sábado, 9 de abril de 2011

Qué está pasando. De la rabia al asco

1) Los movimientos estéticos de péndulo

Llega un grito a través del cielo. Ya ha ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con que compararlo.

Thomas Pynchon, Un arco iris de gravedad

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Georges Didi-Huberman comienza su magno ensayo La imagen superviviente (2002) con un pensamiento “aventurado” que, en realidad, ha sido formulado ya otras veces, pero que siempre conviene recordar: “Aventuremos la siguiente afirmación: el discurso histórico no ‘nace’ nunca.

Siempre vuelve a comenzar. Y constatemos que la historia del arte –la disciplina así denominada– vuelve a comenzar cada vez. Cada vez, según parece, que su objeto mismo es considerado como muerto… y renaciente”[1]. La historia en general como eterno retorno y la del Arte en particular como ritornello; ambas ideas tienen luenga raigambre que podríamos remontar hasta los albores de nuestra civilización en Mesopotamia. Pero la cuestión es que es así o que, en cierto modo, puede ser así, puesto que no hay una sola Historia ni una sola reflexión sobre la misma, y la defensa de la historia como recomienzos y re-finales puede sostenerse con la misma fuerza que la visión contraria, la altomoderna consideración de la Historia como progreso indefinido descrita por Kojève o Calinescu.

En el ámbito de la Estética, encontramos que desde el siglo XVIII se vienen produciendo “revoluciones” cíclicas que tienen estos elementos en común:

  1. La crítica feroz al arte o literatura anteriores, o coetáneos, a las que la “nueva” aportación viene a sustituir.
  2. La defensa de un lenguaje artístico que se propone como más próximo a lo que el ciudadano quiere, o necesita, o espera. En literatura, que es de lo que vamos a hablar aquí, se emparenta siempre el movimiento con un acercamiento “a la lengua de la calle”, expresión siempre harto confusa porque quienes hacen los discursos más intrincados también caminan –de vez en cuando– por la calle, y hasta toman un café y respiran oxígeno una o dos veces al día. Una prueba es que un artista complejo, como Jean Dubuffet, sostuviese en una conferencia ("Anticultural Positions, Chicago, 1951) que la cultura de su tiempo era "una lengua muerta que ya no tiene nada en común con la lengua hablada en la calle. Es cada vez más ajena a la vida real".

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Como ya viera José Ángel Valente, el inmediato comienzo de este proceso en términos que pueden afectar a nuestra literatura reciente (el Vasari citado por Didi-Huberman nos queda un poco lejos), se remonta al prólogo que Wordsworth escribiese en 1800 para la segunda edición de las Lyrical Ballads; allí escribía que:

The principal object, then, proposed in these Poems was to choose incidents and situations from common life, and to relate or describe them, throughout, as far as was possible in a selection of language really used by men, and, at the same time, to throw over them a certain colouring of imagination, whereby ordinary things should be presented to the mind in an unusual aspect; and, further, and above all, to make these incidents and situations interesting by tracing in them, truly though not ostentatiously, the primary laws of our nature: chiefly, as far as regards the manner in which we associate ideas in a state of excitement.

Robert Langbaum, en su valioso ensayo La poesía de la experiencia, contextualiza el proceso, explicando cómo el Romanticismo había hecho nacer dos corrientes alternas: una, que proclama la necesidad de sinceridad en el poema (Goethe), manifestado en una búsqueda de llaneza verbal y expresión próxima (Wordsworth); y otra, “Keats, los pre-rafaelistas y los movimientos estéticos y simbolistas, la poesía del arte, e incluso del artificio y la insinceridad”[2].

No me gusta la palabra insinceridad, porque creo que todo buen arte es sincero o, mejor aún, que ninguno bien hecho lo es, cualquiera que sea su estilo o propósitos; de modo que manejaremos los términos de expresión próxima o lejana. Ambas formas de expresividad se van sucediendo en el tiempo y en el espacio; a veces forman parte de fenómenos cíclicos y en ocasiones, por los procesos de aceleración temporal que comienzan en la Modernidad y cruzan la Posmodernidad hasta llegar al paroxismo en la Pangea actual, estas formas contrapuestas de lejanías y proximidades pueden también compartir un mismo tiempo e idéntico espacio. Pensemos cómo a finales del XIX en Francia lejanos neosimbolismos y naturalismos próximos comienzan a alternarse dentro del espectro artístico de la época. O cómo dos mujeres, a principios del XX, Virginia Woolf y Katherine Mansfield, generan renovaciones narrativas desde cada uno de los opuestos polos. O cómo los hiperrealismos y figurativismos pictóricos (próximos) combaten durante las etapas centrales del pasado siglo el auge de la abstracción lejana. O cómo en los años 60-70 y en lengua española, prosas de corte más realista conviven, en ambas orillas del idioma, con formulaciones más experimentales, siendo “sociales” o “políticas” todas, pese a algunos recientes y poco informados malentendidos al respecto.

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2) Qué está pasando

“ése es el auténtico aceite del mundo: queremos ver qué pasa a continuación”

Gonzalo Torné, Hilos de sangre

“y estoy convencido de que ahí radica parte del sentido de nuestra existencia, si es que tiene alguno, y es que hasta después de suicidado, en serio, ¿eh? hasta después de suicidado, sigues esperando que ocurra algo, algún acontecimiento”

celso castro, astillas

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La cuestión es que ahora mismo, en estos últimos tiempos, estamos asistiendo a un resurgir generalizado de una literatura próxima que tendría diversos rasgos, pero que podría reconocerse por los siguientes, como mínimo común denominador:

a) Se denomina a sí misma por oposición, sea a un estado de cosas social (literatura de combate), sea al estamento literario (literatura alternativa / underground), sea a un modo convencional de entender la literatura, o a todos esos hechos a la vez.

b) Reivindica, en la línea que apuntábamos arriba, tanto en prosa como en verso, un lenguaje literario más próximo al lenguaje común, por considerar que los lenguajes elaborados pueden caer en cierto escapismo respecto a los conflictos reales.

c) Manifiestan posiciones en los personajes de sus narrativas o en los sujetos elocutorios de sus poemas que los sitúan dentro de un malestar metafísico, canalizado bien a través de un lenguaje imprecativo, bien mediante pensamientos de corte nihilista, bien en expresiones literarias que van desde la rabia hasta el hastío, desde el malestar hasta el asco.

d) El lenguaje literario es en ocasiones deliberadamente feísta y directo, crudo, dirigido a golpear la estética bienpensante del lector; otras veces pueden verse gestos expresivos que buscan constituirse como una alternativa estética a los lenguajes literarios que se consideran comerciales. No es infrecuente encontrar descripciones de lo que hacen en las que utilizan palabras como grito, desahogo, vómito, etc.

e) Los autores suelen desconfiar del sistema literario central, encauzando su actividad de difusión a través de canales alternativos (fanzines, editoriales independientes o autoedición, etc.) y aprovechando el potencial de libertad que confiere Internet, especialmente las redes sociales.

Vamos a ver a continuación algunos ejemplos que me parecen representativos. Advierto que esto no es un mapa, ni mucho menos, ni guarda propósito exhaustivo alguno. Me propongo sólo seleccionar varios ejemplos sueltos que, a modo de espero roto, pueden dar una idea incompleta de la imagen total.

