sábado, 15 de enero de 2022

Lo que cubren las cubiertas de Felipe Cussen

Felipe Cussen, Don't judge a book by its cover. Libro de artista. Santiago de Chile, 2022.


 

La expresión inglesa “Don't judge a book by its cover” (no juzgues un libro por su cubierta o portada -términos considerados equivalentes por algunos diccionarios, aunque cubierta y portada no son lo mismo-) tiene larga tradición y viene a decir que no debemos juzgar las personas ni sus actos a primera vista. La frase aparece tempranamente aquilatada en algunos libros, como The Mill of the Floss (1860) de Mary Anne Evans / George Eliot, y se ha convertido en un lugar común, al que a veces se le da la vuelta, como “no juzgues a una cubierta por su libro”. Suele emplearse como título recurrente de artículos de prensa, exposiciones, ensayos, vídeos y obras de arte, como el óleo “Don’t Judge a Book By its Cover”, de Chila Kumari Burman, que la autora presenta como autorretrato:

 

 


El libro de autor del poeta conceptual chileno Felipe Cussen Don't judge a book by its cover (2022, descargable de forma gratuita aquí: https://tinyurl.com/dontjudgeabookbyitscover), entra con el cuchillo conceptual en la expresión inglesa y activa dos tipos de literalidad. Mediante la primera, irónica, nos presenta un libro compuesto únicamente por una subyugante colección de cubiertas de sí mismo. Repetición extrema del título, si bien las portadas luego no se repiten, perteneciendo cada una a los protocolos gráficos de muy distintas colecciones y géneros literarios. La segunda literalidad empleada por Cussen nos invitaría como lectores a no hacerle caso al título, es decir, a entrar a fondo en su sugerencia y leer (o quizá “no leer”, ahora nos explicamos) su libro conceptual como un mensaje profundo del cual no debe distraernos la cubierta. Pero claro, todo son cubiertas. Entonces, ¿qué hacer con este cul-de-sac?


 

En un texto titulado “Cómo no leer” (2013), tras recordar varias definiciones célebres de poesía que invitan a no esperar de ella un contenido específico ni un sentido reconocible, el propio Cussen había escrito: “Pero, ¿qué ocurre si nos quitan el contenido, si las figuras retóricas quedan colgando de sus motivaciones y si aparentemente se borra la emotividad de la poesía? Lo que ocurre es que al fin la cosa se pone interesante y por fin podemos enfocarnos en lo verdaderamente relevante: sus condiciones materiales”[1]. Creo que esto sucede en Don't judge a book by its cover: lo material nos centra en la experiencia de lectura, trayendo a nuestra mente la idea de que estamos leyendo un concepto materializado, un proceso y no un texto. Y es justo ahí donde comenzamos a traicionarnos, porque por desgracia se nos ha enseñado a leer y no a no leer, y, a la vista de las numerosas y exquisitamente diseñadas cubiertas de Cussen, comenzamos a pensar, y a intentar crear sentido, seguramente porque estamos echados a perder. La primera cubierta es la página del registro de la Cámara Chilena del Libro de la obra de artista Don't judge a book by its cover, del poeta Felipe Cussen, fechada el 7 de enero de 2022. Y luego comienzan las cubiertas más reconocibles como tales. De la misma forma, el libro se cierra con el único documento que no es portada o cubierta de algo: la segunda página del registro o asiento que da carta de naturaleza legal al libro. Es decir, el documento oficial que concede un ISBN al libro de Cussen es dividido para formar la primera y la última parte del paratexto del libro -aunque es un paratexto raro, pues hasta cierto punto el autor lo ha cubiertizado, haciéndolo parte del interior o del contenido del libro-. Es decir, la operación materializadora o rematerializadora de Cussen, una vez comenzada, no tiene fin: es discutible desde la lectura señalar dónde comienza y dónde acaba. Como decía aquel anuncio de patatas (o puñes, o papas, si de Chile hablamos), cuando haces pop, ya no hay stop.


