La editorial Idea ha acometido un ambicioso proyecto editorial: nada menos que la publicación de los 30 poemarios que componen la obra completa del poeta canario Antidio Cabal, nacido en 1925 y aún vivo y bien despierto. De toda esa producción, buena parte de ella inédita hasta esta recuperación editorial de Idea, coordinada por Antonio Jiménez Paz, destaca el poemario Campo nublo, un libro escrito originalmente en 1956 y que no fue publicado hasta 2000. Como sabía que Agustín Fernández Mallo lo había leído y disfrutado mucho, pensé que en lugar de hacer la típica reseña era más interesante sostener una conversación con él sobre el poemario, que Agustín también colgará en su blog.
VLM. ¿Qué fue lo que más te interesó de Campo Nublo?
AFM. Cuando cayó en mis manos Campo Nublo (un regalo del poeta canario Ricardo Hernández Bravo, que me lo hizo llegar dedicado por el autor), lo que más me llamó la atención fue su intención totalizadora, querer abarcar de la metafísica, a la teoría literaria, las ciencias naturales, el ámbito de la urbe, pasando por una poetización de las ciencias, la religión, las pastelerías, los cines, las peluquerías o las tijeras. Eso, teniendo en cuenta que desde hace 50 años los libros de poesía son más la especialización en una pequeña “maravilla” que la elevación a “maravilla” del Cosmos, es raro, muy raro. Donde todo lo divino y humano se halla conectado y participan de la misma lógica, que no es otra que la lógica poética del propio autor. Nada le es ajeno a este libro. Una especie de Lucrecio ampliado y servido en aforismos; tapas sin gluten. Lo segundo que me llamó la atención es que, siendo un libro escrito hace tantos años, estuviera formulado en un estilo tan contemporáneo. Cada aforismo es un hallazgo, una paradoja, un fogonazo de lucidez que va de la hondura de San Juan de la Cruz a la espuma de la cotidianeidad en un lenguaje vectorial, directo, limpio, transparente. Es brillante sin ser farragoso. Para mí, sin duda, uno de los mejores libros de poesía en español que he tenido la suerte de leer. Y a ti ¿qué te llamó la atención?
VLM. Me interesan muchas cosas. La que más me interesa, obviamente, por deformación doctoral (mi tesis, ya sabes, va sobre eso), es el tratamiento del yo y de la subjetividad. A esas alturas de siglo XX (1956), sólo había otro poeta que tenía en sus textos un tratamiento tan directo y consciente del yo elocutorio o poético y su relación con el yo “real” del autor. Su nombre era Luis Cernuda. Aunque Gil de Biedma ya había publicado algún libro por entonces, no será hasta Moralidades (1966) cuando dé -precisamente sobre la órbita de Cernuda, como él mismo reconoce en El pie de la letra (1980)-, el salto cualitativo a una profundización del yo de la ambición (aunque no con los mismos resultados que Cernuda, claro) de la de Cabal y Cernuda. Por sí solo, este hecho ya me fascina de Cabal, cómo en aquella época podía tener tan claro un proceso que, como he estudiado, es más bien a principios de los años ochenta cuando comienza a despegar como preocupación ambiental (no generacional, ya que se unen al proceso de cuestionamiento del yo poético diversos autores de muy diversas edades, estéticas e intereses). Hay más cosas que me interesan, y ahora vuelvo a ellas, pero me gustaría apuntarte, por si te da pie a seguir reflexionando, que es curioso que a ambos nos interese tanto Campo nublo, un libro, en principio (corrígeme si me equivoco) muy distante de nuestras propias poéticas.
AFM: Yo, a quien lo veo muy cercano, es a María Zambrano, muchísimo, ese territorio fronterizo entre poema y artefacto de conocimiento puro. Una Zambrano en versión medular.
Respecto a lo de poéticas distantes, pues no lo veo tan claro. Por mi parte, ahora que hablas del tratamiento del yo, hay una búsqueda de un esencialismo en Cabal que la veo también en mi obra poética, e incluso novelística. En ese aspecto, lo veo en la misma línea que ciertos tramos de un Edmond Jabès o de un Valente. Poemas-aforismos encaminados a tallar un yo esencialista, hay muchos ejemplos,
52-. Nosotros somos objetos estériles e individuos no iluminados y nosotros somos híbridos y resinosos y no solubles en la belleza.
