viernes, 19 de abril de 2013
El blog decreciente
Quizá lo sepáis ya, pero desde hace tres semanas tengo, además de Diario de Lecturas, otro blog, sin título, dentro de El Boomeran(g):
http://www.elboomeran.com/blog/1506/blog-de-vicente-luis-mora/
Es un proyecto distinto a este. Para empezar se trata un blog decreciente. Si todo va bien tendrá 100 entregas, cada una de 500 palabras exactas. Se han publicado ya la 100, la 99 y hace un momento la 98. No es un blog de crítica literaria, sino un ensayo literario de 50.000 palabras, fragmentario y en marcha, escrito a través de un blog.
Sigo pensando que el blog es uno de los instrumentos literarios más precisos, maleables y sugestivos de nuestro tiempo. De ahí que lejos de abandonar este, me dedique a la práctica por duplicado.
Es posible que las entregas de este Diario de Lecturas se espacien porque, a pesar de que mis ganas son dobles, mi mente sigue siendo una y escaso mi tiempo libre. Intentaré que lo que aquí aparezca siga teniendo la poca o mucha calidad de siempre.
Nos vemos aquí, o allí, o en donde queráis. Abrazos.
domingo, 7 de abril de 2013
Afinación
Yo sentía que el instante tenía un sentido oscuro que era preciso
afinar y perfeccionar.
Jean-Paul Sartre, La
náusea
En los últimos meses han coincidido en las estanterías tres libros que
tienen un elemento en común: los tres suponen una especie de afinación de los temas, tonos e
intereses de sus novelas anteriores. Hay que decir que las tres novelas son
excelentes y que no pueden ser más dispares o diferentes entre sí. Parecen
escritas por tres escritores de tres países o mundos distintos, algo que
simboliza la riqueza y variedad de la última narrativa española, que está
pasando a mi modesto entender por un momento dulce.
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1. Aforismos dopados
Las
mujeres suelen fijarse en los detalles. Yo también. Sobre todo me fijo en los
detalles.
Javier
Moreno, Alma
El primer ejercicio de afinación me ha parecido encontrarlo entre las
dos últimas novelas del murciano Javier Moreno. Alma (Lengua de Trapo, 2011) y
2020 (Lengua de Trapo, 2013) están
escritas desde una autoficción distanciada pero explícita. También comparten
temas, sobre todo el argumento principal y último (común a su vez a las obras
de Sara Mesa y Menéndez Salmón sobre las que hablaremos después): la abyección
del ser humano. “Creo que el ser humano es en esencia una especie abyecta y que
ese es el secreto de su éxito evolutivo. Ante la ingenuidad y la abyección,
siempre me decanto por la ingenuidad. No puedo escribir la palabra abyecto sin
pensar al mismo tiempo en Thomas Bernhard.” (Alma, p. 16). También hay obsesiones habituales de Moreno en ambos
libros: las referencias científicas, la distancia entre copia y original, Josefine Mutzenbacher, la higiene
íntima, IKEA, el ruido blanco, la moda, Google Earth como proveedor de sentido
entre realidades lejanas, los pequeños detalles elevados a símbolos cósmicos,
etc. Si María tiene en Alma una
carpeta de fotos a la que denomina “Alma”, Gowan tiene en 2020 otra carpeta de imágenes a la que titula “Revelaciones”.
Aunque parecen obras diferentes, la estructura de 2020 es similar a la de Alma,
pero amplificada: los hallazgos de
una línea ahora son de una frase. Los de un párrafo se hacen ahora de una
página. Están más elaborados, son relámpagos en vez de fogonazos, pero la
escritura se basa en el encadenamiento de destellos de inteligencia y
observación. El argumento, más trabado y “legible” en 2020 sigue sin ser importante, algo sobre lo que el autor no ha
dejado de ser explícito: “El argumento siempre me ha interesado más bien poco
en las novelas. (…) El resto —la trama— no son sino extrapolaciones. La vida es
una suma de acontecimientos carente de trama. Como mucho, podría hablarse de
pequeñas convergencias que procuran la ilusión de sentido” (Alma, pp. 30-31).