El triste hacedor de sentido que uno es al final se deja abandonar por su compulsión y lee el título de Cussen como una invitación a desactivar la (no) lectura fácil, haciéndose algunas preguntas: ¿intenta Cussen, a través de esta impresionante colección de cubiertas, alertar del poder entre visual y logocéntrico que la portada de un libro arroja sobre su contenido? ¿Hay una lectura paratextual del paratexto de Genett? ¿No sentimos, recorriendo las portadas, el vértigo del poder mercadotécnico arrojando su propia carga de significación sobre los volúmenes? ¿No precipita nuestro prejuicio lector el hecho de ver Don't judge a book by its cover presentado con cubiertas que remedan novelas románticas, libros vampíricos, cuentos infantiles, manuales de autoayuda? ¿No nos invita esa anagnórisis a cuestionar la expectativa de selección libresca, a desexpectativarnos? ¿No respalda nuestra lectura prejuiciada y precanónica ver algunos diseños similares a los de colecciones serias de literatura? ¿No nos cuestiona Cussen como lectores, y también como consumidores, de libros? ¿No sentimos tambalearse todo nuestro marco cognitivo lectoespectador mediante el simple resaltado de la materialidad de la escritura? ¿No nos dan ganas de estrujarle el gaznate al poeta Felipe Cussen por habernos dejado tan fácilmente en evidencia? Como gesto de rencorosa venganza, ¿no le reprocharíamos no haberse atrevido con los diseños de las editoriales comerciales o literarias más importantes de Latinoamérica y España? ¿No hubiera estado genial ver Don't judge a book by its cover disfrazado de libro de Random House, de Eterna Cadencia, de Alfaguara, de EUDP, de Anagrama? ¿No implica esa ausencia otra forma -brutal- de presencia en fantasma del poder del mercado sobre la creación, de censura bajo el avatar de los derechos de imagen de marca? Dejando eso de lado, ¿no es extraordinario cómo el gesto de fijar la vista de manera obsesiva en un aspecto de la edición puede arrojar luz sobre los demás? ¿No es, en resumen, una vasta operación de metonimia matérica la que ha planteado el poeta Felipe Cussen con este libro que mueve la tierra bajo nuestros pies? Léanlo, no lo lean, déjense leer.

 

[Relación con el autor: ninguna, sólo hemos mantenido correspondencia sobre sus obras.]



[1] F. Cussen, “Cómo no leer”, en F. Cussen, ¿Cómo leer? Perspectivas sobre la lectura en la infancia. Santiago de Chile: Ministerio de Educación, 2013, [pp. 217-236], p. 222.

 

2 comentarios:

Ilkhi Carranza dijo...

Hola, Vicente:

Me parece muy interesante las reflexiones que haces sobre la obra de Felipe Cussen.

Sólo una puntualización, que cuando dices "el óleo "Don't Judge a book By its Cover" de Chila Kumari Burman que la autora presenta como autorretrato:"; la imagen que has insertado a continuación es del artista danés Peter Callesen, no de Chila Kumari Burman.

Me parece que te refieres a la obra —una fotografía de su cara sobre la que ha escrito con spray "This is not Me— que Chila Kumari Burman expuso en la exposición "Don't Judge a Book by its Cover" y que tuvo lugar en The New Art Gallery Walsall (Inglaterra) del 14 de mayo al 4 de julio de 2009.

La propia artista lo explica en el libro de Lynda Nead, Chila Kumari Burman: Beyond Two Cultures, Kala Press London, 1995:

“These self-portraits position the construction of racial and sexual identity as a process that is crafted and fluid within the process of representation. My manipulation of the photographic image questions the idea of the photograph as a document of the empirical reality to reveal ‘an image of myself’… My work is about a continual exploration of my dual cultural identity and the construction of identities other than my own…”

Sabes lo mucho que valoro la crítica literaria y artística en general que haces en este blog.

Un fuerte abrazo.

Vicente Luis Mora dijo...

Hola, Ilkhi,
te agradezco muchísimo la corrección, tienes razón, por supuesto. Ya está cambiado en la entrada. Un fuerte abrazo y gracias por advertirme.