458-. El presente se ladea en el vacío, sobre todo en la noche.
462-. Recorro mi yo, buscando ultracostas.
660-. Si existiera el lenguaje, yo no escribiría.
O descripciones de aliento haiku, que terminan en una agudísima sentencia poetizada digna de un excéntrico filósofo de la ciencia:
664-. La abundancia de pájaros ha cesado. Ninguno dice, ninguno vuela. El cielo está cambiando. La realidad está separada de muchas unidades de medida.
Incluso hay comicidad:
313-. El agua tiene un dialecto que se oye en los muelles, se oye su sistema onomatopéyico, que choca contra barcos anclados, contra los metales del fondo de la obra. El mar sufre solo, como un vasto preso.
Ese tipo de cosas las veo muy cercanas a cierta parte de mi poética.
Respecto a tu poética, tampoco la veo tan distante de la de Cabal. Aunque es cierto que, a mi modo de ver, tu poesía no busca tanto ese esencialismo del yo [esa implosión] como sí un despliegue en el mundo presupuesto palpitante [explosión], precisamente en eso último veo vuestra parentela, ya que en Cabal, como dije, está ese despliegue.
Por decirlo ya: creo que la poética de Cabal, la tuya y la mía, se tocan en un punto: su aliento presocrático. El momento en el que lo que hoy llamamos filosofía, poesía, ciencias, matemáticas, religión, etc., eran la misma cosa. Creo que los tres bebemos de algo así. Cabal lo articula en el lenguaje y forma de su tiempo [aunque, como hemos dicho, avanzado a su época], y nosotros en el nuestro, el del píxel, los telepredicadores, el “¿Te gusta conducir?”, los talibanes de Afganistán y la era de simulacro, pero es la misma cosa.
Pero, cambiando de tema, ¿no encuentras, como envolvente a todo el poemario, la búsqueda de una deidad, por laica [o no] que sea? ¿No te parece una “respuesta poética” a la postura [estrictamente filosófica] existencialista, o por el contrario te parece que abunda en el existencialismo?
VLM. Apuntas varias cosas interesantes. Las menciones a los filósofos presocráticos no son inapropiadas hablando de Cabal, ya que él las utiliza en el “Limen” escrito para la nueva edición de El espacio como lenguaje (Idea, 2008); este concepto del espacio como lenguaje, por cierto, tampoco resulta extraño a nuestras obras, ¿verdad? Los temas que tocan los presocráticos (agua, fuego, tiempo) están muy presentes en Campo nublo; casi todos los fragmentos conocidos de Heráclito están interpretados, revertidos, de un modo parecido al que Ducasse utilizara en sus Poésies (1870), cuando retuerce el sentido de los aforistas de la época y deconstruye sus pensamientos. Me gusta Cabal porque escribe contenida y brevemente, y sin embargo cabe todo ahí: si Cabal buscase una deidad, creo que sería en todo caso panteísta. Le atrae lo holístico, aquello que busca al ser en todas las cosas. No rechaza nada (en esto, como apuntas, hay un gran punto de encuentro con tu poesía). Observa el fragmento 94: “Canta, oh poesía, cántate a ti misma. Sé tu propia basura”. No es frecuente este paso de lo sublime a lo mostrenco. Digo sublime porque el fragmento 93 me lo parece: “La dirección de la muerte no la sé. Orfeo sí. Colaborado por los dioses, traspuso la puerta y llegó a la macroniebla. Ahora, Orfeo está muerto, los dioses se han ido, y todo ha quedado a cargo de la carne”. Heidegger y Nietzsche ahí metidos, como si nada, encarnados. Los dioses nos han dejado a la intemperie y sólo nos queda el cuerpo. Si sustituimos “todo ha quedado a cargo de la carne” por “todo ha quedado a cargo de la materia”, tenemos la que sería, a mi juicio, la médula de la poesía de Cabal. En 413 se pregunta: “¿De qué están hechas las cosas que están no hechas? ¿Sabes tú de qué están hechas las cosas que no son? ¿Quién hizo la no realidad y le puso mente?”. En 497: “La realidad del pensamiento es terrible. Me pierdo en su materia compuesta, tal vez duermo en sus sueños”. Y casi cerrando el poemario: “Los tres estados de la materia son: el poético, el presocrático y ambos” (811). Hilemórfica, materialista, buscadora del arjé o principio del que están compuestas todas las cosas, la lírica de Cabal entronca directamente con la poesía antigua, pero quizá no tanto con la griega de Píndaro como con la romana de Lucrecio. La materia esencial, aprehensible sólo mediante el conocimiento del poema, como rerum natura. Bueno, Agustín, creo que ya nos hemos puesto lo suficientemente espesos. Antes de quitarles las ganas a más lectores, si se te ocurre alguna otra razón para recomendar Campo nublo, es el momento.