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Los viscerales

Hace poco se ha publicado una antología llamada Viscerales (Ediciones del Viento, 2011). En una de las entrevistas realizadas a sus editores, Mario Crespo y José Ángel Barrueco, contestaron: “Estábamos hartos de la literatura de postal”. En un reportaje[3], los dos responsables reivindicaban a autores que escribían “con las tripas”, como Bukowski, David Foster Wallace o Fante, y declaraban explícitamente que “hemos hallado la rabia que necesitábamos (…) es un ataque antisistema. Nos venden libros huecos, quizá muy bien escritos, bien vendidos, pero son cáscara, forma que come fondo”. La autora del reportaje, la poeta y periodista Rebeca Yanke, apunta: “esta teoría de la literatura visceral aboga por el desahogo, por sacar la letra de la entraña, por utilizar el rencor, el desamor y la rabia”. Y algo parecido dice la publicidad de la editorial en su web: “Viscerales es sobre todo rabia, sinceridad, corazón, hígado, riñones, calor y desnudez: un libro que contiene cuarenta ejercicios de honestidad literaria, cuarenta desahogos, cuarenta vaciamientos, cuarenta vomitonas”. Barrueco acaba además de publicar un libro titulado, significativamente, Asco.

El proyecto chileno Esta humanidad tan llena de grietas presenta sus pasquines desde el Cono Sur con este editorial: “nuestro Pasquín Literario ha presentado en sus primeros veinte números, los gritos sociales, que van desde lo visceral hasta lo poético (…) De esta forma podemos leer cómo en el número dos Carlos Ortiz presentó un acercamiento subjetivo de la ruina: ‘caminar y esperar que algo suceda / y luego así de la nada / la belleza y el caos’. Mientras que Carmen Ortiz colaboró con versos desgarradores (…): ‘heme aquí, condenado a vivir / el hacha del tormento, / a oír cómo vuelan dinamitados mis dientes, / a observar cómo mis brazos se desprenden’”.

El underground literario español: Vicente Muñoz Álvarez como ejemplo.

Hacer un mapeado del underground en cualquier sitio es inútil, entre otras cosas porque si hay algo propio del underground es su resistencia a cualquier tipo de control, etiqueta o cartografía, y su persecución de una parcial invisibilidad. Ni siquiera los miembros de la memoria del subsuelo se conocen todos entre sí. Pero la esfera alternativa de cualquier país tiene también zonas de claroscuro, que pueden ayudarnos a dar una idea de sus propósitos (teniendo en cuenta que pueden ser muchos, diferentes e incluso contradictorios). Una de esas zonas solares es Vicente Muñoz Álvarez, un narrador y poeta muy activo y que está detrás de buena parte de las mejores cosas que la literatura alternativa española ha dado en los últimos años. Él mismo describe su trayectoria en una entrevista: “Vinalia fue en su origen un fanzine de relatos ilustrados para adultos que comenzamos a editar en 1995 en León con la idea de dar salida a un tipo de literatura subterránea, alternativa y políticamente incorrecta que no solía encontrar hueco en publicaciones de corte oficial, pese a la calidad indiscutible de sus propuestas. Conocíamos ya de aquellas a un montón de escritores de talento ninguneados por el sistema y el canon, y nos propusimos crear para ellos una plataforma de expresión al tono, con una estética pulp y underground, fusionando la literatura con otras ramas paralelas, como el cómic y la ilustración, la música, el cine independiente, etc. Sacamos nueve números del fanzine y cinco libros de bolsillo entre los años 1995 a 2001 y regresamos en el 2007 con un libro homenaje, Tripulantes: Nuevas Aventuras de Vinalia Trippers, que coordiné con David González para la editorial Eclipsados. El año pasado editamos otro número con formato de libro, Plan 9 del Espacio Exterior, y un suplemento de poemas dedicado al malogrado escritor argentino Raúl Núñez. Y ahora estamos a punto de editar el número 11, que llevará por título Trippers from the Crypt. Por decirlo de algún modo, Vinalia ha sido el germen de muchos otros proyectos en los que he trabajado estos últimos años, antologías como Golpes: Ficciones de la crueldad social (que coordiné con Eloy Fernández Porta), Resaca/Hankover: Un homenaje a Charles Bukowski (con Patxi Irurzun) o 23 Pandoras: Poesía alternativa española, además, claro, de Beatitud. Fue, en suma, un punto de encuentro para diversos creadores, que nos ha servido de ensayo y cantera para lo que ha ido viniendo después”. Son muchos libros y compilaciones, pero recuerdo que en varios de ellos las referencias a una literatura hecha con las entrañas, cruda y a la contra del mainstream, así como la defensa de un realismo estético que reflejase los conflictos de la sociedad, eran partes centrales de los sucesivos proyectos.

The Offbeat Generation

Estos autores, en su mayoría, entrarían más dentro de las poéticas del asco que en las de la rabia (más vómito que grito), pero me parecen interesantes como síntoma. Copio de Wikipedia, donde se resume bien el asunto:

“The Offbeat generation is a loose association of like-minded writers working across different styles but united by their opposition to a mainstream publishing industry driven by marketing departments. The term -- coined by Andrew Gallix in 3:AM Magazine in February 2006—is a pun on the Beat Generation but more likely to be associated with the Chemical generation immediately before it (who were anthologised at the Repetitive Beat Generation also). In August 2007 Arena wrote of them: "Young, untamed, good-looking and as influenced by punk rock as they are by Proust, a new wave of loosely-linked writers dubbed The Off-Beat Generation have been blitzing the net with stories and poems via MySpace and supportive sites such as 3:AM Magazine to organise events and gain publicity." [1]. The Arena article cited Tony O'Neill, Travis Jeppesen and Tao Lin as its key members. A piece on The Guardian website discussed possible overlaps with the Brutalists [2]. According to a February 2009 feature in the Spanish daily ABC, the members of the Offbeat Generation are Noah Cicero, Ben Myers, Andrew Gallix, Lee Rourke, Adelle Stripe, Tao Lin, Tom McCarthy, HP Tinker, Chris Killen, Heidi James and Tony O'Neill [3]. In June 2009, 3:AM Magazine referred to Dazed & Aroused, by Gavin James Bower, as 'nothing less than a Less Than Zero for the Offbeat Generation'”

Los caníbales (Italia, Puerto Rico, Cuba, República Dominicana)

A muy finales de los 90 y hasta bien entrada esta primera década, una serie de narradores italianos salieron a la palestra con libros de estética cruda, llena de sexo, mutilaciones, violencia, realismo y drogas, que se ha ligado, incluso académicamente, a la película Pulp Fiction. Entre ellos había nombres como los de Enrico Brizzi, Isabella Santacroce, Simona Vinci, Nicolo Ammantini o Aldo Nove, y varios de ellos fueron agrupados en una muy comentada antología de Einaudi. Transcribimos un párrafo sobre Nove de un artículo de Pedro Egúrbide de aquella época:

“Lo que he pretendido es presentar una imagen horrorosa de algo que a mí me da miedo y que, en cambio, se vive como normal en ciertas conductas de masas, en ciertas noticias periodísticas y en ciertos programas televisivos", comenta Aldo Nove, uno de los 11 caníbales que ha aportado a la antología de Einaudi el relato de dos hinchas embrutecidos que mueren enlazados en una especie de sesenta y nueve hiperrealista y lésbico tras castrarse por simple aburrimiento, porque es domingo, no saben qué hacer y no tienen dinero para comprar un vídeo pornográfico pasable. Milanés, de 30 años, licenciado en filosofía moral, "devorador de todo tipo de lecturas desde niño", incluida la poesía contemporánea o los clásicos latinos, aunque a la hora de citar elige a "Dante, Stephen King, Chéjov y Bulgakov", Aldo Nove considera que "lo de los caníbales ha sido una magnífica idea para abrir una brecha en la literatura italiana, que en los últimos años se había estancado y vuelto aburrida. Pero también esta idea tendrá que pasar, porque, si no, los propios caníbales se harán aburridos".

