domingo, 21 de diciembre de 2008

Fragmenta 2



A la izquierda, la genial publicidad estática de las librerías Gandhi, en México. La foto no es muy buena porque se tomó desde un coche en movimiento.

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El surrealismo de Breton hubiera encontrado, de nacer setenta años más tarde, un medio mucho más eficaz de escritura automática: dejar caer el teclado de un ordenador al suelo, o frotarlo contra todo tipo de superficies romas, agrietadas o desparejas. Abandonar el teclado frente a un bebé. Lanzarle pelotas de tenis. Arrastrarlo por un suelo lleno de gomas de borrar. Prestarlo a un ciego. Dejarlo en la ventana para que lo pisen pájaros despistados. Colocarlo como diana en una escuela de tiro. Meterlo, como tercer cuerpo, en la cama donde hacemos el amor.

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Raúl Quinto, uno de los poetas jóvenes más interesantes de nuestro panorama, ha sacado este año La flor de la tortura (Renacimiento), y ha reeditado Grietas (La Garúa). La flor de la tortura es uno de los poemarios más duros, por no decir salvajes, que he leído en mucho tiempo. En medio de la complacencia general, estos versos son una bofetada no ya a la cara del lector, que también, sino sobre todo a la cara del mismo poeta, para despertar de lo que Kant llamaría el “sueño dogmático” y enfrentarse a la cruel intemperie de la existencia. En él pueden encontrarse piezas como espléndido haiku: “En el umbral / hay dos cuerpos desnudos / cicatrizando”. Absténgase mentes encantadas de conocerse, admiradores de Ana Rosa Quintana y suscriptores de Qué leer. Completando el negro panorama, con un tono desolado y seco, consciente del hueco interno (“el vacío lo es todo”, p. 44), Grietas (2002, 2008) construye o más bien deconstruye una visión desolada y rota del sujeto contemporáneo, a través de la elipsis y de la destrucción sistemática de los resquicios de una existencia plena. En buena medida, Grietas es un poemario de época, representativo de una corriente subterránea de la poesía española en la que el sujeto poético se ve a sí mismo como una fisura, como una grieta en la antigua esfera cartesiana del sujeto, por donde se escapa la vida a chorros o por la que entra, en tromba, el vacío al centro.

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No es raro encontrar expresiones metafóricas en las cuales los escritores utilizan a la hora de describir el éxtasis sexual la inmersión en un espacio verde. No hace mucho encontré también la imagen en Musil. Me pregunto si esa tendencia puede relacionarse con las tesis de Jung sobre el oro verde, mito alquimista que vendría a significar el “espíritu vital”: de ser así, constituido en arquetipo y por tanto presente en el inconsciente colectivo de diversas razas y épocas, configuraría el escenario mental del coito.


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Para amantes de Rimbaud, y/o de su poesía, acaba de aparecer en la Editorial Complutense el volumen de trabajos sobre el poeta francés coordinado por Miguel Casado y titulado Rimbaud, el otro. Textos de Michel Collot, Amelia Gamoneda, Jean-Marie Gleize, Chantal Maillard, Vicente Luis Mora, Jaime Moreno Villarreal, Miguel Morey, Antonio Méndez Rubio, Nino Palenzuela, Esther Ramón, Ildefonso Rodríguez y William Rowe.

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Álvaro Valverde, Desde fuera; Tusquets, Barcelona, 2008. “A modo de inventario” es el primer verso de uno de los poemas de Desde fuera, y da la impresión de que el autor de Plasencia, al borde de los 50, recapitula o inventaría una descripción existencial, marcada más por la búsqueda de equilibrio que por la efectiva consecución del mismo (problemas de ser occidental, los orientales sobrellevan mejor este asunto). La indagación elegíaca es una de las características más reconocibles de la poesía de Valverde, presente ya en su excelente Ensayando círculos (1995), poemario que nos sirvió a muchos para conocer esta poética sustancializada y contenida, tan enemiga de la falsa profundidad como del aspaviento innecesario. Una poética coherente, como decimos: ya en 1993, en uno de los poemas de A la debida distancia, había escrito Valverde: “mi tema es la memoria”[1].
Valverde tiene una voz muy personal, capaz de saltar de las tierras extremeñas a las praderas holandesas sin necesidad de variar su tono meditativo y sosegado. En uno de los mejores poemas de este libro, “El viaje de mi vida”, el yo se disuelve en un personaje diez años mayor que repasa el “espacio metafísico” de la breve distancia entre su casa natal y la que ahora ocupa. Una variante de ese paseo meditante la reflexión es el propio Desde fuera, lleno de viajes, sobre todo de viajes interiores, y que sitúa en el juego dialéctico del par conceptual interioridad/exterioridad su clásica estructura.

