Pasadizos. Espacios simbólicos entre arte y literatura [Páginas de Espuma, 2008]
Fragmentos
[Del Prefacio] Este ensayo pertenece a mi yo moderno, y es el cabal inicio de una línea de pensamiento que luego me ha llevado a otras obras como Singularidades, Pangea o La luz nueva; por ello, el sustrato de estos ensayos recientes está en estos Pasadizos, que se conforman como la tierra natural sobre la que los otros están construidos. Siempre repito que para superar o destruir la tradición hay que conocerla primero, y este libro es, entre otras muchas cosas, un ejercicio de lectura de nuestra tradición cultural, artística y literaria, sin la cual uno y su obra, tanto literaria como crítica, no serían absolutamente nada.
[De "El espacio aprehensible"] En una observación de Genet (...) sobre Giacometti se lee algo parecido a lo expuesto por Valéry; ambos comentarios son claros hijos de su tiempo, mitad de siglo XX, quizá con alguna prefiguración en Kandinsky, y por tanto afines aún a la estirpe nihilista que puede rastrearse desde Los cantos de Maldoror hasta La tierra baldía. Sin embargo, en la concepción contemporánea de Berger, el espacio es ya un desiderátum constructivo, no sólo en las artes espaciales y abstractas, sino también en las figurativas. La composición se identifica, como en el arte zen[1], con la utilización del espacio. Este cobra cuerpo como clave compositiva formal y material: tegumento y fin del cuadro. Técnica y objetivo trascendente. Su divinización no hace más que indicarnos abruptamente, en exagerado énfasis, su importancia. Ahora ya no importa el tema, ni el planteamiento; ya no es el color, o la perspectiva sobre lo real (figurativismo, abstracción) ni sobre lo íntimo (expresionismos), lo esencial en el cuadro. Es el reparto espacial del mismo[2]: esa distribución orgánica que vertebra los cuadros de Pollock, de Mondrian, de Rothko, de Tàpies; ese Tàpies que hacía escribir a Valente que «lo único que el artista acaso crea es el espacio de la creación». La ordenación implica una danza de elementos en torno al tema del hombre tras la muerte, o tras la vida. El tema del cuadro es la existencia. Y ello, a través de una simple operación de espacio.
[De "El espacio sobre literatura"]: Abundemos en este concepto en tanto primer paso hacia la creación por el poeta francés [Mallarmé] del espacio literario. Steiner hace notar que hasta Mallarmé y Rimbaud el ser humano consideraba que todo era expresable y, por tanto, reducible a palabras, habladas o escritas, cuya significación coincidía exactamente con el significante, sin la menor distancia entre lo expresado y la expresión. Rimbaud puso la primera carga explosiva, según el autor de Pasión intacta, al dinamitar el concepto de yo que hasta ese momento era el encargado de hablar, de llevar a cabo la expresión. En los poemas de Shakespeare, de Quevedo, son ellos los que hablan —dentro de los límites de la retórica de su tiempo—; en sus dramas o novelas, sus personajes. Cuando los románticos ingleses buscan vías alternativas de expresión a través de los poemas dramáticos, el protagonista tiene un nombre propio, pero sigue deslindándose la primera persona del autor[3]. En todo caso, hay nombres y apellidos. Cuando Rimbaud escribe su yo es otro en poemas aparentemente propios, personales, crea otra persona no heterónima cuya composición y voz es auténtica pero que no coincide con la de Rimbaud. Mallarmé culmina la voladura del contrato de expresión al referirse a cosas que no pueden ser expresadas, o que requieren de elementos más allá del lenguaje para ser comprendidas en toda su amplitud.
[De "Estudio estético de una perfumería"]: Martin Amis apuntaba que la diferencia primordial entre Oriente y Occidente era que en Oriente la cualidad esencial era la escasez, mientras que basta ir a cualquier supermercado occidental para ver que Occidente se rige por la sobreabundancia y la dificultad de elección. La perfumería es el ejemplo antonomásico de saturación de lo mismo. Los mercados orientales de especias ofrecen multitud de productos, con dos principios: no ofrecer lo mismo dos veces, y no vender marcas, sino directamente las materias primas. Azafrán, no esencia de azafrán; vainilla, no aroma de vainilla. La perfumería occidental esconde no más de cuarenta olores distintos, repetidos hasta la extenuación en diferentes frascos que apenas modulan o alteran levemente —cuando lo hacen— esos colores básicos del olor. La consecuencia: es imposible no acertar, por eso el comprador siempre vuelve, satisfecho, a comprar una y otra vez lo mismo. Lo conocido tranquiliza.
