Ana Gorría, Tiempo profundo. Un poema en duermevela. L’Hospitalet de Llobregat: H&O Editorial, 2025.
Lola Nieto, La isla desnuda. Valencia: La Caja Books, 2024.
Suele hablarse del tema de la desfamiliarización en la literatura. Pero ¿qué ocurre cuando lo ya desfamiliarizado se desfamiliariza de nuevo a través de lo personal? ¿Se produce en estos casos una reversión o, más bien, lo que acontece es una extrañeza de segundo grado? Estos dos libros de Lola Nieto y Ana Gorría podrían leerse como una larga y profunda respuesta a esa pregunta, que parece optar por la segunda posibilidad. Y no es el único elemento que Tiempo profundo y La isla desnuda tienen en común. Ambos pertenecen a un género literario de poco recorrido en nuestro país, que podríamos llamar “ensayo poemático” o “ensayo lírico”, en cada libro con diferentes tonos y variedades; además, están escritos por dos notables poetas obsesionadas con la visualidad (la fotografía en el caso de Gorría, el cine en el de Nieto) y la etimología (puesto que el origen de los términos abordados es constante, casi obsesivo en ambas autoras); en los dos textos la muerte del padre tiene un lugar fundamental, que crece conforme avanza la historia; combinan una mirada teórica adscribible al pensamiento salvaje y una rica sensibilidad, enemiga de cualquier ñoñería; ambos examinan la polisemia del término “yo” (Nieto, p. 80; Gorría, p. 68), y los dos títulos son extraordinariamente sugestivos y sorprendentes, conmovedores cada uno a su manera.
No voy a hacer una reseña conjunta de La isla desnuda y Tiempo profundo, porque tal desafío requeriría un número de páginas incierto y terrible, así que apenas me limitaré a una breve y viva recomendación. Lola Nieto ha comentado en alguna entrevista la extrañeza que Japón todavía le produce, pero debemos apuntar rápidamente que esta extrañeza nada tiene que ver con el “exotismo”, etiqueta que a veces se aplica a cualquier obra cultural que ponga a Japón en el núcleo de sus intereses. El exotismo barato solo llegará si es poco el conocimiento sobre lo japonés o si es zafio el tratamiento desde el cual se aborda (y esto vale para lo japonés en particular y lo asiático en general). En el caso de La isla desnuda estamos justo ante el ejemplo contrario: el máximo respeto de la autora hacia la cultura abordada se demuestra en su estudio del japonés, en su decisión de vivir en Kioto, en su inmersión en todas las facetas de la cultura del país, en su conciencia y aceptación de la distancia que siempre le separará de Japón. Justo en ese hiato reside lo valioso del acercamiento, al menos para mí, que busco que alguien que no sea japonés me traduzca culturalmente aspectos relevantes de ese mundo: me temo que la lectura de un ensayo de un nipón sobre su país no me produciría, en absoluto, el mismo hechizo, porque tendría la impresión permanente de perder todo lo importante, aquello que el japonés ya ni ve, por su mirada acostumbrada. Es el desajuste, la exterioridad crítica y amante a un tiempo, lo que provee de energía La isla desnuda, donde Nieto nos aclara qué pérdidas se producen en el acercamiento, con lo que el libro no puede ser más honesto. Y esa es solo una de sus numerosas virtudes. A mi juicio, lo mejor de este ensayo-poema de Nieto es su escritura, la potencia delirante de su prosa lírica o verso en prosa, según zonas, que no sorprenderá a quien conozca la poesía anticonvencional de la autora.
En el caso de Tiempo profundo, el concepto geológico que da título al libro ya alumbra sobre el propósito de Gorría: la comunicación entre el pasado remoto (general y personal) y el presente de la escritura, a través de la omnipresencia de la fotografía en general y los álbumes familiares de fotos en particular. En este caso no puedo dar muchas pistas sobre el ensayo ni ahondar en detalle porque hay un “giro narrativo” que no puedo mencionar –y no por destripar elementos, sino porque hacerlo conllevaría la crueldad de privarles a ustedes del descubrimiento– que es el gran hallazgo del libro y que dispara su valía. La inteligencia con la que la autora habla de la imagen y su estrecha relación con la identidad personal nos permite asomarnos a la obra de numerosas fotógrafas, cuyos proyectos artísticos son analizados por Gorría y tejidos –muy hermoso el capítulo dedicado a las almazuelas o patchworks textiles– a su experiencia y su mirada. Tiempo profundo es un ensayo audaz sobre la pérdida y la ausencia, explicadas desde sus antagonistas, la presencia y el reencuentro.
En un mundo a veces tan predecible como el del ensayo, la mirada de mujer poeta que incorporan Lola Nieto y Ana Gorría, con su modo metanoico de escribir, que convierte el texto en un flujo donde prosa ensayística y poema pueden cederse la voz en la misma página, es un torrente de aire fresco que conviene destacar y cuya lectura debe recomendarse con fervor.
[Relación con las autoras: ninguna. Relación con las editoriales: ninguna con H&O, alguna que ya habrá tiempo de aclarar con La Caja Books].