El sábado pasado apareció en El correo vasco un largo artículo-entrevista sobre Pasadizos. Os transcribo el interesante cuestionario previo que me hizo llegar el medio.
En primer lugar, como lectora, quería agradecerle su preocupación por no abandonar lo “concreto”.
Ortega y Gasset decía que la claridad es la cortesía del filósofo. Yo no me considero tal, pero sí un pensador, y creo que la claridad no debe estar reñida con la profundidad. Autores que admiro como Nietzsche, Cioran, Bordieu o Jung son muy claros explicando conceptos complejos. En el terreno de la reflexión sobre el arte, basta con no abandonar nunca la referencia a obras concretas, para evitar que el lector se enoje o pierda su interés. Es una cuestión, hasta cierto punto, de educación.
Ha invertido casi diez años de trabajo y aunque no es un libro que encuadremos en lo que usted llama escritura del mundo, la dimensión de este proyecto es enorme.
En realidad, tras publicar el libro, me he dado cuenta de que todo lo que he hecho en la vida, como escritor y como crítico literario, es tender pasadizos entre obras, entre conceptos o entre conceptos y obras. Es más una actitud vital, un modo de ver el mundo, que un proyecto intelectual. Si fuera un sistema informático, supongo que sería un multibuscador; si fuera soldado, trazaría. Hermes es mi mito griego preferido: intérprete y mensajero al mismo tiempo.
Es muy difícil rastrear las influencias de las influencias de las influencias. ¿Dónde marca usted el kilómetro cero?
El kilómetro cero no existe, sólo depende de nuestro nivel de ignorancia, en mi caso muy profundo. Cuando hago la “arqueología” de las referencias de las obras, me detengo cuando no conozco más, o cuando son tan obvias que no necesitan presentación. Pero estoy seguro de que el suelo es infinito. Ayer mismo me enteré que la lírica persa tiene aún sin traducir cuatro volúmenes de historias épicas inmemoriales, narradas en verso. Unas 1001 noches mesorientales, que seguro plantean arquetipos muy valiosos para entender los nuestros. No tener acceso en español ni en inglés a ese conocimiento (quizá haya traducción francesa) me parece un error incalculable de la cultura occidental.
Actualmente, resulta complicado delimitar dónde empieza el arte y dónde la literatura. Algunos cuadros no se explicarían –peor aún, no se entenderían- sin lecturas, argumentaciones, contextualizaciones previas. Si no apelamos sólo a la emoción, todo parece complicarse.
Eso que a usted le parece un problema, a mí me parece una riqueza inefable. Cuando Duchamp introduce su urinario en un museo, el entorno de la época dijo que eso no era arte; hoy no se comprende la historia del arte sin ese urinario. El arte conceptual, al que algunos escritores como Agustín Fernández Mallo, Eloy Fernández Porta y otros prestamos gran atención, ha creado un espacio logomáquico, de lucha de conceptos (logos + maquia), en el que sólo la imaginación de cada uno marca los límites. En un mundo tan normado y normalizado, este tipo de espacios inclasificables me parecen un hueco para la salvación de la cultura. En cuanto abro un libro y a las dos páginas puedo clasificarlo, suele aburrirme. Prefiero autores como Mario Bellatín, Aira o Fresán, que nunca sabemos bien de dónde vienen ni a dónde se dirigen con su escritura.
Usted ha dicho que el libro pretende urdir pasadizos entre obras de arte y obras literarias. ¿Todo está relacionado? ¿Esos pasadizos son ríos autónomos o son afluentes?
Bueno, hay en mí una parte oriental, que creció leyendo literatura y filosofía china y japonesa, para las cuales todo está comunicado; creo que algo de esa cosmovisión, por fortuna, se me ha inculcado inconscientemente. La ciencia occidental, de Lorenz a Prigogine hasta llegar a Penrose, ha establecido líneas de investigación que ahondan en esa posibilidad. No busco tener razón, no me interesa la verdad, sólo creo en las posibilidades del error y del exceso, en la honestidad de la incertidumbre, en la humildad extrema de la perplejidad total. Desde ahí tiendo los lazos, y veo que el error también comunica todas las cosas. El caos es, al final, la teoría que lo une todo. Aceptarlo no es resignación, sino riqueza.