No sé si por continuidad con esta antología, se publicó poco después otra de escritores caribeños, llamada Los nuevos caníbales. Antología de la más reciente cuentística del Caribe hispano (Isla Negra, Puerto Rico, 2000). Según Helena Lázaro, la mayoría de los autores incluidos en ella “presentan situaciones existenciales de vidas angustiosas, incapaces de ser felices o hacer felices a otros, hay narcisismo, egoísmo, violencia, celos, odio, sexo y muerte (…) Son transgresores, iconoclastas, les interesa presentar las realidades de la vida que los rodea, lo cual incluye violencia, crimen, corrupción, drogas, lo sexual en todos sus aspectos, los movimientos gay, homosexuales y lesbianas, prostitución, y ante la terrible falta de amor -depresión y muerte. Hay esperanza, sí, si el mundo mejora, pero mientras tanto esta generación de jóvenes autores se han dado a la tarea de con aplastante franqueza y lo más gráficamente posible presentarnos la triste realidad del mundo que nos rodea”[4].

Neo-Dadaists, New Wave Vomit

Son otros dos movimientos poéticos anglosajones, jóvenes y muy activos en la red, con una estética muy clara de oposición a los cánones poéticos convencionales, si bien sus nóminas abiertas admiten numerosas variantes. Véase para el New Wave Vomit su sencilla página web, que es una antología en marcha. Leamos un ejemplo de Timothy Willis Ferris (1980): “LaShonda rereads the word and tries to remember the definition / LaShonda closes ‘It All Adds Up’ and stares at the ceiling / LaShonda thinks ‘suicide’ and laughs / LaShonda goes to sleep and dreams of owls”; resto del poema aquí. Luna Miguel está preparando para la editorial de El Gaviero una selección de estos poetas para traducirla al castellano. La propia autora nos puso al corriente del “Neo-Dadaísmo”, del cual Kat Dixon ha dicho aquí que es un grupo de escritores cuya literatura “está caracterizada por un despliegue de primitivismo internáutico, sinsentido, emocionalidad irracional y una sobredependencia de introspección superficial, uso de drogas y sexo”.

Poesías de combate, poéticas críticas

“Entre el juego y el grito, puestos a elegir, preferimos el grito”, decía Matías Escalera en el “manifiesto” que precedía a su poemario Grito y realidad (2008), publicado por la editorial canaria Baile del Sol. Esta editorial, junto a otras como Eclipsados, Idea, Ediciones del 4 de agosto, Bartleby y algunas más están recogiendo un nutrido panorama poético que podríamos denominar poesía de combate, o de resistencia, o poesía crítica, por utilizar el plástico marchamo de Enrique Falcón, uno de sus principales practicantes y teóricos. En este blog nos hemos hecho eco varias veces de esta amplia y difusa línea estética, que recoge autores muy diferentes entre sí, cuyas líneas de trabajo pueden variar desde cierta irracionalidad poética (pienso en algunos libros de Jorge Riechmann) hasta el hiperrealismo de David González, pasando por el salmo visionario del citado Falcón o el exquisito despojamiento de Antonio Méndez Rubio. Junto a los nombres ya citados, podrían encontrarse Isabel Pérez Montalbán, Daniel Bellón, Virgilio Tortosa, Alfredo Saldaña, Antonio Orihuela, Deborah Vukusic, Gsús Bonilla, Eva Vaz, Antonio Crespo Massieu. En estéticas más crudas, rabiosas, neorrabiosas o realistas estarían otros poetas provinientes de las antologías Feroces (1997), como Isla Correyero, Roxana Popelka, Eladio Orta o Roger Wolfe, o los incluidos en Poemas para cruzar el desierto (2004), con nombres como Manuel Vilas, Luis Felipe Comendador, Karmelo C. Iribarren o Ángel Errasti. En un texto editado por Falcón, Once poéticas críticas (2007), se incluía un texto firmado por otro colectivo, el grupo La Palabra Itinerante, formado por un variable (creo) grupo de poetas: Luis Melgarejo, Miriam Reyes, David Eloy Rodríguez, Iván Mariscal, José María Gómez Valero o Miguel Ángel García Argüez. En el texto firmado por el colectivo puede leerse: “Poesía en resistencia es un concepto escurridizo –voluntariamente escurridizo–, bororoso, permanentemente en fuga, (pero) que tal vez pueda ser útil para agavillar las prácticas literarias y vitales de algunos autores y sensibilidades: numerosos poetas repartidos por todo el Estado, colectivos sociales y culturales, publicaciones… que parecen tantear similares búsquedas estéticas y sociales e investigaciones en los procesos de creación y difusión de la expresión artística”[5]. Josu Montero engloba varias de estas corrientes en una que él considera mayor, la del realismo sucio[6], configuración con la que no estamos de acuerdo, aunque esto sería largo de explicar y preferimos dejarlo para otro momento. Cierto es que dentro del realismo sucio podríamos citar algunos autores, como Roger Wolfe o Violeta C. Rangel, que pueden incluirse dentro de las poéticas del asco y la rabia aquí recogidas. Podemos tender un puente a la narrativa, y recordar que el catálogo de la editorial Caballo de Troya también recoge numerosos libros afines a varias de las estéticas anteriores y que desde ópticas parecidas a las examinadas, si bien cada una con sus particularidades, narrativas de autores como Belén Gopegui, Isaac Rosa, David Refoyo, Roberto Valencia, Diego Doncel, Pablo Sánchez, Matías Escalera, Peio H. Riaño, Inés Mendoza, Ángel Zapata, David Monteagudo, Juan Carlos Márquez, Elvira Navarro, Óscar Gual o José Morella también sostienen posiciones conflictivas hacia una realidad presentada como el mejor de los mundos posibles.

The brutalists (Inglaterra)

Otro movimiento abierto, aunque con un núcleo central claro, es el de los poetas Brutalistas ingleses. Esto es lo que puede leerse en su página de MySpace:

The Brutalists poetry movement was formed by writers Tony O'Neill, Adelle Stripe and Ben Myers during the long record-breaking heatwave summer of 2006. We are all active members of the literary underground, publishing our work via a plethora of books, anthologies, fanzines, websites, readings and weblogs - The Brutalists are possibly the first literary movement launched via Myspace. Brutalism calls for writing that touches upon levels of raw honesty that is a lacking form most mainstream fiction. We cannot simply sit around waiting to be discovered — we would rather do it ourselves. Total control, total creativity. The Brutalists see ourselves as a band who have put down their instruments and picked up their pens and scalpels instead.

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Italia: Generación TQ

http://unblogsupuestamentedivertido.megustaescribir.com/2012/01/09/giorgio-vasta-y-la-generacion-tq/

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El underground USA: el mapa imposible

Mapear los Estados Unidos en lo literario es imposible; a veces es difícil llegar a conocer bien la literatura de un solo de los cincuenta Estados. Incluso censar y catalogar el inmenso listado de escritores que viven en las ciudades de Nueva York o San Francisco llevaría años. Como el resumen es inviable, seleccionemos un libro que nos parezca significativo. Por su apertura, por su variedad, por el hecho de seleccionar desde antiguos maestros de la escritura cruda hasta practicantes actuales, por incluir letras de cantantes como Dee Dee Ramone o Patti Smith, nos quedamos a modo de resumen con el libro editado por Alan Kaufman, Neil Ortenberg y Barney Rosset, The Outlaw Bible of American Literature (2004). Incluye desde clásicos como Kathy Acker, Henry Miller o Burroughs hasta autores contemporáneos (no todos vivos) como Barry Gifford, Sandra Cisneros, Sam Shepard, las Guerrilla Girls, Shappire, Hubert Selby Jr., Dave Eggers, John Fante o Hunter S. Thompson. En su introducción, los editores sentencian en la primera frase, sin contemplaciones, lo siguiente: “Como su muy aclamada compañera y predecesora The Outlaw Bible of American Poetry, The Outlaw Bible of American Literature es un documento de sublevación contra un paisaje dominado por una dictadura literaria de gusto tibio, corrección política y banalidad realmente soporífera”[7].

