Estados Unidos, siempre me ha parecido injustificada e incomprensible, como ya he expuesto en La luz nueva y otros lugares. Amén de los libros que ahora citaremos, hay no pocos autores que suscitan dudas sobre la dialogía: Rodrigo Fresán, afincado en España y que publica sus libros en editoriales españolas, ¿es un narrador hispanoamericano? Andrés Neuman, nacido argentino pero emigrado tempranamente a la Península y educado en ella, ¿pertenece al sistema literario español o al hispanoamericano? Poetas como Concha García, que tienen más difusión y conocimiento casi en Argentina que en España, ¿son de verdad puramente españolas? Las Baladas y canciones del Paraná, de Alberti, ¿son literatura española pura? ¿No es fundador de cierta línea de narrativa hispanoamericana el Tirano Banderas de Valle? ¿Por qué es o no es español Gerardo Deniz, por qué es o no hispanoamericano Edgardo Dobry? Creo que en realidad esta dicotomía es una categoría académica para crear más cátedras. Entre la literatura chicana de Puerto Rico y la poesía chilena hay más diferencias que entre Octavio Paz y Juan Ramón, más distancia geográfica que entre Alberto Fuguet y Ray Loriga. Pero en fin. Me sumo a los ensayistas agrupados por Sánchez Robayna y Jordi Doce en Poesía hispánica contemporánea, que hablan sin complejos de literatura hispánica, sin distinguir en ella dos o más orillas: el idioma no las tiene. Corrientes de agua ligeramente distintas sí, pero la orilla es una. Veamos un par de olas.


Alejandro Zambra
La vida privada de los árboles; Anagrama, Barcelona, 2007

Tengo que decir que no me gustó nada, pero absolutamente nada, Bonsái (Anagrama, 2006), la primera, celebrada e hipersobrevalorada novela de Zambra. Me pareció un lastimoso homenaje a Proust, merecedor de mejores y más ambiciosos tributos, y como narración la vi inane, cursi, amanerada, intimista y “superfácil” de leer. Algo que (no nos engañemos) garantizaba su éxito internacional y que confirmaba que las grandes ventas de narrativa y la calidad literaria se asocian sólo cuando los planetas se alinean en el cosmos o cuando el Barcelona gana la liga. Como La vida privada de los árboles es bastante mejor libro, preveo que las ventas decaerán, porque habrá un elevado número de lectores que compren "lo último de Zambra", pero ya no funcionará tan bien el boca a boca. La nueva novela de Zambra, al tratar el asunto del desamor, tiene muchos menos accesos cursis y sentimentaloides que la primera, y se nota que el autor ha cumplido algún año y ha adquirido destreza y oficio narrativo (excelente la elipsis de la página 69 y la construcción contrapuntística de la experiencia de la hija de Verónica), amén de una perspectiva sobre la vida que le hará dentro de diez años mirar Bonsái en la estantería y mesarse los cabellos. De hecho quizá ya aparecen en La vida privada de los árboles síntomas de esa conciencia autocrítica: “acaba de terminar un libro muy breve, que sin embargo le tomó varios años escribir. En un principio se dedicó a acumular materiales: llegó a juntar casi trescientas páginas, pero luego fue descartando pasajes, como si en lugar de sumar historias quisiera restarlas o borrarlas. El resultado es pobre” (p. 27), estamos muy de acuerdo. De que estas líneas pueden hablar sobre Bonsái puede ser indiciario su aire de familia con unas declaraciones que hizo Zambra sobre ella el mismo año de su publicación: “podría considerarse una obra sobre la literatura porque gracias a los libros los personajes se hacen y deshacen. Pero también es una novela contra la literatura, porque los tesoros literarios que coleccionan los personajes no sirven para nada, no consiguen meterlos en la novela que querían protagonizar, que querían que fuera larga, de 600 páginas bellas y tristes, y les alcanzó sólo para 90 páginas bien diagramadas” (extraído de un artículo de Justo Barranco sobre Zambra, La Vanguardia 20/02/2006). En algún lugar de La vida privada de los árboles aún se hace alguna defensa de la literatura bonsái (que a mí me interesa mucho, pero cuando la hace César Aira), pero Zambra ha entendido que la brevedad puede ir federada también a la complejidad. Sobre un argumento retardante que nos recuerda al Esperando a Godot, se teje el vacío psicológico y afectivo de una persona y una relación amorosa, con un desarrollo breve pero eficaz, sustentado en la frase sencilla, sin alharacas expresivas ni demasiado retoricismo. De ese tono desencantado, que también nos recuerda la destructiva postura de Houellebecq sobre las relaciones personales, hay varios testimonios en el libro: “se ama para dejar de amar y se deja de amar para empezar a amar a otros, o para quedarse solos, por un rato o para siempre. Ése es el dogma. El único dogma” (p. 89); “es una historia de amor (…) dos personas construyen, con voluntad e inocencia, un mundo paralelo que, naturalmente, muy pronto se viene abajo” (p. 103). En algún momento, hay incluso momentos de humor notable, como el jocoso alegato contra la literatura sustentada en casualidades (pp. 36-37), andanada que suscribimos sin reservas. La construcción de la memoria y el nihilismo contemporáneo que acepta sin más las desgracias radicales, sin preocuparse de encontrarles un sentido (sea éste práctico o mistérico) son otros temas de esta nouvelle, que hace concebir esperanzas sobre Alejandro Zambra.