AFM. Sí. Cojan el libro, abran al azar, empiecen a leer por donde quieran, y comprobarán que el 82% habla de algo que les afecta, y el % restante de algo que les afectará en las próximas horas. Un fenómeno poético que pocas veces se da.
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VLM. ¿Qué fue lo que más te interesó de Campo Nublo?
AFM. Cuando cayó en mis manos Campo Nublo (un regalo del poeta canario Ricardo Hernández Bravo, que me lo hizo llegar dedicado por el autor), lo que más me llamó la atención fue su intención totalizadora, querer abarcar de la metafísica, a la teoría literaria, las ciencias naturales, el ámbito de la urbe, pasando por una poetización de las ciencias, la religión, las pastelerías, los cines, las peluquerías o las tijeras. Eso, teniendo en cuenta que desde hace 50 años los libros de poesía son más la especialización en una pequeña “maravilla” que la elevación a “maravilla” del Cosmos, es raro, muy raro. Donde todo lo divino y humano se halla conectado y participan de la misma lógica, que no es otra que la lógica poética del propio autor. Nada le es ajeno a este libro. Una especie de Lucrecio ampliado y servido en aforismos; tapas sin gluten. Lo segundo que me llamó la atención es que, siendo un libro escrito hace tantos años, estuviera formulado en un estilo tan contemporáneo. Cada aforismo es un hallazgo, una paradoja, un fogonazo de lucidez que va de la hondura de San Juan de la Cruz a la espuma de la cotidianeidad en un lenguaje vectorial, directo, limpio, transparente. Es brillante sin ser farragoso. Para mí, sin duda, uno de los mejores libros de poesía en español que he tenido la suerte de leer. Y a ti ¿qué te llamó la atención?
VLM. Me interesan muchas cosas. La que más me interesa, obviamente, por deformación doctoral (mi tesis, ya sabes, va sobre eso), es el tratamiento del yo y de la subjetividad. A esas alturas de siglo XX (1956), sólo había otro poeta que tenía en sus textos un tratamiento tan directo y consciente del yo elocutorio o poético y su relación con el yo “real” del autor. Su nombre era Luis Cernuda. Aunque Gil de Biedma ya había publicado algún libro por entonces, no será hasta Moralidades (1966) cuando dé -precisamente sobre la órbita de Cernuda, como él mismo reconoce en El pie de la letra (1980)-, el salto cualitativo a una profundización del yo de la ambición (aunque no con los mismos resultados que Cernuda, claro) de la de Cabal y Cernuda. Por sí solo, este hecho ya me fascina de Cabal, cómo en aquella época podía tener tan claro un proceso que, como he estudiado, es más bien a principios de los años ochenta cuando comienza a despegar como preocupación ambiental (no generacional, ya que se unen al proceso de cuestionamiento del yo poético diversos autores de muy diversas edades, estéticas e intereses). Hay más cosas que me interesan, y ahora vuelvo a ellas, pero me gustaría apuntarte, por si te da pie a seguir reflexionando, que es curioso que a ambos nos interese tanto Campo nublo, un libro, en principio (corrígeme si me equivoco) muy distante de nuestras propias poéticas.
AFM: Yo, a quien lo veo muy cercano, es a María Zambrano, muchísimo, ese territorio fronterizo entre poema y artefacto de conocimiento puro. Una Zambrano en versión medular.
Respecto a lo de poéticas distantes, pues no lo veo tan claro. Por mi parte, ahora que hablas del tratamiento del yo, hay una búsqueda de un esencialismo en Cabal que la veo también en mi obra poética, e incluso novelística. En ese aspecto, lo veo en la misma línea que ciertos tramos de un Edmond Jabès o de un Valente. Poemas-aforismos encaminados a tallar un yo esencialista, hay muchos ejemplos,
52-. Nosotros somos objetos estériles e individuos no iluminados y nosotros somos híbridos y resinosos y no solubles en la belleza.
