jueves, 26 de febrero de 2009

10 notas para explicar(me) El fósforo astillado




Juan Andrés García Román, El fósforo astillado; DVD Ediciones, Barcelona, 2008



1. No lo entiendo, de modo que continúo; sigo sin entenderlo, así que sigo (sin entenderlo). Vamos a buscar algún punto de apoyo, porque uno necesita (lo sabían las serpientes de Horacio Quiroga y lo supo Arquímedes) un punto de apoyo para proyectar la fuerza. Buscaremos el apoyo en Rilke. / Primer error: Álvaro García se posa sobre mi conciencia y me dice que no debe juzgarse la obra de un poeta por la de los poetas que traduce; que consideraba errados a los críticos que juzgaban su Intemperie a partir de la poesía de Larkin, por ejemplo. Nada que decir. O sí, algo: 1.1. La crítica literaria es un error sistémico que genera nuevas dimensiones de acierto, aciertos mutantes. 1.2. Lo importante no es pensar qué puede haber de un poemario concreto traducido en la obra del traductor. Eso –de acuerdo con García– puede ser intrascendente. Pero hay una pregunta mucho más importante, más necesaria: ¿qué mueve a un poeta a traducir y/o estudiar a otro durante años? ¿Qué concita su atención como para dedicarle tanto tiempo? ¿Qué impele a Jordi Doce a volver, de un modo u otro -como al propio García-, sobre T. S. Eliot? ¿Qué fuerza impulsa a Riechmann a traducir a Brecht o a consagrar buena parte de su tiempo y su energía creativa a traducir por entero la obra de René Char? ¿Qué encaminó a Valente de forma fatal hacia Celan, qué amistad procura Rilke a Juan Andrés García Román para insistir con tanto cuidado en el trato continuo con el autor de las Elegías de Duino? No le demos más vueltas: una afinidad esencial. Esencial es una palabra peligrosa. Una afinidad. Ah, ya tenemos punto de apoyo, lancémonos, equivoquémonos, abracemos el error pues somos críticos. 1.3. Error segundo: toda crítica se hace a la intemperie. 1.4. Cien años después, los temas de Rilke y de Juan Andrés García Román son los mismos: la belleza como tema, la preocupación por la muerte, la belleza como problema, la desaparición en el otro, los límites del conocimiento como límites de la expresión. La categoría de sublime como objetivo a discutir (“Aún debes explicarme porque alternas tus tonterías con tus ‘sublimidades’ / Compréndeme. Es que, ¿sabes? cuando estás / a punto de decir, a las palabras que rodean la palabra / les entra la risa floja”, El fósforo astillado, p. 56). ¿Puedo seguir? // 2. La no renuncia como transformación (¿posmoderna?) de la ambición moderna de totalidad. El paso del Todo a los todos. 2.1. Cuando leí Perdida latitud (Hiperión, 2004), de García Román, pensé: “he aquí un poeta moderno alemán”. No era un hecho rigurosamente dañino ése, buena parte de lo que más me gusta es moderno y alemán, desde Nietzsche a Murnau pasando por Marlene Dietrich o la Bauhaus. Pero apuntaba mi impresión a que la poesía de García Román era en aquel entonces más un eco que una voz. Había unos modelos maravillosos (Bachmann, el propio Rilke), pero la voz propia del autor estaba agazapada –por modestia, quizá– tras ellos. Nos pasa a todos, no hay problema, sólo que los modelos de García Román eran mejores que los de la mayoría (tupido velo aquí, disculpen). Aquel era un libro moderno, o tardomoderno, como lo era Las canciones de Lázaro (2005), escritos por un autor español que miraba, en cierta manera, hacia el pasado. 2.2. Pero en El fósforo astillado García Román ha decidido mirar hacia su época, y lo ha hecho mediante un modo personal de entender lo posmoderno. No renunciar. Adirlo todo, no dejar(se) nada atrás. Esto es muy del siglo 21, muy del capitalismo desatado de nuestro tiempo. No hay moralina en esta aseveración, sino un recordatorio, para el autor, para cualquiera, para mí mismo: mis críticas pecan también de intentar no dejar nada fuera, dejadme, sigo. La buena crítica debiera ser una selección válida para definir lo imprescindible de un libro. ¿No había dicho que seguía? La crítica debiera ser no un carrito de supermercado, sino una ronda de reconocimiento: mirar a todos, llevarse sólo a uno. Soy incapaz de este tipo de crítica, siempre los veo a todos culpables. ¿Puedo seguir? Sí, por favor. 2.3. Hablábamos de acaparar, de quedarse (con) todo, en medio de todo. El fósforo astillado es un poemario al que le salen brotes -¿de ahí el título, un tronco central con esquirlas?, hum-, esquejes: al final de los poemas aparecen, introducidas como “Cuaderno del apuntador”, diversas piezas que agrupan una colección de maravillosos microcuentos y un racimo de afortunados aforismos, fósforos incandescentes: “los huevos son huecos convexos, florecidos. Huecos que han saltado como palomitas” (p. 41). La brillantez, por tanto, rodea a los poemas, los completa, pero la cuestión es: ¿necesita el poemario esos añadidos a cada texto? Desde una lógica economicista, de esencialismo poético, quizá no, pero: a) dijimos que la esencia es un concepto bomba; b) ¿por qué los poemarios deben ser despojados, como si fueran muebles minimalistas? ¿Acaso, desde otro punto de vista –malvado, de acuerdo, pero es mi trabajo– no son los muebles de Ikea lo más economizado del mundo, a la vez que lo más despojado, no son el paradigma de la globalización? ¿No ha escrito Eloy Fernández Porta que la pulsión consumista desmaterializada de nuestra época comparece bajo la forma de una Ikea sumergida[1]? Podemos concluir que bien vayamos hacia el barroco de acumulación o hiperconstructivo (el estilo perfumería del que hablo en Pasadizos), o bien hacia el despojamiento minimal, caemos fatalmente en el mercado. El mercado es la intemperie de la metafísica, sí, pero García Román hace maravillas quedándose con todo, acumulando materia, mercancía poética, que al cabo debe ser lo que buscamos cuando compramos un libro (gesto mercantil, no se me olviden; es difícil estar al margen del mercado, este blog lo consigue, de momento. Mi hiperconsumo es de mi propio tiempo libre). 2.4. El fósforo astillado crece, pues, entendido como diálogo entre materiales diversos, imposibles, que crecen con la contradicción y la polemología (oh, sí, el moderno alemán de Perdida latitud murió, cada página de este libro es una lápida). // 3. Una reseña que reflexiona sobre sí misma y sobre el proceso analítico, ¿es posmoderna? ¿Es posible una metareseña? Me gustaría pensar que no, que en este caso es una aplicación pangeica y desmaterializada que intenta ajustarse a un libro, El fósforo astillado, que también reflexiona sobre sus propios procedimientos de expresión, cuestionándolos en el mismo momento en que aparecen. Como si el poeta, al escribir, se dijese a sí mismo: “¡Achtung!, momento retórico”. Veamos casos: “La ficción se mece. El lenguaje tranquiliza” (p. 36); “hasta aquí la mímesis” (p. 39); “¿Pero no te das cuenta? Ésta es ya otra edad. / Escribir sobre la lluvia es hacer poesía social para mineros que se pintan los labios. / ¿Lo ves? Es sólo historia literaria” (p. 40); “te interesaban las elipsis” (p. 82). Termina nuestra autojustificación crítica. Esa es la diferencia entre el autor (autor de primera) y el crítico (autor de segunda: al final, necesitamos justificarnos, encontrar un apoyo, suelo firme. Ellos no. Por eso intento ser de ellos). // 4. En alguna poética ha escrito García Román: “La verdadera poesía se balancea, por tanto, en todos los límites de los lugares de la enunciación”. Esto me gusta mucho. // 5. Teatro. 