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19/11/2008. Me encanta utilizar la palabra Red para referirme a Internet. Creo que es porque me parece asombroso que una realidad tan vasta pueda ser nombrada con un nombre tan corto.

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El día después de haber escrito lo anterior, como si hubiera estado llamándolo, me encuentro el verso de Emilio Adolfo Westphalen: “¿Qué es más grande –el mar o la palabra con que lo nombramos?”.

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Raúl Quirós Molina, El día que me enamoré de mi BMW; Vitruvio, Madrid, 2008. Es difícil publicar un primer poemario. No me refiero sólo a lo complicado de encontrar una editorial que, sin premios ni ayudas a la edición, apueste por un nombre joven que comparece –hasta donde sé– sin padrinos ni apoyos, sino al hecho de saber qué debe entrar y qué debe quedarse fuera de una primera colección de poemas. Acierta Vitruvio publicando El día que me enamoré de mi BMW, del joven Raúl Quirós Molina (Madrid, 1980), irregular y compuesto de piezas de años y tonos diferentes, como todos los primeros poemarios, pero que guarda algunos aciertos sugerentes y otros, como “Riley Manson” (un poema dedicado a una actriz porno) simplemente memorables. Quirós Molina acierta más cuanto menos se ciñe a tradiciones previas, y toca fibra cuando se lanza a inventar literatura a su antojo, con valentía y descaro. Se cometen errores operando de este modo, por supuesto, y me temo que dentro de diez años el poeta leerá con sonrojo alguno de los textos, pero hay que aplaudirle su valiente y deslenguada apuesta, capaz de hacer una “Oda a la hamburguesa”, tema ya con cierta tradición poética reciente (Riechmann, Vilas, Mercedes Cebrián), o de ponerse en la piel de un dictador muerto que se zarandea en una soga.

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09/12/2008. Aeropuerto de Washington D.C. Entra en la cafetería donde desayuno una chica con el uniforme de los Marines, el de camuflaje. Lleva el pelo medio largo, es rubia, ojos claros, expresión aniñada y cara de sueño. Todos los clientes se la han quedado mirando al entrar, porque es poco frecuente ver una soldado atractiva. Debe tener unos diecinueve años. Estornuda, y al hacerlo su cuerpo tiembla dentro del uniforme. Sé que ella odiaría leer esto, menos mal que lo escribo en español, pero lo que transmite es fragilidad. No parece capaz, aunque está entrenada para ello, de entrar con un fusil de asalto en una casa acribillando personas. Se recoloca el pelo, de espaldas a mí, con suavidad, mientras bosteza.

Ojalá todos los soldados despertasen, al verlos, lo que esta chica: las ganas de taparla con un abrigo, darle una pastilla para la tos e invitarla a un chocolate caliente.

