domingo, 17 de abril de 2022

Multigenérica

 


Sandra Santana, La escritura por venir. Ensayos sobre arte y literatura en los siglos XX y XXI. Zaragoza: Pregunta Ediciones, 2021.

Este conjunto de ensayos de Sandra Santana proponen un horizonte de lectura en el que el libro ha abandonado su dimensión metafísica, la de portador de un sentido (o conjunto de sentidos) cerrado, para vertebrarse en una —más abierta— condición física: el libro como el principio de un proceso de algo por venir, en el que la hibridación con otras materias, otras artes y otras visiones da cuenta de una búsqueda que parece personal, pero resulta ser colectiva, en cuanto preocupación constante de numerosas mentes desde el XIX (Mallarmé mediante) para acá. Santana dice en la p. 61 que “la cuestión del ‘libro por venir’ no surge con la aparición de las nuevas tecnologías”, sino que tiene antecedentes como Mallarmé, Vito Acconci, el grupo Art & Language, Michel Broodthaers, José Luis Castillejo, Yoko Ono o, podríamos añadir, el mexicano Ulises Carrión, los concretistas brasileños, Ann Hamilton, Louise Bourgeois o numerosos poetas visuales. Esta mixtión entre literatura y arte, como apunta Túa Blesa en su prólogo, es una de las constantes creativas de los dos últimos siglos, y la tensión acucia por igual a pintores o arquitectos que se lanzan a escribir como a escritores que se lanzan a explorar las posibilidades de la textovisualidad que explicamos en El lectoespectador, hace ya diez años.

Lo que hace recomendable el libro de Santana no es sólo el interés de los artistas estudiados, sino, sobre todo, la inteligencia analítica de los acercamientos realizados por su autora, capaz de convertir en legibles experiencias radicales, como la de José Luis Castillejo, que muestra “la escritura como una auténtica aventura donde las reglas están aún por escribirse” (p. 100). Castillejo y Broodthaers actúan como polos atractores en el tejido de intereses de Santana, a quien no le tiembla el pulso para criticar solventemente tendencias contemporáneas, como las uncreative writings de Dworkin y Goldsmith.


Casi al mismo tiempo que este libro de ensayos, ha aparecido el último libro de poemas de Santana, La parte blanda (Pre-Textos, 2022), una delicadeza que hay que leer con atención para extraerle todo su jugo. En sus Conversaciones, Kafka le explicaba a Janouch que es normal que los seres humanos tengan como una de sus principales vías mentales de escape, ante la crudeza de la existencia, la de pensarse transformados en animales, algo natural en la infancia y que en la vida adulta se desplaza al sueño, las fantasías de la vigilia o la expresión artística. 

Santana explora este intersticio entre lo humano y lo animal, para columbrar algunas similitudes entre los destinos de ambas especies, relacionadas con la caducidad de las partes blandas, de las carnes que aguardan la corrupción. En especial, el objetivo de varios poemas se cierne sobre la lengua y su poder referencial, como explica Juan Manuel Romero, apelando a la vez al lenguaje y al aparato fonador. 

La forma estrófica elegida por la poeta es minimal, de verso breve y afilado, que corta los conceptos como una navaja de Ockham, vivisección y disección al mismo tiempo. La sensibilidad con que Santana se asoma a los vértigos abisales de la existencia es exquisita, culminando una trayectoria radicalmente singular y propia, al margen de cualquier escuela o arraigamiento grupal.

 


 

Bibiana Candia, Azucre. Logroño: Pepitas de Calabaza, 2021.

La cruda historia que cuenta Bibiana Candia en esta novela confirma lo que entrevimos al leer Fe de erratas. Metaliteratura (Ediciones Franz, 2018): el placer de hallarnos ante una narradora sólida con un excelente pulso literario. Azucre se articula sobre dos planos narrativos, y a cada uno de ellos se le otorga un narrador: la voz en tercera persona que ambienta y contextualiza la historia se mezcla sin solución de continuidad —lo que constituye un notable acierto técnico— con la voz en primera persona de Orestes, diluida a veces en el nosotros que colectiviza la historia y redistribuye el horror. Candia va tejiendo en elaborados fragmentos esos pronombres (ellos, yo, nosotros), de una manera tan contenida que sus 139 páginas dan pie a visualizar un mundo entero de pobreza, dolor y sometimiento. En la parte de los reparos, es algo molesta esa presencia ocasional de una voz naturalista, que con tono decimonónico pontifica sobre lo que cuenta, en vez de dejarle al lector el juicio, tan fácil de inferir. En la parte de los elogios, además de los ya apuntados, debe felicitarse a la autora por la altura puntual de algunas descripciones e imágenes, que nos sitúan el espanto físico y mental ante los ojos—por ejemplo, pp. 50-51, entre muchas otras, donde se describe la crueldad de los traslados humanos a través del Atlántico, un tema que comparte con algunos poemas de las Nuevas cartas náuticas (2022) de Adalber Salas Hernández—. Es normal que Azucre, poco a poco, lectura a lectura, boca a oreja, vaya acumulando reimpresiones y premios.

 

Bruno Mesa, Planes de fuga. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones del Pampalino, 2021.

La discreción con la que Bruno Mesa elabora su obra, compuesta por aportaciones en varios géneros tan sugestivas como fragmentarias, casa mal con esta época de ruido y furia, en la que si no golpeas algo —o a alguien— parece que no existes. Planes de fuga es un conjunto exquisito de aforismos, de un nivel medio realmente llamativo. Como dice Sergio García Clemente en la contracubierta, los pensamientos de Mesa no son sentenciosos, ni moralistas, sino que su función es generar la incertidumbre interna y poner las ideas consabidas en cuestión. Pongo como ejemplo una página, aunque podría ser cualquier otra. Si les interesa el microgénero, simplemente no pueden dejar pasar este libro.



 

 

 [Relación con los autores: cordial con Sandra Santana, no conozco personalmente a Candia y Mesa. Relación con las editoriales: ninguna, salvo con Pre-Textos, que publicó varios libros míos.]

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