martes, 25 de mayo de 2010

El sol negro



André Comte-Sponville, Lucrecio. La miel y la absenta; Paidós, Barcelona, 2009





…con la sola excepción de Lucrecio, que tuvo valor para ver la realidad como es y hacerla objeto de su Poesía.


G. Torrente Ballester, La saga / fuga de J.B.



A partir de uno de los versos (“sobre un tema oscuro, mi luminoso canto”, IV, 8-9) del vasto poema De rerum natura, la magna obra del poeta latino Lucrecio (siglo I a.C.), el pensador galo Comte-Sponville conforma el sustrato argumentativo de su ensayo. El tema oscuro sería el pensamiento de Epicuro, mientras que el luminoso canto se constata como la aportación sustancial del propio poeta. Lucrecio fue un personaje sobre cuya peripecia vital se tienen pocos datos, pero que legó a la humanidad una versión poética sobre la naturaleza en el epicureísmo que ha seguido teniendo lectores y estudiosos hasta el día de hoy, por su potencia lírica y filosófica y su negación de todo lo “sobrenatural” (p. 84). Como lírico, ha influido a poetas y pensadores de todas las épocas, como Fray Luis de León, Poliziano, Spenser, Montaigne, Molière, Goethe, Schlegel o Byron[1], y fue incluido por George Santayana en su célebre estudio Tres poetas filósofos: Lucrecio, Dante, Goethe.



Creo que las opiniones de Comte-Sponville, como en general las de todo filósofo que opina sobre poesía, son más acertadas cuando se acercan desde la filosofía a la lírica que cuando se dirigen al revés. Me explico con ejemplos; creo que el autor se acerca a una idea muy interesante cuando apunta:



Lo que importa es el placer, y lo que libera es la verdad. Pero, en ambos casos, sólo accedemos a su experiencia a condición de que primeramente superemos en nosotros aquello que nos aleja de ella. Y en eso consiste la filosofía misma. Que la poesía pueda también ayudarnos a conseguirlo, fue, contra Epicuro, la apuesta de Lucrecio. Tal apuesta es lo que he intentado volver comprensible para los lectores actuales. Ninguna emoción puede suplantar al pensamiento. Pero ¿de qué valdría un pensamiento que nunca consiguiera conmovernos? Ése es el punto en el que la filosofía coincide con el arte, o puede encaminarnos a él. Y es el punto en que el arte, en sus realizaciones más elevadas, incumbe a la filosofía” (“Prólogo”, p. 14).



Pero en otros momentos demuestra no conocer –como es lógico, al no ser poeta ni especialista en poesía– lo que sea el arte versal: “por eso necesitamos a los filósofos, y quizás aún más, cuando no mienten, a los poetas” (p. 32). ¿Cuándo miente un poeta? ¿Y cuándo dice la verdad? ¿No sería la poesía una verdad de calidad diferente? ¿Por qué es “superior” la verdad a la mentira? Este tipo de sentencias nos recuerdan al desafortunado Platón de la República cuando escribe que “puesto que el poeta ve tan pronto las cosas grandes como las más pequeñas, no produce más que fantasmas y se halla por tanto a una distancia infinita de la verdad”[2]. En tal caso, sólo puede añadirse: por fortuna. Creo que cualquier poeta o pensador de la poesía está más cerca de Shelley, cuando dice que “ser poeta estriba en aprehender lo verdadero y hermoso, en una palabra, lo bueno que hay en la subsistente relación, primero entre la existencia y la percepción, y segundo entre la percepción y la expresión” (A Defence of Poetry). En todo caso, la herencia de Heidegger, Ortega, Gadamer y Derrida, entre otros, parece que obliga a los filósofos a tener que emitir siempre algún tipo de discurso sobre la poesía, lo cual nos ha traído multitud de pensamientos absolutamente prescindibles al respecto. Sólo cuando los filósofos observan desde la filosofía a la escritura, intentando relacionar su esfuerzo discursivo con el pensamiento poético, llegamos a pensamientos iluminadores. Cuando el filósofo se sitúa en la poesía, el resultado es tan poco afortunado como cuando el poeta se sitúa en el lugar del historiador de Filosofía. Por supuesto, puede haber excepciones, pero son casos aislados en medio de leyes que entiendo poco flexibles, y a las pruebas me remito. El propio Comte-Sponville parece reconocerlo cuando dice que su falta de dominio del latín le impide disfrutar del texto como un poema (p. 29); a pesar de ello, y de no ser poeta, no duda ni un instante en lanzar sentencias atrevidas sobre la condición de vate de Lucrecio, y sobre el valor del texto como poemario, e incluso a comparaciones insostenibles con Virgilio, Hugo o Valéry[3]. El ensayo, no hay ni que decirlo, cae en el capítulo 2 dedicado a De rerum natura como poema, pero luego alza el vuelo en cuanto retoma aquello en lo que Comte-Sponville sí es experto, el pensamiento.