458-. El presente se ladea en el vacío, sobre todo en la noche.
462-. Recorro mi yo, buscando ultracostas.
660-. Si existiera el lenguaje, yo no escribiría.
O descripciones de aliento haiku, que terminan en una agudísima sentencia poetizada digna de un excéntrico filósofo de la ciencia:
664-. La abundancia de pájaros ha cesado. Ninguno dice, ninguno vuela. El cielo está cambiando. La realidad está separada de muchas unidades de medida.
Incluso hay comicidad:
313-. El agua tiene un dialecto que se oye en los muelles, se oye su sistema onomatopéyico, que choca contra barcos anclados, contra los metales del fondo de la obra. El mar sufre solo, como un vasto preso.
Ese tipo de cosas las veo muy cercanas a cierta parte de mi poética.
Respecto a tu poética, tampoco la veo tan distante de la de Cabal. Aunque es cierto que, a mi modo de ver, tu poesía no busca tanto ese esencialismo del yo [esa implosión] como sí un despliegue en el mundo presupuesto palpitante [explosión], precisamente en eso último veo vuestra parentela, ya que en Cabal, como dije, está ese despliegue.
Por decirlo ya: creo que la poética de Cabal, la tuya y la mía, se tocan en un punto: su aliento presocrático. El momento en el que lo que hoy llamamos filosofía, poesía, ciencias, matemáticas, religión, etc., eran la misma cosa. Creo que los tres bebemos de algo así. Cabal lo articula en el lenguaje y forma de su tiempo [aunque, como hemos dicho, avanzado a su época], y nosotros en el nuestro, el del píxel, los telepredicadores, el “¿Te gusta conducir?”, los talibanes de Afganistán y la era de simulacro, pero es la misma cosa.
Pero, cambiando de tema, ¿no encuentras, como envolvente a todo el poemario, la búsqueda de una deidad, por laica [o no] que sea? ¿No te parece una “respuesta poética” a la postura [estrictamente filosófica] existencialista, o por el contrario te parece que abunda en el existencialismo?
VLM. Apuntas varias cosas interesantes. Las menciones a los filósofos presocráticos no son inapropiadas hablando de Cabal, ya que él las utiliza en el “Limen” escrito para la nueva edición de El espacio como lenguaje (Idea, 2008); este concepto del espacio como lenguaje, por cierto, tampoco resulta extraño a nuestras obras, ¿verdad? Los temas que tocan los presocráticos (agua, fuego, tiempo) están muy presentes en Campo nublo; casi todos los fragmentos conocidos de Heráclito están interpretados, revertidos, de un modo parecido al que Ducasse utilizara en sus Poésies (1870), cuando retuerce el sentido de los aforistas de la época y deconstruye sus pensamientos. Me gusta Cabal porque escribe contenida y brevemente, y sin embargo cabe todo ahí: si Cabal buscase una deidad, creo que sería en todo caso panteísta. Le atrae lo holístico, aquello que busca al ser en todas las cosas. No rechaza nada (en esto, como apuntas, hay un gran punto de encuentro con tu poesía). Observa el fragmento 94: “Canta, oh poesía, cántate a ti misma. Sé tu propia basura”. No es frecuente este paso de lo sublime a lo mostrenco. Digo sublime porque el fragmento 93 me lo parece: “La dirección de la muerte no la sé. Orfeo sí. Colaborado por los dioses, traspuso la puerta y llegó a la macroniebla. Ahora, Orfeo está muerto, los dioses se han ido, y todo ha quedado a cargo de la carne”. Heidegger y Nietzsche ahí metidos, como si nada, encarnados. Los dioses nos han dejado a la intemperie y sólo nos queda el cuerpo. Si sustituimos “todo ha quedado a cargo de la carne” por “todo ha quedado a cargo de la materia”, tenemos la que sería, a mi juicio, la médula de la poesía de Cabal. En 413 se pregunta: “¿De qué están hechas las cosas que están no hechas? ¿Sabes tú de qué están hechas las cosas que no son? ¿Quién hizo la no realidad y le puso mente?”. En 497: “La realidad del pensamiento es terrible. Me pierdo en su materia compuesta, tal vez duermo en sus sueños”. Y casi cerrando el poemario: “Los tres estados de la materia son: el poético, el presocrático y ambos” (811). Hilemórfica, materialista, buscadora del arjé o principio del que están compuestas todas las cosas, la lírica de Cabal entronca directamente con la poesía antigua, pero quizá no tanto con la griega de Píndaro como con la romana de Lucrecio. La materia esencial, aprehensible sólo mediante el conocimiento del poema, como rerum natura. Bueno, Agustín, creo que ya nos hemos puesto lo suficientemente espesos. Antes de quitarles las ganas a más lectores, si se te ocurre alguna otra razón para recomendar Campo nublo, es el momento.