Damián Tabarovsky
Autobiografía médica; Caballo de Troya, 2007

Lo más parecido que tenemos en literatura en castellano al citado Michel Houellebecq, suavizado el nihilismo estructural del francés, es el escritor Damián Tabarovsky. Autobiografía médica es un maravilloso ejercicio de novela sociológica, que conjuga meritorios episodios de interorismo con una capacidad magistral de observación y análisis del entorno social, en este caso de la Argentina que ha pasado de medio rica a medio pobre de la noche a la mañana. El Buenos Aires posterior al corralito, su duda nacional interna entre si volver a cierto pasado o intentar anclarse de una vez en el futuro comparece, en provocador escorzo, en esta breve novela de Tabarovsky, de inteligencia inversamente proporcional a su extensión. Algunas opiniones contundentes incluidas son memorables, como la que sigue:

(…) su muerte, la ruina de su cuerpo, no era producto de ningún exceso; no había llevado Dami su cuerpo hasta el límite, no había ni drogas, ni noches, ni pruebas, ni sexo salvaje, ni sadomasoquismo, ni gimnasia en exceso, ni body art, ni prostitución masculina, ni jeringas, ni sida, ni rock (Dami no hubiera podido ser nunca un personaje de la literatura argentina o española de los noventa) (p. 73)
Reflexiones agudas se mezclan con citas eruditas, utilizando el mecanismo houellebecquiano de saturación informativa, sin dejar por ello de ser ameno ni accesible a cualquier lector. A destacar la excelente factura discursiva y técnica, que supongo hacen de Tabarovsky un editor temible, de los pocos que pueden ponerse a sí mismos como ejemplo de buena factura narrativa. Un acierto fresco y enrarecido a la vez, una joya con burbujas de smog, una de las mejores novelas, sin duda, publicadas recientemente.

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17 comentarios:

Jordi Roldán dijo...

Breve apunte, sobre el tema de la distinción entre literaturas
Feria de Frankfurt - literatura catalana. Marsé, Montalbán...no escriben en castellano,¿no es literatura catalana?

Empezamos con las categorías y las clasificaciones y la delgada línea roja se estrecha cada vez más.
Hasta hace poco, la ciencia lo único que hacía era clasificar (en ocasiones no es un trabajo despreciable) pero no se avanzaba demasiado.
Los americanos (lo digo porque EEUU es la Roma de nuestro tiempo, y lo que está fuera de sus fronteras da la sensación que no existe) son muy dados a ésta distinción, todo se puede poner en un cajón estanco y a partir de ahí ya diremos si es bueno o malo.
Óscar al mejor actor de reparto, Bardem, pero si es el protagonista!!