Para Comte-Sponville, como para Boyancé[4] o Rosset, Lucrecio es más poeta que sabio, y Epicuro más sabio que poeta; Epicuro sería un moralista y Lucrecio un trágico (capítulo 4); del mismo modo Epicuro es simplemente un filósofo y Lucrecio además un psicólogo (cap. 5), capaz de comprender el tamaño de la angustia humana ante la muerte (p. 63-66), a modo de un sol negro que pudiera iluminar con la poesía las regiones oscuras de nuestros demonios. Su pensamiento, desarrollando el del filósofo griego, intenta lograr una ambiciosa conciliación entre la verdad del devenir planteada por Heráclito y la verdad estanca del ser de Parménides, en un entorno de física atómica puramente materialista. Aunque su ensayo no deja de ser un paseo (p. 83) por el libro de Lucrecio, Comte-Sponville presenta al poeta romano como más próximo a la vida (y a la muerte) que Epicuro, más mezclado con la realidad de las cosas sin renunciar a la abstracción. Hay apreciaciones muy inteligentes del autor, como al apuntar que las repeticiones no eliminadas del poema pueden servir como énfasis confesional de las obsesiones de Lucrecio (p. 55).



Comte-Sponville liquida rápida y tajantemente una de las cuestiones más controvertidas referentes al poeta latino, cual es su posible aportación al margen de su evidente pleitesía al pensamiento de Epicuro. Para el autor, Lucrecio no es más que un “discípulo (…) absolutamente fiel y fiable” (p. 21), aunque no faltan opiniones recientes que discrepan de esa simplificación. Ramón Román Alcalá, por ejemplo, expresa en Lucrecio: razón filosófica contra superstición religiosa (2002) que el concepto de clinamen y la teoría embrionaria de la evolución de las especies no sólo no estaban en Epicuro sino que Lucrecio les da en su poema una conformación plena, fruto de un pensamiento propio (como cualquier otro, con los lógicos antecedentes). La teoría del clinamen es especialmente importante para Román Alcalá, porque demuestra cómo la indeterminación puede ser también parte de un sistema materialista, ahondando en lo que Epicuro sólo había apuntado[5]. De la misma manera, Clement Rosset exponía en Lógica de lo peor que en el sistema de Lucrecio “la razón es excluida del mundo en beneficio del azar, pero, por su parte, el azar constituye una razón”[6]. De esta forma el sistema de Lucrecio se constituye como uno de los primeros donde la entropía tiene un lugar fundamental y “lógico” dentro de la cosmovisión. Para terminar, el hecho mismo de continuar las enseñanzas de Epicuro mediante la poesía supone un distanciamiento y una parcial refutación de éste; inequívocamente, para Lucrecio la poesía es –como para los mejores poetas– una vía de acceso al conocimiento y una forma de comunicar el mismo[7].