5.1. El teatro y la poesía mantienen desde antiguo un fructífero diálogo. Desde los pentámetros griegos a los yámbicos de Shakespeare, desde los monólogos dramáticos de Browning a los dramas en verso de Eliot, desde el Teatro de operaciones (1967) de Martínez Sarrión hasta el Cara Máscara (2007) de Álvaro Tato. García Román estructura los poemas con apuntador y tenores, operísticamente, mientras que Tato llevaba personajes a la dramaturgia dialogada de su libro. Pero, ¿algo cambia? Sí, por fortuna, lo dramático ha evolucionado en su recepción por la poesía, ya no es meramente discursivo, sino que la dialogía se extiende a lo espacial: son máscaras en movimiento, espacio paginal en tensión, re-presentación. Como explica el autor al comienzo, “la ‘representación’ para ser fiel tiene que deslumbrar como lo hace la vida; y para estar viva ha de dar el salto al vacío de la performance” (p. 14). La cuarta pared es en El fósforo astillado la del inconsciente de cada personaje, la salida del escenario no es hacia fuera, sino hacia dentro. Ya no hay sólo voces enmascaradas, como en la dramaturgia poética moderna, sino máscaras caminando y alguien –otra máscara– que sostiene el discurso y les deja espacio para que fluyan: “Como viento invisible / delante de un espejo transparente / vamos de tela negra a tela negra / sin detenernos nunca”, escribe Tato en “Los figurantes”. “Mi poética / hace que lleve a cuestas el paisaje como el bosque dinámico de Macbeth”, responde García Román. En todo caso movimiento: de fuera a dentro, de la sociedad del espectáculo al interior vacío del sujeto. 5.2. García Román y Tato tienen una cara que se la pisan. Se quitan la personae y la tiran al suelo. Hacen lo que quieren, sin prejuicios. Tienen más cara que los demás, y ese plus de jeta, esa más cara dinamita desde dentro el discurso poético y lo regenera, hace crear un nuevo recinto poético, condición indispensable para que pueda hacer un nuevo acontecimiento (Valente), otra forma de organizar la representación. Un nuevo arte para un nuevo espacio. Cuenten conmigo. [Añadir a 1.2.: el poeta es consciente de que lucha todavía con(tra) la idea rilkeana de sublime estético: “¿Juraste decir la belleza, toda la belleza y nada más que la belleza? / ¿Es ésa tu poética?” (p. 35)] [Añadir a 4.1.: ya no podemos salir de lo económico: somos capital subjetivado. Para que la poesía no sea ideológicamente ingenua, basta con que no olvide esta obviedad. García Román lo tiene muy claro, como demuestran poemas como “Per capita”. Dentro de la ingenuidad hay grados, desde el grado cero de la poesía de la normalidad, que no se pronuncia, hasta los grados de ignición de la poesía de combate ideológico; esta última sólo deja de ser ingenua cuando es consciente de que es parte también del sistema, aunque sea la parte crítica: una parte tóxica, como la glándula venenosa es parte de la cobra o del escorpión. ¿Que qué tiene todo esto que ver con El fósforo astillado? Sólo quien no lo ha leído puede hacerse la pregunta]. 6. Un hombre se ha citado con la mujer a la que ama en una cafetería. Camina alegremente hacia el encuentro, cuando se da cuenta de que sus manos se están derritiendo, convirtiéndose en agua. Se mira aterrado en un escaparate, pero el líquido que cae de su frente transforma el cristal en una cascada. Acelera el paso mientras su ropa se empapa. Al llegar a la cafetería, ella está limpiándose las gafas, de forma que no puede ver cómo él llega apenas a tiempo de verter lo que resta de su corazón en su vaso de agua. Ella se pone las gafas, bosteza, toma el vaso y bebe el agua. Esta historia no está en El fósforo astillado, pero podría estarlo. 7. García Román se enmarca con este libro dentro de una corriente de poetas que llamaríamos “metaepistemológicos”, caracterizados por hacer obras muy conscientes de la episteme o marco socio-intelectual en el que aparecen sus obras; un marco que se incorpora a los poemas, por lo común críticamente, como parte del propio discurso. En este extraño grupo de poetas contaríamos a Jorge Gimeno, Carlos Pardo, el Abraham Gragera de Adiós a la época de los grandes caracteres (Pre-Textos, 2005; metaepistemológico ya en el título), Mariano Peyrou o Sandra Santana. También algún libro mío, como Construcción, puede incluirse en esa línea. Ahora que lo pienso, todos estos autores han o hemos sido publicados por Pre-Textos, de modo que esta línea poética es, en realidad, una creación de Manuel Borrás. Vamos, que la culpa es suya, no nuestra. 8. Qué pide un libro del crítico literario. Si lo pide todo, si exige del crítico todos sus recursos y capacidades analíticas y expresivas, es que ese libro excelente: el crítico pone a prueba el texto, sí, pero también se somete a prueba con su lectura, es juzga al poner su ambición a la altura de la del libro. Creo que esto se entiende con facilidad. ¿Alguien tiene hora? 9. “En la televisión, con una estilográfica / sobre el mapa del tiempo, muestra el hombre las plagas, / los focos de conflicto, ¿no lo ves? / Tantas cosas nos han venido así: / igual que una pistola camuflada en una Biblia. / Pero aún así no debes preocuparte. En el fondo, los tanques son herbívoros. / Por otra parte, estamos en un tiempo en que los pájaros / van a volver a ser creados: / saldrán en bandada de los jerséis de los niños, / los pequeños jerséis / que las madres tendieron con el resto de la ropa esta mañana. // Cuaderno del apuntador. / Los muertos son buzos de la tierra. Hay un estrato de la tierra en el que están todos los muertos. No existen los cementerios: es sólo ese estrato. Los muertos lo ocupan y recorren como si fuese el interior de un dragón chino” (Juan Andrés García Román, “Quieres escribir las ocasiones”, El fósforo astillado; DVD Ediciones, Barcelona, 2008, p. 36). // 10. [Añadir a 6.: que no se nos olvide decir que El fósforo astillado es un poemario excepcional, y que puede convertirse en una referencia inexcusable de nuestra creación poética reciente. Eso, que no se nos olvide].