Si alguien quiere citar cualesquiera otros autores, corrientes o grupos de similares propósitos a los aquí recogidos, puede hacerlo en los comentarios para completar este apresuradísimo resumen.

3) Un cuento de ruido y furia

Un libro nos ayuda a no estar solos con nuestro desorden que os consume, a no pensar en aquello que nos hace rabiar inútil e implacablemente, a cubrir el hormigueo ansioso y obsesivo que murmura dentro de nosotros.

Claudio Magris, Ítaca y más allá

No me extenderé en las conclusiones, ustedes ya las saben. No vamos a descubrir la pólvora al decir que todas estas muestras de rabia, asco, enfado o acritud tienen que ver con el “estado del malestar” y las limitaciones de nuestro modus vivendi dentro del sistema capitalista, llevadas ahora al extremo en la generalizada crisis económica. Poemarios como Hace triste (2009), de Jordi Virallonga, o novelas como El peso del mundo (2010), de Pablo Sánchez, son eco directo de un malestar social que vuelca toda su rabia en la literatura, por lo común sin intentar pontificar sobre el problema. En la mayoría de los casos, con excepciones, los autores molestos encuentran suficiente razón en la descripción de algunos de los síntomas, que claman por sí mismos. Veamos este párrafo de David Refoyo, en su interesante novela 25 centímetros (2010), donde uno de los protagonistas se enfrenta al mismo panorama laboral al que se asoman cotidianamente muchos jóvenes europeos: “él estrecha mi mano y firmo otra sentencia por tres meses más. Supongo que cuando los políticos hablan de flexibilizar el empleo para generar puestos de trabajo se refieren a esto. A pasar por la misma situación cada tres meses. A sentir la explotación bien cerca. A amoldarse a la incertidumbre. A no olvidarse, ni un momento, de que somos un producto de usar y tirar”[8]. Pablo Sánchez, en su novela, escribe: “pero podemos consolarnos, no somos los únicos. La obsesión por la economía está en todas partes, nos rodea, nos invade, llega hasta nuestros sueños y deseos más íntimos. Estamos colonizados por el dinero”[9]. Corren unos tiempos en que la crisis mundial ha conseguido hacer la economía todavía más patente de lo que siempre ha sido; antes era la omnipresente obsesión que el sistema introducía a los ciudadanos por el trabajo y el dinero; hoy, nos enfrentamos a la obsesión por no perder nuestra posición económica, bien como países, bien como individuos.

Los jóvenes se enfrentan a una situación más dura: ante sí contemplan tan sólo una larga existencia sin demasiadas expectativas. Por más formados que estén, por más carreras que acumulen, se topan con un escenario laboral mileurista (en el mejor de los casos) y con una larga sucesión de contratos basura, en casi cualquier país occidental. “Manos arriba, esto es un contrato”, decía una pintada callejera en Madrid hace unos días. Como ya explicamos en Pangea, es difícil de asimilar para un gran sector de la población el hecho de entenderse parte de un mecanismo social que los considera sujetos nómadas, portátiles, intercambiables, que harán lo que sea necesario para adquirir su espacio de comodidad. Como bien dice Remo Bodei, la piedra de toque que distingue al sujeto posmoderno del moderno es “su reformulabilidad”[10], la capacidad otorgada de reconstruirse como otro, por supuesto sin contar necesariamente con su voluntad en el proceso. Esa alienación, en el sentido etimológico de ser un alienus, un otro, para progresar o incluso sobrevivir, genera un malestar de fondo que en este momento en concreto no duda en expresarse con libertad.

Esta sensación de final de época, de caída de los sueños (el americano, el del estado del bienestar), esta incertidumbre generalizada, este miedo que parece conminar a los ciudadanos a no quejarse mucho por si las cosas pueden ir –todavía– a peor: eso es lo que está pasando. Y mucha de la última literatura (por supuesto con numerosos antecedentes históricos, como hemos visto), adopta una postura de rabia, de asco y de enfado que admite diversos registros estéticos, todos ellos caracterizados por la proximidad antes citada. Si algo parecen tener en común estos registros, y con esto enlazamos con el principio de este post, es su voluntad de generar un discurso de calle, un lenguaje próximo al ciudadano y muy cercano a sus inquietudes y a su propia rabia. Por eso entiendo que no puede desacreditarse (nunca, pero menos ahora, aun siquiera por motivos éticos) a una literatura que escoge pronunciarse, plantarse, mostrar su enfado, su asco o su rabia, ante lo que está pasando. Porque, si ni siquiera podemos hablar como queremos, y quejarnos con el lenguaje que elijamos, ¿qué nos queda?

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(Hay demasiadas menciones de nombres aquí para establecer mis relaciones con todos. Basta decir que honestamente creo que ninguna de las personas aquí citadas por mi relación personal con ellas)

NOTAS

[1] G. Didi-Huberman, La imagen superviviente. Historia del Arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg; Abada, Madrid, 2009, p. 9.

[2] R. Langbaum, La poesía de la experiencia, Comares, Granada, 1996, p. 94.

[3] Realizado por Rebeca Yanke para Sección Campus de El Mundo 09/03/2011.

[4] http://www.ciudadseva.com/obra/2001/hl01.htm

[5] La Palabra Itinerante, “Una manera de mirar pájaros en vuelo: Una aproximación a la poesía en resistencia”; en Enrique Falcón (ed.), Once poéticas críticas; Centro de Documentación Crítica, Madrid, 2007, p. 56.

[6] Josu Montero, Breve génesis de la poesía política española actual: subversión lingüística y realismo crítico”; Revista Zurgai, diciembre 2003.

[7] Alan Kaufman, Neil Ortenberg y Barney Rosset, (eds.) The Outlaw Bible of American Literature; Thunder’s Mouth Press, New York, 2004, p. xvii. Traducción mía.

[8] D. Refoyo, 25 centímetros; DVD Ediciones, Barcelona, 2010, p. 21.

[9] P. Sánchez, El alquiler del mundo; Destino, Barcelona, 2010, p. 66.

[10] R. Bodei, Destinos personales. La era de la colonización de las conciencias; El cuenco de plata, Buenos Aires, 2006, p. 458.

27 comentarios:

Luna Miguel dijo...

Qué ganas de que salga esa antología en El Gaviero. Lo que quiero precisar aquí es que no hay una generación NWV como tal. NWV es una simple revista que lleva Ana Carrete, una chica mexicana, en la que, como hago en Tenían Veinte Años y Estaban Locos, va publicando a mucha gente (entre sus poetas hay autores de Nueva Zelanda, Canadá, Argentina, España...)

Lo que me ilusiona de la traducción de alguna de esta gente en España es la mezcla. Muchos de ellos dicen pertenecer a corrientes bien distintas. Tao Lin o Dorothea Lasky, o incluso Noah Cicero son una especie de "padres" para quienes Kat Dixon llama "Neo-Dadaist". Kat dice no tener nada que ver con ellos (entiéndase "ellos" como Steve Roggenbuck, Poncho Peligroso y alguno más). Pero es que Ana C. tampoco escribe como ellos. Ni Jake Fournier. Ni Jordan Castro (más de la onda Tao Lin)... tampoco Richard Chiem o David Fishkind que en ese sentido parecen más neutrales.

Mola asistir a este momento en el que ellos mismos se dan palos intentando definirse o hacer grupos "estéticos" (cuando luego en Facebook, Tumblr y demás también son colegas).