Lucrecio. La miel y la absenta es, por su condición ensayística, digresiva y rigurosa a la vez, una excelente introducción a la figura de Lucrecio y su obra. Los escasos defectos que pueden achacársele, quizá debidos al exceso de pasión, no restan un ápice de valor e interés a un libro generoso, ameno, que aporta además un esfuerzo de traducción propia (perdido en parte para los lectores no francoparlantes) de la obra de Lucrecio.








[1] Cf. Michael von Albrecht, “Fortuna europea de Lucrecio”; Cuadernos de Filología Clásica: Estudios Latinos, vol. 20, núm. 2 (2002) [pp. 333-361], pp. 335-38; y Ángel Jacinto Traver Vera, “Dos ejemplos de recepción clásica: Lucrecio 2, 1-13 en fray Luis y Lord Byron”, Anuario de Estudios Filológicos, vol. 22, 1999, pp. 459-474.



[2] O al propio Epicuro cuando ve a la poesía como “maestra de error y falsedad”. Epicuro critica duramente a la Teogonía y su discípulo Metrodoro, como recuerda Alfonso Reyes, atacó a Homero y a la lírica (A, Reyes, La filosofía helenística; en Obras completas, XX: Rescoldo de Grecia, la filosofía Helenítica, libros y libreros en la antigedad; Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1979, p. 277).



[3] Véase la página 33, donde aventura este juicio que a mí me hubiera dejado sin dormir muchas noches, sea por las horas de estudio o por el arrepentimiento: “A su lado, a Valéry le falta carne; a Hugo, rigor; a Virgilio o a Horacio, fuerza…”.



[4] P. Boyancé, “Lucrèce et la poésie”, Revue des Etudes Anciennes, nº XLXIX, 1947, pp. 88-110.



[5] R. Román Alcalá, Lucrecio: razón filosófica contra superstición religiosa; UNED, Córdoba, 2002, pp. 95-96.



[6] C. Rosset, Lógica de lo peor. Elementos para una filosofía trágica; Seix Barral, Barcelona, 1976, p 171.



[7] “Todo poema es, pues, una exploración del material de experiencia no previamente conocido que constituye su objeto. (…) De ahí que el proceso de la creación poética sea un movimiento de indagación y tanteo en el que la identificación de cada nuevo elemento modifica a los demás o los elimina, porque todo poema es un conocimiento ‘haciéndose’”; J. Á. Valente, “Avance por tanteo”, El ciervo, nº 486, 1990.

36 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero, ¿acaso tú eres "especialista en poesía"? ¿No estudiaste Derecho?

Vicente Luis Mora dijo...

yo sólo sé algo de repostería.

José Antonio Fernández dijo...

Muy buena entrada.
Nadie tiene una definicíon de lo que es poesía pues es imposible tenerla, o al contrario se pueden tener muchas, cada uno la suya.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Pasa el agua del río. Otra vez. Se intentará agarrar el libro antes de verlo perderse entre los sauces. Gracias por el aviso.

Otro sol:

http://www.tate.org.uk/modern/exhibitions/eliasson/about.htm

http://www.tate.org.uk/modern/exhibitions/eliasson/understanding.htm

http://nummynims.files.wordpress.com/2009/05/olafur-eliasson_tate-modern.jpg


Otro Lucrecio:

De Rerum Natura/De la realidad

http://www.editoriallucina.es/cms/index.php/catalogo-editorial?task=view&id=32&catid=98


Editorial Lucina

http://www.editoriallucina.es/cms/


Conversación con Agustín García Calvo

http://lumpen00.blogspot.com/2010/01/una-conversacion-con-agustin-garcia.html

--
c.m.

Artaraz dijo...

Jajaja, repostería? cualquier cosa ya, la entrada un churro(por emplear tu código, más que nada).

Anónimo dijo...

Que lindezas se dicen por aquí...para variar, diré que a mí la entrada me ha instruido como ignorante que me califico en eso de la poesía.
Un saludo.

