Teresa Gómez Trueba, y Carmen Morán
Rodríguez, Hologramas. Realidad y relato
del siglo XXI; Trea, Gijón, 2017.
No me es posible reseñarla, pero al menos quiero dejar
constancia de la salida de esta importante monografía, que resume con bastante
acierto varias de las líneas de fuga de la narrativa española de lo que va de
siglo. Las autoras, que suman cada una sus propias preocupaciones y enfoques, a
veces claramente detectables, también logran un tercer discurso, superador o
sintético de sus posiciones, que constituye una de las mayores riquezas del
volumen. Su propósito es claro y Hologramas
se ajusta a él: “aunque muy diferentes entre sí, todas las novelas de las
que hablaremos […] se hallan incardinadas en una corriente de sospecha ante la realidad
y su enunciación” (p. 56). Y así es, y una de las virtudes del volumen es
demostrar que esa corriente de sospecha -no “frankfurtiana”, salvo excepciones
puntuales- es mucho más extendida de lo que pudiera pensarse, y quizá es hija
de estos tiempos de espectáculo, simulacro y postverdad en los que nos
encontramos.
Entre los puntos fuertes de la monografía, las autoras
entran al trapo del uso y el abuso de lo metaficcional; examinan -con alguna
reserva, pero, en general, con demasiada benevolencia- en la epidemia de
autoficcionalidad o “hibridez”, como ellas prefieren denominar al fenómeno;
prefieren hábilmente hablar de la distinción entre discurso y realidad, en vez
de distinguir entre ficción y no-ficción, para apreciar la “creciente fluidez
entre compartimentos” (p. 156); hacen una excelente lectura de las relaciones
de la literatura actual con la tecnología, la televisión y la fotografía, y
llevan a cabo una necesaria recuperación de la figura del novelista Mariano
Antolín Rato como antecesor necesario en el XX de algunos fenómenos literarios
del XXI. En efecto, antes de Loriga y Casavella, Antolín Rato había llevado a
cabo un claro movimiento de apertura a otras realidades literarias, y está por
estudiar su huella en los contemporáneos y en las añadas siguientes.
Como reparo, pondría la excesiva presencia de Javier Cercas
en el volumen, inversamente proporcional a sus méritos literarios -a mi juicio,
por supuesto-. Para una segunda edición sugeriría a las autoras una referencia
a los complejos juegos metaficcionales con los cuatro narradores que Ramón
Buenaventura en NWTY (2013, que a su
vez traen causa de los narradores de su novela El año que viene en Tánger), añadir a la parte de “falsos
documentales” una referencia a La
fórmula Miralbes (2016) de Braulio Ortiz Poole, y a Los últimos días de Adelaida García Morales (2016) de Elvira
Navarro (imagino que el volumen se cerró antes de la aparición de estos
libros), y sería conveniente rectificar el apellido de Rafael Pérez
Estrada, llamado “López Estrada” en la p. 241.
En suma, es el de Gómez Trueba y Morán Rodríguez un manual
más que útil para entender lo que ha cambiado y crecido en este siglo la
narrativa española actual.
1 comentario:
Excelente información.
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