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Jorge Volpi, Mentiras contagiosas; Páginas de Espuma, Madrid, 2008. Volpi y yo presentamos en México nuestros respectivos ensayos publicados en Páginas de Espuma este año, en un acto entrañable por muchos motivos. Me gustaría recomendarles Mentiras contagiosas por la sencilla razón de que dentro aguardan varias piezas magistrales. No sé con cuál de ellas quedarme. Según el día, releo el maravilloso texto sobre la nunca terminada adaptación del Quijote al cine por Orwon Welles, o reflexiono sobre los enlaces entre literatura y ciencia aportados en “Pobladores de mundos extraños”, o voy por la calle diciéndole a la gente que no puede vivir un solo día más sin leer “Las trompetas de Jericó y los crímenes de Santa Teresa”, una de las reflexiones sobre la frontera y la literatura de la frontera más inteligentes que he leído, cuya ética suscribo de principio a fin. En este texto, precisamente, encontré un pasadizo entre nuestros dos ensayos, porque ambos transpiran la misma resitencia ética ante cualquier forma de frontera excluyente. Escribía yo en Pasadizos: “España acometió un muro en el norte de África para dejar afuera, lejos del progreso, a los pueblos pobres y de piel oscura. Los muros son siempre de conciencia. Hay en ellos una terca tensión norte-sur, una insalvable distancia, y la voluntad ciega de saltar las almenas que acaba venciendo cualquier resistencia defensiva. (…) C. W. Ceran observaba que en todas las ciudades antiguas había una parte de ciudadanos que deseaban la llegada de los de fuera y la brecha en la defensa, y la literatura universal, desde Kafka a Coetzee pasando por Buzzati, está llena de traicioneros vigilantes en las torres. Yo soy de los que aguardan esperanzados el momento. Los muros de Troya y Jericó cayeron, se superaron los de Nínive y Babilonia, cayó Constantinopla, caeremos. Todo muro acaba siendo, más tarde o más temprano, Muro de las Lamentaciones”. Y escribe Volpi: “La construcción de muros y fronteras se ha convertido en una especialidad arquitectónica –y en un género literario- por sí mismo. La muralla es la exacerbación de la frontera. Su objetivo es múltiple no sólo impedir que los de afuera nos vean –y nos deseen-, sino enturbiar el paisaje y quitarnos la tonta idea de que quizás los bárbaros al otro lado de la verja no son tan distintos a nosotros (…) En contra de lo que hubiésemos creído después de 1989, los muros no han perdido su vigencia, sino que se han multiplicado. (…) Estas barreras interiores ya no asilan a un país de otro –tarea fútil-, sino señalan la única frontera que importa en nuestros días: la que separa a pobres de ricos”
[1]. Amén.

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Los de Hermano Cerdo me pidieron lo
mejor del año.

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Bibliomaquia de los días


Desfilan batallones de días azules.
Apollinare

Andan días iguales persiguiéndose.
Neruda.

Y palidece en la luz del día común
Wordsworth

Hay días que parecen fotocopias
Aurora Luque

Sus días fueron copias
tan perfectas que no mancharon
nunca de hambre sus manos
Raúl Quirós Molina

A un día monótono otro
monótono, idéntico, sucede. Pasarán
las mismas cosas, volverán de nuevo a pasar,
iguales instantes nos toman y nos abandonan.
Constantino Cavafis

contemplo con espanto
el nuevo día traerme el mismo día del fin
del mundo y del dolor,
un día igual a los otros
Carlos Barral

Y está la resistencia de los días de lluvia
Inmaculada Mengíbar

Sólo me quedan los días iguales
de después, los días marginales
Ricardo Defargues

Sucede que ha llegado a preocuparme
la manera de ser de las semanas.
Pablo Neruda

Se parecen los días a los días
Esperanza López Parada

Los días son igual que una condena.
Santiago Auserón

Los días lentos
se apilan
Buson

No hay
pasado. Sí, también yo colecciono
días, pero los tengo todos repetidos
Gabriel Ferrater

Pero después de todo, no sabemos
si las cosas no son mejor así,
escasas a propósito... Quizá,
quizá tienen razón los días laborables.
Gil de Biedma


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Notas
[1] Jorge Volpi, Mentiras contagiosas; Páginas de Espuma, Madrid, 2008, pp. 127-128.
[1] Álvaro Valverde, “Hotel inglés”, A la debida distancia; Hiperión, Madrid, 1993, p. 34.

18 comentarios:

Juan Carlos Márquez dijo...

Me ha encanta leer ahí un "verso" de Auserón. Copio debajo, si no te parece mal (si no bórralo sin más, Vicente),el poema completo:

La vida en la frontera

A veces sopla un viento triste y frío
los días son igual que una condena
de noche se oyen voces que murmuran
un nombre donde sólo hay silencio

Si cruzas por aquí, sé precavido
si alguien te sale al paso no le des la espalda
es bueno hallar con quien hablar, a veces
pero es mejor callar cuando es preciso

No sueñes con el final del camino
pues ya, maldita sea, otros aguardan
para tomar su parte y ganarte
la mano sin moverse del sitio

La vida en la frontera no espera
es todo lo que debes saber

Hay hombres con miradas que fulminan
como el rayo penetra en carne viva
si matas generas un espectro
que siempre ya persigue y acecha

Bailan las mujeres en la hoguera
desnudas, con el rostro cubierto
aquella que concibe tu hijo también
acaba con las voces de lo incierto en ti

Si tienes que jugártelo a una carta
ve de cara al decir tu palabra
pero antes de que el eco la repita
Dios y el diablo te ayuden a estar lejos

Vicente Luis Mora dijo...