Vicente Luis Mora dijo...

Sí, Norma, la verdad es que no debía de haber aprobado el segundo comentario, pero bueno, ya lo he hecho. Gracias por tus palabras.

Gracias, Carlos y José Antonio por vuestras aportaciones.

Ángel Cerviño dijo...

No suelo intervenir, pero he visto tanta bravuconería suelta que no me pude resistr. Excelente entrada, la medida y el tono justo de lo que uno desearía encontrar (y no siempe encuentra) en un blog de crítica literaria. Creo que tiene un tempo muy lucreciano: luz y calma. Un saludo.
Ángel

Vicente Luis Mora dijo...

Gracias, Ángel. La obra de Lucrecio me ha interesado desde que era muy pequeño; esa mezcla de poesía y ciencia me ha influido mucho, creo. Saludos.

Rosalía Navarro dijo...

Hola Vicente, yo vengo a decir algo que no tiene nada que ver con tu entrada, que la he leído y me ha perecido interesante. Sin embargo, quiero felicitarte por tu novela Alba Cromn. He disfrutado mucho con esa mujer misteriosa e intuitiva que tan bien has creado. En el grupo de lectura de novela policíaca de la biblioteca de Lleida la leímos y la comentamos. Es una de mis favoritas del curso y me la compré para tenerla en mi biblioteca privada. Espero que continúes con este personaje. La narración también me gustó. Tiene algo misterioso Alba, algo muy especial que has transmitido en la novela.
Felicidades wapo.
Rosalía.

Vicente Luis Mora dijo...

Muchísimas gracias, Rosalía. Me alegro de que te haya gustado. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Vicente.
Es la primera vez que me animo a participar en tu blog, aunque ya hace tiempo que lo sigo. ¿Recomiendas alguna traducción en particular del poema de Lucrecio?

Por otra parte, ¿has leído Cántico Cósmico o Versos del pluriverso?
Si no, creo que podrían gustarte estos poemas. En ellos también surge esa mezcla de poesía y ciencia que destacas, entre otras cosas, como uno de los mayores logros de Lucrecio.

Felicidades por ALba Cromm. Devoras el libro pero luego no dejas de pensar en él. Gracias.

Mario

Vicente Luis Mora dijo...

en la poesía de Ernesto Cardenal (que, por su poligrafía, debe ser el nuevo Víctor Hugo) hay cosas que me interesan y cosas que no; digamos que en esos textos sobre el cosmos hay uno de cada quince versos que me interesa -pero me interesa mucho-. en la poesía hispanoamericana prefiero ejemplos como el "Big Bang" de Severo Sarduy, deslumbrante. Gracias por tus palabras sobre la novela, Mario. Un saludo.

Vicente Luis Mora dijo...

en la poesía de Ernesto Cardenal (que, por su poligrafía, debe ser el nuevo Víctor Hugo) hay cosas que me interesan y cosas que no; digamos que en esos textos sobre el cosmos hay uno de cada quince versos que me interesa -pero me interesa mucho-. en la poesía hispanoamericana prefiero ejemplos como el "Big Bang" de Severo Sarduy, deslumbrante. Gracias por tus palabras sobre la novela, Mario. Un saludo.

elversodeluniverso dijo...

;)

Anónimo dijo...

¿Qué opinas de la crítica a Alba Cromm en solodelibros?

Jaime Domingo Alfaro

(No es publi de la web, no sé quiénes son, puedes contestarme sin citarla...).

Vicente Luis Mora dijo...

Estimado Jaime, respeto la opinión del crítico, como no puede ser menos, pero hay un error de hecho importante en la reseña: mi novela no puede ser un "refrito" de las novelas de Larsson cuando, como es comprobable en internet en una rápida búsqueda, su primera versión estaba escrita en 2005, antes de que aparecieran las novelas de Larsson... en sueco. La primera traducción a español de la saga se hace en 2008, cuando mi novela ya está terminada y en manos de la editora. Pero en fin, esto es lo que tenemos.v Saludos.

