Este libro de Jon Bilbao se compone de tres cuentos largos o de tres 'nouvelles' breves, según se mire. El último es muy bueno. Los dos primeros, y no uso nunca o casi nunca este adjetivo, son extraordinarios.
Curiosa
y atractiva narración, ésta de Katixa Agirre, quien se revela como una
narradora solvente, capaz de unir las líneas más intimistas con los
conflictos históricos y geográficos, sin olvidar que lo que nutre la
forma novelesca es la originalidad textual y estructural con la que se
unen los elementos narrativos y los personajes.
Homo Lubitz puede ser la mejor novela de Menéndez Salmón, lo que no es
poco decir. Aunque estoy enfangado en tareas diversas y sin tiempo para
reseñar, no me resisto a recomendar esta obra oscura y brutal, con ecos
del Satin Island de Tom McCarthy, del Crash de Ballard o de algunas
novelas de Don DeLillo, eficazmente encajados en el sólido proyecto
personal que RMS lleva tiempo construyendo. Puro Zeitgeist, y narrado con altura.
Cristina
Elena Pardo ofrece en Mano que
espeja (Balduque, 2017) una cosmovisión sobre la mujer reflejada en el espejo, en
tres sentidos, al menos: la subjetividad femenina reflejada en el objeto azogado, la mirada reflejada en la escritura poética -que espeja o espejea en la
elocución la mirada lírica de quien escribe- y, por último, la mujer que
comenta el autorretrato (Pardo es fotógrafa, además de poeta) que se ha
realizado a sí misma. Con raíces o ecos en poetas como Westphalen, Pizarnik,
Olga Orozco o Blanca Varela, este primer libro de Pardo, acertadamente prologado por Ana Gorría, nos presenta una mirada poética distinta, singular y a la que prestar atención.
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