No me importa en absoluto, de hecho, es una de mis canciones favoritas. Tengo por ahí una cinta antigua del concierto del décimo aniversario de Radio 3, donde la cantaron juntos Auserón y Manolo García en una versión fabulosa. Saludos.

Javier Moreno dijo...

Gracias por el enlace al especial de HermanoCerdo.

Ana dijo...

Vicente,

Perdona porque lo que te voy a preguntar no guarda relación con el contenido de este post. Pero, para serte sincera no tengo mucho tiempo y lo he estado buscando y no lo encuentro.

En otro post creí leer que habías escrito una crítica al libro de Bolaño "2666". Creí entender que estaba en tu antiguo blog. Lo he buscado pero no lo encuentro. ¿Me podrías indicar dónde está?

Gracias y perdona si te molesta la pregunta.

Saludos

Jesus Andres dijo...

Vicente, por favor, ¿dónde se puede conseguir ese texto de Welles? ¿"Ladran luego cabalgamos", está realmente ahí?

Rufio Datura, ... Juan Perro, los ví varias veces..., qué bueno!

Saludos.

Anónimo dijo...

Buen título "La flor de la tortura"... no recomendable para progres.

DLG dijo...

Uei, feliz navidad y bienvenido a Esspaña. Un placer volver a leerte, pero

1. Lo del teclado casifollador, ¿no sería más Tzara que Breton? y

2. Acataré tus recomendaciones del 2008 (el Aguado's ya tuve la suerte de leerlo e incluso presentarlo) pero sí es cierto que (ya que mencionas lo de los "peores") tus lectores agradeceríamos de vez en cuando más contra-canon. ¡Ahora estás lejos, no te pueden hacer daño!

Abrazos con todo,

David

Vicente Luis Mora dijo...

Querido DLG: sí que hacen pupa desde lejos, DLG. Ni te imaginas la cantidad de boicoteos de los que me voy enterando. Pero nunca me ha preocupado eso, si eres crítico no puede importante, porque es incompatible con tu trabajo (si eres crítico literario, si eres reseñista suplementario se puede nadar y guardar la ropa, como estarás harto de ver en revistas y suplementos).

Hago ahora menos canon negativo porque con mi poco tiempo libre, no me apetece más que difundir y compartir los muchos libros que me van gustando o que me parecen interesantes. Cuando acabe con ellos, volveré a las andadas.

Logiciel: no es si no me leen a mí, sino si no te leen a ti.

Lo de Welles como guión está editado en alguna parte, creo que Volpi lo menciona en el ensayo. A ver si lo miro cuando regrese.

Lo de Bolaño: no era una crítica, sino mi exposición de motivos por los que había abandonado la lectura. Lo tienes en http://vicenteluismora.bitacoras.com/archivos/2005/07/29/la-ambicion-es-otra-cosa.

Saludos a todos.

Unknown dijo...

amigo vlm, quiero creer que es el ejercicio de suscribirse a una revista (con todo lo que ello implica de burguesa comodidad y futuras piedras en el riñón por no darle al cuerpo siquiera la posibilidad de caminar hasta el quiosco de la esquina), y desde luego no el hecho de que esa revista pueda ser QUÉ LEER, lo que motiva tu asociación no especialmente amable para con los "suscriptores de qué leer". de cualquier otro modo, insistir en que la santa publicación que lleva ocho años dándome de comer tiene vocación de escaparate. que en ella encontrarás tratada con el mismo respeto (si bien posiblemente diverso registro) la última anna gavalda y los diarios de márai, el bolsillo de gala y el de delillo. más daño hace a la poesía el elitismo que el ansia de universalidad. pero te agradezco desde luego que me hayas prestado esta oportunidad para desearte unas muy felices fiestas.

Vicente Luis Mora dijo...

Querido Milo, entiendo que defiendas lo que te da de comer, pero me da mucha pena que desperdicies tu enorme talento (esto va sin ironías, sabes que lo que haces me gusta), ya que entras en el blog, en hablar de Qué Leer, con la de cosas tan interesantes que podrías decir sobre los temas de cualquiera de los posts. Sobre lo que es Qué Leer, lo que defiende y, sobre todo, sobre las enormes ausencias que hay en la revista, no pienso perder ni un segundo. En eso sí que soy elitista, en lo demás tengo demostrado que no. Mis pruebas al respecto son documentales. Un abrazo y feliz año, Milo.

