-Sí, pero yo creo que han sido los anuncios. Que tantos anuncios
lo han rematado.
C. J. de Madre, new mYnd
Me pregunto si la publicidad no será el arte del siglo XXI.
Serge Daney[1]
Peter M. Daly ha estudiado
cómo la publicidad más efectiva de nuestro tiempo, aquella donde la imagen es más
persuasiva, sería un trasunto del emblema renacentista, compuesto por el motto (el adagio o lema latino que
encabeza el emblema, como el “Fotuna virtutem superans” de Alciato), una imagen
simbólica y un epigrama o poema explicativo al final. Del
mismo modo, la publicidad suele tener imagen simbólica, lema o eslogan, y un
texto (escrito o audiovisual) informativo sobre las bondades del producto: “(…)
it is my contention that some of the best modern advertising relies on symbolism and on
techniques of verbal and visual communication that are strikingly reminiscent
of the emblem”[2].
En otros lugares (La
luz nueva, El lectoespectador)
hemos apuntado cómo algunos textos narrativos y poéticos actuales se nutren de
la publicidad: en unos casos, como recurso semántico o tema; en otros, como
estrategia retórica a la hora de presentar
literariamente una idea o un concepto, por lo común de forma textual pero
también textovisual en otros. A ello
–apuntábamos– ayuda el hecho de que numerosos escritores actuales tienen
formación publicitaria, de diseño gráfico, de ventas o de márquetin (esta
palabra me suena bastante rara, casi es preferible el original marketing) o trabajan en alguna o varias
de esas áreas. La lectura de la inclasificable y abrumadora novela new mYnd (Aristas Martínez, 2014), del
multidisciplinar Colectivo Juan de Madre, abre una nueva dimensión, a mi
juicio, del uso literario de la publicidad como estrategia retórica, en una
suerte de giro meta. No es que new mYnd sea una novela
metapublicitaria, pues sus fines estéticos son muy otros, sino que en el
proyecto hay metapublicidad,
concebida como un elemento más de la composición narrativa. La publicidad
ideada para uno de los productos del libro (los sugestivos I-diamantes que
procuran al huésped personalidades diversas), se conforma con posterioridad como
publicidad de la propia obra,
apareciendo en la faja el autor apócrifo Paul Veins como la “autoridad” que
avala la novela, y acompañándose el volumen con un marcapáginas y una
publicidad virtual que hace referencia a los diamantes y la nueva mente descrita en la novela (analogía,
claro está, de la nueva carne de la tan
antigua como actual película Videodrome).
¿Significa esta absorción de la esencia publicitaria por
la literatura una especie de sacrificio al mercado, de rendición incondicional ante
la comercialidad y el espectáculo? Pues no, en realidad todo lo contrario. Que los autores de new mYnd o La insólita
reunión de los nueve Zacarías (2012) renuncien a la primera y más
importante de las marcas en la industria editorial, la autoría, al presentarse como colectivo seudónimo, y que además
elijan siempre para sus publicaciones editoriales francotiradoras e
independientes como Grupo Ajec, Sloper o Aristas Martínez, invita a pensar que hacer
dinero escribiendo no cuenta, en ningún momento, como uno de los propósitos del
grupo. Lo que se pretende, entiendo, es otro tipo de intervención, más estética y conceptual, en el campo literario; una
injerencia caracterizada precisamente por el abandono de muchas retóricas y
prácticas ancilares en éste, sobre todo aquellas relacionadas con la presencia
autorial y mercantil del autor en ese
campo. Por no hablar de una profunda voluntad de innovación literaria, de la
que la metapublicidad es sólo una parte.