Magda Díaz Morales dijo...

Tengo entendido, que existe una convención internacional que dice:

Hispanoamerica: paises que hablan el castellano, incluyendo a España. Latinoamérica: paises que hablan en castellano y otros que no hablan castellano pero que están en territorio latinoamericano, como las Guayanas, Brasil.

Quizá esto ayude a explicar que la literatura hispanoamericana es la de habla en castellano, España y los países americanos de habla castellana.

Seguro que EU lo ignora o se hace que lo ignora.

azarfram dijo...

Qué maravilloso comentario. Menos mal que existen las apostillas para liberarnos de tu insidia y tu sofismo, Vicente.

Ha sido tan clarificador el comentario que me ha transformado. Por fin he aprendido que hay dos literaturas perfectamente diferenciadas: 1) la literatura hispanoamericana, que se escribe en España y en los países americanos de habla castellana, y 2) la literatura latinoamericana, que se escribe en los paises de américa latina, donde además de castellano, también hay portugúes (y quién sabe qué más). Y, una preguntita, qué pasa con la literatura española; será, supongo, la que se escribe en España, y, supongo también, que en español o castellano, igual que la hispanoamericana, ¿verdad?. Y dado el tráfico sin fronteras de influencias estilísticas habido y habiente y por haber en nuestro mundo, cómo distingo yo la literatura hispanoamericana de la española (que es de lo que se trata aquí). Ah, seguro que en la primera, escriben "guey" o "vos" y en la segunda "tú" y "coño".

Luz como ésta sólo puede provenir de alguna de esas cátedras que mencionas, Vicente, no importa si de España o de Hispanoamérica, porque las dos iluminan por igual. Urgente me parece que tamañas luces vayan a pasear por todos los foros de la descultura mediática.

Salú-2, fenómena; y tolerancia, que todos patinamos alguna vez.
Y un abrazo para tí, Vicente, y para el resto de los oscurecidos.

Anónimo dijo...

Con permiso.

Tanto las dudas de Vicente como las de L'habitacio d'arles se responden, a mi modo de ver, con un mismo razonamiento: los sistemas literarios, valgan para lo que valgan, se organizan por lenguas, no por países, continentes o comunidades autónomas.

La literatura hispanoamericana y la española conforman un mismo sistema literario. La literatura catalana es, obviamente, la escrita en catalán; la obra de Marsé y Montalbán (cuya condición de ciudadanos catalanes nadie discute, al menos no yo) escrita en castellano pertenece, por tanto, al sistema literario en lengua española. Y lo más importante, ello ni suma ni resta en el valor de la obra de todos ellos.

Un saludo.

Vicente Luis Mora dijo...

Eso justo, Germán, es lo que yo estoy diciendo, porque es la lógica de las cosas. Sólo me hace gracia ver la distinción en las cátedras entre una cosa y otra. Hace poco estuve aquí con un profesor universitario,y al tender un puente entre un poeta mexicano y uno español, advertí un gesto contraído de perplejidad. Le pregunté: "¿no ha leído usted a X?". Y él me respondió: "No, yo es que soy de Hispanoamericana".

Quizá ahora me he explicado mejor. Saludos.

Jordi Roldán dijo...

De acuerdo contigo Germán.
Había una errata en el primer comentario, pero creo que se ha entendido (quise decir Marsé y Montalbán no escriben en catalán).
Lo decía porque la polémica que se armó por esto fue la leche, polémica politizada evidentemente, a quíen invitaban a quién no, la COPE, el Mundo...bufffff

CODA: Sí Vicente, la categoria Mutantes es cojonudamente acertada.

Anónimo dijo...

