miércoles, 24 de enero de 2007

LA PALMERA -VIRTUAL- DEL FONDO DE LA MENTE


(Blog original y más completo en http://vicenteluismora.bitacoras.com)


Javier Moreno
Cortes publicitarios; Devenir, Madrid, 2006


Para mí es un especial placer que este poemario aparezca en el blog. Por dos motivos: primero, porque me parece una exploración estética muy a las (saludables) afueras de lo que actualmente se está haciendo en la poesía contemporánea. Segundo, porque su autor siempre ha sido, desde los comienzos de este blog, uno de los más interesantes y combativos comentaristas. Eso sí: no revelaré el seudónimo con el que intervenía (él puede hacerlo, si lo desea).

Si hay un género difícil es la poesía de corte filosófico, siempre en el delgado límite entre la pedantería y el error metodológico, puesto que el poema, en sí mismo, es una indagación intuitiva, al modo en que razonaban –tan fructífera y estéticamente, al mismo tiempo– los pensadores presocráticos griegos. Sin embargo, hay contadas excepciones, casi siempre argentinas (Hugo Mújica, Girri, Juarroz), en que se salva el método y éste funciona. Al corto numeral hay que sumar el nombre de Javier Moreno, formado en diversas ramas del conocimiento, autor de una curiosa novela que acaba de aparecer, Hermogeníada (Asociación Cultural a la Deriva, Murcia, 2006) y otros títulos, tanto en prosa como en verso. Moreno ha llevado a cabo en Cortes publicitarios, su segundo libro de poemas, una curiosa reelaboración de materiales filosóficos, pasándolos por tamices en apariencia ajenos pero que, tras su síntesis, nos revelan insospechadas correspondencias. Por ejemplo, del mismo modo que muchos pensadores actuales, de Gómez Pin a José Luis Molinuevo, recurren al mito platónico de la caverna para explicar nuestras coordenadas de audiovisualidad global, Moreno se remonta a Aristóteles para rescatar una de sus sentencias memorables: la de que no es posible pensar sin imagen (De Anima, 428a 1-4), aunque “el original dice fantasma”, como completa, oportunamente, el poeta[1] (1). El rescate –y el regate filológico en corto– nos ofrece, por sí mismo, un infinito campo de posibilidades para explicar el simulacro estructural de imágenes y constructos de “realidad” paralela que nos acompaña.

En la órbita de pensadores como Subirats, rozando a veces el discurso irónico / icónico de un Baudrillard, Moreno desmonta nuestro sistema social de referencias culturales desde los artefactos económicos, publicitarios, ideológicos y tecnológicos en los que se parapetan sus firmezas fantasmáticas. Su poesía utiliza para ello un sistema que va más allá de los rizos y rizomas posmodernos, indagando en los propios rudimentos de la imagen como canal significativo, ahondando en la semiosis y estableciendo el discurso –poético y social; el presentado y el negado– como parte de la misma semiosfera lotmaniana. Disculpen este enjambre conceptual, pero con él intentamos vertebrar una explicación plausible del planteado por Moreno, mucho más profundo y menos superficial de lo que a primera vista puede parecer.


Lugar de esta lírica extraña

En los últimos tiempos están apareciendo ya algunos libros que entran de lleno en lo que llamaría literatura pangeica. La mayoría son poemarios, aunque hay algunos en prosa (Cero absoluto, de Javier Fernández, la reciente Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo -ambas aquí reseñadas-, la obra curiosísima y valiosa de Mercedes Cebrián). Esto es lógico porque los poetas van siempre por delante, en cuanto a la recepción de las novedades estéticas. Cortes publicitarios es un poemario audaz, lleno de hallazgos, que no aparecerá en los suplementos al uso porque me temo que algunos críticos no sabrían qué hacer con él, desde donde leerlo. Vamos a ver si nosotros somos capaces; puede ser interesante partir de uno de los poemas:


Himno a George Eastman

Todo empezó con
Daguerre o quizás aún antes
con Aristóteles metiendo su cabeza
en el
interior de una cámara oscura y aquella polémica
ocurrencia en su Acerca del
alma:
No es posible pensar sin imagen (el original dice fantasma)
Como
todo asunto de alquimia
fue necesario recurrir a Mercurio
(mediador
entre lo visible y lo invisible)
para positivar bigotes y vestidos de boda
en el fondo una fotografía es un espejo
que guarda un reflejo congelado
Su idea fue democratizar la imagen
sacarla de los santuarios y mostrar
que cualquier ser era digno
de ser fotografiado


Kodak for childrens
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Mientras tanto el
celuloide
devino cadena de ceros y unos
y más ceros
quizás como
sugerencia
de que somos apenas
tangencias de la nada
Teuth enemigo
de Platón resultó
desbancado por Apolo quien
al igual que los flashes
nos hiere de lejos
Así la memoria
es sucesión de instantáneas
tomadas en museos, plazas y bares
junto a una inacabable
tarea de
montaje. El yo fructifica
desde entonces
a veinticuatro fotogramas por
segundo
-pongamos que el alma
sea inconsútil cruz de malta-
el resto
es morosa melancolía o por el contrario
cámara rápida de la épica
Tu
imagen ocupa exactamente 984 Kb
en este archivo. La calidad es excelente
y usando el zoom puedo aproximarme
a tu rostro
como cuando te besaba
dilatar el horizonte que dibujan tus párpados (ya
no se ve pero recuerdo
en tus labios una sonrisa)
hasta el negro abisal de la pupila
Y ahí
acaba todo
y empieza tu ausencia
desbordando píxels y pronombres

La imagen tiene un papel relevante no sólo en este poema, sino en todo el libro. Esto es algo consustancial a la literatura y a la cultura de Pangea, estructuralmente audiovisual. La parte sónica se confía, en lo literario, a la verbalidad de lo escrito, que sigue creando su música callada en nuestra mente; pero lo visual se incorpora de dos formas: la inclusión puntual de imágenes que desbordan el código ideográfico tradicional de la poesía (en este caso, la reproducción de un recuadro que a su vez reproduce una publicidad de la marca Kodak), en un juego de simulacros destinado a reproducir el efecto habitual de la iconosfera en nosotros. Moreno va más allá en su exploración intelectual, demonstrando que es un gran conocedor de los medios expresivos / represivos de la sociedad de la comunicación de masas:


Si quieres acabar con un símbolo
haz de él un millón de copias
Si quieres acabar con una palabra
repítela hasta convertirla en eslogan
Si quieres acabar con una idea
divúlgala a la hora de máxima audiencia
para que forme parte del menú de pizza
y alitas con salsa barbacoa


Para Moreno, la idea de “pensar sin imagen” es una hipótesis imposible, como expone en el interesante poema “Drácula (subtítulos)”, texto donde se opone a la teoría de Deleuze favorable a un pensamiento no visual. Como intentaremos demostrar en un texto que aparecerá este año, la mente contemporánea, sobre todo la de los nacidos con posterioridad a 1960, está formateada de tal modo por el aprendizaje audiovisual, que la posibilidad de “pensar” a base de mecanismos abstractos, sin imágenes por medio, es una simple utopía. Merece la pena recordar este párrafo, donde se explicita que ese formateo alcanza incluso a pensadores de generaciones muy anteriores a la nuestra:


No hay un solo dominio cultural que no haya sido transformado radicalmente por la progresiva implantación de sistemas tecnológicos. (…) Eugenio Trías confesaba también no hace mucho que el carácter cinematográfico de su estilo de escritura, corroborando que la mezcla de las artes ya ha alcanzado el propio ensayo filosófico.[2]
Por este motivo Moreno se alinea con la línea de teóricos que confían en las posibilidades de la imagen, aunque sea, como dice citando a Aristóteles en el poema antes transcrito, en su versión de phantasma. Es decir: lo importante no es, a juicio de Moreno, si la imagen que aparece en el pensamiento (me acuerdo ahora de aquel verso terminal de Wallace Stevens, “la palmera del fondo de la mente”) es verdadera; seguramente no lo sea, pero es el lugar del que partir. La elaboración epistemológica del pensar o del escribir, que radica en ella, sólo tiene que considerar la imposibilidad de su veridicción, en términos de Greimas: no podremos contrastarla pero, seguramente, eso ya no es necesario para que nuestro andamiaje se sostenga. Es una de las características de Pangea, como expongo en mi ensayo: la realidad pangeica es incomprobable; los medios de comunicación nos presentan una “imagen” que de ninguna manera podemos calificar como cierta o falsa, por no tener los medios tecnológicos necesarios para verificarla. Si interactuamos en un chat con varias personas, no tenemos forma alguna de asegurarnos de que su nombre es cierto, de cuál sea el nombre que puede haber detrás del nick o seudónimo elegido, por no decir la imposibilidad radical de contrastar si lo que dice sobre sí o sobre otros tiene algún viso de veracidad. Ni siquiera (y esto es lo que distinguiría Pangea de la Posmodernidad) es necesaria la verosimilitud, la apariencia de verdad, la presencia de datos “fiables”. Se ha dado un paso más: quien opera en chats no necesita la verdad ajena, porque no necesita la propia. El primero que se engaña a sí mismo es él; como demuestran todos los psicólogos que han hecho estudios con internautas, la posición del navegante que interactúa sentimental o afectivamente es la de un avatar, la de una máscara que oculta la mayoría de las partes rechazadas de su personalidad para crear otra, más atractiva a sus ojos, que desea que vean los otros, y ser reconocido por ella. Como decía el Zizek de Lacrimae rerum, es una proyección fantasiosa, fantasmática, donde volcar las ansiedades y dinamitar (virtual pero en parte satisfactoriamente) las represiones. Por eso son muy habituales los cambios de sexo en personalidades digitales. Es un modo rápido de cruzar una frontera aún difícil de salvar en la realidad cotidiana.

Si las personalidades son, siguiendo nuestro razonamiento, visuales, configuradas como avatares que permiten incluso elegir el “aspecto” virtual de un dibujo o figura que nos representa (en el correo de Yahoo esta opción es ya un hecho desde 2006), si nuestra identidad es, desde el DNI y hasta las fotos de nuestra web o blog, una imagen, ¿cómo no entender que el proceso de identificación está cambiando, que no tiene nada que ver con el moderno y cada vez menos con el posmoderno? El filósofo Eduardo Subirats ha entendido bien el papel de las nuevas tecnologías en la creación de identidad, algo también muy presente en la obra narrativa de Juan Francisco Ferré; para Subirats

Yo: ficción gramatical de una conciencia lingüística y mediáticamente programada. Yo = Otro: identidad impersonal electrónicamente construida como sujeto/objeto de la irrealidad de los medios. Nada permite la constitución de un sentido interior y exterior al flujo de imágenes que regula los ritmos muertos de su supervivencia.[3]