¿Por qué, entonces, si los fines no son
comerciales ni mercadotécnicos, esta utilización de la publicidad? Pues el
motivo, a mi entender, podríamos hallarlo en Aristóteles. La retórica, que nace
según Giorgio Colli de “la vulgarización del primitivo lenguaje dialéctico”[3]
(new mYnd puede ser definida, en
parte, como la sofisticación del lenguaje narrativo dialéctico), se conforma tradicionalmente,
desde Aristóteles, como el medio clásico de persuasión
a través del logos. Según el
manual aristotélico, la retórica nace de la voluntad dispositiva de la voluntad
a través de la palabra y los mecanismos de convicción, y desde ahí se encarna
en formas distintas (como las identidades de new mYnd), que alcanzan desde el montaje de la katharsis en la tragedia griega a la conversación preparatoria de
una compraventa. Tras la Retórica de
Aristóteles y hasta nuestros días, como explicitaba George Steiner, la
persuasión desarrolla su peculiar gramática:
“hay una parte de retórica en cada acto comunicativo
y en cada visitación. La retórica es el arte de cargar con efecto significante
las unidades léxicas y gramaticales de enunciación (…) Los procedimientos
reales de persuasión están construidos con la gramática relevante”[4]. En nuestros días, tal y
como en el siglo XVII, la retórica “es un arte, y este arte tiene su mito: es
el de Eros y Psiche”[5],
y no por casualidad new mYnd es una novela enclavada entre el erotismo (doble,
especular) y la psique (dividida), y con una sexualidad y una identidad cuyos
desdoblamientos se traducen en una interesantísima duplicación textual,
que tiene algunos antecedentes tanto en nuestra narrativa (Los hemisferios,
de Mario Cuenca, aunque con diferente división textual), como en nuestra poesía
(los Diálogos del conocimiento, de Vicente Aleixandre, entre otros
poemarios). Por ese motivo, la metapublicidad se asoma a new mYnd como parte del discurso, como
medio persuasivo interno y externo (uno de los mejores en tanto discurso, como
apuntase C. E. Oosgod según Stanley Fish[6]), ya que los malévolos y
desconocidos autores que se ocultan bajo el Colectivo Juan de Madre (desconocidos
para mí, al menos) pertenecen a ese grupo de hombres que “desean engañar y ser
engañados, puesto que la retórica, ese poderoso instrumento de error y fraude,
tiene sus profesores oficiales”, muy conscientes de que las “aplicaciones
artificiales y figurativas de las palabras que la elocuencia ha inventado, no
sirven sino para insinuar ideas equivocadas,
excitar las pasiones y, por ello, descarriar el juicio” (Locke, Ensayo sobre
el entendimiento humano, III, cap. 10). Desde luego, los personajes de new mYnd tienen las pasiones excitadas y
descarriado el juicio, para goce y disfrute del lector, que transita asombrado
por una obra de arte literario conceptual disfrazada de producto, que no puede dejar de “consumir”. Colectivo Juan de Madre
traspasa las líneas de los medios de comunicación de masas para robar sus
procedimientos y cambiar un mecanismo alienante por otro de gramática reconstructora:
un mecano narrativo perfectamente expuesto y contado, con momentos brillantes y
final apoteósico, del que seguiremos hablando en otros textos y artículos,
porque, como diría el anuncio de L’Oreal, él lo vale.
[Relación con la editorial: ninguna. Relación con los autores: ninguna.]
[2] Peter M. Daly, “Modern Advertising and the
Renaissance Emblem Modes of Verbal and Visual Persuasion”, en Karl Josef
Höltgen, Peter M. Daly and Wolfgang Lottes (eds.), Word and Visual Imagination. Studies in the Interaction of English
Literature and the Visual Arts; Universitätsbund Erlagen, Nürnberg, 1988,
[pp. 349-369], p. 349.
[3] G. Colli, El nacimiento de la filosofía; Tusquets,
Barcelona, 1994 p. 86.
[4] G. Steiner, Presencias
reales ¿Hay algo en lo que decimos?;
Destino, Barcelona, 1991, p. 196.
[5] Marc Fumaroli, L’école du silencie. Le
sentiment des images au XVII siecle; París, Flammarion, 1994, p. 7.
[6] Cf. Stanley Fish, “Retener el elemento que falta: poder,
significado y persuasión en El Hombre de los Lobos de Freud”, en VVAA, Lingüística
y escritura, Visor Distribuciones, Madrid, 1989, pp. 165-66.
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