Con toda humildad, no estoy seguro de si a estas alturas concebir la literatura como un conjunto de sistemas no nos conduzca a más imprecisiones de las que solventa. Para mí, la literatura en español también incluye la literatura traducida, ya que así es como la consumimos y así es como "nos es dada" por el mercado. Creo que ningún debate sobre este asunto debería dejar la literatura traducida al margen.

Anónimo dijo...

No se entiende que la camada mutantes (lo mismo que decir perros-lobos)se manifieste en contra de generaciones y demás sandeces y luego venga "su" crítico a diseccionar literatura en base a geografismos...

e7ili dijo...

Y luego hay escritores y literaturas que no es que no sean de aquí o de allí... es que no son de este mundo.

Vicente Luis Mora dijo...

Querido Anónimo, a ver si aprendemos a leer, estoy diciendo justo lo contrario: que al escribir todos en español, el lugar de procedencia es absolutamente irrelevante. No hay peor tonto que el no quiere saber.

Anónimo dijo...

Otros casos: literatura francesa y literatura francófona (Quebec, por ejemplo), literatura china y literatura sinófona. Sobre esta última os paso dos enlaces:

globalizing modern chinese literature sinophone and diasporic

Carles Prado. Inside-Out:Thoughts on Contemporary
Chinese and Sinophone Literature


El primero incluye más enlaces.
El segundo hace referencia al jaleo que monta la COPE.

(A.B en la UPF es profesora. De otra manera la isla sería desierta)

Abrazos

azarfram dijo...

El post de Miguel Espigado me parece que introduce una interesante cuestión en este debate. Al considerar como literatura en castellano toda la literatura traducida al mismo.

Personalmente, no puedo estar de acuerdo porque considero que la literatura no es sólo una cuestión del lenguaje bajo el que se presenta una obra. Entiendo que hay una estructura del pensamiento diferente tras cada lenguaje, en correspondencia con su propia gramática. Y que las formas literarias en las que un pensamiento se encarna difieren de otras formas en muchos aspectos que la traducción no puede influenciar, so pena de transformar dichas características de ese lenguaje.

Por ejemplo, el alemán es tan diferente como lenguaje en su forma y su reglamentación, del español, que por más que traduzcas su literatura, no pierde esa impronta germana. Lo cual ubica, a mi parecer, a más distancia un libro de Musil o de Mann respecto a uno de Gopegui, que éste último respecto a uno de Piglia. (No estoy muy seguro de haber elegido unos ejemplos muy adecuados).

Anónimo dijo...

Creo que este es un tema endemoniado, o al menos tan insondable como el sexo de los ángeles, por lo que, en mi caso paticular, sólo puedo exponer algunas dudas, que espero valga la pena compartir.

Hay muchas cuestiones en juego en una aparentemente inofensiva, y hasta bien intencionada, definición. El criterio inclusivo para la literatura de un idioma funciona en ciertos casos y en otros no. A veces dos obras de un mismo autor pueden ser tan distintas que pueden integrarse a un sistema y no ser viables en otro.

Es decir, existen propuestas y problemáticas que estrictamente se corresponden a una dimensión local y que, en cierta manera, al asimilarlas dentro de un sistema más grande se neutralizan. Y allí está el riesgo de quien estipula una categoría: ¿sería tolerable una definición de la literatura hispánica sólo a partir de las obras de los cronistas de Indias? A mí me parece que no, pero, siguiendo el matiz histórico geográfico, la obra de un poeta como Nicolás Guillén y su tratamiento de lo afrocubano difícilmente cobrará el valor que en una definición unívoca de lo hispánico puede adquirir la obra de Lezama Lima. En otras palabras: Lezama es un poeta más valorado dentro de lo hispánico, pero Nicolás Guillén es más valorado dentro de lo afrocubano, y ambas perspectivas, que son respetables, no pueden partir de un mismo criterio esencialista.