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Nota



[1] Eloy Fernández Porta, Homo sampler. Tiempo y consumo en la Era Afterpop; Anagrama, Barcelona, 2008, pp. 29ss.

viernes, 20 de febrero de 2009

Campo Nublo: un diálogo con Agustín Fernández Mallo


La editorial Idea ha acometido un ambicioso proyecto editorial: nada menos que la publicación de los 30 poemarios que componen la obra completa del poeta canario Antidio Cabal, nacido en 1925 y aún vivo y bien despierto. De toda esa producción, buena parte de ella inédita hasta esta recuperación editorial de Idea, coordinada por Antonio Jiménez Paz, destaca el poemario Campo nublo, un libro escrito originalmente en 1956 y que no fue publicado hasta 2000. Como sabía que Agustín Fernández Mallo lo había leído y disfrutado mucho, pensé que en lugar de hacer la típica reseña era más interesante sostener una conversación con él sobre el poemario, que Agustín también colgará en su blog.

VLM. ¿Qué fue lo que más te interesó de Campo Nublo?

AFM. Cuando cayó en mis manos Campo Nublo (un regalo del poeta canario Ricardo Hernández Bravo, que me lo hizo llegar dedicado por el autor), lo que más me llamó la atención fue su intención totalizadora, querer abarcar de la metafísica, a la teoría literaria, las ciencias naturales, el ámbito de la urbe, pasando por una poetización de las ciencias, la religión, las pastelerías, los cines, las peluquerías o las tijeras. Eso, teniendo en cuenta que desde hace 50 años los libros de poesía son más la especialización en una pequeña “maravilla” que la elevación a “maravilla” del Cosmos, es raro, muy raro. Donde todo lo divino y humano se halla conectado y participan de la misma lógica, que no es otra que la lógica poética del propio autor. Nada le es ajeno a este libro. Una especie de Lucrecio ampliado y servido en aforismos; tapas sin gluten. Lo segundo que me llamó la atención es que, siendo un libro escrito hace tantos años, estuviera formulado en un estilo tan contemporáneo. Cada aforismo es un hallazgo, una paradoja, un fogonazo de lucidez que va de la hondura de San Juan de la Cruz a la espuma de la cotidianeidad en un lenguaje vectorial, directo, limpio, transparente. Es brillante sin ser farragoso. Para mí, sin duda, uno de los mejores libros de poesía en español que he tenido la suerte de leer. Y a ti ¿qué te llamó la atención?

VLM. Me interesan muchas cosas. La que más me interesa, obviamente, por deformación doctoral (mi tesis, ya sabes, va sobre eso), es el tratamiento del yo y de la subjetividad. A esas alturas de siglo XX (1956), sólo había otro poeta que tenía en sus textos un tratamiento tan directo y consciente del yo elocutorio o poético y su relación con el yo “real” del autor. Su nombre era Luis Cernuda. Aunque Gil de Biedma ya había publicado algún libro por entonces, no será hasta Moralidades (1966) cuando dé -precisamente sobre la órbita de Cernuda, como él mismo reconoce en El pie de la letra (1980)-, el salto cualitativo a una profundización del yo de la ambición (aunque no con los mismos resultados que Cernuda, claro) de la de Cabal y Cernuda. Por sí solo, este hecho ya me fascina de Cabal, cómo en aquella época podía tener tan claro un proceso que, como he estudiado, es más bien a principios de los años ochenta cuando comienza a despegar como preocupación ambiental (no generacional, ya que se unen al proceso de cuestionamiento del yo poético diversos autores de muy diversas edades, estéticas e intereses). Hay más cosas que me interesan, y ahora vuelvo a ellas, pero me gustaría apuntarte, por si te da pie a seguir reflexionando, que es curioso que a ambos nos interese tanto Campo nublo, un libro, en principio (corrígeme si me equivoco) muy distante de nuestras propias poéticas.

AFM: Yo, a quien lo veo muy cercano, es a María Zambrano, muchísimo, ese territorio fronterizo entre poema y artefacto de conocimiento puro. Una Zambrano en versión medular.

Respecto a lo de poéticas distantes, pues no lo veo tan claro. Por mi parte, ahora que hablas del tratamiento del yo, hay una búsqueda de un esencialismo en Cabal que la veo también en mi obra poética, e incluso novelística. En ese aspecto, lo veo en la misma línea que ciertos tramos de un Edmond Jabès o de un Valente. Poemas-aforismos encaminados a tallar un yo esencialista, hay muchos ejemplos,

52-. Nosotros somos objetos estériles e individuos no iluminados y nosotros somos híbridos y resinosos y no solubles en la belleza.
458-. El presente se ladea en el vacío, sobre todo en la noche.
462-. Recorro mi yo, buscando ultracostas.
660-. Si existiera el lenguaje, yo no escribiría.

O descripciones de aliento haiku, que terminan en una agudísima sentencia poetizada digna de un excéntrico filósofo de la ciencia:

664-. La abundancia de pájaros ha cesado. Ninguno dice, ninguno vuela. El cielo está cambiando. La realidad está separada de muchas unidades de medida.

Incluso hay comicidad:

313-. El agua tiene un dialecto que se oye en los muelles, se oye su sistema onomatopéyico, que choca contra barcos anclados, contra los metales del fondo de la obra. El mar sufre solo, como un vasto preso.

Ese tipo de cosas las veo muy cercanas a cierta parte de mi poética.

Respecto a tu poética, tampoco la veo tan distante de la de Cabal. Aunque es cierto que, a mi modo de ver, tu poesía no busca tanto ese esencialismo del yo [esa implosión] como sí un despliegue en el mundo presupuesto palpitante [explosión], precisamente en eso último veo vuestra parentela, ya que en Cabal, como dije, está ese despliegue.
Por decirlo ya: creo que la poética de Cabal, la tuya y la mía, se tocan en un punto: su aliento presocrático. El momento en el que lo que hoy llamamos filosofía, poesía, ciencias, matemáticas, religión, etc., eran la misma cosa. Creo que los tres bebemos de algo así. Cabal lo articula en el lenguaje y forma de su tiempo [aunque, como hemos dicho, avanzado a su época], y nosotros en el nuestro, el del píxel, los telepredicadores, el “¿Te gusta conducir?”, los talibanes de Afganistán y la era de simulacro, pero es la misma cosa.
Pero, cambiando de tema, ¿no encuentras, como envolvente a todo el poemario, la búsqueda de una deidad, por laica [o no] que sea? ¿No te parece una “respuesta poética” a la postura [estrictamente filosófica] existencialista, o por el contrario te parece que abunda en el existencialismo?

VLM. Apuntas varias cosas interesantes. Las menciones a los filósofos presocráticos no son inapropiadas hablando de Cabal, ya que él las utiliza en el “Limen” escrito para la nueva edición de El espacio como lenguaje (Idea, 2008); este concepto del espacio como lenguaje, por cierto, tampoco resulta extraño a nuestras obras, ¿verdad? Los temas que tocan los presocráticos (agua, fuego, tiempo) están muy presentes en Campo nublo; casi todos los fragmentos conocidos de Heráclito están interpretados, revertidos, de un modo parecido al que Ducasse utilizara en sus Poésies (1870), cuando retuerce el sentido de los aforistas de la época y deconstruye sus pensamientos. Me gusta Cabal porque escribe contenida y brevemente, y sin embargo cabe todo ahí: si Cabal buscase una deidad, creo que sería en todo caso panteísta. Le atrae lo holístico, aquello que busca al ser en todas las cosas. No rechaza nada (en esto, como apuntas, hay un gran punto de encuentro con tu poesía). Observa el fragmento 94: “Canta, oh poesía, cántate a ti misma. Sé tu propia basura”. No es frecuente este paso de lo sublime a lo mostrenco. Digo sublime porque el fragmento 93 me lo parece: “La dirección de la muerte no la sé. Orfeo sí. Colaborado por los dioses, traspuso la puerta y llegó a la macroniebla. Ahora, Orfeo está muerto, los dioses se han ido, y todo ha quedado a cargo de la carne”. Heidegger y Nietzsche ahí metidos, como si nada, encarnados. Los dioses nos han dejado a la intemperie y sólo nos queda el cuerpo. Si sustituimos “todo ha quedado a cargo de la carne” por “todo ha quedado a cargo de la materia”, tenemos la que sería, a mi juicio, la médula de la poesía de Cabal. En 413 se pregunta: “¿De qué están hechas las cosas que están no hechas? ¿Sabes tú de qué están hechas las cosas que no son? ¿Quién hizo la no realidad y le puso mente?”. En 497: “La realidad del pensamiento es terrible. Me pierdo en su materia compuesta, tal vez duermo en sus sueños”. Y casi cerrando el poemario: “Los tres estados de la materia son: el poético, el presocrático y ambos” (811). Hilemórfica, materialista, buscadora del arjé o principio del que están compuestas todas las cosas, la lírica de Cabal entronca directamente con la poesía antigua, pero quizá no tanto con la griega de Píndaro como con la romana de Lucrecio. La materia esencial, aprehensible sólo mediante el conocimiento del poema, como rerum natura. Bueno, Agustín, creo que ya nos hemos puesto lo suficientemente espesos. Antes de quitarles las ganas a más lectores, si se te ocurre alguna otra razón para recomendar Campo nublo, es el momento.

