Mark Dunn, Ella Minnow Pea. Una novela
progresivamente lipogramática. Traducción de José Antonio Poderoso Miranda.
Málaga: EDA Libros, 2025.

He devorado placenteramente Ella Minnow Pea, del estadounidense
Mark Dunn, porque es una novela especulativa llena de elementos
que me interesan: experimentación lingüística, imaginación desbocada, procesualismo
o procedimentalismo, crítica sociopolítica y anticipación, a lo cual se añade
una versión al español digna de reconocimiento y de premio –y espero que José
Antonio Poderoso Miranda reciba algún premio de traducción por su admirable
trabajo–. Es preciso hacer mención al argumento para explicar el desafío
estético que supone esta novela: en Utopianna, una isla imaginaria de claras referencias
históricas, situada frente a la costa este de Estados Unidos, se ubica un
extraño régimen pentócrata, compuesto por cinco personas rectoras, que
rinde culto a un antiguo fundador, Nevin Nollop, autor de un pangrama (frase
que reúne todas las letras del alfabeto) que deviene lema demiúrgico. Ese
pangrama, “Pack my box with five dozen liquor jugs” en el original inglés, se
incorpora a la estatua del líder fallecido, pero el adhesivo utilizado se
deteriora y varias de sus letras van cayendo. Los disparatados arúspices
entienden que Nollop les envía, desde la tumba, una directriz clara: cada letra
que cae debe ser desusada, prohibiéndose su empleo a la población. De forma que,
letra a letra y por mandato, el lenguaje común es cada vez más reducido y chato,
y cualquier desliz es castigado con dureza, incluyendo el destierro cuando los
habitantes cometan la tercera violación sígnica. Esto permite a Dunn (autor de
la obra de teatro Frank’s Life, de 1992, que anticipaba la película El
show de Truman) desarrollar la historia a través de una eficaz estructura
epistolar, donde la crítica a la tiranía es agudamente ligada a la censura y la
restricción de lenguaje. Pero, y aquí está lo más interesante de la obra, las cartas
de los diferentes personajes, que construyen polifónicamente la trama, van
plegándose a las sucesivas prohibiciones de uso de letras concretas, con lo
cual Ella Minnow Pea deviene, como reza su subtítulo, Una novela
progresivamente lipogramática, en la senda de otras narrativas que han
utilizado el lipograma (“Texto en el que, por artificio literario, se omiten
deliberadamente una determinada letra o un grupo de letras”, según el DLE),
desde la antigua Grecia hasta los oulipianos franceses, pasando por Varios
effetos de amor: en cinco nouelas exemplares: y nueuo artificio de escreuir
prosas, y versos, sin vna de las cinco letras vocales, excluyendo vocal
differente en cada nouela (Lisboa, 1641) de Alonso de Alcalá y Herrera, o Gadsby
(1939) de Ernest Vincent Wright. Es aquí, en la voluntad de cada personaje
de seguir expresándose conforme a su voluntad, dentro de las restricciones
lingüísticas impuestas, donde esta novela levanta el vuelo hasta el virtuosismo
artístico, aunque no todas las dimensiones estéticas de la obra están a esa
altura, lo que impide parangonarla a otras como el Finnegans Wake (1939)
de Joyce, La disparition (1969) de Georges Perec o el Riddley
Walker (1980) de Rusell Hoban, publicado en 2002 por Plurabelle como Dudo
errante, en la traducción de María Luisa Pascual y David Cruz, ahora
disponible en la colección “Letras populares” de la editorial Cátedra). No
obstante, además de mil retruécanos y efectos estilísticos (desde la
aliteración al calambur, sin descuidar los juegos de palabras o la creación de finos
neologismos), la novela tiene enormes aciertos semánticos, como el de asimilar
la censura política a la lingüística, llevar la alusión y la sutileza a sus límites
expresivos, así como remarcar, a través de un negro sentido del humor, la estupidez
congénita a todos los sistemas dictatoriales, de cualquier signo, basados en el
liderazgo mesiánico. Dunn lo comenta bien en la “Nota del autor” que enriquece
esta primera edición española.
Mención aparte merece la traducción de José Antonio
Poderoso Miranda que, como él mismo apunta en la “Nota del traductor”, comenzó
a gestarse como trabajo de fin de máster de la Universidad de Málaga, para que
luego digan que los trabajos académicos no sirven de nada ni los lee nadie. Es conveniente
leer esa nota final de Poderoso Miranda, que explica –y ejemplifica– las
inmensas dificultades de verter al español este laberíntico lenguaje menguante.
De hecho, esta novela se ha empleado en algún estudio científico para
demostrar que la inteligencia artificial no puede manejarse con pericia –al
menos de momento– en lo que se llaman traducciones extremas, por ahora solo
al alcance de personas inteligentes como Poderoso Miranda. Por mi parte, envío al
traductor mi máximo agradecimiento como lector de la novela, así como agradezco
a EDA Libros su feliz arrojo al publicar Ella Minnow Pea, un hallazgo más
que recomendable.