[De "Arte en Internet y trascendencia"]: Manovich concluye que no hay espacio en el ciberespacio; Félix Duque, que ha quedado asumido en él; para el arquitecto William Mitchell, «La red [...] es profundamente antiespacial» (a favor, Paul Virilio y Juan Luis Cebrián; en contra, Javier Echeverría); tanto da. En cuanto a la cuestión de si es posible, a la vista de ese planteamiento, una topomaquia en Internet, seguramente es prematuro responder ahora: la Red está todavía en pleno parto, pese a lo que parezca; pero las consideraciones que se han hecho anteriormente sobre el artista virtual no nos permiten concebir muchas esperanzas al respecto. Por otro lado, es poco propicio para la trascendencia un sistema en el que la vida media de una página no supera los 75 días, y en el que uno de cada tres nuevos blogs creados no supera los seis meses de vida. No obstante, me atrevo a pensar que llegará un momento en que esto será posible y el camino más indicado será, desde luego, la metacibernética. Numerosas revoluciones están ocurriendo en la Red, por ejemplo, en el mundo de la literatura y la crítica literaria a este respecto.
[De "Una poética del espacio"]: Pero a pesar de que esta recepción de lo literario, de la palabra, es indicativo de que la arquitectura está en crisis, si no en decadencia, a causa de sus estrechas conexiones con el espectáculo[4], se aprecia que el hecho de su proximidad al pensamiento discursivo no es negativo en sí: lo que es destructivo es que los edificios se justifiquen por el discurso, y no por criterios técnicos y urbanísticos. Aquí se habla, a partir de ejemplos como los de la Ópera de Pekín, la de Sidney, los Guggenheim, el Centro Pompidou, de una poética no invasora, sino coadyuvadora, enriquecedora; una tentativa artística en la que la poética escrita es secundaria, pero operadora del milagro: cada objeto crea su espacio infinito, como decía Genet; hace visible que el espacio es una totalidad viviente, una realidad corporal (Octavio Paz, La invitación del espacio) que admite ser expresada, esto es, puesta en palabras; y esto puede hacerse tanto desde la descripción exógena de la obra, como objeto de contemplación descriptiva, como desde este punto de vista interno que se ha comentado: desde dentro de la propia obra, poetizando el territorio que la incluye y el que la rodea, haciendo una lectura estética del espacio del arte que es, en rigor y por ahora, la acción artística más rotunda, compleja y hermosa que nos ha dejado un siglo, el siglo XX, que tantas otras cosas nos quitara.
[De "Abecedario incompleto sobre arquitectura y literatura]:
Letra E: Eisenman o la ausencia real. Fragmentos sobre poesía, espacio y vacío
E1. En las novelas hay «aire». En los poemas, no. Eso que se llama silencio no es más que hacer el vacío en la cámara en la que se encuentra el objeto de que el poema trata. El poema es la idea sin aire, sin ruido, en sí misma.
E2. La poesía es una operación excéntrica por la que el interior del individuo catapulta su sonido al exterior; el centro retumba, y el sismógrafo registra en el papel la intensidad.
E3. Según Ada Salas, «la poesía surge de la indagación en el propio lenguaje; no es el escritor el que piensa, el que construye, es el lenguaje el que se piensa a sí mismo». Lenguaje autoconstruido, tomando sus materiales a medias de su ruido y de su silencio, de las palabras y de los huecos sonoros entre las palabras.
E4. Eisenman rompe la caja del edificio, como Mallarmé rompiera la caja del poema. Ambos se apoyan en el blanco, en el vacío en el texto (o en el proyecto), para resguardar la ruptura. La diferencia es que Eisenman deja ver los fragmentos rotos de caja, las esquirlas puntiagudas. Mallarmé no: las hace desaparecer, se ausentan definitivamente de la significación. Mallarmé es el final del proceso, Eisenman un espectacular pero insatisfactorio punto intermedio.
E5. Sí, Eisenman es conceptual en el peor de los sentidos, es conceptual después de la muerte del arte y del aura. Es conceptual después de Danto y le gustan los anagramas matemáticos después de Sokal. Está perdido. Su vida se debate entre el éxito social y profesional y el fracaso intelectual. Pero podía quedarle un gabinete de reposo, después de todo. La poesía. El lugar donde el conceptualismo es estructural, donde todo es poético sólo si es o deviene concepto. Conclusión: no vivir en un edificio de Eisenman, pero leerle.
E6. Cada cosa, cada poema y cada idea tienen su poema. La labor del poeta es siempre interminable; un laberinto en el que a la vez que se busca la salida hay que ir describiendo, construyendo, las paredes.