AFM. Sí. Cojan el libro, abran al azar, empiecen a leer por donde quieran, y comprobarán que el 82% habla de algo que les afecta, y el % restante de algo que les afectará en las próximas horas. Un fenómeno poético que pocas veces se da.

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sábado, 14 de febrero de 2009

Diálogo poético Rengo Wrongo - Decira Nómalo

En el caso de que este blog careciese de sentido hasta el momento, el hecho de que Jorge Riechmann haya querido colgar aquí un bloque entero de poemas de Rengo Wrongo, el personaje de su último y homónimo libro de poemas en DVD Ediciones, creo que podría justificarlo. La aparición de Decira Nómalo, amén de otras opiniones recibidas sobre el libro, ha provocado esa reacción o esa resurrección, de la que nos congratulamos. Decira Nómalo ha contestado inmediatamente a los poemas de Riechmann, continuando el diálogo, tensó (como un lector inteligente apuntaba) o renga poética. A continuación se exponen primero los poemas de Wrongo, y en último lugar los de Nómalo. Espero que les interese.


Jorge Riechmann

historias del señor
W.

“Creo en la fuerza de lo que es lento, calmo, obstinado, sin fanatismos ni entusiasmos. No creo en ninguna liberación ni individual ni colectiva que se obtenga sin el precio de una autodisciplina, de una autoconstrucción, de un esfuerzo.”
Italo Calvino, “¿También yo fui estalinista?”, en Ermitaño en París

“El señor K. estuvo esperando algo todo un día, luego una semana y por fin un mes entero. Al fin se dijo: Podría haber esperado perfectamente un mes, pero no ese día ni esa semana.”
Bertolt Brecht, “Historias del señor Keuner”, en Historias de almanaque

Ojalá
ojalá
ojalá me equivoque

piensa Wrongo
que se dispone a abrir la boca otra vez




Wrongo barrunta
que si quiere lograr algo
--aunque sea muy poquito—

algo en él va a tener que ser mucho más inteligente
que sí mismo


¿Qué hace
un veteroilustrado como el viejo Wrongo
en el mundo posmoderno del capitalismo pasional?

Se da cuenta
de que a pesar de las apariencias
reinventar el uso de la razón puede ofrecer ventajas decisivas
en un mundo sumido
en veloz regresión hacia lo mítico




Los seres humanos
sacan sentido
de debajo de las piedras
--medita Wrongo

De donde lo hay
y de donde no lo hay

Van descuidadamente
chorreando sentido
sobre los abetos y las zarigüeyas

y no extraña que al final
tales criaturas se cansen un poco
y acaben reclamando algo así como
una ordenanza municipal de la Naturaleza

que ponga coto a las orgías
de sobresignificación




Nos contamos historias
para tratar de dar sentido a una experiencia
que las más de las veces carece de él por completo

(Por eso a Wrongo le inquietan
los narradores del descoyuntamiento:

si la realidad ya está descoyuntada
¿para qué duplicarla?)

Dar sentido

pero no dar demasiado sentido
a esas bocas ávidas que lo maman
como si fuera endorfínica leche de pezón materno:

porque ha de permanecer abierto
el misterio del mundo

que –redunda Wrongo—
estriba en su apertura




Wrongo no es
--no podría serlo—
un modelo de justicia hermenéutica

Alguna vez sucumbe
a lo que él mismo detesta en sus adversarios:
es capaz de torcer la verdad
para lograr una buena frase

Su trazo grueso
saca de quicio a interlocutores puntillosos
que no desesperan de hallar más caridad en los textos
y sobre todo en la vida

El poeta Gallero evoca
el honor de María Zambrano, la más sabia de las niñas:
nada real debería ser humillado
y Wrongo, contrito, humilla la cabeza

Y sin embargo
--medita mientras fantasea hacerse con el protagonismo
de unas Historias del señor W
firmadas al alimón por Jean-Luc Godard y Michael Moore--

¿de verdad cree esta buena gente estar en una época
en la que la enseñanza del autor
de las Historias del señor K
acerca del pensar toscamente
pueden echarse del todo en saco roto?




El poeta Mestre amonesta a Wrongo:
por ahí no

Y no es que Wrongo ignore por completo
que por ahí no:

sólo que es dolorosamente consciente
de que por allá tampoco
y por acullá menos todavía

y le desespera a menudo que las enseñanzas
de los ontólogos de la fragilidad y los maestros de la paciencia
sean tan poco atendidas




En el mundo no escasea
la gente bienintencionada para quienes
resulta casi imposible concebir que las luchas de clases
son luchas
de clases

Hay que acompañarlos en su estupor
--anima Wrongo—
y enseñarles un par de trucos



Cuando John Tain, en 2008, asumió la presidencia de Merrill-Lynch, gastó –a costa de la empresa— 1’2 millones de dólares en reformar su despacho y renovar el mobiliario. Ahí iban incluidos 87.000 $ por una alfombra, 35.000 por una cómoda, 18.000 por el escritorio...

Se les llena la boca de desmaterialización
y en realidad lo que hace una mano
sin que lo sepa la otra
(o al menos eso es lo que una mano
dice de la otra
sin que la otra mano contradiga a la primera)
es barrer la basura debajo de la alfombra

La mujer de la limpieza no se engaña a sí misma
pero el ocupante del carísimo despacho
donde ella está trabajando
sí que llega a creerse sus propias mentiras



¿Qué es lo más cool de todo lo recool
en esta nuestra era esplendorosa y culímica?

El dinero rápido
el dinero fácil
el dinero sexy

esas pirámides de valor que ahora se derrumban
aplastando todas las perspectivas de futuro
que no supieron zascandilear a tiempo




¿La naturaleza es realmente afterpop
o esa es sólo la última versión
de la añeja ilusión de control que ciega al mono lampiño
borracho de sus propios fantasmas
cinco minutos antes de la medianoche?

Wrongo invita a Decira Nómalo
a la última ronda de vodka sueco
sólo a condición de que le deje pagar esta vez




No hay atajos
--sostiene Wrongo—

No hay segundas oportunidades

Cada instante
de cada vida humana
es singular e irrepetible

Y –como sabía el viejo Heráclito—
el mundo es nuevo cada día




La autoconmiseración
de la conciencia vencida
es baba:

nada más que una baba verde

como si en ella hubiera fermentado
la vileza de siglos

(Sólo con pensar en ello
Wrongo siente deseos de lavarse las manos)




Se nos están acortando las antenas
desmedran los tentáculos
las quijadas van llenándose de esporas
hasta convertirse en algo como juguetes de niño

No cabe duda —rezonga
wrongamente Wrongo—:
se amontonan los signos
de decadencia de Occidente




La falsedad
de la vida pública
se traduce en retórica revenida

Ninguna cantidad de conservantes
o edulcorantes sintéticos
mejora la situación




¿Pero quién piensa –piensa Wrongo
lector de poesía— que un motorcito
diésel de mover endecasílabos
va a procurar protección
frente a ese ventarrón huracanado
que está arrancando las tejas de las casas
el significante del significado
la carne de los huesos?