Del mismo modo que las lámparas LED se iluminan gracias a lo que los
electricistas llaman el “silicio dopado” (semiconductor de banda prohibida
indirecta en la terminología científica), Alma
y 2020 se construyen a partir de
aforismos dopados, destellos o fogonazos que han sido desarrollados en pequeños
párrafos cegadores; haces de luz cebados destinados a iluminar las zonas en
penumbra de nuestra realidad cercana. Así, de un detalle de Alma,
“—Es la primera lección del bróker. Comprar acciones a la baja y vender
al alza.
—Un principio de conservación del dinero.
—Efectivamente. Una sabiduría equiparable a la de los maestros
taoístas. La única apuesta segura es la apuesta por el vacío.” (Alma, p. 79).
Moreno
levanta ahora una reflexión monumental sobre el ciego azar bursátil, la tiranía
del dinero, la crisis económica y la virtualización de la “gran economía”, que asfixia
la devaluada microeconomía individual. Aquí aprecio un gran parecido con (o un homenaje a) la
novela Cosmópolis de Don DeLillo,
pues tanto Gowan, el personaje millonario de Moreno, como el Eric Packer de
DeLillo, se mueven por la ciudad en un coche, juegan a bolsa y llevan a veces a
sus asesores dentro del vehículo con un ordenador. Desde allí ambos elaboran
discursos mitad sociológicos, mitad oníricos, sobre nuestro tiempo: “no es que seamos testigos tanto del flujo de la información cuanto de
un espectáculo puro, o de la sacralización de la información, ritualmente
convertida en algo ilegible” (Don DeLillo, Cosmópolis;
Seix Barral, Barcelona, 2003, p. 100); “el dinero es vulgar porque es todavía
algo material (…) Los espíritus viajan a la velocidad de la luz, se propagan a
través de ondas y fibra de carbono y se materializan en forma de cifras” (2020, p. 95). Ambos elaboran su Arte de la guerra particular, para un
campo de batalla por completo desmaterializado, sin que eso signifique, por
desgracia, que no haya víctimas reales.
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2. Panópticos corporales
Ah,
las cuatro paredes de la celda…
Sara
Mesa, Un incendio invisible
Cuatro por cuatro (Anagrama, Barcelona, 2012) tiene
varios puntos en contacto con Un incendio
invisible (Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2011), la anterior novela
de la poeta y narradora sevillana Sara Mesa. En ambas un personaje masculino en
crisis vital, con leves problemas oculares (miopía en Cuatro, astigmatismo en Un
incendio; si apunto la anécdota es porque creo que la autora la emplea como
metáfora de la imposibilidad de los protagonistas de acceder íntegramente a la
experiencia), con una mujer clavada en el recuerdo (la loca Lola, Elena), y con
total desgana por su nuevo trabajo, llega a una institución (un geriátrico, un college), que bajo una capa de
normalidad encubre numerosos y terribles secretos. Buena parte de la historia
en ambas novelas transcurrirá describiendo cómo el personaje aprende las nuevas
y extrañas reglas, se diluye en ellas con total inanidad y desinterés, con la
sensación de estar dentro de una obra de teatro (Cuatro, p. 241; Un incendio,
p. 191), mientras que va descubriendo oscuras relaciones entre los habitantes y
los trabajadores. Ambas instituciones acaban siendo cárceles de vigilancia y
control absoluto más que lugares donde sanarse o aprender. Y hay más: esas
instituciones están ubicadas en ciudades inexistentes (Vado, Cárdenas), con
ligero parecido a ciudades reales, y la sociedad es distópica en ambos casos:
Vado está siendo abandonada por sus habitantes sin que se conozca el motivo,
Cárdenas se desangra en una incontrolable serie de disturbios sociales. Los
espacios vacíos, las ruinas, las zonas muertas en que los escasos habitantes
viven relaciones casi selváticas, animales, son una constante en ambas obras,
así como las relaciones de poder, sometimiento y crueldad entre los personajes,
el sexo enfermizo o disfórico, la sensación de fin d’époque, la sensación de amenaza, la “violencia sorda,
conflictos de poder, jerarquías, sumisiones” (Cuatro por cuatro, p. 136), “torturas, encierro, locura,
enfermedad” (p. 130), temas estos últimos que comparte con La calera de Thomas Bernhard, una referencia explícita de Mesa. Cuatro por cuatro es mucho más redonda
que Un incendio invisible, está mejor
escrita (sobre todo en su última parte) y la alternancia de hasta cuatro
narradores diferentes demuestra la ambición narrativa creciente de la autora.
