Tinta negra: Reportaje de Mónica Salomone, “Tu cerebro te puede delatar”, El País, 19/09/2008.
Tinta azul: Noticia “Un hotel prisión abre sus puertas al oeste de Alemania”, La Voz de Galicia, 21/09/2008.
Tinta roja: fragmento de Poeta ciego (Tusquets, 1998) de Mario Bellatin.
Tinta verde: fragmentos del relato “El prisionero”, de VLM, en Subterráneos (DVD, 2006).
Tu cerebro te puede delatar
La intimidad del pensamiento peligra - Nuevas técnicas para leer la mente impulsan el detector de mentiras para acusados y empleados. “Hasta ahora ha sido una posibilidad más o menos remota, y más o menos incómoda. Pero un tribunal en India lo ha convertido en realidad: una mujer fue condenada en junio por asesinato tras haber aceptado el juez como prueba el resultado de un detector de mentiras cerebral. La acusada -que se declara inocente y se sometió voluntariamente a la prueba- no tuvo que abrir la boca; su cerebro, supuestamente, lo dijo todo, y acabó inculpándola. La marea de reacciones no se ha hecho esperar, entre otras cosas porque la noticia cae en campo abonado. Un hotel prisión abre sus puertas al oeste de Alemania. Las habitaciones del establecimiento reproducen fielmente las de una cárcel. Los turistas tienen una nueva opción hotelera en Alemania, el Hotel Alcatraz, abierto en Kaiserslautern, al oeste del país. Un hotel rodeado por alambres de púas, barras en las ventanas, o ventanucos y con un curioso servicio de transporte. El hotel Alcatraz es el único hotel en el que será usted recibido como todo un delincuente, y en el que quedará condenado a disfrutar de una copa entre rejas. El escrito del Poeta describe una sociedad en la que los habitantes aceptan de buena gana la reclusión y rechazan muchas veces el libre albedrío. Algunos ciudadanos incluso piden ser confinados. El carcelero alto no ha querido hoy golpearme en la espalda. Comenzó, muy fuerte, en el pecho y el vientre, como de costumbre; creo incluso que con algo más de saña. Sin embargo, no estaba aquella violencia dirigida contra mí, o, por mejor decir –ya que la violencia sí era contra mí–, pienso que aquel plus o añadido de compulsividad no era culpa mía. Mi indefensión y pasividad no podían soliviantarle, puesto que no han variado desde que entré preso: creo que es la pasividad de otra persona, de alguien de fuera, la que ha visto reconocida en la mía. Más tarde, quizá por darse cuenta de que pegaba a mi cuerpo, pero no a mí, ha rebajado las dosis de intensidad en el golpeo con la porra en brazos y piernas, y mascullando lo que sea, no he podido oírlo, asió el látigo para azotarme en la espalda, pero decidió no hacerlo. Se dejó la puerta abierta, aún estaba nervioso. Quedé expectante durante los cinco o seis segundos que tardó en volver sobre sus pasos, trotando, para cerrarla de un portazo brutal. Los gestores del peculiar establecimiento lo consideran un hotel de aventura con un ambiente especial. Lo hacen porque las condiciones de vida dentro son menos difíciles que en el exterior. Los escáneres cerebrales para detectar mentiras parten del principio de que el cerebro trabaja más para mentir. Pero ¿y si el sospechoso cree cierto un hecho falso? Si un psicópata sin remordimiento alguno engaña tranquilamente a un polígrafo, ¿qué dirá un cerebro con falsos recuerdos? "Los resultados serían muy distintos si el sospechoso fuera un neurótico frente a un psicópata; el primero puede tender a autoculparse, y el segundo ni se emociona con la rememoración del caso. Si ya es difícil saber la verdad con palabras, ¿por qué esperan que sea más fácil registrando la actividad cerebral?", dice José María Delgado García, neurofisiólogo de la Universidad Pablo de Olavide. Tengo una hipótesis improbable. Un hombre amnésico es retenido bajo tierra