AFM. Sí. Cojan el libro, abran al azar, empiecen a leer por donde quieran, y comprobarán que el 82% habla de algo que les afecta, y el % restante de algo que les afectará en las próximas horas. Un fenómeno poético que pocas veces se da.
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10 comentarios:
Hola,
¡Gracias por la referencia a los dos!
Me ha gustado la idea de ofrecer este diálogo en torno a las distintas lecturas de una misma obra. ¡Hay que repetir este tipo de reseñas!
Saludos,
A veces 4 ojos ven más que 2. Saludos, Ana.
Muy de acuerdo con Ana.
Me parece más que recomendable que repitas a menudo este ejercicio.
Y quizá sea aun mucho más interesante si las charlas las mantienes con escritores, críticos o artistas cuyas poéticas sean bien distintas a la tuya
Así intentaré hacerlo, anónimo; seguramente salgan más cosas cuanto más diferentes sean los puntos de vista, en eso tienes razón. En este caso sólo ha ocurrido que AFM era la única persona de la que yo tenía noticias de que hubiera leído el libro. Gracias por la sugerencia.
Se puede encontrar la obra de Antidio Cabal, o parte de ella, en PDF. Para los que tengáis un libro electrónico (me acabo de comprar el Sony Reader PRS 700 y me está gustando bastante, con el hándicap de que de literatura actual, poca cosa)he encontrado al menos dos direcciones: [url=http://www.todoebook.com/bibliografia.asp?autor=Antidio+Cabal&bio=]Obras de Antidio Cabal[/url]; y en [url=http://uned.todoebook.com/CAMPO-NUBLO--1956--ebooks-9788483826102.html] en la biblioteca de la UNED [/url].
Saludos.
Excelente recomendación, Jordi. Yo cada vez estoy más acostumbrado a la lectura electrónica, y para quienes se quejan de los precios de los libros la edición electrónica (cuando la hay, como en este caso) es garantía de pagar lo justo por el libro. Un abrazo.
Me temo que he metido la pata y he borrado mi propio comentario.
Repetimos:
- Vicente, Jordi, a ver cuándo inventan el "Google teletransporte" y nos tomamos unas cañas para que me enseñéis los aparatitos (dicho así, suena tan gay-estupro...), ya se me entiende, que aún no he visto un lector electrónico decente.
- Gracias por este diálogo a Vicente y Agustín, me parece una idea útil y divertida que dos autores plasmen su óptica y su prisma sobre un mismo texto. Otra de las utilidades de lo virtual.
- Vicente, ¿cuánto sueles tardar en poder ver lo que te llega al Apdo. de Correos de Córdoba? Igual debería mandarte el PDF. Te escribo con eso y otro asunto a Yahoo en 3... 2... 1...
Abrazos a todos.
Gracias, Sergi. Los libros que alguien me manda al apartado tardan en llegarme unos 20 días desde que esa persona los paga en correos. Parece mucho tiempo, a mí me lo parecía al principio, pero creo que esa prisa es un mecanismo inconsciente del mercado editorial, y he aprendido a relativizar muchas cosas al irme fuera, sobre todo el tiempo. No hay que hacer caso a quienes dicen que un libro de narrativa "caduca" en tres semanas. De eso nada. Todos los grandes éxitos de literatura no best-seller son la historia de cómo un libro ha llegado a las estanterías, no se le ha hecho caso, han vegetado allí y un acontecimiento sobrevenido con posterioridad (una crítica, un comentario, un premio) han "resucitado" al libro y lo han devuelto al primer plano de la actualidad (y a los estantes de los que había sacado). Lo que intento decir es que es sanísimo leer un libro después de pasado el "hype" de su publicitación al uso en revistas, periódicos, suplementos, etc. Pasados un par de meses, lo que queda finalmente es lo único importante: el propio libro, sin ayudas de nadie. Sus páginas desnudas. Y esos 20 días ahora me parecen casi pocos... Saludos, Sergi.