Muy interesantes sus chistes:
http://feeltheinspiration.com/post/4318469799

Muy interesante la respuesta al artículo de Kat por parte de este crítico (sólo he mirado su blog por encima pero tiene cosas interesantes):
http://dadatraditionalist.blogspot.com/2011/03/why-tao-isnt-minimalist-and-poncho-is.html

Muy interesante esta plataforma de Stephen Tully Dierks en donde se cuelgan todas las novedades del mundillo poético en EEUU:
http://popserial.tumblr.com/

Y, por si te apetece saber mi opinión sobre el tema que también tratas de QUÉ PASHA en EEUU y QUÉ PASHA en España... hace poco Alec Niedenthal (al que yo llamo el AJR americano por ser un friki de DFW) me hizo una entrevista para HTML Giant en donde me pregunta por diferencias, similitudes, drogas, Tao Lin y generaciones.
http://htmlgiant.com/author-spotlight/excess-of-bad-poetry-an-interview-with-luna-miguel/


Lo que me asusta o lo que me hace gracia de todo esto o de todos ellos es esa obsesión o esa tendencia a hacer "grupos" y enfrentarse cuando muchos, la mayoría, no han cumplido los 25. Aquí las movidas nocilleras y todo ese rollo ocurrió con autores de 30 y 40. Allí muchos no tienen libro, sólo publican en internet y si lo hacen en papel, excepto en algunos casos, es porque se autoeditan libros preciosos. La autoedición, dice Ana C., es como la masturbación.

Gracias por mencionar a esta gente, son, cuanto menos, interesantes y divertidos y aunque muchos se quedarán y se quedan en el camino, otros lo pueden "petar" porque hay gente que hace las cosas muy bien.

Su ritmo es frenético. Aquí no ocurre eso por mucho Tenían veinte... que nos montemos.

Por último te dejo a ti y a los demás otros links de espacios que incluyen crítica, creación y entrevistas de los que se puede sacar mucha info y demás de la... ¿new wave? americana.

Metazen
http://www.metazen.ca/

Muumuu House (editorial de Tao Lin)
http://muumuuhouse.com/

Thought Catalogu
http://thoughtcatalog.com/

HTML Giant
http://htmlgiant.com/

The Scrambler
http://thescrambler.com/



Y besos,

L.

sociedaddediletantes.blogspot.com.es dijo...

Muy bueno, Vicente

Vanessa Alanís dijo...

como tengo una niña de un año que camina infinitamente por el jardín y un caldo de pollo que no termina de cocerse, quiero que me disculpes por dos cosas:
1. que no pude leer todo el ensayo completo de un tirón (cosa que me hubiera encantado)
2. que venga y escriba un mini ensayo en tu blog sobre el apartado 1.


La historia no nace nunca. Puede ser. Nunca lo sabremos. Tal vez sea incorrecto seguir pensando que la historia nace con la escritura ¿Dónde quedan los sin historia? Dónde queda la gente que aún en el siglo XXI no sabe escribir?

Lo que se puede deducir es que la historia, como la energía, se transforma. Entonces hay varias historias que pueden ser concebidas como procesos. A través del tiempo tenemos procesos de corta y larga duración, divididos –o intercalados- por revoluciones.

Wordsworth y su generación, forman parte de un proceso de revolución social en base a lo lingüístico: son la respuesta académica a una necesidad de poder compartir y comprender más con la gente común; con esos que transitan por las calles.

El lenguaje es un fin en sí mismo, como parte de la cultura y de la vida cotidiana. Por lo tanto, el estudio del lenguaje debe ser el medio para comprender mejor las fuentes orales y escritas a través del conocimiento de sus convenciones lingüísticas.

A partir del siglo XVIII la lengua se va desprendiendo de un planteamiento cortesano, al estilo francés, y comienza a ser una herramienta social de protesta, de transformación. Así la poesía y la conversación dejan la corte para inmiscuirse en la construcción historia misma.

La tradición afecta a varios sectores de clase alta, media y baja, aunque en diversas modalidades. Ya desde el siglo XVII se sugiere a los nobles británicos “hablar de corazón”, es decir, de manera más simple y clara. Muy diferente del caso francés donde la conversación del mismo período sigue normas del discurso y el lenguaje mucho más complejas. Esto denota la aparición de “formas menos formales” de la conversación británica.

El arte de conversar en la Francia del siglo XVIII era una ceremonia cortés y aduladora que se aleja de la gente y se acerca a la dialéctica. Repleta de vanidad y cumplidos, carente de franqueza. Hay quienes consideran que “la conversación francesa olía a corte y la conversación inglesa aún tenía el olor de la campiña.”

Según Peter Burke (Halbar y Callar) las transformaciones en la conversación están relacionadas con varios factores sociales en macro y micro niveles. En el macro nivel, por ejemplo, las reglas surgen para “controlar el hablar y el silencio”, relacionadas a la vez con el auge del clasicismo y la fundación de la Royal Academy of Arts en Inglaterra. En el micro nivel esto tiene que ver más con las formas cambiantes de la sociabilidad. El autor ejemplifica esto con el caso de la Italia renacentista, donde aparece una nueva forma de sociabilidad a partir de la formación de la Academia en el siglo XV. Con la reforma de la Academia británica a finales del siglo XVIII y todo el XIX, las formas de sociabilidad también se modifican en las varias esferas europeas, pero en el caso particular de Inglaterra, el carácter refinado del ámbito escolar británico encuentra ligereza y fluidez en nuevas instituciones sociales como el café, la asamblea y el club. Las nuevas reglas de la conversación establecidas en estos lugares se llegan a tomar muy en serio y su influencia perdura en ciertas normas sociales incluso hasta mediados del siglo XX.

Existen otros lugares donde encontrar las normas culturalmente determinadas por el lenguaje oral y la conversación dentro de la tradición británica, como la literatura (principalmente la novela), el cine e incluso la televisión cuyo contenido influye en el hablar cotidiano de la sociedad sin ser forzosamente un reflejo exacto del mismo.

La historia social del lenguaje, del habla o de la comunicación ha ido localizando estos nuevos campos de estudio a partir de la necesidad por incluir al lenguaje en el estudio histórico.

Ernesto Castro dijo...

Muy chulo!

Vicente Luis Mora dijo...

Caramba, qué densidad en los comentarios. Voy a tomarme un café y ahora vuelvo y veo todo despacio. Gracias, por supuesto, antes de nada.

Vicente Luis Mora dijo...

LUNA: Sobre esto sabes más que yo, gracias por las acotaciones, precisiones y ampliaciones de información. Ya imaginaba que no son una generación, ni siquiera creo en ese término como válido para una crítica literaria actual. Gracias por tu comentario.

DIMINUI: Muy interesante tu apunte sobre la conversación en la historia, aunque sólo es aplicable en nuestro caso a la limitada parte en que los escritores tengan la conversación privada como referencia. Creo que aquí, más que fijarse en entornos conversacionales concretos (la familia, el entorno de los amigos, el lugar de trabajo, etc.), el escritor hace una especie de salto subjetivo hasta colocarse en lo que J. A. Cilleruello llamó el "yo sociológico", un yo elocutorio que intenta resumir aspectos de su época y encarnarlos en una voz "media". Pero tu precisión es muy interesante, desconocía esa especie de microhistoria del habla, gracias por compartirla. Un abrazo.

daniel dijo...

Muy interesante guía... y sí, creo que la situación actual da para mucha rabia y asco social, que acaba permeando, como es natural la literatura... también hay mucho/a artista de la autopromoción que sigue a estas alturas tratando de "epatar al burgués", cuando es muy difícil que alguna narración o poema llegue a los niveles de degradación o de conductas chocantes que se consumen tranquilamente a través de las televisiones...Beléb Esteban, reina del pueblo y musa freak... así que tal vez haya que esperar que queda de toda esta ola de rabia escrita...

sobre todo cuando hay tantas ganas de que el odiado stablishment nos acoja y poder escapar de los blogs y de la autoedición ("La autoedición es como la masturbación", dice Luna, no sé si añadir: esto es, placentera... o igual la metáfora está mal elegida...tal vez hay que valorar despacito las opciones a la masturbación, no siempre más agradables).