¿Entre esos pasadizos habría una arteria principal? ¿Sería el espacio? ¿Qué debemos entender por espacio?
El espacio no es una sola cosa, es un fluido. Todo cuanto conocemos se enmarca en un espacio, sea geográfico o mental, y por su naturaleza líquida se amolda a él, es como una corriente de lava entrando en la corriente de un río. Desde los sabios antiguos que comparaban la mente con una casa y espacializaban los discursos como habitaciones, hasta nuestra pantalla rectangular del ordenador, todo el conocimiento se nos presenta cernido, depurado, por un marco que, en buena medida, estructura el saber y lo de/limita. Hasta hace poco, el espacio de aprendizaje era bidimensional (libros, pantallas), y el físico tridimensional. La Realidad Virtual ha producido un cambio dramático en esa dualidad, introduciendo un tercer género que quizá no es más que el comienzo de muchos otros.
Habla usted de Chillida con gran admiración y defiende el proyecto de Tindaya.
Durante la fase de publicación del libro apareció una noticia que indicaba que se han limado varias asperezas burocráticas y políticas, que hasta ahora han impedido la plasmación del proyecto. Creo que llevarlo a cabo, según los planos de Chillida, sería un acontecimiento artístico tan importante como la construcción de la Mezquita de Córdoba o La Sagrada Familia de Barcelona.
Mallarmé es una referencia importante en este ensayo.
Porque es una referencia clave de la cultura occidental, eso es lo que intento explicar. Ha influido incluso en aquellos que no le conocen, algo sólo al alcance de unos pocos genios. Su intuición poética es de unas dimensiones colosales.
Ha dicho usted que “el fragmento es el realismo actual? ¿Por qué?
Porque nuestra percepción es fragmentaria, porque el mundo es en sí mismo un zapeado de información, porque nuestro conocimiento ya no es lineal como al principio del siglo XX, sino compuesto de varias y simultáneas categorías de datos visuales, sonoros y textuales. Porque, como decían los antiguos filósofos chinos, el mundo es sólo la unión de las Diez Mil Cosas.
En el libro afirma que el Guggenheim es el primer proyecto de edificio vivo.
Es una metáfora para explicar la composición mutante del proyecto de Gehry, que varía de aspecto y color (con lo cual, psicológicamente varía de tamaño) según la incidencia de la luz. Es como el Buda de Kamakura, cuyo verdadero rostro, según la leyenda, sólo se ve al atardecer. Disculpe las continuas referencias orientales, pero sin Oriente el planeta Tierra es un lugar bastante aburrido.
¿Qué es Pangea?
En un post de mi blog Diario de Lecturas, y en el libro homónimo, he explicado este concepto, bastante complejo para una reducción a pocas palabras. Una aproximación drástica sería decir que Pangea es el mundo en el que vivimos.
¿La trascendencia e Internet hacen buena pareja?
En Pasadizos defiendo que no, aunque por ser un medio líquido sería idóneo para que la información discurriera indefinidamente. Pero las limitaciones técnicas y ciertos precios de coste, así como la escasa atención del internauta invitan a que la Red sea, a día de hoy, el espacio ideal de lo efímero, el lugar del cambio constante, del reciclado, para seguir captando la atención.
En el diccionario me ha llamado la atención la V. ¿Cómo pasamos de Beckett a Madrid?
Bueno, los vectores ahí presentados son algo relativos, por supuesto, pero veo cierta relación entre la desarticulación, el pesimismo y la rotura existencial de los textos de Beckett con la ciudad de Madrid.