por dos carceleros que también han sufrido un ataque de amnesia pero que, de algún modo, comprenden que es mejor ser cancerbero que preso. Las vistas también son especiales, si por especial se tienen seis barras de acero que, por cierto, van a juego con el pijama a rayas que reas y reos pueden adquirir en el mismo hotel. El Pentágono -que cuenta con un instituto especializado en técnicas de detección de mentiras, como el propio polígrafo- pretende probar la sinceridad de 5.700 empleados y aspirantes cada año, para lo que tendrá que recurrir por primera vez a subcontratas. La ley que prohíbe a las compañías estadounidenses despedir o seleccionar a sus empleados basándose en el polígrafo no afecta a los empleados públicos. Siempre me voy por las ramas: volveré al pequeño carcelero. Cuando llega arrastrando la máquina parece cordial, incluso diré que complaciente, con una leve sonrisa en su cara sanguínea. Se atusa su indomeñable onda negra de pelo, que acaba formando, sobre todo cuando suda, un caracol redondo sobre su frente. Con mucho respeto coloca las terminaciones metálicas sobre puntos sensibles de mi cuerpo, y pasa a aplicar las descargas. Durante las sesiones, entiendo que debo corresponder a esa educada cordialidad de trato, y reprimo cualquier gemido o grito, que estarían por completo fuera de lugar. Él, comprobando la pureza y afabilidad de mis modales, mantiene a su vez un rostro tranquilo y respetuoso, como no queriendo molestarme en tal trance, distrayéndome con su conducta del hecho en sí. En algunos tratamientos tenemos breves conversaciones, sobre generalidades, y no diré que no se crea una cierta intimidad entre dos hombres recios, y algo me hace desear ser desatado, poder darle un abrazo y llamarle amigo. Javier Cudeiro, del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidad de A Coruña, dice que recurrir a los escáneres cerebrales para detectar mentiras, hoy por hoy, es "conceptualmente similar" al uso de la frenología hace dos siglos, cuando se analizaba la personalidad de un individuo midiendo los relieves de su cráneo -molde de los bultos que, en el cerebro, albergarían sentimientos como el amor, el odio o el sentido de justicia-. Cincuenta euros es lo que tendrá que pagar usted para disfrutar de la sensación de ser encerrado cada noche.
.
16 comentarios:
Bien visto, Vicente.
Ojo a ese "hoy por hoy" del último neurólogo citado. En el Congreso sobre "Cuerpo y mente", celebrado la semana pasada en Jerez, el diálogo entre neurólogos y filósofos fue bastante estéril. Los primeros se agarraban al experimento de Libet para tratar de desmontar la "ilusión" del "libre albedrío". Y, como alborozado proclamaba Francisco Rubia, de ahí se llega necesariamente a desmantelar el concepto asociado de la responsabilidad. Y como corolario final a reescribir todo el Derecho Penal.
Anunció que, sin duda, próximamente se llegaría a detener a la gente antes de que cometiese los crímenes (como pronosticó Philip K. Dick) en base al conocimiento de su cerebro.
Hemos pasado, sin solución de continuidad, del fervor atomístico, que con la lógica encendida del cientifismo vulgar llevó a Hiroshima, a la pasión neuronal que lleva a la moda de que a todo hay que ponerle el prefijo "neuro-" (ver libro de Mora, no Vicente Luis, sino Francisco) y que llevará a lo que anuncias en tu post: al neuroterrorismo y el neurototalitarismo.
Aquí cuento con un poco más de detalle el desarrollo del Congreso.
http://elprofesordefilosofia.blogspot.com/2008/09/neurojusticia-para-las-mquinas-de-carne.html
La última conferencia del Congreso, del filósofo Javier de la Rubia, fue un irónico y profundo ataque al naturalismo y al materialismo eliminativo en filosofía de la mente. Si alguien la quiere que me envie un mail.