Notas
[1] Escribe Umberto Eco: «La pintura clásica zen [...] valora también el espacio como entidad positiva en sí misma, no como receptáculo de las cosas que en él se destacan, sino como matriz de las mismas».
[2] «Se debe organizar el tema en el silencio. [...] En Poussin y Derain un cuadro es una totalidad. La arquitectura es clara. Si no hay sensación de totalidad no es arte, porque el arte es orden. Se ha de ver el conjunto», decía Esteban Vicente en sus Notas (1960-1978).
[3] Véase al respecto el amplio estudio de Robert Langbaum, La poesía de la experiencia, y la correspondencia de John Keats.
[4] Véanse los escándalos que han suscitado —entre los arquitectos— los últimos proyectos de Jean Nouvel (vgr. la Torre Agbar de Barcelona) o el proyecto de Rem Koolhaas para la sede de la Televisión china. Cf. Charles Jencks, The Iconic Building: The Power of Enigma (2005), y Deyan Sudjic, La arquitectura del poder (2007).
19 comentarios:
Enhorabuena, Vicente. Me alegro de que circule por ahí (y no lejos) un nuevo libro tuyo. Me haré con él. Espero que no tarde mucho en llegarte el mío; ya di tu nombre a la editorial el martes o miércoles de esta semana. Un abrazo. José María Pérez.
Gracias, José María. Tengo ganas de ver tu novela. Un abrazo.
Que bueno, Vicente
Oriente, me temo, desapareciendo.
"metacibernética" Claro. Sí.
Lo conocido tranquiliza, sociedad de la información, orden:
RFID; en productos también, es decir: http://www.verichipcorp.com/
Enhorabuena.
Estupendo libro, Vicente. Y fantástico el "Estudio estético de una perfumería". Bienvenidos los "pasadizos" entre la literatura y otras disciplinas (artísticas o -supuestamente- no artísticas). Matices de Benjamin, posos de Aristóteles (que ya sabía que de la poesía sólo se podía hablar usando el lenguaje de otra ciencia, en su caso la biología), equilibrio ente erudición y creatividad. Un libro que no es preciso decantar en los estantes de la librería.
Cómo me alegro de volver a verte por aquí, hautor. Gracias por tus palabras sobre el libro; viniendo de quien vienen, me honran como pocas. Saludos.
Felicidades, Vicente. Esperábamos este libro como agüita de mayo, que dicen en mi tierra. Una propuesta sugerente y original, seguro. Mi ejemplar también está pedido. Que llegue pronto ya es otra cosa, así que me tendré que conformar por ahora con estos fragmentos.
Un abrazo entre pasadizos.
Gracias, José María. Hoy hace aquí una temperatura canaria... pero sin playa. Un abrazo.
Creo de verdad que ya era necesario un libro como éste. Enhorabuena, sinceramente.
Antes de nada, enhorabuena, Vicente, por la nueva publicación. Tiene una pinta estupenda. Oye, como bien sabrás, estos días se celebra en tu tierra Cosmopoética y tal vez a ti mismo, si aún estás por aquí, o a algunos asiduos a Diario de Lecturas les apetezca asistir a una lectura conjunta del escritor Iban Zaldua y el músico Jabier Muguruza. Más información aquí:
http://juancarlosmarquez.blogspot.com/2008/04/jabier-muguruza-pone-msica-los-cuentos.html
Estés dónde estés (Denver, Sing-Sing-ati, Albuquerque), me uno a las felicitaciones, Vicente. Hay que comprarlo ya.
Agustín
Luisa, Juan Carlos, Agustín, gracias desde Cincinnati, la ciudad de los arquitectos. A ver si hago fotos y las cuelgo. Abrazos.
En Cincinnati hay huellas de radiólogos españoles, huellas de pioneros que se fueron allá por los sesenta-setenta a mamar de la radiología que aquí, estaba todavía por desarrollar.
La Residencia de estudiantes - like, era el Cincinnati General Hospital, el lugar donde trabajaba Benjamin Felson, el maestro de ceremonias.
En fin, que es una ciudad a la que le tengo ganas
Un saludo
PD: comprado será, as usual
Es la mejor noticia del mes, al menos ya tenemos una de esas lecturas sobre cláiscos hechas desde una perspectiva interesante. Y no siempre es fácil, recién acabo una guerra con el Sobre Literatura de Eco y aunque tiene ideas innegablemente inútiles, ay...