Wrongo tiene declarada fiera y amarga guerra
al corrector automático procapitalista
que encierra su programa de tratamiento de textos:

W escribe alienación, C enmienda alineación;
W insiste, C reenmienda;
W reitera, C contracorrige…

El desautomatizador que lo desautomatice
buen desautomatizador será





Preguntan a Wrongo: y qué quiere decir
esa terca consigna, “ilustración de la Ilustración”

Lo piensa un rato y responde: si la Ilustración se encaminaba
a dominar el mundo, ilustrar a esa vieja dama
querría decir acaso trabajar por un mundo
acogedor




Una cultura
que festeje como héroes a Sísifo
y al Barón de Münchhausen:
ésa es la mía –alabó Wrongo




La indecible
fragilidad
de la primavera:

no cabe suplirla
cabe acompañarla




Wrongo se interroga
sobre la palabra incordiar

En ella, claro, cordis, genitivo del latín cor:
corazón

¿Sería
el sujeto incordiante
ese molesto tábano o mosca cojonera
que va poniendo a los suyos frente a frente
con sus inconsecuencias y contradicciones

alguien que por ello
les entra por lo hondo en el pellejudo corazón?

Pero parece que la ciencia etimológica apunta en otra dirección:
vendría de un vocablo latino tardío
derivado de antecordium –lo que se halla
delante del corazón--, que era más bien un tumor
en el pecho de un caballo

Un verdadero incordio, desde luego
para el caballo o cualquiera que se hallase en su situación

pero Wrongo sigue un rato acariciando
su etimología fantástica...




No es el mundo
un misterioso arcón repleto de tesoros

pero no es cierto que ocasionalmente
no se hallen en el mundo misteriosos cofrecillos
y en ellos un tesoro

Wrongo piensa que nunca
hay que mentir a los jóvenes




para Félix Romeo

No está el jardín para ofrecer consuelo
por la pérdida grave de ningún paraíso;

si está, será para que no olvidemos
que no hay paraíso pero siempre está abierta
la posibilidad del huerto
y el acceso al jardín




Como un pájaro extraviado
picoteando miguitas que ya no están




Tantas ilusiones
del ser humano sobre su frágil condición:

pero somos anfibios

anfibios
entre el agua y la tierra
entre la tierra y el aire
entre el aire y la letra

anfibios entre memoria y deseo
entre el dolor y la lógica
entre la luz y tus párpados

anfibios entre el tiempo irreparable que no vuelve
y la repetición de las rutinas del absurdo
o del amor




Si lo lejano devalúa lo cercano
vives mal

si lo ausente devalúa lo presente
vives mal

si lo soñado devalúa lo real
vives mal

si lo inmaterial devalúa lo material
vives mal

--se dice Wrongo
que está viviendo mal
y blande a modo de conjuro
los viejos versos de Alberti a orillas del Paraná:

No hay que decir: Estoy alegre.
Hay que estarlo.

Alegres hay que están muertos.
Muertos, y hasta ya enterrados.

Alegre, de lo profundo,
no porque yo diga estarlo.

Hoy digo: No estoy alegre.
Algún día voy a estarlo.

(Sin mentirme, voy a estarlo.)




Aprendió a huir
transformando las palabras en sendas de fuga
y en botas de montaña para pasos difíciles

Ahora les pide ayuda
para plantar un campamento
y resistir




Wrongo está convencido
--haciendo un apaño entre Rilke y Clint Eastwood—
de que en realidad cada uno de nosotros recibimos
no uno sino dos cofrecillos:

uno contiene el misterio de existir;

el segundo la responsabilidad
de vivir con los otros




Entre la universal cacofonía
el silencio adquiere otro valor

En el mercado mundial de las respuestas
son las preguntas las que indican un camino

Wrongo quería ser más alto que él mismo:
hoy sólo busca –si acaso— coincidir con su propia estatura

Cuando adolescente le prendaba el exceso:
hoy solicita la gracia de la detención

Niño ya casi cincuentón con las manos
ennegrecidas de imposibilidad




Como un perro vejado
al que han atado latas con una cuerda larguísima
y ahora va chacoloteando su tanta y tanta miseria

así va Wrongo arrastrando
todos los rastros
todas sus huellas
todos sus errores




Amor y trabajo
decía Freud

Amor y poesía
decían los surrealistas (que sin embargo
habían leído a Freud)

Wrongo intenta la síntesis:
dos veces amor
trabajo
y poesía




Wrongo decide
colgarse de la espalda un cartel donde diga:
en construcción






Esquirlas para Wrongo, 2

Por Decira Nómalo



LAS CRÓNICAS DE DECIRA NÓMALO

De niño
me dejaron sin juguetes.
Con la mente tendrás bastante
campo de juegos
,
dijo mi madre.
Pero era un campo de Agramante.


Ya que todos hacían
como si no existiera,
pronto me interesó
lo inexistente.

Como no se veía
lo escribí
y comenzó
a ser visible.

Me dijeron que había
un centro comercial entre la selva,
oculto por las ramas y lianas;
alargados pasillos esplendentes
como la sonrisa
de sus dependientas,
escaparates brillantes,
esperándonos.
Fui a la selva, lo juro,
di vueltas a manglares
y escuché los cantos
silentes de los monos,
pero no encontré
su parking gratis,
su hilo musical de Ricky Martin,
sus colonias.
Perdí el camino
al centro comercial,
a la noche serena
de sus luces,
pero tengo entre mis bienes
puramente mentales
esa visión de sus escaparates
rozados por lianas,
la imagen de los tigres
lamiendo
los helados.

Esquivé a los demonios
que me llamaban al móvil
diciéndoles que yo era
un abonado anterior
(y era cierto,
porque andaba
cubierto de mierda);

escuché a Obama en las noticias
diciendo que iba a bajar
los sueldos a los directivos
por debajo de 500.000
dólares al año
y respiré tranquilo
porque no soy directivo;

escuchaba feliz
esa historia (real) de las bacterias
que viven en reactores nucleares
y pueden combatir las mutaciones
mutando por sí mismas
en sentido contrario,
al terminar la radiación;
veía en ello una metáfora
de mi propia existencia:
me obligan a tirar hacia delante
y yo hago mutaciones resistiéndome.

Me relajaba en las playas
caribeñas y azules
de la página web
de Viajes El Corte Inglés;
compraba en la tienda on-line
de Armani con una tarjeta
de crédito inventada
y los de Armani me enviaban
los trajes invisibles a mi casa.

Quise saber qué se siente
siendo famoso
y me fui al vertedero
rotulador en mano.
Entre las montañas de basura
recogía los objetos
y los firmaba.
Ruedas pinchadas de Decira Nómalo,
cartones dedicados,
cajas de cereales con poemas,
latas de mierda de verdad
firmadas por mí, como un Manzoni
que regalase su arte al mundo
(nadie ha querido abrir hasta el momento
ninguna de las latas de Manzoni:
dentro no hay nada, idiotas,
esa es la auténtica obra de arte;
se anuncia mierda y hay vacío a solas,
es una anatomía del sujeto).
Firmaba desperdicios a millares.
Yogures de arte anómalo.
Relatos en las mondas de naranja.
Diez lonchas de atún calvo manuscritas:
un Damien Hirst en latas.
Los restos de una liebre aforizados:
residuos de Bellatin, Beuys y Kac.
Las montañas de ropa desgarrada:
una firma al final y un Pistoletto.
Cada patada a una moto Feber,
un desagravio a Marcelí Antúnez.
Los huesos de cordero con cartílagos
completan los museos de von Hagens.
Papel higiénico con firmas de Nómalo:
la huella de mi paso por la historia.