El esfuerzo de mostrar el panorama que estás tratando de esbozar en este post me parece titánico, yo suelo señalar cuatro tendencias, al menos en poesía en España,por lo poco que yo veo... y cada uno que se apunte a la que quiera ( o a varias que no entiendo porqué un poeta no puede utilizar los registros que le dé la gana): a) las luces inefables y densos silencios b) realismo clasemediero de predecepcionados, c) la línea crítica: resistencia y barricadas... d) La de "nos vemos en los bares" a la bukowski.
Igual se me escapa alguna...

Aparezco en una de tus alineaciones (y se me suele asimilar al grupo "c"). No lo llevo mal, pero sí creo que no soy realista (en escritura) ni sucio (ni en escritura ni en lo demás oiga, que soy muy partidario de la ducha como conquista social).

Y este blog tuyo, Vicente Luis, si no existiera habría que inventarlo... Muchas gracias, de verdad.

Vicente Luis Mora dijo...

Tampoco yo creo que seas realista sucio, Daniel. Te he metido en el grupo general de poéticas críticas o resistentes; hay alusiones al realismo sucio pero son más bien para puntualizarlas o corregirlas. Disculpa si no queda claro, voy a revisarlo. Gracias por venir. Un abrazo.

daniel dijo...

No, en tu entrada es claro que haces referencia a una categoría usada por otros. No veo que tengas que corregir nada, es que, simplemente, no me pude aguantar la puntualización, que tampoco tenía mayor importancia. Siempre ando por aquí... aunque callado y escuchando (leyendo)que se aprende mucho más.

Dolores García (in-solita) dijo...

Vicente, Joaquín Piqueras tiene una página que titula "Insólitos"(Caminando por el lado más salvaje de la literatura) en la que incluye a muchos poetas y narradores que podrían clasificarse en algunas de las tendencias que has mencionado.
http://insolitosjp.blogspot.com/2011/04/eduardo-boix.html?spref=fb

Dolores

Vicente Luis Mora dijo...

Gracias, Dolores, buen complemento. Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Hola, Vicente.
Muy buen mapeo.
Sobre el tema de los materiales pobres y para la relación de la literatura actual con otros lenguajes, te recomiendo mucho "Estética de laboratorio", de Reinaldo Ladagga, que ha publicado Adriana Hidalgo.
Abrazo.
Jordi C.

Vicente Luis Mora dijo...

Buscaré ese libro. Abrazos, Jordi

cgamez dijo...

Gran post, muy completo.

Algunos de los nombres que comentas (sobre todo de los padres de lo que está pasando) suelen ser defendidos a capa y espada por el crítico y escritor barcelonés Kiko Amat, especialmente Fante. Aunque no comparto todas las opiniones de Amat (no comparto todas las opiniones de nadie), debo reconocer que en estos tiempos de crisis le hace a uno poner los pies en el suelo literario.

Lo que sí comparto con Amat es su admiración por Francisco Casavella, que en paz descanse. Precisamente ayer estuve hojeando tu Luz nueva, en donde consideras a Casavella un mutante con rasgos modernos. Casavella fue un cronista de la Barcelona canalla y de los barrios bajos como pocos ha habido en un momento en que no interesaba. Solo que incluía elementos de cultura pop y vivía en su tiempo. De ahí su amistad con Jordi Costa sin ir más lejos (hasta llegó a practicar novela histórica al final). Con esto llego a lo que quería decir. Creo que lo importante en un escritor es saber lo que quiere contar independientemente de las modas.
Pienso que más allá de la insinceridad estética está la sinceridad con uno mismo.

Abrazo.

Vicente Luis Mora dijo...

Gracias, Carlos, por tu opinión. Abrazos.

Luis Lucena Canales dijo...

Enhorabuena por tan magnífico artículo.

Ahora me entero –y yo en la inopia como siempre- de esta literatura de la rabia y el asco. Perdona que me ponga a contar batallitas pero eso es mucho más antiguo: para mi generación –los más jóvenes de la lucha antifascista o por la democracia, con un pie en cada régimen- comenzó cuando los políticos vendieron nuestra lucha y nuestra sangre por un futuro sin futuro. Después dijimos: “y menos mal que no ganamos, pues nuestros mayores lo que propugnaban eran la dictadura del proletariado”. Y luego, la movida... los niñatos que venían frescos por no haberse roto en la lucha callejera clandestina coparon el mercado desplazándonos con sus consignas: ya no hay futuro, el arte es el mercado. Sin discurso, en la cuneta, probamos el asco de los malditos. Lo conté ya de vuelta de todo ello -en la década de los 90- en mi novela Periferia o muerte.
Quien quiera puede bajársela gratuitamente.
http://luislucenacanales.files.wordpress.com/2010/12/periferia-o-muerte_luis-lucena-canales.pdf

Todo eso estaba ya, sin pena ni gloria, en El espíritu de la serpiente.

http://eljaina.blogspot.com/2008/02/seleccin-de-poemas-de-el-espritu-de-la.html

Pero aún no había llegado el asco a la literatura, aún estábamos en una época de prosperidad y progreso, aunque alguno ya veíamos las orejas al lobo. Y ahora, cuando el lobo está aquí, comienza a verse el asco y la rabia en la literatura. Qué perspicacia.

Nosotros, la gente de mi edad (nací cien años después de Rimbaud), la que no se ha vendido al sistema (si es que queda alguno), no somos una generación, sino una intergeneración que en realidad no existe. Ni los mayores del 50 nos aceptaron por no tragar con su socialdemocratismo o su comunismodemocráticodelaconciliación, ni los del 68, que en este país ni existió, pues vivíamos aún en la posguerra. Para la transición y la movida llegamos demasiado tarde. Nuestro discurso pasó del nihilismo (el asco y la rabia actual) a la investigación en nuestros orígenes buscando algo auténtico-raíz a la asirnos y sostenernos. Y ahora que vamos sacando algo en claro llega el pasado (el asco y la rabia ya superada) a sobreponerse de nuevo al futuro que viene.

Pues eso, a un paso por delante, ausente,... lo que por otro lado podría suponer una ventaja, pero no precisamente hoy en el que se valora la instantaneidad y a nadie le interesa demasiado quienes sean los que le precedieron.

Me temo mucho que ese asco y rabia sea un lujo de señoritos del primer mundo. Mientras aquí nos asqueamos los africanos trepan las rejas del paraíso del primer mundo. Aquí todo es simulacro (Baudrillard).

La literatura, así, siempre a un paso detrás de la realidad, excepto en algunos poetas videntes (de ahí la exigencia de Rimbaud).

No, no es ahora el momento del asco y de la rabia, ni siquiera de la línea crítica, resistencia y barricadas, es el momento del regreso progresivo (Salvador Pániker). Sí, Daniel Bellón se te escapa una. En el momento del decrecimiento esa es la lucha. Seguiremos siendo los ausentes.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Los mapas pueden ser más o menos subjetivos, más o menos exhaustivos... Con lo que me quedo de este texto, lo que suscribo por completo es el final: "Si algo parecen tener en común estos registros, y con esto enlazamos con el principio de este post, es su voluntad de generar un discurso de calle, un lenguaje próximo al ciudadano y muy cercano a sus inquietudes y a su propia rabia. Por eso entiendo que no puede desacreditarse (nunca, pero menos ahora, aun siquiera por motivos éticos) a una literatura que escoge pronunciarse, plantarse, mostrar su enfado, su asco o su rabia, ante lo que está pasando. Porque, si ni siquiera podemos hablar como queremos, y quejarnos con el lenguaje que elijamos, ¿qué nos queda?"
Lo más significativo de este párrafo son, para mí, dos palabras: "voluntad" y "escoge". Cuántas veces los que optamos por la claridad y la sencillez, tenemos que defendernos de los que piensan que escribimos así por una limitación, por dejarnos tentar por el "facilismo", porque no sabemos escribir de otra forma...
Y es importante subrayar que elegimos escribir así. Y que explicarse con claridad no es optar por la solución más fácil. Que la sencillez también hay que aprenderla y trabajarla. Y que, al menos en mi caso, esta búsqueda de un lenguaje "común" tiene mucho de un intento de salir de lo privado a lo social. Gracias, Vicente, un saludo.