Unknown dijo...

y a mí que me encantaría comentar tus posts (y los de mucha otra gente). pero me puede el trabajo, te lo confieso. y, ya que de trabajo hablamos, es antes el corazón que el estómago lo que me lleva a participar de esta entrada. lo creas o no, me siento muy orgulloso de la labor que aquí llevamos a cabo. ausencias las hay y las habrá siempre. tú no quieres perder un segundo en mentarlas y yo dedico todos mis segundos a que sean las menos posibles. allá cada cual con su tiempo. pero porque sabes que mi confianza en ti es ilimitada, porque juraría que debes de tener mi mail personal (y de no ser así te lo paso ipso facto), permíteme que aproveche para abrir un canal: recomiéndanos, reseña para nosotros incluso... desde luego no somos perfectos, pero tampoco nos cerramos a mejorar. y disculpa el gesto puntilloso: la ironía ajena tiene eso, que uno no la escoge. yo criticaría otras cuestiones queleerianas, lo del HOLA de la literatura lo creo bastante superado ya. pero ése soy yo. un abrazo.

Vicente Luis Mora dijo...

Querido Milo, te honra tu gesto. Tanto en el blog como en privado estoy viendo estos últimos días varios detalles de nobleza que me llevan a renovar mi fe en el mundo de la literatura, una fe que hacia noviembre estaba bastante devastada, la verdad. No dudes que te recomendaré libros, es muy fácil quejarse y luego no hacer nada, y a mí siempre que me dan la oportunidad para cambiar las cosas no escondo el bulto ni miro hacia otro lado. Lo de reseñar no creo que pueda, porque ni siquiera cumplo mis compromisos con los medios con los que venía colaborando, pero te agradezco la oferta por lo que tiene de amabilidad y de tender la mano al crítico que la muerde, algo poco frecuente. Desde luego, si tú estás dentro de la revista, hay un núcleo de sentido común dentro, y a la vista está. Gracias por tu respuesta, Milo.

Anónimo dijo...

Querido Vicente, muy buena la valla publicitaria, muy buena la escritura automática, muy buen post. Muy buen poeta Quinto. Todo muy bueno. He disfrutado. En algún futuro saldrás en Cuéntame. Un abrazo.
Agustín

Ana dijo...

¡Gracias, Vicente!

Anónimo dijo...

La vida en la frontera...¡Qué poema de Auserón!

Su filosofía me recuerda al mundo de Cormac Macarthy.

"otros aguardan
para tomar su parte y ganarte
la mano sin moverse del sitio"

"aquella que concibe tu hijo también
acaba con las voces de lo incierto en ti"


¿Donde quedan la calidez y la cordialidad humana?

Dos películas recientes "No es país para viejos" y "En el valle de Elah"... me ha parecido que comparten el mismo mensaje.

Si la lucha asesina por el dinero de la droga, en la primera, es despiadada... ¿no es peor incluso la violencia ciega, vacía y gratuita entre unos soldados compañeros llegados de Iraq, en la segunda?.

¡Ay del que tropiece!. El amigo, el compañero, hasta el hijo, caerán sobre él.

Otra visión de la existencia no apta para progres.

Anónimo dijo...

Vicente,
muchísimas gracias por tu acertado comentario acerca de "El día que me enamoré de mi BMW".

Un saludo atento, y felices fiestas.

Raúl Quirós.

Ernesto García López dijo...

Estimado Vicente y cia,

La salud de este blog sigue siendo excelente, no sólo por la pluralidad de temas que aborda, sino también por la amplia muestra de textos que facilita, así como las muchas personas que hemos considerado este espacio como un recinto solidario, donde caben distintos posicionamientos. En este sentido, me gustaría destacar (y este último post es buen ejemplo) que la labor de crítico, más allá de un acercamiento complejo a los textos, también debería ser (creo) establecer puentes y conexiones entre distintas laderas del pensamiento, de la creación, del mundo literario. Y creo que tu labor en Diario de Bitácoras cumple sobradamente esta función. Me da igual que algunos consideren esta afirmación "peloteo", pues por encima de tu trabajo como impulsor de este blog, lo considero un espacio colectivo y participado. Por ello te mando un saludo a ti y a todas las personas que han ido asomándose a sus diferente entrada. Por último: excelente el poemario de Raúl Quinto. Todo un descubrimiento.
Abrazos.

Vicente Luis Mora dijo...

Gracias, Ernesto, y un abrazo.