Siguiendo con nuestra continua apuesta por las editoriales independientes, hoy me gustaría hacer referencia a dos, Barataria y KRK, que han editado o van editando algunos libros de narrativa interesantes. Hoy apuntamos dos de Barataria, La casa de cartón (1928), del peruano Martín Adán, y Un año (1934), del chileno Juan Emar (seudónimo de Álvaro Yáñez Bianchi), dos autores latinoamericanos no muy conocidos en nuestro país, y una de KRK, La soledad del cometa, de Luis Rodríguez. Ojalá estas publicaciones ayuden precisamente a difundir como merecen a estos escritores y sus obras.
Luis Rodríguez, La soledad del cometa; KRK, Oviedo, 2009
Interesante primera obra de un “joven” escritor novel de 51 años, Luis Rodríguez, del que no sabíamos absolutamente nada, pero del que ya nos gustaría saber más. El protagonista de esta novela es lo que llamaríamos un sujeto equívoco, alguien cuya identidad no sólo no se aclara conforme avanzamos en la trama sino que se disipa y se desdobla cada vez más. El objetivo de la narración no es delinear su carácter, sino disolverlo. Es una novela que busca todo lo contrario de lo que se proponía la prosa moderna (de la que el autor, sin embargo o mejor dicho sin remedio, parece haber aprendido mucho); y no es que La soledad del cometa pertenezca al posmodernismo literario, sino que sería más bien antimoderna. No en el sentido de Compagnon, sino en el de Cioran. Su posición es la de la duda y la destrucción. Tiene razón el editor cuando apunta que esto no es realismo sucio ni novela social actualizada. Yo hablaría de realismo nihilista. Un Bernhard brutal cruzado con Philip Roth. Muy recomendable.
Un año es una nouvelle extraña, vanguardista, que bebe del creacionismo (Huidobro aparece citado en una nota al pie) y del surrealismo, este último conocido por Emar en su periodo parisino. Vila-Matas, en un artículo sobre Emar que Barataria ha situado como prólogo, relaciona su estilo con el de César Aira, y creo que acierta de pleno; no sólo por la extensión breve de la obra, sino por el humor, la fulgurante imaginación y la libérrima actitud a la hora de componer, que lo mismo lleva a Emar a realizar una descripción naturalista de una plaza que a relatar un vertiginoso descenso a las profundidades de la tierra a lomos de una planta.
Respecto a La casa de cartón, de Martín Adán, reproduzco algunos fragmentos del prólogo que he escrito para el libro:
(…) Martín Adán es un personaje poco conocido en España; apenas los estudiosos de la poesía de vanguardia latinoamericana conocen este nombre, bajo el cual se esconde el escritor Rafael de la Fuente Benavides (Lima, 1908-1985), un poeta bohemio y atorrante similar a los Armando Buscarini o Pedro Luis de Gálvez que en fechas parecidas poblaban los cafés madrileños. De hecho, sobre Adán se escribió que “en cualquier café o bar de Lima es posible encontrar, perdido entre la múltiple fauna urbana, a un hombre descuidado en su traza y su traje (...) Sumido en sí, huidizo y sardónico, encasquetado un sombrero deforme, cubierto por un sobretodo basto, con la barba crecida”[1]. Un hombre anegado en alcohol que visitaría diversos sanatorios mentales. Pero, más allá de su tendencia autodestructiva, era un hombre sensible, muy inteligente, y un excelente poeta, como puede verse en La mano desasida, un libro de ocho mil versos escrito a partir de las ruinas de Machu Picchu. (…)
La casa de cartón es la piedra fundacional de la vanguardia peruana, en varios sentidos, pero también era una despedida de estructuras coloniales, tanto en la forma como en el tema. La visión de unos días en el balneario de Barranco, con un tono entre decadentista y onírico, con un lenguaje entre visionario y dannunziano, recorre estas páginas tocadas por la gracia, preñadas de referencias al psicoanálisis y de una agudeza de observación aún contemporánea. (…)
El resultado de todo este venero catedralicio y vanguardista, tradicional e innovador, limeño y europeo, etéreo y pétreo, es una prosa que recuerda por momentos a la que en esos mismos momentos hacía al otro lado del océano Ramón Gómez de la Serna: “el bigote, ceniciento, de guías doradas, que parecía brotar de las fosas nasales como una dura humareda de alquitrán”, si bien la percepción de Martín Adán tiende a la puntual trascendencia de la mirada, a una metafísica rara de ver en el autor madrileño (…)
El precio de estos tres libros juntos creo que no supera los veintinueve euros o treinta y cinco dólares. Si los 16.000 lectores de este blog invirtieran esa cantidad, que me parece comedida y razonable, e incluso menos dinero, todos los meses o los meses que pudieran, en libros de calidad de editoriales independientes, se produciría un significativo impacto en el sector. Un sector que requiere de los lectores de auténtica literatura (también la hay en editoriales de grandes grupos, por supuesto) un apoyo real y tangible, sobre todo en estos tiempos de crisis económica.
[Relación del crítico con los autores reseñados: ninguna.
Relación con la editorial KRK: ninguna. Relación con Barataria: me encargaron el prólogo de La casa de cartón]
[1] Sebastián Salazar Bondy, “El conflicto vital de Martín Adán”, Mercurio Peruano, Lima, nº 388, agosto 1959, pp. 344-346; citado en E. Mª Valero Juan, “Sobre alturas y abismos, Neruda y Martín Adán”, América sin nombre, nº 7, Universidad de Alicante, diciembre 2005, p. 102.