jueves, 19 de julio de 2007
¿Generación? ¿Nocilla?
¿Generación? ¿Nocilla?
Bueno, este va a ser un post largo, de hecho va a tener hasta índice:
A. Vicente Luis Mora: ¿Generación? ¿Nocilla?
B. Respuestas de Eloy Fernández Porta
C. Respuestas de Jorge Carrión
A. Vicente Luis Mora: ¿Generación? ¿Nocilla?
El Cultural de El Mundo de hoy (19/07/07) publica un artículo titulado “La generación nocilla y el afterpop piden paso”. Desde el suplemento se nos propuso la semana pasada una serie abierta de preguntas a una serie abierta de personas (hay algún escritor a quien ni siquiera conozco), que intentamos contestar cada cual como pudimos. Me parece muy interesante el artículo, que demuestra una muy saludable curiosidad (sólo compartida por Culturas, de La Vanguardia) por intentar adentrarse en una serie de jóvenes y valiosos narradores (me excluyo) que tienen en común… Bueno, pospongamos qué puedan/podamos tener en común. Desde luego, avanzo que tienen en común el hecho de que casi todos acaban o acabamos de publicar un libro, y teniendo en cuenta que un periódico es una estructura editora de actualidad, ese hecho debería tranquilizar a algunos no citados. Como digo, la postura del artículo es muy saludable. Lo que ocurre es que, como es natural, no es posible acertar de pleno en todas las cosas, sobre todo cuando se quiere hablar de muchas cosas en muy poco espacio, y eso va tanto por el suplemento como por los mismos autores consultados. Quizá aquí, con más espacio, es el lugar de explicarse. A mí me toca puntualizar algunas cosas con las que es normal que esté en desacuerdo, porque ya las he manifestado antes, porque ya había expresado la opinión en (disculpen la publicidad) La luz nueva (Berenice, 2007), mi ensayo sobre narrativa española actual. Ahí había dicho cosas que se enfrentan a otras postuladas en el cuestionario, de modo que es normal que las recuerde:
a.a) No soy posmoderno. No he dicho eso nunca y, si alguna vez me he metido a mí mismo en alguna de mis etiquetas críticas, ha sido en la de “pangeico”. Si la pregunta es: “¿entre escritor tardomoderno o posmoderno, qué preferiría que le considerasen?”, la respuesta sería: “escritor”.
a.b) En el artículo se habla de que estos autores publican en editoriales independientes. Bueno, en parte es así, pero se aclara más la situación global si se dice que hasta seis de los quince escritores citados, casi la mitad, han sido publicados por Berenice. Creo que ése es un dato que dice, por sí solo, bastantes cosas.
a.c) No es exacto decir que en el Atlas literario celebrado en Sevilla “los autores de este grupo arremetieron, según los presentes, con ironía e incluso violencia, contra los otros narradores tardomodernos”. Lo hicieron algunos. Yo no sólo no lo hice, sino que en La luz nueva hablo, creo que muy elogiosamente, de no pocos de estos escritores tardomodernos.
a.d) ¿Por qué no aparecen mencionados Diego Doncel, Mercedes Cebrián, Robert Juan-Cantavella, Salvador Gutiérrez Solís o Manuel Vilas? Tienen tantas o tan pocas razones para estar como cualquiera de los citados.
a.e) Me alegro de que por fin términos como “afterpop”, de Eloy Fernández Porta, o “tardomodernos”, concretado para este sector de la narrativa actual por un servidor, comiencen a cobrar carta de naturaleza. Los considero más exactos y abiertos a posibilidades críticas que “nocilla”.
a.f) Precisamente he dejado esa cuestión, la de fondo, para el final. ¿Generación? No, gracias. El otro día tuve el privilegio de hablar con uno de los mejores y más respetados filósofos orteguianos, o conocedores de Ortega, de este país, y decía que la categoría de generación literaria no tiene, en este momento, ningún sentido. Ni en otro tampoco, añado. ¿Nocilla? Hay dos posibilidades de uso de este término: si es sociológico, en el sentido de hablar de autores que de jóvenes tomaron nocilla, me parece una tontería, sin más. Si se usa, como creo y además parece deducirse de uno de los destacados del artículo, en relación a Nocilla Dream (Candaya, 2006), la novela de Agustín Fernández Mallo, entonces creo que deberíamos hablar más despacio. Repaso los nombres y no creo que varios de ellos tengan mucho que ver –por no decir nada– con las categorías estilísticas, referenciales o estructurales de Nocilla Dream. Esta novela, lo dije en este mismo blog, me parece demasiado singular hasta para parecerse a sí misma. Estoy deseando ver Nocilla Experience, la próxima entrega de la trilogía, para ver qué demonios se inventa el bueno de Agustín, porque cada libro suyo que he leído de poesía no se parecía en nada al anterior. Será curioso ver la nueva novela –o lo que sea, sigo sin tenerlo claro– y compararla con la anterior. De modo que el rótulo nocilla tampoco me parece apropiado.