Anónimo dijo...

Hola,
creo que deberías mencionar quién traduce el libro. En Paidós (el nuevo Paidós), a los traductores se nos ignora y desprecia de manera flagrante, pero no parece de recibo que también se haga desde un blog como éste, que intenta ser riguroso. Comentas al final el "esfuerzo de traducción", con más motivo interesará saber quién tradujo desde el francés.
Saludos,

MJ

Vicente Luis Mora dijo...

La meritoria traducción es de Jordi Terré Alonso.

Ana dijo...

Vicente,

¿Has dejado de incluir el párrafo final en color azul donde exponías la relación del crítico con la editorial y con el autor? ¿Por qué?

Vicente Luis Mora dijo...

Bueno, en este caso, tratándose de un filósofo extranjero, me pareció obvio que no tengo relación alguna con él. Y con Paidós tampoco, no ha publicado ninguno de mis libros. Pero bueno, tienes razón, puede que haya alguien a quien no le parezca tan obvio. Lo seguiré haciendo, no lo dudes. Gracias y un saludo.

Ana dijo...

Lo decía por la editorial pues tienes razón con lo del filósofo. Pero, también tenía curiosidad por saber si habías cambiado en relación con esas matizaciones pero veo que no

Vicente Luis Mora dijo...

Me sigue pareciendo interesante hacerlo, pero ya digo que en este caso caía por su propio peso. Gracias por tu atención, Ana.

cgamez dijo...

No sé porque me parece tan actual este post. Y no lo digo por tu obra, aunque también.

Abrazo.

Vicente Luis Mora dijo...

Gracias, Carlos. Un abrazo.

s. gerchunoff dijo...

Pero Vicente, cuando Platón habla de "los poetas", habla del "poder" cultural de su época, de la institución educativa fundamental, de aquella que transmitía qué era bueno y qué era malo y la que transmitía también, entre otras cosas, la pertinencia inamovible de la estructura social tradicional.
Nosotros podemos jugar al juego (muy lindo) de leer a Homero o a Hesíodo como si fueran antecesores de Rimbaud, de Zelarayán o de Vicente Luis Mora; pero se entiende mejor lo que hace Platón en República X (o en Ión) si sustituímos hoy lo que él nombra como "poetas" entonces, por los grandes "comunicadores" de la TV, o en general por los ideólogos detrás de la industria cultural y educativa.
Descendientes (o análogos) contemporáneos de "la poesía" que cuestiona Platón (su criterio de verdad) serían por ejemplo, Mercedes Millá,los guionistas de Lost, los psicopedagogos que redactan los planes educativos o Alex Rovira o Jorge Bucay...


Saludos

Vicente Luis Mora dijo...

Bueno, compararlos con Bucay o Milá también es "un juego muy lindo". Palabra por lo demás muy útil -juego- cuando en el "Político" leemos:

"Extr.: En quinto lugar, ¿aceptaríamos ubicar todo cuanto a se refiere a la ornamentación y la pintura y todas las artes que sirviéndose de ésta así como de la música, ejecutan imitaciones que son realizadas sólo para nuestro placer y a las que podría abarcarse con justicia con un único nombre?
J. Sóc.: ¿Con cuál?
Extr.: 'Juego' es el nombre que suele emplearse".

Había diversas estructuras educativas en tiempos de Platón, entre ellas la propia academia, y la poesía tiene en sus diálogos siempre un valor estético, una parte artística indudable. En cuanto tal, y en cuanto todo arte es algo más que estética, sí que creo que puedo leer a Homero y a Hesíodo como antecedentes de Rimbaud, en cuanto forjadores del imaginario de una época.

Saludos y gracias por intervenir.

s. gerchunoff dijo...