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24 comentarios:
Gracias por la mención, Vicente, que no sé si se merece. Y felicidades por el libro, del que he leído muchas partes y siempre me sorprende.
Monte de Tindaya, una obra sin duda fundamental, una vez escribí un artículo de "arquitectura-ciencia-poesía-ficción", por decir algo, sobre ese proyecto en Lateral. Una relación entre la poesía de Valente, el proyecto de Tindaya, y una especie de "antigravedad". Un dislate excitante.
Me alegra que algunos aún defendamos ese proyecto.
Saludos.
Agustín
Estoy tan de acuerdo. Si algo tiene Pasadizos es que es maravillosamente concreto, y uno no siente dilemas entre la complejidad y la oscuridad. Creo que eso hará que se lea y se admire más todavía a Mora en el futuro, ya verán.
Mira, vicente, más pasadizos
" La auténtica "revolución del espacio" del siglo XX es la explicación de la estancia o de la demora humana en un interior por la máquina para habitar, el diseño del clima, la planificación del medio ambiente (hasta llegar a las grandes formas, que llamamos colectores), así como la exploración de la vecindad con las dos estructuras inhumanas, antepuestas y asociadas a la humana, la cósmica (macro y micro) y la virtual.
Peter Sloterdijk.
Sin duda, alvy
No me piropeéis, please, que luego pasa lo que pasa. ¿Tendré que recordaros la frase de Reservoir Dogs? Saludos.
"Hace años tuve una intuición, que sinceramente creí utópica. Dentro de una montaña crear un espacio interior que pudiera ofrecerse a los hombres de todas las razas y colores, una gran escultura para la tolerancia. Un día surgió la posibilidad de realizar la escultura en Tindaya, en Fuerteventura, la montaña donde la utopía podía ser realidad. La escultura ayudaba a proteger la montaña sagrada. El gran espacio creado dentro de ella no sería visible desde fuera, pero los hombres que penetraran en su corazón verían la luz del sol, de la luna, dentro de una montaña volcada al mar, y al horizonte, inalcanzable, necesario, inexistente…"
Olé.
Me llegó Tindaya envuelto en la voz entusiasmada de un fenomenólogo a la heideggeriana. No se me ocurría mejor espacio para conmemorar el sein. Ni todavia. Me alegra que haya posibilidades.
Estoy de acuerdo contigo y con Ortega.
Lo de Conde-Duque me ha cagado. Qué putada que esté tan mal visto en este país el elogio. Pues nada: este blog es una puta mierda.
Saludos.
Oche.
Saludos
Mirad, Oche, Alvy, Wilco, os propongo una cosa. Cuando queráis decirme que algo de lo que he hecho os gusta, ponéis simplemente: "Mora, no tienes ni idea". Así los "otros" se alegran, y yo me alegro también. Pero que no se enteren...
Vicente, ¿te has pasado por la calle Imágenes en estos días? Una inciciativa de el artista plástico Goval y el vecindario.
¿Qué opinas?
OChe.
No he podido pasarme, Oche. He tenido unos días de locos, aún estoy reponiéndome. Los mutantes esos tienen el problema de que no comienzan a decir cosas interesantes hasta las cuatro de la mañana (tienes un testimonio en el blog de Fernández Mallo). Para visitar calles estaba yo. Buscaré algo en Google, que es la plaza en la que acaban todas las calles. Saludos.
Mora, no tienes ni idea.
Gracias, Lupui. Tiempo hace que no venías por aquí.
Oche, he estado mirando en http://calleimagenes.blogspot.com/2008/02/esttica-relacional.html y el proyecto me parece interesante. Plásticamente me gusta sólo la intervención de este año, lo de los paraguas es hermoso (y marca en el suelo un camino para cuando el sol se ponga imposible), pero le reconozco al proyecto de mis paisanos una más que saludable vocación vecinal y civil. Decían Vázquez Montalbán y Antonio Martínez Sarrión que uno de los errores más graves de la izquierda en la transición fue desmontar el movimiento vecinal, y siempre he creído que tenían razón. Es el modo natural de los ciudadanos en democracia de hacer política activa directa, y este proyecto demuestra que también puede hacerse política artística, discurso estético, por un conjunto de vecinos sabiamente organizados (en este caso, por Goval). Saludos.