Sólo reprochar la excesiva linealidad interna de cada parte, algo monótonas en
el modo de ir aportando información, y algunas construcciones mejorables: “casi
estoy corriendo cuando llego” (p. 119), “pero yo igual me llamo ahora de otra
forma” (p. 127). Por lo demás, Cuatro por
cuatro es una novela agudamente anclada en las zonas de sombra del ser
humano y de su hobbesiano comportamiento, y un ejercicio literario consistente
y recomendable.
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3. Lo inefable a la vista
Un
hombre es lo que ha visto.
Ricardo
Menéndez Salmón, La luz es más antigua
que el amor
La
última novela de Menéndez Salmón, Medusa,
sobre la que no nos extendemos porque próximamente hablaremos de ella en otra
parte, tiene igualmente numerosos puntos de contacto con La luz es más antigua que el amor. Aparece
otra vez un álter ego del autor (Bocanegra, seguramente), se construye sobre un
artista ficticio (Prohaska), del mismo modo que la anterior se levantaba en
parte sobre Adriano de Robertis y Vsévolod Semiasin, y sus temas principales
tienen que ver con la abyección humana, el mal y la relación entre el artista y
el poder. Amén de ello hay coincidencias aún más estrechas. En ambas se pone en
cuestión el género de la biografía (Medusa,
p. 99; La luz es más antigua que el amor,
p. 153), aparece en ambas el tema de la autodestrucción de la obra (Semiasin se
come sus pinturas, Prohaska “arrojó al mar todos y cada uno de sus dibujos”, p.
27), en ambas se ahonda –con notable perspicacia y profundidad– en el topos de la imagen, y entre las dos
aparecen prácticamente todos los horrores históricos del siglo XX, de Hiroshima
a Dachau, de Stalingrado a la Guerra Civil española. Capturar el horror es uno
de los asuntos centrales no sólo de estas dos obras, sino quizá de toda la
narrativa de Menéndez Salmón. Derek Walcott escribió sobre la última obra de
Ossip Mandelstam que “Mandelstam, en su agonía, trata de escribir un buen
poema, y este esfuerzo salva el texto para nosotros. El triunfo de escribir una
buena obra no elimina el sufrimiento vivido, pero es asombroso que la belleza
nazca de una situación de horror. Por eso no cabe hablar de pesimismo u
optimismo; la poesía es su propia verdad”. Prohaska explica los motivos para
abandonar el arte, después de su última y terrible fotografía: “mi viaje (…) ya
había cumplido su cometido, pues lo único inacabable en el mundo es el horror.
El horror es el único combustible que jamás se agota, la materia prima más y
mejor repartida en el universo” (pp. 134-35). De este modo, salvar el horror,
regresar del viaje al que se partió para dar forma artística a lo inefable, es
el objetivo de los artistas ficticios de Menéndez Salmón, que pagan un alto
precio vital por sus propósitos estéticos.
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4. Conclusión
Alguna
mente malpensada puede decir que estos autores han llevado a cabo sus
respectivos ejercicios de afinación a la vista del buen resultado que les depararon
sus anteriores novelas. No podemos negarlo tajantemente, pues ignoramos qué se
mueve en la mente de los otros escritores –y quizá es mejor así–, pero nuestro
optimismo antropológico y la confianza en la trayectoria de estos tres autores,
que han demostrado sobradamente su competencia en el género novelesco y en
otros, nos hace pensar que la afinación puede ser también un ejercicio de modestia. Del mismo modo que la
reescritura constante de Juan Ramón Jiménez supone, frente a la soberbia que le
achacan sus detractores, un evidente modo de humildad en la persecución de la mejor forma posible del poema, Moreno,
Mesa y Menéndez Salmón intentan pulir su propia obra en busca de la mejor novela
de que son capaces, aprendiendo de sus propios errores pero también de sus aciertos.
De hecho, son los aciertos los que están desarrollados en estas nuevas obras:
Mesa escribe mejor y con más ambición; Moreno ahonda en personajes y
estructuras, y Menéndez Salmón ha crecido en su capacidad de ligar la anécdota
vital de una persona con su periplo artístico. Podría decirse que han salido
ganando, sí, pero lo importante es que quienes hemos salido victoriosos, al
final, hemos sido sus lectores.
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[Relación con las editoriales: ninguna con Anagrama, ninguna con Lengua de Trapo, Seix Barral es mi editorial habitual. Relación con los autores: cordial en los tres casos]
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