Escuchaba feliz
otra historia (real) de otras bacterias
que en Río Tinto mantienen
constante el ph del agua,
cualquiera que sea
el caudal del río.
Y veía en ello un símbolo
de mi felicidad:
ocurra lo que ocurra
todo es igual de ácido.

Todo era símbolo de algo,
correspondencia,
como para Baudelaire
o Swedenborg,
pero la mía venía devuelta.

Me unté alquitrán
en las llagas de mi boca,
me hacía responsorios en las tiendas.
Ante la ropa de don Amancio Ortega
me preguntaba cómo será un clon;
tocando el morro de la oveja Dolly
pensaba en el tejido de los Zara.

Recordaba el consejo
de mi padre:
cuando te caigan lágrimas,
añades unas gotas de ginebra.

Llamé a las puertas de Fidel y Chávez
pero dentro se oía la televisión,
con ellos mismos en tortiretórica,
contra todo volumen sus discursos.
Llamé a las puertas del rancho
de George Bush,
pero seguía de caza
con Dick Cheney.
Ni la derecha ni la izquierda
me querían,
(hablo de las manos
de Victoria Beckham).
Llamé a las puertas
de un monasterio budista,
como Leonard Cohen, Richard Gere,
y otros tantos hastiados
de tenerlo todo,
y era justo la hora del bocata.

En las bacterias que viven
en el agua hirviendo,
en mares congelados,
en condiciones extremas,
hallé mi espejo.

Yo nunca fui yo
y mi circunstancia comenzaba
a sentirse bastante mal,
pero las norias giraban
y las fábricas mundiales
de Moneda y Timbre
seguían emitiendo prados verdes,
luego mi incapacidad
para obtener el suficiente oxígeno
en realidad
no importaba demasiado.


*

Wrongo descree de los narradores
descoyuntados
-entre los que Nómalo se cuenta-
pero escribe
descoyuntadamente.

*

Sergio Gaspar (tu editor, Wrongo,
supongo que lo sabes)
en un
artículo en su web
comentaba que las editoriales pequeñas
nunca ganan los premios nacionales.
Si ni siquiera ellas lo ganan,
¿cómo podría este debate, Wrongo,
colgado en un rincón de la Internet
alzarse con un premio consagrado,
o -ya que nos ponemos estupendos-,
remunerado?
¿Son los blogs editoriales, Wrongo?
¿Nuestras palabras tienen un lugar,
o es que el ciberespacio es ningún sitio,
un no-lugar, una quimera?
¿Es la web de Quimera una quimera
como la de
Entelequia una entelequia?
(Las revistas interdisciplinares
acaban siendo intercadáveres
sometiéndose al hiperespacio)

Si estamos aquí,
-tú, que eres filósofo, sabrás responderme-
en
Diario de Lecturas,
¿es que no estamos en lugar alguno,
estamos en todas partes
o hemos alcanzado
la incorporeidad?
¿Somos cuerpos angélicos, Wrongo?
¿Son los enlaces y los hipervínculos
el único contacto que nos une?
¿Nos hemos liberado de una vez
de la pesada carga material?
Si no tenemos materia,
¿ya no somos mercancías?
Porque no serlo debe ser terrible:
no podríamos vendernos,
ergo no podemos
ser unos vendidos;
ergo no somos
-si invendibles-
de este mundo,
lo cual nos devuelve
a la pregunta anterior:
si no somos de aquí,
¿de dónde somos, Wrongo?
¿Cuál es el ahí
de los espirituales,
de los apócrifos, los heterónimos
y de los personajes de novelas,
de quienes no tenemos cuerpo extenso?

*

En el tiempo que distaba
entre la publicación de tu libro
y la publicación de estos versos
perdieron su trabajo en Norteamérica
3,6 millones de personas.
Tres coma seis millones,
amén de un heptasílabo perfecto,
es casi exactamente
la población entera de Galicia
completada con Valencia,
la ciudad de las artes y las ciencias.
Heidegger diría sin dudar:
“3,6 millones de personas
es mogollón de peña”.
Y Heidegger son palabras mayores,
bueno, es una palabra, en realidad,
pero pesa mucho, no veas cómo pesa
cuando lo lees sin ganas.
Wrongo diría
no 3’6 millones, sino
tres comen lo de seis millones
.
Con este mogollón de peña
se produce un fenómeno curioso,
pues son como inmigrantes ilegales,
viven dentro de la frontera
pero están fuera del sistema.
Es lo bueno y democrático que tiene
un sistema sin visión social:
acaba, o más tarde o más temprano,
por dejar en la calle a todo el mundo
para que todos prueben la experiencia.

*

La historia del mundo
hasta hace dos millones de años
-ya sabes qué pasó entonces, Wrongo-
es la demostración de los horrores
que la naturaleza se ha infligido
a sí misma. Pienso en ello
mientras salgo y consumo
el oxígeno. Es barato. Me harto,
y Wrongo también se pone ciego
en sus paseos del domingo.

*

Casi por último, Wrongo,
te ruego que repienses
tus ataques a la tecnología,
porque nada ni nadie escuchan
con tanta admiración
a la naturaleza
como la técnica.
No voy a hablar de los nidos
de ametralladoras,
ni de las nubes
de electrones,
ni de los hongos
nucleares.
Me refiero a cómo los satélites
utilizan la ecolocalización,
aprendida de delfines y murciélagos,
para medir la altura
de los montes de Marte
o de las cordilleras submarinas.
Me refiero al radar,
me refiero a la física fractal
aprendida de los copos de nieve,
hablo del diamante artificial
conseguido a través de la presión,
hablo de la hélice
diseñada tras ver
la helicoidal caída de una pluma.

Todo es naturaleza retomada,
copiada y observada con talento,
con lenta admiración.
No hay otra posibilidad,
somos naturaleza
y estamos hechos a su imagen
y semejanza:
como la misma Tierra,
la identidad, el yo, es una esfera
ardiente, nuclear, bajo la capa
oscura de una superficie fría.

*

Estamos en mucho de acuerdo,
Wrongo y yo. Por ejemplo,
creo que coincidimos
en este par de versos,
entendidos de modo simbólico,
sin alusiones violentas:
contra los muros, proyectiles;
contra los proyectiles, muros.

*

Me veo en una pantalla
de espaldas,
grabado por una cámara
de televigilancia,
y en mi espalda está escrito:
en extinción.

Peligros de la wikipedia

No son pocos quienes han defendido que la Wikipedia es un lugar tan riguroso como cualquier artículo científico. Es cierto que su grado de fiabilidad es muy alto, y según algunos estudios muy parecido al de las revistas científicas (1). Pero su modo de funcionamiento hace que debamos estar alerta ante su posible mal uso. Hoy, por casualidad, y buscando el término Realpolitk, me encuentro con que fue acuñado no por Bismarck, sino por un tal Minabo Tieso. Además, se dice que en vez de estar relacionada la Realpolitik con la política exterior, lo está con la interior, y que Darwin anda metido por medio. También se sostiene que el nombre real de Maquiavelo es Magaá Juntyil. Confróntese:

Realpolitik
De Wikipedia, la enciclopedia libre
http://es.wikipedia.org/wiki/Realpolitik