La entrevista no tiene desperdicio. Intensa, concreta y muy inteligente. Debe ser un gusto encontrarse con alguien que venga a poner en guardia nuestra inteligencia desde su propia inteligencia, desde una inteligencia a palo seco, sin pretensiones ni florituras.
Saludos.
El fin de semana pasado estuve en Bilbao y me topé con el artículo sobre "Pasadizos" en El Correo. Me hizo ilusión, la verdad.
Admiro lo bien que llevas lo de tus detractores, por denominarlos con cierta elegancia. En mi blog apenas han comenzado a aparecer y me tienen ya hasta las pelotas.
Después de tres años, tengo la piel como una coraza, Juan Carlos. En realidad, cuando pasa una temporada sin que reciba insultos o andanadas, me pregunto qué he hecho mal. Hacer las cosas bien suele molestar, mientras que si haces cosas mediocres algunos se alegran. Son rachas, Juan Carlos, ni caso.
Buena entrevista.Contundente. En cuanto al tema de los "errores", gran frase de Radio Futura: En el caos no hay error. Siempre me ha gustado.
De lo demás no tienes ni idea,je.
Pablo
la pelicula es pulp fiction y no reservoir dogs , creo. La decia el señor lobo... Lo dicho mora, no tienes ni idea. ;)
emilio.
¡La leche, es verdad! La decía el "limpia", el señor Lobo; me confundí con el Mr. Brown de Reservoir Dogs. Usted disculpe. Como se entere Robert Juan-Cantavella de este desliz mío con Tarantino, me borra de su lista de amistades. Saludos.
Por cierto, Agustín, me quedé sin responderte. En efecto, las noticias sobre la continuación del proyecto de Tindaya parecen favorables. Sería absolutamente increíble. Creo que sería la primera vez que haría un viaje transoceánico tan sólo para la apertura de un nuevo espacio artístico, pero estaré allí ese día cueste lo que cueste, te lo aseguro. Saludos.
Tranquilos, que ya no diré nada más... No me divierte molestar al personal, y menos aún en casa ajena.
Sr. Mora, curiosa forma de interpretar mi crítica. Hay heridas que ni la ironía -en este caso bastante tramposa, como salta a la vista, nada socrática- logra disimular.
Como a cualquier persona razonable y normal, los elogios y piropos me parecen muy bien (y los practico sin problema) cuando creo que son merecidos. Lo que no me gusta es que me den gato por liebre o que me hagan comulgar con ruedas de molino. Es un defecto que NO intentaré quitarme, lo siento. Ante las farsas intelectualoides es que me rebelo. Quizás sea por eso de la claridad que decía Ortega. (Doy por hecho que habrá leído y estudiado a todos esos pensadores que cita tanto, como llevo haciendo yo desde hace años).
Yo creo que lo que importaba era el contenido de lo que dije (más allá del asombro ante la unanimidad), pero veo que nadie entra en eso ni lo rebate. Por algo será.
En cualquier caso, tampoco creo que pase nada porque haya alguien (aunque sea sólo uno) que opine lo contrario. No hay que asustarse tanto. Incluso suele ser bueno para que el pensamiento avance; ya se sabe, la dialéctica, tesis-antítesis-síntesis, Sócrates (que no, no era un "troll" maleducado, aunque lo condenasen a muerte por molesto), Hegel y esas cosas. Claro, que para eso hay que querer pensar y debatir.
Esta entrevista me ha parecido interesante (lo digo en serio, sin ironía).