Y lo mismo, pero al revés: nadie reclama al también cubano Gastón Baquero (que hasta su muerte tuvo la condición legal de apátrida) como poeta español, pese a que vivió y escribió en y sobre Madrid.

Pero hay más: García Lorca es uno de los grandes poetas neoyorquinos sin hablar inglés, y Huidobro y César Moro son canónicos en sus países escribiendo en francés, condición a la que no llegan, casi un siglo después, los poetas chilenos y peruanos, supuestamente hispanoamericanos, que escriben en Mapuche o Quechua...

--Martín Rodríguez-Gaona

Vicente Luis Mora dijo...

Estoy de acuerdo con esa problematicidad, Martín, esencial a esta cuestión. Pero no escribas que nadie reivindica a Gastón Baquero, que Luis Antonio de Villena se va a poner hecho una furia... Abrazos.

Anónimo dijo...

Es cierto que Villena ha recuperado repetidas veces a Baquero, pero pensaba en los editores o en gente más joven, y en los tan volátiles criterios de nacionalidad, que funcionaron para MVLL y no para Bolaño (para el que la española o catalana sería la tercera, después de la chilena y la mexicana).

Abrazos de una frontera a otra.

--Martín R-G

Anónimo dijo...

Más dudas para una nota.

El comentario de Miguel Espigado y las sucesivas respuestas plantean un escenario muy sugerente, que de alguna forma es compartido a la hora de explorar una biblioteca, bitácora o cualquier página de internet al margen de la calidad del contenido. Si no recuerdo mal, en una parte de la reseña que hiciste de Llámame Brooklyn, llegabas a describir el estilo conmo "angloaburrido", siguiendo la expresión de Francisco Umbral. CIto de memoria, pero no creo equivocarme. Sí que valorabas, no obstante la estructura del libro. Y me parece que se valora en la actualidad mucho más una idea de estructura que no ha de resolverse por sí misma, pues ha renunciado de antemano a ella -a una forma como objetivo a alcanzar, lo que nos llevaría a un estilo de algún modo- Con esto llegaríamos al estilo internacional, no dependiente de la lengua de origen, mas con su aroma; a la silla Jacobsen en cualquier casa, o al libro que toca en esta temporada. Las traduciones han tenido mucho que ver en extender este mapa.

Hace muy poco Martin Amis decía que Bellow era un gran novelista ruso, Nabokov es un gran escritor ...en inglés, también; George Steiner en Las lenguas de Eros se va por las ramas de cada acento de cada conquista. Y es que hay más tela por cortar, como dice antes Martín Rodríguez-Gaona "Pero hay más: García Lorca es uno de los grandes poetas neoyorquinos sin hablar inglés, y Huidobro y César Moro son canónicos en sus países escribiendo en francés, condición a la que no llegan, casi un siglo después, los poetas chilenos y peruanos, supuestamente hispanoamericanos, que escriben en Mapuche o Quechua..." Las filiaciones, sean voluntarias -o no tanto- con tradiciones propias o ajenas son un asunto complicado, que es muy complicado de salvar, no sólo por una lengua común, si no por la distribución de los libros en sí. Cuántas veces no ha ocurrido que las casualidades no se llegan a conocer si no hasta demasiado tarde. Una novela como Ygdrasil, a pesar de la presencia de dioses precolombinos, a qué tradición pertenece?

Muchas dudas, disculpad. Un saludo.
Carlos Maiques

Anónimo dijo...

Es más, no haytiempo suficiente ni dinero para academias. O bien uniformamos hasta el último átomo o miramos de comprendernos.

No haytiempo suficiente. Sí, televisión satélite, internet, canciones, dvd's etc etc.

Imagino un conocimiento básico de varios idiomas, con ello no me refiero a una comprensión básica de sus culturas. La comprensión se interiorizaría mediante, por decirlo así, atención silenciosa: sutilezas.

En lugar de Esperanto, idiomas particulares.

Martín, me alegra leerte , un abrazo