Moreno también lo ha entendido a la perfección: “pensar sin imagen es / renunciar al doble nuestro / de cada día / ése que monta en metro / y escucha sólo silencio / en la caracola del sueño / que trafaga y suda / buscando anagramas / de la palabra SENTIDO” (p. 50). Por eso, y en un giro magistral, termina el poema diciendo que pensar sin imagen nos procura una imagen vampírica, la de alguien que no puede verse en los espejos. Sin doble (digital, imaginístico, pangeico), ya no hay identidad. Somos dos: uno en la parte física de la existencia, otro en Pangea, cuando nos relacionamos a través de los medios de comunicación. Hasta en los últimos móviles aparece en pantalla la foto de quien nos llama, si cargamos su imagen en la tarjeta de memoria. Ojo a este refinamiento: el concepto pangeico de “memoria” es algo que sirve para cargar imágenes y vídeos. Unamos esa idea al argumento de la película La memoria de los muertos (Omar Naim, 2004), donde se nos presenta un futuro inmediato en que se puede recuperar la memoria de las personas muertas para hacer con ella montajes de su vida que los familiares ven en su funeral, como una película. ¿Ciencia ficción? En 2004 sí, pero en octubre de 2006 científicos de la universidad china de Tsinghua consiguieron desplazar objetos y llamar por teléfono utilizando la mente, previamente conectada con diodos al ordenador. En 2009 aparecerán los primeros modelos de robots capaces de tomar decisiones de forma libre, y el MIT de Massachussets lleva años trabajando en modelos de hologramas mentales de interacción. Esto no es futuro, sino presente; estos son los temas básicos que van a cambiar nuestro mundo en los próximos años, junto con la clonación y el estudio de las células madre, y me alegra infinitamente que haya poetas que se preocupen por estos temas, en vez de investigar sobre si la poesía es conocimiento o comunicación, o sobre el legado de Antonio Machado en nuestra lírica. Moreno está en otra cosa, dedica espléndidas odas a Tim Berners-Lee y el presente de Moreno (esto es, el contenido semántico de Cortes publicitarios), es la ciencia-ficción de muchos. En Pangea aludíamos al culto global a la velocidad, constituida como una nueva religión, donde la instantaneidad es la única posibilidad de salvación de los negocios, de la comunicación y de la tecnología. Escribe Moreno: “alcanza / la velocidad de las cosas / Mira la luz que intenta / darse a la fuga / y casi lo consigue / Huye tú también. Síguela / si puedes”. En otras palabras: mientras algunos PSC, Poetas Sobradamente Conocidos, publican ensayos sustentados en epistemologías del XIX, Moreno está recorriendo Pangea, observando la resolución en píxels de la palmera del fondo de la mente. Leyendo Cortes publicitarios puede asistirse a un cambio epistemológico en directo. El lenguaje poético en que toda esta construcción se vertebra, quizá en alguna ocasión demasiado prosaico, es menos importante que su sentido; la potencia semántica de Cortes publicitarios coloca a este poemario en un lugar extraño, central e inaugural dentro de nuestra poesía.



Notas
[1] Chantal Maillard, en su último dietario filosófico, escribe: “El caso es que desprendo al yo (…) del tema y cuelgo la imagen en la pared, formando galería con las demás (…) Una a una. Segrega. Se segregan. Vienen de la memoria, unas, otras se construyen al momento (phantasía, decían los griegos: representación; phantasmas: imágenes)”; Husos. Notas al margen; Pre-Textos, Valencia, 2006, p. 43.
[2] F. Broncano, “La filosofía y la tecnología: una buena relación”, en Fernando Broncano (ed.), Nuevas meditaciones sobre la técnica; Trotta, Madrid, 1995, p. 10.
[3] E. Subirats, La existencia sitiada; Fineo, México, 2006, p. 22.




Comentarios
Estoy completamente de acuerdo con tu apreciación sobre este libro que también he leído con un deleite y emoción especiales, con la sensación de estar ante algo realmente nuevo, una puerta abierta. una sensación parecida a la que me produjo el "Joan FOnataine" que conocí a través de este blog y por lo cual le estoy agradecido para siempre. En lo que no puedo estar de acuerdo es en la crítica que hace del "prosaísmo" del libro. A mí no me parece en absoluto prosaico, no al menos si tenemos en cuenta que su lirismo no radica en la subletividad lírco-emocional tradicional sino en el concepto de ironía romántico y en un tono distanciado que es el que provoca la emoción al comprobar las conexiones de los diferentes lenguajes, mitos e imágenes que van surgiendo y revelándose unos a otros en un plano diferente al de su habitual expectativa de recepción. En cualquier caso, gracias por el trabajo de realizar estas críticas que siempre nos tienen al día de lo verdaderamente interesante en la selva de las novedades literarias
axlrose — 22-01-2007 11:13:32

Digamos, por seguir con lo que te escribía en otro post, que éste si me ha abierto el apetito lector. Muy sugerente la apuesta. Trataré de acercarme a él. Pero quería hacer una salvedad ( y espero no desvirtuarte el sentido del post). Ante todas esas realidades nuevas, todos esos estímulos, ¿qué otras respuestas poéticas se están dando? Respuestas o preguntas, claro. Quiero decir, desde otros postulados y corrientes poéticas, ¿ se está siendo receptivos a esta nueva realidad? Es una pregunta de un lector que no puede, ni de lejos, abarcar todo el mapa literario actual. Gracias. Espero con esto no desviar la intencionalidad de tu post.
enlejaniadesoles — 23-01-2007 12:51:54

Gracias por tus palabras, Axl. Bienvenido.
vicente luis mora — 23-01-2007 16:27:33