Observad esta noticia:
El creador de los 'Sims' invita a los usuarios jugar a ser Dios
La Vanguardia digital, 22/04/2008 | Actualizada a las 12:18h
Emeryville. (AFP).- El creador de 'Los Sims', uno de los videojuegos más vendidos del mundo, que permite tratar con "temas reales" como trabajar y criar niños, lanzará el próximo mes de septiembre su última creación: el 'Spore', con el cual el usuario puede jugar a ser Dios y crear su propio universo.
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Tras apasionar al público ofreciéndole una vida interactiva virtual muy inspirada en la realidad con la serie de los 'Los Sims' (en la cual se puede criar niños e ir al trabajo, a la biblioteca o a una discoteca, entre otras cosas), Will Wright propondrá a los jugadores en internet crear vida con el 'Spore'.
En el inicio de la partida, el usuario se encuentra en los orígenes del mundo, cuando distintas formas de vida microscópica compiten por la supervivencia y construyen su camino a la tierra, donde evolucionan en criaturas que construyen civilizaciones y viajan al espacio. El universo virtual se va construyendo con las sucesivas elecciones del jugador.
"La gran novedad del 'Spore' es que prácticamente todo el universo del juego es creado por el usuario", estima Shane Satterfield, redactor jefe del sitio 'web' especializado GameTrailers. Para empezar, el jugador es invitado a crear el ADN de su avatar, que puede tener escamas, aletas, alas, garras, ojos adicionales, apéndices extra o partes del cuerpo en lugares inesperados.
Su elección influirá en el juego hasta el final. Los personajes son dotados de una inteligencia artificial que determina, en función de los atributos físicos, el carácter y el comportamiento. Por ejemplo, una criatura a la que se le den colmillos será más hostil.
"Mis ingenieros tienen la difícil tarea de adivinar cómo algo va a moverse antes de haber visto a qué se parece", explicó Will Wright, a la que mostró el juego que en septiembre saldrá a la venta en Europa y EE.UU. Los creadores virtuales transmiten luego los genes a su descendencia, construyendo así verdaderas civilizaciones, con ciudades, gobiernos y economías.
Se brindan instrumentos simples para concebir inmuebles, vehículos o hasta naves espaciales, lo que permite al usuario menos experimentado dominarlo rápidamente. "Es más un experimento social que otra cosa", según Wright. "La ciencia, la economía, la sociología, cosas como esas son muy divertidas de simular en el ordenador".
El juego culmina con lo que su creador llama "la galaxia de juguete", donde el usuario puede explorar los mundos creados por otros miembros de la comunidad en línea. El 'Spore' evita lo que Wright considera una de las "incoherencias" de los juegos en red, que hacen evolucionar a cada participante en un único universo común. "Todo el mundo puede convertir el proceso creativo en parte de la diversión, al estilo de Lego (el popular juego de armar piezas)".
Ya se han vendido 100 millones de copias de los 'Los Sims' en todo el mundo, anunció este mes el editor estadounidense de videojuegos Electronic Arts (EA). Con este concepto, Will Wright busca atraer un público femenino y jugadores ocasionales de videojuegos, un sector considerado durante mucho tiempo el bastión de jugadores clásicos, sobre todo jóvenes."
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20080422/53457378251.html
En Pasadizos escribo:
"Ya hemos visto que el conflicto de la trascendencia en la obra de arte tiene su origen en el agón o conflicto señalado por Steiner entre el artista y Dios. Sin embargo, el creador digital o virtual no es semejante al utilizado por el autor de Presencias reales, como se verá, y eso influye en la cuestión. Sin embargo, hay textos que alumbrarían alguna esperanza, por ejemplo este del ingeniero y teórico Philippe Quéau: «El artista puede desempeñar de algún modo el papel de demiurgo y crear seres de síntesis, capaces de evolucionar y de interactuar con el medio virtual, pero también con el mundo real. [...] El artista se presenta como el ‘dios’ creador de estos cuasi mundos, cuyas leyes fundamentales él determina», sensación más profunda en el caso de que el creador de la obra lo sea además del programa informático.
W. Daniel Hillis, que no es artista pero sí un programador sin parangón, reconocía que a los ordenadores «los castigamos y los borramos si ellos no hacen lo que queremos, y después de unos cientos de miles de generaciones, tenemos un programa que actúa exactamente de la forma que nos gusta. Somos un dios», algo que también dijeron Matisse o Picasso."
Parece que ya ha empezado el proceso. El Spore permite al usuario ser Dios, pero eso implica que Wright es el Dios Mayor, el Superdios, el que permite la existencia de los creadores. Por supuesto, eso también lo escribió Borges: "¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza / De polvo y tiempo y sueño y agonías?".