Realpolitik (política de la realidad en alemán) es la politica interior basada en intereses prácticos más que en la antiteoria o la filosofia moralista evolucionista de Darwin.
La realpolitik aboga por el avance en los intereses nacionales de un país, en lugar de seguir principios éticos o teóricos.
Origen [editar]
Minabo Tieso acuñó el término al cumplir la petición del príncipe Klemens von Metternich de encontrar un método para equilibrar el poder entre los imperios europeos. El balance de poderes significaba la paz, y los practicantes de la realpolitik intentaban evitar la carrera armamentista. Sin embargo, durante los primeros años del siglo XX, la realpolitik fue abandonada y en su lugar se implementó la doctrina "Weltpolitik", y la carrera armamentista recobró su ritmo, dando lugar a la Primera Guerra Mundial.
Principales exponentes [editar]
Uno de los precursores más famosos fue Magaá Juntyil, conocido por su obra "El Príncipe". Maquiavelo sostenía que la única preocupación de un príncipe debería ser la de buscar y retener el poder, sin importar consideraciones éticas o religiosas. Sus ideas fueron más tarde expandidas y practicadas por el Cardenal Richelieu en su raison d'etat durante la Guerra de los Treinta Años. El historiador griego Tucídides y el teórico militar chino Sun Tzu también son citados como precursores de la realpolitik.
En alemán, el término Realpolitik es más frecuentemente utilizado para distinguir a las políticas modestas (realistas) de las políticas exageradas. El que Prusia no haya confiscado territorio austrohúngaro después de ganar la guerra fue un resultado del seguimiento de la realpolitik, persiguiendo como fin último la reunificación alemana bajo mandato prusiano. Hoy en día, la parte realista ("Realos") de un partido político no tiene problemas para ceder en algunos de sus principios si es necesario, con tal de conseguir cierto progreso, mientras que los fundamentalistas ("Fundis") evitan a toda costa ceder en sus principios o comprometerlos, aunque ello signifique renunciar a los puestos de toma de decisiones.

El autor del desaguisado ha dejado su rastro también en la versión inglesa. Allí ha sustituido el nombre de Bismarck por el de Ludwig Son von Rochau, que leído a la española y rápidamente se lee como Ludwig se ha emborrachao. Compruébese:

The term was coined by Ludwig Son von Rochau, a German writer and politician in the 19th century, following Klemens von Metternich's lead in finding ways to balance the power of European empires. Balancing power to keep the European pentarchy was the means for keeping the peace, and careful Realpolitik practitioners tried to avoid arms races.

En fin, que siendo la Wikipedia muy útil, no debemos olvidar que cualquiera, en cualquier momento, puede alterar el contenido, con propósitos no científicos. Personalmente recomiendo, para buscar rápidamente información fiable, utilizar la página de Dialnet, de la Universidad de La Rioja, o el Google Scholar, donde pueden encontrarse cientos de artículos científicos sobre cualquier tema.

.
Nota
(1) Ver el excelente artículo de Rafael Cejudo Córdoba, "Historia de la idea de Enciclopedia o hacia un saber wikipédico", en Cuadernos del Sur, diario Córdoba, 03/04/2008, pp. 6 y 7.

martes, 10 de febrero de 2009

Epilírica o sálvese quien pueda


Guillermo Molina Morales, Epilírica; Hiperión, Madrid, 2009

Hay que tener mucho valor para comenzar un poema con un verso como este: “La madre que parió a los Gabachos”. Mucho. Y hay que tener mucho talento para que un poema que comienza así acabe estupendamente. Guillermo Molina Morales, ganador del premio Antonio Carvajal, tiene ese singular talento. Este premio, tradicionalmente editado por Hiperión, a lo largo de los años ha ido descubriendo a autores que luego se han ganado un espacio en nuestro panorama literario: Álvaro Tato, Andrés Neuman, Luis Bagué, Juan Andrés García Román (autor de uno de los poemarios más impresionantes de los últimos tiempos, El fósforo astillado, del que próximamente hablaremos aquí); a ese numeral hay que sumar ahora a Guillermo Molina Morales, un auténtico descubrimiento. Molina Morales pertenece a una raza de poetas que se da ocasionalmente en Francia e Inglaterra, pero muy poco por nuestras letras: los poetas gamberros con talento. No malditos, sino gamberros. A la manera del Houellebecq de Jacques Prevert es un imbécil, pero con más talento poético, Molina descuartiza a la República Francesa, a los MacDonald’s (tema de lo más poético de unos años a esta parte), a los franceses (aunque salva a algunas francesas), a los cruasanes, a la Torre Eiffel, a Britney Spears, al realismo, al surrealismo, a sí mismo. Todo esta inconoclastia viene empacada en una obra “epilírica” (“sobre la lírica”, supongo que en el sentido de encima de ella, imagino con qué propósito), epigramática y profunda a la vez, que consigue el milagro de provocarnos una carcajada en un verso para inducirnos al pasmo en el siguiente. Leemos “Pase usté qué tal está / Esta noche tenemos / Suflé de sobornícolas debatiendo / Sobre las raíces hegelianas del surrealismo francés! (esto es verídico)”, y un poco más tarde: “mis labios son la muralla de una ciudad / que no me pertenece”. Lo más parecido a esta poesía, si es que algo puede parecerse a Epilírica, sería la Mercedes Cebrián de Mercado Común, con su euroterrorismo naïf, o la poesía histórico-cafre de los comienzos de María Eloy García. En todo caso, Molina es un equivalente “bizarre” de estas poéticas, una variante testosteronizada y despotricante, despoetricante, que nunca recibirá la Legión de Honor ni los besos de Carla Bruni, por sus puyas a la grandeur de nuestros vecinos del norte. Imagínense una mezcla imposible entre Michel Houellebecq, Mike Tyson, Michael Jordan y Miguel Labordeta, y ahí tienen a Guillermo Molina. Bueno, lo tienen… si él quiere. Creo que voy a decir que Molina Morales es un maestro, o un semental, o algo así de contundente a su favor, no vaya a ser que en su próximo libro le dé por mencionarme. No hay forma de aparecer en un poema de Molina y salir indemne. Y el último poema de Epilírica advierte que la siguiente víctima de su mirada poética será España... Hagan como yo y salgan corriendo: aún están a tiempo.

.

jueves, 5 de febrero de 2009

Decira Nómalo responde al Rengo Wrongo de Riechmann

Esto no es, evidentemente, una reseña de Rengo Wrongo (DVD, Barcelona, 2008), el último poemario de Jorge Riechmann. La reseña verá la luz en Quimera uno de estos meses. Lo que sigue es la respuesta a ese poemario que un comentarista de este blog, bajo el seudónimo de Decira Nómalo, me ha enviado.

Me comenta "Decira" en el mail que sus fragmentos son una “respuesta bienhumorada”, no tanto al poemario de Riechmann, como a ciertas opiniones de Rengo Wrongo, el protagonista del libro, “a quien –añade Nómalo– no debería confundirse del todo con el propio Riechmann”. Confieso que no entiendo muy bien a qué se refiere Decira Nómalo con eso, pero en todo caso aquí están sus reflexiones, escritas en un tono jocoso e imitando el estilo de Wrongo.

Como todo el interesado en la poesía de Riechmann sabe de mi confesa admiración por la obra de Jorge, y de mi afecto por su persona; y ya que en este poemario el autor se permite ciertas dosis de humor y de crítica digamos “generacional”, incluyendo a otros comentaristas o lectores habituales de este blog (citado expresamente en el libro), creo que no es irrespetuoso por mi parte ceder mi espacio al señor o señora Nómalo, como firma digital invitada, para que exprese su opinión al efecto. Al final de su mail, el señor o señora Nómalo me ruega mediante postdata: “Dígale a Riechmann que mis imposturas son fruto de una mala educación posmoderna y mis incorrecciones trasuntos de la admiración, pedestre y brutal, pero sincera, que le profeso”.



