lunes, 16 de septiembre de 2024

Construir lectores

 


Hace siete años decidí sentarme a reflexionar sobre varias cuestiones que me rondaban: si en este y otros países el analfabetismo prácticamente ha sido erradicado; si hay, según las estadísticas, más personas lectoras que nunca, ¿por qué me daba -y me da- la impresión de que cada vez hay menos mentes capaces de leer textos densos, llenos de ideas -ensayos poderosos, novelas ambiciosas, libros de poemas verbal y estructuralmente complejos, artículos de enjundia- y que disfruten leyéndolos? (la parte del goce es la más importante de la frase) ¿Por qué, pensaba y pienso, muchas lecturas obligatorias de enseñanza secundaria y bachillerato -no todas- tienden hacia la nadería más absoluta y privilegian libros simplones? ¿Son tontos los alumnos, o más bien los tratamos como tontos? ¿Es verdad que estamos más distraídos que antes? ¿Es cierto que no nos concentramos, o quizá es que nos concentramos de otro modo -o en otras ocupaciones-? ¿Les gusta leer a los profesores de lengua y literatura? ¿Hay mucha pose lectora en redes sociales, que no se corresponde con un crecimiento paralelo del nivel intelectual de la sociedad? ¿Estamos formando lectores correctamente? ¿Qué ideas podrían darse para mejorar esa formación? 

Comencé a pensar, escribir, leer y a conversar con docentes, bibliotecarios y editores, y llené 500 folios, de los cuales he quitado y eliminado material hasta dejarlos en los 105 que aparecen publicados en este pequeño tomo de Vaso Roto Ediciones (he colocado un lápiz para comparar el tamaño), que se distribuye en librerías la semana que viene. Creo que sus propuestas no os dejarán indiferentes.

 

 

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