a.e) ¿Pero hay algo? Es decir, ¿con otra denominación, con la palabra grupo en vez de generación, habría algo que uniese a estos –u otros– nombres? Bueno, creo que a esto contestaré en los comentarios. Ahora mismo me parece más interesante dejar la pregunta abierta. Veamos lo que piensan Agustín y Jorge:
B. Respuestas de Eloy Fernández Porta
1. ¿Existe la generación nocilla? (O, si lo prefieres, porque el término generación no te guste, el grupo...)
Lo que existe es un paradigma estético que responde a una condición social. Esta condición se ha llamado "implosión mediática", en el sentido de "exceso simbólico creado por los medios". El "afterpop" es la respuesta creativa a ese fenómeno. Este término designa un conjunto de fenómenos históricamente posteriores a la cultura pop, y también estéticamente superiores y estratégicamente oposicionales. El pop ha muerto: lo que queda ahora es una reconstrucción de la alta cultura realizada a costa de sus ruinas. Huelga decir que ese término no es nacional ni generacional.
2-¿Cómo surge, cuál sería su fecha de creación/fundación/ detección?
Surge por coordinación de actos e instituciones underground. Congresos de literatura como el de la Fundación Torrente Ballester, el Mapa Poético o Neo3 y revistas como Quimera, TBR o el antiguo Lateral.
3-Eres considerado uno de los del grupo Nocilla: ¿te sientes identificado? ¿Por qué?
Me gustan las líneas transversales, los conjuntos en intersección y las citas a ciegas. Me siento identificado con antologías de narrativa plurales como Golpes, Tripulantes o Mutantes, y con ideas como el "I+D literario" de Carrión o la "neopangea" de Mora. Ese membrete no lo había oído hasta ahora.
4- ¿Y con la etiqueta de Literatura zapping?
La idea más importante no es "cultura de masas" sino "archivo". La información que nos rodea constituye un archivo inestable; el autor afterpop lo cuestiona por medio de des-informaciones narrativas. El desinformador usa recursos como el terrorismo informativo, la erudición falaz o la histerización de datos aberrantes. El zapping, como operación sobre los datos, lo uso para saltar del anuncio de Master Card a Slavoj Zizek y explicar el primero a partir del segundo. No me dice nada, en cambio, si sólo sirve para pasar de un programa de cotilleo a un documental sobre bichos.
5-¿Qué rasgos distinguirían a esta generación?
Usar la crítica cultural contra el espectáculo, la abyección contra el kitsch, el sarcasmo contra el formalismo, la pornografía del dinero contra el erotismo del bienestar y el punk contra cierta cultura oficial de mal gusto. El punk nos interesa en el mismo sentido en que a Picasso le interesaba el arte tribal, es decir, como reacción pseudo-primitivista contra lo peor de la modernidad.
6-¿qué os diferencia de vuestros mayores?
Algunos creen que somos poppys. No es cierto. Yo sólo soy un puto intelectual europeo que encontró la nueva vanguardia en la superación crítica del pop. Conozco bastante gente que piensa igual. Los verdaderos poppys son algunos de nuestros mayores, que creen estar en los bosques de Heidegger cuando de hecho habitan las praderas de Disney.
7- Y de vuestros contemporáneos?
Prefiero buscar parecidos con artes afines a caer en el narcisismo de las pequeñas diferencias. Disfruto con el trabajo de músicos como 12Twelve, artistas como Francesc Ruiz, dibujantes como Keko y medios como Mondo Brutto.
8- ¿Tienes miedo de que los medios de comunicación intenten sólo convertiros en una etiqueta más de consumo?
Esa sería una preocupación demasiado humanista. Yo ya soy un objeto de consumo: vendo ideas, consumo relaciones, cotizo al alza o me devalúo, según. La sociedad de consumo es un conjunto de ficciones sobre el valor (económico, literario, personal). Yo añado a esas ficciones las mías propias, y procuro hacerlo con cinismo y salero.