Anónimo dijo...

Podemos preguntarnos también qué es lo que persigue una lectura de la rabia y el asco. Qué nos cuenta. Si no nos sentimos interpelados ¿existe un problema?¿Si se lee con placer, desgarrado, culpable o asombrado, es una muestra de la eficacia del retrato propuesto por los escritores?

Una de las posibilidades planteadas en los comentarios es la del desarraigo del exilio interior (¿insilio emocional?),la de no pertenencia a nada establecido. Es curioso, por ello, que un mapa de lo que pasa pueda conectar un montón de proyectos individuales y apuntar a una confluencia unificadora del colectivo. No sé si la rabia o el asco dan a dar en el mar de la indiferencia, pero hay coletazos descollantes en ese intento de no dejarse llevar, de no sumarse a la corriente. Y ya veremos qué ocurre o no llega a pasar. Un saludo y hasta otra.

PS: A lo mejor os apetece revisar otro tipo de actitudes, como la de Paul Thek, artista actualmente en el Whitney, y que ya fue expuesto en el MNCARS y la Fundació Tàpies, en esta última con un título muy sugerente: El mundo maravilloso que no llegó a ser. El artículo contiene también, en inglés, las Teaching Notes de su etapa como profesor en Cooper Union. Puede que os interesen.
--
c.m.
http://bjws.blogspot.com/2010/08/american-artist-paul-thek-1933-1988.html

Anónimo dijo...

De la rabia al asco...o al miedo

Miedo(s) a la oscuridad.

http://www.imdb.com/title/tt0792986/

Anónimo dijo...

Lo de ponerse la etiqueta underground, escribir desde las vísceras, ser reivindicativo y buscar la polémica para hacer ruido, está muy bien. Pero dentro de estos movimientos, más que dentro de otros, hay mucho fraude y mucho “escritor” que poco o nada sabe de lingüística. También son un buen escondite para aquellos cuyo genio es limitado. Voy a citar (dentro de los nombres que das, Vicente) aquellos que en mi opinión tienen talento suficiente para no encasillarse y prevalecer.
Deborah Vukusic, Manuel Vilas, Karmelo Iribarren, David González, Vicente Muñoz Álvarez, Roger Wolfe, Miriam Reyes, Belén Gopegui, David Refoyo, David Monteagudo, Mario Crespo, Óscar Gual, J.C. Márquez y Elvira Navarro.
Los demás –el tiempo lo confirmará- ni fu ni fa.
Interesante post.
Tao.

El Público dijo...

Estimado Vicente,
traté de poner un comentario a tu post, pero era tan largo que no puedo hacer más que dividirlo en tres partes, y no quiero parecer spam, por lo que me gustaría saber de qué otra manera te lo hago llegar o, en su defecto, publicarlo acá con tu permiso.
Un saludo.

Vicente Luis Mora dijo...

No creo que si lo divides en tres partes sea considerado spam. Esperamos tu comentario. Saludos

El Público dijo...

Estimado Vicente, he quedado anonadado con tu post. De hecho no sé ni por dónde empezar. Quizás lo primero que debiese enfatizar es que el esfuerzo que pones en realizar el mapeo de la literatura contemporánea me parece a la vez titánico y prometeico, y que quizás nunca deja satisfecho a nadie más que los que aparecen en él (y en muchos casos ni a ellos).

En segundo lugar, me parece importante destacar que es cierto lo que mencionas en un principio, que hoy en día mucha de la literatura que se trata de hacer en serio se suele oponer tanto a los tópicos literarios como al lenguaje de best-seller (o mainstream para ser más abarcador (1)), que peca, en mucho casos, de demasiado “literario” –por decirlo de alguna manera-. Esta oposición genera por tanto un acercamiento al lenguaje que llamas “común” y que muchos de tus comentaristas suelen destacar como el lenguaje “de nosotros”, en el que todos nosotros tenemos derecho a expresarnos, todos los que caminamos en la calle, la gente de a pie, que come y caga, que folla como animal y hace el amor, gente con dicotomías y contradicciones, todo al mismo tiempo. De ahí que me vino a la cabeza la pregunta ¿A que te refieres con ese lenguaje común?¿A quien se acerca y de quién se aleja?¿A qué te refieres con discurso de la calle? Y te leo y no me queda claro, porque me parece que no todos entendemos esto de la misma manera, pero no por libertad interpretativa, sino porque la proposición es tan ambigua que todo cabe ahí… o nada. Me explico:

Lo primero que pensé cuando mencionaste el lenguaje “de la calle” fue en la referencia a la sensación que se percibe “en la calle”, en la que algunos de los países europeos y Estado Unidos –que no América, por favor- tienen cierta sensación apocalíptica económica-social, lo que no implica necesariamente que todos nos sintamos de la misma manera en occidente. Sin embargo, es cierto que esta caída de sueños (“Sueño Americano” y “Estado de Bienestar”) ha generado un temor parecido al norte de ambos lados del atlántico –bien al norte donde se asientan estos modelos-. A pesar de lo anterior, podemos incluso decir que hay una sensación ambiente más amplia en este sentido, un malestar generalizado de la sociedad occidental y que tiene que ver con la crisis del sistema capitalista en general –porque este asunto del “American Deam” y del “Estado de Bienestar” no existe en casi en ningún otro lugar más que en lo que he acotado antes- y que se ha ido desarrollando desde la caída de las grandes utopías –sí, otra caída y perdida de los sueños-. Con todo, y como bien apuntas, esto se ha ido repitiendo una y otra vez a lo largo de la historia –cíclica o lineal-, y cada uno de los movimientos estéticos ha decidido tomar el Apocalipsis, interior o social, propio de su época –desde la modernidad en adelante, principalmente- y transformarlo en su visión artística.(2)

(1)También cabría decir canónico, pero eso es forzar al pasado y traerlo al presente, cosa que, por el momento creo, queremos evitar.

(2) A este respecto, siempre me ha llamado la atención que tanto Baudelaire como Rimbaud (proto punks, creo) hayan usado y abusado, sobre todo en su época, de una estética opuesta a la de la sublimidad del lenguaje poético.

El Público dijo...

Esto último implica, que la literatura hoy hace lo que ha hecho desde que se tiene memoria de ella, en una de sus vertientes estéticas: tomar lo que la rodea, pasarlo por el tamiz del escritor y llevarlo al escrito de la manera que mejor le parezca (3). Y también lo han hecho así desde el teatro griego, por poner un punto arbitrario y lejano, asumiendo que todo un colectivo entendía que la estética que usaban era o bien canónica o bien subversiva (que se podría entender como los que seguían las reglas de Aristóletes y los que no).