No tengo que decir lo feliz que estoy con este post de José Luis Molinuevo sobre el libro:
http://joseluismolinuevo.blogspot.com/2008/04/pasadizos.html
PASADIZOS
"¿Qué se puede decir de un último libro que, sin embargo, es precursor de los anteriores? Dice el autor que pertenece a su yo moderno, al que siguieron el posmoderno y el pangeico. Quizá lo último engloba a lo otro. Se preguntaba Odo Maquard ¿qué viene después de la posmodernidad? Y se respondía: la modernidad.
En efecto, al leer este último libro de Vicente Luis Mora nadie diría que su autor ha sido o tendría que ser un posmoderno. No sólo por las agudas críticas que les hace sino por una cuestión de estilo: no es lo mismo ser consumidor de rizomas que arquitecto de pasadizos. Los primeros (quizá para quitarse otros olores) se citan en perfumerías de mezclas repetitivas donde practican el juego de la Oca de la hermenéutica (de Oca a Oca y tiro porque me toca). Son los “hombres póstumos” que sólo viven de sobrevivirse en “topomaquias” babélicas de ocupación de espacio, no ya para ser como dios sino para ponerse en su lugar.
Los pasadizos del libro forman un laberinto cuyo centro espacio-temporal es “aquella tarde francesa” (magistralmente plegada) de la habitación en que Paul Valéry asiste a la lectura por Mallarmé de su libro Un golpe de dados, a partir del cual el espacio literario ya no sería el mismo. Será tridimensional. En clave posmoderna podíamos decir que este libro de Vicente Luis Mora no tiene otro objeto, como exposición de su yo moderno, que hacernos asistir al origen de ese acontecimiento que es, a su vez, el acontecimiento ignoto del origen de su propia poesía.
Pasadizos es una obra de arquitectura mínima, una búsqueda de espacio existencial que permite encontrar un lugar propio en el vacío blanco de quien vive entre líneas. Una sugerente poética del espacio sin Bachelard. Del empeño romántico de escribir el libro del mundo quedan esos miles de papeles que son las teselas de las obras a través de las cuales el mundo se hace más poroso en su opaca falta de sentido. Suena obsceno, pero el literato de raza, desde Homero hasta aquí, no puede dejar de convenir en la frase de Mallarmé que cita Vicente: “Todo existe para estar en un libro”. ¿Hay mejor definición de lo virtual antes de que lo cosificaran algunos en lo digital?.
Porque se trata de una excelente obra de estética conocemos en sus ejemplos de lo que habla, se nutre de experiencias, y así, como decía el clásico, sus palabras saben a la fuente. Una de las obras de arte elegidas por Vicente Luis Mora me parece especialmente afortunada: El metro cúbico de infinito de Pistoletto. En buena medida los Pasadizos son una creación, pero también una ruptura del vacío solipsista, del metro cúbico de infinito, como recomendaba el mismo Pistoletto.
Los diálogos que configuran la escritura del lugar son, a la vez, el modo de localizar la escritura. Y así los pasadizos acaban siendo una poética de la arquitectura. Están hechos de vacío, y son la entraña de una “ciudad sincrónica” construida en lucha noble con las obras de los coetáneos, pero se sostienen con las vigas de otra ciudad, la “ciudad diacrónica”, de la tradición asumida críticamente. Ambas ciudades forman una red, quizá son la morada de una generación red, de mutantes que administran de nueva manera el antiguo vacío. Libros como éste reconcilian con una cultura que hace tiempo ha dejado de ser en el arte civilización."
José Luis Molinuevo, de su blog "Pensamiento en imágenes"
No he podido leer aún el libro, desde el principio no dejo de relacionarlo con la maleta del libro de Benjamin, su opus magna sobre las galerías o pasajes. Supongo que el título no es casual, y que vas cavando hacia cualquier parte, como un zapador hacia el siglo XIX. Me he imaginado, siguiendo la frase citada por Molinuevo, un espacio de información, de pulpa de papel desordenada, como los prismas de gel atravesados por hormigas tuneladoras. Con un poco de especia, seguro que te plantas en la habitación de Valery. Un saludo.
http://www.gadget-box.com/images/
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c.m.
http://www.tertuliaandaluza.com/cultura/resena-pasadizos/
Estimado Vicente Luis:
Ya he publicado en mi blog "Macgregoradas" la ficha reseña de este libro. Le he dado así prioridad de publicación. Posteriormente, aparecerá también en Anika entre Libros.
Espero sea de tu agrado o en cualquier caso me expreses también tus discrepancias.
Un abrazo enciclopédico
Josephb
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