C. Respuestas de Jorge Carrión
1-¿Existe la generación nocilla? (O, si lo prefieres, porque el término generación no te guste, el grupo...)
Los periodistas y los escritores trabajamos con palabras, tenemos que ser cuidadosos con ellas. El "boom" ya fue una etiqueta lamentable, no creo que poner "nocilla" en circulación sea una buena idea. Para comprender la literatura española actual se pueden encontrar términos bien definidos en los últimos libros de Vicente Luis Mora y de Eloy Fernández Porta. Que los lectores, y entre ellos los periodistas, encuentren esos términos, los comprendan, los analicen. Y después decidan cuál o cuáles usan. Como en cada momento histórico, en el nuestro hay creadores que tienen una sintonía "generacional", porque comparten referentes culturales, porque usan de modos parecidos las herramientas tecnológicas, porque han vivido experiencias históricas parecidas, y porque pese a todo eso apuestan por una escritura seria.
¿Cómo surge, cuál sería su fecha de creación/fundación/ detección?
La atención mediática a los autores nacidos en los años 70 que han empezado a publicar a principios de este siglo es reciente, pero las conexiones entre esas personas han sedimentado durante años.
2. Eres considerado uno de los del grupo Nocilla: ¿te sientes identificado? ¿Por qué?
Ese "eres identificado" me suena a "la gente dice". Difícilmente alguien que haya leído mi libro de crónicas de viaje La brújula o mi tesis doctoral sobre Sebald y Juan Goytisolo dirá que pertenezco al mismo "grupo" que otros escritores que sobre todo escriben ficción y leen literatura norteamericana. Me interesa el aire fresco que ha inyectado en nuestra atmósfera enrarecida la novela de Agustín Fernández Mallo, he escrito artículos sobre algunos autores de mi edad o un poco mayores, comparto espacios con ellos (como la revista Quimera o como el blog de Vicente Luis Mora), pero eso no nos conduce al concepto de “generación” (eclipse, círculo cerrado), sino que nos lleva al concepto de red. Red de amistades, red de interlocutores, red de cómplices, pero nada de grupos ni de generaciones, porque no hay ni puede haber nómina cerrada, al contrario, debe haber apertura, búsqueda incesante de nuevos links, dentro y fuera de “España” (sea eso lo que fuere). En mi caso, mi búsqueda me ha llevado a una comunidad personal integrada por personas de Argentina, México o los Estados Unidos, además de “españoles”.
3.-¿Y con la etiqueta de Literatura zapping que dice que es la propia de la GN?
El zapping es una forma de lectura ya clásica, basada en el fragmento y en la consecutividad, con no menos de treinta años de vida. Era ya posible antes de que yo naciera. Las lecturas del sistema Windows, potenciadas por las plataformas de la red (YouTube, Google, Hotmail, etc.) me parecen algo que sí singulariza al modo de leer de la gente que nació en los setenta, que no ha conocido otra forma de enfrentarse a la realidad que no pase por la imagen y el textos simultáneos, en el televisor y, sobre todo, en la pantalla del ordenador. Horizontalidad y simultaneidad se unen a la fragmentación del zapping. En el zapping los canales siguen transcurriendo, aunque no sean visibles; en cambio, en los videos de youtube o en los e-mails, encontramos textos cerrados, brevísimos, nuevas formas de temporalidad que lo son de lectura.
4-¿Qué rasgos distinguirían a esta generación?
Esa conciencia tecnológica es realmente nueva, diferencia nuestro momento histórico de los precedentes. También es nuevo el posicionamiento respecto a la política, que ha superado la dicotomía en partidos de izquierda o de derecha, pero que en los escritores que me interesan, por lo general, es progresista, por decirlo de algún modo. La crítica al poder de la imagen y de los media es otro elemento que me interesa, porque para mí la literatura sólo puede ser una forma de crítica. Obviamente, por haber vivido la juventud en la misma época, antes de que cada uno formara su propio mundo de lecturas, compartimos series de televisión, iconos pop, una cierta forma de vivir la sentimentalidad, la posibilidad de viajar fácilmente (con lo que ello ha conllevado de transformación de coordenadas tempo-espaciales), la frecuentación de países e idiomas, una formación académica interdisciplinar, etc. De eso se habla continuamente en los blogs. Sólo hay que molestarse en buscar los lugares de encuentro y tertulia más estimulantes. Todo eso, como he dicho al principio, separa a cada momento histórico, a cada “generación”, de las precedentes y las siguientes. Pero eso no significa que cada autor, por su cuenta, no busque formas de diálogo intergeneracional. Como en la vida. Nadie puede hacer abstracción de todo eso cuando se pone a escribir. Lo que cuenta, al cabo, es como uno configura un mundo artístico a partir de los imputs que ha recibido durante toda su vida. En mi caso, el viaje y la experimentación con formatos de no-ficción, mediante las técnicas de la ficción. En GR-83, un libro de artista cuya edición fue íntegramente regalada, intenté reflexionar precisamente sobre eso: cómo conviven Google Earth y la memoria histórica, Walter Benjamin y Los Simpson.