Si es "en cuanto forjadores del imaginario de una época" y no en cuanto "poetas", estamos de acuerdo... Sólo que la diferencia de relevancia forjadora (cada uno para su época) es abismal, inconmensurable. Es muy difícil pensar que en una sociedad grafológica la poesía vuelva a tener el lugar crucial que tenía en sociedades en las que (más allá de las cuestiones estéticas que se puedan plantear luego, ahora) era sobre todo una tecnología de la memoria (memoria de la tradición, memoria de la ley; pero memoria no-reflexiva, irracional, no compuesta...este es el problema que encuentra Platón).
Lo único que trataba de puntualizar, (y supongo que podemos compartir), es que las determinaciones epocales del término "poesía" son aquí fundamentales. Que cuando Platón habla de poesía, está hablando de las cuestiones políticas y morales centrales de su época; que cuando habla de poetas, no habla de nada parecido a "los individuos que producen textos que son editados en las colecciones de poesía de las editoriales". Sí, Rimbaud es algo más que esto último, pero tampoco tanto. Dentro de dos mil años, leer a Rimbaud no será necesario (irrenunciable) para entender su época.

Parece que nosotros ya no podemos más que pensar a Homero como individuo (como uno más de la serie lineal instaurada por una virtual "historia universal de la poesía") y hablamos de él como si (de estar vivo) pudiera estar firmando ejemplares de la Ilíada hoy por la tarde en la feria del libro, algo ofuscado quizás, al ser tapado por la interminable cola de lectores de Pérez-Reverte.
Se pierde de vista lo fundamental si se toma el conflicto entre Platón y los poetas como el conflicto entre Platón y algo análogo a Rimbaud pero de la época de Platón. Platón parece un ridículo así; una especie de viejo cascarrabias y amargo. No es posible encontrar hoy un proyecto de la radicalidad del de Platón en su enfrentamiento a los poetas. No sé, en plan delirante, pienso en Joseph Roth intentando abolir el cine en los años 30 del siglo veinte (en "El Anticristo", por ejemplo). En cualquier caso, la "poesía" hoy es un mequetrefe cultural comparado a lo que era en la sociedad antigua. Y es difícil encontrar ningún otro género o fenómeno cultural hoy (tv, cine, internetetc.) que se asemeje a lo que era la poesía tradicional entonces.

Creo que no da para mucho más lo que digo, era sólo una puntualización sabihonda, propia de un comentarista de blog cualquiera.

Saludos y gracias por el juego de la cita...digo, por la cita del juego.

Vicente Luis Mora dijo...

Estimado (o estimada) Gerchunoff, ahora me parece más fácil encontrar un lugar en el que podamos estar de acuerdo, aunque el consenso está sobrevalorado y ha sido la disensión la que ha permitido sus dos brillantes comentarios. Claro que la poesía tenía más lugar en aquella época, también tenía que competir con menos cosas. La ausencia de técnica impedía que los griegos pudieran contar a la fotografía y al cine como artes; no había novela como tal; el desarrollo larvario aún de las artes escénicas no les había permitido asomarse a la ópera y sus artes plásticas se reducían a la pintura sobre tabla, al fresco, la escultura y artes textiles y artesanales. La poesía tenía mucha menos competencia entonces. Es normal que significara mucho en el imaginario heleno. Y tiene usted toda la razón: ahora la poesía es minúscula, residual, si bien sigue siendo utilizada puntualmente por la publicidad y el cine, todavía queda algún rastro de sus huellas, y es una de las reinas -curiosamente- del ciberespacio literario, no sé si se habrá dado una vuelta al respecto. Pero vivimos malos tiempos para la lírica, como decía la canción de Golpes Bajos, y el lugar de significación espiritual laico lo tiene ahora la ciencia. Por ello -y concuerdo con usted de nuevo- la poesía no será, en efecto, necesaria para entender nuestra época. A mí esto me da a ratos algo de pena; otros pienso que a lo mejor la melancolía por la pérdida de la poesía sí puede ser una de las formas de entender nuestra época. En todo caso, nuestros nietos decidirán. Gracias mil por pasarse por aquí y un saludo.

logiciel dijo...