Se ha cruzado el comentario mientras te redacto el mensaje de correo (lo aprobaste enseguida), así que aprovecho y suscribo algo: la inmediatez a veces merma otros puntos de vista sobre el libro, más reposados, más distanciados, esto es: más lúcidos. Por eso, entre otras razones, me tomo mucho tiempo antes de hacerle una reseña, por ejemplo, o de asignarle una lectura concreta en mi imaginario.
Bueno, que me lío, sigo en Yahoo.
Abrazos.
Gracias, Vicente, por este post sobre Antidio Cabal, y por saber que nada más conociste su libro central "Campo nublo" te despertó tanta curiosidad, que te llevó a entablar este diálogo con Agustín Fernández Mayo, quien ya conocía ese libro de Cabal. Por eso, y por la curiosidad que ha despertado este poeta tan desconocido pego aquí debajo datos bibliográficos sobre el autor, para que todos se hagan una idea más próxima a quién es este poeta que yo también admiro mucho y moví lo inamovible por preparar editorialmente toda su obra, como tú mismo has apuntado, la mayor parte inédita. Siempre -apenas conocí alguno de sus libros- creí que merecía la pena hacerlo asequible.
"
Antidio Cabal González nació en Las Palmas (Islas Canarias) en 1925, hijo de padre asturiano, militar de profesión con destino en Canarias, y de madre lanzaroteña de origen humilde.
Vida dispersa en diversas ciudades y pueblos y países, tras Las Palmas: Alcazarquivir y Larache (Marruecos), Teruel, Muel, Alicante, Muchamiel, Marsella (Francia), Barcelona, Tenerife, Córdoba, Madrid, Venezuela, Costa Rica, Nicaragua. Profesor de Filosofía en la Universidad Central de Venezuela y en el Instituto Universitario de Caracas; en Costa Rica, de la Universidad Nacional. Cofundador de la Editorial Costa Rica y de la Editorial de la Universidad Nacional -EUNA- de Costa Rica. Es autor del prólogo y epílogo de Poemas reunidos, la poesía completa de Ernesto Cardenal, editada en 1969 por el Departamento de Cultura de la Universidad de Carabobo (Venezuela). Del mismo autor se encargó de la primera edición de El evangelio de Solentiname, Oráculo sobre Managua y Canto al Frente Sandinista de Liberación Nacional, así como de Cementerio Privado del poeta gallego Celso Emilio Ferreiro. En Costa Rica fue editor, en las Ediciones Oro y Barro, de destacados poetas costarricenses: Isaac Felipe Azofeifa, Ana Antillón, Rafael Duverrán. Fue fundador y/o director de revistas en Venezuela y Costa Rica, como también de suplementos culturales en este último país. Ha impartido cursos sobre ética y estética, sobre la naturaleza de la poesía, así como uno relativo al curso axiológico de la historia de Costa Rica, todos destinados a académicos universitarios. Paralelamente a la creación poética ha cultivado el ensayo, centrado fundamentalmente en temas literarios y filosóficos. Fue corrector de estilo de los presidentes venezolanos Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera.
Como poeta, las primeras publicaciones de Antidio Cabal aparecen en periódicos y revistas de su ciudad natal, Las Palmas, siendo parte de un "grupo generacional de amigos en la poesía" como Juan León, José Luis Gallardo y Juan Mederos, los poetas más jóvenes y desgajados de los poetas mayores –todos, un grupo como el otro, crecidos al calor y la instrucción del gran animador cultural Juan Manuel Trujillo- que en 1947 publicaron la Antología Cercada: Agustín y José Mª Millares Sall, Pedro Lezcano, Ángel Johan y Ventura Doreste, en un momento histórico en que la poesía se debatía entre el realismo social y las variaciones existenciales y metafísicas. 1947 fue el mismo año en que Antidio Cabal zarpó con rumbo a Venezuela, huyendo de convertirse en un soldado más al servicio de Franco."
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