Saludos
Bueno, me ha encantado. No sé muy bien la razón. Supongo que debe tratarse por esa sensación de olvidarme de los colores y seguir la narración como única -que lo es, sin duda-. La tinta negra me hace pensar en mi como presunta acusada, creo que lograría ser culpable hasta sin serlo. ¿Qué fue lo último -y único- que leí sobre la frenología? ¿un cuento de Poe? El demonio de la perversidad. Creo. La tinta azul sin embargo confirma la extraña sociedad en la que vivimos, ¿es la ficción la nueva protagonista? ¿es ese empeño en ser protagonistas? La tinta verde me entusiasma, debo decir que la temática de las torturas siempre me resulta dolorosa -si, dolorosa-, y vista desde "El prisionero" más aún.
¡Buf Vicente! No tengo tiempo para escribir todo lo que me gustaría acerca de este estupendo cut-and-paste.
Sólo decir que desde el punto de vista de la neurociencia seria, estas apreciaciones reduccionistas carecen de sentido (el "hoy por hoy" de mi colega Cudeiro es simplemente retórico, por lo que lo conozco). Lo de Francisco Rubia, en fin, es puro sensacionalismo.
Entre los científicos, ya lo he dicho otras veces, también hay mucho afán de protagonismo a cualquier precio y hambre de titulares periodísticos. Desagraciadamente, a veces, estas salidas de tono producen alarma social y revierten en el científico que la protagoniza en forma de incrementos de la financiación.
Desde el punto de vista científico todos las propuestas citadas son una estupidez, ya que cosas como "verdad", "mentira", "responsabilidad" o "libre albedrío" no son conceptos científicos, y no pueden ser "medidos" con ninguna máquina (si tengo tiempo, aclararé en otro post lo que miden exactamente tales máquinas: muchas de las conclusiones que se extraen de sus resultados son pura ficción y sólo reflejan los prejuicios del experimentador).
El problema de la neurociencia cognitiva es que demasiadas veces intenta relacionar aspectos físicos de la mente (o sea, del organismo), que sí pueden detectarse y medirse, con conceptos procedentes del lenguaje vulgar o, como mucho, de la filosofía precientífica. Es como si lo físicos siguieran hablando de la sustancia y los atributos aristotélicos en lugar de hablar de spin o de longitud de onda. Como si los médicos continuásemos hablando de "humores", posesiones demoníacas y miasmas en lugar de virus o proteínas.
Todo esto no quiere decir que el poder no pueda adoptar y adopte supersticiones pseudocientíficas para justificar sus ansias de dominio. Al fin y al cabo, como dijo alguien, la política es el arte de hacer pasar el interés propio por interés común. Es muy peligroso alimentar supersticiones pseudocientíficas, porque los errores que comete la ciencia pueden ser corregidos en el laboratorio, pero el incorrecto uso político y social de la ciencia, transformada en ideología y a veces en puro fanatismo, suele tener consecuencias desastrosas. No confundamos lo que es ciencia con lo que no es mas que intentar aprovecharse de tres o cuatro hipótesis sueltas e improbables para salir el el periódico o infundir miedo a los ciudadanos.
Un saludo,
Germán
“Ello permintía crear edificios desmontables, que podían crecer de manera indefinida, amoldándose los unos a los otros, mediante la creación de piezas de integración.” Solthet.
Leo primero parte de este relato, luego la entrada Bibliomaquia...
Mi pregunta: ¿Le entretenían al pequeño Vicente Luis Mora juegos como el Tente?
Una lectora
Bueno, querida amiga, no sé quién eres, pero acabas de descubrir -no es broma- uno de mis secretos mejor guardados. En efecto: era adicto al Tente, estaba realmente obsesionado. Los juegos de construcción fueron los que salvaron mi niñez, creo. Aún falta una pieza en tu puzle: mi poemario "Construcción". Sí, todo da vueltas sobre lo mismo. Gracias por tu luminosa intuición, me has recordado momentos lejanos pero muy entrañables.
La lectora se llama Patricia, la lectora de Subterráneos. Leyéndote me vino la pregunta sobre el Tente... Ahora abandono (de momento)este blog para seguir con el libro. Muchas gracias.
Patricia
Os pido disculpas por insistir, pero titular un congreso "Cuerpo y Mente" es retroceder 50 años. El dualismo hace mucho tiempo que no es argumento ni científico ni filosófico.