Supongo que debería precisar que no me 'gusta' la poesía. Llevo años intentándolo, con lo cual creo que estoy libre de culpa. Por mí que no quede.

En su momento creí a Joan Maragall cuando hablaba de la 'palabra viva'. Pero encuentro cada vez menos palabras vivas en poesía. La mayoría están muertas. Y no sé por qué, que es lo que a mí más me preocupa. Se intenta buscar otros medios para transmitir poesía, porque la palabra se ha gastado. Me preocupa. Puede que lo que sobren sean poetas.
Saludos

Vicente Luis Mora dijo...

Asumo la culpa en la parte que me toca. Saludos, Logiciel

logiciel dijo...

No me refería a ti, Vicente. No he leído tu poesía. Pero me interesan tus ideas, poéticas o no.
Saludos

Vicente Luis Mora dijo...

Da igual, no hace falta que me lo digas tú. Mi primer libro nunca debió ser publicado, y buena parte del segundo tampoco. Del resto salvaría ahora buena parte de los poemas, pero no todos, ni mucho menos. Del último estoy contento, pero sé que en un par de años varias de sus páginas me parecerán superfluas. Así que yo tengo parte de culpa en la devaluación de la palabra poética. Dedico siete años de media a cada libro, pero quizá debieran ser diez. O Quince. Si así fuera seguro que saldrían menos libros, o más delgados. Aún aprendo. Saludos, Logiciel.

cgamez dijo...

Muy interesante el debate que habéis montado acerca del papel de poesía (ahora, antes).

Vicente, respecto a la afirmación que haces de que la ciencia ha reemplazado a la poesía en ese espacio espiritual y laico de nuestra sociedad, yo me atrevería a decir que ese espacio lo cubre la imagen pública de la ciencia, es decir la imagen que los propios científicos, los divulgadores o vulgarizadores, los medios e incluso algunos gobiernos y algunas empresas han construido colectivamente. No es una crítica, esa imagen permite justificar ante los ciudadanos los presupuestos que se dedican a la ciencia en los países más desarrollados. Pero también es cierto que la especialización es tal que muchos investigadores a veces no tienen ni idea de lo que hacen sus vecinos de despacho, también científicos, y esa imagen general les permite tener alguna imagen más genérica.

Abrazo.

Vicente Luis Mora dijo...

Tienes toda la razón, Carlos, sobre eso han hablado mucho gente tan distinta como Wagensberg, Germán Sierra, Pinker o Sokal. Un saludo.

cgamez dijo...

Es cierto Vicente. En todo caso, yo estoy más interesado en Sierra y Pinker por el carácter autocrítico de sus discursos.

Sin embargo, lo que me parece más interesante de este momento es el diálogo directo y sin complejos que se está dando entre ciencias y artes. Ya sea por parte de científicos interesados personalmente en el arte, como por artistas atraídos profesionalmente por los más recientes descubrimientos científicos. No quiero pasarme de listo pero da la impresión de que, con la crisis de las grandes teorías filosóficas (y no se me malinterprete, yo soy un apasionado de la filosofía), el encontronazo artes-ciencias que enfrentó a los teóricos occidentales desde el surgimiento de la ilustración (racionalismo, romanticismo, positivismo, existencialismo) haya dado paso a algo parecido al humanismo renacentista pero salvando las enormes distancias. En todo caso, creo que la imposible comprensión del mundo es mas factible desde el subjetivismo de las artes que desde el objetivismo (a veces en crisis como en la Mecánica Cuántica) científico.

Y por una vez, parece que la literatura española está interesada en ese debate. Es más, resulta una de las más vitales al respecto. Por ahí iba mi comentario a tu post sobre Lucrecio y a la obra de escritores como tú.

Abrazo.