5.-¿Qué os diferencia de vuestros mayores? ¿Y de vuestros contemporáneos?
En el Atlas Literario de Sevilla se produjo una amalgama, generacional y artística, como intenté explicar en una carta de respuesta a Rojo en su blog de El País. A mí me interesan más los autores que consideran el lenguaje literario un problema que los que lo utilizan como una simple herramienta, o como una simple solución a la cuestión irresoluble de lo real. Si los lectores invierten cierto tiempo en leer las novelas, libros de cuentos o ensayos que se publican actualmente de autores como Juan-Cantavella, Ferré, Rosa, Bosch, Navarro, Moreno, Fernández, Sierra, Vilas, Doncel, por ejemplo, ellos mismos se darán cuenta de a qué me refiero.
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Comentarios
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Más documentación sobre este tema en: http://generacionnocilla.blogspot.com/
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24 septiembre, 2007 - José Andrés Rojo
LA MARCA QUE TODO LO ENGULLE
Debería empezar por pedir disculpas a Agustín Fernández Mallo. Tiré de unas declaraciones suyas para ilustrar unos comentarios sobre un reciente artículo de Javier Calvo y más tarde comprendí que quizá lo único que hizo fue contestar las preguntas de un periodista. Que la repetición de unas cuantas ideas podía obedecer no tanto al afán de volver una vez más sobre determinadas cuestiones sino a la mera amabilidad de responder a las mismas preguntas con las que, acaso, lo bombardean desde que su libro se ha convertido en referente de una determinada postura frente a la literatura. Y esto es una injusticia. Es temible el círculo voraz de los medios que abundan en unas cuantas fórmulas y que reducen cualquier propuesta a una colección de latiguillos.
La marca. La marca nocilla. Las voces de una nueva generación. Cuando incorporé las declaraciones de Fernández Mallo a mi anterior entrada sólo pretendía señalar el peligro de reducir una obra a unas cuantas características. Y le atribuí a él la responsabilidad de insistir sobre lo mismo cuando podría ser que quien insistiese en lo mismo fuera en realidad quien le reclamó su opinión. Tiene razón, en ese sentido, Jorge Carrión cuando afirma que lo que importan son los textos, y también la tiene Juan Francisco Ferré cuando defiende, frente a una hipotética conspiración, el “valor real” de sus propuestas (y las de otros).
La cuestión de la que quería ocuparme es la misma que motivó algunos de mis comentarios que surgieron cuando tuvo lugar el encuentro de nuevos narradores de Sevilla. Que la marca de la innovación es un terreno pantanoso para usarlo como reclamo. Porque es difícil definir qué es lo nuevo, y hay que ver quién lo define y desde dónde y con qué sentido y frente a qué tradición. De eso trata el comentario de Constantino Bértolo y de eso quería tratar la anterior entrada, aprovechando lo que había escrito Javier Calvo. Decir que la buena nueva es que no hay buena nueva significa simplemente que más vale apartarse de esa fórmula para no perecer ahogado y embadurnado en un bote de nocilla.
Cuando llega una buena nueva son muchos los que se apuntan a predicarla. No creo que sea malo guardar ciertas distancias. El hacerlo, además, no debería ocasionar tanto enfado. Del libro de Agustín Fernández Mallo me llamaron la atención muchos de los recursos que utiliza, su libertad formal, las distintas historias que pone en marcha, la fuerza poética de muchas de ellas. Y más cosas. He encontrado en su literatura un sorprendente vigor, convicción, ganas. Por eso me incomodó volver a leer cosas que ya había dicho muchas veces. Como esforzándose en repetir el reclamo de una marca innovadora. Luego he pensado que igual la culpa fue de los que le preguntaron. Quién sabe.
http://aristocrataiobrer.blogspot.com/2007/10/jo-no-sc-de-nocilla.html
http://espaidellibres.blogspot.com/2007/11/generacin-nocilla.html
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