Hoy en día, los neurocientíficos (de verdad) citan a Deleuze, los filósofos a Gerald Edelman y ambos a Francisco Varela y Stuart Kauffman. Los seres vivos y los cerebros son sistemas extraordinariamente complejos que no pueden describirse a partir de un único punto de vista, y lo que más une a científicos experimentales y filósofos son las nuevas teorías acerca de la dinámica de sistemas complejos. Los argumentos tipo "la libertad no existe porque no me sale en el osciloscopio" son propios de un conductismo archisuperado.
Por otra parte, cualquiera tiene derecho a creer que la "mente" es algo espiritual y que no tiene nada que ver con la materia. No es mi caso. Pero tampoco entiendo esa manía que le tienen algunos al materialismo. La materia es algo maravilloso, complejísimo, irreductible a las teorías presentes. Lo que llamamos "mente", para la neurociencia moderna, no es sino un estado de organización de la materia del que queda por averiguar casi todo.
Efectivamente, sólo el conjunto de los fragmentos proporciona una visión de conjunto. "Libertariano", yo también estuve en el Congreso de Jérez y coincido contigo. Frente a lo que dice Germán, saqué la conclusión de que los neurocientíficos apenas saben del cerebro, porque apenas han comenzado ha saber algo. Pero las ciencias blandas (la biología) quieren hacerse duras (neurociencia, nueva física), y las duras hacerse filosofía (así decía Rorty). La neurociencia nos devuelve a problemas teológicos y metafísicos que hace ya mucho nos parecían superados: el libre albedrío, la existencia del espíritu o la sustancialidad de la identidad personal. Igual que en tantos otros fenómenos de nuestra época, seguramente no es más que una parodia (así también el hotel-cárcel). Como magníficamente expuso nuestro compañero de la AAFI José Antonio de la Rubia, las extrapolacioens del cognitivismo y de la neurociencia recaen en el embrujo del lenguaje. En cuanto al hotel-cárcel me parece una reproducción del famoso experimento de Zimbardo en 1971, ahora convertido en objeto de consumo. Porque lo que gusta comprar no son objetos sino experiencias. Eso sí, con red, experiencias 'virtuales' para que así se queden en meras experiencias. También a principios de los setenta, en el setenta y tres creo recordar, Nozick creyó que pocos elegirían vivir en su 'orgasmatrón'. Supongo que hoy ya no lo tendría tan claro.
Saludos para Vicente y para todos.
Lo olvidaba: el congreso de Jerez se llamó "Cuerpo, mente y cultura", puesto que los organizadores (entre los que me cuento) éramos conscientes de que el dualismo mente/cuerpo es reduccionista. Y fue Gómez Pin, de cuyo último libro hace poco te hiciste eco, quien abrió el congreso con la conferencia "Las alforjas del filósofo".
Tinta negra: el texto oficial
Tinta azul: la redacción
Tinta verde: la corrección oficiosa.
Faltaría la tinta roja con las correcciones oficiales.
Me ha gustado el mix y las reminiscencias escolares.
Qué será lo próximo. Alteraciones genéticas en el cerebro para conseguir seres humanos con telepatía, como en El hombre demolido de Bester.
Había olvidado comentar que me hace mucha gracia, por decirlo de alguna manera, la idea de imitar a un preso. Ay, la morbosidad.
Saludos!
"Hombre preso en Albuquerque" me recuerda a Benedetti: "hombre preso que mira a su hijo", por ejemplo.
He reformado hoy, 08/10/2008, esta entrada tras leer el acullonante comienzo de "Poeta ciego", del maestro Bellatin. Saludos.
Y las noticias diarias completan continuamente el post:
"Los creadores de 'Final Fantasy' lanzarán un juego que se controla con la mente": http://www.20minutos.es/noticia/418129/0/final/fantasy/mente/
Sí que acullona, sí...
La sensibilidad como máxima autoridad. No estaría mal del todo.
Saludos
Publicar un comentario