domingo, 16 de marzo de 2014

Kaufman a la inversa

La semana pasada volví a ver "Synecdoche New York", de Charlie Kaufman, y se me ocurrió darle la vuelta al espléndido monólogo que tiene lugar casi al final, para ver si seguía funcionando contado del revés. Y sí, vaya si funciona:

"Ahora ya no estás. Son las 7.44. Ahora, estás aquí, son las 7.43. Ahora estás aquí, viendo pasar el tiempo. Conduciendo. Sin ir a parte alguna ni venir de ningún lado. Sólo piensas en conducir, mientras descubres que nadie te mira y que nunca nadie lo ha hecho, mientras pierdes tus características una a una, mientras el mundo te olvida y reconoces tu fugacidad, mientras te despojas de ellos, de tu belleza y de tu juventud, mientras mueren y pasan al más allá, mientras la gente que te adora deja de adorarte. Camina. Ya es hora de que lo entiendas. Todo era tuyo. Sus manos rojas y toscas. Su pelo gris y lacio. Toda su soledad. Todas sus penas eran tuyas. Así que tú eres Adele, Hazel, Claire, Olive. Todos somos todos, cada uno es todos. Los detalles apenas importan. Esa es la experiencia de todos. La de todos y cada uno. Has luchado por existir y ahora te deslizas silenciosamente hacia la nada. Te das cuenta de que no eres especial. Decepcionante. Entendido. Vivido. Se ha quedado atrás lo que una vez fue un emocionante y misterioso futuro."

1 comentario:

nely garcia dijo...

http://nelygarcia.wordpress.com Sin embargo, mientras conduces vives, cuando descubres que no eres nada aprendes, la soledad es amiga y el saber que formas parte de una minúscula parte de un todo, no quiere decir que lo percibes. Por esa razón continuas caminando a ciegas, tropezando en el continuo, discontinuo, hasta la pérdida de consciencia.