domingo, 13 de noviembre de 2022

Para leer La broma infinita

 

Los pasados 10 y 11 de noviembre se celebraron unas jornadas en la Universidad de Oviedo, dirigidas por Javier García Rodríguez, que tenían como eje central a David Foster Wallace, especialmente a su novela La broma infinita (Infinite Jest, 1996), considerada una de las novelas más relevantes de los últimos treinta años en cualquier lengua.

 


Yo intervine con una ponencia que espero que vea la luz junto a los otros textos resultantes del encuentro, y cuyos detalles prefiero, en consonancia, reservar. Pero me gustaría dar algunos consejos para leer la novela, cuya lectura recomiendo, por supuesto, encarecidamente:

 -Es preferible leerla cuando se disponga de un período de tiempo con varias horas al día disponibles, preferiblemente durante unas vacaciones. La lectura concentrada de la obra facilita la retención de detalles importantes, y ésta es una novela de detalles. Me dirán que es un consejo aplicable a cualquier obra, pero no todas las novelas tienen 1.200 páginas y 388 notas finales a tamaño de letra 8.

-Algunos "cartuchos" con grabaciones visuales descritos en La broma infinita parecen estar en blanco, pero en realidad lo que precisan es un aparato que los reproduzca a una velocidad concreta (ver notas 205 y 301). Es decir, para verlos tienes que ir a la velocidad adecuada. Con la lectura de la novela sucede igual. Ni se precipiten, ni se demoren. Además, hay partes más densas, sobre las que conviene detenerse y otras -como las ambientadas en el centro de rehabilitación- que pueden leerse a mayor velocidad. 

-Yo la leería con un cuaderno de notas al lado y tomando apuntes.

-Por un motivo que explicó Javier Calvo en las jornadas, y otro que expliqué yo, lo ideal sería leer Infinite Jest en el idioma original, en vez de la edición de La broma infinita en español. Pero hace falta un nivel de inglés al menos de C2. Yo la leí en español y luego me compré la versión original para releer algunos fragmentos y examinar la disposición de la novela, que sufre pequeñas, si bien decisivas, variantes en la versión traducida.

-Las notas al final no sólo son de obligada lectura, sino que algunas esconden claves para la comprensión de la novela.

-Una vez acabada, es conveniente comenzar de nuevo por el principio y releer, al menos, hasta la página 80. No sólo no le pesará hacerlo, sino que lo disfrutará mucho. De hecho, es una novela pensada para ser releída por completo.

-Si al terminarla la primera vez cree haber comprendido todo, seguramente no la ha comprendido. Pero si le sigue dando vueltas en su cabeza durante una semana o dos, cavilando y releyendo sus propias notas, puede que alcance algo parecido a una comprensión cabal de la historia. También puede informarse en los numerosos y conspiranoicos foros que la novela ha suscitado.

-Borja Bagunyà: “Creo que uno de los caballos de batalla de Foster Wallace era cómo salir de lo nihilista y solipsista de los posmodernos. Sus intentos constantes tenían que ver con la intención de agujerear la metaficción para que no se convirtiesen en textos que hablan de sí mismos. Eso ya se hizo en los sesenta y cuando él se sienta a escribir en los noventa sabe que simplemente ya no lo puede repetir".

-Infinite Jest es la última gran novela del siglo 20, y a la vez prefigura la narrativa de buena parte del siglo 21. Y también describe diversos problemas sociológicos que nos acucian y que Wallace anticipó con alcance visionario. Lamento ser tan terminante, pero lo digo como lo pienso: se puede saber de literatura sin haber leído La broma infinita, pero quien la ha leído adquiere un nivel de conocimiento literario distinto. No mejor, ni peor, pero sí distinto. Ricardo Menéndez Salmón dijo en las jornadas que, tras leer a David Foster Wallace, “es difícil volver a tu escritura indemne”. Y a tu modo de leer, añado. Porque aparece un rasero que antes no existía, una nueva vara con la que medir todas las novelas contemporáneas. Solo quien lo ha probado lo sabe.


 

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