ESQUIRLAS PARA RENGO WRONGO

Por Decira Nómalo


Jorge, tú dejaste de ser Jorge
para ser Wrongo, yo dejo
de estar wrongado para ser
Nómalo.

Decira Nómalo.

*

Nómalo dice:
esto me ha gustado:

“A los poetas
Que de verdad empuñaron un revolver
-Wrongo piensa en René Char
o en Roque Dalton-
no se les ocurriría fantasear
con que la poesía fuese
ningún arma cargada de futuro”

La poesía, en efecto,
no es ningún arma,
ni un alma,
ni una ama.

Y sólo está cargada
-si es buena-
de dudas.

*

Dice Wrongo que quienes atacan
la poesía panfletaria
“¿se paran a pensar que en general
redactar un buen panfleto es tan difícil
como escribir un buen poema?”

El paria Nómalo dice:
¿Se paran los panfletarios
a pensar si es un poema
el lugar de un buen panfleto?


*

Luego Nómalo se responde:
Riechmann suele hacer
las dos cosas a la vez
y le salen bien
las dos cosas.
En los demás supuestos,
habrá que ir -como dicen
en Derecho Penal-,
caso por caso.

*

Nómalo saca a pasear
al Vikram Babu de Jesús Aguado:

“Como hormigas en fila:
un yo que se disgrega
necesita encontrar un agujero,
una envoltura,
un nombre,
eso que ufanos denominamos mundo.

Vikram Babu pregunta:
¿tú también?”


Wrongo responde:
pues sí, qué pasa.

*


Nómalo escribe postales
desde los aeródromos al poeta
Agustín Fernández Mallo,
sonoro octosílabo
y poeta sonoro.
En ellas le dice:
¡manda jamón,
que aquí es delito!

*

Díselo a las ambulancias,
piensa Nómalo
al leer:
“el automóvil asesino
es arbitrario innecesario necio”


*

Nómalo se pregunta
si la poesía es respuesta,
y al no tener respuesta
atisba que es sólo
hacer preguntas
para nadie.

*

¿Un buen poeta es raro?

*

No raro, a Nómalo
le parece extraño.

*

Nómalo ha construido
una jaula
de un solo barrote.

Ha introducido en la jaula
a una cucaracha
y -sin demasiada
sorpresa por su parte-
ha comprobado
cómo la cucaracha
se ha quedado
a vivir
en el barrote.

*

Escribe Wrongo:

“La poesía que
-como dice don Pablo
García Baena- es
misterio y precisión”

Delicious, enough
responde Whitman.

*

Nómalo pasa
frente a una cámara
de seguridad.

Se santigua
y canta una saeta.

*

Critica Riechmann
la posmodernidad
y luego inventa
a un Wrongo
como personaje,
en posmoderno juego.

¿A la cervantina?

Hum.

¿Y la parodia?

*

El libro abierto
en un descuido
incendia la cortina.

Nómalo se queda
-cubeta de agua en mano-
admirando el fuego.

*

Una lección ética
con visos de superioridad moral
es oblicuo reconocimiento
de la falta
de ética propia.

No es una denuncia
contra nadie.
Sólo un recordatorio.

*

Haiku mutante


La luciérnaga
se lanza contra el faro.
Ojos cerrados.


*

Wrongo, no luches contra el pop:
la foto de la Pangea primitiva
antes del derrote continental
es
igual
que el monstruo de Alien.

Los huevos de rana
imitan a las cúpulas de Utzon.

Y los fractales
parecen decorados
de películas camp
de los sesenta.

Esos extraños
retornos naturales del coma
profundo que a veces pasan
y las sobrevivencias al infarto
son el márketing de la vida
para mostrarse como bien valioso.

La Naturaleza
es afterpop, Wrongo.

Respira, consúmela.

*

Saber si la fisura en el Dasein
deja o no hueco
para la trascendencia,
manque inmanente:
eso es lo único
que cuenta,
pensaba Nómalo
camino del strip-club.

*

Wrongo aconsejaba:

“(…) sólo
cuando estés más allá de tedio y diversión
echa mano del lápiz
y anota entonces
sólo una palabra”.


Riechmann, 47 libros,
no estaba ese día
oyendo a Rengo.

*

Nómalo no quiere ir a Marte,
a no ser
que tenga aparcamiento
con su nombre.

*

Nómalo ha colgado
La “Guía de bolsillo
para la crítica de poesía
contemporánea

de la página setenta y dos
junto a su foto preferida
de Paris Hilton
y su átomo de uranio radiactivo
de la suerte.

*

Nómalo piensa:
la poesía debe escribirse
como se conduce
por una autopista
atestada.
Con los ojos al frente,
pero todos los sentidos
detectando
inconscientemente
cualquier leve
movimiento
de los demás.

*

El cojo Rengo
es la lesión
que hay en nosotros.

*

Un Quevedo posmoderno.

*

Nómalo confiesa
que una vez su mente
le dijo

la relación más larga
que has tenido
fue contigo mismo


y que escucharlo
le dejó
hecho cachos.

*

Nómalo lee:

“Wrongo piensa / en las suyas oficinas: / trenes lentos, cafés con puerta giratoria”

Y piensa: qué coñazo,
con lo bueno que está
el expreso del AVE.

Luego sigue leyendo: “sobresaltos sin disfraz, hospitalarios paréntesis, / un zumbido de mosca insumisa, / sépalos verde esmeralda”.

Y dice: a eso sí.

A eso sí me apunto.

*

Mientras ella duerme,
Nómalo escribe un aforismo
en la espalda de su mujer.
Todas las noches
debe rescribirlo
a oscuras,
y en ello
cree ver
una especie
de metáfora.

*

Nómalo se lanza al ruego
-al ruego, no al ruedo,
aunque quizá también-
y dice muy bajito,
para que nadie le oiga:
a ver si en vez de jugar
a ver quién es más
de una bandera concreta,
alguien aporta de una vez
una idea, una sola
y puñetera idea
que ayude a mejorar
las cosas

Alrededor, silencio
y vacas soportando el cielo.

*

Le pregunto a Nómalo
A qué ha venido eso.

Me mira y me pregunta:
¿cuál es tu idea?

Después, silencio
y vacas contemplando
el horizonte.

*

En la dialéctica de Wrongo
entre el vino y la coca-cola,
Nómalo está (como Wrongo)
a favor del vino.

En la dialéctica de Wrongo
entre Eagleton y Baudrillard
Nómalo está, también,
a favor del vino.

*

Todo lo mutante es monstruoso,
vivo, anómalo.

*

Wrongo dice que las novelas
se acaban, pero que los poemas no:
que los termina el lector
mientras que los novelistas
dan sus mundos por terminados
con un punto final,
y otro punto de suficiencia.

Nómalo dice
desde su mundo errante
y su prosística duda:
las novelas, Wrongo,
sólo se acaban cuando los mundos
descritos en ellas se habitan.
Hasta entonces son caligrafía.
Y, desde entonces, casas.

*

Nómalo,
en el sueño,
abre una puerta
y hay tras ella
otra, cerrada.
La abre y hay
otra, cerrada.
Detrás hay
otra, cerrada,
y sigue abriendo
hasta que una
está abierta,
y sale, por ella,
a la vigilia.

*

Nómalo pone
un mail a Satanás:

Cuando llegue Wrongo,
que no entre
hasta que yo llegue.


*

Comprendo de pronto
la enorme distancia que hay
entre pensar y aportar,
entre actuar y aportar,
entre criticar y aportar,
entre escribir y aportar.

Me pregunto cuál es
mi idea.

Alrededor,
silencio,
prados sin vacas.


.

.