Entre otras cosas, leyéndola veo que en el fondo no andaba yo tan equivocado (y cito al autor, nada sospechoso -supongo- de insultarse a sí mismo): "todo lo que he hecho en la vida, como escritor y como crítico literario, es tender pasadizos entre obras, entre conceptos o entre conceptos y obras", "un multibuscador", "rastrear las influencias de las influencias de las influencias"... Pues eso.
Saludos apacibles.
Señor Conde-Duque, no me obligue a hacer de Quevedo, y ponerle poemas satíricos debajo de la servilleta. La respuesta que usted quería ya se la di: el tipo de crítica que está usted buscando no la va a encontrar aquí. Ni ahora ni nunca. Ya me dedico a esas cositas filológicas en mi tesis doctoral; cuando la acabe y la publique se la envío, si quiere. Es un absoluto coñazo.
Aquí me dedico a otras cosas, nadie discute eso, y por eso los lectores no le han rebatido sus argumentaciones: es que no hay nada que rebatir. Si ellos acuden aquí es porque, precisamente, hallan en el blog algo diferente a lo que se puede encontrar -con escasa frecuencia, por otro lado, al menos en los exigente términos que usted demanda- en suplementos y revistas al uso.
Veo que, aunque parece no interesarle lo que hago, vuelve y vuelve por estos lares. No se preocupe, les ha pasado a otros comentaristas antes. La historia de este blog está llena de indignados disidentes que entonan, una y otra vez, los versos de Miguel Hernández: "me voy, me voy, me voy, pero / me quedo".
Bienvenido de nuevo, Conde-Duque. Y le digo lo mismo que les dije a los otros: no se quede criticando lo que falta en el blog, hágalo usted. Ofrezca a los demás la oportunidad de leer una reseña mainstream de "Derrumbe", aquí abajo tiene todo el espacio que quiera. Solamente en junio, le leerán quince mil personas, muchos hispanistas extranjeros incluidos, no imagina cuántos.
Es su oportunidad de salvar la crítica literaria española. Yo no puedo hacerlo.
Saludos.
P. D.: por si acaso alguien no lo ha entendido como debiera, aunque creo que está bastante claro, la expresión "Es un absoluto coñazo" se refiere a mi tesis doctoral, evidentemente. Si alguien no se lo cree, que me pida un fragmento, y amablemente le enviaré la mayor y más insoportable castaña que haya podido leer en toda su vida.
"Veo que, aunque parece no interesarle lo que hago, vuelve y vuelve por estos lares".
Hombre, tampoco exageremos, sólo he vuelto una vez, y he visto que se me nombra ahí arriba.
¿15 mil?, ¿hispanistas?... Joder, qué miedo.
Salud.
De la entrevista me interesa sobre todo la lectura que haces del fragmento, Vicente. Tengo la impresión de que al menos en el sentido que planteáis este recurso autores como tú, Agustín o Vilas, por ejemplo —de tal forma que además convertís en innecesaria la construcción de rígidos hilos conductores—; vuestra narrativa adquiere un insoslayable marchamo de realismo que me recuerda a aquel tipo que entraba al cine, veía un fragmento de película y se pasaba a otras porque en la vida real las historias a las que asistimos se nos presentan sin planteamiento-nudo-desenlace: Uno va en el transporte público leyendo, pongamos por caso, ‘España’; concluye un microrrelato, alza la vista y escucha conversación entre unos viajeros; finalmente regresa a otra cosa totalmente distinta dentro del propio libro. Es decir que frente a la novela como “mundo aparte”, semejante uso del fragmento —he aquí la cuestión— implica un interesantísimo efecto de puente entre lo que se vive y lo que se lee. De hecho, tú ya planteas esta recepción de textos en “Autobús Circular”, donde la lectura de Genet se diluye en una conversación cualquiera. (En este sentido, reconozco que el calidoscopio que supone leer en el autobús circular el fragmento “Autobús Circular” es *********** asfixiante; en el buen sentido, claro. Peyote del mejor.)
Un abrazo.
Muy bueno
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