Pero no sigamos con la línea y la circunferencia. Lo que me interesa, por tanto, es que una obra no es buena o mala, porque se acerque a la sensación popular o utilice su lenguaje (4), o porque use palabras como vómito, follar, rabia o asco –por lo demás bastante cursis y rocambolescas en otras latitudes del habla hispana-o giros como te la “oy a metértela hasta el guarguero puta reculiá” o “I juz kill dat motafucka outher with a bullt in his ass”; sino porque genere algo, exprese algo, muestre algo y llegue al tuétano de las cosas. Lamentablemente no hay criterios uniformes u objetivos para evaluar estas cuestiones, y el querer usar el doble filo de una propuesta estética como blasón en la batalla, me parece el peor de los argumentos. De hecho, cualquier literatura, con cualquier estética merece ser desacreditada si es una mierda, por muy innovadora que trate de ser; y al contrario: una literatura que sea decimonónica hoy día, o con una escritura barroca puede ser una maravilla (5), pero el fascismo de lo que se considera hoy lo “bien escrito” -que es exactamente lo opuesto, formalmente, a la novela decimonónica- lo rechazará.

(3) En realidad lo que quería decir aquí era que fuera necesario para la mejor expresión o expresividad de la obra, pero como eso no es posible verificarlo sino con ejemplos y una discusión muy larga, engorrosa y estética, me decanté por el parecer.

(4) Porque si con “lenguaje común” te refieres al lenguaje con que la gente habla en la calle, me imagino que sabrás por experiencia que el lenguaje hablado que es posible imitar de un modo estético - que lo hace un lenguaje literario, “artificial”-; pero poco factible de reproducir fielmente porque posee una gramática, ritmo, disonancia, giros, etc., que no se ajustan a la escritura. De hecho, suele ser mucho más cursi, que el lenguaje literario.

(5) Se me viene a la memoria el episodio de un editor (en Chile) de una renombrada editorial al que le presentaron el manuscrito de “El eterno marido” de Dostoievski, cambiando lo necesario para pasar por una obra original. El acto pretendía ser una broma, suponiendo que el mentado editor (que además había trabajado con algunos de los mejores latinoamericanos de los 60 y 70) conocía el texto, pero terminó siendo la constatación de que prima, por sobre todo, que las obras no se pueden publicar si no pertenecen al mainstream alternativo al mainstream, porque no obedecen a la estética imperante de la hegemonía alternativa. El editor rechazó la obra quejándose de que era una historia lineal, con un argumento a medias interesante y poco verosímil. No está demás mencionar que cuando terminó de leer las cinco primeras páginas de “El eterno marido” que le regalamos entre varios, pidió que no dijéramos nada de su historia o que por lo menos guardáramos su identidad, cosa que hasta el día de hoy respeto.

El Público dijo...

Para finalizar, tres cosas:

La pregunta “¿qué nos queda?” me parece absurda al respecto: siempre hablamos como queremos y nos quejamos con el lenguaje que elegimos (para los reclamos políticos, identitarios o ideológicos de este asunto ver dos párrafos más adelante), aunque nos obliguen a hacerlo de cierta manera.

Los puntos del a) hasta el d) son demasiado generales, sobre todo porque caracterizan un tipo de literatura que nace en el romanticismo -si no es que antes, contando a Molière o el siglo de oro español- y llega hasta nuestros días. Y el punto e), desde las vanguardias, más o menos.

Cuando se habla de los viscerales, en primer apartado, se menciona a Foster Wallace, y parece indicar, por lo que mencionas más arriba que este escritor, usa un lenguaje cercano a la gente y que escribe con las entrañas… me dio una sensación rara, algo que se escapa. La verdad es que el lenguaje que se utiliza en “The infinite Jest” no es muy común; de hecho, el que utiliza es sumamente barroco y tautológico para ser inglés. Por otro lado, las preocupaciones de los protagonistas, incluso entendiendo que denuncia de manera conciente los problemas de la sociedad y los individuos contemporáneos, no son cuestiones que se pregunte o sobre las que siempre reflexione el ciudadano común, la gente de la calle –lo que sea que signifique eso a estas alturas-. Ambas cosas se reafirman, tanto en estética como en contenido en el conjunto de ensayos “Consider the lobster”, sobre todo en el articulo “Authority and American Usage” (respuesta a lo dicho hace dos párrafos atrás, que si bien podría articularla yo mismo con otros argumentos, la prosa fosteriana me parece ineludible e inalcanzable).

Por otro lado ¿Es que acaso Goethe no era visceralista? ¿Wilde? ¿Lawrence? ¿Orwell? ¿acaso no escribían con las entrañas Osvaldo Soriano? ¿Y Sade? Esto de buscar referentes estético, me parece, no es más que buscarse una justificación para escribir, cuando lo que en realidad importa es la obra y su propia necesidad estética. El punto es que justamente no hay ni linealidad y ni siquiera circunferencia, porque la literatura siempre ha sido así. Parece que todos los movimientos que indicas más arriba tuviesen una necesidad de afirmación y reconocimiento que no viene de su propia obra, que no viene de sus propias necesidades.

Un amigo, profesor de música y que daba clases de interpretación de rock y música popular contemporánea, le dijo una vez a sus alumnos: “¿Ustedes quieren hacer música o hacerse famosos? Si quieren hacer música no me necesitan, pero están en un buen lugar; si quieren ser famosos entren a un reality, no necesitan saber música, ni esforzarse mucho, solo les hace falta ser idiotas”

No me queda más que decir que me ha gustado mucho el post –en serio- y que no soy un troll más de los que entran a Internet, por lo que me interesaría mucho contrastar tu visión con lo que planteo.



P.D.: para Ana Pérez Cañamares

“Cuántas veces los que optamos por la claridad y la sencillez, tenemos que defendernos de los que piensan que escribimos así por una limitación, por dejarnos tentar por el "facilismo", porque no sabemos escribir de otra forma...”
Totalmente de acuerdo, pero en el mundo hace mucho tiempo que se escribe así, con claridad y sencillez. En latinoamérica lo hacen muchos narradores desde los años 40, más o menos –por ejemplo, Cortázar, Arlt, Rojas, Puig-, el punto es que se transforma en un facilismo y una limitación cuando la obra requiere algo más y se le terminan dando migajas, con el lenguaje o la estructura que sea.

Vicente Luis Mora dijo...

Estimado amigo “Público”, te agradezco muchísimo tu esfuerzo reflexivo; tu comentario es casi un post entero, y desde luego no menos intersantes que el mío… De todas formas, puntualizo algunas cosas. No he citado yo a David Foster Wallace, lo hicieron los compiladores de la antología (no suelo utilizar el nombre a DFW en vano). Sé que no todas las aproximaciones al lenguaje próximo son iguales, en ningún momento se dice en el texto que lo sean. Me he limitado a hacer un mapa incompleto, diciendo que es incompleto, y por la amplitud de la mirada es imposible profundizar. Por eso me alegra mucho que estéis profundizando aquí. Prefiero no polemizar, entiendo que algunas de estas posturas son muy extremas, y no todas tienen igual valor. Por mi parte, me alegro de que existan todas (y otras muchas que no aparecen aquí). Y sí, hay mucha visceralidad anterior que se ha quedado fuera, pero mi intención no era enciclopédica, sólo quería hacerme algunas preguntas en voz alta. Gracias por completarlas con tus respuestas, siempre serás bienvenido aquí. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola! Tengo 25 y hace unos meses terminé de escribir una novela. Desde julio de 2010 puede descargarse a través de http://davidmatias.wordpress.com/principio-de-incertidumbre/ y creo que el principal problema de publicar en Internet es la invisibilidad. Me identifico plenamente con los cinco puntos del apartado “Qué está pasando”. Mi escritura se define por oposición al estado (social y económico) de cosas y al mainstream literario. Intento explicar y explicarme con un lenguaje sencillo, porque, aunque parezca una tautología, escribo para ser leído. Por más que intento tener fe, no puedo evitar caer en conclusiones nihilistas. Añado otro constituyente/requisito para el escritor de nuestra tiempo: es indispensable cuestionar y cuestionarse. Y últimamente pienso que el artista (político) debe, además de criticar/destruir, proponer/construir. O intentarlo (para mi próxima novela, quizá).
Gran post.
Un saludo!