(Para enlejaniadesoles): bueno, la recepción, como dejo caer en la reseña, es bastante alicorta y parcial. El mundo digital se incorpora más bien como decorado, no como objeto de reflexión. Quiero decir que si hace diez años un poeta español escribía:"tu carta me ha dejado congeladocomo un amanecer en Samarkanda"(Atención: se advierte a los consumidores que este es un ejemplo de ficción, rodado por especialistas en circuito cerrado)el mismo vate ahora escribiría:"tu e-mail, que me ha dejado congeladocomo un amanecer en Samarkanda"Pero sin entrar a reflexionar, en ningún momento, sobre la enorme diferencia entre una cosa y otra: no es lo mismo, no requiere el mismo tiempo ni tiene la misma carga de premeditación y voluntad de duración permanente escribir un mail que una carta. Es un mero ejemplo. Si lo que me preguntas es quiénes se están preocupando por lo segundo, es decir; quiénes han decidido reflexionar sobre este tema o, más bien, incluir de cuando en cuando elementos de reflexión sobre el papel de las nuevas tecnologías, de los nuevos medios de comunicación, de la nueva economía, de la nueva percepción de la realidad, de la nueva situación mundial tras el surgimiento del terrorismo global, y un largo etcétera, la respuesta es fácil. Casi nadie.Por eso creo que, cuando alguien se toma esa molestia de pensar para y por los demás, sobre hechos que nos afectan a todos, merece cierta atención. Ello no conllevará, de modo inmediato, hacer buena poesía, pero sí denotará varias cosas:1) Una cierta forma de compromiso civil. 2) Una concepción ética de la poesía, como indagación capaz de preguntarse, y de preguntarnos, sobre lo que (nos) pasa.3) Un acercamiento a la preocupaciones reales de la gente, y aun a su cotidianeidad y experiencia personal diaria. Es decir: no más realidad, sino más "efecto de" realidad, más preocupación por elaborar un realismo no ingenuo.4) Hacer lo que hicieron, en su momento, la mayoría de los grandes poetas, caracterizados siempre (por decirlo con palabras de Santayana) por la honda preocupación por los temas sociales, científicos y psicológicos que angustiaban a su tiempo -y a ellos con él-.No sé si respondo, esta tarde estoy algo espeso. Otro día sigo. Saludos.
vicente luis mora — 23-01-2007 19:27:21

Sin intentar, como propones, más allá de Samarkanda, una mirada de mayor calado, se ve difícil una cierta forma de compromiso civil, sabiendo que "sin doble (digital, imaginístico, pangeico), ya no hay identidad" que valga. Dónde, claro, se podría añadir. Y hasta "cuándo" nos preguntamos lo que pasa.Antes hablabas del discurso irónico-icónico de Baudrillard.En su mayor parte considero que dicha ironía surge de la utilización de sus ideas por artistas postconceptuales americanos de los años ochenta. No sé qué opinas, su pensamiento postmoderno siempre tiene algo de elegíaco. Incluso el situacionismo, escalofriante por la misma razón, no dejaría de ser un avistamiento de un topos nuevo (el que los escritores que suelen aparecer por este tu blog llevan ya tiempo empezando a glosar)."El resto es morosa melancolía o por el contrario/cámara rápida de la épica"Gracias por tu trabajo. Saludos.
Liquid Sky — 24-01-2007 09:51:41

3 comentarios:

Anónimo dijo...

http://es.wikipedia.org/wiki/Meme
--->
http://www.losethegame.com/espanol/default.ht
m
--->
"...y en tus manos vacías abrazarás la muerte"

Anónimo dijo...

¿Por qué dices "sónico", o "veridicidad"? "Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala", dijo Maese Pedro, muy sabio, en El Quijote.
Perdona, mi nombre es Julia, y hacer estos comentarios en un blog al autor del blog es algo desagradecido, e injusto. Igual gracias por tu blog y reseñas... pero deja de hablar con voz de libro de tapa dura. Te lo digo por si de verdad te interesa que te lean.

Vicente Luis Mora dijo...

Por lo que parece ya me leen: yo sólo escribo para ti. Saludos.